lunes, 28 de noviembre de 2011
Samanta Schweblin: “Todavía me sorprende descubrir como casi todos los lectores optan por la resolución fantástica”
Samanta Schweblin es una de las escritoras jóvenes más importantes de la actualidad y con el correr del tiempo ha conseguido el reconocimiento de críticos, colegas y un gran número de lectores. La autora lleva publicado dos libros de cuentos llamados “El núcleo del disturbio” y “Pájaros en la boca”, con los que ha obtenido el Premio del Fondo Nacional de las Artes 2001 y el Premio Casa de las Américas 2008, respectivamente. Samanta estuvo hablando con “Entre vidas” para contar parte de su rica historia dentro del mundo literario.
Sos egresada de la carrera de Imagen y Sonido de la UBA, ¿en qué momento decidiste dedicarte a una profesión distinta como es la de escritor?
En realidad, no me dedico todavía cien por ciento a la “profesión de escritor”, de hecho, es muy poco el tiempo que hoy dedico a la escritura a lo largo de toda una semana. Pero poco a poco fueron surgiendo trabajos que rondaban la literatura –dar clases, tener un taller, charlas, eventos- y, aunque sinceramente gano con ellos mucho menos de lo que ganaba con mis trabajos anteriores, siento que permanezco mucho más tiempo en el mundo de la ficción, y así lo prefiero.
¿Qué fue lo primero que escribiste?
Antes de aprender a escribir le dictaba cuentos a mi mamá y ella los escribía por mi en un cuaderno de hojas blancas, dejando los espacios para que yo después haga los dibujos. Pero eso no es exactamente escribir, claro. Mi primer cuento formal, con principio y fin (si es que eso es lo que hace “formal” a un cuento), lo escribí en el primer año del secundario. Era un cuento espantoso: un águila que, parada sobre un acantilado, se preguntaba si debía o no sobrevolar el bosque. “…era lo que más deseaba hacer en el mundo, pero sabía que entre los árboles estaba el cazador, y que, si se echaba a volar, él la mataría…” Así todo, el águila “abría las alas y se echaba a volar, porque la belleza del bosque valía la pena…” y el cazador, por supuesto, disparaba. La historia era larga y empalagosa, y cumplía con todos los lugares comunes posibles. Pero el diario mensual del colegio reservó para mi historia la contraportada del mes siguiente y mi familia estaba muy orgullosa de todo el asunto. Así que yo estaba feliz.
¿Cuáles fueron los escritores que te marcaron y ayudaron a pulir tu estilo?
Los que me marcaron fueron los que leí en mi adolescencia: Kafka, Dostoievski, Vian, Bradbury, Ballard… Los que me dieron las mejores lecciones de estilo fueron en gran parte los norteamericanos, desde Hemingway y O’Connor a Salinger, Carver, Cheever… Siempre admiré el control y la precisión absoluta de estos autores sobre sus textos.
¿Qué cambió en tu vida tras obtener una serie de premios literarios por tus libros “El núcleo del Disturbio” y “Pájaros en la boca”?
Muchas cosas. Algunas pequeñas, pero importantes. Cambió definitivamente mi profesión, porque me dieron el empujón final para pasarme completamente a este otro lado del mundo, que es el lado de la ficción. Me dieron nuevos y buenos amigos. Me abrieron las puertas a varios viajes y traducciones. Y me dieron un montón de problemas con la AFIP, donde que por más que explico y explico que mis viajes son invitaciones extranjeras, no pueden entender como un monotributista clase B viaja “inadmisiblemente” por todo el mundo.
Hasta el momento publicaste libros de cuentos, ¿tenés pensado escribir alguna novela?
No por ahora.
Pasaron siete años entre la publicación de “El núcleo del disturbio” y la salida de tu libro de cuentos “Pájaros en la boca”, ¿qué hiciste en ese intervalo?
Bueno, ya estás peor que los de la AFIP. La verdad es que después de terminar “El Núcleo…” pasé un par de años sin escribir absolutamente nada. De hecho, lo mismo está pasando con “Pájaros…” Recién este año volví a sentarme a escribir. A mi no me funciona eso de escribir todos los días. Funciono un poco como una esponja: tengo períodos de absorción de información y material, y períodos producción. En el primer período también escribo, pero difícilmente termine algo. Empiezo miles de historias, escribo cosas que no vienen ni van a ningún lado, leo mucho, pierdo el tiempo activamente. La segunda etapa se da en períodos más breves de tiempo, quizá porque justamente ya tengo material dando vuelta hace tiempo.
¿Qué método de escritura tenés? ¿Escribís a partir de imágenes? ¿Tenés que saber el final del cuento antes de empezar a escribirlo?
A veces sí, a veces no. Prefiero escribir sabiendo el final, porque es mucho más fácil avanzar sin bifurcarse o aburrirse a mitad de camino. Pero a veces solo hay un principio, y trabajo igual hasta encontrar qué es lo que quiero contar. Ese es el tipo de cuentos en los que hay que arremangarse para quitar y reescribir bastante.
En tus cuentos predominan historias fantásticas y con toques de terror, ¿es el estilo con el que más cómoda te sentís?
En realidad, de todas las historias del último libro solo dos de ellas son efectivamente fantásticas, el resto deja abierta la decisión al lector. Todavía me sorprende descubrir como casi todos los lectores optan por la resolución fantástica, y casi ninguno por la realista. Es esa brecha la que me gusta. Avanzar con un pie sobre lo real y otro sobre lo fantástico, creo que eso es incluso lo que asoma los cuentos hacia el terror: la posibilidad de que lo fantástico esté tan, pero tan cerca de lo real.
¿Por qué no es tan habitual que en la Argentina se editen publicaciones del género fantástico?
Bueno, fue muy habitual en generaciones anteriores. Gran parte de la mejor cuentística rioplatense es fantástica: Borges, Bioy Casares, Di Benedetto, Ocampo, por seguir nombrando siempre –injustamente- al puñado más conocido. Y tampoco creo que esta generación esté tan corrida de ese lugar. Creo que lo aborda pero desde otro lugar. Pienso en los cuentos de Pedro Mairal, de Mariana Enríquez, de Federico Falco…
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy con un nuevo libro de cuentos.
Contame de los viajes que estás haciendo…
Los próximos son a Costa Rica y a Brasil, a presentar el libro. Y en Mayo del año que viene me voy a vivir un año a Berlín, con la beca de la DAAD. Así que ya estoy estudiando alemán.
¿En qué momento pensaste que podías vivir de la literatura?
Todavía no me lo creo, cada mes me parece un milagro. A veces siento que no me lo merezco y temo que, si me descubren acá escondida trabajando en algo que me gusta, me den condena perpetua en un call-center.
domingo, 27 de noviembre de 2011
John Verdon: “Quería ver si podía escribir una novela”
No es tan frecuente que un escritor se transforme en best seller a los 69 años pero éste fue el caso de John Verdon. Tras jubilarse, luego de haber trabajado como director creativo de varias agencias publicitarias, quiso ir por el sueño de toda su vida y lo consiguió. Su primer libro “Se lo que estas pensando” fue rápidamente uno de los más vendidos y con la segunda novela “No abras los ojos”, ambos publicados por Random House Mondadori, ha superado el éxito de la publicación anterior. El autor estuvo de visita por la Argentina y Entre vidas aprovechó para entrevistarlo.
¿Cómo surge lo de dedicarse a la escritura profesionalmente?
Escribí toda mi vida en el mundo de la publicidad pero era muy limitado lo que podía escribir. Siempre lo tuve en mi mente y tenía la fantasía de escribir algo. Cuando me jubilé, estaba libre para hacer lo quisiera pero la primera cosa que hice fue construir muebles. Lo hice diez años y mi esposa me instó a hacer algo en la ficción. Me gusta leer sobre misterios, siempre quería escribir algo en ese género y así empecé con el primer libro. Tenía unas ideas que quería transformar en un misterio interesante. Trabajé con ideas y vueltas durante dos o tres años pero no tenía idea de que esto se iba a publicar. Quería ver si podía escribir una novela, simplemente. Cuando mi esposa la leyó, finalmente le gustó y me ayudó a conseguir un agente. Tuve suerte en conseguir el agente que tengo. Le vendió el libro a la Editorial Random House dos semanas después de habérselo enviado. El editor de Random House se emocionó mucho con el libro y me ofreció un contrato por un libro más mientras fuera el mismo detective con su esposa.
¿Tuvo alguna imagen disparadora para dar inicio a la historia de su primera novela “Se lo que estás pensando”?
La historia comenzó con la idea de una persona que tiene un pasado muy oscuro con un presente y un futuro muy exitosos pero con un miedo del pasado que lo acecha. La idea era suponer una persona como esa que tiene una comunicación ambigua que alude a ese pasado. El miedo se empieza a crear en su momento, qué es lo que sabe ésta persona de mí, tiene paranoia. Todo surgió a partir de eso. Usted habla de la imagen. Hay un par de imágenes que se me ocurrieron. Me pareció interesante tener huellas en la nieve pero que simplemente se detuvieran, desparecieran. Esa imagen siempre me gustó. Tenía esa imagen que vino mucho antes del libro pero luego lo relacioné con la historia de una persona.
Sin embargo en su nuevo libro “No abras los ojos” el inicio del libro es con una novia decapitada en el día de su boda, una muerte con más saña.
Para mi nuevo libro tenía esa imagen pero tenía que pensar por qué había sucedido eso, quién sería esa mujer, por qué le cortarían la cabeza. El comienzo del misterio siempre es una idea muy poderosa, me encantan los primeros quince minutos de las películas de ciencia ficción cuando vemos el primer indicio de algo malo.
¿Qué trabajo previo de investigación tuvo que realizar?
No tuve que investigar en la cuestión psicológica, la parte psicológica salió de mi cabeza pero para los procedimientos policiales visité una academia de policía en Nueva York y visité un laboratorio forense. También leí un par de libros acerca de la investigación de escenas del crimen. Mi hijo es oficial de policía. Me ayudó en el segundo libro y me está ayudando con el tercero.
¿Cuándo comenzó a escribir su primer libro “Se lo que estás pensando” ya había definido que iba a tratarse de una saga?
No pensé que lo iba a publicar siquiera. Me propuse tratar de escribir un libro, mi objetivo era que le gustara a mi mujer, que lo aprobara y pensara que era bueno. Cuando empecé a escribir el libro ya tenía 65 años, no había publicado nada así que no creía que iba a publicar un libro.
¿Qué semejanzas encuentra entre usted y David y cuáles entre su mujer y Madeleine?
David y yo somos muy introvertidos, muy analíticos, siempre estamos pensando. El 90 por ciento de mi vida pasa por mi cabeza. Sin embargo, el 90 por ciento de la vida de mi mujer pasa afuera. Si mi esposa ve una flor en la colina, por ejemplo, ella dice ¡que linda! y si yo veo una flor fuera de estación me pregunto porque ocurre eso. También, Madeleine y mi esposa son mucho más impulsivas, tomas decisiones rápidamente. Yo tengo que pensar las cosas tres días, por lo menos. Somos similares en esos sentidos pero somos diferentes en que David Gurney es mucho más valiente que yo, nunca podría hacer lo que hace él, tengo mucho miedo. Y mi esposa es mucho alegre, Madeleine no se ríe.
¿Está pensando en escribir otra novela que no tenga que ver con David Gurney?
No, quizás algún día quiera hacer algo que no se puede hacer en éste formato pero ahora la estructura del misterio con éste matrimonio en el medio me permite hacer todo lo que quiero escribir. Tengo un contrato para el cuarto libro así que por lo menos escribiré cuatro novelas con David Gurney de protagonista.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Victoria Bayona: “Hay que apostar al Fantasy argentino”
Su fanatismo por la saga de Indiana Jones y el libro de La Isla del tesoro fueron los disparadores para que la escritora Victoria Bayona escribiera su primera novela “Camino a Aletheia”, eligiendo contar una historia de “Fantasy”, género en el que prevalecen las aventuras dentro de un mundo mágico. La autora de 33 años habló con “Entre vidas” para contarnos de su debut literario, analizar su libro y dejar sus impresiones acerca de un género poco habitual para los escritores argentinos.
Estudiaste teatro, música, dibujo y sos escritora. ¿Cuál es la disciplina que más te gusta?
Si tuviera que elegir entre las cuatro disciplinas: escritura, dibujo, canto o actuación; desde siempre elegiría la escritura. Si los tengo que poner en orden de importancia, primero está la escritura, después el dibujo, la actuación y por último el canto.
¿Qué fue lo primero que escribiste?
Lo primero que escribí fue poesía, cuando tenía 11 o 12 años. Me había enamorado de la Antología de Alfosina Storni y ahí arranqué hasta que me propuse escribir una novela de Fantasy, a los 26, que es el género que más me gusta leer. Así surgió Aletheia.
¿Por qué te decidiste por escribir fantasy?
Venía leyendo mucho del género. Me enganché con la saga de Harry Potter, empecé a leer los libros de “Una serie de eventos desafortunados” y justo estaba en un momento en el que estaba trabajando en una compañía de teatro como actriz en donde viajábamos por todo el país. Me encontré con mucho tiempo muerto en la camioneta. Me la pasaba mirando por la ventanilla imaginándome cosas y pensé en aprovechar y planificar una historia. Me compré un cuaderno de hojas lisas y empecé hacer el boceto de los personajes, a pensar un poco la historia. También coincidió con un sueño, -yo sueño mucho con ballenas-. En el sueño me levantaba en un barco, iba a cubierta y veía los lomos de tres ballenas rosas y una oscura. Me desperté, escribí un borrador en primera persona, y esa fue la primera imagen del libro, había nacido la capitana Marion.
¿Cómo elegiste la palabra Aletheia?
La palabra Aletheia es una palabra que me gustó mucho desde que la escuché por primera vez y tenía ganas de usarla para algo. La aprendí cuando estudiaba Filosofía en Bellas Artes. Ahí nos hablaron de la Aletheia, que significa descorrer el velo para descubrir lo oculto, una palabra que habla de la verdad como desocultamiento. Me pareció hermosa. Entonces pensé en ponerle Aletheia a la isla. Me gustaba que el personaje fuera camino a la verdad y que en ese camino a la verdad sufriera una transformación. En la trama todo está ligado a la búsqueda de la verdad.
¿Por qué le pusiste Marion a la protagonista de la historia?
Porque Marion es la novia de Indiana Jones en la primera película de la saga. Me copa esa película, me encantaba ese personaje y, como es una mujer fuerte, pensé: “mi capitana tiene que ser así”. Después me causó gracia porque ya había terminado de escribir “Camino a Aletheia” cuando salió la cuarta película de Indiana Jones y habían convocado a Marion Ravenwood de nuevo.
¿Qué similitudes encontrás con Marion?
Creo que Marion es como una versión mía sin censura. Yo soy más política, a Marion no le importa nada. Eso me gusta, ella responde como quiere, si tiene ganas, está de malhumor... No sé si tengo muchas cosas en común con ella, pero lo que sí sé es que me encantaría ser su amiga.
¿Cómo llegás a la Editorial Norma para poder publicar tu primer libro?
Es gracioso. Cuando empiezo a entusiasmarme con la historia y a pensar que podía escribir algo mínimamente coherente, me pongo a chusmear en las librerías que había en el mercado. Había escuchado hablar de los libros de Liliana Bodoc, de “La Saga de los Confines”. Justo para esa época leí una entrevista en donde ella contaba su historia, cómo había llegado a publicar. Había llevado su libro a Norma, entre otras editoriales y se la publicaron. Pensé que era un muy buen dato: que Norma era una editorial que recibía manuscritos de gente desconocida, que los leía y, si le gustaban, los publicaba. Entonces pensé: “me encantaría que me publique Norma”. Cuando terminé de escribir la novela, llamé por teléfono a la editorial, pregunté a quién le tenía que mandar la novela y la mandé por mail. Me respondieron que dentro de los cuatro meses me iban a dar una respuesta. Pasado ese tiempo llamé, pero habían cambiado de editora, ahora estaba Ana Lucía Salgado. Hablé con Ana Lucía, le pregunté si había leído mi novela y por esas cosas de los tiempos editoriales, siempre la respuesta era negativa. Pasaba el tiempo y la estuve llamando unos cuantos meses hasta que creo que –pobre- se cansó, y me dijo que la llamara en dos semanas que me iba a dar una respuesta. Antes de que se cumplieran, estaba chequeando en un locutorio mis mails y veo uno de Ana Lucía en el que me decía que había leído mi novela y que le gustaría publicarla. Yo no lo podía creer. Quería abrazar al empleado.
¿Las ilustraciones que aparecen en la publicación son tuyas?
Sí. Está bueno porque en un principio pensé que no iba a poder ilustrarla pero como se demoró un poco el tiempo de publicación, me dieron vía libre y pude hacer las ilustraciones, que era algo que tenía muchas ganas de hacer. Me parece que quedó lindo, es como un plus.
¿Hay posibilidades que las historias de Marion se transformen en una saga?
Sí, ya escribí la secuela, la terminé de escribir en Mayo. Tiene mucha más acción y romance. Quedó abierta para una tercera y no sé cuántas serán.
¿Leíste algo en particular que te haya ayudado a escribir la novela?
Leí “La isla del tesoro” que fue una gran inspiración. Yo no sé nadar, con eso te digo todo. De navegación, cero. Leí ese libro y fui subrayando los términos de navegación, busqué mucho en Internet acerca de las partes del barco.
¿Qué repercusiones tuviste de los lectores?
Hasta ahora, por suerte, todos los feedbacks fueron positivos. Me gusta cuando me dicen que la historia los atrapa y que les da ganas de saber qué pasa. Me parece que en cuanto a la escritura, es lo primero que escribo y tendrá sus cosas... Pero me gusta pensar que es una linda historia y que te divierte.
Para la gente que todavía no leyó la novela, ¿por qué pensás que tendría que hacerlo?
Es una historia entretenida. Además, más allá de lo fantasioso y de la aventura, también se tocan temas que son profundos, como la desilusión de la Capitana en ciertos momentos de su vida, las cosas que tiene que enfrentar, por qué llega a ser quién es, la amistad. Hay bastantes temas que hacen a lo humano, a los sentimientos, que me parece que están presentes en la novela y que son hermosos de explorar como escritor y como lector.
¿Por qué las editoriales no tienen un catálogo de novelas de Fantasy de escritores argentinos?
Es un género poco explorado pero cada vez somos más los que nos estamos animando. Ojalá seamos los precursores. Dentro de poco sale una novela de Fantasy de Leo Batic, hace unas semanas salió otra de Márgara Averbach… Hay que apostar al Fantasy argentino.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Hugo Salas: “Me divierte pensar que Hugo Salas pueda terminar convirtiéndose en mi Ripley”
El escritor Hugo Salas publicó su primera novela “Los restos mortales” en la que el narrador de la historia recibe el nombre del autor dejando entrever que tiene mucho de autobiográfico. El libro cuenta como un asesino a sueldo llega a un pequeño pueblo patagónico con el fin de matar a la mamá de Salas. Entre las páginas de ésta novela maravillosa aparecen el sexo y la violencia, dos cosas que como señala el autor “son parte fundamental de la vida”.
¿En qué momento de tu vida decidiste que querías ser escritor?
Empecé a escribir muy chico, alrededor de los nueve años, y recuerdo que en el colegio secundario estaba absolutamente seguro (con esa confianza temeraria que suele tener todo adolescente) de que iba a ser escritor. Sin embargo, a los dieciocho dejé de escribir, y durante mucho tiempo estuve convencido de que aquello no había sido más que una vocación adolescente (si bien, en el terreno laboral, el periodismo iba convirtiéndome en un escribiente profesionalizado). Aunque fui gestando (y abandonando) distintos proyectos, recién a los 28 retomé seriamente la escritura, con plena conciencia de todo lo que implicaba. Recién ahí “decidí” ser escritor.
¿Qué fue lo primero que escribiste?
Lo más viejo de lo que tengo memoria –no conservo el material, afortunadamente– es una nouvelle escrita en tercer o cuarto grado, donde se contaba la historia de un asesino desesperado y vengativo (por aquel entonces no conocíamos todavía el concepto de los asesinos seriales, pero nos fascinaban igual). Comenzaba con una escena en que el protagonista (sospechosamente, un niño) asesinaba a un perro “en defensa propia”. Lo más probable es que haya sido una mala copia de El juguete rabioso, cruzado con fantasías vindicatorias propias de la edad.
¿Por qué decidiste que el narrador de tu primera novela “Los restos mortales” se llamara Hugo Salas?
Más allá de que la reiteración de mi nombre en el del narrador blanqueaba el contenido autobiográfico del libro, también me resultaba interesante ese doble gesto en términos del problema de la autoría, con los múltiples problemas que supone decir “yo” dentro del discurso literario. De hecho, me resulta raro que tantos escritores argentinos escriban sobre sí mismos (ya sea en términos realistas o idílicos) pero se cambien el nombre.
¿Fue difícil la construcción de la primera persona?
Cualquier voz, en literatura, es difícil de construir, aún la supuestamente propia (digo supuestamente porque me parece que nadie termina nunca de conocer su voz, su cuerpo, tal como los conocen los demás, como pura exterioridad… ¿quién no ha fantaseado con poder verse a sí mismo fuera del espejo?). En términos prácticos, el dilema de la identidad se resuelve entendiendo que uno es tan imaginario como cualquier otro personaje. Me divierte pensar que Hugo Salas pueda terminar convirtiéndose en mi Ripley (salvando las diferencias, claro está).
¿Cómo nace la historia?
Lo primero que tuve en claro fue el personaje de Pedro, un hombre cansado, rutinario, perdido en un hotel de mala muerte en medio de la Patagonia, más concretamente en la zona norte de Santa Cruz, donde nací. A poco de comenzar a escribir sobre él, descubrí que era un asesino a sueldo, lo que me planteó una pregunta, ¿qué corno hace un asesino a sueldo ahí? Y la respuesta surgió “sola”, o había estado esperando agazapada: entendí que ese hombre sólo podía estar ahí para matar a mi madre. Allí, justamente, comienza a producirse el cruce entre la invención (Pedro) y la autobiografía (mi madre murió asesinada, efectivamente, tal como se cuenta en la novela).
En alguna oportunidad has dicho que te intrigaba tu propia familia, ¿podrías contar qué es lo que te llamaba la atención de ellos?
La capacidad para resguardar su historia. Normalmente, todas las familias tienen una serie de relatos que contribuyen a aceitar la trama vincular, y como tales son públicos o al menos compartidos, y otros que se cuentan a escondidas, los secretos (vergonzantes o terribles). En mi familia, fundamentalmente la de mi madre, que era la más cercana a mí durante mi infancia, se producía algo muy extraño: todos los relatos, incluso los más anodinos y banales, recibían el tratamiento dispensado a los secretos, con lo que cualquier cosa que hubiese ocurrido antes del nacimiento de uno, se perdía en la más extraña e incomprensible de las brumas. Paradójicamente, la revelación solía hacerse de una manera bastante brutal y directa, sin mucho cuidado, y cuando el que entonces pasaba a recibir la historia acusaba recibo y daba cuenta de su impacto, todos reaccionaban con extrañamiento, como si se hubiese tratado de la cosa más pública y conocida del mundo, lo que a su vez servía para tapar otra parte de información. Un ejemplo concreto: durante toda mi infancia, mi madre organizaba cajas con ropa usada para “una gente pobre del pueblo” (el pueblo del que provenía su familia, en la provincia de Río Negro). Sin embargo, a los 14 años advierto que el domicilio no corresponde a ese pueblo y pregunto. Sin mucho preámbulo, mi madre me contesta que se trata de los hijos y nietos de mi abuela materna, la familia que armó luego de abandonar a mi abuelo, cuando ella era chica (hasta ese momento, sin saber muy bien cómo, yo suponía que esa abuela había muerto, sencillamente), que yo sabía perfectamente quiénes eran. La respuesta fue tan tajante que ahorró, por ejemplo, que yo preguntara hasta qué edad esa abuela había estado viva, y si yo hubiese podido llegar a conocerla (dato que ignoro al día de hoy). Este mecanismo tenía por resultado, desde luego, una familia muy intrigante, pero bastante literaria, al menos en su capacidad de aportar peripecias.
¿Tu historia familiar fue el motor que te impulsó a escribir la novela?
No, como señalé antes la novela, que es la historia de Pedro, se cruzó accidentalmente con mi propia historia… digamos que fue como un choque en cadena sobre una autopista, con los resultados predecibles para todos los involucrados.
¿Qué trabajo previo tuviste que realizar para construir el personaje de Lidia, la prostituta del pueblo?
Para mí, parte de ser escritor es ser curioso. No tanto para conocer/saber cosas, sino ante todo para afinar el oído y descubrir modos de habla. En ese sentido, el personaje de Lidia fue relativamente sencillo, porque a lo largo de mi vida conocí a varias trabajadoras sexuales, en su mayoría travestis, y eso me permitió traspolar muchos códigos y modos de relación. Por otra parte, creo que la prostitución no deja de ser un caso extremo de las condiciones laborales que la mayoría de nosotros vivimos bajo el capitalismo en su forma actual.
¿Siempre tuviste en mente el nombre de la novela o manejabas alguna alternativa? ¿Por qué recibe ese nombre?
Durante mucho tiempo, la novela no tuvo nombre, pero cuando apareció fue Los restos mortales, y por suerte nadie me pidió que barajara una alternativa. Me parece que compendia varias cosas: por un lado, la noción de la literatura como algo que se produce con restos (de charlas, de imágenes, de historias y en este caso hasta de mi biografía), y por otro, una noción psicoanalítica que siempre me gustó, según la cual todos somos, de alguna manera, el resto de la cópula de nuestros padres (percepción agravada, desde luego, cuando los padres de uno han sostenido una relación tan pasional). Esos restos, a su vez, son mortales en un doble sentido: mueren y matan. Y todo ello se condensa en esa frase fija, un poco fosilizada, que se utiliza como eufemismo para referirse a un cadáver.
En la novela aparecen varias situaciones de sexo y violencia, ¿la idea era apuntar a una historia dura?
No, en ningún momento hubo un afán “sensacionalista”, por llamarlo de alguna manera. Sencillamente, considero que el sexo y la violencia son parte fundamental de la vida. Tal vez lo que intenté pensar fue por qué, al menos en este momento particular de la historia, tienden a aparecer tan ligados.
¿Al mismo tiempo que escribías la historia leíste algunos libros dentro del género policial negro como para ayudarte en el proceso creativo?
Durante los períodos de escritura, suelo reservarme el acto de leer como un lugar que me libera de los materiales con los que estoy trabajando, por lo que comúnmente leo cualquier cosa que no tenga que ver con el tema. Sí he trabajado con anterioridad el género, en la literatura y sobre todo en el cine (que es mi principal espacio de investigación como crítico), pero no sentí la necesidad de volver sobre esos pasos durante el proceso de producción.
Hay escritores que escriben a partir de una imagen, otros no empiezan a escribir si no saben el final de antemano, ¿cómo es en tu caso?
Creo que a diferencia del cuento, que es un género mucho más técnico (y, por ende, en términos generales, suele tener un mayor grado de planificación, cierto avance más deliberado), la novela ofrece justamente el gustito de la búsqueda, del descubrimiento. Personalmente, ingreso en los proyectos novelísticos a partir de una situación, a la que sigue cierta configuración de personaje o personajes. Qué ocurrirá con ellos es algo que tengo que descubrir en el camino. De hecho, las novelas que están muy “organizadas” de antemano suelen provocarme cierto aburrimiento, porque esos materiales están, de alguna manera, exhibidos desde el comienzo.
Por último, ¿en qué proyectos estás trabajando actualmente?
Mientras avanzo sobre dos proyectos de novela de los que no tengo mucho para decir de momento, intento organizar un volumen de relatos y textos breves, sin título todavía, probablemente para publicar en 2012 o 2013.
martes, 1 de noviembre de 2011
Gastón Intelisano: “Se van a encontrar con un tipo de policial que en la Argentina no hay”
En un país en donde escasean las novelas policiales con análisis forenses el joven escritor Gastón Intelisano acaba de publicar “Modus Operandi”. Su intención es la de ser el primero de una serie de autores que se vuelquen a un género. Intelisano también es Radiólogo y Licenciado en Criminalística, ésto último le sirvió como experiencia para poder describir a la perfección los procedimientos que aparecen en una novela apasionante.
¿Qué fue lo primero que leíste dentro del género de policial forense que haya servido de disparador para poder escribir tu primera novela?
En el 2000, caminando por Corrientes, recorriendo la librería de usados, entre los libros policiales en oferta me encontré con el libro Post mortem, la primera novela de Patricia Cornwell. Ahí entre una pila de libros que tenía, me lo llevo y cuando llegó el momento de leerlo me fascinó mucho como transmitía las situaciones, te dabas cuenta que ella había estado en la escena de un crimen, en la morgue. Después me enteré que ella tenía una base en el tema porque había trabajado seis años en la oficina médico-forense de Virginia. Yo leí otros autores y por ahí no transmiten tanto. La sensación que se tiene al estar frente a una mesa de autopsias se puede transmitir únicamente estando ahí. En sí fue como mi inspiración. A partir de ahí empiezo a leer una serie que tiene que ella que es la de Scarpetta y empiezo a buscar todos sus títulos. Fui leyendo todos sus libros casi al mismo tiempo que yo comienzo a estudiar para mi licenciatura en criminalística. Entonces pensé en pasar del lugar cómodo de lector a escribir y en el año 2002 empiezo a escribir Modus Operandi.
¿Vos hasta ese momento habías escrito algo?
Había escrito algunas cosas pero más del estilo de mi otro autor favorito que es Stephen King, más apuntando al suspenso y al terror, no al policial. Pero si me gustaba el relato oscuro. Lo que si, hasta ese momento no había pensado nunca en escribir seriamente una novela, había escrito cuentos cortos.
¿Cómo se te ocurre la idea de “Modus Operandi”?
Se me ocurre a través de un caso que me llamó mucho la atención cuando yo estaba haciendo las prácticas en Policía Federal. Acompañaba al equipo médico-forense en el móvil e íbamos a los lugares del hecho que podía ser un accidente, un suicidio, un homicidio, he visto ahorcados, baleados, atropellados, descuartizados, lo que te imagines. Hubo un caso en particular que en su momento no se había hecho la conexión pero que eran muertes muy parecidas de mujeres, en un época entre 2000 y 2001. Se dan cosas muy parecidas, en la ciudad de Buenos Aires. No es igual a como cuento en la novela pero sí tomé lo de contar casos parecidos. Nadie quería hablar como que se trataba de un asesino serial porque es como una mala palabra, es generar paranoia en la gente. Entonces me aparece una primera imagen de alguien investigando éstos crímenes, alguien que hacía la conexión entre tres o cuatro crímenes que podrían estar relacionados. Ahí empiezo un trabajo de preguntar como se investigarían los casos, los pasos a seguir y eso dispara el empezar a escribir. Arranqué sin tener personajes pero tenía el caso. Cuando tenía que poner los nombres de los personajes dejaba el espacio en blanco y así escribí cuatro o cinco capítulos. Después empiezo el trabajo de desarrollar los personajes. Como en toda investigación intervienen el policía, la médica-forense y el criminalista, ahí ya tenía los tres primeros personajes. Primero fue buscar los nombres. El personaje principal es Santiago Soler y surge porque un día estaba en casa con la televisión en silencio y en un canal de España le estaba haciendo una entrevista a un tal Santiago Soler y me pareció que sonaba bien. Y el nombre de los demás, para el de la médica forense usé la guía y así nace la Dra Andrea DeMarco y el apellido Battaglia es un apellido que siempre me gustó. Y Andrés se llama por mi sobrino, mi ahijado. Después el resto de los personajes fueron saliendo solos.
¿Fuiste a algún taller literario?
No, no fui a ninguno. Primero fue como un trabajo de leer mucho. Stephen King en el libro “Mientras escribo” dice que para sentarte a escribir primero tenés que haber leído mucho. Leo mucho desde chico y eso me ayudó. Mientras estudiaba había veces que leía tres novelas al mismo tiempo. Dejaba una y volvía con otra. Hasta fui asimilando como el modelo de escritura. Arrancar con un misterio, que podía ser una muerte y a partir de ahí entran los personajes y el tema de la investigación. Al mismo tiempo que escribía “Modus Operandi” también escribía otra novela que no era policial, como de enredos pero llegó un punto en el que me quedé.
¿Por qué elegiste la ciudad de Mar del Plata para centrar la historia?
Porque es una ciudad que me gusta mucho, casi toda mi infancia, mis vacaciones hasta los quince años fueron en Mar del Plata. Yo tengo familia en esa ciudad, tengo muchos recuerdos de Mar del Plata, la ví cambiar y ahora es otra cosa totalmente distinta. Pasé muchos veranos allá y es una ciudad que también me gustaría para vivir. Es un lugar que tiene todo lo que tiene Buenos Aires y además el mar.
¿Cuál fue el consejo que más te sirvió para construir la historia de la novela?
A nivel médico-forense tuve mucha ayuda de las que son mis dos mejores amigas que son las dos médicas-forenses y ellas me conectaron con gente que me permitieron el acceso de entrada a la morgue judicial que es un lugar que si no tenés un conocido no entras para nada. Después tengo un primo que es policía al que le hice varias preguntas. También, trabajé en la librería Ateneo con Luis Mey, nos hicimos amigos y hablé mucho con él que me dio muchos consejos, no de la novela que escribí sino de la escritura en general. Por ejemplo, me dijo que una vez que terminara de escribir una novela no la tenía que leer, dejala, encajonala y en unos meses la lees para corregirla, sino apenas la terminas te va a parecer que está perfecta. Es verdad, yo la guardé como medio año y ahí la pude ver mejor y hacerle cambios.
¿Por qué pensás que no se publican tantos libros argentinos de un género policial más volcado a lo forense?
Veo una diferencia muy grande de lo que es el policial en otros países y lo que es acá. En nuestro país lo consideran un género menor, un género para leerlo en vacaciones pero en otros países no es así. Estados Unidos tiene una gran cantidad de autores de policiales y de seguidores de ese género. El que lee policial es muy fiel al autor, a los personajes, por eso es que en otros país hay tantas sagas. Creo también que un poco se debe que recién ahora lo forense está teniendo conocimiento acá y se esta valorando más. Yo desde el 2001 que estuve haciendo prácticas y se trabaja de forma espectacular, no tenemos nada que envidiarle a otros países. La gente tiende a pensar que no estamos preparados, quizás falta un poco pero estamos equipados y hay gente que trabaja muy bien.
¿Estás pensando a “Modus Operandi” como el inicio de una saga?
Sí, la idea es esa. Yo ya estoy escribiendo el próximo, es un nuevo caso en el que van a estar los mismos tres personajes: Soler, DeMarco y Battaglia. Tengo varios casos que ya tengo armados en los que van a intervenir ellos y la idea es sacar un libro por año en la que se traten nuevos casos con éstos personajes. Con el tiempo los vamos a ir conociendo más a cada uno.
¿Cómo se da la posibilidad de editar tu primer libro?
Empieza en el noviembre de 2010. Yo también soy radiólogo y estaba trabajando de eso hasta noviembre que renuncio después de un año medio feo a nivel laboral. Un día estaba haciendo limpieza de la computadora y encuentro el archivo de la novela. Lo abrí, lo leí todo y pensé que estaba bueno como para publicarlo. Yo venía de presentarlo en editoriales grandes pero me dijeron que volviera más adelante. Entonces pensé en buscar una editorial chica. Renuncié a mi trabajo y como tenía la posibilidad económica me puse a buscar y llego a “Autores de Argentina”. Lo que me gustó de la editorial es su estética, la página que tienen en internet, otros libros que habían publicado y el tema de la promoción de sus libros. Mi libro también está en e-book. Empezaron las tratativas con Germán Echeverría que es el director, le comenté lo de la novela, le pareció interesante porque no hay autores argentinos que escriban del género policial forense. Antes lo había llevado a una correctora que había sido profesora mía en la Universidad. Tenemos una reunión en su casa, le comento de la novela y se la dejo para que vea. No paso ni una semana y me llega un mail que de asunto decía “Un orgasmo literario”. En el mail me cuenta que había leído la novela y le había encantado, ella no leía novelas salvo las de Humberto Eco. Me dijo que enganchó con mi novela. Cuando ella me da esa opinión me decidí a publicarla.
¿Con qué se va a encontrar la persona que todavía no leyó la novela?
Se va a encontrar con una historia en la que la mantendrá atrapada el suspenso y en la que se va a sentir cerca de los personajes. Como mi idea es hacer una saga es importante que suceda eso. También, está bueno que es un policial que uno está acostumbrado a leerlo en otras ciudades y uno se va a encontrar con la cercanía de leer lugares que están acá en Buenos Aires, que están en Mar del Plata. Me parece que uno no se tiene que imaginar una cuadra de Nueva York sino que uno quizás caminó por esa cuadra que yo nombro en el libro. Se van a encontrar con un tipo de policial que en la Argentina no hay. Mucha investigación, los procedimientos son como cuento en el libro. “Modus Operandi” tiene el atractivo de lograr la cercanía con algo más universal. Más costumbrista.
¿Qué tiene de autográfica la novela?
Siempre digo, Santiago Soler no soy yo. Coincidimos en que los dos somos Licenciados en Criminalística, en la obsesión por su trabajo y el entusiasmo por lo mismo. También coincidimos en el compromiso con la justicia.
Para finalizar, ¿cuál es tu objetivo dentro de la literatura?
Me encantaría ser el disparador de otros escritores, que haya más escritores que se dediquen al género policial forense. No necesariamente tienen que ser forenses para escribir del tema, pueden tener buenos contactos, investigar y también escribir del género. Yo tengo las herramientas por trabajar todo el día con éstos temas pero por ahí otro escritor puede tener una imaginación importante y escriba algo grandioso. Me gustaría seguir escribiendo, dedicarme únicamente a escribir. Es un sueño que siempre tuve. Igualmente me encanta mi trabajo. Más allá de eso, quiero seguir la serie, que los personajes sigan creciendo y que los casos sean cada vez más interesantes.