domingo, 4 de agosto de 2013
Juan Marcos Almada: “No me gustaría ser como el narrador de Lengua muerta, pero hay algunas cosas que seguramente se me filtraron”
El escritor Juan Marcos Almada, responsable de la editorial Alto pogo junto con Hernán Brignardello y Julieta Sciarra, acaba de lanzar a través de su sello la novela Lengua muerta. Además de su nueva publicación, el autor habló con Entre vidas acerca del libro de cuentos de boxeo “12 rounds”, que compiló junto a Mariana Belén Kosodij y de los proyectos en los que está trabajando actualmente.
¿Cómo fue que decidiste a abrir tu propia editorial?
Hay dos o tres motivos. Dos son, como dice Federico Moura en Imágenes paganas, el deseo y la ansiedad. Hace rato que, como tantos otros, vengo leyendo en copias impresas y anilladas o escuchando en la voz de los propios autores, textos inéditos. Ahí nace el deseo y la ansiedad de ver esos textos hechos libro.
Otro de los motivos fue una anécdota. Yo compraba en una librería de viejos en Granaderos y Vallese, en Flores. El viejo que la atendía, un día me llevó a una habitación contigua al local y me mostró una mesa con una pila tremenda de hojas A4. Me dijo que ahí había para tres o cuatro novelas. Yo estaba en otra en ese momento, pero siempre me quedó punzando la idea de publicarlo.
¿Por qué se llama “Alto Pogo”?
Alto Pogo, digo, la idea del sello, nace en una mesa de un bodegón de Almagro, donde nos solíamos juntar con Hernán Brignardello, Pato Eleisegui y el Brujito Correa. Tiramos un par de nombres y quedó Pogo. Pero cuando lo tramitamos en la Cámara argentina del libro, nos dijeron que Pogo ya existía. Bastaron un par de deliberaciones telefónicas hasta que Correa tiró el Alto para anteponerlo. Nos gustó y quedó. Le da una cosa callejera, de barrio, actual, que nos interesa.
¿Qué criterio manejan para la elección de los materiales a editar?
Gusto, plenamente subjetivo. No es que solamente nos tenga que gustar, porque algún texto puede no gustarte del todo, pero al leerlo te das cuenta de que tiene algo, el tema, el estilo, el tono, que puede gustarle a otros. Eso me parece capital. Empezar a pensar los textos como proyectados en los lectores, en los hipotéticos lectores a los que queremos llegar. Es una linda tarea.
¿Con qué obstáculos se encontraron al momento de armar la editorial?
No sé si son obstáculos, más bien son retos. Uno es la plata, como siempre; el otro es el tiempo. Conjugando esas dos variables, el libro se hace.
Con tu sello acabas de lanzar tu novela “Lengua muerta”, ¿cómo surge la idea?
La novela estaba encajonada. Me llega el dato de que estaba abierto llamado a subsidio para el Fondo metropolitano de la Cultura, las artes y las Ciencias de Ministerio de Cultura de la CABA. Lo mandé y me olvidé. A los seis meses me llega un mail informando que me lo habían otorgado. Entonces, si la plata estaba, sumábamos un título más a Alto Pogo. En principio el libro iba a salir en tercer lugar, pero dadas que las dos variables se conjugaron perfectamente, ahí está el libro en la calle.
La novela funciona como una especie de diario en el que el protagonista desarrolla su investigación reseñando obras de otros escritores, ¿inicialmente ya sabías que iba a ser así?
En verdad cuando lo arranqué era un cuento, pero a medida que me fueron apareciendo los autores, los sellos, los textos, me di cuenta de que iba a tener que seguir. Y seguí construyendo ese entramado hasta que el sabio consejo de Hernán Brignardello, hizo que parara la máquina porque, tal cual le pasa al narrador, podría estar encastrando nombres hasta el final de mis días.
¿Te ayudó con la escritura de la historia el poder tomar cierta época de la Argentina?
Sí, por supuesto, en ese sentido, para mí, sentimentalmente, funciona como un homenaje a lo que viene pasando hace un par de años en la producción de textos. Quería jugar con eso pero a la vez, trabajar con un personaje culposo, que no puede disfrutar porque está atado a los displaceres que le produce que todo eso que sucede le pasa de costado. Quería que se hablara de muerte, que un deseo fuerte en el personaje, fuera justamente, el desear internamente, la muerte de todos esos escritores. Y hablar de muerte, de muerte generacional en Argentina, te lleva directamente a la dictadura. Entonces también me sirvió trasladarlo décadas atrás, para justificar la culpa que siente el narrador por estar vivo.
¿Qué tiene de autobiográfico?
Quiero pensar que no mucho, no me gustaría ser como el narrador, pero hay algunas cosas que seguramente se me filtraron. Yo no sé decir cuáles.
¿Con qué se va a encontrar la gente que todavía no leyó Lengua Muerta?
Con muchos nombres de escritores y de sellos editoriales, títulos. Pero además, más allá de la voz del narrador, ese escritor que se siente fracasado y vacío, con un multiplicación de voces, que son los textos que el narrador transcribe, fragmentos de poemas, cuentos y novelas de esos escritores muertos.
En el 2012 junto a Mariana Belén Kosodij compilaron el libro de cuentos de boxeo “12 rounds”, ¿cómo fue la experiencia?
Tremenda. Jugar con una idea y llevarla a cabo nos pone muy contentos. En el transcurso conocimos gente muy solidaria y bondadosa, que nos prestó todo tipo de ayuda. Desde los escritores que nos confiaron un texto, y le pusieron la garra necesaria para que el libro circulara, el prólogo del gran Sergio Víctor Palma, hasta la ayuda económica de Alejandra Ramírez y la Dirección Gral. Del libro y promoción de la lectura de la CABA, hasta la gente que nos ayudó en las distintas presentaciones, porque nuestra idea siempre fue mover el libro, llevarlo a ámbitos que tuvieran que ver con el boxeo, y poco a poco lo fuimos logrando.
En la publicación se encuentra una gran cantidad de prestigiosos escritores, ¿cómo fue el proceso de selección?
A dedo. Muchos de ellos son amigos, que más allá de ser amigos, nos gustaba como escribían. Con Mariana hacíamos un programa de radio, que todavía está al aire, y donde invitamos a muchos escritores, a los cuales leemos antes de entrevistar. Eso hace que tengamos un variado conocimiento de los textos que circulan. En ese sentido no corrimos demasiados riesgos, por más que hubiera en el proyecto, escritores inéditos hasta ese momento, ya conocíamos cómo escribían. Tratamos de que hubiera una variedad de estilos, e incluso de géneros. Creo que eso le dio mucha riqueza.
¿Cómo nace tu cuento “Recortes”, incluido en el libro?
Yo había escrito otro cuento para el libro. Pero un día me cayó la ficha de una historia que siempre me contaba mi vieja, una historia que la tenía como protagonista y que era una historia que se relacionaba con el boxeo desde el costado íntimo y sentimental. En el cuento, la narradora habla de Goyo Peralta, con el cual tuvo un breve romance en su juventud, y de el Vasco Pérez, que era su hermano y que era un boxeador reconocido en ese tiempo en el interior de la provincia de Buenos Aires. Creo que desde ese momento empecé a prestar más atención, a parar la oreja en las historias que mis viejos tienen para contar, hay ahí una cantera narrativa inconmensurable.
¿Qué repercusiones tuvieron dentro del mundo del boxeo?
Fue un libro al cual se le prestó más atención en el ámbito periodístico deportivo que en el literario. Por supuesto que hubo algunas notas interesantes en la prensa literaria y cultural, pero las devoluciones, no solo de los periodistas de box, sino de la gente que consume el deporte, fueron muy buenas y gratificantes. Apuntábamos a eso, llevar el libro a un lector que por ahí no se esperaba un libro así.
Hay una gran cantidad de escritores que todavía no publicaron, ¿Qué sugerencias les harías? La editorial que manejás suele recibir material de escritores inéditos?
No me siento como para sugerirles nada. O si hay algo para sugerir es que sigan escribiendo. Sí, la idea del sello es recibir material, pero también salir a buscarlo.
¿En qué proyectos está trabajando Alto Pogo?
Para este año hay tres más. Carpincho, un libro de cuentos de Juan Carlos Virgilio, Cómic, una novela de Odiseo Sobico, y por último, Paganos, una antología de cuentos sobre santos paganos populares, que es una idea de Patricio Eleisegui y que tiene 16 cuentos.
Para el año que viene ya tenemos varias cosas más. Novelas de Juan Mattio y Kike Ferrari, de Ana Ojeda, de Manuel Megías, de Loyds, un libro de cuentos de Patricio Eleisegui. Y posiblemente Nicolás Correa trabaje una colección de poesía. Hay otras ideas también, como la de una coedición junto con el 8vo, loco, el sello de Ana Ojeda.
¿Qué aspiraciones tenés dentro del ambiente literario?
Seguir trabajando, aprendiendo y conociendo escritores que además de talento literario, tienen un buen sentido de la fraternidad.