domingo, 28 de agosto de 2016
Juan José Burzi: “Para escribir lo mejor es dejar la moral en el cuarto de al lado”
Una nueva entrevista al escritor Juan José Burzi en la que habla de su trabajo como traductor en la Editorial Gárgola, de su libro de cuentos Sueños del hombre elefante y de las próximas publicaciones de la Editorial Zona Borde.
Además de escritor, traducís libros para una editorial. ¿Cómo te llegó la propuesta?
La propuesta la hice llegar por mi cuenta: necesitaba un ingreso extra y tenía algo de tiempo libre. Soy profesor de inglés, me gusta leer, a veces escribo, el resultado era que podía buscar algo por el lado de la traducción literaria.
¿Qué libros tradujiste?
Varios, entre ellos: El rey de amarillo, de Chambers; Carmilla, de Seridan Le Fanú; El hombre que fue jueves, de Cherteston; dos libros de cuentos del Padre Brown, también de Cherteston; varios de Lovecraft…
¿Con qué obstáculos te encontrás al momento de realizar una traducción?
Como las traducciones que me han dado son de clásicos, a veces existe una densidad medio impenetrable en la prosa. A veces me encuentro ante la cuestión de simplificar un poco esas oraciones entreveradas o respetarlas tal como el autor las concibió. Digamos que eso es lo que hace al estilo y a la época en que se escribieron.
¿A qué autores te gustaría traducir?
Me gustaría traducir algo nuevo de Cormac McCarthy, que no sé si seguirá escribiendo. Y a escritores franceses como Michón, Quignard… pero no sé francés.
¿Por qué le pusiste a uno de tus libros de cuentos Sueños del hombre elefante?
Me gustó la figura del Hombre Elefante como representación del freak, de lo erróneo, de lo que no debería ser. Y además jugué un poco con la idea de que cada relato de ese libro pudiera ser tomado como una especie de sueño de un freak. Me gustan los freaks, me atraen.
El cuento Intruso, uno de los más destacables del libro, está protagonizado por un ciego y es uno de tus relatos más sobrenaturales. ¿Cómo nació la historia?
No recuerdo bien cómo surge esa historia, un poco pensé en Borges quedándose ciego. Seguramente también hubo algún resabio de la lectura del Informe sobre ciegos, que me parece lo más destacable de Sábato. Recuerdo que una vez , cuando lo leí, alguien me dijo que Nabokov había escrito algo muy parecido, Risa en la oscuridad. En ese momento deseé desaparecer. Luego leí Risa en la oscuridad y no era tan parecido.
Tu cuento Las siamesas Benn fue adaptado a teatro. ¿Qué posibilidad hay de ver esa historia plasmada en un escenario?
Estoy buscando quien se haga cargo de dirigirla. Cuesta encontrar directores libres de compromisos teatrales.
Utilizando una frase tuya que aparece en el libro te pregunto: ¿Sentís atracción por lo erróneo, por las equivocaciones de la naturaleza?
Sí, digamos que sí, con una fuerte carga de curiosidad. No deja de ser como cuando uno miraba pelís con seres extraños los sábados a la noche por la tele, hace décadas, o cuando los leíamos en los cómics. Sólo que los freaks a los que nos referimos ahora (con los que elijo trabajar) son seres humanos con sentimientos y vidas desdichadas. O sea, siento atracción y un sentimiento encontrado al respecto: ¿les doy visibilidad en mis cuentos o me aprovecho de esas malformaciones físicas y/o psíquicas para contar algo? Creo que es lo segundo. Y ya lo sabemos: para escribir lo mejor es dejar la moral en el cuarto de al lado.
Van a traducirte en Francia, ¿qué podes contar de eso?
Se traducirá el libro Sueños del hombre elefante, y no lo puedo creer aún. Fue un contacto casual, que se dio por un cuento infantil que cedí para que sea colgado en la web hace más de diez años, y todo se fue dando tan fácilmente, que hasta que no esté en Noviembre con el libro en la mano me cuesta hablar del tema. Imaginate que cuando a veces miro atrás y veo que publiqué cinco o seis libros (sin contar antologías), me parece una exageración. Estar traducido al francés es demasiado por lo poco que hice: no tengo agente, no rosqueo ni chupo medias, no salgo a apoyar movidas por conveniencia ni me sumo a las boludeces de turno, me mantengo bastante aparte del ambiente y de la gente con influencia… casi que me autoboicoteo a veces. Y sale esto.
Por último, ¿cuáles son los próximos libros que van a publicar con la Editorial Zona Borde?
Acabamos de publicar un libro de cuentos de terror, La mayor astucia del demonio, de Marcelo di Marco. Ese libro dará que hablar, di Marco es un especialista en el género. Luego publicaremos Los otros hijos, también de cuentos y también bastante escabrosos, de Roberto Montaña. Y cerramos el año con una antología personal de Laura Yasan, Palabras no Yasan es la única poeta que publicamos en Zona Borde, nos honra contar con ella y enaltece aún más nuestro catálogo.
sábado, 13 de agosto de 2016
Patricio Eleisegui: “Los nombres políticos cambian pero la decisión de sostener este sistema de producción agrícola persiste”
El periodista y escritor Patricio Eleisegui publicó el libro Envenenados, una bomba química nos extermina en silencio con Editorial Wu Wei en el que aparece una investigación minuciosa e impecablemente desarrollada acerca de la utilización de agroquímicos en nuestro país. El autor habló con Entre vidas de los efectos nefastos que genera el glifosato, del arduo proceso previo a la escritura y de las repercusiones que obtuvo con el libro. Además, Eleisegui analizó su libro de cuentos Ninguno es feliz y de la antología Paganos, ambos publicados bajo el sello Alto Pogo.
¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Música, mate, cigarrillos -dependiendo si me encuentra o no en algunas de mis recaídas en el tabaco-. Hojas en blanco: todo lo escribo en papel. Y con lapicera. Por supuesto, eso después conlleva el trabajo de pasar lo anotado, pero ya me acostumbré a la mecánica. La hoja me permite ir y volver con más comodidad. Anotar en cualquier lugar, usar flechas, círculos, etcétera. Por lo general también necesito estar solo. O que nada se mueva demasiado de su lugar.
Sos periodista, escritor y formas parte de la comisión directiva del Almagro Boxing Club, ¿con qué profesión te sentís más cómodo?
Ejerzo el periodismo profesional desde el 2002. Ya son muchos años. Creo que es lo que menos me cuesta. La ficción me demanda un proceso mental largo, de rumiar ideas, posibilidades. Por lo general estoy semanas, tal vez meses, pensando lo que voy a escribir. Desde el principio hasta el final. La escritura posterior suele llevarme muy poco tiempo. Esto de meditarlo tanto responde a que odio corregir. Reescribir un texto, suprimir páginas, es algo que jamás pude hacer. Por ende, trato de economizar los tiempos de escritura. Pocos, pero que rindan. De lo contrario, ni me siento. Integrar la comisión de un club de boxeo demanda otra energía y es una tarea difícil. Cuando se pone cuesta arriba me consuelo pensando que estoy aprendiendo. Al principio me hacía mucha mala sangre, llegué a ir refunfuñando a entrenar. Ahora lo tomo con más tranquilidad si se quiere. Es imposible solucionarlo todo en una institución a la que asisten cientos de personas. Lo importante de permanecer en el club es que me mantiene en contacto con otras realidades. Y eso me devuelve al pibe curioso, de pueblo, que nunca dejaré de ser.
En el libro 12 Rounds hay un cuento tuyo llamado Cacho de Fierro, tenés predilección por el boxeo. ¿Tenés alguna novela escrita que hable de ese deporte?
No por el momento. Debería tomarme unos meses para pensarlo. Encontrar una arista que crea poco explotada. Hay mucho material escrito sobre boxeo. Ni hablar de las películas. Buena parte de lo escrito o filmado me parece grandioso. Te diría que hasta clave en determinadas cuestiones de mi propia vida. Si voy a escribir algo tiene que ser un aporte. Para arruinar tanta pasión artística basada en el pugilismo prefiero quedarme en el molde.
Fuiste finalista del Premio Clarín Alfaguara de Novela en 2011 y 2012, ¿por qué no se publicaron esas novelas? ¿Se las acercaste a alguna editorial?
Claro, me acerqué. Tuve contacto con infinidad. Algunas, de esas que te hacen temblar por el simple tamaño que poseen. Pero por diferentes motivos, cuestiones de formato, cambios que incluso intentaron imponerme, nunca se llegó a un acuerdo. A veces ni recuerdo que tengo ese texto ahí, en un cajón. Pienso que si no pasó hasta ahora es porque nunca fue el momento. Hace unos años pensaba mucho en el destino de ese libro virgen. Ahora lo visualizo como una opción que siempre está ahí, latiendo. También cambió la percepción que tenía de la novela. Fue la primera que escribí, para colmo en cuestión de 4 meses, y todo lo que ocurrió a su alrededor por momentos me llevó a odiarla. Llegué a pensar en no escribir más. De pronto me colocó, verde como estaba, frente a una maquinaria editorial de la que no tenía idea. Con el tiempo la perdoné. Y seguí adelante.
¿Por qué decidiste escribir un libro acerca de una investigación periodística sobre los efectos de los agroquímicos y la utilización de transgénicos en nuestro país?
Me considero un periodista de la vieja escuela. Amo mantenerme en los criterios de ese periodismo que se fue perdiendo a manos de la intencionalidad política manifiesta, la inmediatez, la nula profundidad. Trato. Lo intento. Dentro de ese criterio abrazo la idea de que todo periodista debe escribir al menos un libro de investigación. Si mal no lo recuerdo es algo que le escuché decir alguna vez a César Dergarabedian, colega y amigo. En algunas cuestiones soy muy dogmático. En ese debate estaba cuando empecé a notar que ciertas denuncias, problemáticas, se acumulaban en algunos diarios del interior. Presto mucha atención a la prensa de las provincias en tanto, como dije antes, no dejo de ser un pibe de pueblo. En un momento me vi indagando en el sistema agropecuario, el uso de determinados productos, cómo eso llega a nuestra mesa. Reuní material científico, de pronto empecé a llamar a los mismos investigadores. Por último, me animé a tomar contacto con los primeros casos. Todo se fue dando a partir de la curiosidad. En una parada entre tanta averiguación caí en que tenía un libro. Sólo faltaba escribirlo. Fue lo más sencillo.
Fabián Tomasi trabajó para una empresa de fumigaciones, quedó gravemente enfermo y con el cuerpo consumido, ¿cómo llegaste a él para que su testimonio sea fundamental en tu libro Envenenados, una bomba química nos extermina en silencio?
Fabián fue el último caso al que arribé. El libro tenía todo, aunque para mí -obsesivo insoportable- faltaba una historia representativa. Que reuniera todas las aristas de la problemática. El cambio en la producción y las prácticas laborales, la riqueza súbita derivada de la soja transgénica, el impacto sanitario, el mirar para otro lado de una población capaz de sacrificar su supervivencia a cambio de una camioneta 4x4. Fabián es, sufrió, sufre eso y mucho más. Como se lo escuché decir: es la sombra del éxito. Una víctima. Un padre, un hermano, un hijo. Un trabajador. Uno de nosotros. Cuando presenté el libro le dije que estamos unidos para siempre. Él y yo. De la mano. Lo vivo así y haber podido contar su historia es algo que me convirtió en una persona más digna. Me hizo mejor. Eso es algo que se lo deberé por esta vida.
¿Cómo surge la idea de tenerlo en la tapa del libro?
Fue de la mano de la potencia de su historia. Por supuesto que con Luis Mazzarello, editor de Envenenados, dudamos. Más cauto, él me planteaba exponer un campo con soja. Algo por el estilo. Poner a Fabián podía implicar que se nos tilde de amarillistas. Evaluamos, discutimos. En un momento corté camino y le dije a Luis algo así como El libro podrá venderse o no, quizás resulte refutado, quién sabe. Pero de esa tapa no se van a olvidar más. Todavía pienso eso. Conozco de cerca la reacción de aquellos que no quieren ver. La tapa con la imagen de Fabián al menos hará que veas una vez. Si después no lo querés aceptar, es tema de tu conciencia. O inteligencia. Pero un tajo de realidad te vas a llevar.
Tomasi es oriundo de Basabilbaso, provincia de Entre Ríos. ¿Qué repercusiones tuvo el libro en esa zona?
Como en todos los sitios a los que llegó Envenenados, la cuestión se dirime entre el apoyo incondicional y el rechazo más extremo. Lo bueno es que no resultó intrascendente. El libro hasta hoy suele mencionarse en la mayoría de los medios locales cada vez que surge algún caso de contaminación con agroquímicos. Y me ha permitido ganar amigos de fierro en esa provincia como Andrea Kloster, Rubén Bitz o Gonzalo Acosta. A partir de Envenenados, de Fabián, entablé con Entre Ríos una relación de amor profundo. La belleza de esa tierra, la riqueza ambiental que posee, me conmueven. Tanto, claro, como los esfuerzos de quienes se están ocupando de arruinar unas de las provincias más bellas de la Argentina. En Concordia, por ejemplo, se desarrolla Fruto de la Desgracia, mi segundo libro de investigación. Fui, lo presenté, y salí vivo. Ese, creo, es un indicio positivo de que lo que hago se valora.
¿Cómo llega la posibilidad de editar el libro con la Editorial Wu Wei?
Luis Mazzarello, dueño de Wu Wei, sólo editaba narrativa. Un día, charlando sobre las dificultades del mercado editorial, le dije como al pasar que se debía una apuesta por el periodismo de investigación. Mazzarello es un tipo curioso, muy abierto de cabeza, y que además también se interesa por los procesos sociales. La idea de Envenenados le encantó prácticamente desde el primer momento. Y apostó. Con fe y con dinero de su bolsillo. Le advertí que nos íbamos a meter en una campaña de batallas y se rió conmigo. Nos van a hacer pedazos, le comenté. Nos reímos más fuerte. Tiene comportamientos irracionales que lo acercan a mi grado de inconsciencia en determinadas situaciones. Terminé Envenenados porque él me lo iba a editar. Así de sencillo.
¿Con qué obstáculos te encontraste?
El obstáculo que quebró la difusión del libro, al menos desde el plano físico, fue la actitud de Galerna de retacear su distribución. En su momento denuncié que fue una decisión adrede por el vínculo que la compañía mantenía -quizás todavía lo sostenga- con determinados popes del kirchnerismo. Y el libro, que aborda específicamente el descalabro productivo y sanitario ocurrido sobre todo en los últimos diez años, por supuesto que deja muy mal parado a los gobiernos de Néstor y Cristina. En la escala de responsabilidades ellos están en primer lugar. Aunque le duela a la mitad más uno.
Hace unos días fuiste a San Salvador, Entre Ríos, junto al equipo de la versión italiana de CQC llamada Le Lene para realizar una investigación acerca de los casos de cáncer que se dan en esa ciudad y por lo que señalaste en internet fueron intimidados, ¿qué podes contar de esa experiencia?
Antes de mis vacaciones, en mayo, una productora de Le Iene me contactó debido a que en Italia hay un creciente interés y preocupación por la forma en que Argentina produce sus granos. Italia importa una copiosa cantidad de harina de soja como forraje para su cerdos y pollos. Enterados de experiencias científicas que prueban cómo los agroquímicos persisten en nuestros alimentos, me ubicaron por lo expuesto en Envenenados. Cómo consiguieron el libro, todavía no lo sé. Mandaron un equipo de periodistas y me contrataron para que haga la producción acá. Recorrimos puntos clave de contaminación y una de esas visitas incluyó San Salvador. Se trata de un pueblo que sigue siendo la capital nacional del arroz aunque ahora la soja pelea hectárea por hectárea ese predominio. Sendos estudios de las universidades de La Plata y Rosario, solicitados por la municipalidad local, comprobaron que se trata de uno de los sitios con mayor mortalidad por cáncer del país. Y que dicha enfermedad es provocada por la permanente contaminación con agroquímicos que sufre su población. Ya instalados en San Salvador, el primer día de acopio de testimonios y recorrida por los molinos arroceros fuimos interceptados por la policía. Según los agentes, teníamos pinta de cuatreros o algo así. Nos dijeron que un vecino preocupado, productor, les había informado de nuestros movimientos. Esto ocurrió un sábado. Cuando regresamos al hotel, la recepcionista nos informó que la Brigada de Investigación de Entre Ríos había estado en el lugar en nuestra ausencia. Y que se habían llevado todos nuestros datos. Al día siguiente, nos topamos con otro patrullero frente al alojamiento. Salimos al cruce de los policías y nos reconocieron el procedimiento de la jornada anterior. Tuvimos compañía de patrulleros hasta que nos fuimos del pueblo. Denuncié en redes sociales lo que sufrimos y luego salió el comisario en una radio local a responderme. En el cruce, el policía dijo que el problema estaba en que yo jamás fui a la comisaría a notificarlo de nuestros movimientos. Yo luego pregunté si se creía el sheriff de algún pueblo del oeste estadounidense. También recomendé libros de Sherlock Holmes para los investigadores de hoteles. Mis datos hoy están disponibles en la red, sin restricciones. Hasta he llegado a publicar mi celular en Facebook. La situación, el monitoreo permanente, fue desopilante.
Para las personas que desconocen del tema, ¿qué consecuencias trae la utilización de glifosato?
El año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS), previa asistencia de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), determinó que hay evidencia de que el herbicida provoca esa enfermedad. En la previa, distintas experiencias científicas -una de las principales, hecha en la Argentina por el doctor Andrés Carrasco- también demostraron que posee efectos teratogénicos -provoca malformaciones-, además de permanecer largo tiempo en el ambiente manteniendo su naturaleza nociva. Que atraviesa la placenta. A nivel mundial existen al menos 480 trabajos rigurosos que prueban la peligrosidad del agroquímico más utilizado en la Argentina y buena parte del mundo. Lamentablemente, la dirección económica tomada hace ya dos décadas no hace más que negar esta evidencia. Los nombres políticos cambian pero la decisión de sostener este sistema de producción agrícola persiste. De hecho, la intención siempre es profundizarlo. El glifosato representa casi la mitad del total de plaguicidas que se aplican en nuestro país. Y hablamos del químico, en teoría, menos nocivo a los ojos de la industria. Si el más "benigno" causa cáncer y malformaciones, pensemos qué es lo que generan los demás. Los resultados están a la vista en el grueso de nuestros pueblos del interior: además de cáncer, proliferan las malformaciones, los niños con retraso, los abortos espontáneos. El glifosato fue creado por Monsanto en la década del 70 y esa multinacional controló la patente hasta el año 2000. Hoy incluso es desarrollado y comercializado por empresarios locales como Gustavo Grobocopatel.
¿Con qué se va a encontrar el que lea Envenenados?
Envenenados fue pensado a partir de mi propio acercamiento a la problemática. Apenas un periodista que comienza a hacerse preguntas acerca de un fenómeno oscuro que de pronto gana en visibilidad fuera de Buenos Aires. Una tragedia desconocida. El punto de partida es desentrañar de qué se está hablando. ¿Qué es la soja transgénica? ¿cómo surge? ¿de qué manera se produce? Y de ahí fue saltar a los productos que se utilizan. Al resto de los cultivos transgénicos como ocurre con el maíz y el algodón. ¿Quiénes articulan tamaño negocio? ¿cómo llega a imponerse ese monocultivo? ¿Qué dicen las investigaciones científicas? ¿Quiénes son las víctimas? En un principio todos fueron disparadores. Me propuse contar el génesis y la evolución de un modelo que incluso va más allá de una multinacional icónica como Monsanto. Desentrañar los vínculos entre el poder político y los actores económicos. Y sin querer toqué de lleno el nervio productivo tanto de Argentina como de América latina en general. Me propuse exponer un drama desde el mayor número de aristas posibles. No sé si lo conseguí, pero cuando veo la difusión del trabajo, la valoración que se hace de eso que escribí, comprendo que mi objetivo se cumplió. Y, lo que resulta más valioso para el modo en que me visualizo como persona, sin escatimar un sólo minuto de honestidad. Aunque eso moleste.
Actualmente los derechos de Envenenados volvieron a estar en tu poder, ¿estás pensando en reeditarlo debido al gran éxito de ventas? ¿Tuviste propuestas editoriales? ¿Vas a actualizarlo?
Sí, desde hace unas semanas tengo todo el contenido otra vez bajo mi control. Las posibilidades que se abren ahora son, si se quiere, impensadas. Estoy en diálogo para reeditarlo con otro sello. También me interesa ver qué puedo hacer con el material fronteras hacia afuera. Lamentablemente, a veces necesitamos que un crimen se conozca en el exterior para que quienes tienen que responder tomen nota en la Argentina. Si ese es el camino, bien, navegaré hacia otros puertos. Es muy probable que amplíe algunos aspectos del libro. Todo dependerá de las opciones que se abran. Hace mucho tomé conciencia de que Envenenados, más allá de tratarse de un libro, representa también un testimonio de mi compromiso. Habla de mi en tanto ser humano. No voy a ser yo quien resigne esa bandera. Haré lo que sea necesario para dar a conocer esto que ocurre y expuse en mi trabajo. Es mi granito en solidaridad con tantas personas que sufren. Un aporte que me hace sentir digno.
Fuiste el ideólogo y editor de la antología Paganos en la que 16 autores escriben sobre santos populares de la Argentina. ¿Cómo fue el proceso de selección de los autores y de los santos?
Bueno, Paganos iba a ser un libro de mi autoría. La idea de trabajar los cultos populares en clave de ficción me desveló un buen tiempo. El problema, claro, está en que me tomó lapsos extensos antes de ponerme a escribir. Por ende, el volumen probablemente se devoraría una década de mi vida. En un almuerzo con Nicolás Correa, Marcos Almada y Hernán Brignardello, propuse la idea de transformar mi proyecto personal en una antología. En ese momento los cuatro hablábamos de la creación de Alto Pogo, aunque después Correa y yo nos alejamos del proyecto. Quedó la intención de hacer de Paganos una de las primeras apuestas de ese sello en ciernes. Y brotó. Con Almada nos dividimos el trabajo: por un lado yo decidí qué santos incluir mientras que él acercó los nombres de los probables autores. Todo sujeto a evaluación, por supuesto. En mi caso, opté por una nómina de corte federal, con énfasis en incluir divinidades de distintos territorios de la Argentina. Sólo con el santoral gaucho podría haber hecho un par de libros, pero la diversidad primó ante todo. En cuanto a los autores, coincidimos en darle espacio a algunos autores inéditos y, en simultáneo, guardar lugar para aquellos publicados que encontramos valiosos para el proyecto. Almada gestionó la posibilidad de incluir ilustraciones. De esa forma se logró un material, creo yo, atípico. El libro agotó cada una de sus tiradas. Lo que nunca se agotará es el orgullo de haber pensado un trabajo que los autores luego, respectivos talentos mediante, transformaron en un libro de colección.
Publicaste el libro de cuentos Ninguno es feliz con la Editorial Alto Pogo, ¿de qué te nutrís para escribir las historias impactantes que aparecen en cada uno de los relatos?
Soy muy curioso. Y tengo ciertas aficiones, que van desde los procesos más violentos de la humanidad hasta la evolución de las serpientes. La ficción es sólo una más de las tantas cosas que me gusta leer. Una semana puede ser un paper científico sobre el efecto del cianuro en la actividad minera y a la siguiente una recopilación de crónicas sobre el genocidio camboyano. En el medio, por qué no chequear cómo se inventó la heroína -si es Bayer, no es bueno-. Todo eso me da un marco de significados que luego, al momento de escribir literatura, aparece solapado o no en determinados personajes. Después, por cuestiones de vida familiar, me ha tocado viajar mucho. Y mudarme más. He pasado hambre y frío. Conocí y sigo conociendo a mucha gente. ¿Sabés lo que uno aprende viajando a dedo? Y más cuando es por necesidad. Me acordé de un camionero que, en pleno viaje por la ruta 5, me explicó mil aspectos de los aviones de combate. Le pregunté cuántas veces había volado. Me dijo que ninguna, porque le tenía miedo a las alturas. Pero yo me bajé de ese 1114 con una explicación contundente respecto de las toberas del Sea Harrier inglés y cómo es que ese cazabombardero puede hacer un despegue vertical. Ese estar en el llano, acercarme al universo que representa cada persona, me dicta infinidad de líneas. Sumale que soy un tipo muy preguntón. De cualquier cosa. De la realidad al papel hay un camino muy breve y creo que eso se visualiza en Ninguno es Feliz. Después está el giro trágico que busca doblegarnos a todos en alguna instancia de la vida. Lo que hice fue darle espacio a esas instancias desesperadas, esos momentos en los que no hay adonde ir. Y la única apuesta que nos mantiene en pie es la de sobrevivir a como de lugar.
¿Por qué le pusiste ese nombre al libro?
No hay nada de proeza ni procedimiento mágico en el título. De hecho, creo que soy bastante malo en colocar etiquetas. Abrazo mucho la idea de que los libros de contenido denso deben apelar a un concepto, una única palabra, que lo comprenda todo. De ahí eso de Paganos o Galletitas, mi novela inédita. Algunos amigos tomaron esta idea, la de titular con una sola palabra, y cada vez que lanzan una novela, antología, o texto en general veo que les gustó mi planteo. En el caso de Ninguno es Feliz su editor, Marcos Almada, me pidió por chat un nombre para el libro. Le dije que no tenía idea cómo titularlo. Que me daba fiaca pensarlo. Al anterior le había puesto Nubes de Polvo Sopladas a Cañonazos. Con eso creí haber agotado hasta la disponibilidad de palabras. En un momento del intercambio le dije que lo único que tenía en claro era que ninguno de los relatos era feliz. Acto seguido, concluí la conversación sin darle más vueltas a la cuestión: Ponele Ninguno es Feliz. Y así quedó.
En los 11 cuentos que forman parte de la publicación de diversos temas pero una de las tantas cosas destacables son los personajes que aparecen en cada historia, la singularidad con la que escribís y ese aire provinciano que aparece por momentos en varios relatos. ¿Cómo empezás a delinear cada cuento? ¿Marcas una estructura? ¿Realizas algún tipo de análisis previo?
Según la historia, hago un trabajo de documentación previo. Los datos, las referencias me pueden. Si la acción transcurre en un determinado pueblo es muy probable que haga hasta lo imposible por encontrar un mapa del lugar. He llegado a los extremos de averiguar la mano de las calles. Si la acción transcurre en un auto que circula, por poner un ejemplo, en la avenida Villegas de Trenque Lauquen, en la provincia de Buenos Aires, en dirección al acceso de la ciudad, no podés girar a la izquierda para tomar Oro y estacionar en la iglesia. Tenés que doblar a la derecha, hacer al menos una cuadra, rotonda, y ahí sí, girar a la izquierda para poder meterte en Oro. Pero ojo como doblás porque la comisaría está a sólo 50 metros, sobre la calle Roca. Bueno, esos son aspectos que suelo tomar en cuenta. A veces lo llevo a extremos. Es difícil ubicar un mapa de calles de la ciudad de Tornquist, cerca de Bahía Blanca, con sus respectivas manos. Como conté antes, primero tengo que tener la historia en la cabeza. Prácticamente completa. Eso que creo que debo contar, lo que me conmueve, llega solo. Sin permiso. De pronto siento algo. Puede ser amor, rabia, desazón, esperanza, abandono. Escribo con el corazón en la mano. Luego elijo la locación. Una novela corta que estoy terminando transcurre en diferentes ciudades. Si hoy me soltás en Salto, Uruguay, calculo que puedo guiarte sin inconvenientes. Lo mismo en La Paz, Bolivia. Después, el aire de pueblo lo tengo incorporado. Es lo que me define y algo que me esfuerzo por no perder. Para mí, que viví en diferentes lugares, inmerso en mudanzas interminables, las raíces se han vuelto un factor clave tanto para mi evolución como persona como en lo referente a la escritura. La memoria es algo que ejercito a diario. No olvidarme.
¿Cuál es tu cuento preferido de ese libro y cuál es el que destacan los lectores?
Siento un cariño por todos, como es usual en cualquier escritor. Algunos me costaron más, otros fueron un grito. Voy a elegir El Loco Raúl porque ocurre en el pueblo que considero mi lugar en el mundo: Sierra de la Ventana. Ahí me crié y siempre quise poder armar una ficción que transcurra en los paisajes que me cobijaron tanto tiempo. Exponer un poco de nuestra idiosincrasia, porque después de todo nunca dejamos de tener los hábitos típicos de los pueblos de montañas. Esta cosa del qué dirán, el vecino que cae de la nada y se compra flor de casa. ¿Este vendrá escapado? Al mismo tiempo, la integración casi automática que se da con los recién llegados aunque jamás cesarán los comentarios. Los rótulos. En nuestros pueblos siempre sos alguien. Para bien o para mal. Necesitamos identificarte para identificarnos. Somos territoriales. A veces hoscos. Sumemos las tradiciones. Nada de mariconadas: a tirarse en la parte más profunda del río, desde la rama más elevada del árbol más alto, para caer justo donde está ese remolino que promete ahogarte. Sobreponerse a la naturaleza. Vencer a otro. Cazador, jamás recolector. Lo que no debe decirse. El Loco Raúl me demoró un buen tiempo porque intenté transmitir ese magma con la mayor exactitud posible. Todo esto atado a una historia de héroes. O todo lo contrario.
¿Qué posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
Nunca surgió la posibilidad. Todavía. Creo en que hay cosas para las que estamos predestinados. Si no ocurrió hasta el momento por algo debe ser. Quizás más adelante. O nunca. Tampoco me preocupa. En cuestiones así me dejo sorprender por la vida. A ver qué pasa. Mi destino era, con suerte, el de empleado de estación de servicio en un pueblo de poco más de 900 habitantes. No le quito méritos a eso. Para nada. Pero acá estoy. Haciendo y defendiendo lo que me gusta, con perdón de los gerundios. Cuando miro para atrás veo que mi historia es una acumulación de oportunidades. Algunas heredadas del destino, otras producto de cabalgar el relámpago y jamás eludir la batalla. He caminado. Si surge la posibilidad daré el paso. Otra experiencia. Las posibilidades son el oxígeno que me mantiene con vida.
De tu viaje por el Amazonas habrás tenido infinidad de historias. Qué anécdotas podes contar? Tenés pensado ficcionar alguna historia?
La ficción es algo que todavía no evalué. Es todo tan reciente... Viajé al Amazonas en junio pasado. Es una travesía que me debía porque, bueno, la posibilidad de explorar es algo que quedó de mi infancia en Sierra de la Ventana. Pensá que sólo teníamos un canal de televisión que transmitía a partir de las 5 o 6 de la tarde. Y apenas si se podía ver los días que no había tormenta. Lo mismo ocurría con la radio. Las sierras lo interrumpían todo menos lo más importante de la vida: jugar. Mi niñez ocurrió entre excursiones a los montes, las sierras, los arroyos, con amigos que amo y celebro hasta el día de hoy. También tenía mucho tiempo para leer y ahí surgió la curiosidad por el mundo. Julio Verne, una influencia clave. Como sea, ahora se dio la posibilidad y no dudé. Navegué el Amazonas en un barco carguero desde Perú hasta Colombia. Y de ahí hasta mi base final en Manaos, Brasil. Dormí en hamacas, comí lo que tuve a mano. Conocí desde una ingeniera agrónoma fanática de Ráfaga hasta un biólogo que protege manatíes y teme por su vida cada vez que visita comunidades indígenas para tratar de convencerlos de que aflojen con la pesca de determinadas especies. De la borrachera con Sebastián y Julieta, hermanos argentinos, en un hotel de Manaos prefiero no hablar. Trabé amistad con Percy, un chofer de mototaxi de Iquitos, quien me alertó sobre el apetito sexual de la mujer amazónica. Y me hice un espacio para charlar sobre el cosmos con un chamán de la etnia uitoto en Leticia, Colombia. Visité su comunidad y de pasó aprendí a tirar con arco y cerbatana. El fin de los hombres está cerca, me alertó, y la batalla se está librando ahí mismo, en el Amazonas. Los buenos van a perder. Aprendí a temerle a la Madre Selva, la divinidad que extravía a los exploradores y también al candirú, el pez que se introduce en la uretra si orinás dentro del río. También que una sonrisa, el respeto por el lugar del otro, escuchar lo que las personas tienen para decir, te abre cualquier puerta en el mundo. Tenemos que escucharnos más. Tengo la suerte de ya conocer varios países pero, como me dijo Pierre, un amigo de Lima, el Amazonas marca un después en la vida de quienes lo navegan. Ahora recordé a Darío, mi guía yucuna en la selva colombiana. Me aseguró que uno no vuelve más de ese río. Como ocurre cuando te bañás en sus aguas y, dice la leyenda, un delfín rosado te pasa cerca: desaparecés. Creo que una parte muy importante de lo que soy se quedó para siempre a orillas del Amazonas. Y cada tanto me llama. Será cuestión de hacer caso y volver para el reencuentro.
¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
Ahora, en corrección de El Laboratorio, mi nuevo libro de investigación que se publicaría en octubre de este año. Un trabajo de más de dos años. El material ya estaba concluido pero surgió la posibilidad de sumarle algunos acontecimientos de última hora.
Después tengo una novela corta en su etapa final. Apenas un capítulo y ya estamos. Es una historia tragicómica vinculada al mundo de las riñas de gallos. Aunque tiene pasajes muy duros confieso que me divierte mucho escribirla. Para más adelante evalúo embarcarme en la aventura de iniciar una novela histórica. Tengo varias ideas y suficiente material de apoyo. Me seduce la idea de trabajar en un proyecto de varios años. Ir un poco a contramano de las publicaciones instantáneas de estos tiempos. Por ahí cuento con material suficiente para otro libro de cuentos. Será cuestión de definir prioridades. También está la investigación periodística. Cuando ese deber me llama, ahí estoy. Poniendo al servicio lo único que considero me sale más o menos bien: escribir. Dar testimonio.
martes, 9 de agosto de 2016
Ruben Risso: “Estamos dando a luz a LaOtraGemela editora”
El escritor Ruben Risso es uno de los tres ideólogos de la colección PelosDePunta en la que una gran cantidad de autores argentinos escribieron relatos del género de terror. Además, Risso publicó el libro El jardín de los lobos primero con Autores Argentinos y luego con la Editorial Thelema. El escritor habló con Entre Vidas acerca de PelosDePunta y de un proyecto más ambicioso en el que llegara LaOtraGemela editora junto a sus colegas Narciso Rossi y Luciana Baca.
¿Cómo nace la colección PelosDePunta?
La colección PelosDePunta nace a partir de la convocatoria llevada a cabo por Narciso Rossi para el primer tomo: MalaSangre. Mi participación entra en juego cuando descubrimos, junto a él y Luciana Baca, que teníamos metas en común. Mi aporte es a la dimensión estética del proyecto.
¿Cómo fue el proceso de selección de autores?
El proceso es minucioso muchas veces. Creo que se ha propiciado a la diversidad, tanto geográfica como profesional. Creemos que vale la pena apostar a la sorpresa, a lo inesperado al momento de recibir el texto sin dejar de cuidar la calidad y al género.
¿Por qué decidieron volcar la colección hacia el género de terror?
Los tres somos fanáticos del terror. Crecimos con las historias de King, las colecciones de terror de R L Stine y el cine de terror que aún asustaba. Por mi parte también he jugado videojuegos horrorizantes y muchas veces escucho música o soundtracks que me inquietan.
¿De los escritores que forman parte de las antologías cuáles te sorprendieron gratamente?
Sería injusto dar nombres dentro de la colección; inexacto elegir quienes sí porque debería decidir quienes no y explicar el por qué. Lo que sí me dejó el trabajo en PelosDePunta en una lista de autores nacionales que jamás pensé que iba a conocer. La obra de Nicolás Correa, por ejemplo, es el primer terror escrito que me hace mirar la habitación dos veces antes de irme a dormir (y aún así sentirme inquieto). También Patricio Chaija, un tipo que escribe novelas como si se tratase de cuentos. O Celso Lunghi, el mismo Narciso y Luciana, personas que me conmueven muchísimo al momento de leerlas. También talentos escondidos y sorpresivamente humildes como el de Ignacio Román González o Fabio Ferreras. Podría seguir por párrafos y párrafos.
¿Cómo distribuyeron a los autores y a los estilos dentro de cada tomo?
Eso es parte del experimento. Descontracturarlos, eso queríamos. Sí hemos diseñado tomos especiales como TacuAguja. Allí participan solo mujeres y los personajes también pertenecen en su totalidad al sexo femenino. Para el tomo SangreFría -historias de la criminalística argentina- tenemos la participación de Guillermo Barrantes como prologador y algunos autores avocados al tema, como Gastón Intelisano. Así hay muchos ejemplos.
¿Qué podes contar de tu libro El jardín de los lobos?
El Jardín de los Lobos es una novela de estilo gótico que transita diversas temáticas. Por ejemplo, la locura. Transcurre en Dinamarca a principios del siglo XX, y es la condensación algunas de mis ideas sobre el inconsciente y los trabajos de la psiquiatría clásica en su cruzada para "curar la locura". Todo esto lo estudié en mi carrera.
¿Cómo se dio la posibilidad de editar el libro?
El libro lo edité por mis propios medios. Primero con Autores de Argentina, luego con Editorial Thelema. Creo que tomé una buena decisión; sin esas ediciones jamás habría podido embarcarme en PelosDePunta.
¿Qué estas escribiendo actualmente?
En este momento estoy en proceso de ser sensible a escribir lo que sea que sienta que tengo que escribir. El trabalenguas es un tanto intencional: Para alguien tan joven en un ámbito tan enriquecedor, siempre hay algo que aprender. Y día a día intento conciliar lo que quiero escribir con las herramientas nuevas de las que he aprendido a valerme. Entonces no estoy apurado por publicar, sino enfocado en el trabajo editorial y la lectura de mis -creo que podría humildemente llamarlos- colegas.
¿Cómo fue la experiencia de Pelos de Punta dentro de la Feria del libro de este año?
Maravillosa y gratificante. Jamás pensé que tantas personas ajenas a la colección podían ser capaces de arriesgarse a conocerla, comprar algún tomo sin necesidad de que brille en la vidriera de las grandes librerías. La gente de Tahiel Ediciones nos abrió sus puertas y nos hizo un espacio en su stand y pudimos dejar nuestra marca. También los encargados de Zona Futuro, el amable Esteban Castromán, nos prestó el espacio para presentarnos.
Próximamente se lanza la Editorial Pelos de Punta, ¿qué podes adelantar del proyecto?
Estamos dando a luz a LaOtraGemela editora. Es un proyecto más ambicioso y abarcador que el acogedor "Editorial PelosDePunta" que habíamos concebido en un primer momento. El año se verá cerrado con el lanzamiento de cuatro novelas, una de ellas ganadora de la convocatoria editorial que lanzamos el año pasado. Pueden chusmear más en nuestro facebook. Ahí encontrarán una revista virtual con detalles.
lunes, 8 de agosto de 2016
Cristian Godoy: “Me encantaría que me ofrecieran adaptar un texto mío a otro formato”
El escritor Cristian Godoy publicó su tercer libro de cuentos llamado Ruidos Molestos con la Editorial Conejos y estuvo hablando con Entre Vidas de su escritura, del proceso de selección de los relatos que aparecen y de qué temas se nutre para escribir cada historia.
PH Bruno Szister
¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Soy una persona de rutinas —que intento romper en cuanto tengo la oportunidad—, pero no de rituales.
¿Con qué frecuencia escribís?
Cuando estoy trabajando en un proyecto concreto de escritura, una idea que en mi cabeza se parece a un libro, o al menos un cuento, trato de escribir todos los días un par de horas. Pero puedo pasar mucho tiempo bloqueado, sin escribir; a veces meses, incluso un año entero.
¿Cómo llega la posibilidad de editar el libro con la Editorial Conejos?
A los Conejos los conozco desde que arrancaron, allá por el 2011. Los venía leyendo, cruzando en lecturas y ferias, y de a poco se fue fortaleciendo el vínculo. Siempre me gustó mucho la editorial. Una gran amiga, Mariana Komiseroff, publicó su primera novela con ellos. También escritores que admiro, como Osvaldo Bossi. Apenas tuve terminado el libro de cuentos, se lo mostré a Paula Brecciaroli, una de las editoras. Todavía no estaba pensando en ninguna editorial, antes necesitaba hacerle correcciones, más que nada le pedí consejo como amiga y colega —Paula es una gran escritora—. Ella se entusiasmó mucho con el proyecto del libro desde aquella primera lectura y fue quien, más adelante, me abriría las puertas de la editorial.
¿Por qué le pusiste ese nombre al libro?
Es el título de uno de los cuentos, posiblemente mi preferido, y creo que resume bastante la atmósfera de todo el libro. Son personajes que se obligan a estar callados para mantener una paz precaria en sus vidas. Que no quieren ver ni oír lo que sucede alrededor de ellos.
Ruidos molestos es tu tercer libro de cuentos, ¿qué diferencias notas con los anteriores?
El libro reúne prácticamente el doble de cuentos que los anteriores, que fueron tímidos intentos de atravesar la experiencia de ser un autor publicado y aprender cómo circula la literatura. Creo que el registro, la mirada, el tipo de historias, no se alejan demasiado de esos primeros cuentos, pero los nuevos tienen otra densidad, son más oscuros. También fui ganando confianza y madurez en mi escritura.
¿De qué te nutrís para escribir las historias de tus cuentos?
De mi biografía y de las anécdotas que me cuentan —o me robo—, pero sobre todo, de los discursos de las personas. Siempre que escribo, en cierta manera, estoy traicionando la confianza de alguien. Gran parte del material que uso para escribir nace del famoso “sentido común”. No tengo una gran imaginación, o al menos no una imaginación disparatada, y creo que mi literatura se vale más de las voces que de las imágenes.
¿Cuál fue el proceso de selección para los diez relatos que aparecen en el libro?
Traté de buscar un equilibrio, que el registro fuera similar, que hubiera temas recurrentes pero sin caer en la repetición. Por lo general no pienso un eje de antemano sino que escribo los cuentos por separado y voy acopiando material hasta que siento que ahí puede haber un libro. Descarto muchísimo de lo que escribo, o lo guardo para otra oportunidad. Estos cuentos los escribí a lo largo de más de dos años y sufrieron varias reescrituras, incluso cambios de final. Al principio suelo estar contento con lo que escribí, pero después le empiezo a encontrar las fallas. Si estos diez relatos están en el libro es porque superaron la prueba del tiempo.
¿Qué podes contar de tu cuento Ruidos molestos tu preferido del libro y cuál es el relato que destacan los lectores?
Ruidos molestos, que es el último del libro y el que le da el título. Estoy encariñado con esa pareja de viejos que, a pesar de la sordera, alcanzan a escuchar parte de lo que hacen sus vecinos a través de la pared. En cuanto a los lectores, no destacan siempre el mismo, pero la cosa vendría empatada entre: Besos al aire, Flashdance y La alegría es como el olor a cigarrillo.
¿Qué posibilidades hay de ver una historia tuya en cine o en teatro?
Me encantaría que me ofrecieran adaptar un texto mío a otro formato; diría que sí de una.
¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
Actualmente estoy en uno de esos períodos de no escritura que mencionaba al principio de la entrevista. Mi proyecto más inmediato es sobrevivir al tarifazo y poder pagar las facturas de luz, agua y gas.
martes, 2 de agosto de 2016
Juan Carlos Balassanian: “Se van a encontrar con historias que conmueven, que entretienen y que identifican”
El escritor Juan Carlos Balassanian publicó el libro Te “voy a contar”, relatos del Ser Armenio, bajo la editorial Zona Borde, en el que el autor desarrolla historias que solía compartir con sus familiares en cada 24 de Abril, fecha en la que se conmemora el Genocidio Armenio. Los relatos tuvieron tantas repercusiones que decidió compilarlos en un libro y acercarlo a las editoriales. El autor habló con Entre Vidas de su publicación, de lo que le generó el escribir cada relato y de los pasos a seguir dentro del ambiente literario.
¿Quién te inculcó el amor la literatura?
¡Qué buena pregunta! Sinceramente no sé si alguien me lo inculcó o se fue dando de manera natural. Es un hecho que nací en el seno de una familia muy lectora (mi madre especialmente). Lo que tengo claro es que de muy chiquito me gustaba escribir y que lo que escribía tenía buena repercusión (en la primaria me sacaba las mejores notas en ´redacción´, ´composición´ y esas cosas). Analizando la pregunta en profundidad creo que hubieron tres etapas: En la primaria como te comenté, especialmente en sexto y séptimo grado me empezó a gustar escribir relatos fantásticos. Finalizando la secundaria la poesía fue la manera de expresarme ante el vendaval de amores platónicos (petiso, gordito, alérgico y en modo ´cachetes colorados´ frente a las chicas todo el tiempo, yo no tenía mucho más margen que volcar mis esperanzas en la poesía), y finalmente a partir de los treinta años, cuando comencé a incursionar relatos de ficción y ensayos de humor e ironía, los cuales sólo compartía con amigos y familiares.
¿Tenes algún ritual en el momento previo a escribir?
Más que un ritual se suceden ciertas circunstancias de manera recurrente. La gran mayoría de las veces la idea o eje de la trama aparece en lugares poco previsibles como ser en una reunión de trabajo, esperando un medio de transporte o mientras simplemente hablo de cualquier otro tema con quien tenga enfrente. Lo que trato siempre es de recordar esa idea y garabatearla en un papel apenas tengo oportunidad. A partir de allí la voy desarrollando y muchas veces de la idea solo queda el impulso, ya que muchas ocasiones el relato final termina teniendo poco o nulo contacto con la idea que se me ocurrió. Una vez que inicio el proceso más formal de escritura mi ritual es sencillo: Café, Coca Zero bien fría, música incidental de fondo super tranqui y a escribir.
¿Cuándo sentiste que lo que estabas escribiendo era publicable?
Nunca. Los relatos incluidos en ´Te Voy Contar´ consisten en historias que yo compartía cada 24 de Abril (fecha de conmemoración del Genocidio Armenio por parte de los turcos) con familiares, no nacieron con la intención de ser compartidos con el público en general. La realidad es que un día, luego de enviar el relato en cuestión al grupo, me llamó por teléfono uno de mis primos. Al principio me costó reconocerle la voz porque estaba muy emocionado por lo que había leído. Después de un rato me dijo ´JuanCa, tenés que publicar todo esto…son historias increíbles, conmovedoras… y además nos vamos a llenar de plata!´. Más allá de la risueña reacción que incluía la calidad de lo escrito con el afán comercial que nos caracteriza a los armenios (en especial ese ´nos´ en lugar de ´te´), ese llamado me hizo pensar que avanzar en la publicación del libro era una posibilidad. Otra razón fue muy propia. Son doce relatos en total. Con casi todos ellos me sucedió algo recurrente; cada vez que terminaba de escribir un relato me sentía muy conmovido, incluso con lágrimas en los ojos y moqueando ligeramente, mientras sonaba ´enya´ de fondo. En algunos relatos la emoción era aún más intensa, pero en todos afloraba mucha emoción. ´Bueno´, pensaba, ´si genera esto en mí puede ser que tenga un efecto parecido en el resto de la gente´. Ese pensamiento también colaboró en decidir su publicación.
¿Cómo surge la idea de escribir tu libro de relatos Te “voy a contar”, Relatos del Ser Armenio?
Como muchos procesos, no tuvo lógica ni planificación. Corría el año 2002. Yo trabajaba en una punto.com, tenía previsto un almuerzo comercial y el mismo se cancela (estábamos en plena crisis en la Argentina y pleno derrumbe de las punto.com, los almuerzos o reuniones se cancelaban de manera muy frecuente o bien pasaban a ser reuniones de lamento mutuo). Era el 24 de abril. Yo formaba parte desde hacía unos meses de esa red en Internet que te comenté antes formada por primos y tíos unidos por la descendencia armenia, por el apellido y por el fanatismo hacia Boca Juniors (La Red ´Bosteryí´, que significa bostero en armenio). Entré entonces al correo personal a boludear un poco, y veo que mis tíos y primos se saludan en conmemoración del genocidio armenio. Estoy a punto de escribir unas palabras muy sencillas, alguna alusión al homenaje a nuestros ancestros sobrevivientes como para salir del paso. De golpe, y así, sin planificación, apareció una pregunta en mi mente: ¿cómo habrá sido la llegada de mi abuelo paterno a los 15 años, escapándose del horror, solo y sin ninguna idea del idioma o cultura nueva? Solo, en un barco, a tierras desconocidas, ¿cuáles habrían sido todas las emociones y sentimientos que pudo haber tenido? Por primera vez en mi vida, pensaba en mi abuelo como en un pibe de 15 años. Fue muy intenso y vívido. Es muy loco visualizar como pibe a un hombre que era muy viejo cuando naciste. Y ahí me puse a escribir. Esa pregunta se transformó en ´Llegamos a Buenos Aires´, el primer relato del libro. Corto, muy sanguíneo. Pero todo escrito sobre el mail, ni siquiera en un word para poder corregirlo previamente. Incluso dudé en apretar ´send´ porque me parecía demasiado personal, pero dije ´a la mierda´, lo envié y me fui a una reunión. Cuando regresé, la casilla de correo estaba repleta de respuestas de mis tíos y primos. Todos muy emocionados. Incluso un par de ellos me llamaron al celular (Startac en esa época) y no les entendía lo que decían, por que hablaban lagrimeando. Lo más movilizador fue que un tío mayor, que vivía en USA y que yo no veía desde 1975 viajó a Buenos Aires y pidió verme, ya que me quería conocer por lo que sintió con ese cuento. Ante esa reacción sinceramente inesperada decidí entonces escribir un relato cada 24 de abril a partir del 2002 para enviar a la red Bosteryí. Los primeros cuentos los compartía sólo a nivel familiar, pero de a poco fueron diseminándose en las redes sociales entre amigos y amigos de amigos. Hoy, doce de esos relatos forman parte de ´Te Voy Contar´. Y dos de esos relatos fueron adaptados para narración oral y dramatizados en el Teatro Tadrón.
¿Cómo te llega la posibilidad de publicar con la editorial Zona Borde? ¿Qué sugerencias que te haya dado la editorial consideras que fueron fundamentales?
Sin dudas ha sido clave que Laura Massolo y su editorial Zona Borde se jugaran por el proyecto, bancando los riesgos de publicar a un ilustre desconocido. No soy escritor de carrera y por ende no conocía los artilugios de la industria. Sí tenía claro que ser publicado es un tema muy difícil y hasta utópico cuando no te conoce nadie. En ese caso apliqué algo de mi pragmatismo como profesional, le pedí a una persona con vínculos en editoriales que me recomendara algunas para ofrecer la idea de “Te Voy Contar”. Esta persona me pintó un panorama desolador. Y eso me dio más ganas de intentarlo. Me presenté con varias editoriales y envié un relato como referencia. La parte positiva e inesperada es que la gran mayoría demostró interés en la idea. Me incliné por Zona Borde porque sentí en ellos pasión genuina por la escritura y mucho cariño por el escritor más allá del negocio asociado a la publicación. En cuanto a las sugerencias, bueno…¡escuché todas! Yo nunca había publicado un libro antes así que me puse literalmente en manos de ellos. Y sinceramente no pudo haber salido mejor.
Desde el primer relato Llegamos a Buenos Aires en la que imaginas la llegada de tu abuelo al país se percibe mucha intensidad y emoción en tus palabras. ¿Qué sensaciones tenías a medida que ibas escribiendo?
En casi todos los relatos yo terminaba con lágrimas en los ojos. Estaba claro que era mi identidad la que se expresaba. Me encantó lo que dijo la historiadora María Bjerg en la presentación de mi libro: ´la identidad en los armenios es una pertinaz marca de nacimiento, aunque la marca pase desapercibida mucho tiempo de repente se exterioriza en muchos momentos de la vida como un recuerdo de lo que fuimos siempre´. Yo soy argentino, soy porteño, soy un pibe que nació y se crió en Caballito y Flores, que trabajó con su viejo en el once, que estudió y se recibió y que luego y como lo hago actualmente se desarrolló profesionalmente en ambientes corporativos. Sin embargo mi identidad está ahí siempre. Aparece, se expande y se vuelca en los relatos. Y el ´JuanCa´ armenio descendiente de sobrevivientes lo agradece, lo abraza y lo divulga.
¿Cómo fuiste trabajando cada historia?
Otra muy buena pregunta…creo que las historias fueron apareciendo de manera caprichosa. Si yo pensaba una cosa, la historia venía y se posaba para que re-orientara mi camino narrativo. Por ejemplo, en el relato ´Te voy Contar´ (el que narra la relación con mi abuela cuando era chico) yo tenía previsto un simple relato costumbrista de cómo me mimaba y cómo nos mimetizábamos siendo tan grande uno y tan pequeño el otro en esos bucólicos veraneos en la casona de Mar del Plata. Y terminó siendo un relato que integró ese concepto con lo más trascendente y movilizador: el impacto visceral que tenía en mí la manera en que ella me contaba y evocaba recuerdos de historias y situaciones tan trágicas del genocidio, sin siquiera imaginar lo que estaba generando en mí de manera inconsciente. Al final del día uno termina apoyándose en el entorno místico: la historia nace simplemente porque quiere nacer.
¿Con qué se va a encontrar el que lea tu libro?
¡Espero que se encuentre con todo lo bueno que han dicho los críticos! Según ellos, se encontrará con doce relatos que atrapan y que mezclan emociones todo el tiempo, ya que se pasa de la risa al llanto y de la euforia a la angustia a veces hasta en un mismo cuento. Se van a encontrar con algo que trasciende la evocación de la supervivencia y la identidad de los armenios, con historias entretenidas para leer. Se van a encontrar con historias que conmueven, que entretienen y que identifican. Se van a encontrar con tristeza y alegría, con frustración y esperanza y con ganas de seguir leyendo. (Bueno, eso es lo que dicen los críticos, yo no puedo decirlo.
¿Qué repercusiones tuviste por parte de tus familiares de origen armenio?
No solo con los familiares sino con todos los armenios que han leído el libro y me han comentado sus sensaciones, la repercusión fue de una emoción profunda y de un sentido de ser y orgullo que el libro ayuda a potenciar.
¿Qué leíste acerca del genocidio armenio que te haya servido para volcar en alguno de los relatos?
Ese es el punto sustancial Mauro. Yo empecé a leer acerca del genocidio ya como adolescente o casi joven-adulto. Yo ´escuché´ el genocidio. Lo escuché de mis abuelos, de mis padres, de mis tíos. Imaginate que yo conocí a sobrevivientes de ese hecho atroz. Venían a la casa de mi abuela, o a la de mis tíos en Valentín Alsina y, entre mate y mate te contaban esas historias. Yo no nací escuchando cuentos de Perrault o Hans Christian Andersen. Yo escuchaba las proezas y las tragedias de un pueblo expulsado y arrasado y que sin embargo seguía para adelante con porfía. Con el tiempo me preocupé por leer más la cronología, causas y consecuencias, pero una vez que dentro mío ya corría el gen de quien escuchó cosas que eran atroces pero que se recibían en el seno del amor, de la felicidad por haber sobrevivido y de la paz familiar.
¿Qué significado le das a la memoria? ¿Qué anécdota que te hayan contado de chico todavía recordas?
“Vos no te podés acordar de eso”. Escucho esta verbalización (mis amigos agregan el ´hijo de puta´ al principio, otros el ´che´ o ´juanca´ pero siempre se repite) de todos mis familiares cuando recuerdo algo de nuestro pasado. Tengo buena memoria. Hace poco vi una película ambientada en el mundo de los espías durante la guerra fría, en la cual un personaje le dice al otro ´vos vas a ser un gran espía, porque los raros y solitarios como vos observan todo con más detalle´. No quiero decir que yo soy raro o solitario, pero puede que haya sido siempre algo ´nerd´ en eso de la observación. Lo soy desde chico y me ayuda a recordar muchas cosas de mi pasado. María Bjerg (un lujo que he tenido como prologuista) dice que según Pierre Nora la memoria es un fenómeno afectivo y mágico que se nutre de detalles y se alimenta de recuerdos vagos, globales o flotantes, particulares o simbólicos. Me fascinó esa descripción. Nunca la había leído antes. Creo que la memoria no solo es todo eso, es también una necesidad, un cable a tierra, una luz en un camino que te guía desde atrás. En este libro la memoria es el eje, y sobre ese eje danzan ficción y realidad sin que haga falta identificar cuál es cuál.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Te junto la respuesta a las dos preguntas. Estoy en pleno proceso de redacción y corrección de los relatos que formarán parte de mi próximo libro. Aún se encuentra en un estado algo embrionario, y su publicación está prevista para el año que viene. Mientras tanto sigo disfrutando cada paso que “Te Voy Contar” va dando desde que dio a luz el año pasado. El recorrido de “Te Voy contar” recién comienza. En principio he optado por dedicarle energía a lo que está generando. En carpeta tengo un nuevo libro de relatos y una novela de ciencia ficción.
Gastón Intelisano: “Entender el lenguaje de las heridas, los golpes y las fracturas; te permite recrear los últimos momentos de la víctima”
El escritor Gastón Intelisano publicó la novela “Principio de intercambio”, cuarto caso protagonizado por el criminalista Santiago Soler, en el que se entrelazan dos historias separadas por muchos kilómetros de distancia. El autor analizó la imagen disparadora que da lugar al comienzo del libro y un nuevo caso en el que los lectores se van a encontrar con una impecable mirada forense y con la precisión y los detalles que va dando en cada crimen.
¿Tenes algún ritual en el momento previo a escribir?
El mismo que tengo desde que empecé a escribir: Música de películas o series (Las Original Motion Picture), música instrumental acorde a la escena que estoy escribiendo. Me gustan mucho las bandas de sonido compuestas por Danny Elfman ("Batman", "El Joven manos de tijera", "Dolores Claiborne", "Dragon Rojo") y Mark Snow ("Los Expedientes X", "Millennium"). Además, necesito estar sólo, en silencio y con mis libretas donde tomo notas.
¿Cuál fue el modus operandi para escribir tu nueva novela “Principio de intercambio”?
Empezó todo en un viaje que hice a Salta en las vacaciones de 2014. Me hospedé en un hotel muy hermoso y moderno que disparó la pregunta que casi siempre es la génesis de mis novelas: ¿Qué pasaría si mataran a alguien acá?
¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Los títulos de todas mis novelas remiten a algo relacionado con la Criminalística, las ciencias forenses o la investigación. "Modus Operandi" hace referencia al modo de actuar del asesino, lo que repite, lo que necesita hacer como parte de su ritual. "Epicrisis" a la historia clínica, a lo que había hecho la medicina para salvar a ese paciente, tras ser alcanzado por el asesino. "Error de cálculo" habla de ese margen de equivocación que no puede existir en una investigación criminal. En el caso de "Principio de Intercambio" quise postular esa máxima primordial que existe en la Criminalística y que tiene mucho que ver con la trama de la novela: "La víctima se queda siempre con algo del asesino, y el asesino siempre se lleva algún rastro de la víctima". El asesinato produce ese intercambio, que deja pistas para los investigadores.
¿Cuál fue la imagen disparadora de éste nuevo caso en el que aparecen tres femicidios?
En los días que comenzaba con la escritura de esta nueva novela, ocurrió un caso que llamó poderosamente mi atención: Una chica de 22 años no había vuelto a su casa tras salir a una entrevista laboral. La misma, fue encontrada varios días después asesinada y su cadáver escondido dentro de una bolsa. Yo ya tenía en mente el asesinato en el hotel de Salta. Entonces, pensé: ¿Y si ambos asesinatos tuvieran algo en común? ¿A tantos kilómetros de distancia? Y ahí empezó todo.
Hace varios años te hice una nota en la que decías que tras empezar a leer a Patricia Cornwell te habían dado ganas de dedicarte a la escritura. ¿Qué cambio de aquel joven escritor al actual que ya tiene un recorrido importante dentro del ambiente literario?
Han pasado cinco años desde aquella primera nota que me hiciste (¡La primera nota de mi carrera como escritor!) y sí, tanto Santiago Soler, como yo hemos madurado. Me siento cada vez más cómodo escribiendo sobre él. Tengo la sensación de que ya tiene vida propia y que ya no estoy hablando de mí. Con los años y las novelas anteriores se ha creado un mundo que ya no es mío, es de Santiago y su equipo.
En tus novelas se destacan la mirada forense, la precisión y los detalles que vas dando en cada crimen. ¿Cuáles son tus referentes?
Es interesante lo que remarcás, porque justamente es lo que los lectores destacan de mis novelas, quizás por no encontrarlo en otros policiales argentinos: La mirada del forense. Un personaje que en la literatura argentina era secundario y porqué no, inexistente hasta hace algunos años atrás. Por ello es que no existen muchos referentes en español, y que tenemos que buscarlos en autores anglosajones. Mi referente máximo en ese sub-género que es el Thriller forense sigue siendo la autora estadounidense, Patricia Cornwell. La reina del Crime fiction.
¿De qué te nutrís para desarrollar cada asesinato que describís en tus novelas?
Mi trabajo en la Morgue Judicial me provee de herramientas, conocimientos y vivencias que puedo volcar en mis novelas. Entender el lenguaje de las heridas, los golpes y las fracturas, por ejemplo, te permite recrear los últimos momentos de la víctima. A veces, puede ser algo terrible, pero te ayuda a comprender que puso fin a esa vida. Lo mismo hago con las víctimas de ficción. Es divertido, porque uno elige quien vive y quien muere, pero sin lastimar a nadie.
¿Tenes pensado escribir nuevos casos protagonizados por el criminalista Santiago Soler?
Mientras el público quiera seguir leyendo nuevos casos protagonizados por Santiago Soler, seguiré escribiendo sobre él. Tengo una novela (que no es policial, más bien, de enredos entre cuatro parejas que se disputan un departamento) que no me falta mucho para terminar, quizás le de un año sabático a Santiago y su equipo. Y en el futuro, no descarto la posibilidad de un Spin-off de la historia.
¿Qué novelas del género policial recomendarías?
Hay toda una nueva oleada de autores argentinos jóvenes (Y no tanto) que escriben muy buenos policiales. Siguiendo el estilo Thriller de mis novelas, están las de Alejandro Soifer, "Rituales de sangre" y "Rituales de lágrimas"(en la que se produce un Cross-over muy interesante con "Principio de Intercambio") ó María Correa Luna y sus intrigas internacionales. Recomiendo las sagas de policiales de Alicia Plante, Mercedes Giuffré y Ezequiel Dellutri. No hay que olvidarse de autores como Matías Bragagnolo, Eduardo Goldman, Kike Ferrari, Juan Carrá, Mercedes Rosende, Lorenzo Silva, todos con estilos propios y únicos.
¿Con qué se van a encontrar los lectores en ésta cuarta entrega de la saga?
Se van a encontrar con un caso escalofriante, y con un Santiago Soler debilitado por la inseguridad que le provoca sentir que alguien de su mayor confianza y admiración parece estar implicado en algo terrible. Esta vez el mal parece respirarle en la cara...y la tragedia lo tocará de cerca.
¿Qué posibilidades hay de ver tus novelas en el cine?
A mí me encantaría. Muchos lectores me han dicho que les gustaría ver a Soler en la gran pantalla. Hace un tiempo conocí a Damián Szifrón y le regalé una de mis novelas. Será cuestión de cruzar los dedos y esperar lo mejor.
¿Qué proyecto tenes para este año?
Estoy empezando con la etapa de investigación de lo que será el quinto caso de Santiago y su equipo y cuando me desocupo, trato de entrar en el mundo de estas cuatro parejas que se disputan el tan ansiado departamento de un edificio a punto de inaugurarse...¿Que pasará con ambas historias? Todavía no lo sé. Habrá que esperar hasta 2017.
Juan Pablo Gómez: “A medida que avanza el texto, el lector se va dando cuenta de que Hernán es un narrador poco confiable”
El escritor Juan Pablo Gómez publicó la novela Instinto domiciliario a través de Santiago Arcos editor y estuvo hablando con Entre Vidas acerca de dicha publicación en la que el protagonista Hernán decide no volver a salir de su PH y esa tranquilidad se termina cuando regresa su tía.
¿Tenés algún ritual en el momento previo a escribir?
Ir a un bar. Tengo una variedad importante por mi zona y, según el estado de ánimo, voy a uno más o menos ruidoso. Por supuesto, no puede faltar el café con leche y la medialuna, sin eso me resulta imposible arrancar.
¿Con qué frecuencia escribís?
Bastante seguido. Si al final del día no tengo escrito al menos un par de renglones, siento que el día está perdido y me pongo de malhumor.
¿Cuál fue la imagen disparadora de tu novela Instinto domiciliario?
El aburrimiento. Me pregunté qué podía pasar con una persona inaburrible, lo cual en nuestra sociedad es una rareza. La tesis de mi carrera abordó el tema del aburrimiento porque siempre me interesó ese estado del espíritu y su contrario. Un ser inaburrible se basta a sí mismo y puede vivir en su espacio mental, en su aislamiento territorial que, en el caso de Hernán, es su PH.
¿Cómo te llega la posibilidad de publicar con Santiago Arcos editor?
A Miguel lo contacté por Facebook, leyó la novela, le gustó y la publicó. Es un editor muy lúcido y, sobre todo, un gran amigo. No tengo más que palabras de agradecimiento hacia él.
¿Para el que todavía no leyó tu novela, qué podrías adelantar de la historia?
Un día Hernán decide no volver a salir de su PH. La rutina domiciliaria se reduce a esas cuatro paredes del PH donde cree tenerlo todo, donde no existe el aburrimiento, el crimen ni el castigo. Toda esta armonía se rompe cuando su tía regresa al departamento.
¿Qué tenés del protagonista de la novela?
De mí debe haber heredado alguna de sus obsesiones.
¿Con qué obstáculos te encontraste al escribir la historia?
A medida que avanza el texto, el lector se va dando cuenta de que Hernán es un narrador poco confiable, no se sabe hasta dónde es verdad lo que está contándonos. Pero creo que él tampoco lo sabe con certeza, por eso se genera empatía con el personaje. Traté de no caer en la tentación de hacerlo hablar más de la cuenta, de reducirlo a su pequeño mundo y mantenerlo en su jaula.
La contratapa del libro fue escrita por los prestigiosos escritores Leopoldo Brizuela y Carlos Chernov. ¿Qué devolución tuviste de parte de ellos? ¿Cómo se dio el acercamiento para que escribieran algunas palabras del libro?
Carlos fue uno de los miembros del jurado que premió la novela y, además de escribir el comentario, estuvo en la presentación lo que fue una gran sorpresa y siempre le estaré agradecido. Leopoldo, además de ser un enorme escritor, es un amigo generoso, y realizó la presentación del libro en la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes. Ese día llovió a cántaros, como nunca, hubo calles inundadas y árboles caídos, todos estábamos empapados. Fue una presentación épica.
¿Tuviste algunas novelas del género de thriller psicológico que te hayan servido como ejemplo para la escritura de la historia?
No particularmente. Cuando puedo, siempre releo alguna página de Di Benedetto, Coetzee, Onetti o Gombrowicz para refrescar un poco la mente.
¿Qué cambió tras el premio que te otorgó la Dirección de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires?
Me dio la oportunidad de publicar la novela y de confirmar que no está tan mal lo que escribo. Más allá de eso, no cambió nada.
¿Qué posibilidad hay de llevar Instinto domiciliario al cine?
¡Me encantaría, escucho ofertas!
¿De qué temas te nutrís para desarrollar tu literatura?
De mis lecturas, pero sobre todo de escuchar a la gente. Cuando voy a un bar suelo estar con el oído atento, siempre aparece algún conflicto interesante sobre amor, negocios, familia, etc. Y mis personajes se van armando a partir de esa paleta.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Escribir, publicar y, eventualmente, ser leído.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo una novela terminada y estoy en tratativas con un par de editoriales para publicarla. Además estoy por la mitad de otra. Ojalá que los dedos sigan escribiendo, porque en definitiva las palabras salen de ellos.