domingo, 25 de septiembre de 2016

Hernán Casabella: “La idea central es rescatar la forma de decir las cosas”






El escritor y editor Hernán Casabella desde el año 2011 está al frente de la Editorial Textos Intrusos que en éstos años ha publicado una gran cantidad de libros de diversos géneros como novela, cuento o poesía. Además, publicó el poemario Eulogia, boda nativa y para fin de año tiene pensado lanzar su libro La mirada del castor. Casabella habló con Entre Vidas acerca de los próximos lanzamientos con la editorial y de los pasos a seguir con escritor.






¿Tenes algún ritual en el momento previo a escribir?
No, en términos generales, aunque sí debo reconocer que hay un momento en el que brotan las palabras a montones preciso de mucho silencio y estar solo.

¿Por qué tu último libro se llama Eulogia, una boda nativa?
Eulogia es un nombre totalmente arbitrario, en cambio lo que no lo es, es el hecho de haber elegido voces de mujeres para decir; primero Hilaria, luego Eulogia y ya vendrá Irene.

¿Cuál es tu poema más autobiográfico?
Creo que todavía no está del todo escrito, pero podría decir que desde Todos estos años de gente -mi primer poemario-, y salteando alguno todos los son, aunque falta por ejemplo para finales de este año La mirada del castor y el seguramente el año próximo Irene a contraluz; quizás ahí se complete un primer boceto de poema autobiográfico.

¿Cómo fue que te decidiste a abrir la Editorial Textos Intrusos?
Yo a principios del año 2000 había armado la Editorial Aurelia Rivera, y unos cuantos años después luego de vivir un año bastante de panic-attack decidí revincularme con la literatura y hacia mediados de 2011 comenzamos con Textos Intrusos.

¿Cómo surge el nombre de la editorial?
Tirando sobre la mesa uno y mil nombres, pero sin dudas la cosa intrusa tiene que ver con la cosa literaria desde esa cosa voyerista hasta el texto de Borges que también vi en película.

¿Qué criterios manejas para la elección del material que editas?
La idea central es rescatar la forma de decir las cosas, las historias están, creo, que todas inventadas y hasta contadas pero para los intrusos el desafío lo constituye la forma en qué esas historias son dichas, contadas; y por otro lado también apostamos fuertemente a la cosa de aprendices que todos tenemos y que nosotros decidimos experimentar también a medida en que editamos.

¿Qué obstáculos encontraste al momento de armar la editorial?
En principio ninguno, nos llevó un tiempo poder engranar y aceitar el mecanismo operativo-financiero mediante el cual sostenemos de manera constante la edición semanal de marzo a diciembre de cada año.

¿Cuáles son los próximos lanzamientos de Textos Intrusos?
Unas cuantas novelas: La leyenda del Viejo errante de Marcelo Radomskiy, Obra maestra de Hernán Fernández, Siete gotas por minuto de Oscar Piolin; los cuentos Hugo Ramos Gambier (Las brujas de Carhué), Rocío Cortina (Fiestas sísmicas), Daniela Azulay y Horacio Ladrón de Guevara (Toledo, 7 cuentos barrocos), Raúl Risso (Once cáscaras) y Camilo Romero Maturano (Valses); los poemarios de Natalia Carrizo (No somos diezmo) y Luis Erker (Flores de asfalto), y dos tríos de antologías la primera serie compiladas por Lucía Panno, Cecilia Maugeri y Raúl Haurat, y por último la serie Historias intrusas, compiladas por Virginia Janza (Guiso de tetas, Telos y Vestidos de telos).

¿Qué libros leídos últimamente recomendarías?
Aparecida de Marta Dillon, Hotaru de Martín Sancia, Un largo río de Pía Bouzas, New Pompey de Horacio Convertini, El río de Débora Mundani, La casa de papel de Carlos María Domínguez, La uruguaya de Pedro Mairal y ahora estoy atrapado por Carne rota de Flavia Pantanelli.

¿Qué libros recomendarías de Textos intrusos en una especie de top five?
La strada de Marcelo Rubio, 0 killed de Daniel Quintero, Poeturbe y otros poemas de Mary Nikzar, Rizomas de Ricardo Pardal y Frío de Victoria Vázquez.

¿Qué objetivos tenes dentro del ambiente literario?
Seguir editando y escribiendo.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente como escritor?
Para fines de año presento La mirada del castor y seguramente el año próximo Irene, a contraluz.




Martín Etchandy: “Todo el tiempo estoy atento a lo inesperado que puede sucedernos en cualquier momento”






El escritor Martín Etchandy publicó el desopilante libro de cuentos Estoy harto de que me saquen fotos con la Editorial Muerde Muertos en el que se destaca la originalidad de cada historia en la que se dan situaciones disparatadas dentro de la vida cotidiana. El autor estuvo hablando con Entre Vidas de su flamante publicación y anticipó el nombre tentativo de su futura antología de poesía llamada Las horas salvajes.






¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
No, porque por lo general la inspiración me toma por asalto; es un momento imprevisible, vertiginoso, de puro placer para mí. No busco el momento, sino que el momento me busca a mí.

¿Con qué frecuencia escribís?
Hay épocas en las que me siento a escribir casi todos los días, especialmente en el verano o en vacaciones y otras en las cuales la escritura aparece mucho más espaciada, como un remanso que asoma a veces entre tanto esfuerzo y laburo cotidiano.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro Estoy harto de que me saquen fotos?
Hay cuentos de estos últimos tres años, la mayoría, que surgieron de una manera muy espontánea, libre, como una aventura creativa. Y otros de viejas épocas (universitarias, por ejemplo) que fueron rescatados de los archivos y reescritos tratando de ser fiel a la idea que les dio origen. No hubo descartes, sino más bien una combinación de nuevas obras y rescates.

¿Cómo surgió la idea de la tapa del libro?
Es una gran creación de Mica Hernández, a partir del comentario de un personaje del cuento Pasen que hay fiesta. El protagonista de esta historia tiene una vecina muy molesta que se pasea por todo el edificio con su erizo. Y el protagonista sueña con quitarle las espinas y usarlas para pinchar quesitos y aceitunas en una picada. Aunque pueda parecer extraño (a mí me parece), algunas personas adoptan estos bichos como mascotas.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con la Editorial Muerde Muertos?
Los conocí a través de mi colega y amigo Patricio Chaija, me habló de la editorial y de una colección en la cual mi antología podía encajar. Cuando les envié el libro por suerte les gustó mucho y fue muy sencillo y cómodo todo el proceso de edición con ellos.

En el cuento Un préstamo una almeja le pide a un hombre que le preste treinta pesos. ¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a esa historia?
Yo también me pregunto cómo fue que terminé escribiendo una historia en la cual un veraneante termina dialogando con una almeja, ja, ja. Supongo que en la gestación de este cuento habrá influido mi fascinación por las situaciones insólitas de la vida cotidiana. Todo el tiempo estoy atento a lo inesperado que puede sucedernos en cualquier momento.

¿De qué temas te nutrís para escribir historias tan disparatadas?
De todo lo que me genere asombro, diversión, risa, reflexión; que es un poco lo que busco producir con las historias. Cualquier tema o situación que derive en un delicioso absurdo me interesa a la hora de escribir.

¿Cuál es tu cuento favorito del libro y cuál el que destacan los lectores?
Tengo varios que me producen mucha satisfacción y felicidad, no podría elegir uno. Con respecto a los lectores, no hay un acuerdo definitivo, aunque Un estudio antropológico de los indios hatsadu y Estoy harto de que me saquen fotos aparecen entre los más mencionados.

¿A qué le atribuís que una gran cantidad de escritores estén publicando libros de literatura infantil o juvenil? ¿Está en tus planes volcarte a ese género?
Es una buena noticia que muchos escritores estén escribiendo para niños y adolescentes, porque eso significa que la literatura está muy viva y sigue teniendo un gran futuro. Supongo que tendrá que ver con las ganas de atrapar y conmover a esos lectores para que sigan siéndolo hasta el final de sus vidas. Yo no pienso en los lectores mientras escribo, solamente me interesa concentrarme y poner toda la energía en la obra que está naciendo. El momento de pensar en el lector es posterior. Así que no hago planes con respecto a los géneros o los destinatarios, simplemente dejo que aparezcan las obras y luego veremos.

¿Qué  posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
Escribí algunas cosas para teatro, una obra con pequeños sketches o situaciones humorísticas, Risas modestas, y una pequeña farsa que se llama Sopa de cretinos. Y el cine siempre me ha fascinado, pero creo que se debería tener mucho coraje para intentar filmar algo basado en mis historias. Aunque Una invitación (cuento del libro) podría ser un loquísimo cortometraje.

¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
Cada tanto aparece algún cuento nuevo y también poemas. En el próximo libro supongo volveré a la poesía, porque tengo reunidos varios poemas que deseo compartir lo antes posible con los lectores. Las horas salvajes es el título tentativo de la antología.




domingo, 18 de septiembre de 2016

Juan Carrá: "Entre la primera y la última novela siento que hay un proceso de maduración de la prosa"





El escritor Juan Carrá publicó la novela Lloran mientras mueren con la Editorial Vestales. La novela tiene como protagonista a una asesina a sueldo que mata a sus víctimas envenenándolas con cianuro para que paguen por querer tapar un abuso sexual. También, hay un periodista tratando de descubrir que se oculta tras cada asesinato. La novela no da respiro en ningún momento y tiene la venganza en primer plano. El autor estuvo hablando con Entre Vidas de su reciente publicación y de los proyectos en los que está trabajando.




¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Escribo cuándo y cómo puedo. Lo que sí, escribo casi todos los días, ya sea en la computadora o en una libreta que llevo a todos lados. Si estoy con un proyecto en la cabeza, trato de dedicarle al menos una hora diaria. Los jueves curso clínica de obra con Julián López, entonces el viernes suele ser el día que le dedico más tiempo a correcciones.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Lloran mientras mueren?
Quizás son tres. Por un lado, las ganas de poner el foco en la clase media para poder contar el delito en ese estrato social. La idea de la venganza, la justicia por mano propia, que ya había trabajado en Criminis Causa, pero en esta tipo de estructura. Por otro lado, por entonces leí la crónica Tres tristes tazas de té, de Leila Guerriero, que trata sobre la famosa envenenadora de Monserrat, Yiya Murano. El texto arranca con la frase: "Lloran mientras mueren. Los envenenados con cianuro, lloran mientras mueren". Entonces supe que quería usar esa imagen poéticamente trágica para una asesina con características de femme fatale. Una tercera idea que aparecía era poder contar un típico delito del capitalismo que es la corrupción y la impunidad.

¿Realizaste alguna investigación previa acerca de los efectos del cianuro?
Sí, tuve acceso a material científico de los usos y efectos del cianuro, pero sobre todo tuve una entrevista con un forense que me explicó en una clase magistral todo lo que tiene que ver con cómo actúa el veneno cuando entra al cuerpo. Parte de esa entrevista está trabajada en uno de los capítulos del libro. La investigación previa en la ficción es muy importante para la construcción del verosímil. Más en el caso de las novelas de género que trabajan en el marco de un realismo tan cristalino.

¿Por qué decidiste que la protagonista de la novela sea una asesina a sueldo?
Quería usar una mujer como personaje central y para esta trama la idea de usar a una killer fue la que mejor cuajaba con cómo quería que esa mujer se moviera en un universo (la novela negra) que suele ser propio de los hombres. Por otro lado, me parecía interesante jugar con la idea de que las tres posibles víctimas fueran tipos del poder acostumbrados a concebir a la mujer como objeto, incapaz de poner en peligro sus influencias. Dicho de otro modo, era entrarle a esos tres desde el flanco más débil: su machismo.

En Lloran mientras mueren se tocan los temas de la corrupción y de la justicia por mano propia, ¿te basaste en algún caso que hayas seguido como periodista?
No. Son dos temas propios del sistema en el que vivimos, intrínsecos a él. Por lo tanto, todos estamos en contacto cotidiano tanto con uno como con otro. Sí es verdad que trabajar desde el periodismo en el mundo judicial te permite ajustar el verosímil. Pero todos todo el tiempo tenemos conocimiento de historias de abusos que terminan impunes. Y cuando el Estado falla aparece la idea de la venganza como forma de resolver esa falla, lo cual se vuelve como mínimo peligroso.

¿Qué cambios notas en vos como escritor entre tu novela Criminis Causa y tu nueva novela?
Lloran mientras mueren es una novela que escribí apenas terminé de escribir Criminis, después vino Lima, aunque se publicaron en orden invertido. Entre la primera y la última novela siento que hay un proceso de maduración de la prosa. Un despojo del periodista para darle paso al escritor. Me parece que cada nuevo libro va quedándose con lo mejor del anterior y mejorando los puntos flojos. Esto es un camino que se hace a fuerza de trabajo, humildad y sobre todo sabiendo escuchar a quienes hacen observaciones para poder poner en crisis tu propio trabajo y así seguir creciendo.

¿Cómo nace tu amor por el género negro?
Como lector. Chandler fue un descubrimiento para mí. Y a partir de él fui buceando en el género hasta que me topé con un estilo muy propio en Leonardo Oyola y entonces supe que era ese tipo de literatura la que me identificaba.  Cuando lo leí a Leo (Santería fue el primero) sentí lo mismo que cuando leí por primera vez a Arlt. Voces potentes que cuentan al sujeto del margen y con un lenguaje cercano a esos universos.

¿Cómo ves el momento actual del policial negro?
Es un momento muy prolífero lo cual es muy bueno, sobre todo cuando tenés la suerte de cruzarte con los autores en festivales o ferias. En esos momentos se viven momentos muy interesantes, además de divertidos. La obra de uno crece en el debate y en el comentario con los colegas. La colección Opus Nigrum de Vestales está incorporando autores que vienen de un recorrido en otras editoriales como Daniel Sorín, mientras que Negro Absoluto –dirigida por Juan Saturain- volvió a ocupar un lugar en las librerías y eso suma mucho para el género. Ni hablar el surgimiento de editoriales como Revólver que tiene un catálogo muy importante y que está dándole lugar a nuevas voces y a otras ya consagradas.

¿Qué autores contemporáneos de novela negra recomendarías?
Por suerte hay muchos que me gustan. Recomiendo a Oyola y Kike Ferrari. A Raúl Argemí, Guillermo Orsi. Creo que la última novela de Juan Mattio, Tres veces luz, es una joyita imperdible. Igual Noxa de María Inés Krimer y el trabajo de Alicia Plant; dos mujeres que son un claro exponente de que este género ya no es cosa de tipos. Galgo, Marcos Almada. Los hijos de Saturmo, de Javier Chiabrando me pareció muy buena y con un componente como el humor jugando en primer plano, cosa que no abunda en el género. La obra de Ezequiel Dellutrie, Sebastián Chilano y del resto de mis compañeros de colección en Vestales son muy interesantes.  Tengo para leer ahora, Paraná de Pablo Forcinito, que promete; y estoy a la espera de Dogo de Nicolás Ferraro, que se publicará pronto. Por otro lado, sin ser una novela estrictamente de género, pero que sí se toca todo el tiempo con algunas cuestiones que son típicas, recomiendo mucho la novela de Mariana Travacio, Como si existiese el perdón; en este mismo plano metería la última de Esteban Castromán, “La carta dimensión del signo”. Seguro me olvido de alguien, porque como te decía, somos muchos y mucho bueno.

¿Qué  posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
Es algo que no depende de mí. Sí, me encantaría que suceda. Sería un honor que un director de cine, teatro o televisión o de cualquier tipo de adaptación, elija un texto mío para hacer una obra propia. Ojalá ocurra.

¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
Estoy trabajando una novela que busca correrse del género negro, aunque tiene sos toques. Va de un represor en prisión domiciliaria que su contacto con el exterior, además de algunas escapadas, es a través de la chica que limpia en su casa. Es una historia que busca meterse en el universo íntimo de un personaje tan nefasto como este, en ese micropoder que se teje dentro de una casa entre el patrón y una trabajadora, y sobre todo en cómo me interesa trabajar las intimidades de esos dos personajes que tienen una extraña simbiosis.  Además estoy releyendo una novela que terminé el año pasado en la clínica de Julián López. Se llama “No permitas que mi sangre se derrame” y es una especie de wester entre dos bandas de delincuentes que ponen en disputa el territorio en la villa y en la cárcel. Las bandas están inspiradas en santos populares y en arcángeles, así que hay un trabajo de intertextualidad fuerte con muchas obras religiosas.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Matías Bragagnolo: “Siempre me sentí atraído por el lado oscuro del ser humano”





El escritor Matías Bragagnolo publicó las novelas Petite Mort y El Brujo, ambas a través de la Editorial Extremo Negro. En ambas historias se nota un minucioso trabajo de investigación. En la primera trata el tema de la producción de películas snuff y en la segunda, se adentra en una cárcel en la que el protagonista realiza brujerías. El autor estuvo hablando con Entre Vidas acerca de sus dos exitosas publicaciones y de su ambicioso proyecto en el que contará una historia vinculada a la secta de los Niños de Dios.



¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Abrir el archivo de word en el que esté trabajando y apagar el teléfono celular.

¿Con qué frecuencia escribís?
A diario, en los ratos libres que me deja el trabajo.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Petite Mort?
La del vendedor de pornografía clandestina. Estaba escuchando “Self Control” de Laura Branigan mientras hacía otra cosa y escuché eso de “I live among the creatures of the night”. Venía con la idea de escribir una novela sobre el snuff desde hacía mucho tiempo y no quería caer en un argumento trillado. No me importa que un argumento sea sencillo siempre y cuando sea un disparador para situaciones interesantes, pero no iba a caer en la obviedad de un policía investigando una organización de productores de snuff. Y la idea de las “criaturas de la noche” fue el disparador. Las criaturas de la noche eran los clientes del vendedor. Fue como una chispa, el resto vino por obra y gracia de la inspiración (no sirvo para sentarme y preguntarme sobre qué voy a escribir).

¿Por qué decidiste que la novela se adentre en el mundo del porno?
Porque considero al snuff como un subgénero del porno. Centrar la novela en otro ambiente hubiera sido hipócrita.

¿Qué trabajo de investigación realizaste del cine snuff?
Uno muy extenso. Desde lectura de libros de cine hasta ver todo documental o película alusiva que hubiera existido a la fecha en el mercado. De todas maneras, por ser el snuff un subgénero teóricamente inexistente, una leyenda, el mayor trabajo de investigación lo insumió el contexto de la novela, es decir, la industria del porno vista desde adentro.

¿Con qué obstáculos te encontraste para construir una novela tan cruda?
Al principio, mi propio estómago. Hasta que se acostumbró.

¿Cómo nace la historia de tu novela El Brujo?
Inicialmente fue una idea para un cuento, al despertar, estando de vacaciones. El cuento empezó a crecer demasiado, pasó a ser una novela corta, y cuando la cosa se me fue de las manos supe que tenía una novela. No me gusta forzar la extensión de una obra, así que la dejé crecer, y eso fue.

¿Tuviste referencias de series como Prison Break u OZ para escribir la historia?
No. No soy un gran seguidor de series, en realidad. Sí había visto años antes Prison Break, pero no tuve referencias de tipo cinematográfico para escribir el Brujo. La mayor parte de la inspiración, en lo argumental, me vino a través de noticieros y diarios que había visto y leído a lo largo de mi vida.

Los rituales que realiza el brujo son una mezcla de magia negra, ritos umbandas, entre otros. ¿Cómo surge todo ese conocimiento de temas tan complejos y oscuros?
Siempre me sentí atraído por el lado oscuro del ser humano. Y una vez que pasó la ola de nihilismo y ateísmo que me dejó dejar de ser cristiano a los quince años, comencé a interesarme por el esoterismo, la magia ritual, el chamanismo, el satanismo, Aleister Crowley... Aunque tengo que admitir que nunca me lo tomé demasiado en serio. Solo me permito dudar: hasta el día de hoy no he logrado creer en nada que ingrese en la órbita de lo sobrenatural. Ni una estatua de una virgen llorando ni una premonición o un muñeco lleno de agujas me conmueven demasiado.

¿Cómo ves el momento actual del género de policial negro?
Como no soy un especialista en el género, solo veo gente muy talentosa escribiendo excelentes obras que más de una vez son forzosamente encasilladas en el género policial.

¿Qué autores recomendarías?
Limitándome a autores contemporáneos, de la Argentina (y sin centrarme en un género en particular): Martín Sancia, Ezequiel  Dellutri, Eduardo Goldman, Marcelo Rubio, Martín Doria, María Inés Krimer, Kike Ferrari, Celso Lunghi, Gabriela Cabezón Cámara, Sebastián Chilano, Ruben Tizziani, Horacio Convertini, Daniel Kruppa, Jorge Yaco, Fernando Figueras... Y la lista podría seguir. Y del exterior (aquí, para simplificar, sí me quedo en el género negro): Stieg Larsson, Don Winslow, Nic Pizzolatto...

¿A qué le atribuís que una gran cantidad de escritores estén publicando libros de literatura infantil o juvenil? ¿Está en tus planes volcarte a ese género?
No sabría a qué atribuirlo. Pero me alegra que así sea, porque nunca dejé de ser lector de literatura infantil. Y no, no está en mis planes volcarme al género. Conozco mis limitaciones. De hecho, creo que es lo único que conozco.

¿En qué proceso de escritura se encuentra tu novela acerca de la secta Niños de Dios?
Es difícil decirlo, porque son tres líneas de tiempo que corren paralelas y parcialmente superpuestas, formando un organismo simbiótico que se desarrolla en cinco volúmenes. No podría decir que esté en un estado avanzado, pero ya tiene plena forma. Llevo más de tres años trabajando en esto. De hecho, El brujo y otras dos novelas todavía inéditas fueron escritas mientras ya estaba inmerso en este proyecto.

¿Qué  posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
Por ahora, ninguna. No estoy cerrado a la posibilidad, pero por el momento no ha habido propuesta alguna, con excepción, hace ya varios años, de un proyecto fallido que incluso llegó a la etapa de edición (la adaptación a largometraje independiente de mi novela corta “El ermitaño”).

¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
En los cinco volúmenes de la novela de los Niños de Dios. Eso absorbe todo mi tiempo, y estimo que seguirá absorbiéndolo por los próximos tres o cuatro próximos años.