martes, 31 de julio de 2018

Mariano Contrera: “Es una novela que tiene un poco de todo”




El escritor Mariano Contrera habló con Entre Vidas acerca de su novela Las dos muertes del General publicada a través de la editorial Modesto Rimba y adelantó que actualmente trabaja en una historia que relata el peregrinar de una pasante de antropología en París.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Únicamente estar medianamente relajado, dentro de lo posible. Algunas veces un vaso de whisky, en otras ocasiones un cigarrillo. Generalmente hay que aprovechar frenéticamente el poco tiempo disponible, y olvidar todo ritual. La vida moderna, el trabajo, mi hijo, suelen consumir gran parte de las horas libres y no hay que desaprovechar ningún espacio. He llegado a levantarme a las 6 de la mañana para poder escribir antes de ir a trabajar, o a permanecer hasta las 3 am, sabiendo que debía ir al laburo en 4 horas. En los momentos culmines de inspiración puedo llegar a no dormir con tal de dejar salir lo que leva dentro. Lo necesito, es más fuerte que yo. Si me acuesto tampoco puedo dormir pensando en oraciones, párrafos, diálogos.

¿Con qué frecuencia escribís?
Durante los momentos de inspiración y creación pura suele ser algo diario, ya que la ansiedad y la necesidad de continuar la historia lo piden. Luego con la reescritura, corrección y demás arreglos suele espaciarse la frecuencia, pero trato de mantenerlo como un hábito. Una o dos veces por semana es lo mínimo.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela Las dos muertes del General?
La primera idea generadora fue la película Bastardos sin gloria. Ya que en la misma se propone tanto un intento de asesinato, como un posible cambio de los hechos históricos. A partir de ahí comenzó a pasar por mi cabeza la idea de transponer algo similar con un líder nacional. Desde ese punto de partida la idea mutó hasta convertirse en varias vidas entrelazadas con sus propias historias individuales, sus miedos y sus búsquedas.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
El nombre surgió a último momento, luego de una especia de brain storming con mis editores Mauro Lococco y Mere  Echagüe. Plantea de alguna forma esa incertidumbre entre la historia oficial y la imaginaria relatada en el libro, haciendo referencia  a Perón, pero sin nombrarlo abiertamente tampoco.

¿Cómo surge la elección del epígrafe que dice “Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios, fragmento de Carlo Dossi?
A través de la historia muchas grandes personalidades han sido consideradas locas, pero luego el tiempo les ha permitido una redención como creadores únicos. Ahora se me ocurren los casos de Van Gogh, o nuestro más cercano Charly García.  En lo referente al libro, el personaje de Garmendia presenta síntomas de paranoia, y delirios persecutorios, pero mantiene la postura de haber sido el responsable de la muerte de Perón. Su argumento es plausible, posible, y hasta creíble, quizás no sea puramente una creación de su mente

¿Cómo nace la idea de que en el libro aparezcan personalidades como Ernesto Che Guevara o Fidel Castro?
Principalmente estas personalidades surgen por el contexto histórico, una intriga internacional que se desarrolle en Latinoamérica no podía excluir en plena guerra fría a los mayores exponentes del comunismo. El Che Guevara no había terminado del todo amigado con Perón, quien en una reunión personal antes de su viaje a Bolivia,  no le dio su apoyo en la misión de expandir el comunismo por el cono sur. Esto le daba un motivo extra para promover el intento de asesinato.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la editorial Modesto Rimba?
Básicamente fui yo quien se puso en contacto con ellos, con la idea de expandir el ámbito de distribución de mi obra. Ellos estuvieron conformes con la novela y se mostraron más que dispuestos a trabajar juntos. Desde el primer momento al último nos hemos manejado de la mejor manera, y con la mejor onda.

Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
Es una novela que tiene un poco de todo. Algo de ficción histórica, suspenso, un poco de policial, algo de road movie, y hasta pizcas de humor. Sigue a varios personajes en sus búsquedas personales, son personas comunes que persiguen algo, buscan cambiar sus vidas, y encontrar respuestas a sus miedos. Creo que la mayor satisfacción es que logré que fuera fácil de leer, ágil, rápida. Bastante cinematográfica en cuanto a los tiempos.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Afortunadamente la mejor. Gracias a la editorial he logrado llegar a personas que jamás hubiera imaginado, y que han mostrado la mejor onda y las mejores reseñas. En cuanto a las personas de mi ciudad (Lobos, Buenos Aires) he encontrado todos comentarios positivos (los negativos quizás no se hayan animado a expresármelos), que son todo un aliciente y un verdadero impulso a seguir en esto que amamos.

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
La verdad no tengo un tema en la cabeza del que pretenda escribir. Me interesan las historias pequeñas, datos curiosos, pequeños héroes, curiosidades, historias comunes con un toque de rareza. Una fabrica de bolitas, un boxeador retirado, el tipo que diseñó el Rastrojero, historias pequeñas, el ingeniero alemán que vino a diseñar aviones en Argentina en los 60, el tipo que tiene la receta de loa caramelos Media Hora, el que inventó la Esperidina… divagues solamente.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Cada comentario positivo, cada reseña, cada palabra de aliento es un casillero mas en este juego. No tengo objetivos, solo ir avanzando poco a poco, con eso me basta, y no aflojar. Mi sueño sería poder vivir de la escritura, creo que todos deseamos poder subsistir haciendo lo que amamos, desde jugadores de futbol, pintores, artistas en general.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
“La verdad del caso Harey Quebert” de Joel Dicker.
“Fahrenheit 451” de Ray Bradbury (debo reconocer que lo leí hace poco por primera vez)
“Cadáver  exquisito” de Agustina Bazterrica
“Matar a un ruiseñor” de Harper Lee

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En este momento estoy trabajando en una nueva novela, que relata el peregrinar de una pasante de antropología en París, por restituir los restos de restos de un indio Selknam, del sur de nuestro país, antes de que la última descendiente pura viva muera de cáncer. Planea ser una historia en la que cada personaje experimente un viaje de superación interior, espiritual, personal,  espiritual, veremos que pasa.




domingo, 22 de julio de 2018

Julieta Lopérgolo: “No quería que el libro fuera una especie de catarsis, un desahogo a secas, digamos”





La escritora Julieta Lopérgolo habló con Entre Vidas de su libro de poesía Para que exista esa isla publicado por la editorial Postales Japonesas, en la que habla de diferentes momentos desde que se entera que su padre estaba enfermo. 




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
¿Rituales? Ninguno. Tal vez podría decir que no suelo escribir de noche.  De noche leo.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo a diario, lo que no quiere decir que escribo todos los días (risas). A lo mejor en días y días de escribir aparece algo que yo puedo llamar poema, que dice algo de lo que quiero decir de un modo que me conforma en cierta medida. No sé si es porque estuve muchos años sin escribir poemas, que es lo que solía escribir desde muy chica, que se me da por escribir cada día, y digo que se me da porque tampoco es que me obligue a eso o que se trate de un hábito consciente. 

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
En casa de mis padres siempre hubo libros, de todo tipo, desde diccionarios, enciclopedias, libros de historia, política, economía, novelas, muchas colecciones de las que editaba el CEDAL, por ejemplo, libros de psicoanálisis, teatro, y también, aunque en menor medida, poesía. Cuando cumplí ocho años mi papá me regaló Romeo y Julieta, una edición de Losada que todavía conservo y no presto, y que leí mil veces. No diría que mis viejos eran lectores de poesía. Sin embargo, muy poco tiempo antes de morir le conté a mi papá que estaba escribiendo poesía y me dijo “yo no entiendo cómo hay gente a la que no le interesa la poesía”. Te diría que nunca lo he visto leer un libro de poesía, pero sí había una valoración y una apuesta en él con respecto a la poesía, o al menos así lo siento.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Para que exista esa isla?
El título no es una ocurrencia enteramente mía. De hecho no se me ocurría ninguno hasta que un amigo que quiero mucho, y que leyó el libro unas cuantas veces antes de que se publicara, me señaló el último poema del libro, el último verso de ese poema, que es precisamente “para que exista esa isla”, y me pareció que era muy justo que ése fuera el título del libro. Un nombre y un lugar que estuve buscando mientras lo escribía, y todavía busco.

El libro está dividido en tres etapas que tienen que ver con momentos de tu padre, entre ellos el momento de su enfermedad y el momento posterior. ¿Cómo surgió la decisión de escribir un libro sobre un tema tan movilizador?
Esas etapas tienen que ver con momentos de mi padre y también con momentos míos, y de nosotros. Cuando mi papá se enfermó yo volví a escribir, y también me mudé a otro país, y con la escritura algo empezó a pacificarse, aun con mucho dolor y también impotencia (yo vivo en Montevideo y mi papá vivía en Rosario) por no poder acompañar a mi papá como hubiera querido. El libro va de un invierno a otro, el año que mi papá sobrevivió a la enfermedad hasta que se murió. Cuando lo internaron y ya no estuvo consciente, escribía casi todo el tiempo. Era mi manera de estar con él, de traerlo, de despedirme. Una vez que murió,  seguí escribiendo porque no podía dejar de hacerlo, y no sólo sobre mi padre o para él, sino sobre otras cosas.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
No quedaron muchos poemas fuera del libro. Me aterraba que fueran cursis, que yo quedara demasiado pegada al sufrimiento. No quería que el libro fuera una especie de catarsis, un desahogo a secas, digamos. Tampoco quería que sólo hubiera muerte, mi papá muerto.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Si tengo que decir uno, me quedo con un poema de la primera parte del libro, un poema que es al mismo tiempo una escena que recuerdo con mucha precisión. Una mañana en la que iba a escuchar el parte médico que daban en la unidad de terapia intensiva había muchos perros tendidos en la vereda del hospital que ocupaba toda una manzana. Era una imagen tan hermosa en el medio de todo el dolor de esos días… Recuerdo que antes de entrar al hospital me quedé un rato mirando esos perros. Después escribí. Es un poema breve pero en esos momentos me dio mucha felicidad escribirlo:
En la cuadra del hospital
el sol traza una franja
de esquina a esquina.
Sobre esa línea
los perros duermen
sin amontonarse
en la luz del invierno.

En cuanto a si hay alguno que destaquen los lectores… el último poema de la primera parte:
Por última vez
había que subir a la terraza a destender
tu ropa.
Había que ver cómo algo tan simple
nos hería. 
Esa mañana contraria a las demás
la forma de tu cuerpo ondulaba en la soga,
el aire envejecido,
empastado de nada,
todo lo que no.
Queríamos decir mañana y no,
cielo celeste no,
ni vamos,
ni en un rato.
Lo único importante era esa ropa paralela
a la certeza enorme de tu muerte
en los oídos.
Podríamos haber velado directamente
la ropa tendida,
abrazados,
mientras soplaba ese viento desacostumbrado de junio
sobre el techo inocente de tu casa.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
Qué difícil. Yo diría que hay leer siempre a César Vallejo, a José Emilio Pacheco, a Diana Bellessi, a Eliseo Diego, a Juan L. Ortiz. Y a Derek Walcott, a W. Szymborska, a Yehuda Amijai, a S. Plath. A Montalbetti, a Bustriazo Ortiz, a Gianuzzi, a Arturo Carrera, a Leopoldo Castilla. Y a Denise León, Sonia Scarabelli, Elena Anníbali, Soledad Castresana, Carlos Battilana, Dolores Etchecopar, Julia Magistratti, Alejandra Correa, María Mascheroni, Pablo Romero. Y tantos más. 
Hay poetas que no han publicado libros todavía pero que son tremendos tremendos, como Fidel Maguna y Eleonora Larumbe, de Rosario.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Postales Japonesas?
Una amiga compartió unos poemas míos en Facebook y justo Andrés Nieva (de Postales Japonesas) los leyó y se interesó. Me escribió para preguntarme si tenía algún libro escrito para mandarle, y resulta que tenía dos. Le mandé primero Para que exista esa isla y me propuso trabajar juntos y editarlo. Muy generoso Andrés,  como editor y como lector.

¿Con qué se va a encontrar la persona que todavía no leyó tu libro? 
No sé si puedo responder eso porque ese libro es una experiencia, singular como toda experiencia. En Para que exista está mi papá, está el amor que nos tuvimos durante todos los años en los que vivimos al mismo tiempo, el amor ahora que él ya no está, y también están mi madre, mis hermanos, nuestras infancias, la vida en Rosario, aunque no nombre esa ciudad en los poemas. A veces pienso que también está la pregunta, nada original, acerca de qué es un padre y cómo escribirlo.

En unos meses sale un nuevo libro de tu autoría, ¿qué podés adelantar de dicha publicación?
Un amigo diría que es un libro de meteorología poética. Eso podría ser un adelanto (risas).

¿Tenés pensado escribir otro género literario?
No se me ocurre qué. De momento intento escribir poemas.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Sigo escribiendo. Una vez Carlos Battilana me dijo algo en relación a la publicación de libros de poesía, que me pareció maravilloso: “nadie espera nuestros libros”, y bien pensado esto produce una libertad enorme.




sábado, 21 de julio de 2018

Yanina Rafi: “El humor irónico, satírico me divierte mucho y yo soy un poco eso también”





La escritora Yanina Rafi habló con Entre Vidas acerca de su libro de poesía Objeto transicional que no tuve que publicará Halley Ediciones y cuya presentación oficial será el 18 de agosto en Río Grande provincia de Tierra del Fuego, lugar en el que vive la poeta.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Comenzar una entrevista con esa pregunta, me advierte que esto se viene divertido. Considero que soy la persona más ritualista del mundo, no logro sentarme a escribir sin antes haber prendido un palo santo, seleccionado la música adecuada, doy entre cinco y seis caminatas por la casa, hago la vela, la vertical, me observo en el espejo “pupilas adentro”  e incluso a veces bailo cigarrillo de por medio, una vez que arranqué puedo estar horas.
Siempre imagino que mis vecinos tienen una actividad familiar muy entretenida, sentarse a observar lo que hace la loca de enfrente, sería divertido observarme en ese proceso.

¿Con qué frecuencia escribís?
Intento hacerlo todos los días al menos un poquito, en general lo logro… voy a todos lados con una bitácora que hice con mis propias manos, todos los días hago anotaciones de ideas, palabras sueltas, sentimientos atados e inclusive acontecimientos del día. En mi cartera no puede faltar un lápiz. Debe ser si o si lápiz, porque si no se me ocurre nada que escribir me sirve para sujetar mi rodete. Parece un delirio todo esto, pero es muy real.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Hace un año atrás comencé un taller de acompañamiento poético, junto a Mariana Kruk. En aquel entonces, en las primeras conversaciones vía mail, yo decía: quiero escribir un libro, ya tengo algunos ensayos escritos y yo no soy del palo de la poesía. No me imaginé jamás que un año más tarde Mariana me diría: ok te mando el contrato de Halley Ediciones para publicar tu primer poemario. Fue una invitación armoniosamente musical que me llevó a inmiscuirme en un submundo paralelo, que adoro y no creo ser capaz de abandonar nunca más. 
La literatura en general estuvo en mi vida desde que tengo uso de razón. Mi mamá no quería comprar una tv para mi cuarto, para que yo no dejara de leer libros antes de dormir, en ese entonces tenía ocho años y es una costumbre que perduró en el tiempo.     

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Objeto transicional que no tuve?
¡Es todo un delirio místico! Surge de un poema que escribí hace unos cuatro meses aproximadamente, que lo titule de ese modo. Durante una o dos semanas sentí que no tenía nada más que decir, pero no abandonaba. Entonces me dedique a titular mis poemas del modo más excéntrico que encontrara. El humor irónico, satírico me divierte mucho y yo soy un poco eso también. La poesía no sólo es de “amor” y siempre digo que todo chiste tiene algo de real.

¿Cómo surge la elección del epígrafe, fragmento de Julio Cortázar?
Cortázar es mi primer amor y al primer amor siempre se regresa. Ese epígrafe me describe de una manera muy precisa. No tuve duda a la hora de elegirlo ya que sintetiza en pocas palabras el vaivén de mis poemas. Es un sube y baja de emociones.
   
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
¡Llegó ese gran día! en un primer momento creí que sería mucho más complejo de lo que resultó finalmente. Lo cierto es que tengo cerca de ciento veinte poemas escritos, por lo tanto quedarían muchos afuera y no podía decidir, fueron días enteros pensando cuales elegir y buscando estrategias rebuscadas de selección. Sin embargo llegó el momento, me senté frente a la pc, leí cada uno de ellos en voz alta y en una hoja fui anotando sí o no, al finalizar tenía el número redondo de “sí” cuarenta y cinco, justo el número pedido por la editorial. Más allá de la estrategia, el enfoque fue reunir esos cuarenta y cinco poemas que contaran mi proceso, que vieran la luz del día esos que describen el crecimiento, el fluir de la poeta que vive en mí. Inclusive el orden cronológico es exactamente el dispuesto en el libro.       
   
¿Cuál es tu poema preferido del libro?
¡Qué difícil! Hay muchos preferidos. Los hay tristes, otros con los que muero de risa sobre todo por la historia que los definió. Los de furia me encantan y también los hay de amor. Si tuviese que elegir sólo uno creo que podría ser:
Azules malditos:
Malas intenciones
costumbres dañadas
 irrupción que desequilibra.
Tus encelos sulfurosos
azules cristalinos
irreductibles.
Ser capaz de inmisuirme
en tus pensamientos,
en tus pesadillas,
comprender tu maldición.
Anidar en una nube
durante kilómetros de silencio
y de distancia,
planeado un abrazo
que nos lleve al paraíso.       

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
En principio podría decir que me nutro de lo que este leyendo en ese momento, hay un poema en el que hablo de la selección de libros de acuerdo a la rotación de la luna. De todos modos hay factores secundarios muy importantes, por ejemplo la música. No puedo escribir si no tengo música de fondo. El primer libro sucedió escuchando toda la discografía de Gabo Ferro. Objeto fue creado con jazz la mayor parte del tiempo y a la vez escribiendo canciones para las composiciones de mi novio.
También se encuentra presente el teatro, este año regresé a las tablas con dos presentaciones en una Varieté. Ansió más y seguramente las habrá. Me encienden, me conectan con la artista que vive en mí. En lo cotidiano es todo más estructurado y busco romper moldes, todo el tiempo.
Por último y no por ello menos importante, estar presente, meditar, observar lo que sucede a mí alrededor, observarme, escuchar lo que mi cuerpo y mi mente dicen, cuándo dicen.   
                 
¿Qué temas de los que todavía no escribiste te gustaría hacerlo en un futuro?
Hace un tiempo atrás me hice esta misma pregunta. Sucedió en esos días en los que todos hablaban de la sanción de ley a favor del aborto. Hablo en pasado por qué sucedió lo que yo pensé que iba a suceder, pasó la media sanción, pasó el mundial y nadie más continua argumentando a favor o en contra. Es muy interesante observar el comportamiento humano, en el cómo nos fanatizamos o no con una sensación, como no nos apropiamos del conocimiento, de la idea, de la cultura, de lo que nutre. Pensé en cuanto me gustaría hablar de temas sociales que nos incluyan a todos, y cómo lograr que no tengan una connotación política, ni fanatismos, ni bandos. Difícil tarea, sigo meditando en ello.         

¿Tenés pensado escribir algún libro de cuentos o novela?
Antes de comenzar a escribir poesía, escribí un libro titulado Sonata. Es un libro de ensayos el cual aún no fue publicado. Antes de finalizar ese libro se me ocurrió una historia para una novela. Una vez finalizado Sonata, comencé ese proyecto y al cabo de un mes, me dije: esta historia no sé a dónde va y no está resultando tan genial como ocurría en mi imaginación. La abandone y comencé a escribir exclusivamente poesía, cada tanto pienso en mis ensayos y los extraño.           

¿Qué libros o autores recomendarías leer? 
Principalmente Julio Cortázar, ya confesé mi amor por él, todos sus libros son recomendables. Amo con todo mi corazón Todo tiempo futuro fue peor, de Raúl Brasca y las novelas de Murakami una genialidad. Además podría decirte que en ese proceso de decidir escribir un libro y no morir de vergüenza, leí De qué hablo cuando hablo de escribir, me impulsó a hacerlo y no dejarlo nunca más. En definitiva creo que podría hacer una lista interminable de libros y autores… Girondo, Pizarnik, Galeano, Huxley, Kundera, Camus… lista no taxativa. Hay libros como el principito que no dejo de leer nunca y Pablo Bernasconi que descubrí por mi hija más pequeña, creo que lo amo más yo, que ella. Sin embargo no se trata de hacer listas, se trata de amar, de vibrar, de arder, cada persona siente y vive las historias de modo diferente y quizás para mi Brasca es una genialidad y a vos no te mueve ni un pelo, lo que vale es que la piel se erice, que no puedas dejar de leerlo y que llegado el final, te digas: quería más. Esa creo yo es la recomendación más valedera.           

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Halley Ediciones
Pienso en la palabra llegó de tu pregunta. Y no sé exactamente si es que algo llega o se va, me remite más bien a un hecho fortuito, a una casualidad. Y en lo que yo creo intensamente es en las causalidades. Es fundamental hablar del trabajo que realicé   hasta que Halley Ediciones propuso editarme. Desde hace un tiempo muy largo me planteé hacer de la escritura mi arte, mi oficio y por qué no mi profesión. No es mi profesión de base y por ello pienso que me queda mucho por recorrer y seguir aprendiendo. Una de mis premisas es nunca abandonar. Ser constante y la autoexigencia que me caracteriza. De algún modo en esta ocasión tiene una connotación positiva, sin ella no habría crecido del modo que lo hice. Cuándo todo eso sucedió Halley Ediciones me invitó a formar parte, es una de las cosas que más me enorgullecen y siento el verdadero placer de trabajar. Nunca es una carga, siempre es libertad.                 

¿Qué podés adelantar de la fecha de publicación y de la presentación?
La presentación será el 18 de agosto en Río Grande provincia de Tierra del Fuego, aún con lugar a definir y detalles “técnicos” pendientes. De los cuales mi editora dice: vos ocúpate de disfrutar. Por lo tanto puedo decirte y siguiendo esa máxima que estoy viviendo todo este proceso con mucha felicidad y a la vez pensando en cada detalle, viviendo con el anhelo de que sea una verdadera fiesta, habrá música en vivo, lectura de mis poemas por personas que quiero mucho y muchos brindis. Hace unos días atrás, con el adelanto en las redes sociales de uno de mis poemas, una persona me hizo saber que mi poema “lo había tocado” y pensé en esto: el resultado más esperado de todo este proceso es que al menos algunos lectores, sientan el calor profundo de Objeto trasnacional que no tuve, como el de las aguas termales. 

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Sigo trabajando en poesía, a pesar de la publicación nunca dejé de escribir. Sin embargo aprendí del libro anterior que apresurarme a pensar en otro proyecto a la vez, no es bueno para el actual ni para el que viene. Imaginate que cuando eso sucedió, luego terminé abandonándolo. Además siento que todo el proceso desde la firma del contrato hasta la presentación es digno de vivirlo a contrapelo, con todas las emociones a piel. Hay momentos de mucha emoción, de alegría, inclusive de cansancio. El momento de corregir, volver a leer una y otra vez fue agotador, pero no por ello menos hermoso. El ultimo mail a Mariana fue: ok aplico la máxima, abandono la corrección.               
De todos modos soy una persona inquieta, muy perseverante y vivo en Tierra del Fuego, con diecisiete grados bajo cero de sensación térmica, toda una sensación para lo cual Murakami diría: “no pasa nada por perder un poco el juicio, pero como mínimo hay que mantener la conciencia de que se ha perdido”   



Melina Pogorelsky: “Lo bueno de escribir una novela breve es que las primeras repercusiones llegaron pronto”






La escritora Melina Pogorelsky luego de dedicarse a escribir libros juveniles acaba de publicar su primera novela para adultos llamada Subacuática con Odelia Editora. Además, la autora señaló que está trabajando junto a una artista plástica en un libro de poemas que escribió durante su segundo embarazo.




PH Jazmín Teijeiro



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Poquísimos. Lo que más necesito es tiempo. Suelo escribir entre el mediodía y las cuatro de la tarde. Tengo un taller precioso y con mucha luz, que es donde escribo. Pero me gusta llevarme la compu y escribir en bares también.

¿Con qué frecuencia escribís?
Depende el momento, depende del proyecto. Por lo general siempre tengo dos proyectos de escritura en simultáneo, bien distintos, y voy y vengo. Hay épocas en las que “escribo” a diario. Bah, abro el documento, corrijo, tomo notas. Hay épocas en que casi no escribo.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela Subacuática?
La pregunta de qué pasaría con una mujer que muere tras un parto. Qué le pasaría al hombre, qué pasa con esa beba, qué pasa con ella misma. De ahí partí. Eso me venía repiqueteando en la cabeza.  Y también apareció la imagen del Pullboy, que es un elemento que se usa en natación para practicar solamente la brazada.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Durante el proceso de escritura la llamé “Pullboy”, que es como finalmente se llama una de las tres partes, la de Pablo. Me interesaba ese elemento por lo mismo que aparece en uno de los capítulos:
“Sin embargo, la primera vez que usó el pullboy fue otra cosa. Ese esfuerzo en avanzar solo a través de la brazada, las piernas muertas y aun así balanceándose suavemente… La fuerza de los brazos, la rotación del torso, avanzar sin piernas. Pero avanzar. Romper la superficie del agua en cada brazada, remar; remarla. Con el pullboy no podía seguir jugando a no pensar en nada.”
Pero, cuando terminé la novela, fue bastante evidente que tenía que llamarse “Subacuática”, que es una palabra que cobra sentido al leer hasta el final y que sentí que marcaba el pulso de toda la novela.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con Odelia Editora?
Yo venía siguiendo el trabajo de las chicas desde el primer libro. Me llamaba la atención la belleza y calidad de sus tapas, el catálogo, todo. Empecé a ver los libros de Odelia en varias librerías y me gustó descubrir una editorial chica, nueva y con tanto movimiento. Conocía a María Eugenia Krauss, una de las editoras y la contacté para preguntarle si estaban recibiendo material. Después fue todo amor total, de ambos lados. De ellas hacia la novela y de mí hacia ellas. Nos reunimos una primera vez y yo quedé maravillada con ese equipo de mujeres apasionadas y tan profesionales. Es un placer haber sido publicada por ellas.

Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
Creo que con una historia, o varias historias, para acompañar en la corriente. Con personajes que se mueven como pueden, pero poniendo el cuerpo. Una novela de amor y de agua.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Lo bueno de escribir una novela breve es que las primeras repercusiones llegaron pronto. La mayoría va por el lado de que lo leyeron sin poder parar, que se rieron y que lloraron. ¡Yo no sé si agradecer o pedir disculpas!

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
La verdad es que no pienso mucho en términos de temas. Por lo general me aparecen primero los personajes y los voy siguiendo. Vamos viendo…

¿Cómo fue el proceso de pasar de escribir libros juveniles a tu primera novela para adultos?
Fue muy natural. El proceso de escritura fue igual. Con las diferencias que siempre surgen por las particularidades de cada texto, claro. Pero no me pasó algo diferente porque el público de esta novela fuera adulto. Sí sentí más pudor o miedo con la idea de la circulación del libro, pero no sabría decir si tiene que ver con el público o sino más bien con que es mi libro más triste en algún punto, y el efecto que eso puede causar es algo distinto a lo que me venía pasando.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Del ambiente literario ya tengo lo mejor. Logré publicar casi todos los libros que quería que circularan. Hice buenas amigas y conocí de cerca a gente que admiro mucho, mucho. Yo ya gané.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Hace poco leí y me encantó Hay gente que no sabe lo que hace de Alejandra Zina. También me recomendaron y me gustó mucho El idioma materno de Fabio Morabito. La ilusión de los mamíferos de Julián López y El padrino de Florencia Gattari y Alberto Rojas Apel.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy en una extraña pausa en la escritura. Trabajando junto a una amiga artista plástica en un libro de poemas que escribí durante mi segundo embarazo y con el bebé chiquito, un proyecto muy amoroso y personal que tal vez algún día tome forma de libro.



martes, 17 de julio de 2018

Pablo Méndez: “Los que hacemos Solo Tempestad no la vemos como una simple revista de reseñas”





El periodista y escritor Pablo Méndez habló con Entre Vidas acerca del flamante portal de reseñas de libros Solo Tempestad, del ciclo literario Poesía a la Parrilla y de los proyectos entre los que se encuentran una novela aún inédita y una recopilación de cuentos que escribió en estos últimos tres años.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales. Lo que ocurre antes de escribir es un proceso: primero una idea, un personaje, un paisaje, o una línea de diálogo; después armar una historia a partir de eso, pero que no es suficiente; en determinado momento algo hace click, y conduce esa historia a un lugar que no es ni el que quiero, ni el que pensé con antelación, ni lo que debería ser, ese click es el que pone lo que se fue armando en mi cabeza en otra dimensión. Ahí es dónde empiezo a escribir. El resultado de esa escritura de ahí en más es un esfuerzo desmedido, y muchas veces con horizonte imposible, por llegar a esa dimensión. Lo contextual de esa previa a la hora de escribir es circunstancial. Hasta podría ser una reversión de la frase de Lennon: La escritura es aquello que sucede mientras estamos mirando nuestra vida.

¿Con qué frecuencia escribís?
Hace veinte años que trabajo como periodista. Escribo todo el tiempo, y mucho de eso que escribo es caldo de cultivo de la forma de lo que escribo, es como un laboratorio del estilo. Escribí en periodismo, escribí papers académicos, escribí guiones cuando estudiaba cine. Todo eso me sirve para jugar cuando escribo ficción, soy cómo una especie de estratega que quiero imponer una táctica para engañar a la historia. Pero siempre pierde.

¿Cómo surge la idea de crear el portal de reseñas de libros Solo Tempestad?
Como surgen las ideas y cuando pensás que es un proyecto normal y común le vas imprimiendo algo que salga de la regla. Los que hacemos Solo Tempestad no la vemos como una simple revista de reseñas, nos gusta pensar que día a día le vamos agregando significación a un concepto que puede derivar en múltiples lugares. es por eso que comunicamos de la forma que comunicamos, tomamos el riesgo de hacer reseñas que en otros lados sería imposible publicar, y por supuesto tratamos de salir de ese lugar tan oxidado que es la intelectualidad. Para exagerar con un ejemplo: no necesitamos ni la imagen ni un discurso estereotipado para tener rigurosidad intelectual. Solo Tempestad es una web de reseñas, aunque podría ser una banda de rock, una editorial o una banda de ladrones de bancos con máscaras de escritores.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores del portal?
La verdad muy buena. Somos una de las referencias ineludibles a la hora de hablar de reseñas. Con ayuda de las redes sociales, a veces con una forma no común de crear estrategias de comunicación, logramos un número considerable de lectores y seguidores. Nuestra web es sumamente consultada incluso por libreros para conocer nuevas editoriales. Es importante decir que gran parte de las reseñas son de editoriales independientes.

¿Qué reseñas del portal recomendarías?
Las más locas. Tenemos reseñas integrales donde hacemos un panel de varios libros de un mismo autor, reseñas escritas en primera, segunda y tercera persona, también una reseña que cambia cada vez que uno pincha el link, reseñas con forma de diálogo, especiales dedicados al terror y algo que nos gusta mucho: todos los años en el día del niño hacemos un especial donde participan hijos, sobrinos y nietos reseñando libros infantiles.

¿Con qué género literario te sentís más cómodo?
Qué difícil. Quizás lo que más me entretiene es escribir cuentos, aunque ahora estoy con una novela. Pero la verdad me gusta experimentar en géneros casi desconocidos para mí, hace un tiempo estoy escribiendo poesía.

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
De muchos, creo que a mi generación la dictadura la atravesó simbólicamente, nací en el 77, y hay algo de esa cultura siniestra que mi generación tuvo que sacudirse en el mejor de los casos, creo que soy parte de una generación que tuco que acercarse a lo político, al concepto de ideología, a tratar de formar una utopía desde cero. Porque nacimos con el disco rígido reseteado. Fui una persona que busco en la música, en la literatura, en el cine una forma de expresarse fuera del fin de las ideas de los 90, donde mi generación pasó quizás esa época de absorción cultural más intensa, la adolescencia.

¿Hay posibilidades de ver un libro tuyo publicado próximamente? ¿Podés adelantar algo?
Todo es posible. Estoy escribiendo una novela y tengo otra punteada. Estoy recopilando los cuentos que escribí en estos últimos tres años y darles la forma de un libro. Hace tiempo ya que estoy investigando y juntando material para un libro de ensayos sobre el vínculo entre la literatura y el rock. Y además como dije antes estoy cometiendo la osadía de escribir poemas. Supongo que de todo eso algo saldrá. Mientras me convocan a antologías de cuentos en las que participo para justificar el título de escritor.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario y qué objetivos te fijaste con Solo Tempestad?
Como escritor es simple, uno quiere publicar y que lo lean. Con Solo Tempestad quizás el objetivo principal es hacer ruido, y no lo digo en sentido figurado, lo digo en la más pura literalidad del término. Tenemos un espíritu muy punk.

¿Cómo anda el ciclo literario Poesía a la Parrilla?
Es un ciclo que se mantiene desde hace tiempo, en septiembre cumplirá 5 años. Lo que ofrece el ciclo es muy simple: hay una selección de los lectores que responde a algo muy pensado, hay una curaduría, los escritores que elegimos tienen un vínculo entre sí aunque ellos no lo sepan, hay una comunicación interna entre los lectores, una asociación que no siempre tiene que ver con el género o la temática. Es allí donde queremos hacer la diferencia con los demás ciclos. Atendemos a los escritores como retales invitados. Además tenemos una parrilla de verdad y muy buena música. El lugar, la librería y editorial Notanpüan, es la esencia del ciclo, un lugar ajena a la ciudad de la furia.

¿A qué escritores de los que todavía no fueron te gustaría invitar para próximas ediciones? 
La verdad nos encantaría tener alguna visita internacional. A veces el deseo no es el paso previo a la consumación, a veces es la consumación misma. Solo eso puedo decir.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Voy a nombrar escritores que leí y que no podría seguir pensando en la literatura si ellos dejaran de escribir. Juan Mattio, Yamila Bêgne, Martín Sancia, Mariano Quirós, Leila Guerriero, Hebe Uhart.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Muchos de los que depende mi silencio para que se realicen. Pero puedo inventar uno para no quedar tan antipático: junto con un grupo de alumnos de la Facultad de Ingeniería estoy armando un dispositivo para extirpar el ego de los escritores, lo vamos a presentar en la feria de inventos de Frankfurt a finales de este año.



lunes, 9 de julio de 2018

Ariel Urquiza: “De a poco fui armando un rompecabezas en el que cada cuento era una pieza”





El escritor Ariel Urquiza habló con Entre Vidas de su flamante libro de cuentos No hay risas en el cielo publicado por la editorial Corregidor y adelantó que su nuevo libro transcurre a lo largo de la noche y su protagonista es un actor que paradójicamente no actúa.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Un café, no más rituales que ese.

¿Con qué frecuencia escribís?
Cuando estoy en medio de un texto de cierta longitud, suelo escribir diariamente. Dos, tres, cuatro horas. En algunos casos más. Lo mismo cuando estoy en el período de rescritura de capítulos o secciones que quiero mejorar. Pero cuando recién empiezo un texto todo es más lento y me cuesta más. Puedo pasar semanas o incluso meses sin escribir, o escribir un par de horas un día y recién retomar varios días después.

¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen en tu libro No hay risas en el cielo?
Fue después de terminar el segundo cuento que decidí escribir una serie de historias relacionadas entre sí.  De a poco fui armando un rompecabezas en el que cada cuento era una pieza. Hubo, sí, un par de cuentos que dejé afuera porque no me convencían. Y también otros cuatro o cinco cuentos que quedaron por la mitad. De hecho, el primer cuento de la serie nunca lo terminé de escribir. El disparador de ese cuento había sido una imagen que había visto en Internet: dos soldados de un cartel que habían sido acribillados y cuyas manos se rozaban, como si uno hubiera buscado la mano del otro antes de morir. Creo que podría decir que de esa imagen nació todo. Pero el cuento que había empezado a delinear a partir de esa imagen nunca pude cerrarlo. Llegó un momento en que me pareció que no tenía sentido, porque el conjunto de cuentos habían ido en otra dirección y esa primera pieza ya no encajaba.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
La verdad es que no se me ocurría ningún nombre. Un día estaba revisando cuentos míos viejos, cuentos que con el tiempo fui desechando, y encontré uno que se llamaba así. Y decidí usar ese título para el libro.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Mi preferido podría ser el último: “Buscar una sombra”. Y también “¿Por qué estamos aquí?”, que tal vez no sea de los mejores pero me simpatiza el cambio que se produce en la mitad. Que cambie completamente de dirección. El gusto de los lectores está dividido. Todos me nombran un cuento diferente.

¿Cómo fue el trabajo en cuanto a los diálogos y al dialecto mexicano que aparecen en los textos?
Los diálogos simplemente se me presentan. Tengo a los personajes, al menos un esbozo, y los escucho hablar. Los dejo fluir. A menudo terminan siendo diferentes a como los imaginaba en un principio. La idea es dejarlos ser, no juzgarlos. No usarlos para bajar línea ni nada de eso. Es más bien como espiar en una habitación. Y en cuanto a los modismos mexicanos, fue complicado. Muchas de las expresiones las conocía de la época en que trabajé dando servicio técnico a clientes mexicanos. Otros, los más relacionados con el mundo del narcotráfico, los tomé de documentales, de películas, de foros de Internet, de libros.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Corregidor?
Por medio de Nicole Witt, mi agente literaria. Ella se conectó con Corregidor y les acercó mi libro. Cuando Nicole me dijo que en Corregidor estaban interesados, no lo dudé.

¿Por qué decidiste que el libro tenga como uno de los temas predominantes el del narcotráfico? ¿Qué trabajo de investigación realizaste?
Como decía antes, todo surgió de un cuento. Un cuento que de hecho nunca terminé de escribir. Pensaba que en el mejor de los casos iba a ser un cuento aislado, pero terminó dando lugar a una serie de relatos. En algún punto pensé en escribir una novela, pero el formato de una serie de cuentos se adecuaba más a lo que tenía en mente. Además, con los cuentos podía ir armando una historia más amplia, pero al revés no iba a ser posible. Lo que más investigué fue la forma de hablar de los personajes. Tanto en lo que refiere a los modismos mexicanos y peruanos como al registro de algunos de los personajes. O ciertas expresiones propias del ambiente. Pero por otro lado, la idea no era hacer un libro que fuera un espejo de la realidad del mundo del narcotráfico. Más bien quería usar ese contexto para dar lugar a historias de situaciones límites. El mundo del narcotráfico en cierto modo es un pretexto. Es el escenario que da lugar a que la ficción ocurra.  Tal vez algunas personas piensen que escribir un libro relacionado con el narcotráfico sin ser un verdadero conocedor es un error, pero yo creo que si uno quiere investigar sobre el narcotráfico y llevar ese mundo a un libro, lo mejor sería escribir una crónica, una investigación, o a lo sumo una nonfiction basada en hechos reales. Mi intención era otra. Por dar un ejemplo, y sin ninguna intención de establecer comparaciones, no creo que Borges investigara sobre los malevos para escribir sus cuentos. Nada más lejano a su mundo. Pero él extrapolaba esa realidad a su literatura para crear ficciones.

En el libro aparecen temas como el machismo, la traición, etc. ¿Qué temas de los que todavía no escribiste tenés pensando hacerlo a futuro? 
El machismo y la traición no podían faltar, dada la temática. Pero no son temas recurrentes en mi escritura. Un par de temas que me interesan son la identidad y los rituales que establecemos para maquillar el sinsentido.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Los últimos 5 libros que leí me gustaron mucho: Magnetizado de Carlos Busqued, Deslinde de Debret Viana, Black Water de Joyce Carol Oates, Shunga de Martin Sancia Kawamichi y La convención de Débora Mundani.

¿Qué podés adelantar de tu próximo libro?
Es una novela en la que todo transcurre a lo largo de una noche. El protagonista es un actor. Paradójicamente es un actor que no actúa. Y no me refiero al hecho de que hace un tiempo que no interpreta ninguna obra, lo cual también es cierto, sino a que se deja llevar por la situación sin actuar, sin hacer nada para enderezar su destino. Y al mismo tiempo se lo puede ver como un actor de tiempo completo que sufre una rara forma de deformación profesional.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo una novela dando vueltas por ahí. Es un poco escurridiza. Y también hay un proyecto de obra de teatro. Un unipersonal. La protagonista es una mujer de mediana edad.



Adela Sánchez Avelino: “Quisiera ahora abordar temas con protagonistas masculinos”




La escritora Adela Sánchez Avelino habló con Entre Vidas acerca de su el libro de cuentos El mar de noche, publicado con Indie Libros y contó que le puso ese nombre ya que para ella el mar de noche está lleno de pasiones encontradas y misterio. Además, adelantó que está escribiendo sobre un pistolero urbano y que calcula que será una nouvelle.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
En general ninguno. Escribo en cualquier lado. Si me preparo, es de noche y estoy en casa, me sirvo un vodka, un whisky o un tequila.

¿Con qué frecuencia escribís?
Trato de escribir todos los días. No siempre lo logro, jaja.

¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen en tu libro El mar de noche?
Los fui escribiendo y cerré un conjunto para participar de un concurso del FNA, ese fue el germen del libro.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Porque adoro el mar. El mar de noche a su vez está para mí lleno de pasiones encontradas y misterio.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
De lo que nos pasa diariamente. De lo que me preocupa y hace sufrir. De eso que me desvela y me pone en carne viva: el amor, los afectos, la familia, por ejemplo.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
No sé si tengo un preferido. Son todos “hijos de papel” distintos. Los lectores eligen: “Veinte años…”, “La última catedral de Europa”, “Lazo invisible”, “Como el mar de noche”.

¿Cómo surgió la posibilidad de editar el libro con Indie Libros?
De una entrevista con Esteban Castromán que es un genio y me habló de la plataforma digital. El proyecto me encantó y le pedí que también hubiera una versión papel. Tamara Herraiz y Patricio Zunini también me ayudaron mucho.

¿De qué tema todavía no escribiste y te gustaría hacerlo pronto?
Quisiera ahora abordar temas con protagonistas masculinos. Estoy escribiendo sobre un pistolero urbano que se las trae, supongo que será una nouvelle y más cuentos.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Soy una lectura voraz. Leo de todo. Autores: Carver, Capote, Lispector, la literatura japonesa…son los primeros que surgen… Argentinos y actuales: Consiglio, Bermani, Enriquez, Pauls, Schebwlin, Falco, Kawamichi, Sardegna, Kamiya, Giaconi, Uhart, Rubio, Mairal, Busqued, García Lao y seguro olvido miles…

¿Qué podés contar del Café literario que organizás?
Es un microemprendimiento en el que nos juntamos a leer y escribir en el área de recoleta y/o tribunales. La idea es pasar un rato agradable acompañados de buena literatura e interrogarnos por los temas que van surgiendo nos resuenan y conmueven. También organizo charlas con escritores, vinieron por ejemplo: Kawamichi, Docampo, Mairal, Zunini y Busqued entre otros. La idea es vivir la literatura y compartir la experiencia. Yo propongo temas y autores pero los asistentes también pueden hacerlo, es abierto. Mi página web es www.cafeliterarioadela.com.ar

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En el pistolero urbano de que ya te comenté que casi seguro será una nouvelle y en nuevos cuentos. Escribir se ha vuelto como respirar.



Ariel Basile: “No me cierro en cuanto a temas”





El escritor Ariel Basile publicó la novela Por la banquina con Ediciones Smug y el libro de cuentos Trabajos de oficina y habló con Entre Vidas de ambas publicaciones y adelantó que tiene una nueva novela terminada que actualmente busca editorial.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Hoy no tengo rituales. Quizás porque tampoco tengo horarios tan fijos para escribir, ni lugares. Puedo escribir en un cuaderno en un bar al mediodía, o una noche en la PC en mi casa.

¿Con qué frecuencia escribís?
Tengo un plan -que nunca cumplo-, de escribir cuatro veces por semana: dos días a la mañana y dos días a la noche. Tengo que obligarme y evitar todas las distracciones. Me cuesta encontrar una rutina, hacerme el hábito, pese a que estoy convencido de que el hábito es la única forma de avanzar en la literatura. Durante mucho tiempo escribí de noche, tarde. Pero desde que fui papá en esos horarios lo único que quiero es dormir. La realidad es que hoy escribo menos de lo recomendable.

¿Cuál fue la imagen disparadora de tu novela Por la banquina?
La de un flaco de poco más de veinte años que allá post crisis 2001 (la novela la empecé en 2002) lo despiden de su trabajo en una empresa donde era oficinista y decide ir a un pueblo para hacerse pasar por un futbolista que tiene su mismo nombre. El verdadero había sido un jugador de paso fugaz por primera división y que estaba deambulando por una liga muy menor de Europa. Lo empecé como un cuento, con la idea de que después se encadenara con otros con el mismo personaje. Derivó en novela. La imagen disparadora no hubiera funcionado en un contexto posterior. La explosión de Internet, Wikipedia y los teléfonos inteligentes hubiese tornado inverosímil buena parte de la historia.

¿Por qué le pusiste ese nombre?
Porque en la novela pasan muchas cosas en la ruta. Y el personaje nunca logra reencausar su rumbo. Va y viene. No es un delincuente, pero orilla el delito. Petrusi se mueve por los márgenes, siempre cerca de entrar de nuevo al sistema pero también a punto de salir definitivamente. La banquina expresa ese margen.

¿Cómo te llega la posibilidad de publicar con Ediciones Simurg?
Es la gran pregunta que nos hicimos todos los escritores con un primer texto definitivo que estimábamos publicable: ¿qué hago ahora? En mi caso, tomé cinco editoriales. Alguna muy grande, otras de moda y un par independientes pero con un catálogo que me parecía interesante y bien literario. Entre estas últimas estaba Simurg, que había publicado a autores con prestigio, en muchos casos obtenido después de haber pasado por la editorial. Presenté el original y el editor, Gastón Gallo, me dio el ok para avanzar.

¿Para el que todavía no leyó tu novela qué podrías adelantar de la historia?
Desde esa imagen disparadora, donde el protagonista roba una identidad casi como una broma, las cosas empiezan a salirle mal. O a descubrirlo, mejor dicho. Y empieza a huir, y en esa huída Petrusi vuelve a hacer macanas, ya como una forma de subsistir. El protagonista encara un road movie, en algunos casos con socios con tantos matices como los de él, donde siempre busca ser Otro. Pero llega un punto en que esa tensión, que por momentos roza lo absurdo y lo cómico, le cae encima y tiene que tomar decisiones en apariencia definitivas.

¿Qué tenés del protagonista Diego Petrusi?
Como Petrusi, en algún momento tuve las ganas de dejar de ser oficinista, que suele ser un trabajo rutinario, de pocos sobresaltos. También eran años difíciles, porque estaba en pleno 2002. Esa novela la empecé a escribir con 22 años y para esos tiempos yo trabajaba en un banco, a persianas bajas por las protestas contra el Corralito. En un punto, Petrusi es el opuesto a todo eso. Y la libertad de ser lo que quisiera y que todo sea posible tiene que ver con aquellos veintipocos en un contexto bastante particular para el país.

El personaje es un chanta pero de esos queribles. ¿Te basaste en alguien en particular para la construcción Petrusi?
No. De nadie en particular. Y a su vez de todos los chantas que me rodeaban y me rodean. Incluido yo mismo. Después, ya en tren de composición del personaje, hice un esfuerzo deliberado porque el personaje tuviera esas ambigüedades. Si tuviera que definir un objetivo cumplido con la novela sería ese: crear un personaje que no es lineal, y que fue leído de distintas formas por cada lector, en toda la gama que puede entrar entre el cariño y el odio.

Luego, publicaste a través de la misma editorial el libro de cuentos Trabajos de oficina. ¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen?
No me fue difícil. Porque el libro fue el resultado de haber tenido muchos cuentos escritos. No me puse a escribir cuentos para componer un libro. Entonces, un día me encontré con cuarenta cuentos terminados o casi terminados. Algunos eran decididamente descartables, otros me gustaban y quería publicarlos, y un tercer bando era el de los textos sobre los que tenía dudas. De esos tuve que descartar algunos a los que les tenía simpatía y un par quedaron adentro del libro. Pero el proceso prácticamente decantó solo.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Es variado. No me cierro en cuanto a temas. Sí trato de escribir, o me siento más cómodo, con ambientes que me sean familiares. Pero en los cuentos hay un collage muy grande, y eso lo vi como un problema cuando publiqué Trabajos de Oficina, porque no encontraba una línea clara que uniera a todos los textos. Después vi que hay ejemplos de sobra de cuentistas que tienen relatos variados en un mismo libro y me despreocupé. En especial en los cuentos tomo temas como la amistad, el fútbol, relaciones de parejas, la represión, lo fantásticos, lo barrial, etcétera.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
A mí me gustan Cabeza de turco, Trabajos de oficina, Musuppapa. Los lectores me hablaron más de Chau, Garrafa, Fuego Amigo, la isla.

En varios de tus cuentos aparece el fútbol. ¿Cuál tu vínculo con ese deporte?
Es fuerte en varios sentidos. Como hincha, me considero enfermo por San Lorenzo. Voy a la cancha desde que tengo uso de razón, y además es un espacio que comparto con mi viejo, con muchos de mis grandes amigos y al que ahora se empiezan a sumar nuestros hijos. Una derrota de San Lorenzo puede cagarme la semana. Como intento de jugador, jugué desde muy chico. Hice amigos que sigo viendo 30 años después, con quienes nos conocimos en el recreativo de San Lorenzo a los 7 años y luego compartimos equipo en clubes de babyfútbol. A los 17 abandoné las inferiores, cansado de viajar y de entrenar. Hoy, pisando los 40, sigo jugando en un estado físico bastante deplorable en torneos de cancha de 11 con un equipo que creamos en 2005 con amigos: Gladiadores de Pompeya. Lo tomamos bastante en serio pero nunca perdimos la esencia de compartir momentos, divertirnos y tratar de volver a ser chicos al menos dos horas a la semana.

¿Qué escritores argentinos recomendarías leer?
Soy muy pegado a los clásicos. Me cuesta innovar. Me gustan mucho Marechal, Jorge Asís, Soriano, Puig, Humberto Costantini, Guillermo Martínez. Me parece bueno volver cada tanto a Borges y Cortázar. De los jóvenes: Samanta Schweblin. Nada sorprendente ni muy original.

¿Qué objetivos tenes dentro del ambiente literario?
No me planteo objetivos. Suena tribunero, pero la única meta que me pongo es la de escribir con cierta frecuencia. No tengo ninguna táctica de posicionamiento en el campo literario. No me desvela. El ambiente literario, como lugar de relacionamiento, me es ajeno. Sí traté de hacerle llegar mis libros a escritores que me gustan, con buenas devoluciones. Fue mi forma de canalizar esa cuestión del ego, tan presente en la literatura.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo una novela terminada y estoy en búsqueda de editorial. También tengo varias ideas de cuentos, pero me está costando encontrar los tiempos para darle continuidad a la escritura.



Ernesto Kullock: “Estoy empezando el guión del que ojalá sea mi primer largometraje”




El escritor Ernesto Kullock habló con Entre Vidas acerca de su novela Veneno para hormigas publicada por Factótum Ediciones y adelantó que está corrigiendo su obra de microteatro Todos los Díaz y escribiendo el libreto de Basural, una ópera de cámara cuya música compone Leonora Arbiser.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Según la etapa de escritura. Cuando estoy a la caza de ideas me gusta mucho sentarme en bares a observar a la gente. Tomo notas, me imagino lo que les pasa, robo pedazos de conversaciones que termino completar en mi cabeza. Después, a la hora de sentarme a escribir en la compu, a desarrollar, también suelo darle al café con leche antes de empezar, o unas secas disparadoras.

¿Con qué frecuencia escribís?
Mmmm. Con menos frecuencia de la que me gustaría. Pero según el formato. A veces, en la concepción de un guión o una obra de microteatro avanzo un montón de a pequeños pasos. Una observación oportuna, una idea que se manifiesta y ya no se puede eludir, mantienen el ritmo. Aunque no estés sentado frente al teclado generando x cantidad de palabras promedio. Pero no escribo todos los días.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela Veneno para hormigas?
No se si podría precisar una sola imagen, pero la sensación que me contagió a escribirla es la que transmiten las ciudades balnearias apenas termina la temporada. Ese vacío triste y extrañado, tan contrastable a los días previos. Y cierta memoria emotiva desarrollada durante mi infancia: con mi familia veraneábamos en casas de alquiler, que cambiaban año tras año. Ello me dio la chance de irme a dormir en diferentes habitaciones, desayunar en cocinas ajenas, ver entrar la luz por ventanas que no volverían a ser la mía.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Se iba a llamar Fin de Temporada, un nombre bastante bobo por cierto, y en un domingo de Bombonera recibo un mensaje de mi editora -Andrea Stefanoni- mostrándome la tapa de una novela argentina recién editada: Final de Temporada. Así que, afortunadamente, no tuve más remedio que ponerme a buscar nombres alternativos, cosa que siempre me resultó interesante.    Y lo hice a partir de la ocupación principal del protagonista que se convierte en jardinero, hasta dar con Veneno para Hormigas, que me pareció un nombre sugerente y de algún modo simbólico.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con Factótum Ediciones?
Hace algunos años conocí a Luisa Kuliok. Somos primos segundos, pero nunca nos habíamos cruzado. Ella me habló de Andrea y a mí me atraía muchísimo Factótum. Le mandé el manuscrito y a los tres meses me citó en el Ateneo Grand Splendid. Un sueño. Allí mismo conocí a Luis Mey, que era su autor más fuerte y secuaz, él también me apoyó mucho a lo largo del proceso. Creo que fui muy afortunado, me encontré en el momento justo con la gente indicada.

Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
A ese inconmensurable número de gente solo puedo decirle que espero no defraudarlo. Hoy en día encontrar un ratito para dedicarle a la lectura y habiendo tantas cosas maravillosas por leer, si la casualidad o un malentendido los llevó hasta mi humilde novelita, ojalá la disfruten.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Buena onda en general. Amigos que se aventuraron por la amistad cosechada en áreas no literarias y salieron airosos de la experiencia, sorprendidos de haberse enganchado con la trama. Gente que lee seguido y le gustó; Un licenciado en filosofía que me dijo que esperaba más, algún planteo, una idea más fuerte... Lo más simpático y ridículo de todo fue que varios me sugirieron que podría continuar la historia, que se habían quedado con ganas de saber que había sido de la suerte del protagonista. Incluso alguno me comentó de qué manera se imaginaba que podría retomarlo. Muy Netflix la cosa. Jajaja! 

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
Vampirismo. Estoy empezando el guión del que ojalá sea mi primer largometraje.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Tengo algunos amigos escritores, no muchos, pero no me siento parte de un ambiente literario, que quizás se conforme de gente que sí se encuentra y reúne a menudo en lecturas, presentaciones o ferias, que reflexiona y defiende los intereses del caso. El espíritu de grupo está bien, siento lógicamente identificación con la gente que trata de expresarse e incluso sobrevivir a través de la escritura. Pero soy un sapo de otro pozo en casi todas partes, no soy del todo ni escritor, ni dramaturgo ni guionista; y a la vez un poco de todo eso. Si tengo que definir un objetivo: solo quiero que me quieran.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Canadá, de Richard Ford; La violencia está en nosotros, de James Dickey.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Corrijo Todos los Díaz una obra de microteatro que me encargaron que desarrolle para la campaña de concientización sobre el Alzheimer que se hace anualmente en el país, un proyecto súper interesante que lidera Sergio Pollaccia (Amen Argentina)
Y en paralelo también estoy escribiendo el libreto de Basural, una ópera de cámara cuya música compone Leonora Arbiser. Una aventura preciosa.


Gabriela Urrutibehety: “La idea del libro es contagiar pasión por la lectura”




La escritora Gabriela Urrutibehety publicó el libro Tres tipos ¿difíciles? con la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata en el que buscó acercar a los chicos a la lectura de tres importantes autores como Girondo, Borges y Arlt. Además, la autora adelantó que está terminando una novela que trata del problema del tiempo, anclado en una trama de tipo policial fantástico.


¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Pocos. A mano puedo tomar notas, pero el trabajo “efectivo” lo hago en la compu: muchas veces siento que tengo las neuronas en las yemas de los dedos y que las ideas salen de ahí derechito a la pantalla. Tengo un lugar de la casa que me permite aislarme y eso está buenísimo, pero si no hay otro remedio, puedo escribir donde sea.

¿Con qué frecuencia escribís?
Trato de escribir todos los días. Es una gimnasia que me impongo y que tiene, a veces, mucho de entrenamiento y poco de “resultado”. El periodismo me ayuda, aun en lo que pueda tener de rutinario, porque siempre estás contando una historia. Y, en definitiva, es la rutina la que te permite transitar con menos angustia los períodos de bloqueo creativo.

¿Cómo surge la idea de tu libro Tres tipos ¿difíciles? ¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata
El libro parte de una convocatoria de la Universidad de La Plata para presentar trabajos de divulgación científica destinados a adolescentes. Sin ponerme a pensar demasiado en lo de “científica” traté de poner en un libro lo que durante años hice como profesora con los chicos del secundario: tratar de acercarlos a la literatura, tratar de contagiarles mi pasión por la lectura. Afortunadamente, la editora es Graciela Falbo, alguien que tampoco equiparó “científico” a “ciencias duras” y consideró que era un proyecto interesante para abrir una colección que se llama Abrepreguntas.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Porque es lo primero que te dicen cuando planteás estas lecturas. Hay un mito que lleva a desacreditar ciertos autores por “difíciles”. Es obvio que no son sencillos, pero en el tránsito por las lecturas “difíciles” hay un inmenso placer que muchas veces, en nombre de vaya a saber qué criterio pedagógico, se les escatima a los chicos y se impone en la sociedad.

¿Por qué elegiste a Girondo, Borges y Arlt?
Porque los tres son representantes de un período crucial de la literatura argentina, porque fueron contemporáneos aunque plantearon estéticas diferentes y, más que todo, porque son tres escritores que me a mí me marcaron. Como dije antes, la idea del libro es contagiar pasión por la lectura. Y la pasión que se puede contagiar es la que se siente.

¿Qué objetivos te planteaste con el libro?
Acercar lectores a los libros de estos autores, acompañar abriendo preguntas y aportando los mínimos datos contextuales. No es un libro de crítica literaria, no es un manual de literatura para legos: intenta ser el inicio de una conversación sobre libros.

Para el que todavía no leyó el libro, ¿con qué se va a encontrar?
Un libro con una estética gráfica muy atractiva (obra de Estudio La Brújula, Silvina Bredice y Gabriela Gabriel) y un texto de introducción a la lectura de estos autores. El eje de la lectura está puesto en torno a qué Buenos Aires construyeron en sus libros estos tres escritores que fueron contemporáneos y, en muchos sentidos, opuestos.  A partir de allí se plantean algunas cuestiones informativas y muchas preguntas que pueden formulárseles a textos seleccionados de los que se incluyen algunos fragmentos.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores?
Lo interesante es que ha superado la cuestión de la edad que está planteada en la colección. Ha tenido muy buena recepción en adolescentes tanto como en adultos que quieren acercarse a la lectura de autores a los que, muchas veces, el nombre consagrado impone una barrera con el lector común (si esa categoría existe). El mito de lo “difícil” como exclusión que es lo que, desde el título, busco cuestionar.

 ¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
Estoy explorando posibilidades del fantástico, y viendo a dónde me lleva esta línea.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
“Los diarios de Emilio Renzi” me parecieron un acontecimiento impresionante. También estuve leyendo a Natalia Guinzburg, un ejemplo claro de lo compleja que puede ser la escritura “sencilla”.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy terminando una novela que trata del problema del tiempo, anclado en una trama de tipo policial fantástico. Y armando una colección de “mujeres solas”. En ambos casos, como en buena parte de mis ficciones anteriores, busco contar un universo que tiene que ver con una geografía particular, la del interior bonaerense, muy diferente de las grandes ciudades pero ajena a lo que suele presentar el costumbrismo pueblerino. Una geografía que, basada en el “acá nos conocemos todos”, se presenta como una gran alfombra bajo la cual se esconde mucha basura social y existencial. Leer cómo construyeron su Buenos Aires Borges, Girondo y Arlt fue también una búsqueda en este sentido.



Mariana Sández: “Me gusta lo que sucede muy adentro de la psiquis y el modo en que luego se traduce en gestos y actos”





La escritora Mariana Sández habló con Entre Vidas acerca de su libro Algunas familias normales publicado a través de la editorial Zona Borde y señaló que su escritura se nutre de la intimidad. Además, es gestora cultural y programa cursos, talleres, charlas y encuentros de literatura en distintas instituciones desde hace tiempo, actualmente lo hace en Amigos del Bellas Artes.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Escribo a la mañana, poco después de levantarme, cuando quedo sola en casa. El silencio es lo único que me resulta esencial.

¿Con qué frecuencia escribís?
Todas o casi todas las mañanas en la semana y, si puedo, a veces los fines de semana.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro Algunas familias normales?
Son cuentos que surgieron por separado en una misma época. Vi que el rasgo central del libro podía ser la variedad de puntos de vista, de temáticas, de óptica que iba cambiando de hombres, a mujeres, viejos, adolescentes. Si bien hay una especie de hilo conductor en cuanto al tema de la familia o las relaciones, todas las veces está enfocado desde alguien distinto y los tipos de relación varían de cuento en cuento. Los editores le dieron importancia a eso y dejamos afuera algunos otros textos que quizás ya repetían alguna de esas cuestiones.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
El último cuento se titula así, pero no lo elegí por eso sino porque definía el libro como conjunto. Las historias no se refieren a la familia convencional, sino a muchas formas de relaciones que la gente va a armando espontáneamente. Por ejemplo, los líos, cruces, complots, afinidades, competencias y los “preferiría no hacerlo”, batallas de convivencia que pueden surgir en un consorcio o en un grupo de trabajo, eso es una forma de familia; o un periodista con una actriz a la que admira y logra entrevistar, él es joven y homosexual, ella es vieja y ex estrella; un escritor con un linyera que se identifican; un secuestrador y su secuestrada; una familia ensamblada y un matrimonio de enanos; un artista con un entorno que le exige resultados. Hay como un laboratorio de combinaciones en el libro.
Por otro lado, la palabra “normales” (y todos sus sentidos derivados) me resulta muy curiosa por la forma en que la usamos a cada rato como parámetro de todo lo que hacemos y somos, sin darnos cuenta de lo que significa, lo que contiene y lo que arrastra. Cuando definimos algo como “normal”, excluimos lo que es supuestamente distinto a eso que no sabemos quién creó ni cómo se incorporó a nuestros usos y costumbres, pero que todos asumimos como vara de algo. Digamos, la flacura como modelo de belleza o la familia tipo como modelo de fórmula social ideal, o la fama como un valor extremo, por mencionar casos obvios, pero hay muchos otros menos evidentes. En este libro pasan todas cosas que se escapan de ahí para demostrar que lo normal no existe ni es posible, es una entelequia, una palabra vacía pero súper tentadora. Sin embargo, no fue algo que me propuse, salió así, me di cuenta después, y en función de eso elegí el título.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
De la intimidad. Me gusta lo que sucede muy adentro de la psiquis y el modo en que luego se traduce en gestos y actos, esa especie de líquido amniótico viscoso que es nuestra conciencia; también la nimiedad de nuestras conductas, así como cuánto hay de cómico, innecesario o absurdo en ellas. Aunque a veces lo que escribo o leo sea oscuro, necesito que haya una mirada irónica en la construcción de la historia y cuanto más fuerte es, más cómoda me siento; el dramatismo o la oscuridad a secas me aburren y los autores que me atraen son los que se permiten jugar con el humor, el cinismo, la burla, la autoparodia. Una amiga escritora me dijo que en mi forma de escribir se asomaba algo de Roald Dahl, a quien yo hasta entonces no había leído, pero lo leí y entendí: creo que es una tendencia a no dejar que lo real sea completamente “terrenal” o “normal” (por volver a ese concepto), como en los sueños, o como si algo que viene volando no termina de aterrizar en el suelo, lo roza pero no se apoya, el contacto es sutil. El humor es así, no te deja creer nada de una forma definitiva. Y la psiquis funciona apenas despegada de la realidad tal como en teoría es. Eso genera tantos puntos de vista como personas existen y cuantos estados de ánimo tiene cada persona en cada circunstancia. Es decir, infinitos, me interesa ver qué pasa cuando se cruzan. El laboratorio relacional.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Creo que mi cuento preferido es “Diario de un animal”, el primero, porque lo escribí de un verdadero tirón y nunca se dejó corregir, se empecinaba por quedar así, aunque no fuera lógico ni perfecto; me convenció su terquedad. También me gusta “Lisandro (sus producciones)”, me divierte lo absurdo que le pasa y su fanatismo necio por la literatura.
Uno de los que elige la gente es el primero, pero sobre todo me han señalado muchas veces “Para que no sobre tanto cielo”, sobre una familia ensamblada mostrada desde los distintos puntos de vista de sus integrantes, donde cada personaje dialoga consigo mismo. Y el de “Las hermanas Requena”, la historia de dos gemelas viejitas. Alguien me dijo que era una especie de Wakefield femenino y me encantó porque Wakefield, y ese relato de Hawthorne por ejemplo, es el tipo de historias que podría leer millones de veces.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Zona Borde?
Conocía a la editora Laura Massolo de antes y ella conocía mis cuentos. Le envié el volumen completo. Ella lo vio con su coeditor, Juan José Burzi, y lo aceptaron.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Soy gestora cultural, programo cursos, talleres, charlas, encuentros de literatura en distintas instituciones desde hace tiempo, ahora en Amigos del Bellas Artes. Lo disfruto, me encanta hablar con los profesores o escritores sobre los temas que van a dictar, pensarlos, armarlos, podría pasarme la vida charlando solo de libros. Es un excelente complemento para las largas horas de soledad en que estoy leyendo o escribiendo. También escribo críticas de libros para medios.

¿Qué libros recomendarías?
Puede ser Crítica y ficción o El último lector, de Piglia. Soy muy fanática de los autores que escriben sobre escribir o tienen personajes escritores, por eso y por el humor me gusta tanto Vila-Matas. También adoro Bartleby de Melville o París era una fiesta, de Hemingway y si bien no tiene que ver con ese tema, una de mis obras preferidas es El viejo y el mar, me parece una metáfora inmensa de la vida, la vejez y la soledad, como quizás no haya otra. Ya le pedí a mi familia que, cuando me muera, mi velorio consista en dejarme escuchar el audiolibro de esa novela (en lo posible leída por Donald Sutherland) como despedida.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Escribo y leo mucho cada día, veremos si de ahí sale algo más.



Flor Canosa: “Siempre es el cuerpo el protagonista real de mis novelas”




La escritora Flor Canosa, luego de su flamante novela Lolas, publicó el libro Bolas con la editorial Zona Borde en la que según palabras de la autora cuenta las miserias de Federico, el macho promedio que transita una epopeya mediocre tratando de comprender por qué ha quedado castrado. Además, adelantó que este año se publica su primera novela de ciencia ficción llamada Pulpa a través de la naciente editorial Obloshka.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No soy muy afecta a los rituales, creo que depende más del momento y de la obra. En mi última novela, la que se publica este año, empecé a escuchar música Ambient para generar una suerte de trance climático, pero me considero más caótica e informal. No necesito silencio ni soledad.

¿Con qué frecuencia escribís?
Por períodos, todos los días, varias horas. Pero hay momentos en que necesito dejar descansar la obra un par de días, incluso meses. Esa distancia es fundamental porque el material cobra otra dimensión mientras no la escribo. Y suelo olvidarme de fragmentos y giros de la obra, lo cual hace que el reencuentro sea más enriquecedor y facilita la corrección.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela Bolas?
Mi novela anterior tenía una narradora femenina en primera persona y quería experimentar ese mismo recurso, pero con un narrador masculino. La anterior narraba la posibilidad de la pérdida de los atributos más evidentes de una mujer (sus pechos) y entonces decidí espejar ese mismo vacío, partiendo de un tópico común (un tipo se despierta una mañana y no tiene más testículos), explorar esa crisis de emasculación (no simbólica, literal) y fantasear qué puede suceder con esa premisa, para construir un universo masculino que dialogara (de alguna forma) con la novela anterior.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Lolas es el título de mi primera novela, así que era casi cantado que Bolas tenía que llamarse esta para seguir con la apuesta.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la editorial Zona Borde?
Conocí a Juan José Burzi en las redes sociales y comenzamos a charlar sobre mi material. Le pasé mi novela anterior, tuvimos un par de reuniones y me dieron la bienvenida al catálogo de la editorial. Laura Massolo, su socia en Zona Borde, sintió que necesitaba que formara parte de los autores de su editorial.

Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
Una novela incómoda. Sencilla, sin vueltas, con humor y amargura. La prosa es despojada y directa, en un estilo que ya abandoné en mis nuevos proyectos pero que me pareció la adecuada para una nouvelle que pretende llamar a las cosas por su nombre y que desnuda las miserias de Federico, el «macho» promedio que transita una epopeya mediocre tratando de comprender por qué ha quedado castrado. No es fácil. Es liviana al principio, pero se va tornando oscura y asfixiante hacia el final.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Creo que tuve reacciones diversas. Algunos la adoran, otros la odian. Me han escrito para insultarme por ciertos giros de la novela o están sorprendidos por la veracidad en las vivencias de un personaje masculino en primera persona. Quizás todavía hay cierto prejuicio con que una autora mujer pueda ahondar en tópicos de la sexualidad masculina sin eufemismos y describiendo sensaciones y emociones que desconozco en carne propia pero que he investigado profundamente.

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
Hasta hace poco no había escrito ciencia ficción en literatura (sí para cine y TV). Siempre es el cuerpo el protagonista real de mis novelas. El cuerpo y sus límites, así que sigo incursionando en esa obsesión.
Por otra parte, me gustaría muchísimo seguir escribiendo literatura infanto-juvenil, género que disfruto muchísimo, aunque todavía no he tenido la suerte de ser publicada.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
No tengo trazado un objetivo concreto. Mi intención es seguir creciendo y conocer y leer a mis contemporáneos argentinos me ha ayudado muchísimo para encontrar mi camino. Llegué al ambiente casi por casualidad, habiendo escrito toda mi vida sin llegar a publicar y sin conocer a nadie. El Premio Equis de Novela 2015 con el cual pude publicar Lolas a través de Editorial El Cuervo me abrió la puerta y todavía siento que no llegué ni al 10% de lo que creo poder dar. Quizás en un principio el objetivo era publicar. Ahora pasó a segundo plano y el objetivo es escribir mejor.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Actualmente estoy leyendo ciencia ficción argentina, lo cual es fascinante. Además de Plop de Rafael Pinedo, estuve leyendo Algo más De Marcelo Cohen, Cosmografía general de Laura Ponce y antologías de ciencia ficción con voces nuevas, como Futuro Imperfecto (en la cual participo). Recomiendo mucho leer a los escritores argentinos, sobre todo a los nuevos y del ámbito independiente. Es una sorpresa con muy poco marketing.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Este año se publica mi primera novela de ciencia ficción, Pulpa a través de la naciente editorial Obloshka. La ciencia ficción fue siempre mi primer amor, pero me paralizaba un poco la complejidad del género. Finalmente me animé a transitarlo. Quizás es la edad, la experiencia o la coyuntura social que me obliga a salirme del realismo. Y estoy avanzando hacia el final de la primera versión de otra novela de ciencia ficción más científica llamada Lengua.



Tamara Till: “Quebec es una novela contada a través de los silencios, de lo que no se dice”




La escritora Tamara Till, luego de obtener el premio Bernardo Gordon, publicó la novela Quebec con la editorial Conejos. La autora le contó a Entre Vidas que en principio el libro estaba pensado como una serie de cuentos de la infancia. Además, señaló que actualmente está trabajando en una serie de relatos de pueblo.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Eso depende, sobre todo, del momento de escritura que esté atravesando, de cómo está mi relación con lo que estoy escribiendo al momento de sentarme. Si estoy arrancando un texto, por ejemplo, necesito encerrarme en mi estudio, tener el escritorio medianamente acomodado, la tranquilidad mental como para estar frente a la compu aunque no pueda escribir nada y, especialmente, tiempo. Si estoy en esos momento de apasionamiento con el texto, no necesito nada, ni estudio, ni escritorio, ni computadora y, casi te diría, ni tiempo, la escritura se impone a todo lo demás, puedo estar en el colectivo, en una cola o en el medio de una reunión y, ya sea en la computadora, en una libreta o en mi cabeza, escribo. Y, en los momento más difíciles, cuando estoy atascada o enojada con un texto, tengo todos los rituales del mundo, desde hacerme el mate, hasta necesitar que la cocina esté impecablemente limpia, o cualquier otra cosa que postergue de manera indefinida el momento de sentarme a escribir.

¿Con qué frecuencia escribís?
En este momento mi frecuencia de escritura es muy fluctuante (y también depende de cómo está mi relación con el texto que estoy trabajando). Tengo una mañana libre por semana que es la que dedico con cierta constancia a la escritura, el resto de los días me hago espacio cuando puedo, después de trabajar y entre medio de planificar clases, llevar a mis hijos a sus actividades y estudiar.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela Quebec?
En realidad, esta novela arrancó con una serie de cuentos de infancia. Hacía taller con Ángela Pradelli y un día, después de leer uno de aquellos cuentos, con esa aguda intuición que la caracteriza, Ángela me dijo que le parecía importante saber quién era la adulta que narraba esas historias. Esa misma noche me apareció la imagen de la mujer caminando sola por la nieve en un parque de Quebec, en el que había estado durante un invierno. Era la imagen de la mujer y la de algunas de las cosas que veía mientras caminaba. Es una imagen que está en la novela, fragmentada en varios capítulos. Finalmente esa historia se impuso de tal manera que los cuentos de infancia quedaron afuera, ya formaban parte de otro universo.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Cuando tuve que pensarle un nombre, sabía con claridad que quería que remitiera a “lejos” y a “frío”. Enseguida se me vino Quebec a la cabeza. Me acuerdo que le pregunté a una amiga: si te digo Quebec, ¿a qué te suena? Su respuesta incluía, justamente, esas dos palabras, lejos y frío. Por las dudas, no le pregunté a nadie más.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la editorial Conejos?
Tuve mucha suerte. Terminé la novela en noviembre de 2015, justo para cuando cerraba el plazo para presentarse al concurso Bernardo Kordon, que organizan las editoriales Conejos y Paisanita Editora. El concurso es, además, uno de los poquísimos que admiten textos de hasta cien páginas, mi novela tenía ciento siete. El premio era la publicación de los dos libros ganadores, uno por cada editorial. Fui una de las ganadoras junto con Pablo Puel, a él lo publicó Paisanita y a mí, Conejos. Quebec es mi primera novela y tuve la suerte de publicarla con una editorial hermosa, conformada por gente que ama la literatura y tiene un compromiso impresionante con sus libros y sus autores.

Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
Creo que Quebec es una novela contada a través de los silencios, de lo que no se dice. Es la historia de una pareja que se muda a Quebec, tal vez, con la solapada esperanza de que ese movimiento diluya algo que ocurre entre ellos y de lo que no hablan. Lo que va a encontrar el lector es una sucesión de pequeñas acciones cotidianas miradas desde muy cerca y resignificadas por el frío, la distancia y todo ese silencio en el que están inmersos estos personajes.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
La verdad es que estoy muy contenta con las repercusiones. En general recibí palabras bellas, lindas devoluciones, muchas me revelaron aspectos o sentidos de la novela que, tal vez, yo misma ignoraba. Eso fue lo más interesante, lo más conmovedor. Ángela Pradelli, alguna vez me dijo que esta era una novela de revelaciones y, en ese aspecto, que sigan revelándoseme sentidos ahora, que ya pasó tanto, me provoca una sensación extraña de ajenidad y pertenencia al mismo tiempo.

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
La verdad, no tengo mucha idea. Creo intuir que, en algún momento, escribiré algo relacionado con la adopción, con algunos momentos particulares de ese proceso. Pero no creo que sea algo que vaya a pasar dentro de poco.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
El principal es seguir escribiendo. Como te dije antes, en este momento me cuesta bastante encontrar el tiempo y la cabeza para hacerlo con constancia y ese es mi objetivo ahora. Y seguir publicando, también. Para mí eso tiene un sentido, le da un cierre, completa eso que se gesta dentro de uno y que termina de concretarse cuando atraviesa todas las instancias que conlleva la publicación. Desde que a alguien le interese el material como para publicarlo, hasta el proceso de edición (que, en el caso de Quebec, fue buenísimo), que se convierta en libro y que pueda ser leído por gente que no me conoce, que no le pondrá mi voz a los personajes, ni mis paisajes a los escenarios.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
“Tal vez mañana”, de Dafne Casoy. Es una gran novela que encara, desde un lugar muy único, muy propio, muy amoroso, esa búsqueda, siempre inconclusa, de una hija de desaparecidos, que va recogiendo fragmentos y uniéndolos de una forma y de otra para construir una imagen (una imagen viva, sensorial, táctil, cotidiana) de sus padres. En este momento estoy volviendo a leer “Recorre los campos azules”, de Claire Keegan, que es una maravilla. Y terminé hace poco el primer libro de poesía de Paula Brecciaroli, “La sinceridad de un golpe”, muy, pero muy bueno.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En ese momento estoy trabajando con una serie de relatos de pueblo. Por ahora los personajes comparten un mismo escenario, pero no todas las historias ocurren en la misma época. En este entretejido, también, circulan algunos secretos, que cada personaje mantiene escondido por diversas razones. Es todo lo que puedo decirte por ahora. Si terminará como un libro de cuentos, una novela o en la nada, es algo que sabré más adelante. Por ahora, sigo avanzando.