lunes, 30 de septiembre de 2019

Manuel Morelli: “El cuento es la forma de relato que se adapta mejor a los tiempos en que vivimos”





El escritor Manuel Morelli habló con Entre Vidas acerca de su libro Trasfondo publicado por Azul Francia Editorial y contó que las historias nacieron tras tres meses enteros de insomnio y sufrimiento.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Escribir es una actividad de tiempo completo. Todo es antes de escribir. En principio, tengo que mantener la cabeza despierta y estar atento a todo o casi todo. Rebuscar donde no solemos mirar. Y así, en ese estado, surgen las ideas. Primero son una revelación  fulmínea, siempre parece la mejor idea del mundo, pero las ideas malas caen y quedan las buenas. Tengo que ponerme a escribir en un momento muy preciso, que es cuando surge la urgencia en el pecho y cuando ya pensé lo suficiente sobre lo que voy a hacer. Ojo, a veces no sé qué voy a hacer. Ese momento es difícil de atrapar. Si lo atrapo, tengo una buena historia. Después se apaga, pero la cosa continúa, esa parte es la más trabajosa, terminar la historia sin el rayo de luz que me llevó a empezar. En cuanto al momento exacto en que tecleo en la computadora, mis rituales vendrían a ser tomar café o té, a veces mate, y fumar cigarrillos. Cuando hay que pensar largo rato prefiero fumar en pipa. A veces el texto me supera y tengo que salir a caminar, o comer algo. A veces tengo que llevarme la computadora a otro lado para terminar. Parte del proceso previo también es hacerse de cuantos libros de calidad se puedan conseguir y leer y leer y leer.

¿Con qué frecuencia escribís?
Como decía, escribir es una actividad de tiempo completo. En lo personal -aunque quizá le pase a todos los escritores-, tengo una cabeza insoportable que escribe todo el tiempo. Así que la frecuencia sería: cada cinco minutos. Pero si hablamos de sentarse a teclear, a poner palabra tras palabra, siempre varía. Hay períodos nefastos en que no puedo sentarme a escribir.
El hecho de estar escribiendo las historias tiene que ver con  no estar viviéndolas. Cuando vivo plenamente no hay necesidad de escribir nada, o casi nada. El momento en que hay que  escribirlo es cuando ya está muerto y hay que ir a recuperarlo. Es como cavar en un cementerio de anécdotas y sentimientos.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro Trasfondo?
No hubo tal cosa. Los cuentos los empecé a trabajar allá por el 2016. De ese año, del 2016, quedó un solo cuento, que no diré cuál es. Los demás nacieron todos durante el año siguiente. Digamos que durante el 2016 se moldeó una forma de escribir y de pensar, una forma de ver el mundo que comparten todos los personajes de Trasfondo; al año siguiente, sólo quedó hacer que sus historias fueran interesantes y potentes. Por suerte salió bien. Compilé todos los cuentos que tenía y no fue necesario romperme la cabeza para saber cuáles iban unos con otros y cuáles directamente no iban. Sin saberlo, había armado, pieza por pieza, una estructura de textos que, podría decirse, encajaban casi matemáticamente unos con otros.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Cuando era chiquito, nueve o diez años, escribía en una máquina de mi abuelo. Quería hacer historias de terror. La cuestión me fascinaba. Me encantaban las películas de terror, sobre todo las españolas, El orfanato, Los ojos de Julia, El laberinto del fauno. A pesar de esto a esa edad no podía terminar de verlas. Después leí a Poe y terminé las películas. Nunca me salió escribir terror. Sólo me salían escenas demasiado crueles, escépticas y que obviamente salían de las manos de un pibe de doce años. No servía. Luego, por cuestiones de la vida, me di cuenta de que lo que es en verdad terrorífico no es nada sobrenatural –a pesar de que mínimo la mitad de los cuentos de Trasfondo son fantásticos-, sino lo que se oculta detrás de las personas, detrás de sus ojos. ¿Qué piensan? ¿Qué esconden? ¿Por qué hacen lo que hacen? ¿De dónde vienen estas personas? ¿A dónde van? ¿Qué pasaría si…-el qué pasaría si es la mejor fórmula-por ejemplo, descarrila un subte un  jueves a las seis de la tarde? A todo eso que está detrás del fondo, lo llamé Trasfondo. El nombre surgió solo. Estas reflexiones las hice después. Quizá porque creía que esta gran pregunta, que hasta entonces no me había hecho, era de esperarse.

¿Cómo surge la idea dividir el libro en tres partes: Trasfondo, Instituciones y Artistas?
Al terminar la selección, me puse a ordenar los cuentos, tuve la idea y me pareció fantástica porque no la había visto en ningún otro libro de cuentos. Además me parece que genera preguntas en el lector. Por ejemplo: ¿por qué este cuento está en instituciones?, ¿cuál es la  institución? Trasfondo tiene que ver exclusivamente con lo que comentaba  en la pregunta anterior. En los cuentos que puse en la segunda parte, Instituciones, hay una influencia  de esta noción Kafkiana del personaje con un objetivo no demasiado claro, y que es interpelado por una Institución casi demoníaca que es mayor que nosotros y con la cual no se puede luchar. En Artistas la cuestión es más simple: los protagonistas son artistas. No me propuse hablar de temas específicos, pero la personalidad del artista siempre fue de mi interés. No la investigué, intenté ver qué había en  mí de artista, a ver si salía algo universal. Lo que conseguí fue personajes con trastorno límite de la personalidad, problemas  de identidad y lo que podría llamarse una adicción a seguir produciendo su arte sin importar las circunstancias ni las consecuencias. Quizá algo así sea la imagen de un artista. A saber, son: una pintora, un escritor y un pianista.

¿Cuál es el cuento que más te gusta y cuál es el favorito de los lectores?
Creo que el cuento más notable es La gran Celia Colling, también, según me dijeron  amigos y conocidos, es el favorito de ellos.
Es el cuento más largo y que, por las temáticas varias que toca, llama mucho  la atención.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con Azul Francia Editorial?
Conocía a Francisca Mauas, la editora, por dos razones: primero que iba, como yo, al taller de escritura del maestro Diego Paszkowski; y segundo que había publicado un  libro excelente de narrativa en verso, Una sombra entre nosotros. Azul Francia había publicado algún que otro libro trabajado en el taller. La idea me gustó. Trasfondo es un libro que había pasado sin suerte por varios concursos, y que necesitaba cuanto antes salir como escupido de mis archivos, no tenía sentido guardarlo por más tiempo, ni seguir corrigiendo. Así que cerré los textos –como bien señaló Borges, el texto no se termina sino que se deja-, y envié el manuscrito a Mauas. Me encontraba en un momento espantoso de la vida, quería morir, no  quería saber nada de nada. Mauas recibió el documento y en una semana ya lo había leído. Para mi sorpresa, dijo que el libro era un gol  de mitad de cancha y lo quería. Seis meses después lo presentamos. Aunque la mayor sospecha  que tenía hasta el momento de que podía ser bueno estaba en realidad basada en los comentarios de un gran escritor –que aún no salió a la luz pero que no dudo hará de las suyas- y amigo personal Ramiro Suero, que luego escribiría el bello prólogo que antecede los cuentos.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Creo que el cuento es la forma de relato que se adapta mejor a los tiempos en que vivimos, tiempos de gratificación instantánea, de acelere, donde no hay espacio para lo importante y verdadero. Un cuento es breve en extensión pero engaña a su  brevedad, y permite procesar muchas más  cosas de las que en la teoría permitirían unas pocas páginas. Mis personajes, los de Trasfondo, siendo parte de este mundo y viviendo en un contexto adaptado a él, luchan contra todo esto, y por eso mismo se ven atrapados en una suerte de universo anónimo y hostil, que no es otro que en el que vivimos.
Esta es una pregunta difícil, y no sé si en verdad la estoy contestando. Como una respuesta más específica, puedo dar algunos ejemplos.
Trasfondo surge directamente, sin mediaciones, de tres meses enteros de insomnio y sufrimiento. Como no soy Emile Cioran, no escribí filosofía a partir de eso. Al dejar de sufrir, quedó un rastro, compuesto por los cuentos de Trasfondo,  que me  limité a seguir.
Ataques de pánico, agorafobia, desamor, y demás.
El primer cuento, El caso Morales, sobre un hombre que, después de decir no tengo cáncer, deja en efecto de tener cáncer, se me ocurrió en un hospital, donde estaba porque se me había roto la pierna. El mes que pasé enyesado en cama fue altamente productivo. Surgieron El mordisco de la muerte, El elemento esencial y alguno que otro más seguro.
La hora de los rituales, sobre un drogadicto que no consigue ni una piedra de marihuana prensada, nace de una noche que pasé en la Agronomía tomando vino y paseando. Las noches bonaerenses son de gran ayuda, porque son  hostiles y ocultan muchísimas cosas. Ver las noches ayuda también a ver mejor qué pasa de día, es decir qué vendrá después de aquello que vemos durante el día; miro el tranquilo día y me preguntó: ¿quedará algo de esto cuando caiga el sol?, ¿saldrán los vampiros y los lobos? En Trasfondo definitivamente las noches se pueblan de insomnio, de lobos, de vampiros, de asesinos, de ladrones, de drogadictos, de fantasmas, de enfermedad y de muerte. Y durante el día es difícil para mis personajes no estar afectados por estas cosas.

¿De qué tema todavía no escribiste pero te gustaría hacerlo en un futuro?
La tecnología. Leemos el diario o vemos el noticiero o subimos al transporte público o caminamos por la calle, etcétera, y todo parece el 1984 de Orwell o una larga novela de Margaret Atwood. Las redes, los peligros de las redes, son un tema que me interesa muchísimo. La gente pegada a sus computadoras y celulares, adictos a las pantallas frías, las relaciones por chat, las imágenes que suplantan las palabras, la pornografía… Me parece fascinante que un tipo pueda morir en un accidente de coche por estar mirando Facebook.
Además vivimos un poco en El cuento de la criada, y también en 1984, y también en un cuento de Horacio Quiroga. Estaría mejor, cómo no, vivir en un cuento de Borges, poder soñar a un hombre para crearlo o acceder a una biblioteca infinita, pero estamos más cerca de lo otro, con el aborto penalizado, las cámaras de seguridad, las represiones policiales, la publicidad focalizada, las mentiras del gobierno, los travesticidios y la discriminación… Hay gente en Sudáfrica que espera el Helter Skelter de Charles Manson y vive a la espera del ataque de los negros africanos, en serio, es verdad, están aprovisionados en sus grandes casas y hacen simulacros de evacuación. Es una cosa increíble.
Si bien en Trasfondo hay al menos una sociedad distópica muy clara y alguna otra que no tanto, me gustaría profundizar más en la cuestión. Aunque  si  no pasa, no hay problema, porque hay varios excelentes libros sobre el asunto, por ejemplo, el Kentukis de Schweblin, que parece un capítulo de Black Mirror pero bien logrado; o si leemos a Foucalt en Vigilar y castigar tenemos también un sabor a distopia  en los castigos medievales.
Hasta ahora no termino  de entender el excelente cuento Los afueras de Yanina Rosenberg, y todavía tengo la sensación de que a cualquiera de nosotros puede pasarle algo así caminando por la calle.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Terminé  un segundo libro de cuentos cortos que bien podría ser la continuación de Trasfondo, por las temáticas que toca. Siendo  así, los textos son algo más maduros, menos oscuros, y tienen que ver, además de con crisis de la personalidad, con crisis que sí superan a los personajes, contextos económicos difíciles, hipotéticas asunciones del fascismo al poder, cosas que se esconden a simple vista. Cualquier relación con la realidad Argentina o de cualquier otro país es pura coincidencia.



jueves, 19 de septiembre de 2019

Florencia Ganduglia: “Todos mis poemas laten pasión”





La escritora Florencia Ganduglia habló con Entre Vidas acerca de su libro de poesía Atrapaversos publicado por Halley Ediciones y contó que le gustaría experimentar en la escritura del género de narrativa.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Algo que considero indispensable al momento de escribir es estar a solas, preparo el mate que me va a acompañar en el proceso de escritura, pongo música para que despierte mi inspiración y comienzo a crear.

¿Con qué frecuencia escribís?
Trato de escribir al menos dos veces por semana, siempre y cuando encuentre el espacio para hacerlo, ya que mi trabajo como kinesióloga me insume mucho tiempo. Sí, disfruto mucho de ese momento en el cual me conecto con mi ser y desde allí se disparan un sinfín de frases y palabras desde donde nacerá el poema.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Desde siempre me gusto la poesía, pero ahora que lo pienso quizás mi madre indirectamente fue participe de despertar ese amor por las palabras, así también como los desamores que he vivido que hicieron más fuerte aún ese deseo de escribir.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Atrapaversos?
Junto a mi editora Mariana Kruk fuimos seleccionando los poemas que irían en el libro, por suerte coincidimos en los que quedarían. Fue muy movilizador tener que releer todo lo que había escrito y descubrir la evolución que tuve. Esa evolución es debida al taller que realizo con Mariana y a que logró que pudiera llegar a conectarme con mi interior, con cada una de las consignas que me dio. Así, algunos poemas fueron quedando fuera y otros son los que hoy dan vida a este libro, Atrapaversos.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Halley Ediciones?
Mariana Kruk, editora de Halley Ediciones fue la que me propuso y me animó a que llevara a cabo este proyecto. Así, con el tiempo, el sueño de ver nacer mi primer libro se hizo real.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Mi escritura podría decirse que se nutre de variados temas, preponderan el amor, el desamor, los deseos incumplidos o que quedaron truncos. Todos mis poemas laten pasión, se podría decir que es mi corazón el que habla con cada uno.

¿De qué temas que aún no escribiste te gustaría hacerlo próximamente?
Me gustaría intentar escribir más sobre temas sociales, siempre y cuando me lo permita el gran tema de inspiración para mí, el amor.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Me gusta mucho Cortázar, Idea Vilariño, Octavio Paz, Sabato… por nombrar algunos de todos, que son muchos.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Sigo escribiendo, seguramente en un tiempo pueda surgir la posibilidad de armar un segundo libro de poemas.
Me gustaría comenzar a experimentar con narrativa, por ahora es una asignatura que tengo pendiente.



sábado, 7 de septiembre de 2019

Sabrina Álvarez: "Solo intento poner algo de luz a través de la ficción"




La escritora Sabrina Álvarez publicó el libro Piacenza con la editorial Modesto Rimba y habló con Entre Vidas del proceso de escritura y de sus inicios en la literatura. Además, la autora adelantó que está terminando de escribir una novela y unos cuentos con un tono que va desde lo erótico a lo perturbador.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Rituales, no, no tengo. Lo que hago, y es algo que ya se me impuso, es escribir a la mañana. Me levanto, enciendo la computadora, un café y el silencio. Necesito escuchar solamente esa voz narrativa. A veces con los ojos cerrados empiezo a palpitar a una persona que no habla como yo, que se mueve diferente, que siente de otra manera. Lo contemplo para después intentar capturar ese momento, esa persona que más tarde será un personaje.

¿Con qué frecuencia escribís?
Intento escribir todos los días, a la mañana, como dije. No siempre logro encontrar el silencio y la soledad que necesito. Admiro a las personas que pueden escribir en cualquier lugar, con música, o en un bar o en un colectivo. En mi caso eso es imposible, de repente puede ser que escuche una voz, una frase, que sirva luego,  para crear una historia en mi pequeño espacio, aislada.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Creo que la literatura fue parte de mi vida desde chica. Voy a contar una anécdota: Mi padre, todas las noches, me leía algún cuento, pero la mayoría de las veces los inventaba. Era muy gracioso, imitaba las voces de los personajes, los hacía crecer, les daba vida. No dudo de que esas historias me marcaran. Por otro lado, mis padres tenían una juguetería muy grande, tuve la dicha de tener todas las muñecas, y casitas, y cositos, que se me ocurriesen. Pero no había libros. A los nueve años abrí mi alcancía llena de monedas, me fui a la librería y me compré mi primer libro que no fuera ilustrado. Desde ese día no pude parar de leer. Si no podía comprarlos iba a la Biblioteca José Ingenieros. Soy una ávida lectora desde pequeñita.

¿Por qué decidiste que tu novela se llamara Piacenza?
A veces los títulos de las obras aparecen desde el principio. En este caso no fue así. Barajé varios nombres junto con Adriana Romano, mi mentora, y comenzamos a jugar con las palabras: Paciencia–Piacenza. Aparte de ser un lugar físico que está en la novela y en donde el desenlace crea fuerza, creímos que también el nombre Piacenza le daba un halo de misterio.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia?
Aurora apareció en un sueño. Soñé que descubría por las redes que tenía una hermana que se llamaba igual que yo y que vivía en Italia. Fue una pesadilla. Recuerdo que ese día me levanté y no puede parar de escribir. El personaje se me imponía, no podía dejar de pensar en Aurora.

¿Cómo fue el proceso de escritura?
El proceso fue largo. Entré a la casa de mi admirada y querida Adriana Romano, con todo el material: La nouvelle de Aurora, algunos de los cuentos que había comenzado a escribir en el taller de escritura creativa en Casa de Letras, y me voló la cabeza. Todo comenzó a tomar forma, los cuentos crecieron, la historia de Aurora comenzó a adueñarse de los cuentos, y el ritmo tomó otra dimensión. Fue mágico. Desde ese día mi escritura fue otra. 

¿Qué tenés de la protagonista Aurora?
Si la pregunta se refiere a si me siento identificada, la respuesta es no. Lo que puedo compartir con Aurora es, tal vez, alguna fobia, la inseguridad, el miedo que le provoca exponerse. Eso es muy mío. Pero, como dice una amiga: “Los personajes tienen vida, son independientes de quien los crea”. Coincido con mi amiga, no pongo en dudas que Aurora exista. Yo solo la acompañé en ese viaje.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Modesto Rimba?
De la mano de Adriana Romano, ella me presentó en la Editorial y tuve la suerte de que aceptaran la obra siendo una escritora novel. Lo valoro y no quiero dejar de remarcar la atención y el cuidado que Modesto Rimba tuvo conmigo como autora y con Piacenza. Fue una experiencia maravillosa que transité junto con Adriana, Mauro Lococo y Mere Echague.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Algo se predispone en mí a hurgar en la intimidad, donde muchas veces no hay respuesta, rasgar hasta encontrar un sentido al sinsentido. Me refiero a esos actos que desgarran, parten, desbaratan la vida cotidiana. La angustia que me provoca esa marejada de historias, las canalizo volcándola en la escritura. Tal vez no sé si respondí bien la pregunta, porque  mi escritura no se nutre de éstas historias que escribo. Solo intento poner algo de luz a través de la ficción.

¿De qué temas aún no escribiste pero te gustaría hacerlo en un futuro?
Me gustaría llegar a escribir algo sobre el humor y el absurdo. Isidoro Blaisten dijo: “El humor descorre el velo del absurdo y esto es la salvación en un mundo gobernado por la estupidez humana, donde la realidad es la mayor fantasía”. Sí, es un gran desafío. Quizás algún día me permita correr el riesgo.

¿Qué libros o autores recomendarías?
¡Uy, tantos! La lista sería larguísima. Actualmente estoy leyendo mucha literatura contemporánea. No voy a tirar un título o autor porque hay mucho talento argentino, y otra vez la lista sería más que larga. Cuando me gusta mucho un autor suelo comprarme  el catálogo completo.
Puedo dar alguna referencia de los géneros literarios que me gustan, como por ejemplo, adoro los cuentos de Abelardo Castillo, me deslumbro con los diálogos de Manuel Puig: Cae la noche tropical. Todo de Clarice Lispector. Todo de Virginia Woolf. Desayuno en Tiffany’s de Truman Capote. El extranjero de Albert Camus. Superviviente de Chuck Palahniuk. Antártida de Claire Keegan. La trilogía de El gran cuaderno de Agota Kristof.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy terminando una novela, podría decir que está casi terminada. En este momento intento separarme un poco, darle aire y poder corregirla. Me pegué mucho a los personajes. También estoy escribiendo cuentos alejados de la voz de Aurora con un tono un poco erótico y otro poco perturbador. En fin, dejo que la escritura fluya y me lleve.



Marcelo Rubén Sánchez: “Intento decir que algo queda a pesar de no entenderse bien qué es lo que pasa”





El escritor Marcelo Rubén Sánchez habló con Entre Vidas acerca de su libro Abstracto publicado por Halley Ediciones y explicó que le puso ese nombre porque cree que esa palabra define algo tan imposible de definir como es la poesía. Además, el autor contó que le gustaría escribir haikus sobre el amor que es un tema del que casi no escribe y dedicárselo a su señora.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
El momento de la escritura requiere como único ritual la soledad, no una soledad de tristeza sino simplemente la soledad entendida como la oportunidad de encontrarse con uno mismo. Un lugar donde no suenen los teléfonos ni haya interrupciones. Un lugar donde sólo escriba y nadie tenga acceso.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo con una frecuencia de una o dos veces a la semana, con suerte: tres. En general el primer día de la semana que escribo es para hacer correcciones de lo hecho la semana anterior y dedico cualquier otro, o más días, a escribir algo nuevo. La cantidad de tiempo que dispongo depende del que me dejan las obligaciones y eso es bastante poco.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Mi amor por la poesía viene de mis padres, pero también incrementó por mis profesores y maestros desde la escuela, tanto primaria como secundaria. Los autores del Siglo de Oro español, la poesía gauchesca y otros poetas latinoamericanos tuvieron gran influencia a pesar que llegaron por lecturas obligadas. En mi adolescencia la música fue un gran escalón, ya que el rock nacional fue muy importante en mi formación, desde Almendra, Nebbia, Miguel Abuelo, Pastoral, Charly y otros más. Algunos amigos ávidos lectores, también me llevaron a conocer a los malditos poetas franceses y a los herméticos. En fin, todo fue una coctelera que aún hoy da vueltas y me enamora.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Abstracto?
Se llama Abstracto porque creo que esa palabra define algo tan imposible de definir como es la poesía. El primer poema intenta habla del agua que se escapa entre las manos, pero igual nos moja. O sea, intento decir que algo queda a pesar de no entenderse bien qué es lo que pasa. Un dato de color es la tapa del libro que es un castillo en el aire, y el dibujo hecho por mi hija Maite, está dedicado al músico Alberto Cortés que falleció cuando el libro empezaba a tomar forma y me pareció un lindo homenaje a tan grande autor. En la presentación del libro, la poeta Verónica Martínez leyó sus poemas, además de los míos y los que leyó Mariana Kruk y mi hijo Matías junto con su amigo Agustín que son estudiantes del Conservatorio de Banfield, tocaron temas de jazz haciendo de la presentación una verdadera fiesta.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Los poemas se seleccionaron siguiendo dos criterios bien definidos, por eso el libro se dividido en dos capítulos. Una primera parte donde los poemas son imágenes con movimiento y sentimientos volcados sobre una palabra como por ejemplo “Castillo” o “Estela”, y una segunda parte señalada por mi relación exclusiva con los poemas como “Para prohibir un poema” o simplemente aquel que se llama “Poesía”.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Creo que todos son mis preferidos y por eso fueron editados, pero si tengo que elegir uno estaría entre estos tres: “Nadie” “El espejo” o “Vista” porque de alguna manera me siento más representado hoy que el libro ya se editó. A los lectores creo que les gusta “Mi poema favorito” y “Razia”.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Halley Ediciones?
Conocí a Mariana Kruk buscando talleres de escritura a fines del año 2017, ahí empezamos un trabajo que fue creciendo y me fue nutriendo hasta que el compendio de poemas maduró para ser presentado al lector. De hecho, Abstracto abarca mayoritariamente el año 2018 y algunos pocos del 2017. Debo agradecer a Mariana por su empeño y profesionalismo a la hora de editar y corregir, y sobre todo por ayudarme a vencer los miedos a la hora de sacar mi primer libro.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
No hay un tema pensado, en general son sensaciones de un instante que se llevan al papel no necesariamente en el mismo momento. Puede estar relacionado con la realidad social, con la emoción por algo personal o con una reflexión sobre algo que leí de la historia o de lugares que visito. Van surgiendo y me van sorprendiendo, pero siempre es importante el momento de sentarse a escribir. Que las musas te sorprendan trabajando.

¿De qué temas que aún no escribiste te gustaría hacerlo próximamente?
Me gustaría escribir un libro de Haikus, ya que me parece maravilloso condensar tanta emoción en unos pocos versos. Una cultura milenaria para desarrollar una poética tan distinta a la nuestra y tan elevada. De ser así me gustaría escribir haikus sobre el amor que es un tema que casi no escribo y dedicárselo a mi señora.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Más que libros recomendaría a grandes autores que admiro profundamente, voy a mencionar a Ungaretti, Baudelaire, Alfonsina Storni, Borges y Emily Dickinson, pero son tantos que me es imposible nombrar a todos. Además considero que habría que darle espacio a la gente común que escribe. Siempre compré algún libro de un autor desconocido para descubrir un universo nuevo y más de una vez me he sorprendido y admirado con esas obras.  En Halley Ediciones hay una enorme colección de obras poéticas de gran valor esperando llegar a los lectores para ser reconocida.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Actualmente tengo proyectados dos libros que espero puedan salir el año próximo, uno relacionado con la oscuridad del alma (Sombrío) y otro relacionado con poemas mitológicos grecorromano, todavía sin título. Sigo escribiendo cada semana con o sin una consigna determinada y si, de tanto trabajo sale algo positivo, veremos con Mariana si vale la pena su edición en algún momento. Siempre quiero tener proyectos y espero que se puedan concretar.