domingo, 4 de marzo de 2012

Gabriela Urrutibehety: “Sólo la ficción podía dar cuenta de una verdad que lo informativo jamás iba poder alcanzar



Mientras trabajaba cubriendo un juicio para el diario La Capital de Mar del Plata, la periodista Gabriela Urrutibehety percibió que la historia que estaba investigando merecía ser desarrollada en una historia ficcionada y así nació su libro “La banda de los seguros”. En la publicación se narra el accionar de una banda de delincuentes que elegían a personas humildes, les daban un seguro de vida para luego matarlas y así poder cobrar esos seguros. La escritora, que actualmente trabaja en el sitio Entre líneas, habló con Entre vidas acerca de la historia real que en el año 2003 condenaron a cuatro hombres y una mujer en el juzgado de los Tribunales de Dolores.  

¿Qué te llamó la atención de la historia para decidirte a escribir el libro de “La banda de los seguros”?

Me tocó cubrir el caso como periodista, por lo que puede decirse que la novela tuvo una primera escritura en las notas que envié al diario La Capital de Mar del Plata. Pero durante el juicio –que fue largo, con muchos testigos- iba sintiendo que el género periodístico le estaba quedando chico a esa historia, que no podía dar cuenta de las voces, las respiraciones, los silencios que se iban convirtiendo, a medida que desfilaban los testigos ante los jueces, en lo sustancial. Entonces, vi que sólo la ficción podía dar cuenta de una verdad que lo informativo jamás iba poder alcanzar. Esto implica, en principio, un concepto de ficción que no tiene nada que ver con la idea cotidiana de “mentira”. La ficción es un modo de organización del discurso que, a veces, el periodismo no admite. De todos modos, es cierto que las fronteras entre los géneros son difusas. En este caso, me pareció que había una historia potente y una serie de cuestiones que me interesaba abordar: el papel de las mujeres, la atracción del dinero y, en última instancia, la cuestión de la verdad, de poder probar y demostrar la verdad.

Para los que no conocen el caso, ¿qué podrías contar de lo que hacía la banda?
Se trata de un grupo que tomaba documentos de personas, generalmente muy humildes, y a partir de allí armaban sociedades, pedían créditos y tomaban seguros de vida. Luego, terminaban matándolos para cobrar los seguros. También asesinaron a otras personas a las que ellos les debían dinero.

¿Cómo fue tu experiencia durante el juicio?
Fue un juicio muy largo en un espacio muy reducido. Es decir que, durante un buen tiempo convivimos codo a codo acusados, abogados, periodistas, familiares, guardias. Por otra parte, en ese espacio pequeño, aparecían por una puerta lateral, los testigos que, a veces durante horas, hablaban y contaban cosas terribles. Pero de ellos sólo podíamos ver las espaldas, porque deben hablar de frente al juez. Es decir, que uno tenía una voz, un relato y solo podía ver una espalda. Es una inversión muy fuerte de la situación “normal” de diálogo y eso dispara muchas cosas,

La novela fue escrita dos veces, ¿por qué motivo?
A esta altura creo que mucho más que dos. Tuvo una primera redacción, que fue el relato periodístico. Luego, un borrador novelístico, que no me satisfacía. Por eso, pensé que lo mejor era consultar al público. Entonces decidí ir publicándola en un blog, que fue realmente un éxito: todos los martes colgaba una entrega, como en los viejos folletines del siglo XIX, y recibía los comentarios de los lectores. Había sugerencias, discusiones entre los mismos lectores, opiniones. Una vez terminada la publicación en el blog, la bajé y la reescribí otra vez y así llegó al papel.

¿Por qué el subtítulo de la novela es “Discreta geografía criminal”?
Porque una de las cosas que creo fue una clave del “éxito” de esta banda que actuó por lo menos seis o siete años impunemente, fue la de moverse en una zona de bajo perfil: pequeños pueblos de la provincia de Buenos Aires, alrededor de Mar del Plata. La geografía, entonces, es clave para el accionar de esta gente.

¿Cómo manejaste el desafío de escribir un libro en el que se sabe el final de antemano?
Es todo un problema. Tenía presente Crónica de una muerte anunciada, donde García Márquez plantea esa cuestión (y la resuelve magistralmente, claro). Había que partir de un hecho e ir para atrás, desenvolviendo –en sentido literal- la intriga desde lo que se ocultaba en el hecho central. Algo que el discurso periodístico hace todo el tiempo, cuando plantea el viejo esquema de las wh-.


¿Tuviste alguna opinión de parte de la gente implicada en el caso?
 Sí, conversé con uno de ellos. Fue ambivalente: estaba orgulloso por ser protagonista de una novela, decía que había más para contar pero a la vez estaba preocupado porque su familia se había sentido afectada por la publicación de la novela.

¿Cómo te llega la propuesta para incorporarte al sitio “Entre líneas”?
Mario Caruso, el director, conocía algunos de mis trabajos y me convocó para hacer esta tarea que es realmente un desafío muy grande.

Al estar viviendo en Dolores, ¿con qué dificultades te encontrás para desarrollar tu carrera?
De alguna manera, lo mío también es un “discreta geografía”. Las dificultades son las de todo aquel que está alejado de donde se cocina el bacalao. Es difícil llegar a la prensa nacional,  a los centros de difusión, a la academia, esto es, a las instituciones desde donde se decide, muchas veces, qué vale la pena leer. Sin embargo, la aparición de la web ha modificado mucho este panorama, porque ha generado caminos alternativos y posibilidades que diez años atrás eran impensables. Es mi apuesta: trabajar desde acá, estando acá.

¿Estás escribiendo un nuevo libro?
Hay un viejo proyecto que va y viene desde hace muchos años: una especie de relato fantástico, que como toda ficción del futuro, pretende hablar del presente. Provisoriamente se está llamando Cazadores y recolectores.

¿Podrías adelantar  algo al respecto?
Se trata de un grupo de individuos que son desplazados violentamente de una gran ciudad, y deben recorrer el camino inverso de la civilización.

Actualmente están surgiendo una gran cantidad de libros de crónicas, ¿es un género que te interesa?
La crónica es un género importantísimo en nuestra tradición literaria. Basta pensar en Martí, en Darío en Sarmiento, por mirar bien lejos. O en Lemebel, aquí nomás. Es un género desconsiderado durante mucho tiempo, frente a otros más prestigiosos. Pero es maravilloso, porque te obliga a aguzar la mirada sobre lo que te rodea e, incluso, sobre lo que pasa rápidamente y ya no está. Durante la década del 90 escribí en el diario una serie de crónicas que se llamó “Realidad Virtual”. Ahora, estoy escribiendo una serie que he llamado Diario de Lector, que es una apuesta a la lectura: desde un personaje ficcional voy “cronicando” mis propias lecturas. Y con ellas he reactivado el blog www.gabrielaurruti.blogspot.com, que se sigue llamando SEGURO (una novela en construcción) porque no sé a dónde va a ir a parar.

Por último, ¿proyectos y objetivos tenés para el año?
Terminar Cazadores y recolectores (lo digo todos los años) y adelantar la redacción de una novela policial que está en período de cuaderno de apuntes. Además, hay dos novelas más en los cajones y un libro de cuentos que espero poder publicar.