domingo, 30 de abril de 2017

Sebastián Grimberg: “Uno cambia como persona, también van cambiando sus intereses y sus preocupaciones”





El escritor Sebastián Grimberg habló con Entre vidas acerca de su flamante libro de cuentos Cada siete segundos publicado por la Editorial Conejos, en el que el autor recopiló relatos que van desde géneros realistas, fantásticos, de ciencia ficción y otros más ambiguos o que juegan con más de un género. Actualmente, está en proceso de corrección de dos novelas, una negra y otra policial y además, un libro de cuentos.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales. Los tenía hace años, cuando perdía toda la tarde buscando el “bar perfecto” para escribir. Con el tiempo me di cuenta de que, seguramente, en esos momentos no sabía muy bien qué escribir. Hoy escribo en cualquier lado y si hay café, mejor.

¿Con qué frecuencia escribís?
Trato de escribir todos los días, aunque sea el comienzo de un capítulo, el esbozo de un cuento. Si por algún motivo no puedo, cosa que últimamente me pasa seguido ya que tengo un hijo pequeño y una beba de meses, me empiezo a poner ansioso.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro Cada siete segundos?
No hubo un proceso de selección demasiado riguroso ni guiado por alguna pauta en particular. Hacía muchos años que escribía cuentos y tenía un montón. Elegí los que más me gustaban, los que habían sido premiados, y los reuní en el libro. Es por eso qué hay cuentos realistas, fantásticos, de ciencia ficción y otros más ambiguos o que juegan con más de un género.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Sugerencia de uno de los editores. Suelo ser muy malo con los títulos y había propuesto otros, que no eran el título de alguno de los cuentos, pero no funcionaron.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Creo que los temas cambian a lo largo del tiempo. Uno cambia como persona, también van cambiando sus intereses y sus preocupaciones. Aunque suene cursi, en ese entonces me interesaban, y preocupaban bastante, los vínculos amorosos (uno de los cuentos, incluso, se llama “La máquina del amor”) en todo su espectro y posibilidades, los discursos sociales en relación a esos vínculos y cómo las personas se manejan con ellos. También me interesaba la multiplicidad de la realidad, la ausencia de un sentido o verdad única, y por eso, quizá, los cuentos que no terminan de ser realistas ni fantásticos o que pueden ser una cosa u otra, según el lector.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
De ese libro, “Moscas” es mi cuento preferido. Lo escribí para reemplazar uno que no encajaba con el resto, y me gusta mucho el narrador y la situación, quizá con alguna similitud a “Estoy dominado por un mosquito”, cuento de Saki que leí de chico. Los lectores me han ido nombrando diversos cuentos, pero sobresalen “La máquina del amor” y “Érase una nariz pegada a una mano” (título que le robé a Quevedo, “Érase un hombre a una nariz pegado”).

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la Editorial Conejos?
Yo tenía cuentos publicados en antologías, por premios, y en revistas, pero no conocía mucho que digamos del mundo editorial, tampoco de las editoriales independientes, y empecé a investigar por ese lado. Busqué en internet y Editorial Conejos, entre otras, aparecía bastante. Fui a la librería de Eterna Cadencia para ver cómo eran las ediciones y me decidí por Conejos y por otras dos que no me respondieron. Los contacté por Facebook, les envié el original y bastante tiempo después, cuando ya pensé que quedaba en la nada, me escribieron que lo querían publicar.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Sinceramente no estoy muy seguro de qué es el ambiente literario. A lecturas prácticamente no voy, y a presentaciones de libros voy cuando se trata de algún amigo. Suelo llevarme mejor con los textos en la intimidad que escuchando a alguien leerlos, quizá se trate de mi facilidad para dispersarme. En cuanto a mi objetivo en relación a la escritura, quiero poder estar conforme con lo que escribo (calculo que el treinta o a lo sumo el cuarenta por ciento de las veces las cosas me salen como yo quisiera) y tener la posibilidad de seguir publicando, claro.

¿Qué libros recomendarías?
No todos los libros funcionan para todas las personas. Para recomendar habría que conocer al lector, saber qué busca, con qué objetivos. Puedo responder, de los libros que leí últimamente, cuáles fueron los que a mí me parecieron mejores o me gustaron más: Un cementerio perfecto (de Federico Falco), La luz mala dentro de mí (de Mariano Quirós), Fuera de lugar (de Martín Kohan), El río (de Débora Mundani), Tácticas de superación personal (de Francisco Moulia) y La familia (de Gustavo Ferreyra).

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy trabajando en varias cosas. Estoy en proceso de corrección de dos novelas, una negra y otra policial, de un libro de cuentos al que debo ajustar algunas tuercas, escribiendo y guardando cuentos para otro libro que, esta vez, sí tiene una lógica preconcebida, y reescribiendo una novela a la que quiero mucho que, después de muchísimas correcciones y lecturas pensé terminada y, a partir de cierta lectura, decidí reescribir modificando el punto de vista.

Sol Pavéz: “Aparece el deseo o la necesidad de hacerlo y entonces escribo"




La dramaturga y directora Sol Pavéz editó su obra de teatro Munus a través de Peces de Ciudad, en la que dos mujeres llamadas Carmiña y Simona reciben la llegada de un forastero que viene de otro lugar y comienza a necesitar ser parte del mundo que habitan las dos mujeres. La autora, adelantó que está trabajando en su próxima obra En mí.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales, aparece el deseo o la necesidad de hacerlo y entonces escribo.

¿Con qué frecuencia escribís?
Por épocas muy seguido y otras no tanto.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la escritura de tu obra de teatro Munus?
Un mundo en la noche, una ruta arbolada, muchas mujeres, una pequeña casa, bombones y un forastero.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Por el significado del término,  siento que cristaliza la obra, es el deber y el don que se da porque se debe dar y no se puede no dar, implica pérdida, sustracción, cesión, es la obligación que se tiene para con el otro, de esta forma la comunidad se transforma en personas unidas por un deber, por una carga, no precisamente por algo que se tiene, si no por algo que falta, una falta que se tiene en común. Un conjunto de personas unidas no por un “más” si no por un menos, a las que las une el deber por el otro. Dentro de la obra este significado lo ponen de manifiesto las mujeres.

¿En qué te basaste para construir los personajes de Carmiña y Simona?
En la observación del mundo femenino, en lo absurdo y ridículo de determinados mitos y mandatos que son naturalizados, en vivencias y en el lugar que ha ocupado la mujer a lo largo de la historia.

Además, aparece el personaje del forastero John. ¿Tuviste alguna referencia previa?
No, elegí  un forastero ya que esto  construye el mundo de Munus, un hombre que llega  desde otro lugar y comienza a necesitar ser parte de este.

¿Cuánto tiempo te llevó la escritura de la obra?
Alrededor de un año.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
A través de otro autor, Manuel Eiras, quien ya había publicado en la Editorial, nos pusimos en contacto y fue una experiencia hermosa.

¿Qué obras de teatro recomendarías?
Recomiendo dos ciclos muy interesantes por su variedad poética, Divinas Glorias y Monoblock organizados por Natalia Carmen Casielles.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En mi  próxima obra En mí. La cual forma parte de un ensayo basado en un sustento teórico que indaga en la interpretación de mismos elementos en distintos contextos y poéticas; del cual forman parte también Munus y La ilusión,  el ensayo fue publicado por la Universidad de Palermo en el libro, Reflexiones Académicas I, del Congreso Tendencias Escénicas y se llama   “Tres espacios, tres tiempos, Munus, la ilusión en mí”.



Carolina Bugnone: “Mi idea es que mi escritura vaya ampliando sus temas”




La escritora Carolina Bugnone habló con Entre vidas acerca de su nuevo libro Las primas de Villaguay publicada por la editorial Peces de Ciudad y de sus nuevos proyectos entre los que se destacan la escritura de nuevos poemas y la reescritura de cuentos.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo demasiados rituales, aunque si puedo elegir, prefiero escribir de mañana y con el mate. Ese es mi momento y mi situación ideal. Muchas veces la narración o el poema se empiezan a construir en la cabeza y los retengo hasta que pueda plasmarlos, otras veces escribo alguna cosa en el celular y, cada vez menos, algo en un papel suelto. Por suerte, el no necesitar “rituales” hace que esté casi siempre dispuesta a escribir. A mí me pasa lo contrario del síndrome de la hoja en blanco: casi todo el tiempo tengo ganas de escribir y no siempre encuentro el momento.
Después, claro, lo que escribo lo reescribo, lo corrijo, lo desecho, lo hago poesía o cuento; ese es otro cantar.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo, diría, todas las semanas. Cuando paso dos semanas sin hacerlo (y con eso me refiero también a corregir o reescribir algo), entro en “abstinencia”, siento que me falta, como con el mate. Pequeños vicios afortunados.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuarenta y cuatro microrelatos que aparecen en tu libro “Las primas de Villaguay”?
Los micro relatos de “Las primas de Villaguay” fueron escritos en un proceso de casi tres años, quizás más. Aparecieron de a poco y, como tantas veces, fueron algo más bien catártico. Tanto fue así, que ni bien tuve los primeros relatos, se los envié a mi amigo y admirado escritor Sebastián Chilano, para que desde su mirada me dijera si valían la pena. Como pasa con lo autobiográfico, creo, al no haber distancia con lo escrito, se me hacía difícil determinar si tenía alguna validez literaria para los demás. Como a él le pareció que sí, continué hasta que nació “Las primas…”. Por eso no existió la necesidad de una selección, más allá de que dejé afuera un solo micro relato; no había textos para seleccionar, sino solamente encontrar la forma de pulirlos y unirlos de alguna manera.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
A medida que lo fui escribiendo, vi que la repetición de las historias con las primas de Villaguay formaban una especie de hilo conductor, aún teniendo en cuenta que cada relato es unitario y se auto abastece. Los personajes de las primas son parte central, no única ni más importante que el resto, pero sí entendí que son como símbolos de una cierta mirada que se tiene (que en este caso, como narradora, tuve) sobre y desde la infancia. Me pareció una buena forma de llamar a un libro en donde lo familiar y lo geográfico gravitan fuertemente.

Más allá de ser relatos separados pueden unirse hasta transformarse en una nouvelle. ¿Lo pensaste de esa manera?
Sí, claro. Cuando armé la idea de lo que quería hacer, pensé que cada relato fuera una especie de pincelada, de viñeta, que tuviera tanto el poder de pintar una escena como de encadenarse a otras, y formar algo más grande.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Mi idea es que mi escritura vaya ampliando sus temas, hasta donde pueda elegir, porque sabemos que una parte de uno elige qué escribir y otra no. Hasta ahora, en los cuentos y la poesía, los temas rondaron lo íntimo, lo familiar, las parejas, los vínculos, la mirada infantil sobre las cosas. La dictadura, la pos dictadura, la relación con el paisaje, ya sea urbano, de río o de mar.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Los lectores, en su mayoría, me han dicho que los conmovieron los capítulos “Descansar de todas las cosas”, “Navidad”, y “Rosa”. Me es difícil elegir porque cada uno atesora, para mí, cuestiones muy íntimas y valoradas. Creo que “El crucifijo” me gusta porque condensa bastante las ideas que atraviesan todo el libro: los abuelos, el lugar de la religión durante la infancia, la desaparición de las tías, la isla, el miedo, la alegría, las contradicciones con las que crecimos.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
Conozco a Mariana Kruk (editora de Peces de Ciudad, junto con Soledad Blanco) como poeta desde antes, y ella conoce mi poesía y mi narrativa también, desde hace algunos años. Cuando recién abrieron la editorial, antes de organizar las convocatorias de autores que ponen en marcha regularmente, me ofrecieron la posibilidad de editar con ellas. Me llevó más de un año enviarles el texto; en ese tiempo terminaba de construir de a retazos a “Las primas…”. Tomé con mucha alegría, y muy agradecida, ese primer ofrecimiento.

¿Qué libros recomendarías?
El bello y humilde libro de Selva Almada “Una chica de provincia”, tuvo que ver en parte con “Las primas…”, ya que mientras lo leía, alimentaba mis deseos de escribir la infancia, y también, de relatar un contexto social. Así que lo recomendaría.
De lo que leí este último tiempo, “Metafísica de los tubos” de Ameliè Nothomb me gustó particularmente, “La herencia de Esther” de Sándor Márai, “Siete casas vacías” y “Pájaros en la boca” de Samantha Shweblin, “El río” de Débora Mundani.
De poesía, me gustan Claudia Masin, Elena Anníbali, Mariana Kruk, Jimena Arnolfi, Nadia Crantosqui, Carina Sedevich, Andrés Gallina, Damián Ríos, Jorge Chiesa, y unos cuantos más.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Ahora estoy escribiendo poesía, y también reescribiendo algunos cuentos.
Tengo a medio empezar una novela que explora el formato digital como forma de narración, y que empecé a escribir luego de haber leído la tremenda novela de Alejandro López “kerés cojer = guan tu fac”, de 2005., que también recomiendo.
Soy de escribir varias cosas a la vez, igual que con la lectura, luego veremos qué de todo eso se desprende y se pone a rodar.

domingo, 23 de abril de 2017

Analía Pinto: “El proceso de selección se dio solo, al darme cuenta de que tenía muchos poemas que hacían referencia a la anatomía masculina”




La escritora Analía Pinto habló con Entre vidas acerca de su libro de poesía Pequeño manual de anatomía masculina publicado por la editorial Peces de Ciudad. La autora señaló que el proceso de selección fue sencillo ya que se dio cuenta que tenía varios poemas que hacían referencia a la anatomía masculina.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales. Me siento a escribir y escribo. Si acaso, mantengo la escritura de poesía a mano, aunque durante muchos años me había volcado a la escritura en la computadora por completo, pero he vuelto a escribir en cuadernos. Antaño también podía escribir escuchando música, ahora me resulta imposible.

¿Con qué frecuencia escribís?
Me tienta poner “a qué llamamos frecuencia”, pero para no entrar en debates bizantinos diré que intento escribir todos los días, aunque más no sea mis páginas matutinas, un ejercicio que recomienda Julia Cameron y que puede asimilarse, aunque no lo es, al diario íntimo. También trato de escribir un poema por noche. No siempre lo logro.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Apareció solo. Nunca nadie me acercó a ella sino que yo me acerqué, me sentí atraída desde la escuela primaria: en algún Manual del Alumno Bonaerense o en algún libro de lectura había un poema de Baldomero Fernández Moreno (“oh doradas acacias…”) que recuerdo haber copiado en un cuaderno no escolar cuando tendría ocho o nueve años. La poesía me acompaña desde entonces.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Pequeño manual de anatomía masculina?
El proceso de selección se dio solo, al darme cuenta de que tenía muchos poemas que hacían referencia a la anatomía masculina. No fue casualidad: entre el 2003 y el 2008 frecuenté un grupo de poetas llamado Poetas en el Zaguán; era un grupo virtual y todos los días sus moderadores nos enviaban consignas de escritura. Una de ellas se llamaba “Zaguán Jack” y consistía en describir poéticamente, cada vez, alguna parte del cuerpo del amado o amada. Como esa consigna me encantaba, yo siempre respondía y así se fueron amontonando los poemas del Pequeño manual… Fue cuestión de elegir los mejores, corregirlos y decidir su orden para armar el libro y nada más.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Porque era lo suficientemente descriptivo e incitante, además de seductor.

¿De qué temas se nutre tu poesía?
Principalmente el amor o, si se quiere, las relaciones hombre-mujer y mujer-hombre. En ocasiones abordo otros temas, como la propia poesía, aunque trato de alejarme un poco de la autorreferencialidad ahora y entrar en una profundidad mayor, de corte más filosófico. No sé si lo logro aún.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Creo que en este caso coincidimos lectores y autora: “Su pelo”.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
Fui a una convocatoria que hicieron y quedé en contacto con ellas. Ni bien las conocí y vi los libros me dije “yo quiero publicar ahí”, sentí una afinidad inmediata. Así que les escribí y les envié material y les gustó mucho el Pequeño manual… y allí nació todo.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Recomendaría cientos, pero para no exagerar voy a limitarme a tres que para mí han sido fundamentales: las obras completas de Amelia Biagioni y Olga Orozco (ambas editadas por Adriana Hidalgo) y Las flores del mal de Charles Baudelaire, en traducción de Nydia Lamarque, por favor.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En estos momentos estoy pensando en recopilar una serie de poemas que escribí a partir de versos de Amelia Biagioni, a semejanza de mi tercer libro de poemas, Orozquianas, cuyos poemas fueron escritos a partir de versos de Olga Orozco. También estoy aguardando el resultado final del concurso González Tuñón en el que otro libro mío, Estulto ardor, quedó finalista.



sábado, 15 de abril de 2017

Hernán Domínguez Nimo: “Los tiempos muertos de un viaje para mí siempre fueron productivos”




El escritor Hernán Domínguez Nimo acaba de lanzar sus libros Tiempos muertos con editorial Peces de Ciudad y La primera muerte es gratis con Ediciones Ayarmanot. En el primero, aparecen cuentos que surgieron o tratan de viajes, ya sea en bondi, tren, subte o taxi. Y el segundo libro, abarca desde su primer cuento, publicado en España hace más de 10 años, hasta el último cuento que es inédito.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Según qué tanto abarque la “previa”, son varios… Suelo escribir a la mañana, por lo que en el momento previo a dormir trato de “setear” la cabeza enfocándola en eso a lo que voy a meter mano la mañana siguiente.
Como leo bastante, trato de que en los días que trabajo tal cuento o tal novela, mi lectura tenga el tono que yo mismo estoy buscando.
Y cuando por fin me siento, necesito música, a veces con auriculares para aislarme del mundo. Igual que con la lectura, elijo el clima de lo que escucho pensando en el clima de la narración.
A veces escribo en bares, ahí el bullicio de la calle me alcanza para aislarme. El anonimato de la masa.

¿Con qué frecuencia escribís?
Aunque la diaria no siempre te deja, trato de meterle mano todos los días, para no perder el tono de una narración o personajes. Igual, como decía, no siempre puedo. Aunque necesito escribir. Más que respirar o comer o hacer ejercicio (salvo el fulbito con amigos). Con el tiempo descubrí que cuando lo postergo demasiado, me hace mal. Y no en sentido figurado, ¿eh?
Descubrí que me sirve mucho ponerme un mínimo de 1000 palabras en una sentada, que parece poco o mucho según quién lo mire. Pero cuando estoy poco inspirado, cuando cuesta que salgan las palabras, me obliga a no largar de una, a no ser vago, y a veces eso solo alcanza para soltarme. Y cuando salen fácil, como es un mínimo no le doy bola y listo.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
El amor por la lectura viene de mi Oma, mi abuela materna. Y de mi vieja. De chico devoraba todo lo que tenía a mi alcance, y era mucho. Era ratón de biblioteca pero con biblioteca propia, que es mucho más peligroso. Mi vieja también leía mucho y me empujó en ese sentido.
No tuve parientes de la rama literaria, no sé qué me lanzó a escribir. Siempre tuve sueños bastante locos, casi cinematográficos, y como tenía una vieja Remington holandesa portátil (de 200 kilos), empecé a ponerlos en papel. Ese fue el comienzo, a los 10 u 11 años…

¿Por qué decidiste que tu libro se llamara Tiempos muertos?
Se caía de maduro. Son todos cuentos que surgieron o tratan de viajes, ya sea en bondi, tren, subte o taxi, esos momentos en los que, si no estoy leyendo, mi cabeza vuela. Viajar siempre me inspiró. Los tiempos muertos de un viaje para mí siempre fueron productivos.
Al principio dudaba, porque mi primer libro se llama “Si algo está muerto no puede morir”, la muerte como tema central, y aunque acá funciona en otro sentido, podía hacer ruido. Pero la verdad es que no se podía llamar de otra manera.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Originalmente, era un librito llamado “Cuentos colectivos”, que estaba en la cola de espera de la colección de Nueva Narrativa Rioplatense. Cuando se cayó, el librito quedó en un cajón.
Pero viajo mucho. Aunque tengo auto, prefiero bondi, subte o tren, es tiempo para mí. Y las historias siguieron apareciendo, hasta que un día dije “Algo tengo que hacer con esto”. Lo que hice fue elegir las que más me cerraban, descarté algunas, y acá estamos.

¿De qué temas te nutriste para escribir las historias?
Muchas parten de situaciones reales, que vi o viví. Uno viaja más de 500 veces en un año, hay mucho material ahí. Pero casi todas las tomé como punto de partida, las extrapolé, y jugué con la imaginación, que para eso son.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Es un libro atípico en mi caso. Yo suelo escribir cuentos largos, y este libro tiene algunos cuentos cortos, unos pocos largos, otros que son postales, microficciones y hasta microensayos.
Yo soy un fanático del cuento, así que voy a ser tendencioso, uno de mis preferidos es “Pará la moto”, un cuento corto en el que me gusta el tono que logré con el protagonista. Pero mi preferencia va cambiando momento a momento, así les recomiendo que lean todos, jaja.
Igual, desde el público creo que sí hay un claro ganador, “No hay asiento que le venga bien”, sobre todo porque es un cuento que funciona muy bien al ser leído y representado.

¿Qué libros o autores recomendarías?
De escritores conocidos no tiene sentido hablar: para qué recomendar a Stephen King, no le voy a sumar lectores. Pero nadie debería dejar de leer a Gilda Manso, a Martín Sancia, a Juan Guinot, que son amigos pero sobre todo grandes escritores. Si me preguntás por un libro puntual, hace poco leí “Antes del encuentro feroz”, de Agustina Bazterrica, lo recomiendo mucho, y no solo porque lo tengo fresco.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello editorial Peces de Ciudad?
Casi de casualidad. Fui a la presentación del libro de cuentos de otra amiga, Verónica Martínez, y me llamó la atención la edición, muy cuidada, que resaltaba incluso en libros de pequeño porte. Yo sabía que mis Tiempos Muertos no eran muy voluminosos, y me lo imaginé ahí, lo hablé con Mariana y Sole, las editoras, que se coparon mucho con el material y terminó saliendo en menos de dos meses.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Es un libro de cuentos que se va a llamar “La primera muerte es gratis” y salió el 1º de abril, por Ediciones Ayarmanot. En realidad, es un proyecto que vengo trabajando desde antes que mis primeros dos libros, de hecho lo pospusimos en su momento con la editora para no encimarlo con Tiempos muertos.
El nombre del libro es el de uno de los cuentos, pero además lo elegí por dos razones: una, para volver a insistir (casi a modo de broma privada) con el tema de la muerte. La fundamental, es que, justamente, iba a ser la primera…
El contenido es una selección que abarca desde mi primer cuento, publicado en España hace más de 10 años, pasando por varios otros que fueron menciones en concursos o formaron parte de otras revistas o antologías de Argentina o Chile. El último cuento es un inédito que acabo de terminar.
Siempre quise ver estos relatos juntos, en papel, porque como algunos salieron afuera no todos pudieron leerlos. Y como obse que soy, con Laura, la editora, les metimos mano como si todos, y no solo el último, fueran a salir por primera vez.
Lo presentamos dentro de Pórtico, las jornadas de CF que desde hace tres años se organizan en la UNLP. Y más adelante, aprovechando la feria del libro, haremos una acá en Buenos Aires.



jueves, 13 de abril de 2017

Alejandro Suárez: “La mayor parte de los relatos giran alrededor de personajes nada épicos lidiando con asuntos pesados pero inevitables”




El escritor cubano Alejandro Juárez publicó el libro de relatos Irina, el sexo y la nueva izquierda a través de la editorial Peces de Ciudad. El autor habló con Entre vidas y señaló que la mayor parte de los relatos giran alrededor de personajes nada épicos lidiando con asuntos pesados pero inevitables: el sexo, la política, la pérdida de la inocencia y crecer.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales; ni siquiera tengo un lugar fijo de trabajo. Mi única prioridad es mantenerme concentrado el mayor tiempo posible y eso, en tiempos de Facebook, banda ancha y Streaming, es un verdadero desafío.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribir todos los días es la meta. No siempre lo logro, pero al menos me genero cierto cargo de consciencia cuando no lo hago.

¿Cuáles fueron algunas imágenes disparadoras que dieron inicio a las historias de tu libro Irina, el sexo y la nueva izquierda?
Hablamos de un libro que tiene nueve relatos, así que cada uno tuvo su proceso, su tiempo, y a veces, su propia imagen disparadora. Por ejemplo, el más antiguo, que es La boda, se me ocurrió mirando pasar ante mí las vallas que había a la orilla de la carretera que une las playas del este de la Habana con el centro de la ciudad; vallas donde lo mismo se publicitaba ron añejo que se juraba morir por el socialismo.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Porque es un título que de cierta forma resume las obsesiones presentes en este libro, que se fue armando sobre la marcha y funciona como una especie de diario de ruta, y porque siempre me gustó el título de la primera película de Steven Soderbergh, “Sexo, mentiras y cintas de video”.

¿Qué te atrajo de la frase de un libro de Kureishi que dice “Ser feliz más importante que ser bueno y no hay mucha relación entre ambas cosas”?
En primer lugar, que es simple, real y está muy bien escrita. Y en segundo, que tiene un tono de descreimiento que va muy bien con la actitud de casi todos mis protagonistas.

¿De qué temas te nutriste para escribir?
La mayor parte de los relatos giran alrededor de personajes nada épicos lidiando con asuntos pesados pero inevitables: el sexo, la política, la pérdida de la inocencia, crecer; son personas que están en un punto en el que tienen que desaprender para aprender (aunque posiblemente no lo sepan).

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
Un amigo me comentó que en Buenos Aires había una editorial nueva e independiente que estaba armando un lindo catálogo con cosas nuevas. Les escribí y la respuesta fue rápida y entusiasta y aquí estamos.

Para el que todavía no leyó tu libro, ¿cómo lo definirías? ¿Con qué se va a encontrar el lector?
Encontrará nueve cuentos honestos y trabajados obsesivamente de manera que se le noten lo menos posible las costuras.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy escribiendo cuentos para un libro nuevo y recopilando ideas para mi próxima novela.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Quiero crecer como escritor, ponerme desafíos, quiero que mis libros tengan más lectores y quisiera desentenderme lo más posible de los ruidos extraliterarios.