domingo, 30 de junio de 2019

Andrés Lazcano García: “Uno cuando escribe se eleva tanto que solo puede conversar con los pájaros”






El escritor Andrés Lazcano García habló con Entre Vidas de su libro de poesía Entrevista con los pájaros publicado por Azul Francia Editorial y contó que los temas que más lo movilizan a escribir son el amor, el desamor y la existencia.






¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Nada especial, solo tengo que estar decidido a encontrarme el poeta, es una cuestión de decisión, no de rituales.

¿Con qué frecuencia escribís?
Suelo escribir poco pero cada vez que lo intento salen a luz cinco o seis poemas, probablemente en unas horas.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Nadie, aprendí a quererla con el tiempo.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Entrevista con los pájaros?
Será que uno cuando escribe se eleva tanto que solo puede conversar con los pájaros.

¿Cómo fue el proceso de selección de las poesías que aparecen en el libro?
Bueno, trato de que lo que leo, primeramente, me guste a mí y luego analizo objetivamente qué le puede gustar al resto.

¿Cuál es tu poesía preferida del libro?
Son varias pero me voy a quedar con la que habla de mi madre.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Amor, desamor, existencia.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
Alfredo Luna,  Borges,  Jorge Bocannera.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Compartir, publicar y aprender de los grandes.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Azul Francia Editorial?
Mandé manuscrito y llegamos hasta acá juntos.

¿Tenés algún otro proyecto actualmente?
Tengo proyectado escribir una novela.



sábado, 22 de junio de 2019

Vivian Dragna: “Muchos me preguntan si la protagonista soy yo”





La escritora Vivian Dragna habló con Entre Vidas acerca de su novela Los deseos publicada por la editorial Alto Pogo y contó que el libro surgió de algunos hechos reales de su separación y de una búsqueda post divorcio a los que le agregó mucha ficción.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Escribo por las noches. La noche es mágica. Cambian los olores y los sonidos, se encienden las luces de las casas, se huelen las comidas, bajan las persianas. Los perros parecen ladrar distinto. Todo eso me predispone a la escritura. Me gusta pensar que la gente termina su día mientras el mío justo ahí, comienza.
Lo hago en mi escritorio, necesito estar en un lugar cerrado con mis objetos alrededor.
Acomodo en la mesa mi material de trabajo: anotaciones y libros. Abro el archivo Word en el que estoy trabajando, me pongo los auriculares, busco la playlist de música, releo al menos las últimas cinco páginas que llevo escritas, las corrijo, siempre las corrijo, y continúo con la historia.
Escuchar música es uno de mis rituales más importantes; las canciones que escucho operan como fondo musical del proceso de escritura así como de la obra en sí misma. Busco música acorde al tono del texto y repetirla me ayuda a mantener ese tono durante los años que demore en escribir la obra (que hasta ahora no fueron menos de tres).
Tengo otros dos Words abiertos: uno que llamo “acopio” (esto lo aprendí de Mauricio Kartun, son ideas, apuntes, textos ajenos, frases, fotos que pueden servir para la obra) y al otro lo llamo “descarte”, aquello que escribí y luego decidí quitar del texto.
Cuando termino cada capítulo, escribo a mano un resumen de ese capítulo en mi cuaderno de notas, de esa forma en pocas hojas tengo anotada la estructura de la novela y puedo visualizarla rápidamente.

¿Con qué frecuencia escribís?
Depende. Puedo escribir muchos días seguidos y luego hacer un paréntesis por un viaje o por otros motivos, como escribo de noche, si salgo, no escribo.
De todas formas, creo que de una forma u otra, siempre estoy escribiendo. Aunque no lo haga en la computadora ni en un papel.  Escribo cuando alguien me cuenta una anécdota interesante. Cuando escucho una conversación en un bar. Cuando sueño. Escribo cuando me ocurre algo especial: vivo la escena intensamente y la guardo en un archivo en mi cabeza. O quizás es al revés: procuro vivencias que me marquen para luego escribirlas.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Es una buena pregunta. No fue mi familia.
Creo que es algo que siempre estuvo dentro de mí. A los catorce años le pedí plata a mi mamá para ir al taller de poesía de Laura Yasán. No consigo recordar cómo es que llegué a saber de ese taller. Mi madre mi miró extrañada menos por mi pedido que por pensar en cómo iba a obtener la plata para pagar el taller sin que afectara la economía familiar.  En el taller  yo era la más chica, nos sentábamos en el piso, en círculo, Laura proponía un tema y escribíamos. Me daba mucha vergüenza leer, todos eran más grandes y escribían mejor. Todavía guardo la carpeta de dos ganchos con hojas rayadas que llevaba al taller. Esos poemas fueron mi iniciación en la escritura.
A los dieciocho años me sucedió algo que cambió mi vida. No fui al viaje de Egresadas con mis compañeras. Nos fuimos con Sandra,  una chica con la que me llevaba bien, a Cosquín, Córdoba. Ahí vivía mi abuela y tendríamos alojamiento gratis.  En ese viaje conocí a un hombre que me doblaba en edad  y que me hablaba de libros que yo no conocía.  Libros que ya debería haber leído, decía él. Libros imprescindibles. ¿Por qué yo no los conocía? No sé, no estaban en la biblioteca de mi casa, ni en el programa escolar de mi secundaria. Me sentí una tonta, una chica de barrio. El día que dejamos Cosquín, este hombre nos llevó a la terminal de micros. Ahí me dio una caja cerrada, dijo que la abriera cuando llegara a Buenos Aires. Sabíamos que no nos íbamos a ver nunca más. Me pidió que lo recordara por su regalo.  Ambos lloramos al despedirnos. En la caja había diez libros, de esos que él llamaba imprescindibles, me había escrito una dedicatoria que empezaba en el libro uno y terminaba en el diez.  Todavía tengo algunos: Rayuela, La ciudad y los perros… La lectura de esos libros me marcó por completo,  yo no había imaginado que se pudiera escribir así, que existieran novelas así. Esa fue mi primera biblioteca. Quise leer otros libros y muchos más. Y quise escribir ficción.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Los deseos?
¿Cómo surgen las ideas? Yo hice varios años taller de escritura con Liliana Heker, ella dice algo así: “la realidad no alcanza para escribir una ficción”.
¿Viste cuando la gente te cuenta algo extraño que le pasó y te dice: vos tendrías que escribirlo? Eso extraño que le pasó, no alcanza. Hay que agregarle ficción, hay que saber contarlo. También me acuerdo de algo que decía Charles Simic, un poeta serbio: “No les cuentes a los lectores lo que ya saben de la vida”.   
Los Deseos surgió de algunos hechos reales de mi separación y de mi búsqueda post divorcio a los que le agregué mucha ficción.  Es una novela de desamores pero también es un thriller.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Alto Pogo
Cuando tuve un primer borrador que consideré aceptable (y para eso pasaron tres años de correcciones), me contacté con dos editoriales. Una fue Alto Pogo. La conocí por leer una entrevista que le hicieron a su editor, Marcos Almada y me gustó mucho como respondió. Es un emprendedor del libro, como yo me considero una emprendedora en otro sector, me sentí identificada. Le escribí por Facebook, me respondió, le envié el manuscrito, lo leyó y le gustó. Fue muy interesante el trabajo de edición que realizamos con Marcos.  El primer día que nos juntamos en un bar a trabajarla, él leyó en voz alta el comienzo. Era la primera vez que yo escuchaba mi texto en la voz de otro. No me gustó como sonó. Algo no me cerraba.  Lo supe enseguida: tenía que pasar la tercera voz a primera persona. Marcos me dijo que era una locura, que tendría que reescribir la novela otra vez. Y así lo hice. Volvimos a vernos unos seis meses más tarde. Creo que valió la pena el esfuerzo.

¿Qué repercusiones tuviste de los lectores de la novela?
Todos los comentarios que recibí de Los Deseos fueron positivos.  Muchos me preguntan si la protagonista soy yo.  Otros me reclaman por qué dejé el final abierto (cosa que no creo haber hecho). Algunos piden una segunda parte.
En la presentación, mostré un video que es fruto de una investigación que realicé sobre los deseos de personas mayores de cuarenta años, separadas con hijos, profesionales. El título de la novela se refiere a cómo los deseos impulsan a la protagonista y a todos los personajes y cómo esos deseos pueden hacerlos felices pero también destruirlos.
Creo que muchos lectores se han sentido identificados con los deseos de los personajes.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
De las vivencias propias y ajenas. De lo que sueño por las noches. De lo que he leído. De mi imaginación.
De mis oscuridades, especialmente de mis fracasos. 

¿De qué tema que todavía no hayas escrito te gustaría hacerlo próximamente? 
Me propongo hacer ficción de una idea o de un tema.
Después elijo la estructura, la que más me gusta es el policial o trama de suspenso.
En Los Deseos, hay un tímido acercamiento al género. En la segunda novela está un poco más desarrollado: se detiene a una periodista argentina en Barcelona, y hay una investigación sobre el caso mientras ella está en prisión, aunque no es el tema principal si ella es inocente o no.  Después de que eso se revela, la historia continúa.
En mi tercera novela, que ya comencé, una familia viaja a La Habana, y el hijo mayor desaparece. La madre es la principal investigadora y en un país con las características de Cuba, lo que hace más difícil la búsqueda.  Ella no vuelve a Argentina sin él: vivo o muerto. Como en la novela anterior,  la investigación y revelación  no es el objetivo principal de la obra. Es una estructura para poder hablar de otra cosa: ¿cuánto puede hacer una madre por un hijo? ¿Qué pasa si no lo encuentra? ¿Qué pasa si lo encuentra y se entera de que el hijo había huido?

¿Qué libros o autores recomendarías? 
Es muy difícil esta respuesta. Depende a quién le voy a recomendar. No es lo mismo hacerlo a un colega escritor que a una persona que no está en el ámbito literario o que ha leído poco. 
Todos los libros suman a la experiencia de lectura. A veces un párrafo justifica un libro.  Lo importante es no perderse esa experiencia mágica.  Leer nos expande y puede hacernos felices.
Hay un escritor que no puede dejar de mencionar: Borges. Es una de las experiencias más intensas de lectura que he tenido, desarrolla la imaginación con un máximo rigor en el lenguaje. Yo pienso que escribió una narrativa breve muy difícil de superar.  Para aquellos que queremos escribir, Borges es un ejemplo. Parece difícil, pero no lo es. Ha convertido en ficciones los grandes temas de la literatura y lo ha hecho de una forma única. Y algo más: Borges nos enseña a leer.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Publicar la segunda novela que está inédita. Terminar la tercera.
Leer más.
Continuar con el aprendizaje de escribir.
Aportar mi experiencia a la gestión cultural.
Viajar por literatura.
Ayudar a otros en este maravilloso universo que es la literatura.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Escribo una tercera novela (que comenté anteriormente).
Con dos amigos escribimos una obra de teatro y el objetivo es estrenarla este año.
Participo en el programa de radio “Cuando las horas bajan” en Radio con Vos, 89,9 FM, los lunes a la medianoche, para hablar de literatura.



jueves, 13 de junio de 2019

Caro Soria: “A veces la medida de la escritura pareciera ser la productividad y eso es algo a lo que de alguna manera intento resistir”




La escritora Carolina Soria habló con Entre Vidas acerca de su primera novela Usted no puede responder (Otra novelita lumpen) publicada por Azul Francia Editorial y contó que la historia la empezó a escribir a partir de la imagen de una mujer parada frente a un timbre intentando ser escuchada por alguien.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo uno definido. Depende además de lo que escriba. A veces puedo escribir un poema en el colectivo porque hay alguna idea que me da vueltas y quiero hacer algo con eso.
Cuando escribí la novela sí tenía en claro que quería trabajar en ella, así que de alguna manera me exigía tener una cantidad de páginas por semana. Durante ese proceso sí tuve un ritual: caminar…
Salía a caminar por Parque Centenario y además escuchaba música. Creo que, si bien cada vez que me senté a escribir, frente a la compu, trataba de ver qué hacían los personajes y describir qué estaban haciendo, caminar me permitía pensar qué escenarios, qué otras posibilidades… fue caminando que vi el final, o que me di cuenta de los giros que la novela podía tener.

¿Con qué frecuencia escribís?
Mientras escribí la novela, todos los días. Luego seguí trabajando en otro proyecto, y también escribí todos los días. Tengo momentos en los que no escribo. Yo los llamo de maduración…
A veces la medida de la escritura pareciera ser la productividad y eso es algo a lo que de alguna manera intento resistir. Creo que la creación tiene distintos momentos, escribir es apenas uno. También hay momentos de introspección. Creo que porque aún no es el momento para continuar una historia. No sé... Así me funciona a mí. No digo que a todos les pase.
Luego están los momentos de corrección, los de poner a ver en otros qué funciona más y qué no. Ni hablar de editar…

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Mi viejo no terminó la primaria porque tenía que trabajar. Mi vieja alcanzó el tercer año de la secundaria. También tuvo que trabajar. Creo que ambos quisieron que nosotros tuviéramos otras oportunidades. Quizás no nos alentaban con la literatura específicamente, no era algo verbalizado. Pero sí con el estudio. Mi viejo solía premiarnos con masitas (algo que para nosotros era muy costoso) el día del estudiante. Mi vieja nos compraba la colección de la revista Anteojito para que nos fuera bien en la escuela. No es que ellos nos decían “leé” o nos leían a nosotros. Creo que el deseo de ellos de que no tuviéramos que levantarnos a las cuatro de la mañana para salir a un trabajo permitió que tuviéramos accesos a los Clásicos de la literatura… aunque apenas venían algunos capítulos.
Algo más que recuerdo es que mi viejo viajaba mucho para llegar al trabajo, así que él solía tener unos libritos de bolsillo sobre el lejano oeste… solíamos ir con una cantidad a la estación cercana a mi casa y los cambiaba por otros… No sé… leí “Sherlock Holmes viaja a América” que era una historia muy bizarra de un tipo destripando gente en Estados Unidos… jajaj!

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Usted no puede responder (Otra novelita lumpen)?
La imagen es una mujer parada frente a un timbre intentando ser escuchada por alguien. Recibida. Si la tengo que describir es la mujer temblando más por no saber qué le espera que por el frío. Rondando. Habiendo llegado hasta allí y arrepentirse e irse. Pero luego vuelve y lo enfrenta.
Es el encuentro con los fantasmas, los miedos, los temores. Que pueden tener una respuesta sencilla de la que, tal vez, este personaje no está listo para procesar. Entonces merodea…

¿Por qué le pusiste ese nombre?
Porque es una referencia literal, algo que aparece en la novela y es un shock. Pero también es algo que está implícito en la novela todo el tiempo. Quién no puede responder, a qué, a quién… qué pasa con las respuestas, con lo que no se puede decir, con lo que se dice pero no se escucha…
Fue una sugerencia de Luis Mey, cuando estaba buscando el título. Creo que se lo dije y él me respondió que no podía tener un mejor título.
La bajada (otra novelita lumpen) surgió porque cada vez que hablaba de mi trabajo, la nombraba como una “una novelita lumpen” jugando un poco con lo escrito por Bolaño. La nombré tantas veces así, que un día comencé a pensar por qué. No sólo la temática me parece que tiene que ver con lo lumpen, lo marginal… sino que algo de la escritura, sin querer, estaba ahí: sintético pero a la vez diciendo cosas terribles…

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Azul Francia Editorial
Un amigo, Marcelo Rubio, me sugirió que me contactara con distintas editoriales, entre ellas estaba Azul Francia… y fue mágico. Creo que lo que encontré en la editorial y sobre todo en Fran (editora) fue el acompañamiento. Para mí era algo totalmente nuevo, y la editorial estaba también comenzando… sentí que podíamos ir creciendo juntos.

¿Qué repercusiones tuviste de los lectores de la novela?
Yo estoy más que feliz con las devoluciones. En general han coincidido en dos cosas: una es la forma de la escritura, con la que entran en la historia de manera sencilla. En ese sentido la escritura no es pretenciosa. Lo otro es la sorpresa. Son los giros que la historia tiene y que de alguna manera resignifica lo anterior. Muchos me decían “yo pensaba que esto terminaba así, y me jodiste”… jajaja!
Después tuve otras devoluciones muy lindas. Desde gente que me contó haberse identificado porque vivió algo parecido a interpretaciones que yo no me había dado cuenta de que estaban en la historia, pero que son válidas…

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Creo que hablo de la imposibilidad. Para algunos puede ser una historia de amor-desamor, de la infancia, de las elecciones y las exigencias, de la soledad y qué se hace con ella, de pibes en riesgo y de la falta de adultos… pero en definitiva creo que se trata de la imposibilidad. De que algo siempre queda vacante y entonces hay que vérselas con eso.

¿De qué tema que todavía no hayas escrito te gustaría hacerlo próximamente? 
No tengo ninguno específico. Creo que la literatura te permite más que decir, mostrar. Y eso tiene otro efecto. Poder pensar, repensar porque algo te toca. Eso me gustaría. No es tanto de qué me gustaría escribir, sino lo que me gustaría provocar.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Me gustaría transitarlo, crecer de a poco. No tengo apuro.
En mi experiencia, escribir sólo fue posible cuando pude tener estabilidad en otros aspectos (laboral, económico). Hace unos años comencé a transitar un taller y al principio era un hobby, un espacio para sentirme bien. Hace un tiempo, muy cortito, comencé a pensar en hacerlo de manera profesional y entonces nació “Usted no puede responder”.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy trabajando en otra novela. En esta aparecen temas como la apropiación, la adopción, la vulneración de derechos en niños, la identidad.  Generalmente la apropiación uno la asocia rápidamente a la dictadura, pero en este caso, no. Se trata más bien de una entrega ilegal que sucede en los ochenta. Y la responsabilidad del personaje, que en los tiempos de hoy sabe de esa historia y se pregunta si debe contarla.




miércoles, 5 de junio de 2019

Sergio Morán: “Me gustaría que en mi poesía vaya ganando espacio la problemática social”




El escritor Sergio Morán habló con Entre Vidas acerca de su libro Calle desconocida publicado por Peces de Ciudad Ediciones y contó que hay un tema que tal vez no se vea tan reflejado en mis poemas pero le obsesiona y es el paso del tiempo.






¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
La mayoría de las veces leo poesía antes, algún autor que me guste particularmente o que yo crea que me puede ayudar a entrar en la atmósfera de lo que quiero escribir.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo cuando lo deseo o tengo necesidad. Creo que eso tiene que ver con que me gustan los momentos de silencio, entonces no siempre tengo o quiero decir algo. A veces escribo a partir de una situación concreta, cotidiana, otras a partir de una evocación. Hace poco leí que Onetti le decía a Vargas Llosa que no sentía como él que la escritura fuera como un matrimonio, una cosa de todos los días sino que prefería pensar que era como una amante. Hoy me identifico con esa idea. 

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Empecé a leer poesía en la escuela secundaria, un poco impulsado por la necesidad de expresar las cosas que sentía. Además a los 16 años conocí a un amigo que me abrió las puertas de su casa, aprendí muchísimo de él y del mundo en el que se movía. Era tallador de madera y fui a aprender ese oficio a su casa: había música, arte, libros de filosofía, literatura de todo tipo. Él también hizo que me interesara por la poesía. Otra cosa que siempre ha influido son las canciones, en el principio el rock y después otros géneros populares. Cuando a los 20 años entré al profesorado de Lengua y literatura, el universo de lecturas se amplió muchísimo. Vengo de un hogar obrero de la zona rural de Mendoza, así que el acceso a bienes culturales era más complicado. En ese sentido, mi amor por la poesía no es una construcción individual, no llegué solo a ella, otros me ayudaron en ese camino. Reivindico ese tipo de lazos sociales. Todo ese proceso me fue acercando más y más a la poesía y haciendo de ella el género más querido para mí.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Calle desconocida?
Es algo curioso lo que sucedió con el nombre. Estaba en un verso de un poema que luego descarté del libro. Pero esas palabras para mí dicen mucho de la búsqueda que para mí es la poesía, por eso quedó.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
El proceso de selección lo hice a principios del año 2017. Participé ese año con este libro del concurso vendimia de la provincia de Mendoza. Elegí los poemas de entre la totalidad que había escrito entre 2014 y 2016. La selección tuvo que ver, además de la calidad, con un criterio temático.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
No es fácil responder. Pero un poema que resultó algo totalmente nuevo fue Motivos; es un poema que quiero mucho, me gusta el tono y es de esos textos que no necesitó tantas correcciones. Los lectores destacan el mismo y también poemas como La palabra es un riesgo…o los de tono amoroso.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Los temas en este poemario, y en general, giran alrededor de preguntas que podemos hacernos todos: la ausencia, el amor, la muerte. Hay un tema que tal vez no se vea tan reflejado en mis poemas pero me obsesiona y es el paso del tiempo. Un tema del que no he podido escapar es la creación poética, se me impone. Otro tema frecuente es el de la imposibilidad: imposibilidad de ser o de hacer o de alcanzar. Cuando no podemos ser o alcanzar a ser entiendo que no todo depende de nosotros como individuos sino que, previamente, hay limitaciones materiales que condicionan nuestra existencia en todos los planos. Escribo seguido sobre eso, entendiendo que no es una problemática individual, pero sin sentir la obligación de tener que dar salida a problemas que son sociales.

¿Qué temas de los que todavía no escribiste te gustaría hacerlo en un futuro?
Me gustaría que en mi poesía vaya ganando espacio la problemática social. Tengo compañeros poetas que lo hacen muy bien, como Juan de la Maza.

¿Qué libros o autores recomendarías leer? 
Muchos, es difícil recomendar sin hacer un inventario. Recomendaría leer poesía argentina de todas las épocas, en especial de la década del 50 para acá: Edgar Bayley, Francisco Urondo, y todo lo ligado a la revista Poesía Buenos Aires. Roberto Juarroz. Juan Gelman. Un poco más acá en el tiempo Jorge Fondebrider y Rodolfo Edwars. De entre poetas actuales, la poesía escrita por mujeres: Natalia Litvinova. De poesía mendocina algunos nombres: Luis Ricardo Casnati (que murió el año pasado con más de 90 años), Carlos Levy, Juan Lopez, Melissa Carrasco y la querida Victoria Urquiza. Podría seguir agregando varias páginas de nombres.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Peces de Ciudad Ediciones
Me llegó a través de Victoria Urquiza. Ella ha formado parte del colectivo Write like a girl! y Peces de Ciudad publicó una antología del grupo. Fue ella quién me sugirió que hiciera contacto con la editorial.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Formo parte del taller Más allá de las Palabras que coordina Diana Starkman, y hemos preparado un libro conjunto que vamos a presentar en la próxima Feria del libro de Mendoza. Además, estoy trabajando en nuevos poemas ya desde antes de la publicación de Calle desconocida y que me gustaría publicar el año próximo en forma de libro. También estoy recopilando y corrigiendo textos descartados de la misma época de Calle desconocida. El año pasado empecé un ciclo de lecturas que pienso reflotar en algún momento y que tiene como eje mostrar de la forma más amplia a todos lo que están haciendo actividades con la poesía: talleres (de lectura y de escritura), lecturas, proyectos editoriales, etc.