sábado, 22 de junio de 2019

Vivian Dragna: “Muchos me preguntan si la protagonista soy yo”





La escritora Vivian Dragna habló con Entre Vidas acerca de su novela Los deseos publicada por la editorial Alto Pogo y contó que el libro surgió de algunos hechos reales de su separación y de una búsqueda post divorcio a los que le agregó mucha ficción.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Escribo por las noches. La noche es mágica. Cambian los olores y los sonidos, se encienden las luces de las casas, se huelen las comidas, bajan las persianas. Los perros parecen ladrar distinto. Todo eso me predispone a la escritura. Me gusta pensar que la gente termina su día mientras el mío justo ahí, comienza.
Lo hago en mi escritorio, necesito estar en un lugar cerrado con mis objetos alrededor.
Acomodo en la mesa mi material de trabajo: anotaciones y libros. Abro el archivo Word en el que estoy trabajando, me pongo los auriculares, busco la playlist de música, releo al menos las últimas cinco páginas que llevo escritas, las corrijo, siempre las corrijo, y continúo con la historia.
Escuchar música es uno de mis rituales más importantes; las canciones que escucho operan como fondo musical del proceso de escritura así como de la obra en sí misma. Busco música acorde al tono del texto y repetirla me ayuda a mantener ese tono durante los años que demore en escribir la obra (que hasta ahora no fueron menos de tres).
Tengo otros dos Words abiertos: uno que llamo “acopio” (esto lo aprendí de Mauricio Kartun, son ideas, apuntes, textos ajenos, frases, fotos que pueden servir para la obra) y al otro lo llamo “descarte”, aquello que escribí y luego decidí quitar del texto.
Cuando termino cada capítulo, escribo a mano un resumen de ese capítulo en mi cuaderno de notas, de esa forma en pocas hojas tengo anotada la estructura de la novela y puedo visualizarla rápidamente.

¿Con qué frecuencia escribís?
Depende. Puedo escribir muchos días seguidos y luego hacer un paréntesis por un viaje o por otros motivos, como escribo de noche, si salgo, no escribo.
De todas formas, creo que de una forma u otra, siempre estoy escribiendo. Aunque no lo haga en la computadora ni en un papel.  Escribo cuando alguien me cuenta una anécdota interesante. Cuando escucho una conversación en un bar. Cuando sueño. Escribo cuando me ocurre algo especial: vivo la escena intensamente y la guardo en un archivo en mi cabeza. O quizás es al revés: procuro vivencias que me marquen para luego escribirlas.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Es una buena pregunta. No fue mi familia.
Creo que es algo que siempre estuvo dentro de mí. A los catorce años le pedí plata a mi mamá para ir al taller de poesía de Laura Yasán. No consigo recordar cómo es que llegué a saber de ese taller. Mi madre mi miró extrañada menos por mi pedido que por pensar en cómo iba a obtener la plata para pagar el taller sin que afectara la economía familiar.  En el taller  yo era la más chica, nos sentábamos en el piso, en círculo, Laura proponía un tema y escribíamos. Me daba mucha vergüenza leer, todos eran más grandes y escribían mejor. Todavía guardo la carpeta de dos ganchos con hojas rayadas que llevaba al taller. Esos poemas fueron mi iniciación en la escritura.
A los dieciocho años me sucedió algo que cambió mi vida. No fui al viaje de Egresadas con mis compañeras. Nos fuimos con Sandra,  una chica con la que me llevaba bien, a Cosquín, Córdoba. Ahí vivía mi abuela y tendríamos alojamiento gratis.  En ese viaje conocí a un hombre que me doblaba en edad  y que me hablaba de libros que yo no conocía.  Libros que ya debería haber leído, decía él. Libros imprescindibles. ¿Por qué yo no los conocía? No sé, no estaban en la biblioteca de mi casa, ni en el programa escolar de mi secundaria. Me sentí una tonta, una chica de barrio. El día que dejamos Cosquín, este hombre nos llevó a la terminal de micros. Ahí me dio una caja cerrada, dijo que la abriera cuando llegara a Buenos Aires. Sabíamos que no nos íbamos a ver nunca más. Me pidió que lo recordara por su regalo.  Ambos lloramos al despedirnos. En la caja había diez libros, de esos que él llamaba imprescindibles, me había escrito una dedicatoria que empezaba en el libro uno y terminaba en el diez.  Todavía tengo algunos: Rayuela, La ciudad y los perros… La lectura de esos libros me marcó por completo,  yo no había imaginado que se pudiera escribir así, que existieran novelas así. Esa fue mi primera biblioteca. Quise leer otros libros y muchos más. Y quise escribir ficción.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Los deseos?
¿Cómo surgen las ideas? Yo hice varios años taller de escritura con Liliana Heker, ella dice algo así: “la realidad no alcanza para escribir una ficción”.
¿Viste cuando la gente te cuenta algo extraño que le pasó y te dice: vos tendrías que escribirlo? Eso extraño que le pasó, no alcanza. Hay que agregarle ficción, hay que saber contarlo. También me acuerdo de algo que decía Charles Simic, un poeta serbio: “No les cuentes a los lectores lo que ya saben de la vida”.   
Los Deseos surgió de algunos hechos reales de mi separación y de mi búsqueda post divorcio a los que le agregué mucha ficción.  Es una novela de desamores pero también es un thriller.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Alto Pogo
Cuando tuve un primer borrador que consideré aceptable (y para eso pasaron tres años de correcciones), me contacté con dos editoriales. Una fue Alto Pogo. La conocí por leer una entrevista que le hicieron a su editor, Marcos Almada y me gustó mucho como respondió. Es un emprendedor del libro, como yo me considero una emprendedora en otro sector, me sentí identificada. Le escribí por Facebook, me respondió, le envié el manuscrito, lo leyó y le gustó. Fue muy interesante el trabajo de edición que realizamos con Marcos.  El primer día que nos juntamos en un bar a trabajarla, él leyó en voz alta el comienzo. Era la primera vez que yo escuchaba mi texto en la voz de otro. No me gustó como sonó. Algo no me cerraba.  Lo supe enseguida: tenía que pasar la tercera voz a primera persona. Marcos me dijo que era una locura, que tendría que reescribir la novela otra vez. Y así lo hice. Volvimos a vernos unos seis meses más tarde. Creo que valió la pena el esfuerzo.

¿Qué repercusiones tuviste de los lectores de la novela?
Todos los comentarios que recibí de Los Deseos fueron positivos.  Muchos me preguntan si la protagonista soy yo.  Otros me reclaman por qué dejé el final abierto (cosa que no creo haber hecho). Algunos piden una segunda parte.
En la presentación, mostré un video que es fruto de una investigación que realicé sobre los deseos de personas mayores de cuarenta años, separadas con hijos, profesionales. El título de la novela se refiere a cómo los deseos impulsan a la protagonista y a todos los personajes y cómo esos deseos pueden hacerlos felices pero también destruirlos.
Creo que muchos lectores se han sentido identificados con los deseos de los personajes.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
De las vivencias propias y ajenas. De lo que sueño por las noches. De lo que he leído. De mi imaginación.
De mis oscuridades, especialmente de mis fracasos. 

¿De qué tema que todavía no hayas escrito te gustaría hacerlo próximamente? 
Me propongo hacer ficción de una idea o de un tema.
Después elijo la estructura, la que más me gusta es el policial o trama de suspenso.
En Los Deseos, hay un tímido acercamiento al género. En la segunda novela está un poco más desarrollado: se detiene a una periodista argentina en Barcelona, y hay una investigación sobre el caso mientras ella está en prisión, aunque no es el tema principal si ella es inocente o no.  Después de que eso se revela, la historia continúa.
En mi tercera novela, que ya comencé, una familia viaja a La Habana, y el hijo mayor desaparece. La madre es la principal investigadora y en un país con las características de Cuba, lo que hace más difícil la búsqueda.  Ella no vuelve a Argentina sin él: vivo o muerto. Como en la novela anterior,  la investigación y revelación  no es el objetivo principal de la obra. Es una estructura para poder hablar de otra cosa: ¿cuánto puede hacer una madre por un hijo? ¿Qué pasa si no lo encuentra? ¿Qué pasa si lo encuentra y se entera de que el hijo había huido?

¿Qué libros o autores recomendarías? 
Es muy difícil esta respuesta. Depende a quién le voy a recomendar. No es lo mismo hacerlo a un colega escritor que a una persona que no está en el ámbito literario o que ha leído poco. 
Todos los libros suman a la experiencia de lectura. A veces un párrafo justifica un libro.  Lo importante es no perderse esa experiencia mágica.  Leer nos expande y puede hacernos felices.
Hay un escritor que no puede dejar de mencionar: Borges. Es una de las experiencias más intensas de lectura que he tenido, desarrolla la imaginación con un máximo rigor en el lenguaje. Yo pienso que escribió una narrativa breve muy difícil de superar.  Para aquellos que queremos escribir, Borges es un ejemplo. Parece difícil, pero no lo es. Ha convertido en ficciones los grandes temas de la literatura y lo ha hecho de una forma única. Y algo más: Borges nos enseña a leer.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Publicar la segunda novela que está inédita. Terminar la tercera.
Leer más.
Continuar con el aprendizaje de escribir.
Aportar mi experiencia a la gestión cultural.
Viajar por literatura.
Ayudar a otros en este maravilloso universo que es la literatura.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Escribo una tercera novela (que comenté anteriormente).
Con dos amigos escribimos una obra de teatro y el objetivo es estrenarla este año.
Participo en el programa de radio “Cuando las horas bajan” en Radio con Vos, 89,9 FM, los lunes a la medianoche, para hablar de literatura.



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