sábado, 30 de mayo de 2020

Raúl Alonso: “La temática de mi escritura está casi siempre basada en temas cotidianos”






El escritor Raúl Alonso habló con Entre Vidas acerca de su libro de cuentos Alétheia, publicado por Azul Francia Editorial.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Hay algunos rituales de los que no puedo prescindir.  Primero, música.  Depende,  si estoy escribiendo poesía necesito oír algunos temas antes de escribir.  Pueden ser de todo tipo, aunque prefiero que sean aquellas canciones que me terminan de empujar.   Acudo muchas veces a la melancolía, aunque me sorprendo a veces escuchando dos o tres puestas fuertes, puede ser tango, también.  Ya puesto a escribir, y fundamentalmente relatos o la novela, necesito escuchar música instrumental, que puede ser clásica o piano de jazz.  No me pueden faltar los cigarrillos y si es de noche (que casi siempre lo es) un whisky o un vino.  Y también una libreta y un par de lápices.  Suelo dibujar cuando la mente necesita descansar. 

¿Con qué frecuencia escribís?
Lamentablemente no cuento con una disciplina ejemplar.  Te diría que dos o tres veces por semana, aunque muchas veces esos espacios se amplían.  Lo que sí me sucede es que muchas veces me sorprendo escribiendo horas y horas, como un modo inconsciente de recuperar el tiempo perdido.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro Alétheia?
Al seleccionar los relatos intenté elegir aquellos que pudiesen transitar por dos caminos claros.  Uno, el tipo de redacción, aquellos en los que el narrador tuviese un papel definitorio y, en ese contexto, que pudiesen vislumbrarse, dentro de historias o escenas aparentemente cotidianas, chiquitas, aquellos fantasmas o demonios que el narrador mantiene solapados o directamente ocultos.  Esa fue la idea central.  También no quería que faltasen los dos relatos que vinculan esta etapa de mi literatura con los horrores de la dictadura militar. En definitiva, no fue un proceso ni muy largo ni muy complejo. 

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
El título surgió casi de casualidad.  Estaba leyendo un par de libros de filosofía y me choqué con esta palabra que creí encerraba en sí misma el hilo conceptual que deseaba darle a mi libro.  Alétheia se suele vincular con la idea de Verdad, y en realidad se refiere más que nada a un tipo de desvelamiento, a quitar máscaras, a llevar a la luz aquellas cosas que permanecen ocultas, a veces por ignorancia, y la gran mayoría de las veces, por cobardía.

¿Cuál fue la imagen disparadora de tu cuento Las cartas nunca llegan al río?
Bueno, este relato se basa en parte en una historia personal.  Una prima mía solía veranear en Mar del Plata, unos ocho o nueve años mayor que yo.  Logramos establecer una relación muy cómplice, muy estimulante para mí.  Lograba conversar con ella sobre temas que me llevaban a un mundo nuevo, tanto en la música, en el cine, en los libros y en tópicos de la vida misma.  Uno de los films sobre el que volvíamos reiteradamente era Melody, esa película de 1971 (yo tenía 8 años) y comenzó a llamarme Daniel en la intimidad.  Luego la vida siguió, ella fue desaparecida y tal vez haya sido arrojada al Río de la Plata.   Esa imagen de su única carta y de un posible destino final me llevaron a escribirlo.

¿Cuál es el cuento que más te gusta y cuál es el favorito de los lectores?
A mí me gusta mucho “El espejismo de Godard”, disfruté mucho escribiéndolo, siento que lo reescribo cada vez que veo À bout de soufflé (Sin aliento o Al final de la escapada), me sigue pareciendo maravillosa.  Y en cuanto a los lectores, me han valorado mucho “Las cartas nunca llegan al río”, “Fox Trot” y “La oficina”.

¿Qué diferencias notás en vos como escritor entre el que publicó los poemarios Urbano y Lo amargo por miel con el que publicó el libro de cuentos?
Bueno, en principio creo que hay una diferencia radical y es la seguridad en lo que hago y lo que puedo lograr.  Los libros de poesía fueron el lanzamiento de mi escritura al parecer de un otro que estaba allí y que no tenía la menor idea de que yo escribiera.  Y bastantes años me costó saltar esa valla, por eso estoy tan feliz y agradecido a esos dos libros.  A partir de ahí comencé a rastrear por el camino que a mí siempre me interesó que es la narrativa, la cual conlleva otro tipo de trabajo, otro tipo de disciplina.  Y en ese sendero, intentar consolidar mi propio estilo literario, que es mi objetivo central.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con Azul Francia Editorial?
Fue la editorial a la cual le envié este trabajo, yo la conocía por otros autores, pensé que contaba con un estilo que a mí me gusta y les hice llegar mi material con mucha ilusión.  Este libro existe gracias a la inmensa generosidad de Francisca Mauas, ella fue la que le brindó su tiempo a mis originales, y la que creyó en firme en el proyecto.  Siempre le estaré agradecido por ello.  Yo ya había viajado a España, es decir, no tenía la situación de cercanía que habitualmente se requiere en estos casos, no pude presentarlo, en fin, una serie de cosas que lo diferenciaban de las publicaciones habituales de la editorial.  Quiero en cada oportunidad con la que cuento agradecer a Mariano Quiros (un escritor muy admirado por mí) que escribió la contratapa con mucha generosidad y a Fernanda Trovato Fuoco (excelente diseñadora e ilustradora) que realizó la imagen de la tapa.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
La temática de mi escritura está casi siempre basada en temas cotidianos.  Puntos de partida, llamémoslos así.  A partir de allí me interesa ir enhebrando facetas que se van complejizando hasta llegar a los temas que, en definitiva, son los únicos pocos que existen:  la muerte, el amor, el pasado, el desamor, el paso del tiempo, el olvido, los valores, los desvalores, esa difícil amalgama que somos los seres humanos.

¿De qué tema todavía no escribiste pero te gustaría hacerlo en un futuro?
Me gustaría escribir un texto que tenga a la música como centro.  Siento a la escritura como una especie de música con diferente notación.  Pienso siempre en ello y aún no he encontrado la forma, pero eso es lo que me gustaría hacer.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Actualmente estoy trabajando en mi primera novela, estoy bastante adelantado porque ya son algunos años en los que le vengo dando vueltas.  Espero finalizarla en los próximos meses y poder editarla.  Y también estoy buscando la posibilidad de publicar aquí o en Argentina (o en ambos lados) un tercer poemario que se llama “No habrá cesado el rito” que culminé el año pasado.  Esperemos poder lograr ambos objetivos en lo que resta del año.



Cecilia Muñoz: “Los sentidos deben estar bien despiertos a la hora de escribir”





La escritora Cecilia Muñoz habló con Entre Vidas acerca de su libro de poemas Sola en el bosque publicado por Azul Francia Editorial.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales específicos. Prefiero que sea de noche y necesito mucha tranquilidad y soledad. No puedo escribir con música fuerte o con el sonido de una TV de fondo, menos si se escuchan voces desde los departamentos vecinos. El momento de escribir es muy íntimo para mí, porque me encuentro con mis ideas, pensamientos, sensaciones…

¿Con qué frecuencia escribís?
Depende. Trabajo mucho (soy docente) y me cuesta tener una rutina de escritura, así que escribo cuando tengo una idea o me lo propongo; entonces me hago el espacio y el tiempo necesarios. En este contexto de pandemia, me resulta más difícil porque me lleva mucho tiempo y energía la virtualidad. La escritura también es un trabajo y necesita de una rutina y una rigurosidad que debo reconocer, aún no tengo, pero estoy intentando tener.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Supongo que mi mamá. Ella advirtió que desde muy chica me gustaba la poesía y me empezó a regalar libros de Neruda, Benedetti… Y así empecé a leer más y, de pronto, a escribir. Mi primer poema lo escribí a los quince años. 

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Sola en el bosque?
El título del libro es el último verso del último poema. Yo quería que tuviera una estructura circular, que invite a leerse incesantemente. Como el libro entero habla de un recorrido (el bosque) que implica movimiento, aprendizaje, cambio, pensé que ese recorrido no debía terminar nunca, dentro de la lógica de la lectura y del libro, claro.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Son veintisiete poemas que escribí entre los años 2017 y 2018, a los que se suman los tres haikus que titulan cada parte del libro (que se divide en tres). En total son treinta. No hubo un criterio de selección, me fui guiando según lo que me iba pasando con cada uno, es decir, “este sí, este no”, y por cómo iban quedando luego de corregirlos.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Mi poema preferido es el primero, “Impermanencia”, porque tiene que ver con un movimiento que me ayudó mucho a crecer y a escribir los otros poemas. El que más destacan los lectores es “Puesta en escena”. Creo que porque el yo lírico habla de temas que pueden generar identificación, como son el amor y la distancia.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con Azul Francia Editorial
Conozco a una autora rosarina, Pipu Simeoni, que publicó su libro de poesía con Azul Francia. No pude ir a su presentación pero lo veía por las redes y me parecía un libro hermoso. Un día le pregunté por la editorial y me habló de Francisca Mauas (la editora) y de su profesionalismo y compromiso con su trabajo, así que me contacté con ella y le mandé mi material. A los pocos días, recibí su respuesta positiva y ahí empezó todo, que fue una experiencia inmejorable.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Muchos son los temas. En general, mi yo lírico se nutre del afuera, del mundo. El recorrido no es del interior al exterior sino al revés. A partir de la experiencia, del encuentro con el otro, con la naturaleza, con la ciudad, es que brotan los versos. Los sentidos deben estar bien despiertos a la hora de escribir.

¿De qué temas que aún no escribiste te gustaría hacerlo en un futuro?
Me gustaría, quizás, escribir una poesía que hable más de la realidad social, del presente. Si bien tengo algunos poemas, como “En la esquina” o “Bestiario”, en donde asoma como trasfondo lo social, no es un tema que aparezca mucho en mi libro.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
Es difícil elegir unos pocos, entre tantos en la historia de la poesía. En este momento, no dudaría en recomendar a Glauce Baldovin (Mi signo es de fuego, poesía completa) y a Estela Figueroa (El hada que no invitaron, poesía reunida). En general, me gusta más la poesía escrita por mujeres y en castellano (me molestan las traducciones de poesía, espero que no se ofenda mi amiga Irene si lee esto, ella la traduce muy bien).

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Me gustaría publicar unos cuentos de terror que tengo escritos desde hace un tiempo, pero para eso hace falta trabajarlos muchísimo. Estoy en la fase uno de mil. Son cuentos que escribí a partir de charlas que he tenido con mis estudiantes de secundaria, ellos me dieron mucho material y ganas de escribir, y me gustaría que sean el “público lector”, aunque también pienso en un público más “amplio”. Lo digo entre comillas porque dudo de esos conceptos y, sobre todo, de esa distinción entre literatura para jóvenes/ literatura para adultos.



sábado, 23 de mayo de 2020

Flavia Propper: “Me resultó muy divertido escribir los monólogos con personajes tan diversos”






La escritora Flavia Propper habló con Entre Vidas acerca de su libro En boca de todos publicado por Azul Francia Editorial y contó que es una novela, pero escrita a base de monólogos. Además, adelantó que está componiendo letras de canciones que próximamente formarán parte del grupo Mar Abierto.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales para escribir pero suelo prender el hornito aromatizante con esencia natural de eucaliptus. A veces busco música que me ayuda a generar un clima particular, por ejemplo, si estoy escribiendo algo dramático puedo escuchar “Claro de Luna“ de Beethoven.

¿Con qué frecuencia escribís?
Muy seguido porque, además de escribir por placer, muchas veces siento una especie de necesidad casi fisiológica. Así como puedo sentir hambre o sed, a veces me viene un deseo o necesidad fuerte de escribir. Rara vez me surge una idea “acabada“, en general comienzo con un pequeño esbozo, una idea muy pequeña y a medida que escribo se va desarrollando la historia y me sorprendo a medida que plasmo las ideas en la computadora. Suele pasar que no sé qué sucederá un segundo después o cómo terminará. Si estoy escribiendo una novela, le dedico mucho tiempo porque me surge esa “necesidad“. También escribo cuentos y letras de canciones cuando me surgen esos “brotes de inspiración“.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Mi mamá, Esther, que es muy lectora y siempre me llevaba a librerías para elegir libros o me traía de sorpresa. Ir a una librería antes de ir de vacaciones a Claromecó era un ritual Infaltable y muy esperado. Mi infancia estuvo rodeada de libros de estudio y de literatura.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela En boca de todos?
Es difícil pensar cuál fue la imagen disparadora. Originalmente la novela se inició como una trilogía de monólogos: un profesor de yoga, una psicóloga y una mujer que padece el maltrato de su marido y va a yoga y a terapia. Los tres monólogos estaban entrelazados y mencionaban a Carolina (el profesor es el novio, la psicóloga es la madre). Luego ese mundo comenzó a crecer y aparecieron muchísimos personajes enriqueciendo el mundo de Carolina que terminó siendo la protagonista en silencio (es el único personaje que no tiene monólogo). Me resultó muy divertido escribir los monólogos con personajes tan diversos y utilicé el recurso del paréntesis para los pensamientos, mostrando muchas veces la distancia entre aquello que se dice y aquello en lo que se piensa.

¿Por qué le pusiste ese nombre?
“En boca de todos“ porque Carolina, que es la protagonista, está en boca de todos, todos hablan de ella, incluso a veces frente a un mismo hecho diferentes personajes lo vivencian de diferentes maneras. Además me parece un nombre interesante porque es una frase que está en el imaginario colectivo. Y el subtítulo: “monólogos de novela“, porque son un conjunto de monólogos que leyéndolos de principio a fin conforman una novela donde los personajes y las historias se entrelazan, crecen, evolucionan. Es una novela pero escrita en base a monólogos.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Azul Francia Editorial? 
Me contacté con la editora, Francisca Mauas, con quien habíamos compartido la publicación de cuentos en el libro “Letras y Cine“ (una compilación de Diego Paszkowski). También participamos en algunos eventos vinculados a la presentación y la lectura de los propios cuentos de ese libro con fondo de películas (un proyecto muy interesante que surgió de Francisca Mauas y Sebastián Piasek).

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Mi escritura se nutre de temas cotidianos, me apasiona la riqueza de los personajes que están a nuestro alrededor, soy observadora de los detalles, de los micromundos. Igual, cuando escribo no suelo hacer referencias o inspirarme en alguien puntual. Jamás interpreto o analizo el origen de las ideas,  de los personajes o de los hechos. Dejo fluir la creatividad sin juzgarme.

¿De qué tema que todavía no hayas escrito te gustaría hacerlo próximamente? 
Es una pregunta interesante pero difícil de responder porque no escribo por objetivos o por intereses puntuales. La inspiración llega con el tema, por ahora no elegí qué escribir sino que “fui elegida“ para escribir aquello que surgió sin proponérmelo.

¿Qué libros o autores recomendarías? 
Hay dos libros que me gustaron muchísimo y no son de literatura pero me conectaron de un modo especial con la creatividad: “Escribir y callar“ de Nuria Amat y “Free Play. La improvisación en la vida y en el arte“ de Stephen Nachmanovitch.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy componiendo letras de canciones. A veces “aparece“ la letra sola y también me  ha pasado de crear la letra y la melodía. Próximamente las letras estarán convertidas en canciones del grupo Mar Abierto.



sábado, 9 de mayo de 2020

Yanina Rosenberg: “La literatura es una gran maestra”




La escritora Yanina Rosenberg habló con Entre Vidas acerca de su libro La piel intrusa publicado por la editorial Páginas de espuma y contó lo que significó para ella ser premiada por un jurado de lujo  entre los que se encontraban Abelardo Castillo y Luisa Valenzuela.






¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No estoy segura de que sea un ritual, pero me suelo sentar a escribir con una taza enorme de té. Y cuando digo enorme no exagero, es una taza-caldero de Harry Potter donde entra como medio litro de té, que voy tomando mientras escribo. Aunque odio el té frío, nada es más feliz que el momento en que veo mi taza fría y llena, eso significa que le gané a la procrastinación de cada día.

¿Con qué frecuencia escribís?
Me siento todas las mañanas frente a la computadora, pero mi cabeza escribe las 24hs. Me surgen frases o ideas en los lugares y momentos más inesperados: camino a la farmacia donde trabajo, mientras le hago mimos a mi hija para que se duerma por la noche, estando en el dentista con la boca abierta, mi cabeza me tira esos anzuelos y tengo que correr a anotarlos en el celular, en la mano, en la libreta que tengo en la mesita de luz, donde sea.

¿Cómo es el proceso que tenés antes de empezar a escribir una nueva historia?
Cada historia nace de una manera diferente y lleva consigo el manual de instrucciones de su propia escritura. Hay historias que me vienen a la mente de una forma tan clara que tengo que sentarme con urgencia a escribirlas, y esas son las mágicas que salen de un tirón (lástima que ocurren cada año bisiesto). Y hay también historias que son peores que un parto con inducción porque tengo la idea y a dónde quiero llegar, pero no tengo idea de cómo llegar a destino. Así, puedo estar meses dándole vueltas a un cuento, y de más está decir que al final siempre termina siendo totalmente distinto a lo que había pensado al principio.

¿Por qué decidiste que el nombre de tu nuevo libro sea La piel intrusa?
Fue difícil encontrar el nombre. La idea era hacer foco en lo que todos los cuentos tenían en común. Aunque, hasta entonces, para mí no era muy evidente el nexo entre mis cuentos. Las charlas con mi editor me ayudaron a ver esta conexión, que si bien la tenía frente a mis ojos, yo no la había tenido en cuenta a la hora de escribir, mi escritura suele ser más bien intuitiva. Y creo que lo que tienen en común mis cuentos es la sorpresa. No la sorpresa que la narración pueda generarle al lector, sino la que sufren los personajes. Ese momento de impacto donde hacen cosas que jamás hubieran considerado hacer. Esa sorpresa que los cachetea hasta el límite de preguntarse quiénes son en verdad. Es una sorpresa íntima, que viene desde algún lugar tan oculto pero tan propio a la vez, como nuestra piel, que es tan propia y, en ciertos momentos, cuando reaccionamos como jamás hubiéramos imaginado, nos resulta tan intrusa que no la reconocemos.

¿Cuál es el cuento que más te gusta y cuál es el favorito de los lectores?
Cuentos favoritos no tengo, a los hijos se los quiere a todos por igual, ¿no? En cuanto a los lectores, no sé, habría que preguntarles a ellos, aunque creo que tampoco hay un favorito unánime. Por lo menos, dentro de mi círculo cercano, familiares, amigos, no hay dos personas que se hayan puesto de acuerdo. Algunos son fans de Guapi y otros de Tavito, mientras que otros se mueren de miedo con Evelina o ven en Miss Berrinche una copia de sus hijos. Supongo que, al estar enmarcados en situaciones tan cotidianas, es lógico que distintas personas se identifiquen con distintos cuentos.

En los catorce cuentos que aparecen en el libro se mezcla lo cotidiano con lo fantástico o la ciencia ficción, ¿cuáles son tus referentes dentro del género?
Adoro a Etgar Keret, me confieso muy fan de sus cuentos, de cómo logra el pasaje de lo cotidiano a lo fantástico, saludando al absurdo con toda la naturalidad del mundo. Pero si tengo que ir hacia atrás, puedo hablar de Elsa Bornemann y los cuentos fantásticos y de terror de Socorro, que de muy chica leía una y otra vez con total fascinación. Y también se me ocurre mencionar a esos autores que me hicieron tener otra visión del mundo, como Cortázar y Bioy, por ejemplo, que me abrieron la cabeza hacia la poética de la desacralización. Me mostraron que la literatura, más allá del mensaje que transmita o quiera transmitir, tiene que mantener un costado lúdico. Que lo que se quiere contar, se cuenta mucho mejor si se logra meter al lector dentro del juego, ya sea desde la trama, desde el lenguaje o desde lo formal.

¿Qué pensaste cuándo te enteraste que el texto había sido premiado por la Fundación El libro, con un jurado de lujo entre los que se encontraban Abelardo Castillo y Luisa Valenzuela?
Los premios son siempre un mimo para el alma insegura del escritor. La palmadita en la espalda que dice, seguí por ahí, piba, que vas por buen camino. Pero como dije en la entrega de premios, el mejor premio para mí fue el haber sido leída por autores a la que admiro tanto. Jamás pero jamás hubiera imaginado que algún día Abelardo Castillo, Antonio Skármeta, Luisa Valenzuela, Pablo De Santis o Daniel Divinsky leerían mis cuentos. No puedo estar más agradecida.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la editorial Páginas de espuma?
Admiraba (y admiro, por supuesto) muchísimo el trabajo de Páginas de Espuma. Todos los libros de la editorial que había leído hasta entonces me habían fascinado, y cuando surgió lo del premio enseguida me dije que sería un sueño que mi libro de cuentos fuera publicado por quienes yo consideraba (y considero) expertos en cuento. Así que le escribí a Juan Casamayor, gracias a la generosidad de Oche Califa, y casi dos años después de intercambio de mails y mails y mails y charlas, el sueño se hizo realidad.

¿De qué tema todavía no escribiste pero te gustaría hacerlo en un futuro?
Soy muy intuitiva en cuanto a la escritura y no me hago planteos sobre algún tema en particular a la hora de escribir. Sí reflexiono mucho en cuanto a las actitudes de los personajes, a sus personalidades, a sus posibles reacciones en diferentes escenarios, pero no es que digo voy a escribir un panegírico sobre el feminismo, y entonces invento una madre que quiere clonar a su hija porque siente la frustración de la maternidad. Por el contrario, la madre surge y le doy libertad de acción de mostrarse feminista y también la de optar por cualquier otro camino siempre que se mantenga fiel a sí misma y a lo que su personaje representa dentro de la historia.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Acabo de terminar un nuevo libro de cuentos, que me gusta mucho porque trabaja con la idea de cómo miramos y cómo somos mirados dentro de la sociedad, de cómo la mirada ajena nos moldea sin que nos demos cuenta. Y ya estoy de lleno metida en una nueva novela, que me está haciendo investigar como nunca. Ya de por sí, suelo investigar mucho para todo, hasta para el más mínimo detalle, pero esta novela me está haciendo sudar de tanto estudio. Siento que volví a la facultad, estoy aprendiendo muchísimo. La literatura es una gran maestra.