miércoles, 21 de diciembre de 2016

María Victoria Vázquez: “Todo está invariablemente atravesado por el tema de la soledad”






La escritora María Victoria Vázquez publicó el libro de cuentos Frío con la editorial Textos Intrusos y estuvo hablando con Entre Vidas acerca de su literatura en la que un tema que predomina es el de la soledad. El libro tiene varios relatos destacables como Gotera, Denominación o el que le da el nombre a la publicación.




¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
Honestamente, no tengo grandes rituales. Estos últimos tres años, en los que me dediqué a escribir ya sin aflojar, estuvieron atravesados por una separación, mudanzas varias, así que recién ahora me estoy acomodando. Si se acepta como “ritual”, lo indispensable es estar sola y con un té a mano.

¿Con qué frecuencia escribís?
Siempre que puedo. Como tengo otros trabajos no dispongo de horarios amplios para escribir, así que suelo aprovechar las madrugadas. Pero para no perder la oportunidad de alguna idea, siempre llevo conmigo un cuaderno en el que anoto las imágenes, frases o a veces el comienzo y la estructura de una historia que me parece que puede terminar siendo cuento.

¿Por qué tu libro de cuentos se llama Frío?
Frío es el título del microcuento que está en la contratapa. Es una historia muy corta pero muy densa, que una vez que visualicé no me dejó otra alternativa que ser escrita, tenerla encima era como una tortura. Dudé acerca de publicarla, porque surgió de un dolor profundo, pero ahora veo que fue la mejor decisión, está ahí, escrita, impresa, y eso la despegó de mí a un nivel muy saludable, creo. Y es Frío por el cuerpo de esa madre muerta por voluntad propia, a pesar de dejar solo al hijo. Es Frío por el vacío.

¿Cómo nació la historia del cuento Gotera en la que una gotera parece ser la única compañía de una señora?
Surgió de una consigna de taller. Había que escribir algo en base a una onomatopeya. Pensé en otros sonidos antes del plic, hasta que lo encontré. Y la historia salió sola a partir de ahí, como una suerte de asociación libre. Es curioso, pero si bien el cuento cierra como está, y nadie me dice otra cosa, yo le veo una vuelta de rosca más, pero que no escribí porque le robaba efecto. Sin embargo la historia de esa mujer no se termina ahí.

En el cuento Denominación te metés con el tema de la sexualidad. ¿Cuál fue la imagen disparadora que dio lugar a la historia?
Considero que el nombre de una persona es algo muy fuerte. Que marca, atraviesa, define. Es una carga pesada en algunos casos, como en las personas que se llaman igual que sus padres. Por eso siempre me llamó la atención que la gente usara de modo tan fresco nombres con connotaciones negativas, trágicas a veces, como Mártires, Dolores, o el que uso en el cuento, Soledad. Creo que está dicho ahí en voz del personaje, pero realmente no entiendo que un padre pueda darle ese nombre a su hija. El juego con la sexualidad fue como exacerbar esa consecuencia del nombre en la persona: no solo se va a rebelar contra el sentido como palabra sino contra todo, absolutamente todo lo que dice ese nombre. Y esa ambigüedad de la sexualidad está acá y en “Vecinos” también, donde el narrador/protagonista no tiene marca de género y puede ser tanto un hombre como una mujer quien habla.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
En cuanto a los lectores, sin dudas, “Gotera” tiene algún tipo de efecto particular. Todos lo mencionan primero. Y yo le tengo mucho cariño, si es que acaso se puede usar esa palabra a “Troglodita”, en parte porque es una nena quien habla, y por otro lado porque habla de las pulsiones irrefrenables, del monstruo en uno mismo, y ese es un tema que me interesa mucho. Como Jekyll y Hyde, el horror debajo de la normalidad. Pero también me gustan otros (menos mal, ¿no?). “Pacífico” me divierte, el tedio de la pareja transformado por la posibilidad del asesinato me resulta gracioso desde lo trágico. Me gusta el humor negro.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Textos Intrusos?
A pesar de que muchos renieguen contra las nuevas tecnologías, lo que ocurrió en mi caso fue que Hernán Casabella, editor responsable, me contactó por Facebook y me pidió ver algo de lo que yo estaba escribiendo. Le gustó el material, yo a la editorial la conocía porque algunas escritoras habían publicado allí, y me propuso hacer el libro. Hernán me contactó con Marcelo Rubio, que además de hacer el prólogo trabajó conmigo los textos. Algunos estaban más “cerrados”, pero su aporte en otros fue muy valioso.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Un tema que me ronda y que es bastante obvio en lo que escribo y ninguna novedad para la humanidad, es la soledad. Y después preguntas que me van surgiendo con respecto a situaciones, como el médico con complejo de Dios, las pulsiones. Tengo una formación familiar-escolar católica y también me hago preguntas con respecto a eso que se nos impone como absoluto: una forma de entender al mundo con una moralidad desde mi punto de vista errónea. Pero todo está invariablemente atravesado por el tema de la soledad. Creo que escriba sobre lo que escriba, aparece de forma más o menos evidente, pero ahí está.

¿En qué proyecto estas trabajando actualmente?
Estoy trabajando cuentos que aspiran a formar otro libro, y paralelo a eso estoy trabajando una antología de cuentos de otros escritores.


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