sábado, 15 de abril de 2017
Hernán Domínguez Nimo: “Los tiempos muertos de un viaje para mí siempre fueron productivos”
El escritor Hernán Domínguez Nimo acaba de lanzar sus libros Tiempos muertos con editorial Peces de Ciudad y La primera muerte es gratis con Ediciones Ayarmanot. En el primero, aparecen cuentos que surgieron o tratan de viajes, ya sea en bondi, tren, subte o taxi. Y el segundo libro, abarca desde su primer cuento, publicado en España hace más de 10 años, hasta el último cuento que es inédito.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Según qué tanto abarque la “previa”, son varios… Suelo escribir a la mañana, por lo que en el momento previo a dormir trato de “setear” la cabeza enfocándola en eso a lo que voy a meter mano la mañana siguiente.
Como leo bastante, trato de que en los días que trabajo tal cuento o tal novela, mi lectura tenga el tono que yo mismo estoy buscando.
Y cuando por fin me siento, necesito música, a veces con auriculares para aislarme del mundo. Igual que con la lectura, elijo el clima de lo que escucho pensando en el clima de la narración.
A veces escribo en bares, ahí el bullicio de la calle me alcanza para aislarme. El anonimato de la masa.
¿Con qué frecuencia escribís?
Aunque la diaria no siempre te deja, trato de meterle mano todos los días, para no perder el tono de una narración o personajes. Igual, como decía, no siempre puedo. Aunque necesito escribir. Más que respirar o comer o hacer ejercicio (salvo el fulbito con amigos). Con el tiempo descubrí que cuando lo postergo demasiado, me hace mal. Y no en sentido figurado, ¿eh?
Descubrí que me sirve mucho ponerme un mínimo de 1000 palabras en una sentada, que parece poco o mucho según quién lo mire. Pero cuando estoy poco inspirado, cuando cuesta que salgan las palabras, me obliga a no largar de una, a no ser vago, y a veces eso solo alcanza para soltarme. Y cuando salen fácil, como es un mínimo no le doy bola y listo.
¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
El amor por la lectura viene de mi Oma, mi abuela materna. Y de mi vieja. De chico devoraba todo lo que tenía a mi alcance, y era mucho. Era ratón de biblioteca pero con biblioteca propia, que es mucho más peligroso. Mi vieja también leía mucho y me empujó en ese sentido.
No tuve parientes de la rama literaria, no sé qué me lanzó a escribir. Siempre tuve sueños bastante locos, casi cinematográficos, y como tenía una vieja Remington holandesa portátil (de 200 kilos), empecé a ponerlos en papel. Ese fue el comienzo, a los 10 u 11 años…
¿Por qué decidiste que tu libro se llamara Tiempos muertos?
Se caía de maduro. Son todos cuentos que surgieron o tratan de viajes, ya sea en bondi, tren, subte o taxi, esos momentos en los que, si no estoy leyendo, mi cabeza vuela. Viajar siempre me inspiró. Los tiempos muertos de un viaje para mí siempre fueron productivos.
Al principio dudaba, porque mi primer libro se llama “Si algo está muerto no puede morir”, la muerte como tema central, y aunque acá funciona en otro sentido, podía hacer ruido. Pero la verdad es que no se podía llamar de otra manera.
¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Originalmente, era un librito llamado “Cuentos colectivos”, que estaba en la cola de espera de la colección de Nueva Narrativa Rioplatense. Cuando se cayó, el librito quedó en un cajón.
Pero viajo mucho. Aunque tengo auto, prefiero bondi, subte o tren, es tiempo para mí. Y las historias siguieron apareciendo, hasta que un día dije “Algo tengo que hacer con esto”. Lo que hice fue elegir las que más me cerraban, descarté algunas, y acá estamos.
¿De qué temas te nutriste para escribir las historias?
Muchas parten de situaciones reales, que vi o viví. Uno viaja más de 500 veces en un año, hay mucho material ahí. Pero casi todas las tomé como punto de partida, las extrapolé, y jugué con la imaginación, que para eso son.
¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Es un libro atípico en mi caso. Yo suelo escribir cuentos largos, y este libro tiene algunos cuentos cortos, unos pocos largos, otros que son postales, microficciones y hasta microensayos.
Yo soy un fanático del cuento, así que voy a ser tendencioso, uno de mis preferidos es “Pará la moto”, un cuento corto en el que me gusta el tono que logré con el protagonista. Pero mi preferencia va cambiando momento a momento, así les recomiendo que lean todos, jaja.
Igual, desde el público creo que sí hay un claro ganador, “No hay asiento que le venga bien”, sobre todo porque es un cuento que funciona muy bien al ser leído y representado.
¿Qué libros o autores recomendarías?
De escritores conocidos no tiene sentido hablar: para qué recomendar a Stephen King, no le voy a sumar lectores. Pero nadie debería dejar de leer a Gilda Manso, a Martín Sancia, a Juan Guinot, que son amigos pero sobre todo grandes escritores. Si me preguntás por un libro puntual, hace poco leí “Antes del encuentro feroz”, de Agustina Bazterrica, lo recomiendo mucho, y no solo porque lo tengo fresco.
¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello editorial Peces de Ciudad?
Casi de casualidad. Fui a la presentación del libro de cuentos de otra amiga, Verónica Martínez, y me llamó la atención la edición, muy cuidada, que resaltaba incluso en libros de pequeño porte. Yo sabía que mis Tiempos Muertos no eran muy voluminosos, y me lo imaginé ahí, lo hablé con Mariana y Sole, las editoras, que se coparon mucho con el material y terminó saliendo en menos de dos meses.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Es un libro de cuentos que se va a llamar “La primera muerte es gratis” y salió el 1º de abril, por Ediciones Ayarmanot. En realidad, es un proyecto que vengo trabajando desde antes que mis primeros dos libros, de hecho lo pospusimos en su momento con la editora para no encimarlo con Tiempos muertos.
El nombre del libro es el de uno de los cuentos, pero además lo elegí por dos razones: una, para volver a insistir (casi a modo de broma privada) con el tema de la muerte. La fundamental, es que, justamente, iba a ser la primera…
El contenido es una selección que abarca desde mi primer cuento, publicado en España hace más de 10 años, pasando por varios otros que fueron menciones en concursos o formaron parte de otras revistas o antologías de Argentina o Chile. El último cuento es un inédito que acabo de terminar.
Siempre quise ver estos relatos juntos, en papel, porque como algunos salieron afuera no todos pudieron leerlos. Y como obse que soy, con Laura, la editora, les metimos mano como si todos, y no solo el último, fueran a salir por primera vez.
Lo presentamos dentro de Pórtico, las jornadas de CF que desde hace tres años se organizan en la UNLP. Y más adelante, aprovechando la feria del libro, haremos una acá en Buenos Aires.
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