La escritora Tamara Grosso habló con Entre Vidas acerca de su libro Guatepeor publicado por la editorial Modesto Rimba. Además, adelantó que está trabajando en otro libro que tiene el formato de diccionario y saldría en el mes de junio a través de la editorial Perronauta.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Creo que no tengo un ritual. Las ideas o los poemas por lo general surgen cuando estoy haciendo otra cosa o cuando no estoy en mi casa, y los anoto en donde puedo. Muchas veces, si se me ocurre una idea mientras estoy ocupada o en la calle y no puedo escribirla en ese momento, me quedo trabajando el poema en la cabeza hasta que pueda escribirlo.
Después suelo dejarlo olvidado hasta que se me ocurre ponerme a ordenar y corregir poemas, y ahí es más un ritual de trabajo, de preparar el mate y sentarme en la computadora a editar, que es el mismo proceso que tenía para estudiar o que tengo para trabajar. Separo mucho la parte de escribir, que para mí es el proceso creativo, de la de corregir y editar, que es un trabajo. Cuando escribí Guatepeor, muchas veces lo hacía en el colectivo, volviendo de la facultad, a mano en un cuaderno que tenía solo ese texto y que llevaba a todos lados. Después me sentaba a pasarlo y editarlo y se transformaba mucho.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo casi todos los días, pero poco. Algún poema o ni siquiera eso, alguna frase que anoto. Pero sentarme a ordenar y trabajar los textos, en cambio, es algo que hago muy cada tanto, cuando tengo todo un día libre, cuando junto la voluntad necesaria.
¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Mi mamá siempre me regaló libros y a mi me gustaba escribir desde muy chica. Después, cuando tenía más o menos 15 años, empecé a ir a un taller literario en una escuela de arte pública de La Matanza, y ahí me enteré de que existía mucha más literatura de la que yo conocía. Ahí lo empecé a tomar más en serio.
¿Por qué decidiste que tu novela se llamara Guatepeor?
Guatepeor es el nombre del personaje. Tenía que tener un nombre así, porque me interesaba que el personaje fuera un concepto más que una persona. Y además que no estuviera definido nada, ni siquiera el género, si siquiera que tipo de ser era. Guatepeor me permitía jugar con el concepto de Guatemala que es el otro personaje de la novela. Todo empezó como un texto breve, de un par de escenas en las que aparecía Guatepeor como personaje que dialogaba o se comparaba con otros personajes, y después me di cuenta que eso que había escrito abría las puertas a un texto más extenso.
¿Cuál fue la imagen disparadora de la historia?
Creo que una de las primeras imágenes fue la que se terminó convirtiendo en el fragmento que dice “Una vez, se me cayó Guatepeor del bolsillo y me di cuenta seis metros después, cuando me la alcanzó alguien que cruzaba la avenida”. Creo que una lectura posible del libro es que habla de esas personas que te importan mucho en un momento de la vida y en otra etapa ya no están más, y esa imagen es muy gráfica. También la frase “Buen día Guatepeor, te invitaría a desayunar”, que está dos veces en el libro, era como una idea recurrente que tuve todo el tiempo mientras lo escribía. Era como un chiste y también algo muy serio, como “no me importa nada sos el mal, pero te invitaría a desayunar”. Tuve esa frase muchos meses todo el tiempo en la cabeza.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
Eso fue cambiando también. Cuando escribí Guatepeor o los poemas que están publicados en Márgenes, creo que me interesaban las múltiples posibilidades de las relaciones entre las personas. Estaba estudiando (comunicación) y tenía en la cabeza muchas ideas teóricas y abstractas. En los poemas que estoy escribiendo ahora aparecen temas más terrenales y urbanos. Una mudanza, la casa, la ciudad, otras ciudades. Tiene que ver con diferentes etapas. Igual también estoy trabajando en otro proyecto que se va a publicar este año, y es más abstracto y en la línea de Guatepeor.
¿Qué libros o autores recomendarías?
Depende a quién. A alguien que escribe le recomendaría a Lydia Davis, a Ben Lerner, o el libro El lenguaje materno de Fabio Morábito, que son libros o autores que en algún momento me recomendaron a mí. Me gustaría poder viajar a cuando tenía 15 años y recomendarme leer a Sylvia Plath, Sharon Olds, Anne Sexton, todas las poetas en inglés que conocí bastante más tarde. Y siempre leer a los contemporáneos argentinos y latinoamericanos, si no sabés que están escribiendo ellos estás en una burbuja.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
No espero nada del ambiente, sí espero cosas de mí. Espero poder tener la voluntad y la claridad para escribir todo lo que me interesa escribir.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Modesto Rimba?
Conocí a Mauro Lo Coco hace muchos años en la carrera de comunicación, fue mi profesor. Después hice taller con él y cuando armó la editorial me propuso publicarme. En ese momento yo estaba escribiendo Guatepeor y Márgenes, estaban los dos terminados y los estaba corrigiendo y al mismo tiempo que Mauro me propuso publicar también me lo propuso Débora Hadges, en Objeto editorial. Durante un tiempo los libros iban a publicarse al revés, Guatepeor por Objeto Editorial y los poemas en Modesto Rimba. Al final en algún momento tuve la epifanía de que tenía que invertirlos y por suerte los dos aceptaron porque creo que esa era la editorial correcta para cada uno.
¿En qué otro proyecto estás trabajando actualmente?
En un libro que todavía no tiene el título definido y que tiene el formato de un diccionario, con la editorial Perronautas. La idea es que salga en Junio. Con ellos ya publiqué una plaqueta, que se llama Las partes de la ciudad y es un mini poemario. El proyecto nuevo es muy distinto, es en prosa y de género no muy definido, más parecido a Guatepeor. También en paralelo estoy escribiendo otros poemas que estoy corrigiendo con Laura Wittner, y que me gustaría publicar más adelante.