La escritora Agustina Amabile habló con Entre Vidas de su libro Casa Mandarina publicado por el sello hermano de Caleta Olivia llamado Rangún y contó que al poco tiempo de enviarles el materiales recibió la respuesta para poder editar con ellos. Además, la autora señaló que mientras sigue escribiendo tiene ganas de empezar a gestionar lecturas y ciclos.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No creo tener un ritual previo, el ritual se manifiesta en el mismo momento en el que escribo. La escritura me toma casi por asalto. Es un impulso que no entiende mucho de formas, así que me toman las ganas y las ideas, esté donde esté: En el trabajo, en el colectivo o andando en bicicleta. Hace ya unos años que escribo en un bloc de notas en el celular, ya que no puedo deshacerme de él, al menos intento que sirva a la urgencia que también requiere la inmediatez de los momentos creativos.
¿Con qué frecuencia escribís?
Semanal diría, acercándome a un “casi todos los días”. Depende de la época, también puede pasar que escriba en varios momentos de un mismo día.
¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Creo que fue un lenguaje o un formato que mi expresividad encontró desde muy chica. No sé si me fue inculcado. Mi papá era un gran orador y escribía, aunque recién de grande me encontré con algunas pocas cosas escritas. Mi abuela creo que fue la que prestó atención y sobre todo que gestionó esta característica mía y la nombró como parte identitaria de mi personalidad. Mis profesoras de lengua y literatura en primaria y secundaria fueron también impulsoras de ese desarrollo en mí.
¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Casa Mandarina?
Durante muchos años no escribí hasta que arranqué a hacerlo de nuevo sin proponérmelo y pensé en: qué contuvo, como cuenco o hilo conductor, lo escrito en esos últimos años, la respuesta coincidía con mi llegada a la Casa Mandarina, que es mi casa, donde vivo y he compartido con varias amistades. Con el paso del tiempo se va cargando, cada vez, de más de sentido.
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Originalmente eran el doble de poemas, los fui trabajando uno por uno con mi gran amiga, maestra y correctora Josefina Infante con quien hicimos un trabajo de meses mientras me iba haciendo cargo de la idea de que serían parte de un libro, mi primer libro.
¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Me es difícil pensar en alguno como preferido, creo que lo que me sucede es que a medida que pasa el tiempo, esa selección en mí continúa y voy prefiriendo menos que más. De los 20 que son, me quedaría con cuatro o cinco; entre ellos podría decir el 18: “voy a correr, tan rápido. No me vas a alcanzar”, siento que escribí exactamente lo que intenté decir, pero con respecto a los poemas que destacan las personas que lo leen, siempre es diverso, hay un par que se repiten, pero después me han sorprendido algunas elecciones que han hecho. Eso es algo que me tranquiliza.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Rangún?
Decidí (en un rapto de valentía) enviar mi material a alguna editorial, Caleta estaba primera en mi lista. Los contacté por Instagram, les dije que tenía un material y si podía enviárselos, me pasaron un mail y les envié un word. Me contestaron enseguida, para mi sorpresa, con el mismo word con algunas anotaciones y así intercambiamos un par de mails más, hasta que tuve que preguntar: “Disculpen, no me queda claro, ¿esto significa que van a publicarlo?” a lo que me respondieron “Claro, Agustina, ya estamos trabajando en ello”. Y así fue que luego firmamos contrato bajo su sello hermano Rangún, y dimos comienzo a esta aventura a pesar del nefasto momento coyuntural que venimos padeciendo en estos 4 años.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
De mi vasto mundo emocional; de mis experiencias. Últimamente escribo más sobre la naturaleza y mi relación con ella, sobre lo que no entiendo ni puedo explicar pero necesito expresar o sobre lo que creo entender por un minúsculo momento. En resumen, sobre mi necesidad de poner en palabras lo que me atraviesa.
¿De qué temas que aún no escribiste te gustaría hacerlo en un futuro?
No sé si tengo un tema que quisiera alcanzar. Me conformo con no abandonar este lenguaje que tan vital me es. Me gustaría que sea proporcional y fiel a mi proceso en la vida y no pretender, nunca, escribir lo que no me sea imperioso.
¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Estoy en proceso de aprendizaje, no he leído hasta ahora tanto como me gustaría. Creo que hice a la inversa, empecé a escribir antes de saber cómo hacerlo. Así que ahora estoy en esa búsqueda, conociendo. De lo contemporáneo, a mí me gusta mucho cómo escribe Marianela Márquez y su libro “Diario de cefalea” editado por Caleta Olivia; Alejandro Güerri, en el “Pez que nada” editado por Añosluz. Y de mis coterráneos, Vicente Luy con su locura y honestidad.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Soy recién llegada a este circuito. Me voy encontrado con personas muy lindas con quienes intercambiamos nuestros libros y también vamos generando vínculos amistosos. Participo de lecturas a las que me van invitando y allí disfruto, más allá de los nervios, que de a poco se van aplacando.
Actualmente estamos organizando una Lectura de poesía con Luis Mey en su librería “Suerte Maldita” para el 23 de noviembre. Y creo que se trata de eso: Conocer y compartir unos mates, una birra o una simple charla, en donde el libro solo ofició de entrada en esta gran mesa.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En principio, sigo escribiendo. Tengo varios proyectos en mente. En cuanto a la poesía, estoy pensando en gestionar lecturas y ciclos, en Córdoba trabajé muchos años en gestión cultural pero en la organización de eventos musicales, ahora me gustaría retomar mi beta organizativa pero en esta área. Después, hay muchas ideas que van circulando en conjunto con mis amistades, como realizar algún podcast que integre nuestros intereses, como el yoga, la bioenergética, la escritura, etc. Todas estas disciplinas con las que me fui encontrando fueron sin duda semilla, germinaron las raíces de Casa Mandarina, que en definitiva fue un viaje al interior de mi propia tierra.