Sebastián Chilano reparte su tiempo entre la medicina y la literatura. Desde Mar del Plata, ciudad en la que vive, ha cautivado a los lectores con su primera novela “Riña de gallos”, en la que un triángulo amoroso con varios saltos en el tiempo y la confusión que arrastra el protagonista de la historia hará que la trama sea sumamente atrapante. También, en coautoría con el periodista y escritor Fernando Del Río, publicaron “Furca, la cola del lagarto” y “El geriátrico”, dos novelas intensas en las que tocan temas jugados como: la invalidez, la discriminación, la decadencia física y mental, la cercanía ante la muerte, entre otros. El autor y médico atendió muy amablemente a Entre vidas para repasar parte del importante camino que está realizando dentro del mundo literario.
¿En qué momento decidiste tomar a la escritura de manera profesional?
Si por profesional se entiende escribir de modo responsable, empecé hace unos 5 o 6 años cuando me di cuenta que debía considerar ciertos errores (de tiempos verbales, de características de los personajes o de verosimilitudes) como importantes, que no podía seguir creyendo que la historia en su conjunto era suficiente, y lo entendí por una cuestión de respeto a los amigos que en esa época me leían. Hoy sigo cometiendo errores, pero trato de evitarlos.
Si por profesional se entiende a publicar con un contrato mediante, eso no fue una decisión, fue un golpe de suerte que aún hoy no consigo explicar. Y aspiro repetir sin necesidad de entender el mecanismo. Y también se podría decir que creí ser profesional cuando dejé que la novela con el título “La pelea de gallos” en honor a una frase de una canción del ya disuelto grupo español Héroes del Silencio se ajustara (sin que nadie me lo consultara) al más argentino “Riña de gallos”.
Muchas historias nacen a partir de un cuento, ¿la de tu primera novela “Riña de gallos” cómo se dio?
Riña de gallos no nació a partir de un cuento. Nació de la necesidad de contar una historia real, sencilla, pero que descolocara al lector. Que lo sacara de su comodidad y le hiciera pensar “¿qué carajo pasa acá?”. Esa fue el concepto general, a partir de ahí nace la historia de amor, nacen los cambios de tiempos, los cambios de escenarios, y entre idas y venidas sí algún cuento se coló en la historia, como ejemplo el último capítulo de la primera parte, cuando el protagonista Gabriel recuerda un día de playa con Clara. Ese era un cuento viejo que se amoldó a la novela.
¿Cómo trabajaste la trama para que los lectores no se confundieran con tantas idas y vueltas en el tiempo?
La idea es que los lectores se confundan, que sientan la angustia y desesperación del protagonista, aunque sin llegar a encariñarse demasiado con Gabriel. Y, como era de esperarse, yo también en determinado momento me perdí. El desafío de la novela entonces se convirtió ya no tanto en seguir confundiendo a los lectores si no en sacarlos de esa maraña de dudas y darles (y darme) una respuesta que pudiera satisfacerlos. Hice líneas de tiempos. Reordené la historia de distinta manera a como se presenta en el libro y pude solucionar parcialmente la historia. Digo parcialmente porque algunas devoluciones marcaron que hay más finales que el que pretendí dar.
Al protagonista Gabriel por momentos se lo ve confundido y otras muy obsesivo, ¿clínicamente cómo lo definirías?
Como una persona que no sabe distinguir entre amor y deseo.
¿Tenés alguna característica de Gabriel? ¿Hay algo autobiográfico?
Ojalá que no. No quisiera tener nada de Gabriel, pero quizás parte de su incomprensión y de su cinismo nacen del autor. Hay cosas que hace Gabriel que confieso me gustaría hacer: esa capacidad para enfrentar a Simón, para rebajarlo hasta el punto de hacerle entender que ni siquiera una pelea a trompadas puede salvar su honor. Eso me gusta de Gabriel. Otras cosas no me gustan. Parece obsesivo, sí, pero no creo que a un grado patológico. Es un rasgo de su personalidad. Habría que preguntarle a la psicóloga que lo trató qué diagnosticó tras las sesiones.
Además de Mar del Plata, parte de la historia sucede en Colón, Entre Ríos. ¿Por qué elegiste esa ciudad?
La familia de mi señora, Liliana, vive en Colón, Entre Ríos, en un campo a 10 minutos del centro, rodeados de verde, vacas y preocupaciones muy distintas a las nuestras. Una tarde, cuando andaba perdido entre las idas y venidas de Gabriel y Clara, mi señora me dice que habló por teléfono con su mamá, y que su mamá estaba angustiada porque un vecino le había matado a balazos los perros, ya que a su vez esos perros habían entrado al campo del vecino y le habían matado los gallos de riña. Mi señora me contaba angustiada la situación y yo no podía parar de sonreír y sentirme feliz: ese pequeño relato casero de una familia entrerriana había resuelto gran parte de la trama de la novela
¿Por qué no hay tantas precisiones de la historia persona de Gabriel?
No hay precisiones sobre Gabriel para:
-1) desorientar al lector.
-2) evitar que el lector se sienta identificado con Gabriel.
-3) disimular cualquier coincidencia entre Gabriel y el autor.
-4) agigantar el personaje de Clara.
-5) Todas las opciones son correctas.
Con Fernando Del Río escribieron dos novelas, ¿cómo fue se conocieron?
Hace mucho tiempo (año 2003) en una galaxia muy lejana (la biblioteca municipal de Mar del Plata) apareció un afiche (la hoja arrancada de un cuaderno cuadriculado) donde se convocaba a jóvenes (lo era entonces) escritores a formar parte de un proyecto: lanzar una revista literaria. Al final del afiche había un número de teléfono (fijo) al cuál llamé ese mismo día y del otro lado contestó Fernando Del río a quién conocí una semana más tarde. La revista se llamó “El brote” duró 4 números y dejó los lazos que en 2007 nos permitieron escribir una novela juntos.
¿Cómo surge la posibilidad de escribir en coautoría los libros “Furca, la cola del lagardo” y “El geriátrico”?
En esa revista conocimos a un dibujante en silla de ruedas que acercó una adaptación gráfica de un cuento de Charles Bukowski, años más tarde, con Fernando, hartos de las dificultades que implica publicar, decidimos hacer una novela entre los dos “porque sería más fácil publicarla”. Mitad en serio, mitad en broma, recordamos al dibujante y decidimos hacerlo rodar, si se permite la expresión. Durante 3 o 4 meses escribimos “La cola del lagarto” con comunicación diaria, idas y venidas, cambios argumentales, hasta que lo publicamos en Mar del Plata por nuestra cuenta y por medio de los contactos de Fernando lo leyó Sergio Sinay y lo acercó a su editorial, Ediciones B y así dimos el salto fuera de nuestro hábitat.
Escribir “El geriátrico” fue un proceso totalmente distinto, ya con la certeza de que sería publicado y con la dificultad que nosotros mismos nos impusimos de no repetir la fórmula de “La cola del lagarto”. El proceso de creación fue distinto. El personaje ya no fue el hombre en silla de ruedas, sino su abuela, capaz de tanta ironía y maltrato como su nieto, pero con enemigos distintos: los enfermeros, las pastillas, los horarios y su propio reloj biológico.
¿En qué se basaron para crear un personaje tan siniestro como Furca?
Apuntes para crear un personaje Furca: imagínese un personaje con una limitación (ciego, sordo, paralítico, rengo, feo, tonto) y quítele toda conmiseración sobre sí mismo y la sociedad, hágalo reaccionar de la forma menos pensada, y que no se adapte a lo que se espera de él. Si alguien le dice “Pobrecito”, que lo escupa en la cara, si alguien le pregunta “¿te ayudo a cruzar la calle?” que conteste “Prefiero morir en esta esquina”. Algo así como el viejo dibujito “El niño migraña” que pasaban por aquella otra MTV donde podías escuchar al palo “Smell like a teen spirit” de Nirvana.
También nos encontramos con su abuela Mara, protagonista de “El geriátrico”, ¿se podría definir cómo un caso atípico ya que quiere irse a vivir a un lugar para ancianos?
Es atípico, sí. Como atípico es también el geriátrico donde transcurre la historia. Aunque hay casos de gente que prefiere ir a vivir a esos lugares, en general eligen de alta cuota y con pocos compañeros. El caso particular de Mara parece el de un adolescente que siente que tiene que abandonar la casa materna.
Trabajaste en geriátricos, ¿personajes como el militar retirado Dante Massoni o el enfermero homosexual Edi son verídicos?
Sin lugar a dudas. No tengo tanta experiencia trabajando en geriátricos. Las cosas, y sobre todo desde el recuerdo, se suelen exagerar. Trabajé unos meses en el turno noche (22 a 6) en un geriátrico de Villa Elisa, cerca de La Plata, cuando estudiaba medicina y después he atendido pacientes en distintos lugares. Los personajes de Dante y Edi no los conocí personalmente, pero creo que si uno busca, sin duda, en algún geriátrico están.
En ambas novelas se meten con temas políticamente incorrectos, ¿qué repercusiones tuvieron?
Negativas no tuvimos. Y eso que tuvimos lectores añosos, lectores católicos, evangelistas, lisiados, familiares de lisiados, y sigue la lista. Por lo menos de los contactos y devoluciones hasta ahora no hubo queja. Quizás alguien se puede haber sentido ofendido y prefirió guardar un respetuoso silencio que nosotros no tuvimos.
Chilano - Del Río
¿Cómo fue el proceso de escritura de a dos? ¿Con qué obstáculos se encontraron?
Distinto para cada novela. En “Furca. La cola del lagarto” había condiciones del personaje principal y trazamos un camino para que recorriera. Como una road movie. Un día estaba en su silla de ruedas en las playas del norte, otro en el templo evangélico de la avenida Independencia casi Luro, en otro tirado en el pasto de Punta Mogotes, en otro en un cabaret. Las escenas hicieron la historia.
En “El geriátrico” fue distinto. Hay escenas con casi ocho personajes, todos fuertes, todos distintos que hay que manejar desde las 4 manos de los autores, es decir, fue un quilombo.
Los obstáculos son varios. Sobre todo el orgullo del escritor. Que alguien te destroce una escena, un diálogo, una frase, no es fácil. Lleva de mucha paciencia y más que nada muchas puteadas, pero también de entender que todo se hace para mejorar. Los obstáculos se vencen cuando se encuentra la voz común de la novela, de los personajes. Cuando los autores entienden qué quieren y cómo van a conseguirlo.
¿Qué aporte de Fernando Del Río consideras fundamental?
La certeza para saber si una frase se ajusta o no. La intuición. El compromiso. El empuje. La paciencia. Las ideas. Ah, perdón, era uno.
¿Qué podés adelantar de la tercera parte que le dará el cierre a la trilogía?
Que estamos más perdidos que los guionistas de Lost antes de empezar a escribir la sexta temporada cuando tenían que cerrar todas las historias abiertas en 5 años de serie.
¿En qué estás trabajando actualmente?
En este momento tengo una novela que se llama “En algún otro lugar” (que sacó una mención en el segundo concurso Laura Palmer no ha muerto el año pasado) que está siendo evaluada en Ediciones B donde publiqué todo lo anterior.
Y estoy en etapa de re-re-re corregir una novela que se llama como mi blog “En tres noches la eternidad” que quiero mucho pero me parece muy pretensiosa, por tanto deberé apelar a la censura en esta nueva corrección.
Además, en breve aparecerán cuentos cortos en la antología "Poca cosa" que lleva adelante la editorial Letra Sudaca con el esfuerzo y el empuje de sus creadores, Santiago Fernández Subiela, Francisco Constantini y Juieta Molinero.
Por último, ¿si tuvieras que elegir entre tu trabajo como médico clínico o dedicarte a ser escritor con qué te quedarías?
Mi situación ideal sería trabajar 4 horas de médico 5 días a la semana, dedicadas más a la docencia que a la atención a pacientes. Y el resto del día a escribir y sobre todo leer, con la suerte de publicar 1 o 2 novelas por año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario