El escritor Marcos Almada habla con Entre Vidas de su flamante novela Galgo publicada por Editorial Azul en la que el protagonista Galgo Urrutia sale de la cárcel tras 8 años de encierro. Además, el autor habla de su trabajo al frente de la Editorial Alto Pogo en la que nos adelanta las próximas publicaciones.
PH Mailén Albamonte
¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Las condiciones necesarias. Sí. Café, o vino, a veces música, a veces fumar algo, los libros que necesito cerca, a mano, libros específicos sobre temas puntuales, y libros que me ayudan con el clima, el universo, el estilo. Generalmente escribo de noche, cuando Juana e Ismael duermen. Ahora que los chicos están más grandes, volví a escribir de noche. Cuando nació Juana me obligó a escribir de mañana, y eso me gustó mucho, poder cambiar de hábito. Pero siempre me gustó escribir de noche, propiciando ese ecosistema nocturno, que es cuando más me puedo concentrar en el texto. Durante el día, mi cabeza está a mil con otras cosas, con textos ajenos, entonces la noche me obliga a concentrarme en lo que yo mismo estoy produciendo.
¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Galgo?
Más que nada la necesidad de escribir un montón de palabras, nombres y apellidos, situaciones que yo relaciono íntimamente con mi viejo. Necesitaba meter todo esa música en algún lado. Después la trama policial se le sumó para contar una historia violenta. Pero más que imágenes hay sonidos, y palabras. Un estilo de habla, cierta manera de putear. Olores.
La historia transcurre en tu ciudad natal Azul, ¿por qué decidiste que la novela se sitúe ahí?
Porque es una geografía que me sé de memoria. Me podía mover con naturalidad. No necesitaba documentarme, quería que fuera una escritura directa. Y a la vez, es una ciudad que tiene un trazado urbano playo, con pocos edificios, y muchas casas, un ciudad de líneas rectas. Donde la tecnología no invadió. La novela transcurre en el presente, pero es un presente que se relaciona directamente con el pasado, donde las marcas de progreso son muy pocas, algunos autos, algunos negocios que ya no están. El resto sigue intacto, como en mi propio recuerdo.
¿Hiciste algún esquema previo antes de empezar a escribir Galgo?
No. Tenía el clima, la voz narrativa contaminada por el personaje. Después la historia de delincuencia fue apareciendo para completar la del drama verdadero del Galgo, su soledad y ese fracaso constante, incluso ganando algunas, persiste la sensación de la pérdida. Después vinieron algunas lecturas amigas que me ayudaron a pulir lo escrito. Pero esta vez no hubo un plan previo, cosa que generalmente hago antes de encarar algún texto nuevo, por más que después me desvíe, siempre ayuda la planificación, los libros que busco para documentarme o meterme en atmósfera. Quería contar una historia épica de la vejez, darle cierto aire de revancha.
¿Con qué obstáculos te encontraste?
Al principio escribí demasiado. Así que tuve que sacar bastante. Fue un poco tortuoso. Porque tuve que borrar expresiones o palabras de mi viejo. Incluso la novela arrancaba con veinte páginas preliminares, que la atenta y despiadada lectura de Hernán Brignardello me hizo eliminar. Y después también Mariana Kozodij, Nico Correa y Carolina Quiroz hicieron una lectura muy inteligente, y sugirieron algunos cambios muy pertinentes. Al principio cada lectura externa que atente contra lo que ya está escrito parece traumática, pero la mayoría de las veces es necesaria para pulir el estilo y la trama. Por ejemplo, un amigo, Fede Alú, me hizo una observación que de no haberla hecho, la novela hubiera perdido verosimilitud: me había olvidado de que si el tipo afanaba una financiera, la policía obligatoriamente tendría que haber allanado y revuelto la casa. Ese detalle, me dio el clima tremendo cuando el Galgo abre la casa después de estar 8 años preso.
¿Qué tiene el Galgo Urrutia de Marcos Almada?
Espero que nada. No me quiero parecer en nada, pero seguramente en algo me parezco. Prefiero no pensar en qué. Porque no es un personaje para parecerse.
En una entrevista comentaste que tenés un libro escrito con sueños con tu viejo, ¿ya tiene fecha de publicación? ¿Podes adelantar algo?
Ni fecha ni nada. No. Se lo di a algunos amigos para que lo lean, y a mis hermanos. Son sueños que tuve con él desde que se murió, hace siete años. Al principio no sabía qué hacer. Hace muchos años que escribo los sueños. Tengo muchos words de eso. Hasta que de di cuento de que los sueños con papá eran independientes. Al tiempo los agarré y empecé a trabajarlos. Hay cien sueños. Se llama Maraña. Mi yo narrativo sabe que papá está muerto y papá también sabe que está muerto. En todos los sueños aparece y desaparece, intermitente. El librito trata de una búsqueda, una búsqueda inútil, pero necesaria. Creo que es una buena reparación haber logrado escribir un libro con ese magma extraño que son los sueños.
¿A qué le atribuis que una gran cantidad de escritores estén publicando libros de literatura infantil o juvenil? ¿Está en tus planes volcarte a ese género?
Es un universo muy interesante. Un universo que nunca me interesó hasta que tuve hijos. Me imagino que los que escriben, sienten lo mismo, o la necesidad de contarle algo a los chicos. No sé si yo voy a escribir para chicos. Con Juana estamos escribiendo un libro de cuentos. Ella viene y me dicta. Eso es lo que en verdad me interesa más que escribir yo, hacer que los chicos escriban. Incluso en Alto Pogo tenemos la idea de armar una colección infantil y juvenil escrita por chicos.
¿Cómo fue la experiencia de La Coop en la Feria del Libro 2016?
Muy satisfactoria. La experiencia misma con La Coop, hagamos lo que hagamos es satisfactoria. Porque son muchas cabezas pensando en crecer, en expandirnos, en buscar más lectores, que los libros y los autores circulen en todo el país, y también en otros países, aumentar el intercambio. La feria del libro de Buenos Aires, es una boca de venta más, es una boca grande, pero una boca al fin. Nos interesan también las ferias en las provincias. En el 2015 fuimos a 26 ferias, y este año seguramente vamos a ir a más.
¿Cuáles son los próximos lanzamientos de tu editorial Alto Pogo?
Este año tenemos la antología que trabajó Hernán, llamada Germen, que se financió con Panal de ideas, y que tiene la particularidad de que 13 autores reconocidos, nos recomendaron a 13 escritores más jóvenes, varios de ellos inéditos. Cada uno de ellos nos presentó un cuento, que formaron la selección. Acabamos de publicar Sierra Grande, un libro de cuentos de César Sodero, que fue premiado por el Fondo Nacional de las artes. Estamos por sacar La cuarta dimensión del signo, novela de Esteban Castromán, Tierra del Fuego, una novela de Julieta Antonelli, una novela de Natalia Rozenblum, algún que otro libro de cuentos, y tal vez también alguna de las novelas que nos llegaron. Y también hay cuatro libros de la colección Poesía, que lleva adelante Nico Correa, con poetas como Esteban Leyes, Jimena Repetto, Mónica Rosenblum.
¿Qué posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
El teatro siempre me gustó, de hecho hice teatro durante varios años. Es cuenta pendiente, volver a hacer teatro, me gusta la dramaturgia y también la dirección. Respecto al cine, es siempre un sueño, que algo que uno escribe, le interese a algún director. Con Galgo, que me parece que podría funcionar cinematográficamente, tengo ese sueño. Veremos qué pasa.
¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
Estoy trabajando en un libro de cuentos. Cuentos que ya tengo terminados, pero que estamos empezando a trabajar con Pablo Franco un editor de un sello que está por salir este año. Y después de eso me voy a meter a trabajar en una novela que por el momento se llama Mariposa del mal.
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