lunes, 27 de noviembre de 2017

Verónica Boletta: “El título es mi expresión de deseos”





La escritora Verónica Boletta publica su libro Vendehúmo a través del sello Halley Ediciones, flamante emprendimiento de la poeta Mariana Kruk. Boletta estuvo hablando del proceso de selección de las poesías que aparecen en el libro, adelantó que la presentación será una fiesta en la que leerán Martín Tobaldo Pastore, Eve Ezquieta, entre otros escritores y el encuentro se llevará a cabo el 2 de diciembre a las 18 horas en Espiche.

¿Con qué frecuencia escribís?
Intento escribir a diario. Como es, para mí, un acto de liberación intento que no sea algo pautado, sujeto a normas.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Puedo identificarlo aunque no sé su nombre. La anécdota se remonta a mi adolescencia. No era, por entonces, «consumidora» de poesía. Un verano fui a proveerme de material de lectura en una librería que frecuentaba. Había una promoción y, el vendedor, notando mis dudas al momento de elegir títulos, me sugirió una recopilación de los poetas malditos. En ese momento cambió mi historia.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Vendehúmo?
Vendehúmo no es un título atado a esta colección de poesías. Es aquello que la poesía representa, el lugar donde las interpretaciones son válidas y no median los engaños. Es la suma de todas las versiones posibles. En este caso, el título es mi expresión de deseos.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Fue un proceso intenso. No hubiese podido llevar a cabo la selección  sin la colaboración, el intercambio y las opiniones de Mariana Kruk, mi editora.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Es difícil establecer un ranking de poemas, en especial porque mi preferencia varía según los estados de ánimo. Si tuviese que elegir alguno de ellos optaría por los más breves, aquellos que encierran algún juego que desarma frases hechas:
Escrituras
«Dadle de beber al sediento»
me ordenaron litros de tradición.
Y bebí
para saciarte

Aún no sé cuáles destacan los lectores pues Vendehúmo no se presentó en sociedad. Verá la luz el próximo 2 de diciembre. A partir de ese momento, aguardo las reacciones. Supongo -puedo equivocarme, claro- que los más cortos serán los preferidos.


¿De qué temas se nutre tu escritura?
El amor es el tema. Lo remarco. Puede esconderse tras muchas formas, puedo escribir de la actualidad pero el amor en el centro del texto o, en los bordes, en el contexto, es y será mi gran tema.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Aunque prefiero recomendar en función de los intereses del lector puedo listar mis autores favoritos: Candy Grehan, Pipu Simeoni, Caro García Stagno, Jimena Busefi, Reynaldo Sietecase, Mariana Kruk y muchos más. Afortunadamente la poesía está muy viva y cada día descubro autores maravillosos. Finalmente, menciono un amor, una debilidad: Alejandra Pizarnik

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello Halley Ediciones?
La posibilidad de publicar surgió de una charla de amigas. Una vez que Mariana me comentó acerca de su nuevo proyecto editorial -Halley Ediciones- no tuve dudas.

¿Qué podés adelantar de la presentación del libro que será el 2 de diciembre?
La presentación de Vendehúmo será una fiesta; una fiesta doble porque “Halley Ediciones” hace su aparición en el mundo editorial. Estamos preparando detalles léase regalos para que todos vivamos una celebración. Va a haber lecturas a cargo de Martín Tobaldo Pastore, Eve Ezquieta. Mi amiga, escritora y bloguera Nilda Allegri reseñará el poemario. Mariana Kruk será maestra de ceremonias. Es todo cuanto puedo decir. Además, intuyo que habrá sorpresas para mí.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Desde hace un tiempo escribo narrativa de manera frecuente; continúo escribiendo poesía aunque no sé si denominarlos proyectos. Ahora estoy en plena etapa de enamoramiento y disfrute de Vendehúmo.


miércoles, 22 de noviembre de 2017

María Laura Prelooker: “Escribir es sólo la parte final de un proceso terrible y permanente”





La escritora María Laura Prelooker publicó el libro doble de poesía llamado Las viudas de la shegua / She was a través de la editorial Textos Intrusos y le contó a Entre Vidas acerca del proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro. Además, adelantó que está escribiendo una novela sobre Lilith, un personaje de la mitología judía y dos cuentos infantiles.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Cuando me lo propongo, esto es cuando me levanto a la mañana y digo “hoy voy a escribir”, me aparecen toda una serie de complicaciones torturadoras. Preparo mi escritorio, hago mate, pienso en qué música me gustaría escuchar mientras escribo. Generalmente todo eso falla o sufre demoras y complicaciones. Me distraigo: miro internet, me olvido lo que iba a escribir. Se vuelca el mate en el teclado, me interrumpen. Así hasta que es tarde y se perdió el día. Entonces surge, como un trueno, la idea y sale todo bien, como por un tubo.
Distinto es cuando escribo espontáneamente en mi teléfono, o en espacios que le robo al trabajo, o de viaje. Ahí todo fluye mejor.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribir es sólo la parte final de un proceso terrible y permanente. Yo tengo una especie de voz en off todo el tiempo. Tengo varias líneas de monólogos interiores. Pienso en la política y en mis hijos, por ejemplo. Pienso en la música y sostengo diálogos con el amor o con la ciudadanía, todo el tiempo y al mismo tiempo. Después, hay momentos en los que puedo teclear eso que me pasa por dentro de una manera febril y permanente. Estoy muy agradecida a todo lo que critica la gente: vivo mirando mi teléfono y mi notebook todo el tiempo, escribo en el baño, caminando por la calle. Si hubiera nacido en una época menos tecnológica imagino que escribiría igualmente, pero con una libretita, y todo el mundo pensaría que estoy loca.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
La literatura forma parte de mi vida. Es algo anterior al amor. Soy hija de un escritor-editor y una profesora de castellano. La poesía es algo habitual en el paisaje de mis anécdotas, como la comida o los juegos de la niñez. También la prosa eh. De hecho empecé escribiendo cuentos y la primer obra a la que pude dar forma, ninguna tierra es firme, fue la novela corta que ganó el segundo premio Cortázar, allá por el 2003. Luego vinieron estos textos intermedios, como los que se reúnen en Buk33 y en Las viudas, que se entrecruzan entre microrrelatos y poemas.

¿Por qué decidiste que tu libro doble se llamara Las viudas de la shegua / She was?
Fue una decisión compartida con Hernán Casabella, mi editor. Había pensado en llamarlo LAS VIUDAS DE LA SHEGUA, que es un título con una clara connotación  política, e histórica. De hecho, es como me llaman a mí y a un par de compañeras, en el trabajo, porque dicen que nos la pasamos llorando por la expresidenta. Pero en una corrección más fina descubrí que había muchos más textos que tenían que ver con lo femenino, no tanto con lo político. Es una característica que tengo: me doy cuenta de las cosas después que suceden, no antes. Releía y me decía a mí misma que el título no coincidía con el espíritu general de los textos, que eran profundamente femeninos, pero no todos estaban atravesados por la impronta política. Jugando con las palabras, fue a Hernán a quien se le ocurrió pasar de la Yegua a las She Was, lo que ella fue, que abarca mucho más, en lo significativo, que lo que se evoca desde la palabra Yegua, que es tan potente y clara en lo que pretende enunciar…me lo propuso y me encantó.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Es intenso, y divertido. En general llevo un diario. Todos los años, el primero de enero, abro un documento que es mi diario anual. Ahí voy poniendo todo lo que se me ocurre escribir. Hay una mezcla de cosas personales, bocetos, discursos escolares, borradores de posteos políticos y poemas o textos más literarios. De a poco, a lo largo del año, voy copiando y pegando los literarios en un documento aparte. Así, como cosechando, se arma el documento de mi compu en donde reside la literatura. Después es cuestión de buscar los mejores, o los que me parece que están hilvanados de alguna manera.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es la que eligen los lectores?
Varias personas me escribieron ponderando BEYA, que es el monólogo de una chica que es víctima de trata, que le enseña a otra que recién acaba de llegar cómo tiene que sobrevivir. Me gusta, pero es muy duro. Lo escribí, lo corregí y casi como que no lo vuelvo a leer porque me hace mal. A mí me gustan muchos poemas de SHE WAS porque retratan procesos muy íntimos, espacios de meditación, sensaciones que tuve en relación a mi trabajo con algunos mitos griegos. Son espirituales o filosóficos, aunque siempre ronden la temática de la mujer ( en ese caso el de las mujeres enamoradas). Y el que sale al público siempre, por militancia y convicción, es el que le dedico a Milagro Sala: será también publicado en una antología en Madrid, el año que viene.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Eso tiene sus épocas. Ninguna tierra es firme es una metáfora de algo que pasó, de manera muy diluida, en mi vida personal. Es una novela de corte policial, hay un narco, una mujer a la que le matan la hija, unas amigas. Esas cosas estuvieron en mi vida, en una época. Y sirvieron de abono. También el lugar, Itaparica, en donde estuve viviendo en un barco: es una mejor manera de guardar para siempre en mi memoria esos momentos increíbles, excepcionales.
El Buk fue un diálogo con la poesía de Bukowski. Estuve un año leyéndolo, casi con exclusividad. Muchas poesías mías tienen el mismo nombre que poemas suyos, pero vistos desde mi punto de vista. Ahora que lo digo, me da un poco de vergüenza, suena mersa y pretencioso. Pero estuvo bueno el momento y fue lo que me pasó.
Diario C fue un diario en tiempo real, escrito en un grupo cerrado de Facebook, durante la época previa a operarme de un tumor en el intestino. Posteaba todos los días para un grupo cerrado de amigos. El grupo fue creciendo y se fue convirtiendo en una experiencia de lectura y escritura colectivas. Fue una experiencia sanadora, y en tanto hecho literario, fue alucinante, lleno de vértigo y con devolución inmediata. En Diario C experimenté lo que le debe haber pasado a muchos bloggeros, palpar en tiempo real el efecto que provocan tus palabras, apenas son puestas a rodar. Con el ingrediente de que, además, hablaban de mi salud y de mi angustia, por lo que el diálogo estuvo cargado de emotividad.
En definitiva, todos los libros que escribí tienen una marca autobiográfica, resignificada, vuelta otra cosa.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
La semana pasada vi una obra de teatro que mezcla voces de Idea Vilariño, Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik. Las recomiendo con intensidad, a las tres. Es una zona plagada de buenos autores. De escritoras actuales, me encantó el último libro de Claudia Massin y el de mi maestra Susana Szwarc, la muertita o la novela que, que es absolutamente transgresor en las formas y bello en contenido. Emily Dickinson. Y haikus, siempre: ordenan y clarifican el alma y el pensamiento. Cada día me gustan y me importan más. En narrativa, estoy impactada con Samantha Schweblin. Y después recomiendo a los amigos queridos, cuyos libros son como hermanos o hijos a los que vi nacer y crecer con orgullo y amor: la poética de Hernán Casabella está cada vez mejor. Y Merluza Juarez no para de escribir y publicar una literatura que me deja sin aire. Hay tanto en la escena local que no tengo tiempo de leer extranjeros…

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
No sé bien qué es el ambiente literario. No participo de vernisages. Tampoco de lecturas ni ciclos.  A veces me siento culpable: pero después se me pasa. Me gusta escribir, me provoca una emoción casi infantil cuando alguien me lee o me hace algún comentario. Y me gusta leer, por supuesto, con el mismo candor e intensidad. Ahora me parece que hay un grupo de intelectuales que está preocupado por la libertad de expresión en América Latina. Creo que me voy a tratar de unir a ese tipo de actividades: no a alimentos de egos propios y ajenos. Creo que los escritores debemos leer y escribir. Y ser buena leche entre nosotros, si es que existe ese nosotros. Ayudarnos a escribir, a publicar, a ser leídos, a que el pueblo lea. Y estar atenta a cualquier amenaza en contra de la libertad de expresión, que parece avanzar peligrosamente, como una peste de época.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Textos Intrusos?
Ui, es una historia muy linda y muy querida por mí. Yo gané ese segundo premio municipal en el 2004. El primer premio (Kataka, un librazo de Juan Bautista Duzeide) publicaba en Alfaguara. Yo quedé afuera. Así que gané el premio, a los seis meses me dieron un pequeño cheque y con eso pagué deudas y chau, no alcanzaba para costearme una publicación. Un poco por eso, y otro poco por convicción, mi novela durmió en mi compu durante varios años. No quería ir a una editorial y pagar para que me publicaran, me parecía algo relativamente absurdo y egocéntrico. Pensaba: si no le intereso a un editor… ¿para qué hacer un libro?
 Mucho tiempo después, encontré la página de Facebook de textos intrusos. En esa época Hernán hacía unos juegos de palabras. Y yo me enganché. A mí internet me sirvió siempre para eso, para leer, para escribir, para conocer a otros/as que escriben y charlar sobre literatura. Un tiempo después de participar en su página me atreví a mandarle mi archivo con la novela y me ofreció publicarlo. Casi me desmayo: estaba tan acostumbrada al ninguneo y a la indiferencia. Creo que tuve algunas vacilaciones y entonces Hernán decidió no publicarme ese año: ahí casi me desmayo de nuevo, pero esta vez de pena. Finalmente me publicó en el 2013 y anduvo muy bien. Desde entonces, saco un libro por año, en textos intrusos. Siento que tenemos una verdadera relación escritor-editor, trabajamos en equipo. Y eso da para mucho, para explayarse en extenso y también para seguir teniendo planes.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo un proyecto y dos sueños. 
El proyecto: estoy escribiendo una novela sobre Lilith, un personaje de la mitología judía, la mujer anterior a Eva, la que se fue sola del Paraíso. Estuve investigando bastante y ahora estoy escribiendo una ficción en base a lo que leí y averigüé de ese personaje censurado de la Biblia, ícono del feminismo en varias partes del mundo, y símbolo del satanismo en otros. Trato de ver qué pasó, y qué me pasa con esa mujer que se manda a mudar sola, antes que empiece la Historia. Estoy muy movilizada con eso.
El sueño: también tengo en compás de espera dos cuentos infantiles. Uno está terminado, y otro a medias. No sé si voy a hacer un libro con varios cuentos o intentar sacarlos de a uno. Es un mundo nuevo para mí, y debe incluir ilustrador y una movida que todavía me resulta extraña. Pero Eric Blood, mi pequeño vampiro, tiene ganas de salir a la luz lo antes posible.
También volví a acercarme a la música. En la prehistoria de mi vida fui guitarrista y estoy retomando la costumbre de tocar. Si pudiera componer canciones sería muy feliz. Y si pudiera sacar un disco libro, mucho más.



Pablo Mereb: “Las que no podían faltar eran aquellas historias que tanto éxito habían tenido en sobremesas de familiares y amigos”




El escritor Pablo Mereb publicó el libro de cuentos La sexualidad de los Playmobil a través de la editorial Textos Intrusos y estuvo hablando con Entre Vidas del proceso de escritura y selección de los relatos que aparecen en el libro. Además, adelantó que tiene una novela policial con toques de absurdo que espera editorial para ser publicada.

¿Qué fue lo primero que escribiste que sentiste que era publicable?
A los doce años escribí varios cuentos en una máquina de escribir. Había uno que era buenísimo:  una abuela malvada que quería eliminar a sus cinco nietecitos. Era zarpada en cruel esa abu, pero el mayor de los niños no se quedaba atrás. Supongo que me habré inspirado en algún cuento de Socorro! de Elsa Bornemann.
Durante años pensaba que ese había sido mi mejor cuento, que no saldría de ahí, y que nunca podría publicar nada. Hasta que en 1999 apareció “El monstruo”.  Ese fue el primero que sentí publicable. Fue para el trabajo práctico final de Taller de Expresión I, en la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA). Como en ese momento me daba vergüenza leer en público la profe Claudia Vespa lo leyó por mí. De los cincuenta y pico de la comisión había resultado su favorito. De hecho iba a integrar una antología de Eudeba ese año, pero me pedían que le sacara casi dos páginas de las siete que tenía, porque en esa antología solo entraban cuentos de cinco páginas. Ya en ese momento empezaban mis aires de divo y me rehusé, pues el cuento, argumenté, perdería sentido.
Años después, “El monstruo” siguió teniendo éxito en distintos ámbitos y en 2015 integró El mundo amaba a otras personas, mi primer libro. Es al día de hoy el texto que más satisfacciones me dio. Por alguna razón, una bomba, una sombrilla y un pie descalzo se convirtieron en la fórmula del éxito.

¿Por qué decidiste que tu libro de cuentos se llamara La sexualidad de los playmobil?
Nombro a mis viejos y queridos playmobil en muchísimos textos, no solo de este libro. Fueron los juguetes de mi infancia. Bah, no solo de mi infancia…
A la hora de buscar un título que pudiera representar al conjunto, tiré varias opciones sobre la mesa. De los veintiún textos, veinte transcurren en Buenos Aires y el restante es sobre un porteño que le hace preguntas demasiado porteñas a su nono de Punta Alta (provincia de Buenos Aires), por eso la mayoría de los títulos iban enfocados a eso, a Buenos Aires, a la porteñidad.
Ganó La sexualidad de los playmobil porque sentí que era el título que mejor le calzaba al espíritu del grupete de relatos. Lo de la porteñidad era más obvio, los playmo merecían estar en la marquesina y lucharon duro por ello.

En la contratapa el autor Raúl Haurat te define como un escritor cabal que lucha internamente para no perder la libertad de la infancia, ¿qué opinás de esa definición?
Y… Viste cómo es Raúl Haurat… Opino que tiene toda la razón del mundo y es un genio, de lo contrario hubiese borrado esa parte por la autoridad que me confiere ser el autor del broli…
En serio… De niño inventaba universos con mi hermano, primos, amigos y… no está bueno perder esa costumbre. En el camino uno se cruza con algunos docentes, jefes y gente poco amiga de la imaginación, gente que dice «madurá, madurá», y bueno, cuando entiendo que su definición de “madurar” se emparenta con lo conservador, lo solemne, el “deber ser” no sé qué, el cinismo, no puedo más que estar en un profundo desacuerdo. Jugar por jugar, loco, si no, ¿para qué vinimos a este mundo?
A los playmo les puedo cambiar cuellitos, muñequeras, sombreros. Con ellos invento personajes nuevos, son juguetes que dan más espacio a la creatividad. Después están los otros, los muñes de acción, los acotaditos, los He-Man, Thundercats, G.I. Joe, Dragon Ball, Power Ranger, Liga de la Justicia, o lo que sea; los caretas. Con los lego está todo bien, comparten ciertos códigos con los playmo, sus hinchadas son amigas.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Como siempre, organizo una especie de Eliminatorias. Como son relatos autobiográficos, textos de no ficción, anécdotas escritas con elementos de la literatura y el periodismo, el primer criterio fue ordenarlos de manera cronológica. Después eliminé a los que no estaban tan bien armados, a los que no les encontraba la vuelta; me tiene que copar el final de la historia, si no me copa, si no me produce algo, entonces chau,  saludos, en unos años capaz nos vemos de nuevo.
Me quedaban cuarenta y cinco textos, si ponía todos el libro lo tenía que cobrar como $500, así que ahí surgieron nuevas reglas internas. Me di cuenta que tenía muchas historias de gente que moría; decidí que eran demasiadas. También saqué las pocas crónicas formales que tengo, nunca se acostumbraron a la informalidad de sus compañeras.
Las que no podían faltar eran aquellas historias que tanto éxito habían tenido en sobremesas de familiares y amigos. Si no agregaba la del muso, o la de la maldición gitana, iba a decepcionar fans.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
 «Me cagué de risa con “En las entrañas del rey de los cabellos”», dijeron varios lectores. Ahí cuento algo que pasó en 1997. Fui con mi amigo Dany al Centro Schwanek, por el temita de la caída de nuestros cabellos. Nos echaron a patadas. Supongo que gusta porque describo toda la situación, que para mí fue bastante ridícula; creo que algunos lectores se han sentido identificados. La tensión en la sala de espera, que digan mal tu apellido, que tires un chiste y no se rían, que sientas que el martes te vas a quedar pelado, que te atienda un pariente del  hombre lobo.
“El visitante diecisiete”, otro favorito de la multitud. Pablito frente a frente con un murciélago. ¿Qué hacer? Bueno, no debo ser el primero al que le pasó esto y tampoco debo ser el primero que le tiene terror a los murciélagos. Creo que el relato atrae porque no resolví aquella situación de la manera más convencional y práctica posible.
“La culpa fue del tío Kurt” está entre mis elegidos.  Ahí me despacho con aventuras de la infancia, los primeros y los últimos asaltos, las peripecias en el Spinetto Shopping, las diferencias entre los ochenta y los noventa. En fin, fue muy divertido escribir ese capítulo. Otra que los Goonies, Cuenta conmigo, El club de los cinco o Stranger things…
Otro ubicado en mi top:  “a mi gata nada y a mi amor”; no hay error de tipeo, se escribe así, todo en minúscula. Es una historia triste en un libro plagado de situaciones y personajes más vinculados a la risa y al disparate.

¿Qué libros o autores recomendarías? 
Este año descubrí a David Safier, Sara Gallardo, Richard Brautigan, Sharon Olds. Hace poco terminé El arte de tirarse pedos de Pierre-Thomas-Nicholas Hurtaut.
Estoy leyendo, y me está encantando, Instrucciones para robar supermercados, de Haidu Kowski.
Otros argentos que leí este año y recomiendo: Nueces y refugios de Diego Tedeschi Loisa, Estrógenos de Leticia Martin, Al blues no se llega por felicidad de Raúl Haurat, La Strada de Marcelo Rubio, Este es el mar de Mariana Enriquez.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar nuevamente con la editorial Textos Intrusos
Luego del rotundo éxito de mi primer libro, Hernán Casabella, el coronel general almirante de Textos Intrusos, me preguntó si tenía material para otra aventura. «¡Pus, claro, capitán!», contesté.
Busqué editoriales durante quince años, en 2015 Hernán me dio la posibilidad de publicar y yo a esa altura había acumulado un toco de textos. Algunos de ese toco calculo que valen la pena. Ahora quise probar con estos relatos autobiográficos y por suerte Hernán entró en el juego.

¿Qué sugerencia del editor Hernán Casabella considerás que fue fundamental para la publicación del libro? 
Una sugerencia que está siempre en él es «publicá, mono». Que no dé más vueltas, que me deje de joder, que hay que escribir, publicar y hacer circular la cosa.
Después, otros detalles no menores, tipografía, cómo ubicar esas frases que encabezan cada historia, y hasta una pregunta acerca del que hubiese sido el último texto: «¿Qué es ese capítulo? ¿Qué quisiste contar? No entiendo nada». Lo saqué, obvio, no valía la pena, arruinaba el broli. El que quedó finalmente como último es el que habla sobre la sexualidad de los playmobil; hermoso cierre, divino, revelador, una pinturita.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Una novela que espera ansiosa su publicación hace siete años; en ella hay dos playmobil que son clave. Es un policial con toques absurdos que escribí mientras laburaba en un local de Once. No hay mejor consejo: para buscar inspiración nada como un laburito en Once; eso sí, olvidate de ganar buena guita…
También ando con otro libro de cuentos. Esta vez, de ficción. Me propuse un desafío muy complejo para este nuevo bello engendro: tratar de que no aparezca, ni se insinúe, playmobil alguno. Desafío jodido si los hay. Espero estar a la altura del acontecimiento.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Solange Verina: “El año pasado fue para reconfirmar que amo actuar”




La actriz Solange Verina estuvo hablando con Entre Vidas acerca de su exitosa carrera como actriz que comenzó en Chiquititas y luego continuó en Cebollitas, dos recordados programas infantiles de la década del noventa. Después de un tiempo de ausencia, el año pasado volvió a la actuación con la obra La vida resuelta y la serie web Selfie. Este año estuvo en Ecuador haciendo una revista junto a Pablo Granados y Valeria Britos, actualmente ensaya una obra y en el verano empieza a ensayar otra obra. Además, de estar con dos series web.




¿Cómo se dio tu llegada al programa Chiquititas?
Venía hace tiempo haciendo castings para otros programas y ya me tenían vista, por lo cual me llamaron para decirme q estaba preseleccionada.

¿Qué repercusiones tuviste luego de aparecer en el programa?
Nadie lo podía creer, mis amigos del colegio no entendían nada, era una sensación rarísima, porque además yo venia grabando desde unos meses antes y el boom se dio de repente, no sabíamos que iba a ser tanto.

¿Qué fue lo más loco que te tocó vivir?
Lo más loco es todo lo q se fue generando, las masas de gente que se acumulaban para vernos, saludarnos, cuando uno en realidad no sabía bien que estaba pasando ,primero porque éramos chicas, segundo, porque arrancamos el proyecto sin saber qué podía suceder.

¿Cuál fue tu vínculo con Romina Yan?
Muy lindo, tengo hermosos recuerdos de ella, muy buena, con paz siempre, humilde...una hermosa persona que me pone bastante triste recordar.

¿Por qué pensás que después de tantos años todavía la gente se acuerde de Chiquititas y en tu caso, del personaje de Vero?
Porque Chiquititas fue un suceso, es atemporal....lo siguen viendo niños de 12 años y chiquitos de 4 que aún escuchan sus canciones porque sus mamás o tías se las ponen y les encanta. Me pasa a mí con mi sobri...es algo increíble y emocionante. Vero era muy buena y dulce y creo que eso hacía que la quisieran mucho.

¿Qué anécdotas recordás del programa?
Muchas cosas de los recreos jugando con las chicas, sobre todo con Jime, Georgi y Agus que éramos un cuarteto divino....armábamos canciones, historias, cosas de chicas...muy unidas muy lindo.

¿Cómo fue pasar a otro programa exitoso como Cebollitas?
Fue raro, yo no me quería ir de Chiquititas, es como cuando te cambian de colegio y vos no querés, pero bueno caí en un cambio de elenco y esa fue la propuesta que igual estuvo genial porque Cebollitas fue otro hermoso programa y además grabábamos al lado de Chiquititas.

El año pasado volviste al teatro con la obra La vida resuelta y este año estuviste con la serie web Selfie, ¿cómo fueron esas experiencias?
El año pasado a full con La vida resuelta, obra que amé e hice todo el 2016 y después hice otra más, Regalos de navidad con un personaje muy lindo también. Dos lindos desafíos donde me di cuenta que me encanta el teatro y esta bueno disfrutar de eso y no solo de la tele (aunque la extraño) y la serie fue algo nuevo, muy divertido en dónde además hicimos un muy lindo grupo. El año pasado fue para reconfirmar que amo actuar.

Hace poco estuviste en Ecuador formando parte de una revista en la que también estaban Pablo Granados y Valeria Britos. ¿Qué podés contar de la obra y del recibimiento que tuviste en Ecuador?
Ecuador fue mágico, me pasaron cosas hermosas en menos de 2 meses, me trataron tan bien que estoy planeando la vuelta. Cebollitas allá fue y es algo impresionante que se repitió además varias veces, entonces te conocen todos. La obra era una revista. Muy linda con muy lindo elenco mitad ecuatoriano y mitad argentino. Todo armado por Juan Yacuzzi, y yo participaba del skech humorístico junto con otros actores como Pablo Granados y Valeria Britos, con los que hice una hermosa relación.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente artístico?
Quiero seguir generando cosas, que no se corte esto de la actuación, sea en teatro, tele o web, y que sigan apareciendo proyectos!

¿Qué proyectos tenés actualmente?
Hace unos días grabe un video clip con un chico que se la lanza como cantante, estoy ensayando una obra divina que es una adaptación de Moliere, y muy posiblemente en el verano empiece a ensayar otra! Y tenemos en vista la filmación de una serie web nueva, así como la parte 2 de Selfie. Además, de mis clases de teatro a niños que sigo dando y tratando de regresar con mi marca de ropa para bebes, Pqñas criaturas.



domingo, 5 de noviembre de 2017

Luciana Prodan: “La fuerza de la sangre y de la vida son tan fundamentales como indescriptibles, pero nos constituyen”





La escritora Luciana Prodan publicó el libro de cuentos En sangre viva a través del sello Moglia Ediciones y habló con Entre Vidas acerca de su proceso de escritura y de los próximos proyectos entre los que se encuentran la escritura de la obra de teatro Amarrados y su primera novela llamada La fábrica de las almas rotas.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Mi ritual es la noche. No puedo escribir de día, nunca pude. Me gusta el silencio, la tranquilidad, la calma y la soledad que sólo saben regalarme las madrugadas. Quizás no sea lo más saludable, pero es así. La noche, para mí, es el mejor momento del día.
Pasando a los detalles…Antes de escribir, en general, siempre me preparó un café, me siento (o me acuesto, también escribo mucho en mi cama) y leo. Leer antes de escribir me sirve para “entrar en calor”.

¿Con qué frecuencia escribís?
Todos los días. No puedo vivir sin escribir. Es una necesidad, más que una decisión. A veces son ideas, fragmentos sueltos, reflexiones… Algún cuento, una obra de teatro, trabajos, crónicas, columnas…Y otras veces, cuando me decido y tomo coraje, me siento, decidida, e intento continuar mi novela. Eso me cuesta un poco más.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Siempre me gustó leer…Pero si tengo que decirte una persona, creo que uno de los responsables fue mi papá. Era él, quien todos los viernes, llegaba a mi casa con una bolsa llena de libros de cuentos y me los leía.
A los 14 años, aproximadamente, comencé a sentir la necesidad de escribir…Y fue en ese momento en el que empecé a buscar otras cosas. A descubrir otros textos, otros autores…

¿Por qué decidiste que tu libro se llamara En sangre viva?
Porque me parecía interesante ese juego de palabras…La fuerza de la sangre y de la vida son tan fundamentales como indescriptibles, pero nos constituyen. A veces, desangrarnos para sobrevivir, aunque suene contradictorio, es la mejor opción. O la única.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Tenía diez cuentos escritos, pero decidí dejar tres historias afuera. Al tiempo, y cuando creí que tenía el libro terminado (porque eran cuentos extensos, y después de una devolución) sentí la necesidad de volver a escribirlos. Seleccioné siete cuentos y los reescribí, completos.

¿De qué temas te nutriste para escribir las historias?
El proceso creativo de los cuentos fue muy interesante. Porque eran historias que me pedían a gritos ser contadas. Aparecían solas, una atrás de la otra, pero unidas por un único hilo conductor: el dolor y la resiliencia de cada uno de los protagonistas. Y me interesaba hablar de eso…De qué nos pasa con el dolor, y cómo y de qué manera estos personajes transitan ese camino, cuando se ven obligados a hacerle frente en diferentes circunstancias de la vida. El dolor tiene una característica fundamental: nos lastima y nos interpela; y por eso mismo nunca sabemos cómo podemos llegar a reaccionar.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Uno de mis cuentos preferidos es Dolores Muertos…Y creo que el de muchos lectores, también.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Amo y admiro profundamente a Clarice Lispector. Sinceramente, no puedo ser muy objetiva con ella, pero al margen de sus novelas (La pasión según GH y Agua viva, son algunas de mis preferidas), para comenzar a conocerla, recomendaría empezar por sus cuentos. Su narrativa, su cadencia, su alma, y ese monólogo interior eterno, me conmovieron desde la primera vez que la leí.
Algo parecido me pasa con Abelardo Castillo; los cuentos de Abelardo son quirúrgicos, perfectos, fascinantes. Katherine Mansfield, es otra; yo creo que es una de las mejores cuentistas, por no decir la mejor. Y si tengo que decirte más títulos…Bestiario, de Cortázar; El libro de Arena, de Borges, y los cuentos de Bioy, en lo personal, me parecen textos esenciales. Me gustan los cuentos de Salinger, de Iparraguirre, de Heker. Los cuentos reunidos de Silvina Ocampo, también son muy interesantes. La inocencia, la crueldad, la fantasía y la genialidad de Silvina pueden verse reflejados en cada uno de sus textos. Y Pizarnik…La prosa y la poesía de Alejandra son tan mágicas como su sensibilidad y su alma. De Pizarnik, todo.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello Moglia Ediciones?
Los tenía como contacto en facebook, y algunos colegas me habían hablado muy bien de ellos. Sinceramente, y teniendo en cuenta la mala predisposición y los prejuicios que “las grandes editoriales” tienen con el género, publicarlo con ellos me pareció lo mejor. Les envié el material, les gustó mucho, y me dijeron que les interesaba publicarlo. Después de algunas reuniones, decidí hacerlo con ellos. Y no me equivoqué. La calidad humana (al margen de todas las cuestiones y la lucha que significa publicar en una editorial “chica” o independiente”), no se encuentra tan fácilmente, pero es una de las cosas que más valoro.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Hace unas semanas, termine de escribir y adaptar Amarrados. Amarrados es mi primera obra de teatro como autora, y se estrenó el año pasado, en el teatro La Casona (y que parece que se reestrena a mediados de octubre). Pero hace unas semanas, como te contaba, terminé de escribirla completa ( la obra que se estrenó es una versión “breve” o “flash drama”). También estoy terminando de escribir La fábrica de las almas rotas, mi primera novela. Me gustaría, en algún momento, escribir un libro de cuentos infantiles/juveniles, pero de eso, por ahora, tengo sólo algunos fragmentos sueltos. Veremos qué sucede…

sábado, 21 de octubre de 2017

Mercedes Romero: “Siempre tuve un magnetismo por la poesía”





La escritora Mercedes Romero publicó el libro de poesía Los mil y vos a través de la editorial El ojo del mármol, está terminando de editar una novela que va a salir en marzo por Notanpuan y además, trabaja en un nuevo libro de poemas. Habló con Entre Vidas acerca de su  flamante libro y de sus próximos proyectos.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Por lo general el puntapié inicial de cualquier texto es inspiración. No podría decir exactamente cómo funciona, es algo que te baja y depende de vos capitalizarlo o no. Pero es cierto que en segunda instancia hay una parte metódica que tiene que ver con la frecuencia y dedicación. Empezar un texto-de lo que sea- es como preparar un salmón. Se ve y sabe muy bien, pero si lo dejás cinco días en la heladera se echa a perder.

¿Con qué frecuencia escribís?
Todos los días. Ahora precisamente estoy editando mi próxima novela que sale por la editorial Notanpuan. Pero también tengo días donde de repente me encuentro escribiendo algo random, haciéndolo sin saber muy bien porqué o para qué.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Siempre tuve un magnetismo por la poesía. Me fascinaba traducir versos de canciones en inglés y creo que tiene que ver con que me deslumbra el lenguaje, en todos sus formatos. Mi papá siempre tiene en su maletín dos poemas que le regalé cuando tenía ocho años. Es muy tierno ver que indudablemente estaba afrontando una etapa llena de cuestionamientos e introspección, en uno de los poemas escribo "te recuerdo a vos, amado y querido". Vos fijate, un edipo tan exigente que frente a la duda dije " amado o querido? ya fue, pongo los dos".
Lo último que ibas a encontrar en mi casa era un libro de poesía, pero si algo los caracterizó a mis viejos fue ser dos grandes narradores. Crecí escuchando cuentos de seres imaginarios que mi papá creaba, así como de princesas con nombres del conurbano que mi vieja me inventaba cada noche.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Los mil y vos?
Honestamente no fue algo muy deliberado. Sentí que era el nombre más acertado y fiel al libro, estaba a la vista. El libro consta de tres arcos narrativos: Ellos, Vos y Nosotros. El primero está compuesto por poemas sobre distintos vínculos que tuve que tal vez no fueron tan duraderos pero me marcaron. Me interesaba retratar cómo una mujer ama desde distintos roles: como hija, como amiga, como novia e incluso amante. Vos, en cambio, está formado por poemas de una de relación específica que trascendió muchísimo más. De alguna forma, en Ellos se puede descubrir todo lo que hubo antes y después de Vos. Lo que me llevó a conocer a alguien así y lo que hice para poder cerrar ese capítulo. Nosotros, a diferencia de los dos arcos narrativos previos, cuenta una historia puntual, ya en un plano figurativo. Es como si vinieras observando pedacitos de la realidad por la mirilla de una puerta, hasta que esa puerta se abre y ves la imagen completa. Los tres arcos narrativos ordenan no sólo las posturas que tomamos en torno al amor sino los estadíos que podemos atravesar: el deseo, la plenitud, la carencia, la negación, el dolor, el olvido, la nostalgia.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Se dio de forma bastante orgánica. Cada poema fue una manifestación de un vínculo puntual de mi vida, y como para vivir se necesita de tiempo te podés imaginar que viene gestándose hace mucho. Cuando escribí esos poemas nunca lo hice con la intención de que se transformen en un libro. Un día me di cuenta de que todo respondía a un eje y pensé: Pará, acá hay algo.

¿Cuál es tu poema preferido del libro?
NN es un poema que siempre me despertó algo muy fuerte y me pasa que ahora, cada persona que lee el libro, me dice que es el poema que más le gustó. Creo que eso pasa porque más que un poema, es una proclamación de todos los principios que para mí debe tener una persona a la hora de vincularse. Lejos de ser una lista extensa de lugares comunes del amor, es un pedido solemne de intrascendencias cotidianas "quiero que me quieras cuando me cambia el pelo de color pero no por la tintura". Nombro esos gestos chiquitos que en el día a día quizás no representan nada, pero que traducidos en el tiempo: resultan todo. Acaban siendo el combustible de las relaciones que avanzan. Y lo hacen sin ser perfectas, con sus fricciones y momentos chotos, pero con cimientos sólidos.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
No tengo un decálogo de premisas para escribir más o mejor. No es que leo diez libros por semana o solo veo cine independiente. Yo particularmente siento que soy una esponja que ahí a donde va, absorbe. Con lo cual los temas que elijo abordar y cómo lo hago, abarcan un espectro muy amplio. Me nutro de lo que vivo, soy muy permeable a las personas, a su psiquis, sus conductas y cómo eso decanta en vivencias. Creo que eso hace que se pueda generar un diálogo con el lector, porque la persona que te lee empatiza sea por sentirse representado o por poder rescatar algo de lo narrado y transferirlo a una experiencia personal.

¿Manejás la idea de escribir próximamente una novela o un libro de cuentos? 
Sí, de hecho la novela que va a salir por Notanpuan existe desde antes de este libro. La arranqué en el 2014, pero apareció esta oportunidad y sentí que tenía mucha más lógica publicar como primer libro Los mil y vos que la novela. No todo el mundo compra una novela de un autor desconocido de 350 páginas y eso supone una gran barrera. Por eso decidí salir este año con Los mil y vos y posponer el lanzamiento del libro para principios del año próximo, porque sino se iban a terminar canibalizando entre sí.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
Yo creo que muchas veces las personas guardan cierta resistencia a la poesía porque creen que se trata de un género pretencioso, donde todo está ornamentado. Y es real que hay muchos autores así, que apelan a un lenguaje arcaico, que dicen "allí" en vez de "ahí". Qué se yo. Son estilos. Yo disfruto leer y escribir como hablo hoy, siglo XXI. Y hay muchos autores que están yendo en el mismo sentido: Pedro Mairal tiene una obra poética que te deja sin palabras. Consumidor final, uno de sus libros de poesía, te muestra el costado sensible de la vida cotidiana. Escribe sobre un durazno que compró en el Disco o un corte de pelo. Cada poema te hace sentir que las cosas se vuelven nuevas cada vez que él las toca con sus palabras. Y así hay muchos, poetas que supieron ser una antena sensible y fiel a su época, que pudieron captar lo que nadie veía: Girondo, Cortázar, Pessoa. Y no sólo clásicos, hay autores actuales que tienen una obra increíble y se les da muy poca difusión: Natalia Romero, Lucas Soares, Natalia Leiderman, Leandro Gabilondo, Federico de la Riva por nombrar sólo algunos.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
No podría definir mis objetivos porque tampoco vivo a la escritura como literatura. Escribir es lo único que me llena y sé que en definitiva, me vaya bien o me vaya mal, voy a continuar haciéndolo de todos modos.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial El ojo del mármol? 
Fue bastante casual todo. Yo tenía varios libros del Ojo que había leído y me habían gustado mucho, un día subí a instagram un poema de Animales dorándose al sol, libro de Natalia Leiderman y Valeria, la dueña de la editorial lo vió y se contactó conmigo. Intercambiando algunos mensajes descubrí que me tenía en facebook y estaba familiarizada con lo que hacía. Le ofrecí mandarle Los mil y vos para que me diera una devolución, sin expectativas de nada, y acá estamos.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Un próximo libro de poesía, la novela que sale en marzo por el sello editorial Notanpuan y recién acabo de terminar un cuento que va a formar parte de una antología de Invisible, responsables de la versión del Principito ilustrado.




domingo, 8 de octubre de 2017

Agustina María Bazterrica: “A mí me interesa interpelarme e interpelar al lector con mi obra”




La escritora Agustina María Bazterrica publicó el libro de cuentos Antes del encuentro feroz a través de Alción Editora y le señaló a Entre Vidas que con su escritura le interesa criticar mandatos retrógrados, normas opresivas, injusticias, fanatismos, acciones que lastimen a otro. Además, contó cómo nació el ciclo Siga al conejo blanco que creó junto a la también talentosa Pamela Terlizzi Prina.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Soy una persona nocturna y escribo por la tarde (que es cuando me activo) hasta que se me cierran los ojos. Mientras escribo escucho mantras hindúes, o música que repito una y otra vez. Necesito un sonido constante para concentrarme.
Escribo en la compu y cada tanto imprimo lo que escribo y lo corrijo en papel. Creo que la parte más importante del proceso creativo es la corrección, por eso puedo estar días, meses o años corrigiendo una obra.

¿Con qué frecuencia escribís?
Tengo etapas. Siempre fui muy inconstante, pero ahora estoy tratando de escribir todos los días. Hubo épocas en las que durante meses no escribí una palabra. Lo que sí hago todos los días, desde siempre, es leer. Creo que la lectura es el motor y el núcleo de la literatura porque escribir, sabemos, es una reescritura.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro “Antes del encuentro feroz”?
Este libro de cuentos pasó por muchas etapas. Tuvo distintos títulos y sufrió diversas mutaciones. Con el paso del tiempo fueron quedando los que considero mis cuentos más significativos. Cada uno de ellos interpela a distintas épocas de mi vida. Me dan una clave, un proceso, una obsesión.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
La principal característica de este libro de cuentos es su heterogeneidad. Hay cuentos tremendos, extremadamente violentos, otros llenos de ironía, otros podrían considerarse poesías en prosa, incluso, hay un microrrelato de una línea. Elegir un título siempre es difícil, pero en este caso me costó más porque tenía que ser un título que mostrara una línea de unión entre cuentos tan diferentes y, como dije, distintas épocas de mi vida. Hasta que me crucé con el poema “La verdad del bosque” de Pizarnik de donde surge la frase “Antes del encuentro feroz”. Me pareció un título potente, que invita a lector a acercase. A mí me interesa interpelarme e interpelar al lector con mi obra. Ninguno de los cuentos me resulta indiferente y querría que ninguno de los cuentos le resulten indiferentes al lector. Es mi deseo que se produzca algún tipo de encuentro. Creo que por mi tipo de literatura debajo de la risa, de la ironía como bien dice Andrés Neuman en la contratapa “hay una sonrisa que se congela”. Porque la esencia del relato, aquello que prima en estos cuentos, es la ferocidad.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Me interesa criticar mandatos retrógrados, normas opresivas, injusticias, fanatismos, acciones que lastimen a otro. Lo puedo hacer a través del humor como en mi novela “Matar a la niña” donde tengo una mirada crítica de la Iglesia Católica o lo puedo escribir como el golpe furioso y desolador que se percibe en los cuentos “Agua” y “Hueco” donde me refiero a situaciones de violencia de género.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Mi cuento preferido es “Lavavajillas”. Está escrito con un lenguaje completamente artificial, como si fuese un cuento traducido del inglés al español, con un español neutro. Fue un desafío escribirlo porque quería plasmar el artificio de ciertos mandatos como: “cásate y ten hijos, porque eres mujer”, por eso usé ese tipo de registro. Cada vez que lo leo me emociona la soledad de la protagonista, una mujer joven en los años 60 en New York, pero también me sigo riendo porque es un cuento lleno de ironías. Está pasando algo curioso: todos eligen cuentos diferentes. Pueden coincidir en alguno u otro, pero la realidad es que no pareciera existir un cuento preferido. El otro día un amigo me dijo que uno de sus favoritos era “Perfectos dragones” un cuento con una prosa poética bastante hermética. Y, sin embargo, me dijo que le había parecido “precioso”. Otro amigo me dijo que su cuento preferido era “Elena-Marie Sandoz”. Es un cuento agobiante, repetitivo hasta la locura (porque habla de eso, de alguien que se vuelve loco poco a poco). Pero él estaba fascinado. Esos dos cuentos, a priori, no los calificaría como populares. Por eso me alegra tanto que los elijan como favoritos.
Estoy muy alerta, sorprendida y feliz con lo que está generando este libro.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Alción Editora?
El proceso de encontrar una editorial siempre es complejo, largo y hasta tedioso. Pero como soy una persona consecuente hasta la obsesión, “cabezona” -diría mi padre-, me lo tomé como un trabajo. Una tarea con propósito. Con un tiempo incierto y casi ilimitado para su realización.
Una de las editoriales que me interesaba y aceptó el manuscrito fue Alción. Juan Carlos Maldonado (el editor), lo leyó y le gustó. Hablamos y me dijo que le interesaba publicarlo, pero con un formato especial y con ilustraciones. Fue una sugerencia muy afortunada. Es por eso que el libro tiene un formato peculiar que le agrega valor como objeto. Puedo decirlo porque es el resultado del talento de otras personas. Es bello. Es cuadrado y tiene las ilustraciones (creadas a partir de la lectura del libro) de la artista mexicana Erica Kuhn. Además de estar muy contenta con haber tenido la posibilidad de publicar con Alcion, el formato, dibujos, el diseño del libro me parece original. Te digo más, hace poco una chica de Rio Cuarto (Córdoba) se hizo un ¡tatoo con la imagen de la tapa del libro! Me mandó la foto. Puede parecer una locura. Pero, la imagen de la tapa es de una gran belleza. Trasmite algo inicialmente tranquilo y a medida que vas captando los detalles se descubre potente…y feroz.

¿Cómo surge la idea de crear el ciclo Siga al conejo blanco junto a Pamela Terlizzi Prina?
Con Pame nos hicimos amigas de manera instantánea. Somos muy diferentes y tenemos una conexión mental poderosa. Nos pasa muy seguido de estar pensando lo mismo al mismo tiempo.
Yo quería hacer algo juntas. Tenía algunas ideas. Pensaba. Pero la que lo verbalizó fue Pame. Estuvimos muchos meses planificando y pensando qué clase de ciclo queríamos. Tomamos en cuenta desde la importancia de un nombre que fuese pregnante, con significado, hasta encontrar un buen lugar para hacerlo. Inclusive que fuera un ciclo “deslocalizado” que se pudiera encontrar online. Así surgió la idea de filmar cada encuentro y colgarlo en la página web. Y creo que esa preparación previa, ese desarrollo conceptual y de propósito, se ve hoy en el ciclo. Se muestra en el cuidado que le damos a los detalles, a las personas que participan y a las que no pueden estar físicamente. Comenzamos con una perspectiva federal para que aquellos que no están en Buenos Aires pudieran participar. El registro fílmico amplió la mirada, liberó al ciclo de estar o no presente. Lo liberó del tiempo y hasta creo que promueve lo global. Los que van hablan de la onda, la buena difusión de los escritores, críticos, de los artistas plásticos, músicos. Es también un lugar de diálogo entre disciplinas. Un espacio de disfrute, de tomar un vinito, de reconocer a otros. El conejo, nos llena de satisfacciones.

¿Qué libros recomendarías?
Voy a recomendar contemporáneos, porque los clásicos, son más accesibles y, en general, los conocemos bien. Vamos primero con los argentinos: Hotaru de Martín Sancia, La comemadre de Roque Larraquy, Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued, Mil galletitas de Diego Tomasi y Quema de Ariadna Castellarnau (catalana que vivió en argentina y publicó acá). Internacionales: El loro de Flaubert de Julian Barnes, HHhH de Laurent Binet y La historia del amor de Nicole Krauss.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Mi objetivo principal era bastante endogámico. Escribir cada vez mejor. Con el tiempo me fui dando cuenta de algo que, quizás, para otras personas resulte evidente. Esto es, me puse a reflexionar sobre la diferencia entre escribir y ser escritor. Por eso, además de seguir construyendo mi escritura, querría desarrollar la otra parte de la ecuación. Desarrollar la carrera de escritora. Hacer del escribir mi profesión. No sé cómo es la de la figura del escritor aplicada a mi persona. Hasta que lo descubra me interesa seguir preparándome, leyendo, estudiando, conectándome de manera más integral con la literatura y con los “agentes sociales del campo literario” como diría el Señor Bourdieu.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy escribiendo una novela.  Lo que me está pasando, a diferencia de otras veces, es que -como ya lo dije- estoy tratando de escribir todos los días. Eso no significa que escriba mucho. Sino que todos los días me conecto con la escritura. Quizás, en una jornada sólo logro corregir una palabra y ese fue todo el trabajo. Pero, no siento que fue una jornada improductiva porque, tengo que reconocer que cada palabra de cualquier texto que escriba (sea ficción, una reseña o un artículo) me resulta fundamental. Escribir es también una tarea con propósito. Con un tiempo incierto y casi ilimitado para su realización. La búsqueda de la palabra justa me puede llevar toda la vida.



domingo, 1 de octubre de 2017

Carolina García Stagno: “Durante mucho tiempo creí que la poesía era un género complicado”




La escritora Carolina García Stagno publicó el libro de poesía Ancla a través de la editorial Peces de Ciudad y estuvo hablando con Entre Vidas acerca de dicha publicación y de sus nuevos proyectos entre los que se destaca una serie de videopoemas. Además, la poeta señaló que uno de sus objetivos es que su poesía llegue a cada vez a más personas y por eso apunta a desarrollar proyectos en las redes sociales.


¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Creo que no podría hablar de rituales porque escribo cuando me surge, pero las veces que me dispongo a escribir no puede faltar el mate y la música, dos elementos esenciales en mi vida.

¿Con qué frecuencia escribís?
A diario y en donde sea, si tengo mi cuaderno a mano perfecto, sino en una libreta, tickets, servilletas y sobre todo, en los tiempos que corren, el celular es fundamental, principalmente en los insomnios que son muchos.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Mi amor por la poesía es mucho más reciente que mi amor por la narrativa que nació siendo niña. Durante mucho tiempo creí que la poesía era un género complicado, de lenguaje antiguo, distante, ajeno a mis vivencias, hasta que me encontré con tres poetas que me acercaron y desde entonces no pude despegarme, ellos fueron: Mariana Kruk, mi editora, quien me mostró que había poesía en lo cotidiano, al mismo tiempo aparecieron  Mario Benedetti, con su amor y su ternura, y Alejandra Pizarnik, con sus tormentos. Me fascinaron.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Ancla?
Quiero destacar que "Ancla" es un libro único e independiente pero a su vez es la continuación de "5 am", mi primer poemario. En él comienzo contando una historia de amor, un poco tormentosa, intensa de mi lado, sobre abandonar los miedos y animarse sabiendo la cuota de dolor que todo eso incluía, por lo tanto la selección de poemas para este segundo libro debía seguir con eso. Fue un proceso arduo de recolección de todos los poemas de ese último año que estaban repartidos entre la computadora y el cuaderno. Soy muy detallista a la hora de seleccionar y ordenar, hasta caprichosa te diría, quiero plasmar todo tal cual sucedió.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
El tema "naútico" está presente en mi primer libro, donde aparecen barcos de papel que envían te quieros o intentan dejar atrás el pasado, a través del Río Paraná del que tanto disfruto acá en Rosario. Así que "Ancla" llegó solo, en un momento de mucho buscar y descartar otros títulos. Trata de estar anclada a un amor, a una persona, a una historia. Anclada a sentimientos que parecen no tener fin y se repiten una y otra vez a lo largo del libro. Anclada a los pequeños momentos "felices" con los que me encargaba de justificar la tristeza y el dolor.

¿De qué temas se nutre tu poesía?
Del amor, principalmente, o los amores. Y la enorme cantidad de sentimientos por los que te llevan enamorarse y amar, eso que todos vivimos: alegría, tristeza, bronca, pasión... éxtasis. También lo cotidiano está muy presente, al igual que el Río (Paraná).

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
"Desarmemos el mundo" es un poema que me gusta mucho y a los lectores también, fue muy ovacionado el día de la presentación oficial. Hace referencia a esas situaciones que nos atraen a pesar de que se presentan desfavorables desde el comienzo pero  apuesta a disfrutar el momento sin pensar en el después.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
Con esta editorial ya había publicado mi primer libro por propuesta de Mariana, la encargada de seleccionar el material, quien ya conocía mi poesía. Fue uno de los primeros libros editados. Así que para este segundo solo necesitaba la aprobación editorial del archivo. Es una alegría ser parte de un proyecto como Peces de Ciudad.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
A los autores que me acercaron a la poesía les sumaría: Idea Vilariño, Gioconda Belli, Jaime Sabines, Charles Bukowski, y tres autoras de la editorial: Ara Lacore, Pipu Simeoni y Paola Soto.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
No dejar de escribir es mi principal proyecto. Siempre tengo la intención de que mi poesía llegue a cada vez a más personas así que estoy todo el tiempo pensando opciones para eso teniendo como vía las redes sociales. También con Marcos, un amigo que se encargará de filmar y editar, estamos planeando una serie de videopoemas de Ancla. Es un proyecto interesante que ya habíamos implementado con mi primer libro con la diferencia de que ahora tenemos más cancha y más tiempo para planear todo detalladamente.



lunes, 21 de agosto de 2017

Anahí Flores: “Me gusta mucho producir en serie y así, también, nacieron mis libros anteriores”




La escritora Anahí Flores habló con Entre Vidas de su libro de poemas Ciertas horas de la primavera, publicado por La Carretilla Rojas. En dicho libro, la autora señala que vio cada poema como una instantánea urbana en movimiento y que el nombre del libro tiene que ver con que fueron escritos durante esa época del año. Además, adelantó que está en etapa de revisión y corrección de dos libros que serán publicados el año que viene por Alto Pogo y por Qué diría Víctor Hugo?, dos editoriales de La Coop.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
En el momento previo a escribir más que rituales tengo excusas. Hago un mate, luego agarro algo para comer, respondo algún mail para no dejarlo para después. Puedo hacer de todo para retrasar el momento de sentarme y arrancar (releo esto que escribí y noto que abundan los “para”. No es casual, tratándose de excusas).

¿Con qué frecuencia escribís?
Eso depende de a qué llamamos escribir. Todo el tiempo estoy escribiendo, a veces mentalmente. Otras, ni siquiera en la mente, sino en algún lugar más sutil como la intuición. Pero si te referís a poner las manos sobre el teclado o agarrar una birome (yo soy de las que siguen escribiendo en cuadernos), podría decirte que casi todos los días, un poco.

¿Quién te inculcó el amor por la literatura?
No es una persona en particular, si no, ¡qué responsabilidad! A la literatura entré leyendo, y ahí los responsables fueron mis padres. A escribir arranqué después, a los trece años, aunque tengo algún que otro texto anterior.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Ciertas horas de la primavera?
En realidad, no los seleccioné, sino que los escribí en serie. Me gusta mucho producir en serie y así, también, nacieron mis libros anteriores. Es como si escuchara una melodía y quisiera hacer muchas variaciones, hasta agotarla. Cuando la agoto, concluye la serie. En el caso de Ciertas horas de la primavera, veo cada poema como una instantánea urbana en movimiento.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Porque lo escribí en primavera. Porque siento la primavera en esas páginas. Porque cada poema ocurre a una hora diferente del día. Porque los poemas van desde la mañana temprano hasta la noche tarde y luego el libro termina.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
No me sale un poema preferido… Sería como elegir un hijo preferido, ¿no?
Pero no quiero escapar a tu pregunta, a ver… Releo ahora y elijo el de las 6 PM. Sin embargo, no me tomes muy en serio, tal vez si releyera el libro mañana, elegiría otro.
Con respecto a cuál destacan los lectores, por suerte suelen mencionar diferentes poemas y eso me deja más tranquila que si sólo comentaran uno.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con La Carretilla Rojas?
Le escribí a Mauro Quesada, el editor, porque me había gustado el formato pequeño y artesanal de los libros. En el acto charlamos (todo por mail), leyó algunas propuestas que le envié y eligió Ciertas horas. El resto fluyó perfecto: de la tapa se encargó él (la ilustración es de Diego Berger) y para la contratapa tuve el honor de contar con Jorge Aulicino.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Tengo cierta resistencia a recomendar libros, lo que me apasiona a mí puede resultarte indiferente a vos o a quien sea. Te cuento de mis últimas lecturas preferidas: en marzo leí (y releí varias veces) El libro de las pesadillas, de Galway Kinnell. En abril, y gracias a la recomendación de mi amigo Ricardo Bada, devoré Contra el viento del norte, de Daniel Glattauer. Y en junio, me dejé llevar por Stoner, de John Williams, gracias a mi amigo Sebastián Grimberg que, como no quería prestarme su ejemplar, terminó regalándomelo para mi cumpleaños.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En este momento estoy en plena revisión de Criaturas, que es un libro de cuentos que saldrá este año por Alto Pogo. También estoy terminando de pulir Quizá en otro momento, poemario que editará Qué diría Víctor Hugo? el año que viene. Pero todo eso es revisión. Escribir, estoy escribiendo una serie de poemas que se desató en el mismo momento en que me mudé a Florida, o sea hace unos meses. Por el momento, sigue creciendo.



jueves, 17 de agosto de 2017

Flavia Kudach: “Soy muy visual, tengo imágenes que se transforman en palabras”



La escritora Flavia Kudach publicó el libro Pedacitos con Chiado Editorial y habló con Entre Vidas acerca del proceso de selección de los relatos que aparecen en su debut como autora. Además, adelantó que está trabajando en un segundo libro y que al mismo tiempo escribe en su blog y sube videos a instagram en los que lee sus nuevos textos.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
La verdad es que no tengo un ritual en particular, puedo hacerlo en cualquier momento en el que se me cruza una palabra, frase o situación que sirve de disparador y largarme a escribir.
En general, si pasa eso, anoto lo que sea que se me ocurrió o una imagen que se me apareció y quizá luego la retomo para continuarla o se transmuta y sale otra cosa. Soy muy visual, tengo imágenes que se transforman en palabras.

¿Con qué frecuencia escribís?
No tengo una frecuencia programada ni me obligo a hacerlo. Tengo días en los que puedo escribir mucho y estar días sin escribir nada. Funciono así, por estímulo natural, sobre todo porque casi todo lo que escribo fluye, no me propongo o me encasillo en que tengo que escribir algo determinado. Y me parece que está buenísimo que así sea. Igual en general escribo tres o cuatro veces a la semana.

¿Quién te inculcó el amor por la literatura?
Bueno… fue una búsqueda. Tengo hermanos mayores y en particular mi hermana más grande leía mucho. Desde chica me llamaron la atención algunos títulos y ciertos escritores. Soy una admiradora de Julio (Cortázar), me conmueve y es algo que me parece increíblemente de lograr en alguien.
Leo de todo, siempre estoy leyendo algo. Pero el interés fue siempre propio y fue in crescendo. El amor es una construcción, así que diría que lo construí con cada libro al que me acerqué. Incluso aquéllos que no me gustaron. Cuando ingresé a la facultad tenía que leer mucho y se me hizo un hábito que luego continuó a cualquier tipo de material escrito que se me presente. Diría que no puedo parar de captar información, lo cual en esta era, podría ser una obsesión, pero lo hago por placer.

¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen en tu libro Pedacitos?
Fue bastante perceptivo y por otro lado me parecía que era una buena muestra de lo que venía escribiendo en ese momento. Luego lo consulté con Javier, un amigo que vive en Barcelona, que fue quien escribió el prólogo del libro, y pareció estar de acuerdo.
Debo decir que para estas cosas confío bastante en cómo me siento. Fue más una cuestión de sentirme cómoda y representada con esa elección.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
El nombre me vino solo porque hay un texto en el libro que se llama así y me parecía que aunaba perfectamente lo que sentía respecto al libro. Al leerlo me daba esa sensación, que eran pedacitos de historias y momentos de mi vida, ya sean reales o ficticios, todos los textos representan un momento en particular para mí.
Con el tiempo, me fue cerrando aún más esa elección. No dudé en eso, es raro lo que me pasó pero fluyó, tenía que ser ése y al día de hoy me parece el mejor que pude haber elegido.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Uff, qué difícil!!! No había pensado nunca eso pero creo que hay varios preferidos. Igualmente van cambiando porque a medida que pasa el tiempo me identifico más con unos que con otros. El tiempo va haciendo que uno tome distancia del relato y pasa a generar algo completamente diferente, es curioso eso.
En cuanto a los lectores hay variedad de gustos, hay quienes son más románticos y se inclinan a los relatos más amorosos y hay quienes se distancian de esos lugares y prefieren más un texto breve sobre algún personaje.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Chiado Editorial?
Me contacté con ellos y otra vez esto fue parte de una intuición, es más, fue la única editorial a la que le presenté mis escritos. Aclaro que la editorial es de Portugal pero distribuyen en varios países.
Creo que mi idea en el fondo era poder llegar a varios lugares de Europa, sobre todo a España, en donde tengo muchos amigos y conocidos por haber vivido en Barcelona varios años. Me gustaba la idea de pensar que gente que quiero y con la que compartí momentos importantes de mi vida pudieran acceder al libro.
Por otro lado, había una cuestión de estilo. Tengo un blog que comando hace un año y medio y la mayoría de mis lectores son Europeos entonces, digamos que ahí tenía un dato. Había algo de mi estilo de escritura que sin querer atraía un público de lectores que no eran necesariamente argentinos.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Últimamente estoy leyendo muchos libros de amigos que casualmente también escriben y también acercándome a libros que quería leer hace mucho.
De mis últimas lecturas recomiendo “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, “Imitación de la quietud” de Grau Hertt (Editor de Nulú Bonsai), “Chacharramendi” de Juan Guinot (mi padrino mercedino), “Calletania” de Israel Centeno y “HHhH” de Laurent Binet.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Actualmente sigo escribiendo y manteniendo mi blog (https://misskudach.wordpress.com/).
También voy compartiendo con los lectores en mi página de Facebook eventos en los que participo y voy subiendo fotos también de los nuevos lectores que me llegan
https://www.facebook.com/flaviakudachpedacitos/
También armando un compilado para mi segundo libro que aún no tiene forma ni nombre pero está en mi cabeza listo para salir.
Hay algunos relatos que no sé si estarán en formato novela o cuentos breves. En Instagram voy subiendo videos de algunos textos que voy escribiendo y comparto leyendo.
El proyecto es siempre seguir haciendo y como decía Julio C. “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”.

Maximiliano Matayoshi: “Es una novela que gusta mucho porque es ágil y toca temas que son atractivos”




El escritor Maximiliano Matayoshi publicó una reedición de su libro Gaijin a través de la Odelia Editora. Con dicha novela obtuvo el primer premio UNAM-Alfaguara en 2002. El autor estuvo hablando con Entre vidas y contó que la historia parte de una anécdota de su padre acerca de cómo ponían balas de cañón enterradas en la caída de un tobogán con el fin de activarlas para que exploten.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Prepararme un mate, en lo posible con yerba Playadito, que es la única que no me da acidez.

¿Con qué frecuencia escribís?
Cuando el resto de mi vida (trabajo, mujer, casa, niño de 18 meses) me lo permiten.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la escritura de tu libro Gaijin?
La anécdota que me contó mi viejo, acerca de cómo ponían balas de cañón enterradas en la caída de un tobogán, colocaban un clavo en el casquillo, y dejaban caer una piedra por el tobogán para activar la explosión.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Gaijin (extranjero) es una palabra que puede usarse de forma muy despectiva. Muchas veces oí a mi viejo usarla de esta manera. El libro es parte de una discusión que mantuve con él a lo largo de toda la vida.

¿Qué repercusiones tuviste de parte de los lectores?
En general es una novela que gusta mucho porque es ágil y toca temas que son atractivos. Pero también muchas veces se hace una lectura que formaría parte de la discusión que mencioné antes: se la lee como una novela “japonesa” cuando es exclusivamente argentina.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Odelia Editora?
Realmente no lo sé. Papá murió en marzo del 2016 y fue la primera vez que pensé que era tiempo de reeditar el libro. Dos meses más tarde me contactaron las chicas de Odelia, querían publicarla. Entonces sentí que todas las decisiones habían sido tomadas por alguien más, que a mí sólo me tocaba decir sí.

Con la novela ganaste el primer premio UNAM-Alfaguara en 2002. ¿Qué sentís que cambió en vos como escritor?
Me sentí escritor. Antes de eso no lo sentía y creo que poco después dejé de sentirlo. No estoy seguro de que sea algo bueno o malo sentirse escritor. Era muy joven y tal vez no tenía la madurez suficiente para hacerlo una parte real de mi vida.

¿Cuál es el recorrido que piensan darle con la editorial?
Desde la editorial buscan darle una nueva vida al libro, que vuelva a estar en las mesas de las librerías y llegue al público general. Con este libro inauguraron la colección de narrativa contemporánea, porque creyeron que era un libro que podía gustar a mucha gente y abrir camino para los que vinieran después. Por ahora, se viene cumpliendo.

Para el que todavía no leyó la novela. ¿Con qué se van a encontrar?
Una novela iniciática en todo sentido. Iniciática para los personajes y para el autor, todos en busca de su identidad.


domingo, 16 de julio de 2017

Rocío Cortina: “La idea fue trabajar con voces nuevas de la literatura argentina”





La escritora Rocío Cortina armó la antología de cuentos All inclusive, relatos de amor y desamor que se publicó a través de la editorial Textos Intrusos. Fue la encargada de seleccionar a los autores con la idea de trabajar con nuevas voces de la literatura argentina. Además, la también periodista señaló que es una especie de “todo incluido” del amor, donde caben distintos imaginarios, entre los cuales también está el desamor, el desencuentro con el otro, el amor a la familia, a los amigos, a la vocación o profesión. Habló con Entre vidas acerca de dicha publicación y de sus próximos proyectos entre los que se destacan una novela y otra antología vinculada a textos periodísticos y crónicas.


¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Ninguno fijo, aunque sí respeto ciertos esquemas. Si estoy con un proyecto escribo de forma bastante metódica, cuando termino de trabajar, por la noche, o a veces por la mañana bien temprano. Si no estoy muy conectada leo algunos fragmentos de libros que me gusten, pongo música, aromas ricos… en ese sentido soy muy terrenal, relaciono el hecho de escribir con algo placentero, entonces me gusta estar cómoda, en un lugar lindo (mi casa por lo general), no puedo producir algo si estoy apurada o si sé que tengo cosas pendientes. Y si estoy trabada con los personajes o con alguna escena, me encanta salir a la calle a mirar, recorrer lugares llenos de gente en busca de caras o situaciones.

¿Con qué frecuencia escribís?
Trabajo en periodismo, con lo cual escribo todos los días. Ahora, como decía antes, si estoy con un proyecto literario, con un cuento o un libro por ejemplo, trato de hacerlo todos los días, cada vez que tengo un momento libre. Creo que cuando hay una idea en la cabeza o una emoción que puede convertirse en un texto, no hay que abandonarla hasta que se encauce o tome forma.

¿Cómo surge la idea de armar la antología de cuentos All inclusive, relatos de amor y desamor, publicada por la editorial Textos Intrusos?
Fue una propuesta de Hernán Casabella, de Textos Intrusos, y surgió después de publicar Fiestas Sísmicas con la misma editorial. La idea fue trabajar con voces nuevas de la literatura argentina. Me gustó eso, y me gustó también la propuesta sea temática.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Es un juego de palabras un poco caprichoso que remite al concepto de all inclusive del turismo. Al aceptar trabajar con la línea temática del amor me propuse tener una mirada amplia y no atarnos a historias con ideales románticos, a historias de parejas heterosexuales únicamente. Con Casabella coincidimos en que es una especie de “todo incluido” del amor, donde caben distintos imaginarios, entre los cuales también está el desamor, el desencuentro con el otro, el amor a la familia, a los amigos, a la vocación o profesión. En fin, todo es amor si uno se pone a reflexionar, incluso en el acto de escribir también hay amor.

¿Cómo fue el proceso de selección de los autores que aparecen en la antología?
Llegué a los autores a través de distintos talleres literarios, de material que yo ya había leído en distintos momentos. Y la selección final estuvo marcada por la adecuación al tema, por los enfoques novedosos, las historias frescas. En el libro hay textos de Zulima Abraham, Ana Clara Azcurra Mariani, Sofía Blasco López, Federico Capobianco, Elías Alejandro Fernández, Juan Manuel Maza, Mateo Mórtola, Andrés Pinotti, Martín Satelier, Juan Ignacio Sapia y Paloma Cáceres Urban.

¿Cuál es tu cuento preferido de la antología y cuál el que destacan los lectores?
Todos me parecen muy buenos textos, cada uno con su estilo y enfoque particular sobre el amor. El libro recién se lanza, veremos cuál es el comentario de lectores. Por nombrar solo uno, destacaría el cuento que abre el libro, que es La Convicción, de Juan Sapia. Es la historia de una pareja con sobrepeso, en donde el amor al otro está muy relacionado con el amor a la comida. La comida es casi un tercero en cuestión. En los personajes de Sapia hay conductas asociadas a la comida, a querer comerse al otro, a verlo comer que son muy interesantes.

¿Qué autores recomendarías?
Mis imprescindibles suelen ser mujeres: Silvina Ocampo, Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Lorrie Moore, AM Homes, Clarice Lispector. Pero también Fabián Casas, Iosi Havilio, Félix Bruzzone, Raymond Carver, J.D Salinger, Junot Díaz. Y muchos y muchas más.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Si tuviese que hablar de objetivos, cada texto escrito y leído es un objetivo en sí mismo. Leo y escribo, y me gusta mucho incentivar a otros a que lo hagan a través de los talleres que organizo. Pero sinceramente nunca me cerró mucho la idea de “ambiente literario”, me remite al “mundillo”, siempre me dio la sensación de una cosa cerrada y exclusiva a la que pocos pueden acceder, un poco asfixiante también. Es justamente esa idea que de chica no me dejaba acercarme a talleres o a ciertos espacios vinculados a la literatura, y noto que muchas personas cargan con ese prejuicio del ambiente literario. La literatura abre nuevos mundos, por eso creo en una literatura inclusiva, que acerque a los lectores.

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Estoy escribiendo una novela y planificando otra futura antología, aunque vinculada a textos periodísticos, con crónicas. También estoy dando talleres de iniciación a la lectura y la escritura. En eso está puesta mi energía hoy.




martes, 20 de junio de 2017

Néstor Darío Figueiras: “Los cuentos de “Capricho #43 juegan con la ciencia ficción, parodian el terror y chapotean en el fantástico”




El escritor Néstor Darío Figueiras publicó el libro de cuentos Capricho #43 a través de la editorial Peces de Ciudad y ya agotó la primera edición. El autor habló con Entre vidas acerca de sus comienzos en la escritura, de la reciente publicación y de los proyectos en los que está trabajando entre los que se encuentra una novela corta que se publicará el año que viene por Ayarmanot.



Sos escritor, músico, productor musical. ¿Con qué profesión te quedarías?
Qué difícil contestar… Si sólo tuviera en cuenta el aspecto financiero, hoy me quedaría con mi labor de músico, porque me reporta más ingresos que la literatura (aunque no muchos más). Por otro lado, ahora que lo pienso, no sé si me considero ‘escritor’ en el sentido de ser un profesional de la escritura. Como que todavía me cuesta creerlo, a pesar de contar con dos libros en mi haber, varias publicaciones más o menos importantes —aquí y en el exterior—, y algún que otro premio. Sí está muy claro para mí que cualquier profesión a la que me dedique hoy debe ser fundamentalmente de tipo creativo. Fui cadete, data entry, pinturero y oficinista, y siempre sentí que algo no estaba bien. Es una gran decisión dedicarse a lo que uno ama, pero no sólo como un hobby, sino con el objetivo de poder vivir de ello. Y cada día me convenzo más de que en esa decisión el azar tiene muy poco que ver, que la determinación es lo más importante.

¿Qué fue lo primero que escribiste?
Un cuentito de ciencia ficción llamado “Organicasa”, a los dieciséis, para la categoría Alumnos de Escuela Secundaria de la edición de 1991 del Premio “Más allá”, una distinción que otorgaba el CACyF (Círculo Argentino de Ciencia-ficción y Fantasía). Mi profesora de Lengua y Literatura, Ana Pérez del Cerro, me convenció de participar (y siempre le estaré agradecida por éste y otros estímulos). Bioy Casares fue el presidente del jurado. No fui a la ceremonia de premiación —celebrada durante la ConSur 1, uno de los primeros intentos serios de hacer una convención del fandom— porque estaba seguro de que no iba a quedar seleccionado. Ni hablemos de pensar en ganar… (Entonces los participantes de cualquier certamen se enteraban de la suerte de su cuento en la misma ceremonia). Al final, “Organicasa” ganó una segunda mención y me perdí la oportunidad de estrechar la mano de Bioy al recibir el diploma… Pero ya lo superé, jajaja. Ese pergamino, ahora medio amarillento, es uno de los reconocimientos que más valoro.

¿Cuándo sentiste que lo que escribías era publicable?
Buena pregunta, porque suele suceder que cuando el escritor lo siente no coincide con el momento en que lo publican. Yo sentí que lo que hacía era publicable después de que se vinieran mostrando mis textos en diferentes revistas y antologías virtuales (y en algunas publicaciones en papel). Esa convicción de que estaba escribiendo algo que era digno de ser leído terminó de emerger con “Una nota que garpe”, el cuento que cierra la antología “Buenos Aires Próxima”, de Ediciones Ayarmanot (criatura de Laura Ponce). De ese relato estoy verdaderamente orgulloso. Hoy lo releo y siento que pasa la prueba del tiempo (tal vez la más difícil). Ahora puedo ver aquello que Laura —una gran profesional, de esos editores que tienen ojo clínico— me marcaba cuando lo estaba escribiendo. Ella entrevió el potencial del texto antes de que estuviera terminado. Esto no quiere decir que reniego de todos mis textos previos a esa antología, para nada (aunque a veces peco de autoexigente). Hay cuentos anteriores que me gustan —y gustan— mucho, como “Reunión de consorcio” y “Misión diplomática”. Pero creo que a partir de “Una nota que garpe” me afirmé en cuestiones de temática y estilo, y encontré mi voz.

¿Quién te inculcó tu amor por el género fantástico y la ciencia ficción?
Muchas personas, pero mencionaré algunas que fueron decisivas. Para empezar, María Elena, una maestra del primario que me inició en algunas lecturas fundacionales: Julio Verne (“Viaje al centro de la tierra” y “20.000 leguas de viaje submarino”) y la maravillosa serie “Los conquistadores de lo imposible”, del belga Philippe Ebly. Luego, en el secundario, la ya mencionada profesora Pérez del Cerro fue una gran impulsora de mi incursión en estos géneros. Te doy un ejemplo: en quinto año, decidió leernos “La intersección de Einstein”, un clásico de la CF de la New Wave, de Samuel Delany. Se tomaba 20 minutos cada clase para leernos la novela en voz alta. Lo genial del experimento era que ella nunca había leído el libro. Lo estaba descubriendo al mismo tiempo que nosotros. Huelga decir que sólo dos o tres alumnos estábamos interesados en lo que leía. Para colmo esa novela de Delany es experimental, no aconsejable para abordar el género. Pero igual me enganchó. Esta profe querida me prestó uno a uno todos sus números de El Péndulo —la emblemática revista argentina de la ciencia ficción—, los cuáles fueron una gran puerta para adentrarme en lo último de la ciencia ficción, el fantástico y la ficción especulativa de entonces, tanto en traducciones como en la producción local y latinoamericana. Por supuesto, en esta lista de personas también están mis viejos. Mi papá fue un gran lector de historietas —“Afanancio”, “Las andanzas de Patoruzú”, las revistas de Editorial Columba, por nombrar algunas—. Digo “fue” porque ahora está ciego. Él apenas pudo terminar el secundario. Mi mamá es oriunda de La Rioja, nacida en un hogar completamente disfuncional (mis abuelos maternos eran alcohólicos y muy violentos, y mi tío pasó gran parte de su vida en cana). Ella tuvo que trabajar desde los cinco o seis años, vendiendo empanadas en la estación de trenes de Chepes. Durante su adolescencia se desempeñó en un taller de fabricación de zapatos. En algún momento se escapó de su casa siguiendo a la dueña del taller, quien había decidido mudarse a Rosario. Con gran esfuerzo, mi vieja terminó la primaria en la escuela nocturna. Más tarde, ya en Buenos Aires, conoció a mi viejo y se casaron. Cuando yo nací en casa había una biblioteca de más de quinientos libros, porque ambos habían decidido que sus hijos no sufrirían las mismas carencias que ellos. Mi vieja se había asociado al Club de Lectores y todos los meses compraba muchos libros, de forma indiscriminada. Imaginate: desde la Biblia hasta Los Trópicos de Miller, pasando por los melodramas de Guy des Cars, novelas de escritores rusos (abiertamente comunistas, algunas de ellas), Borges, Alfonsina Storni, René Barjavel... ¡De todo! A los doce (cuando ya estábamos en democracia y no era peligroso tener una biblioteca tan nutrida), mi viejo empezó a comprarme los títulos de la colección de ciencia ficción de Hyspamérica. Y cuando cumplí dieciséis mi mamá me regaló “Crónicas marcianas”, de Bradbury. Definitivamente, tengo la enorme fortuna —aunque prefiero usar el término ‘bendición’— de haber nacido en un hogar en el que sobraron los estímulos para que pudiera desarrollar mi pasión por las letras. A veces escucho que no se puede dar lo que no se tiene. Pero no termino de creerlo: cuando hay interés, cuando hay amor (al decir de Theodore Sturgeon), se puede dar hasta lo que no se tuvo. De algún lado se termina sacando.

¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen en tu libro Capricho #43?
Los treinta y seis cuentos breves y microficciones que forman Capricho #43 son textos escritos a lo largo de una década, más o menos, para distintos sitios web y publicaciones virtuales. Una vez que definí el concepto del libro —una idea que pudiera englobarlos a todos—, la selección se dio en forma natural.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Bueno, ahí viene eso de definir el concepto integrador. Lo explico en la introducción. Resulta que un amigo de mi primer trabajo me prestó un libro de su hermano, un estudio de los Caprichos de Goya. La cuestión es que ni llegué a hojearlo porque lo perdí a los pocos días. Busqué por todos lados, si resultado. Unas dos semanas después me preguntó cómo iba con la lectura: le mentí, obviamente. La cosa es que luego de un mes el libraco apareció en la biblioteca de mi casa, como por arte de magia (y eso que había dado vuelta la biblioteca buscándolo). Al día siguiente, sin dudar, se lo devolví a mi amigo y le conté la verdad. Ni se inmutó. Me dijo que no me preocupara, que ése era “un libro andariego, lleno de monstruos, y que cada dos por tres le hace lo mismo a su hermano”. De esto hace más de veinticuatro años. Cuando buscaba ese concepto para darle identidad al libro, me acordé de esta anécdota y me pareció genial incluirla como texto introductorio. El grabado n° 43 de los Caprichos se llama “El sueño de la razón produce monstruos” (casi una máxima para el surrealismo, que surgiría unos 120 años después de la publicación de este trabajo de Goya). Así que el título me pareció adecuado, no sólo porque tengo cuarenta y tres años, sino principalmente porque en los treinta y seis cuentos de Capricho #43 hay monstruos, de los clásicos —vampiros, zombis, licántropos—, pero también de otros tipos, monstruos más terribles, por ser cotidianos e invisibles: religiones y deidades, políticos y gobiernos corruptos, tecnologías mal empleadas… Incluso el tiempo y el destino pueden ser monstruosos. Capricho #43 tiene un poco de todo eso.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Mi escritura siempre ronda en torno de la ciencia ficción, aunque yo digo que los cuentos de “Capricho #43” juegan con la ciencia ficción, parodian el terror y chapotean en el fantástico. La ironía es el tono más frecuente. De entrada puede parecer que estos textos se jactan de una levedad que mi primer libro —“El cerrojo del mundo está en Butteler”— no tiene. En éste casi no me meto con la ciencia ficción dura, ni empleo las atmósferas medio surrealistas u oníricas del anterior. Pero pienso que a pesar de esto igualmente tiene planteos profundos, enmascarados por el humor y la parodia. Incluso hago varios ‘homenajes’ a escritores que me gustan mucho, como Philip K. Dick, Isaac Asimov, Stephen King, Frank Herbert y Úrsula K. Le Guin.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Mis preferidos son “Želva”, “Reeducación”, “Ahora no tiene gracia”, “Los besos son un recurso natural renovable”… Y algunos más, seguro. Pero por ahí anda la cosa. Algunos lectores me han comentado su predilección por “Abuso de los FX en el cine extranjero”, “Reeducación”, “Alegato”, “Reality” y “The end”.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
El gran escritor y amigo Hernán Domínguez Nimo me recomendó el emprendimiento de Mariana Kruk y Sole Blanco. Puedo decir que es un gustazo trabajar con ellas: le ponen garra y corazón a la edición, laburan sin parar y editan unos libros hermosos por dónde los mire, tanto en la elegancia del objeto en sí como en la calidad de los textos. Peces de Ciudad es una editorial independiente más que recomendable, con una producción asombrosa y mucha energía.

¿Qué libros recomendarías?
Uh… Muchos. De lo último que he leído recomiendo “El mar aéreo”, del uruguayo Pablo Dobrinin, “Mondo Cane”, de Pablo Martínez Burkett, “Conversaciones con Pablo Capanna”, de Marcelo Acevedo y la novela “Verde”, de Ramiro Sanchiz (también oriundo de la vecina orilla). En cuanto a los escritores anglosajones —y del palo de la ciencia ficción—, recomendaría “Las islas del verano”, de Ian R. MacLeod y “Carbono alterado”, de Richard Morgan. En cuanto a la poesía moderna, me han gustado mucho los poemarios “Pequeño manual de anatomía masculina”, de Analía Pinto, y “Mal abrigada”, de Paola Soto, ambos publicados también por Peces de Ciudad. Y quisiera aprovechar la ocasión para sugerir la lectura de WhiteStar, una novedosa antología inspirada en la multifacética obra del músico y actor David Bowie, compilada por Cristina Jurado y publicada por Palabaristas en e-pub. Y no lo hago porque en ella haya un cuento mío, sino porque en verdad es un libro muy bueno, con excelentes textos de escritores españoles y latinoamericanos. Yo creo que es una obra disruptiva, por varias razones, aunque deberá pasar un tiempo para que sea ponderada. Laura Ponce, de Ediciones Ayarmanot, está haciendo las gestiones necesarias para que sea publicada por estos lares, en papel.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En lo musical, empecé a componer inspirándome en la genial novela “La mano izquierda de la oscuridad”, de Le Guin, lo que será una especie de soundtrack del libro. En el terreno literario, sigo insistiendo con el libro que va a salir el año próximo por Ayarmanot, de novelas cortas, al mismo tiempo que empecé trabajar también en un cuento para una antología que, estimo, será muy importante. Y estoy avanzando con un proyecto que me tiene muy entusiasmado: un libro de poesías y cuentos breves en el que todos los textos serán ilustrados por el artista plástico Gastón Barticevic. En realidad tratamos de hacer dos libros en uno. Algo así como contar lo mismo desde dos perspectivas distintas: una en clave poética, casi un romancero épico y fantástico, y la otra en clave de ciencia ficción. Es un intento de mostrar ambos lados de una misma historia. Veremos cómo sale el experimento.