lunes, 9 de julio de 2018

Mariana Sández: “Me gusta lo que sucede muy adentro de la psiquis y el modo en que luego se traduce en gestos y actos”





La escritora Mariana Sández habló con Entre Vidas acerca de su libro Algunas familias normales publicado a través de la editorial Zona Borde y señaló que su escritura se nutre de la intimidad. Además, es gestora cultural y programa cursos, talleres, charlas y encuentros de literatura en distintas instituciones desde hace tiempo, actualmente lo hace en Amigos del Bellas Artes.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Escribo a la mañana, poco después de levantarme, cuando quedo sola en casa. El silencio es lo único que me resulta esencial.

¿Con qué frecuencia escribís?
Todas o casi todas las mañanas en la semana y, si puedo, a veces los fines de semana.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro Algunas familias normales?
Son cuentos que surgieron por separado en una misma época. Vi que el rasgo central del libro podía ser la variedad de puntos de vista, de temáticas, de óptica que iba cambiando de hombres, a mujeres, viejos, adolescentes. Si bien hay una especie de hilo conductor en cuanto al tema de la familia o las relaciones, todas las veces está enfocado desde alguien distinto y los tipos de relación varían de cuento en cuento. Los editores le dieron importancia a eso y dejamos afuera algunos otros textos que quizás ya repetían alguna de esas cuestiones.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
El último cuento se titula así, pero no lo elegí por eso sino porque definía el libro como conjunto. Las historias no se refieren a la familia convencional, sino a muchas formas de relaciones que la gente va a armando espontáneamente. Por ejemplo, los líos, cruces, complots, afinidades, competencias y los “preferiría no hacerlo”, batallas de convivencia que pueden surgir en un consorcio o en un grupo de trabajo, eso es una forma de familia; o un periodista con una actriz a la que admira y logra entrevistar, él es joven y homosexual, ella es vieja y ex estrella; un escritor con un linyera que se identifican; un secuestrador y su secuestrada; una familia ensamblada y un matrimonio de enanos; un artista con un entorno que le exige resultados. Hay como un laboratorio de combinaciones en el libro.
Por otro lado, la palabra “normales” (y todos sus sentidos derivados) me resulta muy curiosa por la forma en que la usamos a cada rato como parámetro de todo lo que hacemos y somos, sin darnos cuenta de lo que significa, lo que contiene y lo que arrastra. Cuando definimos algo como “normal”, excluimos lo que es supuestamente distinto a eso que no sabemos quién creó ni cómo se incorporó a nuestros usos y costumbres, pero que todos asumimos como vara de algo. Digamos, la flacura como modelo de belleza o la familia tipo como modelo de fórmula social ideal, o la fama como un valor extremo, por mencionar casos obvios, pero hay muchos otros menos evidentes. En este libro pasan todas cosas que se escapan de ahí para demostrar que lo normal no existe ni es posible, es una entelequia, una palabra vacía pero súper tentadora. Sin embargo, no fue algo que me propuse, salió así, me di cuenta después, y en función de eso elegí el título.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
De la intimidad. Me gusta lo que sucede muy adentro de la psiquis y el modo en que luego se traduce en gestos y actos, esa especie de líquido amniótico viscoso que es nuestra conciencia; también la nimiedad de nuestras conductas, así como cuánto hay de cómico, innecesario o absurdo en ellas. Aunque a veces lo que escribo o leo sea oscuro, necesito que haya una mirada irónica en la construcción de la historia y cuanto más fuerte es, más cómoda me siento; el dramatismo o la oscuridad a secas me aburren y los autores que me atraen son los que se permiten jugar con el humor, el cinismo, la burla, la autoparodia. Una amiga escritora me dijo que en mi forma de escribir se asomaba algo de Roald Dahl, a quien yo hasta entonces no había leído, pero lo leí y entendí: creo que es una tendencia a no dejar que lo real sea completamente “terrenal” o “normal” (por volver a ese concepto), como en los sueños, o como si algo que viene volando no termina de aterrizar en el suelo, lo roza pero no se apoya, el contacto es sutil. El humor es así, no te deja creer nada de una forma definitiva. Y la psiquis funciona apenas despegada de la realidad tal como en teoría es. Eso genera tantos puntos de vista como personas existen y cuantos estados de ánimo tiene cada persona en cada circunstancia. Es decir, infinitos, me interesa ver qué pasa cuando se cruzan. El laboratorio relacional.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Creo que mi cuento preferido es “Diario de un animal”, el primero, porque lo escribí de un verdadero tirón y nunca se dejó corregir, se empecinaba por quedar así, aunque no fuera lógico ni perfecto; me convenció su terquedad. También me gusta “Lisandro (sus producciones)”, me divierte lo absurdo que le pasa y su fanatismo necio por la literatura.
Uno de los que elige la gente es el primero, pero sobre todo me han señalado muchas veces “Para que no sobre tanto cielo”, sobre una familia ensamblada mostrada desde los distintos puntos de vista de sus integrantes, donde cada personaje dialoga consigo mismo. Y el de “Las hermanas Requena”, la historia de dos gemelas viejitas. Alguien me dijo que era una especie de Wakefield femenino y me encantó porque Wakefield, y ese relato de Hawthorne por ejemplo, es el tipo de historias que podría leer millones de veces.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Zona Borde?
Conocía a la editora Laura Massolo de antes y ella conocía mis cuentos. Le envié el volumen completo. Ella lo vio con su coeditor, Juan José Burzi, y lo aceptaron.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Soy gestora cultural, programo cursos, talleres, charlas, encuentros de literatura en distintas instituciones desde hace tiempo, ahora en Amigos del Bellas Artes. Lo disfruto, me encanta hablar con los profesores o escritores sobre los temas que van a dictar, pensarlos, armarlos, podría pasarme la vida charlando solo de libros. Es un excelente complemento para las largas horas de soledad en que estoy leyendo o escribiendo. También escribo críticas de libros para medios.

¿Qué libros recomendarías?
Puede ser Crítica y ficción o El último lector, de Piglia. Soy muy fanática de los autores que escriben sobre escribir o tienen personajes escritores, por eso y por el humor me gusta tanto Vila-Matas. También adoro Bartleby de Melville o París era una fiesta, de Hemingway y si bien no tiene que ver con ese tema, una de mis obras preferidas es El viejo y el mar, me parece una metáfora inmensa de la vida, la vejez y la soledad, como quizás no haya otra. Ya le pedí a mi familia que, cuando me muera, mi velorio consista en dejarme escuchar el audiolibro de esa novela (en lo posible leída por Donald Sutherland) como despedida.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Escribo y leo mucho cada día, veremos si de ahí sale algo más.



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