miércoles, 29 de agosto de 2018

Edgardo Scott: “Mi objetivo mayor es estar cada vez más cerca de la poesía”





El escritor Edgardo Scott habló con Entre Vidas acerca de su novela Luto, publicada por Emecé y contó que le puso ese nombre porque ahí está el objeto de la novela y porque siempre trata de que en el título esté la marca de lectura que propone el autor. Además, adelantó que está corrigiendo un libro de relatos autobiográficos que quizá sea lo próximo que publique en términos de ficción.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Ninguno. Ningún ritual, ninguna superstición.

¿Con qué frecuencia escribís?
No lo sé. De algún modo, siempre; o todos los días, sería la respuesta más fiel. Aunque siempre sienta que demoro, postergo o desoigo un poco la escritura; no escribo lo primero que me viene a la cabeza, cualquier ocurrencia (tan propia de la manufactura del arte contemporáneo), no tengo urgencia por escribir ni tampoco tengo a la escritura entre mis “hábitos”. Pero en un momento dado irrumpe, empuja, se hace lugar, me hace a un lado y dice lo suyo, y yo siempre me siento un poco un médium. O siento un poco lo que dice tan bien Felisberto en su decálogo.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela Luto?
No fue una imagen, fue una reacción, un desahogo. El desahogo de encontrarme -de recuperar, de recordar- con una forma y un relato directos, cuando estaba metido en dos libros -sigo metido en esos libros- grandes, nada directos, que llevan mucho trabajo.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Porque ahí está el objeto de la novela y porque siempre trato de que en el título esté la marca de lectura que propone el autor.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con Emecé?
Se lo envié a Mercedes Güiraldes, y también a Paola Lucantis, sin darme cuenta. Y en un momento coincidieron lecturas en Planeta y se decidió que saliera por Emecé.

Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
En principio se va a encontrar con Chiche, con un personaje particular; también se va a encontrar con un narrador vecino o una especie de cámara narrativa con un zoom también particular, y con una época y un paisaje -los años ´90 en los suburbios de Buenos Aires- que yo ya había elaborado, aunque de otra manera, en El exceso.

¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Hubo a grandes rasgos de dos niveles de lectura, que por supuesto también se cruzan; por un lado están los lectores de la fábula, del relato, los lectores que se identifican con el paisaje o los personajes. Y por otro, están también los lectores de la forma, los lectores a los que les gustó mucho el montaje de la novela. Francisco Bitar, Paula Pérez Alonso o María Sonia Cristoff, por ejemplo, la leyeron en esa clave. Martín Kohan, por el otro, me decía eso que en verdad compartimos, esa cosa del personaje gris, mezcla de pobre tipo y canalla o miserable.

¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente? 
Los temas surgen en tantos motivos de escritura. Siempre habría que pensar y leer los temas, los contenidos en literatura de una manera menos identificable, menos informativa o periodística; esa zona tan del orden de la “opinión pública” -la opinión no piensa, decía Bachelard- que es un poco a lo que estamos acostumbrados por tanto mass media, por ese fuego a discreción de los contenidos estrafalarios y demagógicos de todos los días en las principales redes sociales. Me parece que hay que pensar los contenidos en literatura como formas, como motivos textiles -texto viene de textil: arabescos, círculos, polígonos, garabatos, tramados- que queremos tejer o pintar. O escalas, arpegios, acentos, tonos. Además porque eso no significa que el pensamiento de esa manera no sea interpelado. Pero el discurso estético, el arte, no puede reducirse a un temario sociológico o a una agenda ideológica de marketing.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Te diría que soy un poco refractario a los dos sustantivos y al adjetivo de la pregunta: objetivos, ambiente y literario. O al menos, al imaginario común de esa idea, yo digo, un poco snob y gremial. Como si “el ambiente literario” fuera un lugar bien definido. Y la verdad que si lo es, es sólo por la cristalización de ciertas representaciones de poder. Como en cualquier gremio o en cualquier snobismo, justamente. Pero como no me gusta impugnar, reformular ni no responder a las preguntas, te diría que mi objetivo mayor es estar cada vez más cerca de la poesía, en cualquier plano, y después, que en mi caso, algo de esa poética, tiene que ver con ir descifrando y construyendo a la vez un proyecto artístico sobre todo en prosa; una obra que se despliegue de diversas formas y siempre un poco imprevisible para mí mismo.

¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Me está gustando mucho Autorretrato en el estudio, de Giorgio Agamben.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy corrigiendo un libro de relatos autobiográficos que quizá sea lo próximo que publique en términos de ficción y estoy empezando a trabajar en la traducción de un libro de Michel Onfray, una biografía de Henry David Thoreau.




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