La escritora Tatiana Goransky publicó la novela Don del Agua con la Editorial Evaristo y habló con Entre Vidas de esta reedición de su libro que empezó a gestarse cuando el Damián Blas Vives se lo propuso unos meses antes de la última feria del libro.
¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Don del Agua?
No fue una imagen, fue una historia. Mi padre me contó que acababa de conocer a un rabdomante español que podía encontrar agua desde helicópteros. Quedé tomada por la narración y el personaje. Al principio quise conocerlo, pero no hubo manera. Él ya no estaba en Buenos Aires y no logramos rastrearlo telefónicamente. Esa ausencia y todas esas preguntas quedaron flotando ahí, en una viñeta imaginaria. Y la duda que aparecía una y otra vez: ¿Qué tipo de personas serán los rabdomantes? ¿Qué harán con todo ese poder? ¿En el futuro serán parte de una elite que gobernará al mundo? ¿Todos los rabdomantes tienen hijos o hijas rabdomantes? Y ahí ya no pude detener la historia.
¿Tuviste algunas referencias literarias como pueden ser los casos de El viejo y el mar o Moby Dick para escribir la historia?
Siempre quise mucho a Melville pero creo que pensé más en Con la soga al cuello de Joseph Conrad y no tanto en Moby Dick. En Conrad está muy presente el conflicto del individuo frente al bien y el mal. A mí me gustó la idea de trabajar eso desde otra perspectiva, una perspectiva más parecida a la que toma, tal vez, John Irving en El Mundo según Garp. Ahí, los personajes atraviesan situaciones difíciles pero su manera de reaccionar no es la más usual. Hay una profundidad psicológica que los aleja de ciertos lugares comunes y así la experiencia es más personal y la trama que se va tejiendo esconde una subtrama. Muchas veces pienso que los personajes son la historia. Este es uno de esos casos.
De cualquier manera, fuera de las referencias literarias, también tuve muchas referencias cinematográficas: Le Grand Bleu de Luc Besson, The Life Aquatic de Wes Anderson, The Abyss de James Cameron, Le Monde du silence de Jacques- Yves Cousteau y Louis Malle y todos los documentales de Cousteau que pude conseguir.
¿Cómo surgió la idea de incorporar un cuaderno de bitácora a la novela?
Fue casi el punto de arranque. Primero vino el prólogo con la historia del padre rabdomante y después la construcción completa del cuaderno de bitácora. La voz del Capitán era esencial para crear el clima de misterio y aventura que necesitaba la novela.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la Editorial Evaristo?
Me contactaron unos meses antes de la Feria del Libro de Buenos Aires para preguntarme si quería reeditar Don del Agua con ellos. Pero, en rigor de verdad, Damián Blas Vives me venía diciendo que quería publicar Don del Agua desde que la leyó en el 2014. En ese momento no tenía una editorial pero ya estaba interesado en el libro.
¿Qué repercusiones tuviste de los lectores de la novela?
Eso siempre es difícil de contestar, pero supongo que lo que me hizo más feliz fue enterarme de que la leyeron como a una verdadera novela de aventuras. Extraño mucho las novelas de aventuras. Creo que es un género abandonado y que sería muy interesante ver qué se puede producir desde el aquí y ahora.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
Con el tiempo fui descubriendo que un tema recurrente es la búsqueda de la perfección, casi como karma. Pero también está la exploración del amor, el desencuentro, los lazos biológicos o el tema de lo hereditario, la necesidad de conexión con el otro ya sea a través del éxito o del fracaso, el poder de la imaginación para sortear situaciones traumáticas. En fin, así como me cuesta ceñirme a un género, me cuesta pensar en los temas. Creo que van mutando. Aunque estoy segura de que algunos me acompañarán siempre.
¿De qué tema que todavía no hayas escrito te gustaría hacerlo próximamente?
Algunos dicen que primero vino el verbo, para mí: el personaje. Nunca arranco por un tema, no me funciona como disparador.
¿Qué libros o autores recomendarías?
Me gusta más recomendar libros.
Ahí van algunos caballitos de batalla que han superado las pruebas del tiempo y algunos recién leídos: El nadador en el mar secreto de William Kotzwinkle, Las Replicantes de Cristina Peri Rossi, Río Negro de Mariano Quirós, Rosencrantz y Guildenstern are dead de Tom Stoppard, Intimidad de Hanif Kureishi, El Petiso Orejudo de María Moreno, Movimiento Único de Diego Gándara, Como si existiese el perdón de Marina Travacio, Desgracia de J. M. Coetzee, Los restos mortales de Hugo Salas, Esos de ahí afuera de Franco Chiaravalloti, Orgía de Pier Paolo Pasolini, Resonancia siniestra de David Toop, La guerra de los gimnasios de César Aira, El jardín de cemento de Ian McEwan, Hablando del asunto de Julian Barnes, Con el sol en la boca de Matías Néspolo, Una vida más verdadera de Inés Garland, Los bosques de Upsala de Álvaro Colomer, Sierra Grande de César Sodero, No es amor de Patricia Kolesnicov, Silencio Pentacker de Martín Lombardo, El Campo de Griselda Gambaro, Frankenstein de Mary Shelley, The Waste Land de T.S. Eliot, Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, Periodismo de Sonia Budassi, Los Rieles de Aurora Venturini, La casa de Bernarda Alba y Yerma de García Lorca, Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, El Silenciero de Antonio Di Benedetto, Más que humano de Theodore Sturgeon, Tres Hermanas de Antón Chéjov, Según venga el juego de Joan Didion, Cosa de negros de Washington Cucurto, El peor de los guerreros de Rodrigo Díaz Cortez, La escucha oblicua una invitación a John Cage de Carmen Pardo, Boquitas pintadas de Manuel Puig, No aceptes caramelos de extraños de Andrea Jeftanovic, Dos veces junio de Martín Kohan y siempre Hamlet y Macbeth de Shakespeare. Ahora estoy leyendo al mismo tiempo Otro caso de inseguridad de inseguridad de Patricia González López y Acá el tiempo es otra cosa de Tomás Downey.
Seguiría, claro.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Seguir escribiendo. No quedarme estancada en un solo texto. Si no encuentro como resolverlo hoy, lo lograré mañana. La vida es larga (en el mejor de los casos) y nada termina o empieza con un solo libro. Al menos nada de lo que a mí realmente me importa. Reivindicar la imaginación como lugar de poder. Poder hacer; poder escribir; poder perder el control sin consecuencias; poder ver más allá de uno mismo; poder salirse de la cotidianidad; poder ejercer un control absoluto, dentro de un lugar de contención; poder recuperar un espacio de juego; poder disfrutar de lo que se teje. Y, algún día, poder vivir de lo que se hace.
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