La escritora Virginia Cosin en diálogo con Entre Vidas habló de su novela Partida de nacimiento y adelantó que está corrigiendo otra que posiblemente también sea publicada por la editorial Entropía.
PH Adolfo Rozenfeld
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales. Escribo cuando puedo, a veces sin saber que escribo. Es decir: anoto cositas en libretas, en el block de la cocina mientras revuelvo una salsa, en el celular, si estoy caminando por la calle y me asalta una imagen. Trato de ser metódica pero no me sale. Después si, frente la computadora y cuando tengo espacios de tiempo libre y soledad más o menos prolongado -porque necesito una medida más o menos extensa de tiempo para esto- me pongo a “montar”, a editar esos fragmentos que acumulé. Esto es lo que e constituye, para mí, el instante verdadero de escritura.
¿Con qué frecuencia escribís?
Soy muy irregular. Depende a qué llames escribir. Llevo algo así como un diario, acumulo cuadernos en los que anoto cosas, pero no sé si eso es escribir. Son pre-textos. Algo anterior a esta instancia de la que te hablaba. Escribo como armando rompecabezas, pero muchas veces las piezas no encajan, de modo que tengo todo un acopio de retazos, como de saldo, con los que, pienso, algún día armaré algo. Hace años que tramo una novela que creo que estoy terminando de escribir y es esa instancia casi final la que me apremia a buscar los ratitos disponibles para encontrarle, por fin, la vuelta. En éste último tiempo, son los fines de semana. Necesito al menos dos días sin obligaciones de ningún tipo y sin compromisos sociales para concentrarme.
¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
No estoy demasiado segura de amar la literatura. Te diría más bien que mi relación es de amor-odio. Mi madre también es escritora. Viví rodeada de bibliotecas y de libros. Leer y escribir era una especie de mandato y yo, que soy supuestamente la hija descarriada de la familia, cumplí. En realidad los dos hijos descarriados de mi familia -que es una familia ensamblada y enquilombada, como toda familia, pero incluso más- escribimos y somos, a la vez, “los inútiles”. Se puede amar la literatura si no te importa demasiado. De lo contrario, es un amor no correspondido, y se vuelve un poco tortuoso. Es mi caso. Yo la quiero, pero no sé si ella me quiere. No me basta con leer: tambien quiero escribir. Entonces me peleo cada tanto, pero como es casi lo único que tengo, le soy fiel.
¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia de tu novela Partida de nacimiento?
No hubo una sola imagen disparadora. Partida de nacimiento se escribió sola, por necesidad. Y cada fragmento es producto de una imagen.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Entropía?
Para mí fue algo medio mágico. Como todo lo que me pasa, en general. Cuando conocí a sus editores habían publicado sólo cinco o seis libros, pero ya era mi editorial favorita. En esa época yo estaba haciendo la carrera de dramatutgia en la EMAD y ahí conocí a Romina Paula, que acababa de publicar su primer libro con ellos y me los presentó. Con mucho pudor les llevé un borrador de lo que luego sería la novela y para mi enorme sorpresa, me dijeron que sí, que la editaban.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
Soy muy lenta para escribir y entre escritura y escritura mi vida y mis experiencias varían mucho así que, del mismo modo, mis temas, creo, también cambian. Para decirlo del modo más honesto posible, creo que siempre me interesa hablar de mí.
¿De qué tema que todavía no hayas escrito te gustaría hacerlo próximamente?
No sé si es un tema. Tengo un proyecto que por ahora es sólo un boceto en mi cabeza y tiene que ver con la traición.
¿Qué podés contar de las antologías de las que formaste parte?
Son muy eclécticas. No participé de muchas antologías, creo que me quedé afuera de esa moda. Publiqué un cuento muy poco erótico en una antología de Planeta de cuentos eróticos y otros cuentos en dos antologías que editaba un laboratorio médico. Eran historias reales que tenía que convertir en ficción y fue muy motivador, porque las historias tenían poco y nada que ver conmigo. Tuve que investigar y documentarme para escribir. Y me pagaban.
¿Qué libros o autores recomendarías?
Lo que le digo en general a los que participan de los talleres que coordino es que miren más allá de la mesa de novedades. Me parece que está bueno estar al tanto de lo que se publica, de lo que se escribe hoy, acá. Pero la novedad no me fascina. Amo a Flaubert, a Shakesperare, a Virginia Woolf y a Henry James y soy una lectora empedernida de Diarios de escritores, mis favoritos son los de Katherine Mansfield, Franz Kafka, John Cheever y Julio Ramón Ribeyro. Uno de mis libros favoritos es el que reúne las cartas de Flaubert a Colet y soy fan de Lorrie Moore, de Lydia Davis, de Sharon Olds, de Sarah Majka y de Rivka Galchen. Y de lo más reciente, recomiendo especialmente El nervio óptico, de María Gainza.
¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy terminando de corregir una novela que, con suerte, va a publicar Entropía. Y luego tengo varios proyectos en carpeta, que son sólo eso por ahora: proyectos. Además edito junto a un grupo de amigos y amigas que asisten o asistieron a los talleres que coordino la revista Atletas, en donde publicamos textos de autores nuevos, o poco difundidos.
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