La escritora Silvia Renée Arias habló con Entre Vidas de su novela El íntimo traidor publicada por Letras del Sur Editora y contó que la imagen disparadora que dio inicio a la historia fue la de un hombre en una bicicleta que andaba por las calles del balneario Claromecó y su madre pidiéndole a ella que no se acercara a él. Además, la autora adelantó que está corrigiendo la novela Ninguna mujer decente que es la primera parte de una futura trilogía.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
En casa, necesito que todo esté en orden a mi alrededor, o por lo menos todo lo posible. Y servirme un café. Pero puedo escribir en casi cualquier ámbito, de manera que todo lo que necesito es algo que decir y tiempo por delante, aunque sea una hora.
¿Con qué frecuencia escribís?
Todos los días. El espectro de la escritura es amplio (reseñas literarias, notas periodísticas, correcciones de textos), y por supuesto mis libros. Llevo mi diario religiosamente desde los 15 años, y desde siempre no dejo de escribir aunque sea media hora por día en la novela de turno. No me recuerdo sin escribir, desde los trece años. A veces me dedico a la corrección; otras, a elaborar un par de frases; si no lo hago, siento un vacío, tengo la sensación de que no he aprovechado el día. Por supuesto, cuando tengo más tiempo escribo hasta seis horas seguidas, o durante una larga jornada interrumpida sólo por las comidas y alguna lectura. La verdad es que, como decía Borges, un escritor escribe siempre, incluso cuando no lo hace en papel o en computadora.
¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela El íntimo traidor?
Un hombre en una bicicleta en las calles del balneario Claromecó, cuando yo era adolescente. Mi madre lo veía pasar y me decía que no me acercara a él. Nunca me explicó por qué, y eso fue motivo suficiente para que me dijera, ya entonces, acaso no conscientemente, que algún día iba a escribir una historia que lo tuviera como protagonista. Y me alegra no haberle preguntado nunca a mi madre el por qué de su rechazo hacia ese hombre, porque me permitió jugar con la imaginación.
¿Cuál fue el proceso previo de investigación que realizaste para escribir el libro?
La historia de Lario y Ramón, los protagonistas de “El íntimo traidor”, se desarrollan en Villamarina, mi Claromecó de ficción, escenario de casi todos mis relatos, de modo que investigué acerca de cómo era entonces el lugar en el tiempo en que suceden los hechos; cómo fue creciendo, cómo se veía entonces. Acudí a libros de historia de la región escritos por quien fuera una de mis profesoras, la historiadora Stella Maris Gil de Giménez, y puesto que Ramón es pescador, entrevisté a Enrique Mulder, un personaje local que todo lo sabe sobre el oficio. Ambos fueron de gran ayuda, así como los archivos del diario La Voz del Pueblo de Tres Arroyos. La investigación es una de las tareas que me procuran mayor placer, tal vez debido a mi formación profesional como periodista.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con Letras del Sur Editora?
Cosas del destino. Hace un par de años fui por día –el único y el último, porque al día siguiente me iba de viaje- a la Feria del Libro. Coincidió esa tarde, sin que yo lo supiera, con la firma de libros por parte de Gonzalo Garcés en el stand de Letras del Sur Editora. Hacía un tiempo que no lo veía a Gonzalo, de quien soy amiga desde hace más de veinte años, y me acerqué para saludarlo. Allí estaba, por supuesto, Nora Galia. Nos pusimos a conversar, nos caímos muy bien, ella conocía mi último libro, “Bioygrafía. Vida y obra de Adolfo Bioy Casares”, que yo venía de publicar en Tusquets, y cuando estaba a punto de irme, me preguntó si tenía alguna novela mía que pudiera leer. Le dije que sí. Un par de meses más tarde se la envié, y el feliz resultado fue la publicación de “El íntimo traidor”.
¿Qué diferencias notás en vos como escritora entre la que escribió Criado en Nueva York y la que publicó El íntimo traidor?
Aquella primera novela, impublicable, de más de seiscientas páginas, la escribí a mis quince años. Conservo una copia. Tiene una frescura y algunos hallazgos que todavía hoy me sorprenden, pero por supuesto no conocía ni la técnica ni los trucos de la literatura (y acaso hoy todavía tampoco; uno va aprendiendo siempre, con la lectura). Digamos que es un precioso borrador, un espléndido fracaso.
¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
Hasta ahora, he escrito siempre sobre lo que he querido, aunque algunas historias no se hayan publicado todavía. Pero creo, de todas maneras, que me gustaría escribir con una suerte de honestidad brutal. Lo hago, pero en mis diarios. Historias impublicables. Por otro lado, suele decirse que un escritor escribe siempre sobre un mismo tema, que lo obsesiona. En mi caso he advertido, no sin perplejidad, que la novela que vengo de terminar, “Ninguna mujer decente”, aborda también, como en “El íntimo traidor”, el tema de la culpa y los caprichos del destino. Como dijo el escritor Luis Mey en la presentación de mi novela, “el destino puede ser despiadado en tus mínimas distracciones”. Me interesa abordar ese asunto y profundizar en el sentimiento de culpabilidad que nos condiciona algunas conductas, sobre todo cuando responde a una idea falsa que nos hacemos sobre hechos del pasado.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
¡Que me lea Beatriz Sarlo e integrar el canon! Jajajaja. No, en serio, no me planteo objetivos. Me gustaría seguir publicando novelas y que sean leídas por la mayor cantidad posible de lectores. Aspiro a que sean merecedoras de reseñas y críticas. Las biografías y los cuentos me apasionan también, pero el hecho de convivir durante tanto tiempo con personajes que de pronto te sorprenden y hacen la suya y te cuentan una historia mejor de la que vos había imaginado en un principio, hacen para mí, de la novela, un género fascinante. De todos modos, el único objetivo de mi vida, hoy por hoy, es seguir escribiendo, más allá del ambiente literario, más allá de todo.
¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
“Deslinde”, de Devret Viana; la biografía de Salinger, de David Shields y Shane Salerno; “La separación”, de Silvia Arazi; “Libertad bajo palabras”, de Verónica Boix; “Que todo se detenga”, de Gonzalo Unamuno; “Cómo ser malos”, de Gonzalo Garcés; “La pregunta de mi madre” y “Los pájaros de la tristeza”, de Luis Mey; “Mañana sólo habrá pasado”, de Sebastián Basualdo; “Tierra ganada al río”, de Fernando Bogado; “Una noche de invierno”, de Laura Kasischke, “La visitante”, de Claudia Solans, y “La débil mental”, de Ariana Harwicz.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy terminando (o eso creo) de corregir “Ninguna mujer decente”, novela que cuenta la historia de unos ex compañeros de un taller literario que viajan a Villamarina para rendir homenaje al maestro, que ha muerto hace un par de meses, y continúo con la parte final de “Los días inmóviles”. Esta última novela es la primera parte de un proyecto que por ahora incluye, por lo menos, tres libros más, y que está basada en mis diarios. Es, entre otras cosas, la historia de una adolescente que crece y termina sus estudios secundarios durante la dictadura militar. Yo misma me he quedado un tanto sorprendida al releer mis propios diarios de esa época, y me entusiasma su escritura porque es aquella adolescente reprimida y llena de miedos, pero también con la firme decisión de abandonar el pueblo y buscar su propio destino, la que le cuenta su historia a esta mujer adulta que soy ahora.
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