lunes, 26 de agosto de 2019

Luciana Strauss: “Empecé con unas notas desordenadas de escenas estatales”




PH Mai Albamonte



La escritora Luciana Strauss habló con Entre Vidas acerca de su novela El ente publicada por Alto Pogo y contó que algún día le gustaría escribir algo que tenga que ver con la cárcel.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales. Puedo escribir en distintos lugares, momentos del día, y en diversas situaciones. Cuanto tengo necesidad de escribir no importa dónde ni cómo.

¿Con qué frecuencia escribís?
Tampoco escribo con una frecuencia específica, cuando estoy en algún proyecto como una novela y veo que estoy encaminada tengo la necesidad de conectarme todos los días con el material. Por más que sea tan solo leer y corregir poco o casi nada. Cuando estoy en una búsqueda, abriendo varios textos distintos, todavía testeando que puede funcionar y qué no puede ser más intermitente.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
El amor por la literatura lo encontré yo. Y lo encontré de grande a partir de una experiencia que quise contar. Fue también una búsqueda creativa, un intento de salir de una escritura académica a la cual estaba acostumbrada y no me permitía usar ciertos recursos, como por ejemplo el humor. A partir de ahí fue al taller de Marcelo Guerrieri. Él y mis compañeros de taller fueron en parte responsables que ese amor no fuera pasajero, y que pudiera encontrar amigues con quien compartirlo.

¿Por qué decidiste que tu novela se llamara El ente?
Se llama el El ente por dos motivos: porque la novela es sobre un ente público (por ejemplo como los entes reguladores), y por otro lado, porque El ente, tiene algo de fantasmal, una energía muy presente en la novela, sobre todo cuando vira hacia el fantástico.

¿Cuál fue la imagen disparadora que da inicio a la historia?
No hubo una imagen disparadora, sino más bien escenas estatales compuestas de diálogos, algunas acciones y objetos de oficina.

¿Cómo fue el proceso de escritura?
Empecé con unas notas desordenadas de escenas estatales. Primero trabajé algunas de estas escenas y las convertí en capítulos. Al comienzo los capítulos cerraban en sí mismos, como  cuentos. Después, me dediqué a trabajar en profundidad los personajes y sus conflictos. A partir de ahí pude construir la trama, que me permitió hilar todos los capítulos y definir un orden.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Alto Pogo
Marcos Almada, uno de los editores, estaba interesado. Había leído en un ciclo y creo que ahí me escuchó, además que teníamos gente en común del ambiente literario.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Son los temas de mi vida cotidiana, pueden ser diversos. El trabajo, la isla del delta. Me cuesta escribir sobre lo que no conozco, por eso nunca “elijo un tema”, se me presenta a partir de vivencias. De todas formas, creo que siempre detrás de lo escribo hay alguna problemática social.

¿De qué temas todavía no escribiste pero te gustaría hacerlo en un futuro?
Algo relacionado con la cárcel. Empecé con algunas líneas, pero no terminó de despegar.

¿Qué libros o autores recomendarías? 
El ruido y la furia, de William Faulkner.
Los pichiciegos y los Cuentos Completos, de Rodolfo Fogwill
La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara
Distancia de rescate, de Samantha Schweblin
Rabia, de Sergio Bizzio
Plop, de Rafael Pinedo.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Seguir escribiendo y que también me lean personas que no pertenecen al ambiente literario.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy probando, experimentando, tengo varios comienzos de novelas que aun no terminan de arrancar.


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