miércoles, 19 de febrero de 2014

Marisa Potes: “A mí la coincidencia creativa a veces me da miedo”





La escritora marplatense Marisa Potes estuvo hablando con Entre vidas acerca de su comienzos como en la literatura, los libros publicados y los proyectos en los que está trabajando actualmente.



¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Mis padres. Ellos siempre fueron muy lectores. Cuando yo no sabía leer, me leían, me contaban cuentos, y hablaban de lo que ellos estaban leyendo o habían leído alguna vez. Después me compraban revistas (Larguirucho, Hijitus, Paturuzú, Patoruzito y Billiken). Plata no sobraba para nada, pero las revistitas y después los libros, no faltaban.


¿Cuál fue la primera lectura que te impactó?
Creo que la de las revistitas mencionadas. Yo leía y me metía completamente en el mundo de ficción. Podían hablarme, gritarme, ofrecerme manjares, que no registraba nada de lo que pasaba. Y recuerdo que un día, mientras estaba leyendo, me di cuenta de que sentía que veía todo eso como una película, o como si estuviera ahí; aunque estuviera en blanco y negro, yo lo "veía" en colores, sentía los olores, las onomatopeyas se convertían en ruidos, y las viñetas en imágenes en movimiento. No fue exactamente un texto, sino la maravilla de poder sentir tan vívidamente ese mundo de ficción.

¿Y lo primero que escribiste?
Cuando ni se me ocurría ser escritora, un cuentito que debe andar por ahí, con dibujito y todo; las redacciones escolares; alguna poesía para un concurso; un cuentito para una revista de la escuela (pero nada de esto con intención de considerarme escritora). Es difícil determinar qué fue lo primero que escribí. Sí te puedo decir claramente qué fue lo primero que dije "a ver si en el lector se produce el efecto que quise lograr", fue una novela romántica, digamos. Fue la primera cosa que di a leer como "escritora".

¿Se publicó esa novela?
No. ¿Me gustaría que se publique? Sí. Le estoy retocando el principio, porque no me convence. Pero esa novela, basada en apuntes que había hecho cuando lo de escribir era hobby puro, es la primera que decidí dar a leer colocándome en el rol de escritora (aún cuando me costaba pensarme a mí misma como tal).

¿Cómo surge la posibilidad de publicar tu primer libro?
A través del concurso de Literatura Infantil Julio C.Coba de Editorial Libresa (Ecuador). Es un concurso que premia con publicación y dinero al ganador, pero también considera a los finalistas y los recomendados por el jurado. Mi libro, Malacara, fue recomendado por el jurado, y decidieron publicarlo. Yo no comencé escribiendo infantil. Buscando concursos a donde mandar por mail, encontré este, y me gustó eso, de que además del ganador había posibilidades para otros. Entonces decidí escribir la novela para el concurso, basada en una lecturita que había escrito para mis alumnos.

¿Es un libro también para adultos?
Por las bases del concurso, está destinada a niños, pero me encontré con la sorpresa de que muchos adultos se identifican con el personaje. He recibido mensajes diciéndome "lloré un montón porque a mí me pasaba algo parecido".

Malacara cuenta la vida de Ramiro Malacara, que debido a su apellido recibe numerosas burlas de parte de la gente, ¿en qué te basaste para desarrollar la historia?
En la gente en general. Quería contar la historia de alguien condicionado por las cargadas de otro y en la resolución (no spoilearé) quise darle una vuelta de tuerca que no fuera, la solución Karate Kid (un poquito te spoileo). Elegí que lo cargaran por su apellido porque no quise meter en la historia nada que tuviera que ver con los estereotipos de aspecto físico, raza o condición social. Y que aquello que es tan importante para uno, el nombre, terminara siendo vivido por el personaje como una condena (así lo siente el personaje cuando lo cargan).

Después publicaste la novela El Campo Deportivo, ¿la idea era apuntar al ámbito educativo?
No. La escribí para un concurso, pero no llegué con los tiempos y no la mandé. Tenía ganas de escribir acerca de los grupos antagónicos que se creen completamente distintos, pero terminan siendo más iguales de lo que creen.

En éste caso los grupos antagónicos que se creen muy diferentes son la Escuela de Ciencias y la Escuela Técnica…
Los primeros apuntes trataban de dos grupos de diferentes clases sociales, separados por una calle, y el punto de reunión era una plaza. Pero se me complicaba la trama porque cuando empecé a escribir la historia se alejaba de lo que yo quería contar. Entonces resolví trabajar con dos grupos antagónicos, pero socialmente iguales. Tal como dijiste, los alumnos de la escuela Técnica y de la de Ciencias. Elegí ese ámbito porque muchas de las enemistades se desarrollan a partir y en la escuela. Acá, tanto como en Buenos Aires, son conocidas los antagonismos entre tal o cual escuela, generación tras generación y me pareció interesante desarrollar el tema en ese contexto. De la misma manera que en Malacara, busqué que el desarrollo fuera diferente al de la mayoría de las historias que había visto o leído: los dos grupos tienen la misma participación; no hay unos buenos y otros malos, digamos. Se llama El Campo Deportivo porque estos grupos se ven obligados a compartir ese campo.

¿Tuviste que realizar alguna investigación previa?
La parte social, la de las enemistades, no, porque es algo que conozco, pero sí para el aspecto deportivo. La historia se centra fundamentalmente en torneos de atletismo. Los protagonistas corren carreras de cien metros, y también hay postas, garrocha y otras disciplinas. Hablé con atletas, profes de educación física, miré cientos de videos, leí reglamentos. Hay una parte en donde se habla del uso de estimulantes, así que también me asesoré con gente que sabe de eso.

Luego publicaste el libro El Efecto Elefante, ¿cuál fue la imagen disparadora?
Mis libros escritos hasta ese momento (no había escrito ni Malacara ni El Campo Deportivo) eran libros para adultos, digamos, y largos: 300 páginas como promedio. Había terminado de escribir algo y me dije "podría escribir una novela corta, sencilla, rápida". Algo que podría parecerse a lo que le daban para leer a mis hijos en la escuela. Pensé qué tema podría interesarles a los adolescentes. “Viajes en el tiempo”, me dije. A mí me gusta (creo que a todos los escritores debe gustarles esto) buscarle la vuelta de tuerca diferente. Las historias de viajes en el tiempo han sido muy escritas, peeeeero... ¿viajes en el tiempo en la historia Argentina, en un contexto realista? Eso no lo había visto. Nada de Washington, Lincoln o Da Vinci, sino Belgrano, San Martín o Jorge Newbery... Me largué a escribir... y no tuvo nada de corta y mucho menos de sencilla. La historia, los personajes fueron creciendo y me llevaron a lo que terminó siendo El Efecto Elefante.

¿Por qué El Efecto Elefante?
Es una paráfrasis de El Efecto mariposa (no de la película, que la vi después, sino de la teoría del caos). El protagonista, al explicar en qué consiste este fenómeno, dice que un error en la historia argentina más que un aleteo de mariposa es una patada de elefante, por las graves consecuencias que origina. Me complació ver que mi historia (se agrandó Chacarita) que va por otros derroteros, tiene menos baches en cuanto al respeto por el universo creado, que la película. Fue un gran alivio ver que esa historia y la mía ¡no se parecen en nada! salvo en el viaje en el tiempo. Porque como dice Kike Ferrari, creo que es, el terror que da cuando pensás que esa historia que tiene tema parecido puede ser igual a la tuya! A mí la coincidencia creativa a veces me da miedo.

¿Con qué se va a encontrar la gente que lea el libro?
La respuesta la voy a dar a partir de lo que me dicen los lectores: que es una novela atrapante, al punto de que no han ido a comer o no durmieron para seguir leyendo; que es una historia que presenta giros inesperados, que sorprenden al lector; que los personajes les resultan muy atractivos, cada uno con su particularidad, y que por eso me exigen (en tono amenazante) que haya una segunda parte. Es una historia que tiene elementos de ciencia ficción, aventura y romance que no puede faltar.

¿Con qué obstáculos te encontraste al momento de escribir la historia?
Comencé pensando en una historia sencilla, pero la historia se fue complejizando en cuanto a la trama, a lo que les va pasando a los personajes. Escribí bastante de un tirón, y en un momento se me complicó. Había algunos aspectos que no sabía cómo resolver, entonces la dejé descansar unos meses. Un día, luego de terminar otra historia, decidí retomarla. La dificultad reside en respetar al pie de la letra el universo creado, y tener mucho cuidado con los viajes en el tiempo: toda situación de viaje en el tiempo contiene paradojas constantemente. Ese universo creado tenía que solucionar esas paradojas, y a medida que iba mejorando estos aspectos, la historia sufría modificaciones... o sea un efecto elefante dentro de El Efecto Elefante. Así que hubo momentos en que deseaba tener otro cerebro para poder agregarlo al mío y poder pensar en paralelo, de la misma manera que había dividido en paralelo la pantalla de mi computadora para trabajar con el texto y los apuntes a la vez. Pero fue tan placentero escribirla, y luego corregirla, y leerla y ver que había obtenido lo que quería, que la dificultad, finalmente, fue lo mejor de todo el trabajo.

Formas parte del staff del Festival Azabache de literatura que se desarrolla todos los años en Mar del Plata, ¿qué podés adelantar de la edición de este año?
Estamos en eso, trabajando. En el espacio dedicado a la literatura juvenil e infantil, vamos a aumentar la presencia de las actividades puramente literarias; en las ediciones anteriores en el stand en la Plaza del Agua había juegos didácticos, u obras de teatro; este año la idea es dictar talleres, armar mesas, debates, charlas, no solo para los chicos, sino también para docentes y lectores en general interesados en la literatura para jóvenes, con la participación de narradores, lectores muy avezados, y escritores. La idea fundamental en Azabache es reunir a los escritores con los lectores. Romper esa barrera. El escritor a veces está como panelista, y a veces como espectador. El lector tiene el contacto directo con los escritores; tiene al alcance de la mano el backstage, de alguna manera. En eso en general está basado el festival.

Por último, ¿en qué proyectos estás trabajando actualmente?
El proyecto es muchos proyectos: seguir escribiendo sin perder la pasión por la escritura, sin estar pendiente del lector hipotético (como diría el Tigre Oyola: "no lo pensés: hacelo"); difundir mis novelas ya publicadas para que mis personajes queridos lleguen a más lectores, y trabajar para que mis novelas no publicadas encuentren su lugar en las editoriales.

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