El escritor Sebastián Chilano, como sucede con cada una de sus publicaciones editoriales, estuvo hablando con Entre Vidas. En este caso, acerca de su nueva novela Tan lejos que es mentira y la experiencia de editarla bajo el sello marplatense Letra Sudaca.
¿Por qué tu nueva novela se llama Tan lejos que es mentira?
La novela pasó por distintos títulos hasta su forma definitiva. El original estaba llenos de “a” era “La casa de la gata en la ventana”, el alternativo era “En algún otro lugar” y con ese nombre concursó en el “Laura Palmer” y sacó una mención el año que ganó Mariano Quirós con su novela “Río negro”. Otro título que manejé hasta último momento fue “Scalextric de dioses gigantes” pero finalmente ganó Tan lejos que es mentira. Creo que es el título que más habla de toda la novela, los otros se detenían en alguna escena particular, el definitivo contiene la historia general.
¿Cómo fue qué decidiste que el médico de la novela se llamara Sebastián Chilano?
A último momento decidí cambiarle el nombre. El médico se llamaba Serna Visconti. Y ya en una de las últimas correcciones, antes de entrar a imprenta, se me cruzó la idea de llamarlo Chilano y decirle un par de cosas que siento sobre su persona y sus actitudes. La duda era saber si funcionaría o no.
¿Manejás la posibilidad de incorporarlo en una futura novela?
Por el bien del doctor Chilano, lo mejor es dejarlo en paz. O usarlo en alguna escena perdida y sin relevancia. No quisiera tener que escribir más sobre él, ni tener que analizarlo. Pero quién sabe, no puedo predecir sobre qué escribiré dentro de 5 años. Nadie puede.
¿Es una historia real?
La historia (breve resumen: en el primer capítulo a un hombre de 33 años le dicen que tiene una enfermedad terminal) no la viví. Pero puede ser real. Debe ser real, ahora, en alguna parte. No es la historia de ningún paciente que yo haya tenido, ni de ningún conocido. Cuando terminé de escribirla, a uno de mis mejores amigos le diagnosticaron una sobrevida de un año y así fue. Después de su muerte, enterré durante un tiempo esta historia porque la cercanía, si bien no hay nada de su personalidad ni de su vida en esta líneas, era demasiado dolorosa.
¿Por qué en la mayoría de tus libros aparecen la muerte y el amor como temas preponderantes?
Los temas universales no son tantos. Las variaciones son las que nos permiten escribir nuevas historias. El código genético, el ADN es una variante de cuatro combinaciones entre ácidos nucléicos (A-T-C-G) y eso basta para formar la complejidad de razas de humanos que estamos sobre la tierra. Podemos decir que los temas de la literatura y la vida, son cuatro (o cinco, o seis) y uno los puede combinar infinitamente. La impronta del autor da la autenticidad.
¿Cómo fue la experiencia de publicar bajo la editorial marplatense Letra Sudaca?
Una experiencia muy buena ya desde el proceso de corrección. Se metieron con ganas en la lectura y consensuamos algunos cambios, incluso votamos por el título final de la novela. El libro-objeto está a la altura de cualquier buen libro del resto de las editoriales del país. Ahora afinaron el tema de la distribución. Podría resumir la experiencia diciendo que espero volver a publicar pronto con ellos.
En los últimos tiempos fuiste elegido por varios escritores para que presentaras sus libros, ¿por qué pensás que sucede eso?
No lo sé. Sinceramente. Pero me encanta que eso suceda. Hay lecturas que uno se perdería si no fuera por las presentaciones y las ferias de libros. Cuando uno mira los suplementos de cultura, las mesas de novedades, es difícil encontrar –con honrosas excepciones– que los buenos escritores contemporáneos ocupen esos espacios.
¿En qué estás trabajando actualmente?
Terminé de escribir una novela cuyo título provisorio era Don y Maldición, pero lo cambié por sugerencia de un amigo. Está en la lista de espera de ser aprobado para su publicación por los editores de Letra Sudaca. Pensaba descansar después de poner el punto final y antes de la corrección, pero me embarqué sin pensarlo en la escritura a cuatro manos de otra novela junto a Tatiana Goransky.
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