domingo, 8 de octubre de 2017

Agustina María Bazterrica: “A mí me interesa interpelarme e interpelar al lector con mi obra”




La escritora Agustina María Bazterrica publicó el libro de cuentos Antes del encuentro feroz a través de Alción Editora y le señaló a Entre Vidas que con su escritura le interesa criticar mandatos retrógrados, normas opresivas, injusticias, fanatismos, acciones que lastimen a otro. Además, contó cómo nació el ciclo Siga al conejo blanco que creó junto a la también talentosa Pamela Terlizzi Prina.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Soy una persona nocturna y escribo por la tarde (que es cuando me activo) hasta que se me cierran los ojos. Mientras escribo escucho mantras hindúes, o música que repito una y otra vez. Necesito un sonido constante para concentrarme.
Escribo en la compu y cada tanto imprimo lo que escribo y lo corrijo en papel. Creo que la parte más importante del proceso creativo es la corrección, por eso puedo estar días, meses o años corrigiendo una obra.

¿Con qué frecuencia escribís?
Tengo etapas. Siempre fui muy inconstante, pero ahora estoy tratando de escribir todos los días. Hubo épocas en las que durante meses no escribí una palabra. Lo que sí hago todos los días, desde siempre, es leer. Creo que la lectura es el motor y el núcleo de la literatura porque escribir, sabemos, es una reescritura.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en tu libro “Antes del encuentro feroz”?
Este libro de cuentos pasó por muchas etapas. Tuvo distintos títulos y sufrió diversas mutaciones. Con el paso del tiempo fueron quedando los que considero mis cuentos más significativos. Cada uno de ellos interpela a distintas épocas de mi vida. Me dan una clave, un proceso, una obsesión.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
La principal característica de este libro de cuentos es su heterogeneidad. Hay cuentos tremendos, extremadamente violentos, otros llenos de ironía, otros podrían considerarse poesías en prosa, incluso, hay un microrrelato de una línea. Elegir un título siempre es difícil, pero en este caso me costó más porque tenía que ser un título que mostrara una línea de unión entre cuentos tan diferentes y, como dije, distintas épocas de mi vida. Hasta que me crucé con el poema “La verdad del bosque” de Pizarnik de donde surge la frase “Antes del encuentro feroz”. Me pareció un título potente, que invita a lector a acercase. A mí me interesa interpelarme e interpelar al lector con mi obra. Ninguno de los cuentos me resulta indiferente y querría que ninguno de los cuentos le resulten indiferentes al lector. Es mi deseo que se produzca algún tipo de encuentro. Creo que por mi tipo de literatura debajo de la risa, de la ironía como bien dice Andrés Neuman en la contratapa “hay una sonrisa que se congela”. Porque la esencia del relato, aquello que prima en estos cuentos, es la ferocidad.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Me interesa criticar mandatos retrógrados, normas opresivas, injusticias, fanatismos, acciones que lastimen a otro. Lo puedo hacer a través del humor como en mi novela “Matar a la niña” donde tengo una mirada crítica de la Iglesia Católica o lo puedo escribir como el golpe furioso y desolador que se percibe en los cuentos “Agua” y “Hueco” donde me refiero a situaciones de violencia de género.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Mi cuento preferido es “Lavavajillas”. Está escrito con un lenguaje completamente artificial, como si fuese un cuento traducido del inglés al español, con un español neutro. Fue un desafío escribirlo porque quería plasmar el artificio de ciertos mandatos como: “cásate y ten hijos, porque eres mujer”, por eso usé ese tipo de registro. Cada vez que lo leo me emociona la soledad de la protagonista, una mujer joven en los años 60 en New York, pero también me sigo riendo porque es un cuento lleno de ironías. Está pasando algo curioso: todos eligen cuentos diferentes. Pueden coincidir en alguno u otro, pero la realidad es que no pareciera existir un cuento preferido. El otro día un amigo me dijo que uno de sus favoritos era “Perfectos dragones” un cuento con una prosa poética bastante hermética. Y, sin embargo, me dijo que le había parecido “precioso”. Otro amigo me dijo que su cuento preferido era “Elena-Marie Sandoz”. Es un cuento agobiante, repetitivo hasta la locura (porque habla de eso, de alguien que se vuelve loco poco a poco). Pero él estaba fascinado. Esos dos cuentos, a priori, no los calificaría como populares. Por eso me alegra tanto que los elijan como favoritos.
Estoy muy alerta, sorprendida y feliz con lo que está generando este libro.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Alción Editora?
El proceso de encontrar una editorial siempre es complejo, largo y hasta tedioso. Pero como soy una persona consecuente hasta la obsesión, “cabezona” -diría mi padre-, me lo tomé como un trabajo. Una tarea con propósito. Con un tiempo incierto y casi ilimitado para su realización.
Una de las editoriales que me interesaba y aceptó el manuscrito fue Alción. Juan Carlos Maldonado (el editor), lo leyó y le gustó. Hablamos y me dijo que le interesaba publicarlo, pero con un formato especial y con ilustraciones. Fue una sugerencia muy afortunada. Es por eso que el libro tiene un formato peculiar que le agrega valor como objeto. Puedo decirlo porque es el resultado del talento de otras personas. Es bello. Es cuadrado y tiene las ilustraciones (creadas a partir de la lectura del libro) de la artista mexicana Erica Kuhn. Además de estar muy contenta con haber tenido la posibilidad de publicar con Alcion, el formato, dibujos, el diseño del libro me parece original. Te digo más, hace poco una chica de Rio Cuarto (Córdoba) se hizo un ¡tatoo con la imagen de la tapa del libro! Me mandó la foto. Puede parecer una locura. Pero, la imagen de la tapa es de una gran belleza. Trasmite algo inicialmente tranquilo y a medida que vas captando los detalles se descubre potente…y feroz.

¿Cómo surge la idea de crear el ciclo Siga al conejo blanco junto a Pamela Terlizzi Prina?
Con Pame nos hicimos amigas de manera instantánea. Somos muy diferentes y tenemos una conexión mental poderosa. Nos pasa muy seguido de estar pensando lo mismo al mismo tiempo.
Yo quería hacer algo juntas. Tenía algunas ideas. Pensaba. Pero la que lo verbalizó fue Pame. Estuvimos muchos meses planificando y pensando qué clase de ciclo queríamos. Tomamos en cuenta desde la importancia de un nombre que fuese pregnante, con significado, hasta encontrar un buen lugar para hacerlo. Inclusive que fuera un ciclo “deslocalizado” que se pudiera encontrar online. Así surgió la idea de filmar cada encuentro y colgarlo en la página web. Y creo que esa preparación previa, ese desarrollo conceptual y de propósito, se ve hoy en el ciclo. Se muestra en el cuidado que le damos a los detalles, a las personas que participan y a las que no pueden estar físicamente. Comenzamos con una perspectiva federal para que aquellos que no están en Buenos Aires pudieran participar. El registro fílmico amplió la mirada, liberó al ciclo de estar o no presente. Lo liberó del tiempo y hasta creo que promueve lo global. Los que van hablan de la onda, la buena difusión de los escritores, críticos, de los artistas plásticos, músicos. Es también un lugar de diálogo entre disciplinas. Un espacio de disfrute, de tomar un vinito, de reconocer a otros. El conejo, nos llena de satisfacciones.

¿Qué libros recomendarías?
Voy a recomendar contemporáneos, porque los clásicos, son más accesibles y, en general, los conocemos bien. Vamos primero con los argentinos: Hotaru de Martín Sancia, La comemadre de Roque Larraquy, Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued, Mil galletitas de Diego Tomasi y Quema de Ariadna Castellarnau (catalana que vivió en argentina y publicó acá). Internacionales: El loro de Flaubert de Julian Barnes, HHhH de Laurent Binet y La historia del amor de Nicole Krauss.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Mi objetivo principal era bastante endogámico. Escribir cada vez mejor. Con el tiempo me fui dando cuenta de algo que, quizás, para otras personas resulte evidente. Esto es, me puse a reflexionar sobre la diferencia entre escribir y ser escritor. Por eso, además de seguir construyendo mi escritura, querría desarrollar la otra parte de la ecuación. Desarrollar la carrera de escritora. Hacer del escribir mi profesión. No sé cómo es la de la figura del escritor aplicada a mi persona. Hasta que lo descubra me interesa seguir preparándome, leyendo, estudiando, conectándome de manera más integral con la literatura y con los “agentes sociales del campo literario” como diría el Señor Bourdieu.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy escribiendo una novela.  Lo que me está pasando, a diferencia de otras veces, es que -como ya lo dije- estoy tratando de escribir todos los días. Eso no significa que escriba mucho. Sino que todos los días me conecto con la escritura. Quizás, en una jornada sólo logro corregir una palabra y ese fue todo el trabajo. Pero, no siento que fue una jornada improductiva porque, tengo que reconocer que cada palabra de cualquier texto que escriba (sea ficción, una reseña o un artículo) me resulta fundamental. Escribir es también una tarea con propósito. Con un tiempo incierto y casi ilimitado para su realización. La búsqueda de la palabra justa me puede llevar toda la vida.



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