miércoles, 2 de mayo de 2018

Claudia Sobico: “Mi escritura es mi propia indagación en lo que no entiendo”





La escritora Claudia Sobico habló con Entre Vidas de su novela La Grafa publicada por la editorial Alto Pogo y su libro de poesía Venus en Acuario con la editorial Qué diría Víctor Hugo? Además, adelantó que está trabajando en una novela hace tres años y que está incursionando en la literatura infantil con poemas y cuentos aún inéditos.




PH Bruno Szister

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No hay momento previo. El ritual es la urgencia. El momento de escritura puede aparecer cuando estoy sentada en un colectivo, parada en el subte, sola en casa o con mis hijos hablándome alrededor. Después la corrección es diferente. Ahí sí me busco momentos de soledad. La preparación es un mate o un vaso de tinto. Música siempre y si me aturde mejor.

¿Con qué frecuencia escribís?
Mucho, todo el tiempo. Escribir no es solo sentarse a tipear palabras en un Word. Escribir es convivir con ese texto que te está atravesando. Pienso qué quiero decir, cómo, cuáles son las palabras, cuál es la música de este texto. Imagino conversaciones con personajes, escenarios, escenas. Leo en voz alta, me grabo y me escucho con los auriculares mientras cruzo la ciudad. Eso también es escribir para mí.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
No sé. Creo que es mío. Ese amor lo siento propio. Siempre me gustó leer y escribir. También siempre me sentí profundamente atraída por el misterio de la palabra. Me acuerdo que, de chiquita, me iba a la piecita del fondo, una que mi papá construyó para expulsar a las nenas a que hagan la tarea en otra parte, y me ponía contenta buscar palabras en el diccionario, de esas que no lograba asir. Sentía ahí, en esa búsqueda íntima, que algo se me rebelaba.

¿Por qué decidiste que tu primera novela se llamara La Grafa?
La Grafa fue una fábrica textil ubicada sobre la Avenida Albarellos en el barrio de Villa Pueyrredón. Mi papá trabajó en esa fábrica durante 42 años. Si bien la historia no es sobre la fábrica en sí, las distintas escenas de la novela están teñidas por mi recuerdo del contexto familiar, social,  geográfico, político e histórico que, haber sido hija de un obrero, le dieron a mi niñez. En La Grafa hay tres voces narradoras, la voz de la niña, la de la madre y la del padre. Los recuerdos evocan un momento determinado, años 1979, 1980.

¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia?
No fue una imagen, fue un suceso. En agosto de 2012 mi tía Elba se enfermó. Ya estaba muy grande y el temor a perderla, sabiendo lo que eso también significaba para mi mamá (Elba era su única hermana mujer entre 9 hermanos) me despertaron ganas de escribirle algo. Ese texto después trajo otro y otro más. Cuando tuve alrededor de ocho páginas escritas, lo empecé a compartir con Julián López, mi tallerista, con quien venía  trabajando poesía, y él me ayudó a soltar la muñeca (como suele decir él), dejar que el texto aparezca, y a encontrar algunos caminos en mi relato. Fueron no más de cinco meses de escritura, meses muy intensos, de mucha sensibilidad por el trabajo de meterme en esa zona del recuerdo. Fue doloroso por un lado pero a la vez muy lindo. Sentí que escribir sobre mis tíos en esas páginas les daba cierta inmortalidad. Mi sensación es que cada vez que alguien abre las páginas de La Grafa, ellos vuelven a habitar el mundo.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Alto Pogo?
Cuando terminé de corregir, a fines de 2013, registré la novela (consejo de Leo Oyola) y lo envié a un par de editoriales. El día que Marcos Almada inauguró Alto Pogo en Espacio Enjambre, en diciembre de 2013, Alejandra Zina nos presentó, le contó de mi novela y quedamos en que se la mandaba. Al año siguiente nos encontramos en La Casona de Flores, en una lectura del ciclo Carne Argentina, y me dijo que le interesaba publicarla.

Después, en el 2016 publicaste el libro de poesía Venus en Acuario con la editorial Qué diría Víctor Hugo?, ¿cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
La selección la hice yo, de entre varios poemas que venía corrigiendo hacía ya un tiempo. Primero con mi tallerista Julián López, y después con algunos amigos como Fernando Araldi Oesterheld, Jorge Hardmeier y Dolores Reyes, a quienes agradezco sus lecturas y correcciones. En diciembre de 2015, la editorial Qué diría Victor Hugo?, llamada ahora Kintsugi Editora, abrió un concurso de poesía y les mandé una selección de 20 poemas.  A la semana siguiente me escribió uno de los editores, Andrés Alvarado, y me dijo que los querían publicar fuera del concurso, Salió en abril.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacaron los lectores?
Hay varios que todavía me gustan. Uno de ellos se llama Mamá. Ese poema es sobre mi búsqueda, cuando niña, de algún vestigio de deseo en el cuerpo de mi mamá. Yo sentía que había algo que en ella no estaba o estaba reprimido. Las amas de casa de aquella época vivían muy anuladas, como si la diversión, el disfrute y el placer sexual no fuera para ellas. Las mujeres que yo  veía en algunas películas eran distintas, incluso algunas de mis tías más jóvenes eran distintas.
Me pasaba horas buscándole
piecitas para armarme

El poema que me suelen señalar se llama Obedezco
Obedezco al aliento de mis piernas.
A solo unos pasos
el viento de tu calle
sofocante,
sin permiso
dilata la carne.
Avanzo
-es difuso el entorno-
¡y qué me importa la mirada!
Soy dedo urgente
en tu 5to B.

¿De qué tema que te interese todavía no escribiste ningún poema?
El tema es siempre el mismo. Quiero escribir un instrumento que provoque alguna incomodidad. “Benditos los que se preguntan”, dice la poeta Susana Villalba en uno de sus versos. Eso deseo suscitar con mi escritura: preguntas.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
De todo lo que me atraviesa. Lo que vivo me atraviesa y lo que veo también. Me interesan las relaciones humanas. Me pregunto a qué llamamos amor, me pregunto por qué hay tanta violencia dentro de algunas relaciones de pareja, me pregunto por qué sentimos tanta posesión por el cuerpo ajeno. Mi escritura es mi propia indagación de lo que no entiendo. No entiendo a las parejas que se viven controlando. No entiendo el origen ni el sentido de algunas palabras, como infidelidad, por ejemplo.

¿Con qué género literario te sentís más cómoda cuando escribís?
Con la poesía.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Últimamente estoy leyendo mucha poesía. Recomendaría La pequeña voz del mundo, de Diana Bellessi. Un libro esencial sobre poesía. Recomendaría además algunas de las poetas que estoy leyendo, como June Jordan, Adrienne Reich, Enda Wyley, Westonia Murray, Marina Tsvietaieva, Svetlana Makaroviĉ, Gruss, Storni, Thénon, Bernardello. No podría mencionar a todas. Otras últimas lecturas que me interesan: Dorothy Parker, Sara Gallardo, Hebe Uhart, Gabriela Cabezón Cámara.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy trabajando en una novela hace como tres años. Escribo de a poco, a medida que va apareciendo el texto. Es una novela fragmentaria, al igual que La Grafa. Alejandra, la protagonista, cuenta algunas vivencias de su madre con distintos hombres y qué le pasaba a ellas con eso. Cuenta también algunas de sus propias vivencias  con distintas personas en el presente. Hay un ir y venir en el tiempo y en el espacio. Estoy también empezando a meterme en un terreno que me encanta que es el de la literatura para niños. Ya escribí algunos poemas y cuentos cortos. Tengo, en este momento de mi vida, más ideas y ganas que tiempo para sentarme a tipear. Ya vendrá.



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