La escritora Marcela Chaoul publicó su novela El asco de las pulseras a través de la editorial Hojas del Sur y habló con Entre Vidas acerca de la historia protagonizada por Renata, de trece años. En dicho libro, ella por medio de peripecias va vivenciando su relación con los padres, amigos, estudio y principalmente con la transformación que va a teniendo con su cuerpo.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Escribo en el escritorio: llevo una botella de agua, pañuelos de papel y si es invierno, caliento el ambiente. Cierro la puerta, aunque no haya nadie en casa.
¿Con qué frecuencia escribís?
Intento escribir todos los días para darle continuidad a la novela del momento y para que mis dedos no pierdan la práctica. Cuando no tuve tiempo durante el día, termino de cenar, prendo la computadora y, en un archivo que lo llamo ejercicio de creatividad, escribo, aunque sea, un párrafo.
¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela El asco de las pulseras?
Cuando tenía nueve años, jugaba en casa de un compañero de la escuela y en su cuarto había rifles de aire comprimido. Me apuntó y la bala entró por mi ojo izquierdo y quedó tan bien alojada en mi cabeza, que los médicos decidieron no sacarla. El ojo lo reemplacé por una prótesis. Fue un cambio abrupto en mi vida. La primera novela que escribí, fue sobre cómo crecí con la bala y la prótesis, pero no la publiqué. En la segunda novela, quise saber cómo hubiera sido mi adolescencia sin haber sufrido esa tragedia y me dejé llevar por lo que mi cuerpo tenía para contarme.
¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Cuando terminé la primera escritura, al leerla en papel, descubrí que a Renata, la protagonista, muchas cosas le daban asco. Quise agregarle al título un objeto que normalmente se usa como algo atractivo y la contradicción de pulsera con asco me pareció acertada.
¿Cómo fue el proceso de construcción de la protagonista Renata?
Cuando empecé a escribir no tenía definido el personaje. A medida que escribía las peripecias, surgió el nombre de Renata y fui construyendo su personalidad. Fue como un rompecabezas: fui juntando piezas de cómo eran mis compañeras del secundario y situaciones vividas. Después, me dejé llevar por la ficción y las hipérboles.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la editorial Hojas del Sur?
Fue gracias a Luis Mey, mi profesor y guía literario, que se contactó con Andrés Mego, dueño de la editorial.
Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
Renata tiene trece años. A través de sus peripecias vivencia un subi baja de emociones cuando se relaciona con sus padres, con amigos, con el estudio y sobre todo, con las transformaciones que su cuerpo va teniendo como la de todo adolescente.
¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Que es graciosa, atrapante, cruda, dura, fuerte, tierna, vertiginosa. Que no pudieron parar de leerla, la devoraron. Que se quedaron con ganas de más y que escriba la continuación. Que se identificaron con el personaje y que al utilizar lugares comunes, conocidos, se sintieron parte de la novela. Que el libro les sirve para entender a sus hijos adolescentes y para que los adolescentes también lo lean. Que es un libro que los profesionales, que trabajan con adolescentes y padres de adolescentes, debieran leer.
¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
Estoy indagando sobre el incesto, la promiscuidad y la perversión. Me parece que son temas recurrentes dentro del ámbito familiar que quedan solapados en la cotidianeidad.
¿Cómo es tu experiencia en el taller con Luis Mey?
Empecé hace tres años, individual. Al principio, una vez por semana y a los pocos meses, dos veces por semana. Me urgía escribir y encontré en él a la persona que buscaba: exigente, sensible, honesto, generoso y dedicado. Nuestras clases son intensas. Discutimos nuestros puntos de vista hasta lograr un punto medio. Me respeta cuando estoy bloqueada y me da ejercicios adecuados para cada situación. Me enseñó cómo elegir la compra de libros. Cómo organizar mi biblioteca. No solo me ayuda a escribir, sino que también a relacionarme con la literatura y a transitar el camino solitario de la escritura. Me dio la llave de todas las puertas que tienen alguna conexión literaria. Me presentó a varios de sus alumnos y a su vez yo lo recomiendo como profesor y escritor. Se va generando una linda cofradía. Somos muy amigos y hacemos literatura de todo lo que nos rodea y vivenciamos.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Ser de utilidad a los lectores, de la misma manera que los libros de otros autores lo son para mí. Compartir con otros autores un espacio de charla informal donde podamos hablar de la soledad del escritor y no sentirnos tan solos en el angustiante camino de la escritura.
¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Claus y Lucas de Agota Kristof. Middlesex de Jeffrey Eugenides. El mundo según Garp de John Irving. Los pájaros de la tristeza de Luis Mey. La débil mental de Ariana Harwicz.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy corrigiendo una novela que dejé reposar hace un año. Al mismo tiempo, como me enseñó Luis, escribo una nueva.
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