lunes, 26 de septiembre de 2011

Gustavo Nielsen: “Trato de que haya el mínimo de azar posible”



El escritor Gustavo Nielsen obtuvo el Premio Clarín de Novela 2010 por su obra “La otra playa”, tras quedar en dos oportunidades entre los diez finalistas por su novela “El corazón de Doli”. La historia ganadora es original, mezclando el género fantástico con un tono romántico. Nielsen tiene un largo camino dentro de la literatura pero el galardón permitió un mayor acercamiento con los lectores. El también arquitecto habló con “Entre vidas” acerca de “La otra playa” y de su más reciente publicación, la reedición del libro de cuentos “La fe ciega”, que se había editado únicamente en España.


¿En qué momento comenzó a dedicarse a la escritura?
Empecé a los 13 años, tentado por ser como Quiroga, Poe, Castillo, Cortázar, Bradbury. Quería ser ese tipo de persona: la que se comunica con los demás a través de historias. Pero nunca me dediqué por completo a escribir. Todavía hoy hago más de una cosa: arquitectura, dibujo o escritura. Cuando un rubro empieza a aburrirme, me cambio al otro. En el momento en que respondo a esta entrevista estoy autoexiliado en Unquillo, escribiendo una novela difícil, en casa de mi amigo Aco Valtier.

¿Cuándo terminó de escribir su libro “La otra playa” pensó que tenía entre sus manos una posible historia ganadora del Premio Clarín de Novela?
No. Estaba mucho más confiado con “El corazón de Doli”, la novela que había sido finalista dos veces en años anteriores. Pero lo que yo siento nunca tiene mucho que ver con el mundo comercial, me pasa siempre. Raro sería que la pegara.

Al obtener el premio se lo dedicó a Fogwill, ¿qué vínculo tenía con el escritor?
Fue mi amigo.

¿Cómo nace la idea de la novela?
Tiene que ver con una amiga nadadora, que sentía que su padre, fallecido hace unos años, la venía a buscar cuando hacía la plancha en un instante de relajación. Después empezaron a aparecer las escenas, una por una. Primero la de las diapos, después la del asado uruguayo con Zoppi, que pasaron realmente. Tuve que adaptarlas un poco, exagerándolas. En ficción siempre se trata de exagerar la realidad.

¿Por qué decidió escribir dos historias diferentes que se terminan uniendo?
Porque eran dos mundos que se tenían que comunicar en una ventanita. El acá y el más allá, para decirlo de un modo simple.

¿En qué momento eligió que los dos protagonistas, Antonio y Lorena, iban a ser fotógrafos?
Cuando era chico hacía fotografía en el modo analógico, que era el único que existía. Tenía un cuarto oscuro armado en un baño exterior en la casa de mi familia en Castelar. Revelaba de noche, porque el baño tenía un par de vidrios esmerilados. Nadie salía al patio a la hora en que yo revelaba con once o doce años. El espacio era apretado. Las cubetas eran medios envases plásticos de lavandina, en sus modelos de más volumen. Con la mitad de abajo hacía la cubeta, con la de arriba un embudo. No era un invento mío, lo había sacado de la revista Lúpin. La dimensión máxima del papel que entraba en esa cubeta cilíndrica era un cuarto de pliego A4. Ver la aparición de la persona retratada bajo la luz roja del cuarto oscuro debe ser lo más parecido a ver un fantasma. Esa gente viene de la nada, de un mundo líquido, tibio y ácido. Siempre me asustó.

El capítulo fundamental del libro es el 7, ¿lo pensó como el punto de inflexión de la novela?
El capítulo 7 fue, durante años, un desastre. Me resultaba dificilísimo de escribir. Para la corrección que hice a las vísperas del premio pude ordenarlo bastante, en una de las tantas reescrituras. Mi preocupación estuvo centrada en ese capítulo. Estoy orgulloso de mi trabajo, sincero y meticuloso, para el que usé instrumentos del lenguaje televisivo de las series. Viendo Los Sopranos supe cómo hacerlo. Cuando tuve la solución a la vista, componerlo me resultó sospechosamente sencillo.

¿Desde el principio ya tenía definido el final de “La otra playa” o se fue sorprendiendo a media que la iba escribiendo?
Todo está definido en lo que escribo, si no tengo el final no puedo ni empezar. Trato de que haya el mínimo de azar posible. No obstante, a veces los personajes o las situaciones terminan dominando algunas partes menos importantes que el cierre. De este libro estaban definidos el comienzo, el final y, como vos bien descubriste, el capítulo del medio, el 7. Pero definir un modo de resolverlo no quiere decir que uno ya lo tiene resuelto. En este libro, lo único que salió fácil fue el primer capítulo.

Varias de sus publicaciones tienen mucho del género fantástico, ¿es lo que más lo atrapa?
Es por donde empecé a leer. Cuando empezás a leer muy temprano, es posible que lo fantástico domine tus lecturas de grande. Amo a Bioy Casares, por ejemplo. La invención de Morel, Plan de evasión, Dormir al sol son unos librazos. También puede ser que crezcas en las lecturas, a mí no me ha pasado demasiado. Sigo siendo un niño en muchas cosas. Podría decirte, para algunas: lamentablemente. Pero me alegro con las otras. No tengo prejuicios a la hora de leer, por ejemplo, algo me gusta o no me gusta, como si estuviéramos hablando de un postre, o una golosina. Eso es infantil pero está bueno.


Se acaba de reeditar un libro de cuentos suyo que había salido solamente en España, La fe ciega. ¿Qué conexión le encuentra con La otra playa?
Poca. La otra playa es una novela, La fe ciega es un libro de cuentos. Siete cuentos, como en Marvin, como en Playa quemada. Nunca sé si voy a conformar o defraudar a mis lectores con mis novelas. Son muy diferentes, cada una se juega por entero a la novedad. Así lo siento cuando las escribo, así percibo que son leídas, a través de los comentarios que recibo. Pero los cuentos no, mis cuentos siempre caen bien. Son como un mismo mundo que se va llenando de personajes que no coinciden, pero se permiten ser buenos vecinos. Y yo los pongo ahí, como parte de un plan que desconozco, que me supera. Están. Los quiero, los defiendo, son mis grandes amigos, a pesar de que a veces se porten mal.

Véndanos un poco La fe ciega.
Si tuviera que existir como vendedor, me moriría de hambre. Es algo que noto cuando veo a mis socios arquitectos, que son diez años más chicos que yo, están hiper conectados y trabajan en la difusión del estudio como verdaderos agentes de prensa. Soy muy tonto en el acto de vender, no sé hacerlo. Lo lamento.

Hagamos la prueba. ¿Por qué debería comprar La fe ciega?
Bueno, podría decirte que ahí están tres de los mejores cinco cuentos que escribí en mi vida: Adiós, Bob, La fe ciega y El café de los micros. El último ha ganado muchos premios y fue traducido a varios idiomas. Además porque está el cuento que más quiero; Turf. Me lo contó un amigo que también falleció, Oscar Gallo, que era fanático del Hipódromo de La Plata. Él me inició en las carreras de caballos. Aprecié mucho a ese hombre. Tenía unos datos que jamás volví a recibir. Era una especie de mago del dato: ganaban los caballos a los que él jugaba, era algo natural, o parecía así. Me fue muy bien en ese tiempo, fue como ganarme una modesta lotería, gracias a sus pálpitos y recomendaciones. Oscar era un sabio del turf, tuve el placer de ser su amigo, nunca lo voy a olvidar. Con él me pasó lo mismo que con Fogwill, otro genio en lo suyo, y que te daba lo que sabía desinteresadamente, sólo por el hecho de compartir y disfrutar de la amistad. En el libro también hay un par de cuentos sobre el mundillo de la literatura que están funcionando muy bien, por los comentarios que leo. Son mis cuentos sorpresa.

Tres de cinco… ¿cuáles son los otros dos que nos recomendaría leer de sus otros cuentos?
Marvin y Playa quemada. Ambos se pueden leer en los libros (de Playa quemada hay una muy buena edición de Interzona actualmente en librerías, y Marvin, aunque lamentablemente está discontinuado, se consigue en Mercado Libre). También se pueden leer gratis en Internet en mi sitio www.mandarinasdulces.blogspot.com
   
¿Qué libros de los últimos que leyó recomendaría?
Cinco libros de autores argentinos y un libro mexicano: Era el cielo, Las garras del niño inútil, La virgen cabeza, Bajo este sol tremendo y Kryptonita. El mexicano es Los culpables.

¿En que nueva novela está trabajando actualmente?
Estaba trabajando hasta antes de ayer con una novela que pasa íntegra en el Jardín Botánico de Thays, con unos personajes perversos y hasta seres extraterrestres en forma de semillas esféricas. Pero, a pesar de que me aislé (como intento hacer siempre), el período post premio Clarín tiene una inercia que es buena y mala, pero no me permite concentrarme tanto, de corrido, por decirlo de alguna manera. Una cosa que espero dure muy poco (contesto este reportaje el domingo 25 de setiembre, el lunes 3 de octubre deberé viajar para estar en la fiesta de entrega del premio a otro escritor, lo que es un augurio de paz). No te digo que me reconozcan por la calle, pero sí te ubican de las ferias del libro, y te la pasás moviéndote. Lo bueno es que estoy conociendo el interior del país, con hermosos paisajes y gente muy copada. Lo malo es que no consigo parar la pelota más de tres días, aunque me lo proponga. Nunca antes me había pasado. Tal vez sea el momento de generar solamente microficciones.

¿Cuál es su máxima aspiración como escritor?
Escribir.

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domingo, 25 de septiembre de 2011

Leonardo Oyola: “Lisa y llanamente es mi novela más autobiográfica”



¿Qué pasaría si un superhéroe hubiese nacido en una localidad del conurbano bonaerense? Esa historia con toques de ciencia ficción es la que se le ocurrió al joven y talentoso escritor Leonardo Oyola. Su nueva novela “Kryptonita” se sitúa íntegramente en el Hospital Paroissien dónde una banda de delincuentes lleva a su líder Pinino, alias Nafta Súper, con una herida de arma blanca. El narrador de la historia es un nochero que está de guardia en el establecimiento, un doctor que al poco tiempo se descubre que el jefe de los delincuentes no era un hombre común. El jueves 29 de septiembre a las 19.30 horas, Oyola presentará en Mar del Plata su novela “Kryptonita” en la librería Polo Norte, ubicada en San Luis 1745. Antes, el escritor habló con “Entre vidas” para analizar ésta publicación que seguramente dará que hablar.



Siempre escribís historias del mundo marginal, del conurbano, de personajes muy desgarradores, ¿se debe a algo en particular?
Mientras yo vivía en el conurbano mis dos primeros libros son policiales de época y otros mundos y cuando salí de allá y tomé la distancia necesaria empezó a aparecer todo lo que era moneda diaria. Lo empecé a ver con la óptica de una persona que salió de ese lugar. Me parece que si estuviera viviendo todavía en el oeste sería medio masoquista al estar escribiendo sobre algo que es tan ordinario. Quizás me hubiese hecho más escritor de ciencia ficción, hubiera buscado otro género de manera inconciente porque también creo que hay muchas cosas que te salen de forma inconciente mientras escribís y trato de ironizar o hacer más respirable el vivir en el oeste. Y eso pasaba con “Siete y el Tigre Harapiento” y sobre todo “Hacé que la noche venga” pero con “Chamamé” que justo es un ajuste de cuentas entre dos piratas del asfalto, es una novela en fuga literalmente, la empecé con un pie viviendo allá y la terminé de una amiga escritora en Flores. Y a partir de ahí escribí todo el resto en Capital. Al haber tomado esa distancia física y estar viviendo en otro lado, que no quita que acá no pasen las mismas cosas, hay otra idiosincrasia de vida. Vos vivís en un edificio y podemos conocer al portero y a lo sumo a un vecino y nada más. En el conurbano te bajás del colectivo en la ruta, caminás seis cuadras hasta tu casa y conocés qué pasa en esas seis cuadras. Respecto a tu pregunta creo que aparece porque es lo que piden las historias que voy queriendo contar.

¿En qué momento aparece tu predilección por el género fantástico?
Aparece porque cuando empecé leía mucho ese género, entonces en eso soy bien de manual y me enorgullezco. Colección Robin Hood, los libros de Minotauro, todo eso que era lo más barato o era lo que encontrabas en alguna biblioteca de las pocas que había allá. Te daban otros mundos, de repente me copaba con esas historietas. A mí me encantaba Alejandro Dumas porque en algún punto ese código de capa y espada servía para hacer una trasposición a los códigos en los barrios. No era tan real.

¿Cómo surge la idea de tu nueva novela “Kryptonita”?
Se empiezan a cruzar ciertas cosas y se empieza a germinar. A mí me habían comentado un concepto del mundo del comic que es el Elf World que es hacer una historia paralela o crear un nuevo mundo con un personaje que es conocido. Entonces le estás cambiando el escenario, le estás cambiando ciertos vínculos pero tenés los mismos actores, cómo laburarían esos personajes en el conurbano. Me habían comentado la historia de un comic del Superman rojo que el tipo en lugar de caer en Smalville caía en Moscú, justo en la época de la Guerra Fría, entonces la balanza se terminaba yendo hacia el lado de los rusos, ellos empezaban a ser una potencia. Ahí pensé en qué pasaría si Superman en lugar de caer allá hubiese caído en un baldío de La Matanza y cómo se modificaría todo ese mundo. Entonces lo que pareció divertido es no solo concentrarme en Superman sino en la Liga de la justicia, los otros personajes, Batman, Flash, Linterna verde. Así fue que surge la banda de “Nafta Súper”.  Después me dí cuenta que no quería contar a la historia de forma lineal, no quería hacer como las películas. No sabía a quién usar de narrador, estuve pensando unas cuántas cosas, pensé en varios narradores, al principio pensaba que podía ser un periodista y después lamentablemente ante una pérdida cercana fui al Hospital Paroissien. Hace mucho tiempo que no iba, estaba mucho peor de lo que me acordaba y empecé a pensar que la novela podía transcurrir ahí. Por eso tenía ese tono más gris en mi cabeza que es la parte del comienzo y después me decidí por usar a un médico como narrador. Entrevisté a un par de médicos, lo que más me gustaba era el registro de después de hora, la guardia y la trasnoche. Ellos me contaron el curro de los nocheros, los coctels que a veces preparan para mantenerse despiertos y ahí pensé que ese era el punto de vista que quería. Entonces ahí empezás a pensar si es de verdad que el tipo tira rayos por los ojos o lo está imaginando, es de verdad que ve al diablo de piel amarilla o lo está imaginando. Ya de por si con el personal habitual el hospital está desbordado, con todos los chanchullos que hay siempre están al borde del colapso. Igualmente tampoco era la intención hacer algo de denuncia. Yo creo que está arraigado todo lo que pasa en un trabajo estatal, la gente que trabaja de ñoqui, la gente que trabaja por inercia y la gente que tiene un cierto ímpetu por querer modificar la situación. En Kryptonita, antes de superhéroes son supervivientes. Ante la amenaza los de la banda se pueden bancar que él no vuelva más pero a su vez, en el fondo todos sabían que se quería ir. Andate que te la van pegar pero lo miran como diciendo, dale, si es lo que querías.



En un momento de la novela hablás con precisión acerca de la barra del club Almirante Brown, ¿tuviste alguna relación con la hinchada?
Nunca fuí de la barra brava ni nada por el estilo. Sí, soy hincha de Almirante Brown, es el club de mi barrio. Justo en el sucedo que cuenta “Kryptonita” cuando el club estaba por ascender y por una pelea entre la hinchada al club le descuentan muchos puntos y la verdad que con eso me enojé muchísimo. 

¿Manejabas alguna alternativa de nombre para la novela?
No, sacando el primer libro de Negro absoluto que se llama “Santeria” que en un principio lo quería llamar de otra manera, el resto siempre tuve un solo nombre inicial. El tema es que yo me empecé a tatuar los títulos de las novelas y me dolía cada vez más y a parte salían cada vez más caros. Entonces Juan Sasturain me dijo que tenía que empezar a ponerle una palabra sola a los títulos de mis libros. Y respecto a “Kryptonita” se me ocurrió de entrada ese nombre. Yo sabía que el tipo no iba a volar, pensaba que al quedarse en el barrio no iba a desarrollar todos los poderes que en algún punto era lo que le pasaba a Superman cuando estaba en Smallville. Y lo que yo pensé es que al quedarse en el conurbano eso lo termina matando en algún punto.

¿Se puede plantear un paralelo con vos en lo que estás contando?
Sí, lisa y llanamente es mi novela más autobiográfica, de eso me tengo que hacer cargo. Lo otro que creo, por una cuestión que soy un escritor emergente, obviamente si yo viviera allá sería todo mucho más cuesta arriba. Desde tener que venir desde allá a un ciclo de lectura, como te mira la persona de al lado. Mi papá me tuvo que ver al lado de Sasturain para pensar que al estar con una persona que había estado en la televisión algo estaba haciendo bien pero lo entiendo a él porque es un tipo que madruga para trabajar, tiene que fichar y tiene un sueldo fijo. Yo no cobro un sueldo fijo pero la verdad que soy feliz así. Si estás allá es muy difícil porque estás hablando con gente que tiene otra realidad. Siempre partí de cosas autobiográficas para generar ficción, después ahí vas generando la mentira pero tiene una parte de verdad, un disparador. En éste caso está muy expuesta la cuestión de gustos y de vivencias.

¿Por qué no hay tantas novelas nacionales que sean del género fantástico?
Creo que todo responde a ciertos mecanismos internos en cuanto a editoriales y a ciclos. Vos vas a España y tenés librerías que se dedican sólo a vender policiales, librerías que venden sólo del género de terror. Está bien segmentado. Me parece que actualmente está en franca retirada la literatura del “Yo” pero que ha tenido su auge, dónde estaba lo autobiográfico en primera persona, todo era más tirando a diario íntimo y la ficción dura se dejaba de lado. Acá hay mucha gente que escribe ciencia ficción, el día que a una persona le vaya muy bien con ese género le va a abrir la puerta a otros escritores que la están remando.

¿De los últimos libros que leíste cuáles recomendarías?
Recomiendo mucho “El guacho Martín Fierro” de Oscar Fariña, le tenían fe cuando me contaban como venía la mano del proyecto, la reescritura pero no se queda en algo lúdico, es realmente algo extraordinario y nuevo y es increíble la música que se logra entre lo actual con lo gauchesco. “El guacho Martín Fierro” es un pibe chorro. Había momentos en los que me sorprendía leyendo el libro en voz alta, por esa música que logra Fariña, una fiesta. Y después recomiendo otra novela que me parece notable que es “Las garras del niño inútil”, no es un libro para leer un domingo porque es una historia muy dura. Esos son los dos hallazgos que tuve recientes.

Por último, ¿por qué pensás que los lectores tendrían que leer “Kryptonita”?
Porque yo tengo mucha hambre y trato de dejar todo lo que pueda en la cancha, de ahí a que juegue como el Barcelona o como el Atlético es otra historia. No sé si tengo virtuosismo pero le puse muchas ganas. Yo quiero que la lean mucho. Mis otros libros ya hicieron la colimba, ya son mayores, ya se defienden solos. A “Kryptonita” lo estoy laburando, siento que todavía es chiquito pero quiero que le vaya muy bien y que llegue a otros mundos.

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lunes, 19 de septiembre de 2011

Federico Jeanmaire: “El humor puede convertirse en una herramienta muy útil, a la hora de hablar de ciertos temas”





El escritor Federico Jeanmaire, ganador del Premio Emecé en 2008 y del Premio Clarín de Novela en 2009, vuelve con una nueva novela llamada “Fernández mata a Fernández” en la que plantea una historia repleta de diálogos de principio a fin en la que todos sus protagonistas se apellidan Fernández. Uno de los protagonistas de la novela ve en un diario la noticia de un crimen y a partir de ahí se desarrolla la narración repleta de humor irónico y malos entendidos entre los personajes.


Ganó el premio Emecé en 2008 y el premio Clarín de Novela en 2009, ¿qué cambió en su vida tras esos logros?
No mucho. Sólo los primeros días se produce como una especie de terremoto en la vida habitual. Pero no es nada que dure para siempre, a los pocos días todo vuelve a la normalidad.

¿Cómo surgió la idea de su nuevo libro “Fernández mata a Fernández”?
En principio, sólo tenía la idea de escribir la muerte de una mujer que le daba de comer a las palomas. Es una historia que me pasó: en la esquina de mi casa, una señora le daba de comer una bolsa de pan, todos los días, a las palomas y por más que le pedíamos que no lo hiciera, seguía yendo cada mañana. Era un horror, las palomas son una plaga, en el barrio de Congreso en donde vivía por ese entonces. La otra idea que tenía era escribir sobre el estado de la cultura argentina.

¿Por qué se decidió a escribir la novela toda dialogada?
Lo hice porque me pareció que era el único procedimiento literario que me permitía narrar la anarquía sin exponerlo explícitamente en palabras.

¿No tuvo miedo que sea confuso para los lectores?
No. De algún modo, si provocaba cierta confusión, eso constituía parte del plan. La idea central de la novela es que todos somos iguales, todos somos Fernández. También el lector.




¿Cuál fue el mayor obstáculo que se le presentó al momento de desarrollar la historia?
Hacia el final, tenía que narrar una pelea entre dos de los personajes y eso constituyó realmente un problema. Me resultó muy difícil hacerlo sin poder contar con la ayuda de un narrador.

En la novela predomina el humor y la falta de entendimiento entre sus protagonistas, ¿esos eras los objetivos a los que apuntaba?
Creo que es una novela muy seria. Y recuerdo que mi abuela siempre repetía que de lo serio era mejor hablar alegremente. Por eso. El humor puede convertirse en una herramienta muy útil, a la hora de hablar de ciertos temas.

Es de nombrar al Quijote en algunas entrevistas, ¿encuentra similitudes con “Fernández mata a Fernández”?
No sólo en entrevistas. También tengo un ensayo: Una lectura del Quijote y una adaptación que se lee en los colegios. El Quijote es mi gran amor literario y, por supuesto, está presente en Fernández mata a Fernández y en todos mis otros libros.

Su libro anterior “Más liviano que el aire” fue premiado y tuvo muy buenas repercusiones, ¿qué expectativas tiene con su nueva publicación?
La de siempre: que haga su camino, que encuentre a los lectores que pueda encontrar, ese tipo de cosas.

¿Qué libros leyó mientras escribía la novela?
La novela me llevó un año de escritura. Y se lee mucho en un año. La lista sería demasiado larga.

De los últimos libros que ha leído, ¿cuáles recomendaría?
Ayer terminé de leer “Elecciones primarias” de Silvia Hopenhayn. Una pequeña gran novela que recomiendo fervientemente.

¿En qué proyecto está trabajando actualmente?
Acabo de terminar una novela y empezar una nueva. La que terminé narra dos semanas en la vida de una pareja de setenta años, la que empecé, todavía no sé muy bien de qué trata, tengo tres páginas, solamente.
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domingo, 11 de septiembre de 2011

Nacho Ciatti: “Alemania tiene influencias de Volver al futuro”



Nacho Ciatti es actor, autor, director y músico. Con el paso del tiempo fue haciéndose un lugar dentro del difícil mundo del teatro independiente y actualmente es el creador de la exitosa obra “Alemania”. Se puede ver cada viernes a las 23.15 hs en el Teatro Anfitrión  en la que se destaca un importante elenco compuesto por Iván Moschner, Eugenia Alonso, Michel Noher, Guido Botto Fiora, Florencia Zothner Ciatti y el Cuarteto de cuerdas Edelweiss. Nacho Ciatti habló con “Entre vidas” para contar de sus comienzos y su crecimiento como dramaturgo.

¿Cuál de todas las actividades artísticas que realizas es la que más te gusta?
A mí lo que más me gusta es escribir. Tengo algunos problemas de timidez, que cada vez son menos y el momento más sagrado es el de la escritura. Como que los universos se van mutilplicando sin escuchando otras voces. Me gusta mucho la soledad, soy muy solitario. Es la disciplina en la que más cómodo me encuentro. Después dirigir, que me encanta. Me encanta el encuentro de personas, es algo que se me da genuinamente, me gusta conciliar los grupos, las personas, ir midiendo, acompañando. No soy mucho de imponer la idea. Y por último, actuar. Me pongo muy mental, me fui del otro lado y analizo todo como director. Por ejemplo cuando hice un reemplazo en “Alemania”, en un momento no podía dejar de mirarlos como director. Tengo varias etapas. A veces estoy como muy escritor, otros momentos me dedico a la actuación y hago publicidades.

¿Con qué empezaste?
En verdad empecé a escribir y lo que más arranqué realmente fue la actuación que fue en teatro a los 16 años pero siempre pensé que en el fondo hacía eso para en el futuro llegar a dirigir. Música arranqué de muy chico también pero la dejé. Vuelvo para componer música para la obra. La música es la madre de todas las artes, yo no concibo la vida sin la música.

¿En qué momentos escribís?
Me gusta mucho escribir a la noche y a la tarde en los cafés también me encanta. La verdad que escribo cuando puedo. Muy poco a la mañana.

Tomaste cursos de dramaturgia con Matías Feldman y Mauricio Kartun, ¿Qué es lo que más aprendiste con ellos?
Los dos me dejaron un montón. Kartun me dejó mucha teoría y comprender la teoría desde un lugar muy pragmático, un lugar muy práctico. Es un maestro con todas las letras, te muestra las cosas de una forma terrenal, palpable. Además, me transmitió de vuelta el amor por la escritura, por la reescritura, la corrección es la verdadera escritura. Y Matías Feldman, me enseño también mucha técnica. La obra Alemania la escribí en el taller de él, hicimos mucha corrección. El otro día revisaba los bocetos y me decía que fue increíble como mutó. Feldman me dio una obsesión sana por la corrección, por el conocimiento de algunos materiales dentro de la escritura. Me dio muchas herramientas aplicables. Yo casi siempre fuí medio caradura, salvo en la actuación que estudié la carrera en el conservatorio, siempre me consideré un autodidacta. Antes trabajaba a partir de la intuición y con ellos adquirí herramientas. Igualmente más allá de los conocimientos creo que mucho en la intuición.

¿Qué método de escritura tenés?
Por ejemplo Alemania nació a partir de la fusión de varias imágenes disparadoras. Hay determinadas imágenes que generan movimiento o generan fricción o generan el potencial. Y hay algunas que sirven para lo teatral. Yo siempre trabajé a partir de imágenes de conceptos. Alemania sucede todo en la cama matrimonial y en mi obra anterior todo ocurrió en un asilo para ancianos, con cinco camas en una habitación enorme. Por ejemplo, cuando escribí la obra “Asilo; para que vuelvas” surgió porque a mí interesa el tema de los ancianos, soy medio abuelo, siempre me dijeron “nono”, tengo algo así como retro y bueno, fui a geriátricos y me sentí avasallado por la atmósfera. La televisión siempre encendida en un canal que no sabés ni para qué está porque los abuelos no la están mirando. Y en Alemania trabajamos con la fusión  de imágenes disparadoras. Una era un hospital, un padre con un hijo y una pelota de básquet que entraba y otra era con una madre en una habitación de hotel. Y quedó transmitida una atmósfera de la habitación, una cama matrimonial, una familia, haciendo todo en esa habitación, en una situación de domingo.

¿Te acordás de tu primera vez en un escenario ante público?
Sí, “Malvinas, grito sagrado” se llamaba la obra, la hacíamos en el taller. Nos transmitían el amor y la dedicación por el teatro. Pasamos del humor hasta el drama en ese taller. Hicimos una investigación muy fuerte sobre Malvinas, fuimos con ex combatientes y escribimos una obra ahí, casualmente yo también escribí. Veinticinco adolescentes en escena decía el volante y la obra la hicimos en un teatro muy lindo que cerró, se llamaba “El ombligo de la luna”. Mi personaje era de un ángel que hablaba, era como la conclusión después de la guerra. La obra narraba el punto de vista de un soldado inglés y el de un soldado argentino.


Hablando del teatro independiente, ¿con qué obstáculos te encontraste al momento de llevar a cabo las obras?
El obstáculo mayor es conciliar los horarios con las personas que vamos a trabajar, entre los actores y el equipo técnico. Muchas obras no prosperan por eso, muchas no terminan teniendo el mismo elenco, todos trabajamos de otra cosa. El teatro independiente se hacer por el amor, porque uno puede plasmar el arte ahí y nadie le dice no. Realmente tenés libertad creativa, hasta que viene el tema del dinero y ahí se limita un poco. Para la obra “Alemania” yo convoqué a todos los actores por separado y son personas que laburan mucho. No se ensayó tanto. También, otro obstáculo es el dinero. Yo por suerte tuve la suerte de pegar dos publicidades fuertes con la que produje la obra y no lo podía creer.

¿Cuál era el objetivo al que apuntaste con la obra “Alemania”?
 Confluyen muchas cosas en Alemania. En principio fue como conectarme con la escritura dramática. Antes escribía con poca técnica y más como un cuentista. Y en ésta obra la idea era escribir algo más dramático, con mucho peso, que tenga un estilo, que en realidad se fue dando. Todo se fue organizando desde adentro de la obra. Hay una búsqueda del peso específico en la formación de cada palabra y cada frase. A partir de ahí se fueron dando los personajes. Quería contar la casa en un primer piso con clima de domingo, con alfombra, con una familia de clase media que anteriormente había tenido más dinero. Yo quería una escritura teatral pero que a la vez tampoco se pase al extremo de ser tan hermética porque a la vez la obra tiene un montón de influencias de “Y dónde está el piloto?”, cosas de “Volver al futuro”. El nene tiene cosas de esa película. El plan de los gitanos por ejemplo. Alemania tiene influencias de “Volver al futuro”. Hay algo oculto en mí que es la sensación de que no puedo generar historias, yo siempre trabajo mucho en lo poético, las imágenes. Es como que tengo etapas. Tuve una etapa en la que era de ver mucho cine europeo pero ahora estoy encontrando un costado más de aventura. Un cine más de entretenimiento naif, no vulgar.

¿Por qué pensás que la gente no tendría que perderse de ver tu obra?
Por varias cosas. Alemania es una obra original en su propuesta, conjuga ciertas disciplinas de una forma bastante orgánica. Es un drama con un trasfondo que se sostiene con una buena escenografía, con un aspecto visual y musical importante. Y sobre todo porque es una historia teatral en el sentido que hace jugar a los actores.

¿Qué sensaciones tuviste la primera vez que la viste representada ante el público?
El ensayo general previo fue un desastre que realmente me dejó llorando cuatro días seguidos. Después el estreno fue excelente. Lo que me encanta es que no me aburro nunca, es maravilloso que me pase eso. Cada función es como si la estuviera viendo por primera vez y realmente el elenco está muy bien. Han encontrado cada uno su personaje y una forma de contar ésta historia. Es una historia muy bizarra, muy absurda. La pasamos muy bien con la obra.
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domingo, 4 de septiembre de 2011

Guillermo Martínez: “Orgullosamente ahí abajo también hubiese sido un gran título”



El escritor Guillermo Martínez sale del estilo convencional de sus libros anteriores para volcarse en una novela con un tono erótico en que lo sexual está presente durante gran parte de la historia. “Yo también tuve una novia bisexual” es el nombre de la nueva publicación en la que un profesor viaja a una universidad de los Estados Unidos a dar clases de literatura en español pero más allá de las prohibiciones del establecimiento, él se termina enamorando de una alumna. Desde sus comienzos con la publicación del libro de cuentos “Infierno Grande”, pasando por “Crímenes imperceptibles” hasta su presente con “Yo también…” ha obtenido numerosos premios y elogios que lo señalan como unos de los mejores escritores argentinos de la actualidad.   

¿En qué momento decidiste que te ibas a dedicar a la escritura?
Yo creo que son dos momentos. Un momento es cuando me propuse escribir de una manera un poco más regular y más seria, tratando de encarar proyectos que en la adolescencia había dejado por sentir la falta de fuerzas o la falta de oficio esencialmente. Es decir, hay algo de la creatividad que avanza y uno se va proponiendo temas y desarrollos que en principio exceden las capacidades del oficio. Hay algo del orden de la musculación o de la técnica que uno necesita desarrollar para abordar esos proyectos. Entonces es como que los proyectos van por delante y el oficio un poco por detrás. Cuando percibí esa fuga hacia delante traté de proponerme a escribir más en serio en cuanto a la lectura, al tiempo, a tratar de separarme un tiempo libre de la forma más regular posible. Ese fue un primer momento que tuvo que ver con mi llegada a Buenos Aires. Y el segundo momento fundamental es después de la publicación de mi primer libro. Ahí es cuando se dividen las aguas. Mi primer libro fue “Infierno Grande”. El primer libro cierra el proyecto de muchos aspirantes a escritores porque en general, en la mayoría de los casos hay algo como de desánimo. En el primer libro siempre uno pone mucho personal, muchas veces del orden autobiográfico, muchas veces se confunden los cuentos propios con una especie de imagen de uno que uno proyecta sobre el libro. Entonces el silencio del mundo que suele ser la respuesta de casi todos los primeros libros, la indiferencia, el hecho de que el primer libro no es ni siquiera reseñado, no está en las vidrieras, y está en las mesas unos pocos días. Todo eso hace que muchos escritores se desanimen porque hay una gran diferencia entre las ideas previas, las aspiraciones quizá y lo que luego es el resultado en la vida real. Yo creo que ahí se define quiénes realmente querían escribir y quiénes solo querían ser escritores. 


¿Cómo aparece la posibilidad de publicar tu primer libro “Infierno grande”?
Yo gané el Premio del Fondo Nacional de las Artes, por eso soy un ferviente defensor de los premios, que aún con todos sus defectos, manejos en algunos casos, me parece que siguen siendo una puerta de entrada para mucha gente que no tiene contactos en los medios editoriales o en los medios culturales y que son escritores a secas. Gente del interior muchas veces, que no tienen redes de contactos para acceder a un editor. En ese panorama,  sobre todo en la época en que publiqué era muy difícil publicar, había muy pocas editoriales. Entonces mi modo fue gracias a ese premio, que además tenía un jurado muy bueno.

¿Qué método de escritura tenés?
 Hay novelas que están construidas claramente a partir de una primera imagen. Hay una que se llama “El afinador de pianos” que ésta escrita así. En mi caso trato de percibir el momento de quiebre, de torsión en que una idea que parece acumular su potencial en cierta dirección, uno percibe que puede haber un quiebre de lógica hacia lo ficcional, hacia un plano más aguado, más interesante, más filoso. En todas mis novelas y mis relatos siempre hay algo de suspenso. Tiene que ver en cómo una situación crece en tensión que puede ser erótica, puede ser amorosa como en “La mujer del maestro”, puede ser del estilo de lo real versus la locura como en “La muerte lenta de Luciana B”. Me interesa la carga de suspenso que tiene que ver con cierta carga dramática de la historia.

¿Cuándo empezás a escribir una historia ya tenés que saber de antemano el final?
Sí, igual después no necesariamente ese es el final que va. Me pasó así en el caso de “La muerte lenta de Luciana B”. Yo tenía un final y cuando me acerqué a ese final, vi la posibilidad de un segundo final que me parecía más cercano a lo que tenía que ser el final de una novela, sino el final era como el de un cuento. Entonces de algún modo es como que están los dos finales en la novela. Hice un último capítulo que cierra con el que para mí es el final de la historia pensada como cuento y luego una especie de epílogo que termina de cerrar dentro de lo que es el mundo de la novela.

Tu nueva novela “Yo también tuve una novia bisexual” si bien tiene suspenso es una novela muy diferente a las anteriores, predomina lo sexual y lo erótico. ¿No dudaste en realizar éste tipo de novela por miedo a perder lectores?
En realidad nunca tuve miedo de perder lectores pero sí percibo que con cada nuevo intento que hago, cada libro con un tono diferente o algo que no haya tocado antes es posible que los lectores que prefirieron algún libro anterior se sientan como decepcionados con aquello nuevo que trato de hacer en mi nuevo libro. Prefiero igualmente eso como riesgo a la otra posibilidad que es repetir aquello que a uno le ha dado éxito, reconocimiento, me parece que es interesante afrontar o intentar nuevos desafíos sobre todo si aparecen de una forma natural como fue en este caso. Yo estaba escribiendo un libro de cuentos que se llama “Los reinos de posición horizontal” y éste era el último cuento, un relato largo que pensaba que iba a ocupar unas cuarenta páginas y que naturalmente se convirtió en una novela. Sí me preocupó mientras lo escribía, no sentir dentro del relato una segunda dimensión teórica de lo intelectual, de alguna teoría que se fuera desarrollando a lo largo de la historia. En “Acerca de Roderer” está la cuestión de la búsqueda del conocimiento, en “La mujer del maestro” está la idea de las variantes o las versiones de Prometeo como metáforas, en “Crímenes imperceptibles” está toda la parte epistemológica, en “La muerte lenta de Luciana B” está la discusión acerca del azar. Y finalmente en la nueva novela creo haber encontrado esa dimensión con la argumentación sobre la necesidad del diario íntimo. En el momento en que el profesor decide escribir el diario íntimo hay una reflexión sobre las diferentes estrategias para recobrar los recuerdos. Decide escribir un diario como una tabla de naufragio a futuro. O sea, sabe que todo se va a disolver y en ese diario él va a poder encontrar algo del orden de lo sensorial en esos días con lo que supone que va a poder recobrar los recuerdos corporizados.





¿Cómo se te ocurrió lo del diario íntimo que termina funcionando como si fueran cuentos?
El diario íntimo se me ocurrió porque yo contaba con mucho detenimiento algunas de las acciones iniciales, la llegada a ese mundo, las primeras impresiones. Tenía que contar varias cosas, en particular por lo menos tenía que contar una semana de clases y no creía que eso pudiera sostenerse una vez que ellos ya estuvieran durante la relación sexual. Necesitaba comprimir los sucesos siguientes dado que la primera cuestión importante a resolver, que era el primer encuentro sexual entre ellos ya estaba puesto en escena en el capítulo ocho. Es decir, yo tenía que seguir avanzando, una parte iba a ser el escalamiento de lo sexual pero quería sostenerlo también con otros detalles que fueran ocurriendo y que armaran también todo lo demás. El diario íntimo tenía también otra cuestión muy importante, que era como una especie de instrumento óptico que acercaba la narración a la piel, quería contar más de cerca la cuestión sexual. El diario tiene un tono confesional que permite esa clase de tensión en detalles sexuales.

La parte sexual está muy bien llevada y muy cuidada, ¿trabajaste mucho en ese aspecto?
Si, fue lo que más trabajé. Para mí la materia narrativa de la novela tiene que ver con el in crescendo sexual. Incluso me hubiese gustado poder hacer más, lo que ocurre es que no hay lector preparado para poder diferenciar ese escalamiento. Dentro del mundo de lo no escrito hay algunas cosas que yo intenté escribir, porque escenas sexuales hay muchísimas en literatura pero no esa especie de tensión en una sola pareja y la progresión de una relación sexual. Una referencia para mí muy importante en todo esto fue el escritor italiano Alberto Moravia, me gusta mucho el modo desapegado pero sin llegar a lo despectivo, con respecto a lo sexual.

¿”Yo también tuve una novia bisexual” fue el primer nombre que pensaste como título?
Fue el único. Sabés que es curioso, hubo una reseña en donde se menciona una de las frases que aparece en la novela, que es como el lema que tiene la Universidad que a él se lo pasan en una filmación cuando llega y el lema es “Orgullosamente ahí abajo” y hacen la conexión que yo no había pensado de esa frase, que se refiere claramente a los sureños aunque está la conexión con la posición que ocupa la universidad en juicios por acosos sexuales, cuestiones de moralidad, que siempre está abajo como algo positivo. Y en la reseña el crítico hace la conexión con lo sexual y ese momento dije: “Orgullosamente ahí abajo” también hubiese sido un gran título. Pero es la primera vez que se me ocurrió. Cuando empecé a escribir la novela imaginaba que iba a ser más en tono de comedia sexual, hay algo de eso al principio y finalmente creo deriva un poco hacia algo trágico, mirado desde el punto de ella por lo menos. Entonces quizás el título queda demasiado liviano para lo que finalmente fue la novela.

¿Podrías recomendar los libros que más te gustaron dentro de los últimos que hayas leído?
Yo llevo leídos unos veinticinco libros este año y de esa cantidad de libros hay unos once muy recomendables. Acabo de leer uno que me gustó mucho, “Origen de la dialéctica negativa” de Susan Buck-Morss. También recomiendo: Bellas artes de Luis Sagasti, “El protector” de Henry James, “El diario de la arena” de Hugo Burel, “Historia de mi vida” de Giacomo Casanova, “Los amores difíciles” de Italo Calvino, entre otros.

¿Actualmente en que libro estás trabajando?
Estoy escribiendo un cuento con un tema psiquiátrico que es un cuento largo pero no tan largo, ya sé que no va a terminar en novela y ya quiero ir terminando ese cuento. Mi próximo libro se va a llamar “Los reinos de la posición horizontal” y si todo va bien espero publicarlo el año próximo o quizá el siguiente, de acuerdo a como siga la trayectoria de esta novela.
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