miércoles, 30 de septiembre de 2009

Gabriel Schultz: "Trabajar con amigos es algo que valoro más que la plata que gano"




Es el creador de las Máximas de un Hombre Cualquiera, forma parte del staff de Basta de todo y La venganza será terrible y es uno de los conductores de TVR pero más allá de su actualidad, Gabriel Schultz está en los medios hace 20 años. Desde sus comienzos con Carlos Abrevaya en radio, pasando por trabajos junto a Badía, Araujo, Niembro hasta llegar al presente junto a Matías Martin y Alejandro Dolina en radio, y Sebastián Wainraich en televisión se ha desempeñado tanto en tareas de producción como conducción.

Fuiste DJ, estudiaste ingeniería en sistemas y fuiste profesor en la ORT, ¿en qué momento decidiste dedicarte al periodismo?
Me empecé a aburrir estudiando otra cosa y me di cuenta que me gustaba el periodismo. Llegó el momento que me planteé, no tan concientemente, sino que fue decantando y me di cuenta que quería dedicarme al periodismo, en una época que estudiar eso no era tan común como ahora. La decisión la tomé en el año 86, arranqué al año siguiente y me recibí en el 89. No había tantas escuelas de periodismo, no era negocio enseñarlo ni era negocio estudiarlo porque si hoy es difícil vivir de ésto, hace veinte años parecía más improbable aún. Hoy es difícil porque hay poco trabajo, en esa época porque era un trabajo mal pago.

¿Arrancaste con Carlos Abrevaya?
Si, arranqué con Abrevaya en Radio Municipal, cuando todavía estaba estudiando periodismo y después él se fue de la radio y yo seguí en la radio un par años. Luego, fui a Radio La Red y ahí empecé con Juan Alberto Badía, con Fernando Bravo, con Adrián Noriega, luego Marcelo Araujo y después con Fernando Niembro.

Con Marcelo Araujo hacías un personaje que tuvo mucha repercusión llamado “René”, ¿qué recuerdos tenés?
Fue lo primero que hice al aire con continuidad, a pesar que yo no aparecía en los créditos o por lo menos no quería aparecer, no quería que supieran que era yo. Más que nada porque lo hacía como un hobbie. No era mi profesión ser un humorista sino que a mí siempre me gustaba la producción, buscar notas, esas cosas. Pero como me salía con tanta facilidad y Araujo le gustaba lo hacía pero en un momento llegó a tener más trascendencia cualquier cosa que hiciera con René que todo mi trabajo periodístico. Entonces fue ganándole ese personaje a todos los demás trabajos dentro de la radio. Me dio muchas satisfacciones.

¿Llegaste a hablar con muchos familiares de los protagonistas?
Si, es decir, tenía mucha producción el programa y encima tenía la ventaja que en esa época no había tantos celulares. Tenía los números de teléfono de las casas y era más fácil hablar con las mujeres o las familias de los protagonistas. Hoy el número de la casa no te lo dan porque aparte no están. En la actualidad me sería más difícil hacer una sección como esa. Yo no quería hablar con los protagonistas, quería hablar con las mujeres, las hijas, las madres, que además me parece interesante. A veces tuvimos algunas declaraciones increíbles como las de la mamá de Nelson “Pepino” Cuevas cuando entró a insultar a los dirigentes de River. También, cuando llamé a Blatter y me habló de los gatos de Buenos Aires, de cómo se divertía cuando venía a nuestro país. Hay algo que éticamente es discutible que es que ellos nunca supieran que estaban al aire. Reconozco que estaba mal pero se buscaba no incomodar, sino que la idea era divertir. Nunca buscaba una declaración que le trajera problemas al protagonista, no era la idea de la sección.

¿Cómo conociste a Matías Martin?
Llego a Matías porque él arranca en la Rock & Pop un programa, el productor que tenía se tiene que ir y llama a una persona que había sido profesor de Matías en TEA para que sea el productor. Esta persona había estudiado conmigo y como no podía me recomendó y el flaco me conectó con Matías. Yo renuncié mi trabajo en la escuela, estaba en el laboratorio de computación y me vengo por la mitad del sueldo y perdí la relación de dependencia que tenía. Es decir, me perdí diez años de antigüedad en blanco, renuncié en la ORT, podría haberme llevado mucho dinero pero prioricé la vocación. Sentí que era el momento, que tenía que seguir mi vocación. Sino posiblemente seguiría siendo profesor de computación y me sentiría muy mal.

¿Qué podés decir del programa de radio “Basta de todo”?
Es un programa de amigos. En general, en los programas que trabajé se creó éste clima, un estilo de trabajo. No venimos a sufrir a la radio sino que venimos a divertirnos y creo que se le transmite a la gente. El verdadero éxito radial se basa en que uno la pase bien.

¿Cómo surgió lo de las “Máximas de un Hombre Cualquiera”?
Eso surge porque yo siempre tenía ese tipo de observaciones tajantes sobre cosas y Juan Pablo Varsky, que en ese momento estaba en “Basta de todo” con nosotros me obligó a hacerlo al aire. Fue así. Me dijo que pensará una para decir y yo estaba en la producción y me hizo pasar, me insistió. Lo hice al aire, la gente se puso a debatir, se convirtió en una obligación y tuvo mucha repercusión positiva.

¿Te piden por la calle que digas alguna máxima?
Si, odio eso. No es que ando por la vida tirando máximas y cada vez me cuesta más. No es tan fácil. Trato que tenga cierta posible intención de realidad la máxima, aunque a veces parezca que no. Es buscar algo que sea posible que ocurra, por más que tal vez no lo sea.


¿Cómo se dio tu llegada al programa “La venganza será terrible” de Alejandro Dolina?
Es algo que a ésta altura de mi vida ya ni me lo planteaba. Se fue dando, Coco Sily se fue a la televisión con Alejandro Fantino y quedó el lugar vacante. Me probaron y quedé. Es maravilloso, es aprender algo nuevo. Es como si estuviera haciendo un master y está bárbaro. Se van dando cosas que nunca hubiera soñado que me iban a pasar y se dan con una naturalidad que me sorprende.

Con Matías también trabajaste en televisión en el programa “Arde Troya”, ¿eras un notero agresivo para preguntar no?
Si, fue lo primero que hice en televisión. Al principio lo hice con cierta inseguridad de mí mismo y después ví que tenía repercusión positiva en la gente. Pero había un momento que sentía que estaba haciendo algo raro porque era un total desconocido para las personas que entrevistaba y los bardeaba. Se ve que les habré caído bien porque nunca tuve un problema.

¿Ningún famoso se enojó?
El hermano de Susana, Patricio Giménez, una vez se enojó porque le pregunté “¿de qué vivís?, me respondió “yo canto” y le dije “dale, no me jodas, ¿de qué vivís?” y ahí me dijo que si la nota iba a ser así parábamos ahí. Paró la nota y no quiso seguir pero ahora si me lo cruzo, todo bien. Yo hacía ese tipo de preguntas.

¿Te sentiste cómodo trabajando en “Indomables”?
Si, no pude instalarme como panelista porque iba dos veces por semana, me turnaba con Gustavo Noriega. Entonces era raro, en radio puede ser más común lo de no ir todos los días. Igualmente me divertía y Roberto Pettinato fue muy generoso conmigo en el sentido de repartir el juego y darme un pie para que hiciera un chiste. Laburé con él tres meses nada más y puedo decir que conmigo se portó muy bien.

Actualmente en televisión sos uno de los conductores de Televisión Registrada, ¿el programa va a continuar?
El programa creo que va a seguir, no va a seguir en Canal 13, ésto ya es un hecho y no sé en dónde va a seguir. Es algo que escapa a mi decisión, ni que siga, ni que termine. Me entero muchas cosas de TVR leyéndolas en páginas de Internet o en diarios, no porque me las comunique alguien. Generalmente somos los últimos en enterarnos, tanto Sebastián Wainraich como yo, de las cosas que van a ocurrir. Nunca se nos pregunta por los informes o por los invitados. Hay un guión en el programa pero ni lo miramos, es un apoyo por si no se nos ocurre nada. Hay un gran guionista que es Pablo Mir, muy creativo y escribe muy buenos chistes que a veces ayudan muchísimo cuando no tenemos nada para decir pero también tenemos la posibilidad de improvisar.



¿Qué significan para vos Matías Martin y Sebastián Wainraich?
Tengo un vínculo enorme. Son dos personas que aprecio mucho, que considero amigos y que la verdad que laburar con amigo no sé si se puede repetir en alguna etapa de la vida. Ojalá toda la vida pudiera elegir trabajar con gente como ellos y si es por mí, ya te firmo que si. Es gente con la cual no tenemos discusiones, no hay peleas y no hay competencia. Son cosas muy valiosas, sobre todo en el medio, donde hay una competencia feroz y la amistad es una palabra que se usa mucho pero que no existe. Trabajar con amigos es algo que valoro más que la plata que gano.

¿Qué proyectos tenés para el futuro?
Seguir con lo que tengo. Si pudiera subsistir con éstos trabajos sería muy feliz. No es una cuestión de perdurar sino que lo disfruto, sobre todo el de la radio. El de la televisión tiene sus meses, en estos momentos no están fáciles las cosas. No por una cuestión profesional sino por cuestión de coyuntura. Me gustaría seguir con “Basta de todo” muchos años más y en la televisión me gustaría seguir haciendo un TVR que vuelva a ser humorístico y que vuelva a tener objetividad.

¿No estas conforme con el TVR actual?
En algún punto no porque ha perdido objetividad y sinceramente a mí me gustaría que fuera más equilibrado.
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martes, 22 de septiembre de 2009

Fernando "Coco" Sily: "Voy a seguir en el Multiteatro durante el verano"




Su trayectoria incluye trabajos junto a Tato Bores y Antonio Gasalla, fue la voz del primer juez del juego “El imbatible” de Susana Giménez, manager de la Bersuit Vergarabar y numerosos trabajos en teatro, radio y televisión. Fernando “Coco” Sily sigue llenando el Multiteatro con su unipersonal “La cátedra del macho” y durante la medianoche co-conduce el programa “Animales sueltos” junto a Alejandro Fantino.


¿Cómo fueron tus comienzos?
Yo empecé trabajando como payaso, de muy joven, en animaciones de fiestas y en shows. Esos fueron mis inicios, siempre trabajé de esto, no trabajé de otra cosa. Fue apenas terminé la secundaria que empecé a trabajar con un compañero mío que era mi preceptor en el colegio y con él arrancamos.

¿Qué recuerdos tenés de la obra “El señor Galíndez”?
Maravillosos porque fue el primer espectáculo que yo encaré como estudiante pero un gran recuerdo. Hacía un personaje que llama “Beto”, increíble. Todavía estábamos en la época de la dictadura, era una obra muy peligrosa para hacer porque estaba prohibido el autor y la obra, ya que hablaba sobre la vida de los torturadores. Tuve un encuentro con Héctor Alterio, casual. Mientras yo estaba haciendo la obra, él había terminado de filmar la película “El señor Galíndez” en España y me quedó ese recuerdo de haberme encontrado en el Bauen Hotel con ese maravilloso actor.

¿Tu padre no quería que actuaras no?
No quería que actuara pero tenía que ver con el tema de la dictadura y estaba preocupado por lo que me podría pasar pero después mi viejo se transformó en mi primer fan.

Después continuaste haciendo obras.
Sí, después hice muchísimo repertorio de teatro contemporáneo porque estaba en un teatro de San Telmo que era un teatro escuela en el que se montaban muy rápidamente muchas obras y eso me dio la posibilidad de hacer a Dragún, a Pavlovsky y un montón de autores más. De una manera muy acelerada pero con mucho público porque estaba de moda el lugar así que pude hacer mucho repertorio en ese momento.


¿Cómo se da tu llegada a la televisión?
Empecé trabajando en radio, me desarrollé ahí y un día conocimos a Sebastián Borensztein. Yo estaba haciendo con Pedro Saborido y Omar Quiroga unos micros de humor político, escribiéndolo con ellos y Borensztein nos convocó para escribir el programa de su padre, Tato Bores. Hice algunos programas y me desvinculé para tratar de conseguir trabajo como actor y le pedí a Sebastián que me deje trabajar en el programa de Tato haciendo unos bolos. Así arranqué y en seguida ya estaba conectado con algunas personas que había conocido en la experiencia de grabar con Tato y me llamaron para hacer una tira con Carlos Calvo, que se llamaba “Hola papi”. Ahí empecé a trabajar.

Hiciste varios programas de televisión, entre tiras y unitarios, ¿qué preferís?
La verdad que me da lo mismo. Me gusta toda la televisión.

¿Te ofrecieron algo actualmente?
No, hace bastante que no me ofrecen.

Volviendo al teatro, ¿qué podes contar de la obra que hiciste llamada “Aryentains 1” y “Aryentains 2”?
El espectáculo estaba basado en cuentos de Roberto Fontanarrosa. “Aryentains 1” era del libro “Usted no me lo va a creer” y en “Aryentains 2” era del libro “El rey de la milonga”. Con Roberto tenía un vínculo primero de admiración y después con el paso del tiempo de amistad. A través de Daniel Araoz que era el que lo conocía inicialmente, era amigo de él y como yo producía también con Daniel empecé a tener trato con Fontanarrosa hasta el final de sus días. Ya en ese momento estábamos haciendo en televisión los cuentos de él, que nos había dado los derechos para que lo produzcamos nosotros.

Respecto a “La cátedra del macho”, ¿cómo surgió la idea?
Nació en el programa de radio “Tarde negra”, que conduce Elizabeth “La Negra” Vernaci, donde empezamos como un chiste a joder que había muchos putos en el programa de ella, que hacía falta un macho. Fue tan gracioso lo que pasó porque yo fui como invitado a vender Aryentains, la llamé a “la negra” y le dije que tenía que publicitar la obra y la gente empezó a llamar. A partir de ahí empecé a ir una vez por semana y quedó eso del macho. Se fue instalando “La cátedra del macho”. Fue una gran casualidad y fueron apareciendo las cosas que serían de macho y las que no. Empezamos a armarlo, fue creciendo la bola y lo hicimos como dos años en el programa haciendo eso.


Luego aparece el libro.
Sí, ahí me llamó planeta para ver si queríamos editar el libro de “La cátedra del macho” y cuando juntamos el material para armar el libro nos dimos cuenta que había como para hacer un espectáculo. Nosotros escribíamos los guiones con Sergio Salasa, que es el productor. Así fuimos escribiendo el macho y los deportes, el macho y la mujer, el macho y la comida. Con todo eso rápidamente montamos la obra y se armó una gira. Hace dos años que estamos con el espectáculo. En Buenos Aires estuvimos en el teatro Chacarerean y ahora en el Multiteatro.

¿La idea del verano es seguir con “La cátedra del macho”?
Sí, voy a seguir en el Multiteatro durante el verano. Nos vamos a quedar en Buenos Aires y vamos a ir a Mar del Plata los lunes. Queremos ir a un teatro bastante grande en Mar del Plata ya que la idea es acumular la venta de toda la semana en un día. Acá vamos a seguir haciendo la obra de jueves a domingo.
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jueves, 17 de septiembre de 2009

Juan Carlos Mesa: "Estoy trabajando en un libro autoreferencial"




Fue guionista de los mejores cómicos del país, como Pepe Biondi, Carlos Balá, Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Tato Bores, entre otros. A su vez, formó parte de éxitos como “Los Campanelli” y mucho tiempo después protagonizó la recordada comedia “Mesa de noticias”. Juan Carlos Mesa siempre estuvo vinculado a los medios desde su Córdoba natal hasta su actualidad en la que forma parte del programa radial “Primera mañana” con la conducción de Ernesto Tenembaum.

¿Cómo fueron sus inicios en la provincia de Córdoba?
Me inicié como redactor en LW1, por entonces filial de la Red Splendid.

¿Qué recuerdos tiene del programa “Bocaditos de mesa”?
“Bocaditos de mesa” era un microprograma radial de emisión diario, duraba cinco minutos y era una miscelánea versificada sobre temas diversos.

¿Y del programa de radio “La troupe de la gran vía?
Fue mi ópera prima como programa de humor. El elenco se integraba con gente de la emisora (locutores, operadores, etc). Mi hermano Edgardo era el protagonista y yo guionaba y dirigía. Fue un gran suceso popular y lo llevamos a los teatros.

¿Cómo surge su llegada a Buenos Aires? ¿El primer trabajo en los medios?
Me contrataron por tres meses para integrarme a un equipo con Carlos Basurto y Jorge Garaycochea. Juntos libretamos una telecomedia para Teleonce llamada “Los sueños del Gordo Porcel”. A partir de allí comenzó mi trabajo en Buenos Aires haciendo programas sucesivos en el 9 y en el 13, que fueron “La Matraca” y “La Tuerca”.

Fue libretista de los mejores cómicos del país, ¿Algunas anécdotas que recuerde?
Muchas. Trabajé en el tiempo de los capocómicos y eso me permitió compartir muchos éxitos con figuras de aquel tiempo. Puedo contar una anécdota del programa “Humor Redondo”, cuando me hice cortar el pelo antes de un programa (en vivo) y Blackie en cámara me preguntó a propósito del nuevo peinado, “gordo, ¿donde tenés la raya?”.

¿Los Campanelli fue el primer gran éxito que realizó en Buenos Aires? ¿De quién fue la idea inicial?
La idea fue de Héctor “Toto” Maselli, que fue quién más hizo para que yo me quedara trabajando en Buenos Aires. Maselli intentó contar en aquella telecomedia cómo era una familia italiana como la suya, claro está, ficcionada desde el humor, y fue un sucesos de varias temporadas que compartimos en los libros con él, Oscar Viale y Jorge Basurto.

¿Tato Bores fue el que lo impulsó para que trabajara frente a cámara?
Así es. Tato me ofreció actuar un personaje en su programa y lo acompañé en dos temporadas.



¿Qué puede decir del programa “Mesa de noticias”?
Todo ese programa fue una suma de anécdotas. Imposible reseñarlas, pero placentero recordar que durante mil capítulos, en cinco años consecutivos, estuvimos en el aire.

En ese programa aparecieron varios latiguillos que quedaron marcados en la gente, ¿Cómo surgen?
Algunos fueron impuestos a través del libro y otros surgieron espontáneamente. Los actores no improvisaban, se ajustaban al texto, pero a veces lo recreaban con su impronta.

Después trabaja en el programa “El gordo y el flaco” nuevamente junto a Gianni Lunadei, ¿Qué recuerda de él?
Con Gianni estuvimos juntos en tres ciclos y eso nos permitió conocernos a través de un trato que excedió lo profesional y nos permitió fundar una cálida amistad.

Le escribió el guión de las últimas películas de Alberto Olmedo, ¿qué recuerdos tiene de él?
En total guioné 8 películas para Porcel y Olmedo. De Alberto recuerdo su enorme capacidad para trascender sus personajes con una capacidad asombrosa.

Olmedo generalmente se salía del libreto e improvisaba, ¿con sus guiones pasaba eso?
En cine se ajustaba al guión. En televisión, en los programas “El Chupete” y “Fresco y Batata”, era igualmente respetuoso de las ideas pero su impronta y sus hallazgos se generaban todo el tiempo.


¿Le gustaría escribirle a algún humorista de la actualidad?
Sí, claro, hay actores que me divierten por su veta cómica y su creatividad, por ejemplo Diego Capussoto, Fabián Posca y tantos otros.

¿Por qué no hay programas humorísticos en la televisión?
Porque se improvisa mucho. El autor, en gran parte, ha desaparecido. Además, por costos, el género ha sido relegado al del entretenimiento. Ahora hay más programas de juegos, preguntas, premios, etc.

¿Por qué el programa Hechizada no tuvo mucho éxito?
Es muy difícil encontrar los motivos por los cuales un ciclo no prospera. El programa “Hechizada” tuvo nada menos que a Florencia Peña, Georgina Barbarossa, Hugo Arana, buenos guiones y mejor dirección. Pero a veces, misteriosamente, las cosas no se dan.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar en los sketchs con Susana Giménez?
Trabajar junto a Susana Giménez es una fiesta, porque ella hace sentir cómodos a todos sus compañeros de elenco.


¿Qué anda haciendo actualmente?
Estoy locutando desde hace tres años las campañas en off del Banco Santander Río, que me auspicia además en mis diálogos de humor con Ernesto Tenembaum en Radio Mitre.

¿Tiene algún proyecto?
Estoy trabajando en un libro auto referencial que espero se edite el año que viene.
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lunes, 14 de septiembre de 2009

Alfredo Graciani: "Boca es todo para mí"




Fue una de las máximas figuras de Boca Juniors en la década del `80 y junto con Jorge Comas formó una dupla letal. Alfredo Graciani ha convertido gran cantidad de goles con la camiseta azul y oro, siendo su especialidad la de convertirle a los equipos grandes. Actualmente se desempeña como colaborador en Deportes de Capital Federal.

¿Tus inicios fueron en Atlanta?
Si, yo comencé desde muy chico, desde los 9 años jugando en Atlanta. Ya estaban mis dos hermanos mayores en Atlanta así que me sumé a las infantiles del club. Era un tema de familia y fui, hice la prueba y quedé. Jugué, hice las inferiores y a los 16 años debuté en primera. Si no me equivoco fue un partido contra Nueva Chicago, fue algo muy importante porque en esa época debutar a esa edad no era muy común. Fue una experiencia muy linda. En Atlanta estuve con Enrique Hrabina que jugó con los tres Graciani.

¿Cómo se dio tu paso a Boca?
Yo a los 19 o 20 años, una vez que nosotros ascendemos con Atlanta a Primera División en el ’84, tengo la suerte de andar bien en la categoría y ahí me ven. Entonces en el año `85 aparece la empresa Puma Internacional, la del cantante Puma Rodríguez y me compra a mí y al “Plumero” Gómez y nos lleva a Boca Juniors, de la mano de Héctor Maselli, que era su representante y muy fanático de Boca.

¿Qué recuerdos tenes de tu debut?
Me acuerdo de todo, de cuando llegue a Boca también. El club estaba muy mal económicamente, la cancha no se usaba y debuté en el último Nacional que se jugó, en el año `85. Llegué un miércoles o un jueves, entrené y el domingo Alfredo Di Stéfano me dijo que iba a jugar de titular. Boca venía de mal en peor. Debuté contra Altos Hornos Zapla en Jujuy y fue algo especial, me puse la camiseta de Boca siendo muy joven y con la cancha llena. Perdimos 1 a 0.

¿Te acordás de tu primer gol?
El primer gol lo hice contra Estudiantes de Río Cuarto, ganamos 7 a 1 y me acuerdo que para ellos jugaba Roberto Mouzo.

¿Cómo fue la experiencia de Boca?
Cuando llegué a Boca no era 7, no era un wing derecho. Toda mi vida en Atlanta jugué de 9 atrasado, que sería el enganche o un cuarto volante. Siempre era mi puesto. Pero después que Alfredo Di Stéfano se va de Boca, toma Mario Sanabria la dirección técnica y me propone jugar de 7 y le dije que sí, que yo quería jugar. Entonces me mandó a hablar con el Eber Mastrángelo que era su ayudante para que me enseñara la diagonal y bueno, por suerte aprendí. En ese momento tenía al Chino Tapia como compañero y la verdad que nos entendíamos de memoria.


¿Por qué pensas que con ese equipo, en el que también estaban Jorge Comas y Jorge Rinaldi, no llegaron a conseguir ningún título?
Porque son épocas y yo creo que nos pasó un poco más de suerte y un poco más de actitud. Siempre llegábamos y nos caíamos sobre el final. Son cosas que nos faltaron en esos equipos pero yo por suerte me quedé muchos años y pude salir campeón de la Supercopa `89 y de la Recopa `90. Lástima que en el campeonato del `91 con Diego Latorre y Gabriel Batistuta no se nos dio o no se lo dieron ganado a Boca. Justo el torneo siguiente empiezan los torneos cortos. A nosotros nos perjudicó que justo ellos dos fueron con la selección a jugar la Copa América. Ese fue el gran problema que tuvimos nosotros sino tranquilamente hubiésemos ganado esa final contra Newell`s. Ese año me fui del club pensando que había sido campeón.

Después te fuiste de Boca y justo en ese torneo sale campeón, ¿te arrepentiste de haberte ido?
No, al contrario, me puse contento. Yo justo tenía la oferta para irme a Europa y quería saber si podía estar a la altura de Europa. Entonces no lo dudé, me fui a Suiza, estuve un año y fue un año muy positivo para mí. Estuve en el Lugano, hice casi veinte goles y después por temas personales me tuve que volver sino no me hubiese vuelto, para nada. Fue una experiencia muy linda, el fútbol era muy distinto, más rápido, más dinámico y estuve a la altura. Los dirigentes estaban muy contentos, me había adaptado rápido, me habían llamado de otros equipos. Eso fue en el año ’91 y en el `92 me volví a la Argentina. Yo tenía un contrato medio raro, después de 3 años yo tenía que jugar un año en Boca y otro en Suiza, entonces como me volví antes de lo pactado no podía ir a Boca, por eso surge lo de ir a Racing. Jugué seis meses en Racing y ahí volví a Boca, por un tema de contrato.

¿Luego aparece lo de Deportivo Español?
Si, después se da que en esa vuelta quedo un poco relegado con Menotti, que casi ni me usó en seis meses y surgió la posibilidad de ir a Español, quería jugar y también estuve poco tiempo ahí. Y bueno, luego cuando uno no empieza a jugar se complica y uno ya empieza a tener una edad un poco mayor. Después empecé a jugar en el Nacional B, en Atlético Tucumán y en Argentinos Juniors. Lo de Argentinos fue una experiencia bárbara y después de Boca es un equipo que llevo en el corazón porque es un club que uno lo empieza a querer. Con Argentinos tuve la suerte de salir campeón y ascender a Primera División, entonces la gente me recuerda con mucho cariño.

¿Cómo fue el final de tu carrera?
Termino lo de Argentinos y me voy a Venezuela y de Venezuela me fui a Estados Unidos y cuando vuelvo de allá, decido no jugar más. En Venezuela jugué en el Caracas que es el equipo número uno de ese país. Me fue muy bien, estuve muy cómo. Faltando dos fechas perdimos el campeonato, echan al técnico que me había llevado y el que asume tenía un problema con los argentinos. Tuve un cruce con el técnico y tuve que rescindir el contrato. Así se da mi pase a Estados Unidos. Justo empezaba la MLS (Major League Soccer), me fui al Miami Fushion, estaba Cacho Córdoba de técnico pero como ya estaba completo el cupo de extranjeros me quedé en el segundo equipo de Miami Fushion. Estuve dos años y al tercer año me volví a la Argentina y llegué acá a los 33 años. Estaba bien pero las ofertas que tenía eran de equipos muy chicos y que no tenían hambre de pelear cosas importantes, entonces tomé la decisión de retirarme.

¿Qué significa Boca Juniors en tu vida?
Boca es todo para mí. Estoy muy identificado. Cuando me tocó abandonar el fútbol, ahí me di cuenta de lo que logré en Boca. Creo que cuando uno está jugando no te das cuenta si la dimensión es grande o chica. Un día me llevaron a una peña de Boca y ahí me di cuenta de lo que significaba para el hincha de Boca. A partir del 2000 entro a viajar por las peñas del interior y de la mano de Jorge Amor Ámeal, que hoy es el presidente de Boca. Soy un agradecido de él porque me dio la posibilidad de entrar nuevamente al club pero cumpliendo otra función, de ídolo. Lo que más valora el hincha de Boca es que siempre yo le hice goles a los equipos grandes. Quizás venía de unos partidos sin hacer goles pero venía un equipo grande y la metía.


Hace poco te volviste a poner la camiseta de Boca para jugar el torneo de veteranos “Super 8”.
Eso surgió de varias reuniones, hay mucha gente que quiere hacer el fútbol veterano pero profesionalmente y apareció la empresa “Zona Comunicación” que armó el Super 8 y la verdad que estoy agradecido. Ha sido un éxito, nos volvimos a juntar, más allá de los resultados. Salieron lindos espectáculos y fue una experiencia muy linda para los que somos ex jugadores. La idea es continuar.

¿Qué andas haciendo actualmente?
Hace dos años, desde que Mauricio Macri maneja la ciudad de Buenos Aires, estoy trabajando en Deportes de Capital Federal. Estoy muy cómodo, trabajando con Walter Pico y hace un año que estamos instalados en el Parque Sarmiento y colaboramos con todos los deportes. Voy aprendiendo otros deportes y voy conociendo gente con mucho talento en otras disciplinas.
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jueves, 10 de septiembre de 2009

Valeria Schapira: "Soy bastante pesada cuando se me pone algo en la cabeza"




Reconocida en los medios por su rol de columnista en el programa Acoso textual y por sus libros de humor, la periodista y escritora Valeria Schapira ha transitado un importante camino en su Rosario natal hasta llegar a formar parte de los medios masivos de Buenos Aires. Desde sus comienzos en los que entrevistaba músicos de rock nacional hasta su presente ha marcado un estilo muy particular en los proyectos que emprende.

¿Empezaste trabajando en medios de Rosario?
Sí, empecé a trabajar en radio a los 17 años en LT8 de Rosario, haciendo free lance, por un amigo de mi viejo que era periodista. Yo desde los 15 años sabía que quería ser periodista. Terminé la escuela, estudié comunicación social, a la par hice el traductorado de inglés y mientras tanto trabajaba en publicidad y en el cable de allá, en Cable Hogar. Cuando terminé la carrera me fui a Inglaterra con una beca de The British Council, que es el brazo cultural de la embajada británica, me fui a hacer un Posgrado en radio y televisión. Después volví, me casé, seguí trabajando en Canal Abierto de Rosario, donde laburé como 14 años. Después caí acá con uno de mis libros a presentarlo, me vio Gastón Portal, me llamó para un programa y empezó mi etapa porteña, ya de grande.

¿Empezaste a escribir de chica?
Sí, siempre fui una chica bastante conflictuada y volcaba mis historias en la escritura y empecé a escribir. Poemas, cartas, tenía amigos por carta, en un momento llegué a tener cuarenta.

¿Cómo fue la experiencia de estar viviendo en Inglaterra?
Fui corresponsal allá. Yo trabajaba en Canal 3 de Rosario y en la radio LT2. Entonces me fui a hacer la beca que fue de un año en Sheffield, luego una tutoría en la BBC de Londres y en todo ese tiempo hice de corresponsal en Europa para el medio de Rosario. Estuvo bueno, a nivel laboral fue una experiencia muy linda, a nivel personal fue complicada ya que justo acababan de morir mis viejos.

¿Al volver seguiste en Rosario?
Cuando volví me recibieron con todos los honores, me dieron mi programa propio, toda la historia. Después con el tiempo me cansé, no sé si nací para trabajar en relación de dependencia, es complicado, son muchas horas y la presión del noticiero es muy grande. Fui movilera de radio y televisión por muchos años, luego pasé a la producción y no lo disfrutaba. Para mí hay códigos que se han ido perdiendo en el periodismo. El respeto al entrevistado por ejemplo.

Contame de los libros que publicaste.
El primer libro se llamó “Fuera de Micrófono – lo que ellos no dicen al aire”, una edición bastante artesanal con notas al Negro Fontanarrosa, La Sole, a personajes de la región. Después saqué otro libro más lindo también con la Editorial de la Universidad de Rosario que se llama “Café de por medio”, que yo viajaba todos los fines de semana acá a Buenos Aires a entrevistar personajes. El prólogo lo hizo Víctor Hugo Morales. Luego ya vino la escritura comercial.

En Rosario tuviste un programa de televisión de entrevistas.
Se llamaba “Todo Vale”, un programa hermoso y una de las mejores notas es la que le hice a Fontanarrosa. Una vez vino Raúl Portal y nos pusimos en alegres en la nota. Yo le había hecho llevar todo el vestuario de la perra Chicha Candela, estábamos ahí tomando vino. Pasaron muchos futbolistas, mucha gente de Rosario.

¿Te propusieron hacer un programa de entrevistas en Buenos Aires?
No, no me propusieron y hace rato que lo estoy intentando. Me tengo que poner las tetas primero y trabajar en alguna agencia de modelos. Lamentablemente me está costando mucho. Me cansé de ir con piloto a los canales. Cuando tenga que venir, vendrá. Hoy los programas de entrevistas los hacen las modelos.


¿Qué es lo que pasó que en un momento te volcaste a escribir libros de humor?
Básicamente me separé. Yo no nací para ser una mujer formal y cortez pero el contexto me llevaba a eso. Además ser una señora, trabajaba en el noticiero. Cuando me separé me hinché las pelotas, empecé a escribir unas columnas, en la web de un canal de Rosario, que se llamaban “Confesiones de mujeres de 30 y pico”. Lo usé para ejercitarme en eso y me proponen escribir “Hombre, manual de usuaria”, que lo hice de taquito divirtiéndome en los bares. Y con ese libro, en mis vacaciones vine a Buenos Aires a hacer prensa, llamé a los productores y empecé a recorrer los programas y así fue como me contrataron para la televisión en Buenos Aires. Renuncié en Rosario y me vine a vivir acá.

¿Así surge tu llegada al programa “Acoso textual”?
Sí, estuve trabajando en “Acoso textual” y el primer año fue grandioso porque tenía canje con un hotel y la pasaba muy bien. El segundo fue bueno pero ya tuve que alquilar y pagar todos los gastos. Luego estuve en “El diario de Carmen” a la mañana, nunca me divertí tanto en mi vida, pagaría por volver a trabajar en ese programa con Carmen Barbieri. Después hice una breve participación “¿Por qué no te callas?”, también estuve en “Infama” y trabajé unos meses con Beto Casella en la radio. A mí me gusta mucho la radio.

¿Qué podes contar del último libro que publicaste, “Enredados. Sexo, humor y amor en la web”?
La idea de ese libro surgió a través del programa de Beto Casella. Laburaba con él hace más de un año y yo iba a contar que me había hecho el facebook, el blog y todo eso y se mataban de risa. No podían creer que se podía levantar tipos por Internet y toda esa historia pero cada vez que tocaba un tema de esos, era un infierno de llamados. Y pensé, acá hay una veta. Si bien tenía otro libro en preparación que es el que sale ahora, fui un día a sentarme con el gerente de la editorial y le dije que tenía un libro de verano que tiene que salir ahora porque no hay. Hay libros de sociología pero no de libros acerca del fenómeno de redes sociales y el levante. La editorial me dijo que si y me dijeron que le diera para delante, que tenía un mes para escribir el libro y así fue. En general trabajo mejor bajo presión. El libro no es una chantada, tiene investigación periodística, me pasaba horas googleando. Enredados es un manual para levantar por Internet.


¿Ahora estas armando un “Taller de levante por Internet”?
Si, es “Enredados” volcado a la práctica. Básicamente es llevar ciertos tips a la oralidad y al intercambio y nos vamos a divertir mucho. Por el lado del humor, la idea es que la pasemos bárbaro pero a la vez al que está solo darle las herramientas para que pueda levantar por la web. Estoy trabajando con la gente de Speed Dating de 10 citas en 8 minutos, es decir, si se levantan ahí mejor. No es que yo soy una fundamentalista de la web, muchas veces me han acusado de eso. Prefiero el cara a cara pero a veces no se puede o no funciona. Bienvenida sea otra herramienta para conocerse.

¿Qué podes adelantar del libro que estas por publicar?
Es la historia de una mina que está cerca de cumplir los cuarenta años y se da cuenta que si quiere tener un hijo se le está pasando el tren. Por lo general trato de hablar de temas que están muy metidos en la gente pero que no se hablan. Si salís a la calle vas a ver muchas minas que se realizaron profesionalmente y que de repente ven que tienen 37 años y no tienen un hijo. Entonces esto es lo que le pasa a la mina. Todo con mucho humor, contando las bizarras historias con muchos hombres, se va a hacer un tratamiento de fertilización asistida. El libro tiene un soporte psicológico y científico, obviamente me entrevisté con ginecólogos y psicólogos. Ella siempre interactúa con un psicólogo on line.

¿Pensás que a futuro el libro podría convertirse en un programa de televisión?
A mí ese tipo de programa no es uno que me gustaría hacer. Por ejemplo ahora estoy haciendo un curso de guión con Jorge Maestro y Pablo Culell y estoy guionando el libro con formato de película. Me encantaría poder hacer una cosa así. Es más, de hecho a Culell le vengo diciendo para que lleve el libro “Monólogos de una mina sola” a la ficción y yo sé que de tanto romperle las pelotas lo voy a conseguir. Soy bastante pesada cuando se me pone algo en la cabeza.
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sábado, 5 de septiembre de 2009

Ana María Shua: "El autoplagio es inevitable para los escritores"





Ha publicado más de cuarenta libros, el primero con tan solo 16 años fue una recopilación de sus poemas, luego ha escrito diversos géneros literarios como cuentos, novelas y microrrelatos y en todos los casos la escritora Ana María Shua ha conseguido un gran reconocimiento nacional e internacional. Recibió varios premios y muchos de sus cuentos forman parte de antologías editadas por el mundo. Actualmente se editaron dos antologías propias, una en España llamada “Cazadores de letras” y otra en la Argentina que se denominó “Que tengas una vida interesante” en la que reúne una selección de sus mejores cuentos.


¿En qué momento de su vida empezó a escribir?
Empecé a escribir desde muy chica, tenía 8 años, escribía en la escuela primaria. En esa época escribía poesía, rápidamente me convertí en la poetisa más famosa de toda la Escuela Número 15 del Consejo Escolar Séptimo y por si eso fuera poco, gané un concurso de composición para el Sesquicentenario de la Revolución de Mayo y otro concurso de composición de la Asociación Sanmartiniana de Caballito.

¿Su comienzo en la escritura fue por algo en particular?
No, escribir era algo que me salía muy bien y por eso empecé a hacerlo. Yo tenía una tía muy joven que estudiaba abogacía y a su vez estaba aprendiendo arte escénico y declamación y me tenía a mí, cuando tendría unos 3 o 4 años, como su espectadora privilegiada, yo era su público. Y bueno, se ve que se dio lo de “dime lo que lees y te diré lo que escribes”, quizás eso tuvo influencia. Cuando empecé a escribir fueron poesías, además es más fácil para un chico escribir poesías que escribir narrativa. Aprender a contar es algo que exige más madures. El primer verso que escribí en la escuela estaba dedicado al día de la madre y provocó hasta escándalo y asombro, me felicitó la maestra, la directora.

¿A los 16 años publicó su primer libro de poemas?
Tuve toda una época de escribir versos en la escuela hasta que pasé a sexto grado a la maestra le interesaban más las chicas que tocaban la guitarra y no me dio tanta importancia y por falta de estímulo externo se agotó la inspiración. Unos años después retomé la escritura gracias a una profesora de teatro que se llamaba María Ester Fernández. Cuando yo tenía 14 años quería estudiar teatro, mi mamá me la presentó y rápidamente la profesora se dio cuenta que yo no tenía pasta de actriz y que en cambio podía escribir y entonces me empezó a pedir que escriba de deber un poema por semana. Así fue como salió mi primer libro de poesía. A los 15 años me presenté al Fondo de las Artes y gané un premio muy chiquito que consistía en un préstamo para publicar el libro. Y el libro se publicó cuando tenía 16 años y mi primer libro se llamó “El sol y yo”. Después estudié en el Colegio Nacional de Buenos Aires y luego hice la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Me recibí de profesora.

¿Cómo fue la experiencia de vivir un año en Francia?
El clima en la Argentina estaba complicado, yo para ese entonces ya me había casado y en el `76 estaba la dictadura militar y mi hermana se había tenido que escapar. Poco después se fueron mis dos primas. Pero la verdad que mi marido y yo no éramos militantes, no estábamos buscados, por eso siempre insisto en que no fue un exilio. Igualmente volvimos en el `77. Nosotros queríamos experimentar lo de vivir en otro país y es muy feo ser extranjero, muy triste y muy doloroso. Uno cuando no tiene la experiencia ve todos los beneficios y las ventajas de irse de su país y no se imagina todos los problemas y dificultades con los que se va a encontrar. No la pasamos muy bien. Los parisinos son muy malhumorados en general, una vez que uno conoce los mismos códigos y aprende a contestar en el mismo tono, se adapta. París es una ciudad maravillosa pero no sabíamos que a París le dicen “la ciudad gris” porque nunca sale el sol. El invierno es muy largo. Si vas una semana y cae una llovizna podes pensar que es muy romántico pero si estas varios meses y nunca sale el sol ya deja de ser tan agradable. En Europa trabajé en una revista española haciendo notas de destape y el que me permitió publicar las colaboraciones fue un muchacho muy amigo nuestro que se llama Marcelo Aparicio, es un periodista argentino que vive en Barcelona. En ese momento era corresponsal de la revista “Cambio 16” en París, entonces me encargaba notas de cine pornográfico, de las prostitutas y todos temas referidos al destape que se estaba dando tras la muerte de Franco. Todo de alto voltaje erótico.


¿Cuándo regresó a la Argentina escribió la novela “Soy paciente”?
Si, ya venía escribiendo cuentos y me había dado cuenta que los libros de cuentos son muy difíciles de publicar y entonces escribí mi primera novela llamada “Soy paciente” y me presenté a un concurso de la Editorial Losada y gané el primer premio compartido y gracias a eso la novela se publicó.

¿Por qué en varias de sus historias está presente el tema de la enfermedad?
En muchas pasa eso, no sé el motivo. Cuando escribí “Soy paciente” pensé que era pura casualidad y que se trataba de una historia que yo conocía porque era un amigo nuestro que se había tenido que internar por un problema y le habían pasado una serie de desventuras tan disparatadas que pensé que era para escribir una novela. Pero después cuando seguí escribiendo otras historias ahí me di cuenta que el tema de la enfermedad, de los médicos, de la relación médico-paciente aparece una y otra vez en todo lo escribo y no sé porque, me interesa literariamente.

¿Cómo surgió la idea del libro “Los amores de Laurita”?
En ese caso lo que yo quería era exorcizar ciertas experiencias personales que para mí fueron muy duras en mí adolescencia sobre todo. Yo tenía muchas dificultades a pesar que ya había escrito “Soy paciente”, aunque esa novela es como un cuento estirado, es muy corto. Y con “Los amores de Laurita”, en esa época estaba leyendo un libro de Scott Fitzgerald que se llama “Las desventuras de Pat Hobby”, los libros salen de otros libros. Cuando leí ese libro pensé que el mío tenía que ser de ese estilo, una especie de novela picaresca en el que cada capítulo esté tratado como si fuera un cuento y pueda sostenerse en forma independiente del resto. Eso me permitía sortear mis dificultades con la estructura de la novela. Cada capítulo cuenta la historia de Laurita con cada uno de sus amores. La estructura de la novela eran capítulos cerrados.

Y después esa novela se transformó en película.
El libro salió en el año ’84 y en el año ’85 apareció Antonio Ottone, que había filmado ya “Flores robadas en los jardines de Quilmes” con mucho éxito y me dijo que tenía muchas ganas de hacer una película con la novela. A mí me pareció un poco disparatado porque esa novela tenía mucho mundo interior y pocas imágenes. Yo no la veía para una película pero él estaba muy entusiasmado, trabajamos juntos en el guión y se hizo la película.

También trabajó en el guión de la película “¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?”
Muchos años después, en el `92, trabajé con Juan José Jusid en el guión de esa película. Igualmente en éste caso la historia era de Jusid, que tenía una historia muy avanzada y yo lo ayudé a terminar el guión.


¿Qué puede decir de su libro “La sueñera”?
Me encanta. Yo quiero mucho a ese libro. En realidad es mi primer libro de narrativa porque lo escribí antes de terminar “Los días de pesca” que es mi primer libro de cuentos o “Soy paciente” que es mi primera novela. Lo que pasa que es una cosa muy difícil de publicar. “La sueñera se publicó en el `84 pero lo había empezado a escribir en el `75.

Así como en sus relatos está presente el tema de la enfermedad, también en muchos casos aparece el insomnio, el sueño y las pesadillas.
Si, eso es totalmente autobiográfico. El insomnio es algo que todavía me persigue y las pesadillas también pero cuando era joven, las pesadillas eran mucho más graves. Eran más intensas, a veces hasta me tiraba de la cama.

Lo que llama la atención en el libro de minificciones “La sueñera” es que cada historia no tiene título sino que está numerada, ¿por qué ocurre eso?
“La sueñera” yo lo escribí con la más absoluta libertad, con la libertad de alguien que no sabe si se va a publicar y entonces lo único que interesa es el texto. A mí me gustó ordenarlo así y que los textos estuviesen en el orden que fueron apareciendo. Después aprendí que cuando uno de los cuentos sale en una antología es mucho más cómodo que tenga título, sino generalmente le ponen algún título. Los otros libros de minicuentos como son “Casa de Geishas”, “Botánica del Caos”, “Temporada de fantasmas”, ya todos tuvieron los cuentos con títulos. En “La sueñera” tengo muchos cuentos que trabajan con juego de palabras, cosa que ahora prácticamente no hago porque estoy pensando en las traducciones. “La sueñera” fue un libro muy libre porque hice lo que tenía ganas de hacer sin pensar en ninguna cuestión extraliteraria como sí necesariamente pienso ahora porque ya estoy contaminada por cuestiones editoriales. Ya tengo muchos textos con juegos de palabras, me parece que eso ya lo agoté y ahora tengo que salir para otro lado porque a medida que uno escribe y va envejeciendo y va cargando más libros sobre el lomo cada vez se hace más difícil ser original. Uno escribe en contra de los libros que ya escribió, tratando de evitar el autoplagio, que en realidad es inevitable para los escritores. Dentro de lo posible quisiera ser siempre original.
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