lunes, 24 de enero de 2011
David Kavlin: "La radio en Argentina tiene un nivel que la televisión de nuestro país debería envidiar"
Alcanzó su mayor nivel de popularidad al co-conducir junto con el “Mono” Amuchástegui el programa “Vale la pena” y desde la soltura que mostraba frente a cámara ha transitado su camino tanto en medios del interior como en Buenos Aires. David Kavlin forma parte de un grupo de jóvenes conductores pero más allá de eso, es actor, cantante y compositor. Desde el 17 de enero conduce el programa “Kavlines pelados” por Radio TKM, de lunes a viernes de 9 a 12 hs. David dialogó con “Entre vidas” para contar parte de su importante trayectoria y su actualidad al frente de un importante desafío radial.
Sos conductor de radio, de televisión, actor, cantante, ¿con qué rol te sentís más cómodo?
Uno va encontrando la comodidad en distintos aspectos de cada actividad. Con el tiempo aprendí a detectar que cosas me gustan de cada rol y pontenciarlas.
Tus comienzos se dieron en FM Salta, ¿qué recuerdos tenés del programa “Maratón”?
Se mezclaron varias cosas en ésa época. Primero, compartir el descubrimiento de la pasión por la comunicación con mi mejor amigo, Álvaro, con quién hicimos “Maratón”. Jugábamos a hacer radio, pero el juego se fue profesionalizando y eso llevó a perfilar todo hacia la búsqueda de una carrera. Además, eran los años ochenta, una década símbolo en la Argentina post dictadura, con una necesidad de exteriorización de la palabra y ahí estábamos nosotros.
¿Cómo se dá tu llegada a Córdoba?
Llegaba el final del secundario y yo había definido mi futuro académico, pero tenía que ver dónde. Mis padres me habían preparado desde hacia años bajo la idea que debía partir y a Buenos Aires la sentía enorme, así que opté por una ciudad intermedia, pero con fuerte desarrollo universitario.
En Córdoba conociste al “Mono” Amuchástegui con el que armaron una importante dupla, ¿ya desde el ciclo “12 mil” pensaron que iban a tener tanta química?
En Córdoba me topé con un tipazo, con ganas de hacer, como es el “Mono”. Primero me produjo en el cable y tras irnos a Paraguay le propuse que estuviera al frente del micrófono. Me parecía que su carisma daba más que para tirar ideas y vender publicidad y nació una dupla increíble.
Tras varios años trabajando en medios cordobeses llegas a Buenos Aires, ¿cómo se dio esa oportunidad?
Un productor nuestro en Paraguay tenía vínculo con Claudio Villarruel y se dio que viniéramos a hacer un piloto para Telefé. A partir de ahí se fue gestando “Vale la pena”.
¿Qué significó en tu vida el programa “Vale la pena”?
Fue lo mejor que me pasó en mi vida televisiva. Lo que no significa que en un futuro no pueda haber otro momento importantísimo que marque mi carrera en la tv. Era movilizante desde entrar por la puerta con las tres pelotas, cruzarte con grandes de la televisión, poder aprender a cada instante, trabajar con un grupo extraordinario de personas, construir amistades y ver crecer a cada uno.
Tuviste la oportunidad de trabajar con Martín Bossi y Alejandro Muller, dos de los actores del momento, ¿qué podés decir de ellos?
Son regalos de la profesión cruzarte en la vida con buenas y talentosas personas. Pero además son medallas que me cuelgo sin pudor de decir “a éstos tipos casi los elegimos nosotros y mirá dónde llegaron”. Ojo, lo hubieran logrado igual pero que lindo que es haber estado alguna vez en el mismo camino. Con Martín me une una amistad que nació de veranear juntos hasta incluso hacerle de anfitrión improvisado en algún show en sus comienzos. Siempre supe y supo hacia dónde iba y lo que le pasa me llena de orgullo. Y lo mismo con Ale, desde que improvisaba con nosotros tenía en claro que a un actor así, tarde o temprano le iba a llegar la oportunidad. Así fue. Un día me llamó la hermana de Adrián Suar para preguntarme si no me molestaba que lo llamaran para Pol-ka, imaginate si me iba a molestar?!!!
¿Qué te dejó la experiencia de conducir un clásico de la televisión como “Feliz domingo”?
Tomo siempre lo mejor de cada paso que doy y tamizo lo bueno de lo que no fue tan positivo. Hacer “Feliz domingo” me sirvió para ganar más horas de vuelo, poder trabajar con muchísimo público cada domingo y además, poder decir con mucho orgullo que fui parte de un programa con mucha historia.
El año pasado se te pudo ver cantar en la novela “Alguien que me quiera”, ¿seguís componiendo y cantando temas propios?
Lo que hice en la novela de Osvaldo Laport y Andrea del Boca fue solo una participación para darme un gustito de actuar. Y se dio que justo el personaje tenía que cantar. La música es otro pedazo de mi ser y siempre estoy componiendo y cantando mis canciones, por ahora canto para “adentro” (risas). Tal vez haya llegado el momento de sacar todo eso.
Arrancaste con el programa “Kavlines Pelados” por Radio TKM, ¿cómo surgió la propuesta?
Tenía ganas de hacer radio en FM y se lo conté a Daniel Hadad. Con mucha generosidad me propuso en pocos días la chance de armar algo con Ricky Valdez en la mañana de Radio TKM y todo fue fluyendo rápidamente. Armamos con Christian Raimundi, el gerente, el esqueleto del programa y definimos el equipo y manos a la obra!!!
¿Con qué se encuentra la gente que escucha el programa?
Se encuentra con un Kavlin pelado auténtico, con lo que nos divierte, nos mueve, nos preocupa, nos apasiona. Todo eso en forma de radio, música, secciones, info, etc.
Vas a tener que competir contra otros programas importantes ya instalados y con mucha audiencia, ¿qué es lo que diferenciará tu ciclo de los otros?
La diferencia la pone la personalidad que le imprime el conductor, más allá del contenido. Creo que con Anita y Vinchu, que me acompañan, y el equipo de la radio, vamos a lograr a base de trabajo, creatividad y mucha pasión, instalar de a poco un producto muy digno.
¿Qué opinión tenés acerca del nivel radial actualmente?
Si te sirve de algo, la radio en Argentina tiene un nivel que la televisión de nuestro país debería envidiar.
¿Qué proyectos tenés para el 2011?
Muchos. Siempre tengo muchos proyectos, tenerlos es el motor de mi vida. Algunos salen, otros no.
Por último, ¿cuál es tu mayor objetivo como artista?
Hace rato que no me manejo con objetivos, me manejo con pasos en el camino.
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sábado, 24 de julio de 2010
Marcela Feudale: "Soy muy crítica de los formatos de radio actuales"
Es la voz del programa más importante de la televisión argentina y forma parte del elenco desde el inicio cuando se llamaba Videomatch he iba por la medianoche. Marcela Feudale es multifacética y más allá de su participación junto a Marcelo Tinelli, ha trabajado en radio al frente de programas musicales, magazine y hasta se ha dado el gusto de hacer teatro junto a Moria Casán. Actualmente se encuentra trabajando en Showmatch y además, conduce un programa de radio llamado “Animate a decirlo” por la 92.3.
¿En qué momento decidiste estudiar locución?
De muy chica jugaba con mi mamá y mi hermana a la radio y de ese modo se fue convirtiendo en vocación. Teníamos móviles, periodistas acreditados y hasta un avión que mi mamá hacía con la boca. Nos grabábamos en un viejo grabador familiar y después nos reíamos mucho cuando la escuchábamos. Además, cambiábamos las voces para hacer otros personajes.
¿Todavía conservas esas grabaciones?
No, lamentablemente no, porque no pensé que con el tiempo fueran trascendentes. Pavadas que uno hace en la vida.
¿Tu mamá tiene algún vínculo con el mundo de la radio?
No, para nada. Era y es una gran oyente de radio, igual que mi abuela.
¿Luego de lo que nació como un juego se dio lo de estudiar para locutora?
Si, estudié en un principio locución, luego periodismo y con los años me gradué en Historia.
¿Qué fue lo primero que hiciste en radio?
Lo primero que hice fue como estudiante. Grababa para un programa que hacía un compañero llamado Dante Alcaraz en la radio Lt17 de Posadas. Yo era su columnista de turismo. Se grababa en el estudio de Orsese y de allí se mandaba, al igual que todo el programa. Luego, trabajé con Franco Bagnato en un programa de Radio Belgrano. Éramos compañeros de estudio y el programa iba los sábados de 16 a 18 hs.
Después se da lo de trabajar en radios importantes como Rock & Pop, Z 95 y Del Plata, ¿cómo llegás a esas emisoras?
Yo me recibí en diciembre de 1984 y a los pocos días me enteré de una prueba que hacían en los estudios Jotace Producciones, ubicados en Santa Fe y Talcahuano. Decían que buscaban voces nuevas para una radio que salía y que iba a ser un éxito rotundo. Aprobé la prueba y no era ni más ni menos que para la Rock & Pop. Me convertí junto con Patricia Antao y Patricia Landi en una de sus voces comerciales. En abril del ’85 era un éxito increíble, la primera radio muda que pasaba solo música. Los locutores hombres anunciaban temas y las mujeres hacíamos la publicidad. Más tarde me llamaron para ser la voz exclusiva de Interdisc y para hacer dos programas en Del Plata, “Submarino amarillo” y “Una noche más”. Ambos como conductora.
¿De qué trataban esos dos programas?
“Una noche más” era un programa que pasaba temas inéditos del pop y rock internacional, teníamos la música meses antes que saliera al mercado argentino. Y “Submarino amarillo” era un fuerte programa de rock, que junto con el “9 pm” de Lalo Mir y Elizabeth Vernaci hizo historia. Estaban Horacio Nieto, Tom Lupo, Bernardo Bergeret, Pont Lezica, un grupo fuerte y un programa de mucho éxito.
Más allá de trabajar en radios importantes, luego comenzás a trabajar en Videomatch, ¿en qué momento te diste cuenta que tu grado de popularidad había aumentado?
Eso fue bastante tiempo después, en 1992. En realidad, el hacerme popular fue surgiendo de un modo casi natural, de a poco. En un principio yo tenía prohibido mostrar mi imagen dado que la locutora debía ser una incógnita en el programa, hasta que me empezaron a enfocar en 1994. Yo empecé a hacer notas para el programa y fue sensación. Igualmente no hay que olvidarse que más allá del éxito de ese momento, Videomatch era un programa que iba a las 12 de la noche y la medición no pasaba los 15 puntos. La gran popularidad llega con el desplazamiento del horario al prime time.
¿Cómo se dio tu ingreso al programa?
Me llamó Claudio Villarruel, yo estaba trabajando con Bobby Flores en Rock & Pop, conduciendo otro exitoso programa llamado “Guardias a mi”. Querían alguien nuevo y me llamaron.
¿Tuviste que hacer un casting?
No, ellos me llamaron a mí porque me querían. Yo ya era muy conocida en el medio radial y en Videomatch estaba Jacubovich, Néstor Kot y otra gente que había trabajado conmigo y pensaron que podía estar en el lugar de locutora. Además, había trabajado para la pequeña agencia de publicidad que tenía Marcelo Tinelli. Es decir, todos sabían de mi trabajo.
¿Por qué pensás que sos una de las pocas personas que con el paso del tiempo se mantuvo en el programa?
Porque mi puesto es muy clave. Soy la locutora pero además hay cierta complicidad entre Marcelo y yo, que en el aire no es fácil de reemplazar. Él se apoya porque también me conoce. La gente nos vincula juntos y tanto Marcelo como yo, llevamos la marca en los hombros y aunque lo mío sea en menor escala, uno pasa a ser referente del programa. Es difícil que digas Marcela Feudale o la enana Feudale y la gente no lo asocie con Showmatch.
Contame de tu amor por la historia.
Fue algo que siempre estuvo. Mi familia siempre fue amante de la historia. Además, vengo de una familia que militó en política en todos los tiempos. Mi bisabuelo fue Director de la asistencia pública de Irigoyen, fundador de FORJA; mi tía abuela fue diputada; mi abuela delegada peronista; de todo un poco. Siempre se hablo mucho de historia en las reuniones de los domingos así que esa pasión fue fogoneada por ellos.
¿Qué recuerdos tenés de tu programa radial de historia llamado “El reloj”?
Muchos y muy buenos porque fue el primer programa que produje vinculado al tema y que corrió totalmente por cuenta mía en cuanto a contenidos y formato. Pude entrevistar a grandes historiadores del mundo como Paul Preston, Ian Kershaw, Joseph Fontana y muchos más que hablaron sobre sus trabajos y pareceres. Pero fue complicado ya que el trabajo de historia es muy costoso y si no tenés un auspiciante todo corre por cuenta propia tal como pasó en su momento con “El reloj”.
¿Sentiste prejuicios de gente que quizás se asombra de verte hablando de temas sociales o de historia?
No me importa ni nunca me importó el prejuicio ajeno. Que hagan y digan lo que quieran, no tengo que pagar peaje para vivir mi vida como quiera, ni para pensar como quiera ni para hacer lo que quiera. Ellos serán quienes deban trabajar su prejuicio porque el prejuicio es el que te prohíbe avanzar en todos los sentidos de la vida.
¿Por qué todavía no tuviste un programa propio en televisión?
Porque siempre lo que me ofrecieron no me gustó y no quería dejar mi lugar en Ideas del Sur. Era correr un riesgo muy grande. Hasta el momento lo ofrecido nunca superó lo que tengo en Ideas y además siempre pude hacer otras cosas paralelas como radio, teatro o estudiar. Me lo permite Showmatch porque para mí fue es un programa cómodo en horarios y preocupaciones. La comodidad ganó y el buen trato también.
El año pasado tuviste la oportunidad de trabajar con Moria Casán en teatro, ¿cómo fue esa experiencia?
Lo disfruté muchísimo y aprendí muchísimo también. No solo me sirvió para aprender sino para estar un poco más lanzada en mi vida personal. Moria es una gran maestra sobre escena, te enseña a maquillarte, a moverte y además, es una buena amiga.
¿Qué podes comentar del programa de radio que estás haciendo actualmente?
Es un magazine de 12 a 14 hs que se llama “Animate a decirlo” y que se emite por la 92.3, que también se puede escuchar por Internet en la página www.923laradio.com.ar.
Me llamaron porque ellos son de un grupo evangelista llamado Catedral de la Fe y me ofrecieron el espacio de modo gratuito. Me contaron cuál era su idea de lo que debía ser la comunicación. Me tomé mi tiempo, escuché la radio dónde están Virginia Hanglin, Mario Caira, Fernando Menéndez y me di cuenta que había mucho respeto por los conductores. En principio yo también tenía algunos prejuicios como también ellos hacia mí. Llegamos a un acuerdo tras una serie de reuniones donde me explicaron la línea editorial de su radio. Me pidieron un lenguaje educado, una actitud positiva frente a la vida, me pidieron volver al humor de Pepe Biondi, evitando la procacidad, el mal gusto, el doble sentido. Me pareció que me estaban pidiendo ni más ni menos que lo que se puede hacer en un medio, algo muy raro porque así debería ser pero no es. Formé el equipo, llamé a Mirta Wons y a Juan Acosta, dos amigos, que aceptaron porque les pareció un desafío importante. Es decir, componen personajes saliendo del chiste fácil. Yo puse al periodista deportivo Facundo Ojeda y ellos pusieron la locutora Liliana Varani, el cronista de espectáculos Daniel Loisi y la periodista de actualidad Cynthia García. También aportaron a un excelente humorista que es Diego Rivas, que trabajó con el gordo Casero y que realmente es una revelación. La productora es Rosana Vargas, también de la radio. Tenemos un programa muy completo.
¿Qué considerás que lo diferencia de otros programas del mismo estilo?
Que su humor es más trabajado, que evita lo discriminativo y lo sexual para volver a lo de antes al estilo de Pepe Biondi o el Chavo y que además, no sacamos las notas de ningún diario. No hacemos periodismo de periodistas. Producimos nuestras propias notas de acuerdo a nuestros intereses y de acuerdo a como lo percibimos. Solo ocasionalmente cuando la noticia es demasiado pesada como el caso de Macri y las escuchas telefónicas, hacemos referencia. No vivimos en un tupper porque hablamos de los temas pero nuestras notas no son de la tapa de ningún diario, detesto eso, me parece horrible y poco original.
¿Te gusta el nivel de la radio actual?
No escucho radio actualmente. No me gusta lo que se está haciendo porque no soy de los que se quieren reír todo el día o de los que quieren que le lean el diario a la mañana. A mí me gusta la reflexión, la recomendación, el pensamiento libre. Odio que se diga siempre lo políticamente correcto. Soy muy crítica de los formatos de radio actuales. Salvo Chiche Gelblung, el resto habla todo el día de lo mismo y se cae en la fácil, cuando la radio es un medio bellísimo para producir y para trabajar.
¿Qué proyectos tenés?
Muchos. Por ahora el gran proyecto es llevar adelante el programa de radio porque es una producción independiente y de verdad “independiente”. Luego, tengo otro proyecto de unos micros que recorren la historia argentina en 5 minutos y que está casi listo para ser emitido. Tengo en espera una propuesta de San Nicolás y otra de San Luis. Quiero volver a hacer “El reloj” en cuanto pueda y estoy por empezar un programa de música on line en una radio que se llama Proyecto Urbania. Los que me quieren escuchar saben que por internet lo pueden hacer, hoy el poder de la web mató todo aquello que se pueda decir masivo. Las comunicaciones están cambiando mucho.
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martes, 20 de octubre de 2009
Cristian Palacios: "La radio tiene que ser un espacio creativo continuamente"

Es uno de los conductores de radio más destacados, tras más de diez años en el aire, Cristian Palacios está desempeñando su trabajo en la FM en simultáneo con su otra pasión que es la música. Actualmente acaba de lanzar su segundo disco como solista al que denominó “Nunca es tarde” y co-conduce en radio junto a Alejandra Salas en las tardes de “La 100”.
¿Comenzaste a cantar tangos desde muy chico?
Desde los 7 años hice como un debut, por decirlo de alguna manera, cantando tangos. Mi viejo coleccionaba vitrolas y discos de pasta y era fanático de Carlos Gardel. Entonces canté a esa edad en el Jockey Club de Córdoba. Me llamó una prima y desde ahí que empiezo a escuchar mucho tango así que era como un fantasma porque en el colegio cantaba en los actos tango cuando a esa edad lo común era cantar algo infantil. Después apareció Feliz domingo en los `80, también quedé en ese programa pero elegimos irnos de vacaciones. A los 8 años llegué a Buenos Aires y a los 13 años gané un concurso para aficionados con Leonel Godoy en “La Noche con amigos”. Empezamos a viajar mucho con mi papá porque formamos parte de la Embajada Argentina Leonel pero eran muy pocos los dividendos que generaba eso y yo estudiaba en el secundario. Era dificultoso porque me acostaba muy tarde por cantar en la trasnoche en Buenos Aires. Fue una etapa muy linda la de chico, todavía sigo escuchando mucho tango.
Después llegaste a cantar en el mítico Café Tortoni.
Si, ahí fui a cantar por un mes. Estaba Virginia Luque, Loborde, Oscar Ferrari, que son referentes. Invité a mi colegio para que fuera a verme, la verdad que muy linda experiencia. Yo siempre lo tomaba como un juego, no como un laburo. Era muy gracioso en el curso, mis compañeros me felicitaban porque cantaba tangos. En esa época compuse una de mis primeras canciones que se llama “El príncipe pobre” pero era como un deseo de los chicos de la calle. Con el tiempo fui mejorando, me falta mucho todavía para tener una relevancia en la poesía pero leo mucha poesía. Me gusta seguir aprendiendo, seguir estudiando, que es la manera de seguir creciendo artísticamente. La primera canción que escribí fue a los 13 años.
¿En qué momento decidiste estudiar locución?
A los 17 años terminaba el secundario e iba a estudiar una carrera segura como medicina, que era lo que a mí me gustaba. O sino profesorado de educación física. Siempre era medio payaso, seguía cantando y justo se me abre la posibilidad de comprar el espacio en FM Moreno, soy del oeste y ahí conduje mi primer programa que se llamaba “Comics Musics” y ahí mi viejo me hacía los guiones y tenía dos amigos más con los que hacíamos el programa. Después ya fui animando un boliche y empecé el CBC para Medicina, no entré en Medicina y me puse a estudiar hemoterapia. Luego me di cuenta que me gustaba la radio, me gustaba comunicar. Empecé a conducir boliches, cantobares y de un tiempo a ésta parte no he parado de trabajar en ésta profesión, que es la locución y la canción. Entendí que naturalmente me salen las cosas. Para el canto me preparé vocalmente con muy buenos profesores, sigo haciéndolo, sigo entrenando.
¿También estudiaste actuación?
Si, tuve una preparación muy linda con profesores de la vida, como por ejemplo, el que me marcó mucho en vida fue Norman Briski. Con Norman estuve como dos años y medio, antes había estudiado en la escuela de Agustín Arezzo pero hice un año, desde el año 96. Antes, a los 17 años integraba el elenco para hacer dos obras en el teatro Marechal de Moreno, donde ahí conocí la que fue mi primera novia. Hice dos obras de Moliere. Eran los primeros intentos sin conocer y como la radio tenía algo de teatro porque yo hacía personajes me empezó a picar el bichito de estudiar locución así que me recibo en el 96. Después de estar con Alezzo, luego me fui a estudiar con María Vaner, hacíamos teatro leído, una muy buena actriz. Después estuve con Norman Briski y luego con el “Indio” Romero que es el que entrena a todos los actores de Pol-ka.
¿Cómo llegás a Radio Top?
Me estaba por recibir, hice un casting y entré a la Top. Yo me presenté para informativista de Radio Mitre. Había hecho casting de todo, salía un aviso en el diario y me presentaba. En ese casting habíamos ido con unos amigos, todos estábamos por recibirnos en el Cosal y un profesor nos dijo que nos presentáramos que estaban buscando también para una FM. Hice el casting y quedé.

¿El programa que más te marco fue “Circo Top”?
Si, en ese momento siento que tenía ese espíritu adolescente y con el hambre del gusto por el amor a la profesión y la adrenalina que el medio va contaminando. La adrenalina es algo maravilloso que te genera un compromiso y mucha creación. Me empezó a gusta lo que hacía, vi que empecé a adquirir cierto nombre propio y a la radio le sirvió. Tenía hasta club de fans, era una etapa muy prolífica y de mucha felicidad porque podíamos hacer cosas para la gente. Yo siento que la radio debe ser un servicio, no solo de divertimento sino que también tiene una función de mirada conceptual. Permitir ponernos en duda y reírnos de nosotros mismos sin faltarnos el respeto. La radio tiene que ser un espacio creativo continuamente. Ese programa era como un gran club, yo lo veía así y lo comunicaba así. Entonces cuando vos adquirís empatía con el oyente y lo haces partícipe del programa, se suman otros. Distinto es hablarle fríamente y ponerle una canción. No es lo mismo que invitarlo a que se siente, que reflexione, que pueda disfrutar de la música. Por lo general, una manera que yo encontré para hablar de la realidad es la ironía, que es una de las bases del humor. Entonces con el humor podía decir muchas cosas, armaba distintos escenarios. Eso es lo que me gusta de la radio, armar distinto escenarios, trabajar para el oyente. Porque si vas a cumplir un horario es ser un mediocre. Lamentablemente muchas fórmulas radiales tienden a subestimar la capacidad del oyente. Creo que ahora me pasa pero en ese momento los escenarios me permitían reflexionar sobre la vida, sobre el amor, sobre mis propias historias de frustraciones. Contaba mi vida, lo que me costaba vivir en Buenos Aires, lo que me costaba encontrar una calle, engancharme una mina, las peleas que tenía con mi novia. También hacía las bromas telefónicas, tenía un cómplice y cargábamos a alguna persona conocida del cómplice. Lo que siempre digo de los conductores, cuando vos te querés hacer el que tenés onda y el canchero, la patinas y se te ven los hilos. La manera en la que tienen que hacerse las cosas es ser natural con las virtudes y con los defectos porque eso la gente lo lee, sobre todo en el aire. Las radios FM tienden a perder la conexión con el oyente, está bueno hablar. Creo que la AM tiene más palabra.
Luego pasás a “La 100”.
Estuvo muy linda esa experiencia, era un programa diferente. Estaba con Maitena Aboitiz, una muy buena profesional, que no estaba recibida y que pude amoldarla. Le transmití lo que quería del programa, lo entendió a la perfección y después ella puso su profesionalismo, aprendimos juntos a trabajar en una dupla de personas totalmente distintas y funcionamos muy bien. Hablábamos claro, sin ser ordinarios. Fue la medición más alta que tuvo la radio en su historia. Estábamos a medio punto del programa de Mario Pergolini. La mayoría de las noticias las escribía a la mañana e inventaba noticias, como por ejemplo cuando dije que en Capital Federal planificaban techar una parte de la 9 de Julio, la gente opinaba y se armaba un debate interesante. La gente es cholula, a la gente le gusta mucho opinar, le gusta participar.
¿Está acostumbrada a consumir siempre lo mismo?
Si, en televisión siempre lo mismo. Bailando, patinando, cantando por un sueño. Hay una pobreza intelectual muy grande, hay poca creatividad. Hoy no hay ideas. Instalar una idea también es difícil. Yo quiero generar un espacio propio con distintos menúes. En éstas radios se genera un mismo menú. Quiero tener un programa con amigos. Mi proyecto es de acá a fin de año armar la estructura necesaria para arrancar en febrero.
Yo creo en la amistad. Me gusta armar grupos humanos. Acá ahora estoy con Alejandra Salas que somos muy amigos. Me gustan los equipos unidos. Con mi banda pasa eso, somos todos amigos.

Pasando a la música, ¿cómo surge la salida de tu primer disco solista?
El primero fue porque estaba cantando un tango en América, vinieron y me propusieron hacer un disco, yo tenía un éxito en la radio. Grabé en el `99, me dijeron como me tenía que vestir, me dieron las canciones, hicimos una selección de canciones. No fui muy participé de las canciones, me dijeron las que tenía que cantar, me gustaron. El primer corte fue “Amor multiplicado por dos”, es una canción española. Estuvo buenísimo como experiencia. Después me dediqué mucho a la radio en estos años, hasta ahora que saqué mi segundo disco.
¿Qué podés contar de tu nuevo disco “Nunca es tarde”?
Se llama “Nunca es tarde” porque vivimos en tiempos muy urgentes, donde hay una sociedad muy líquida. Trato de instalar algunas canciones de amor, otras no. Y creo que hay un camino que no he podido transitar, por dedicarme enteramente a la radio. Quiero componer, quiero tener la tranquilidad económica, tener bien a mi gente y éste es un país de mucha incertidumbre. Quiero imprimir esa esperanza que yo la tengo, que forma parte de mi vida, que nunca es tarde para enamorarse, como digo en la canción. Me permito disfrutar y hacer disfrutar a los que están conmigo.
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miércoles, 30 de septiembre de 2009
Gabriel Schultz: "Trabajar con amigos es algo que valoro más que la plata que gano"

Es el creador de las Máximas de un Hombre Cualquiera, forma parte del staff de Basta de todo y La venganza será terrible y es uno de los conductores de TVR pero más allá de su actualidad, Gabriel Schultz está en los medios hace 20 años. Desde sus comienzos con Carlos Abrevaya en radio, pasando por trabajos junto a Badía, Araujo, Niembro hasta llegar al presente junto a Matías Martin y Alejandro Dolina en radio, y Sebastián Wainraich en televisión se ha desempeñado tanto en tareas de producción como conducción.
Fuiste DJ, estudiaste ingeniería en sistemas y fuiste profesor en la ORT, ¿en qué momento decidiste dedicarte al periodismo?
Me empecé a aburrir estudiando otra cosa y me di cuenta que me gustaba el periodismo. Llegó el momento que me planteé, no tan concientemente, sino que fue decantando y me di cuenta que quería dedicarme al periodismo, en una época que estudiar eso no era tan común como ahora. La decisión la tomé en el año 86, arranqué al año siguiente y me recibí en el 89. No había tantas escuelas de periodismo, no era negocio enseñarlo ni era negocio estudiarlo porque si hoy es difícil vivir de ésto, hace veinte años parecía más improbable aún. Hoy es difícil porque hay poco trabajo, en esa época porque era un trabajo mal pago.
¿Arrancaste con Carlos Abrevaya?
Si, arranqué con Abrevaya en Radio Municipal, cuando todavía estaba estudiando periodismo y después él se fue de la radio y yo seguí en la radio un par años. Luego, fui a Radio La Red y ahí empecé con Juan Alberto Badía, con Fernando Bravo, con Adrián Noriega, luego Marcelo Araujo y después con Fernando Niembro.
Con Marcelo Araujo hacías un personaje que tuvo mucha repercusión llamado “René”, ¿qué recuerdos tenés?
Fue lo primero que hice al aire con continuidad, a pesar que yo no aparecía en los créditos o por lo menos no quería aparecer, no quería que supieran que era yo. Más que nada porque lo hacía como un hobbie. No era mi profesión ser un humorista sino que a mí siempre me gustaba la producción, buscar notas, esas cosas. Pero como me salía con tanta facilidad y Araujo le gustaba lo hacía pero en un momento llegó a tener más trascendencia cualquier cosa que hiciera con René que todo mi trabajo periodístico. Entonces fue ganándole ese personaje a todos los demás trabajos dentro de la radio. Me dio muchas satisfacciones.
¿Llegaste a hablar con muchos familiares de los protagonistas?
Si, es decir, tenía mucha producción el programa y encima tenía la ventaja que en esa época no había tantos celulares. Tenía los números de teléfono de las casas y era más fácil hablar con las mujeres o las familias de los protagonistas. Hoy el número de la casa no te lo dan porque aparte no están. En la actualidad me sería más difícil hacer una sección como esa. Yo no quería hablar con los protagonistas, quería hablar con las mujeres, las hijas, las madres, que además me parece interesante. A veces tuvimos algunas declaraciones increíbles como las de la mamá de Nelson “Pepino” Cuevas cuando entró a insultar a los dirigentes de River. También, cuando llamé a Blatter y me habló de los gatos de Buenos Aires, de cómo se divertía cuando venía a nuestro país. Hay algo que éticamente es discutible que es que ellos nunca supieran que estaban al aire. Reconozco que estaba mal pero se buscaba no incomodar, sino que la idea era divertir. Nunca buscaba una declaración que le trajera problemas al protagonista, no era la idea de la sección.
¿Cómo conociste a Matías Martin?
Llego a Matías porque él arranca en la Rock & Pop un programa, el productor que tenía se tiene que ir y llama a una persona que había sido profesor de Matías en TEA para que sea el productor. Esta persona había estudiado conmigo y como no podía me recomendó y el flaco me conectó con Matías. Yo renuncié mi trabajo en la escuela, estaba en el laboratorio de computación y me vengo por la mitad del sueldo y perdí la relación de dependencia que tenía. Es decir, me perdí diez años de antigüedad en blanco, renuncié en la ORT, podría haberme llevado mucho dinero pero prioricé la vocación. Sentí que era el momento, que tenía que seguir mi vocación. Sino posiblemente seguiría siendo profesor de computación y me sentiría muy mal.
¿Qué podés decir del programa de radio “Basta de todo”?
Es un programa de amigos. En general, en los programas que trabajé se creó éste clima, un estilo de trabajo. No venimos a sufrir a la radio sino que venimos a divertirnos y creo que se le transmite a la gente. El verdadero éxito radial se basa en que uno la pase bien.
¿Cómo surgió lo de las “Máximas de un Hombre Cualquiera”?
Eso surge porque yo siempre tenía ese tipo de observaciones tajantes sobre cosas y Juan Pablo Varsky, que en ese momento estaba en “Basta de todo” con nosotros me obligó a hacerlo al aire. Fue así. Me dijo que pensará una para decir y yo estaba en la producción y me hizo pasar, me insistió. Lo hice al aire, la gente se puso a debatir, se convirtió en una obligación y tuvo mucha repercusión positiva.
¿Te piden por la calle que digas alguna máxima?
Si, odio eso. No es que ando por la vida tirando máximas y cada vez me cuesta más. No es tan fácil. Trato que tenga cierta posible intención de realidad la máxima, aunque a veces parezca que no. Es buscar algo que sea posible que ocurra, por más que tal vez no lo sea.

¿Cómo se dio tu llegada al programa “La venganza será terrible” de Alejandro Dolina?
Es algo que a ésta altura de mi vida ya ni me lo planteaba. Se fue dando, Coco Sily se fue a la televisión con Alejandro Fantino y quedó el lugar vacante. Me probaron y quedé. Es maravilloso, es aprender algo nuevo. Es como si estuviera haciendo un master y está bárbaro. Se van dando cosas que nunca hubiera soñado que me iban a pasar y se dan con una naturalidad que me sorprende.
Con Matías también trabajaste en televisión en el programa “Arde Troya”, ¿eras un notero agresivo para preguntar no?
Si, fue lo primero que hice en televisión. Al principio lo hice con cierta inseguridad de mí mismo y después ví que tenía repercusión positiva en la gente. Pero había un momento que sentía que estaba haciendo algo raro porque era un total desconocido para las personas que entrevistaba y los bardeaba. Se ve que les habré caído bien porque nunca tuve un problema.
¿Ningún famoso se enojó?
El hermano de Susana, Patricio Giménez, una vez se enojó porque le pregunté “¿de qué vivís?, me respondió “yo canto” y le dije “dale, no me jodas, ¿de qué vivís?” y ahí me dijo que si la nota iba a ser así parábamos ahí. Paró la nota y no quiso seguir pero ahora si me lo cruzo, todo bien. Yo hacía ese tipo de preguntas.
¿Te sentiste cómodo trabajando en “Indomables”?
Si, no pude instalarme como panelista porque iba dos veces por semana, me turnaba con Gustavo Noriega. Entonces era raro, en radio puede ser más común lo de no ir todos los días. Igualmente me divertía y Roberto Pettinato fue muy generoso conmigo en el sentido de repartir el juego y darme un pie para que hiciera un chiste. Laburé con él tres meses nada más y puedo decir que conmigo se portó muy bien.
Actualmente en televisión sos uno de los conductores de Televisión Registrada, ¿el programa va a continuar?
El programa creo que va a seguir, no va a seguir en Canal 13, ésto ya es un hecho y no sé en dónde va a seguir. Es algo que escapa a mi decisión, ni que siga, ni que termine. Me entero muchas cosas de TVR leyéndolas en páginas de Internet o en diarios, no porque me las comunique alguien. Generalmente somos los últimos en enterarnos, tanto Sebastián Wainraich como yo, de las cosas que van a ocurrir. Nunca se nos pregunta por los informes o por los invitados. Hay un guión en el programa pero ni lo miramos, es un apoyo por si no se nos ocurre nada. Hay un gran guionista que es Pablo Mir, muy creativo y escribe muy buenos chistes que a veces ayudan muchísimo cuando no tenemos nada para decir pero también tenemos la posibilidad de improvisar.

¿Qué significan para vos Matías Martin y Sebastián Wainraich?
Tengo un vínculo enorme. Son dos personas que aprecio mucho, que considero amigos y que la verdad que laburar con amigo no sé si se puede repetir en alguna etapa de la vida. Ojalá toda la vida pudiera elegir trabajar con gente como ellos y si es por mí, ya te firmo que si. Es gente con la cual no tenemos discusiones, no hay peleas y no hay competencia. Son cosas muy valiosas, sobre todo en el medio, donde hay una competencia feroz y la amistad es una palabra que se usa mucho pero que no existe. Trabajar con amigos es algo que valoro más que la plata que gano.
¿Qué proyectos tenés para el futuro?
Seguir con lo que tengo. Si pudiera subsistir con éstos trabajos sería muy feliz. No es una cuestión de perdurar sino que lo disfruto, sobre todo el de la radio. El de la televisión tiene sus meses, en estos momentos no están fáciles las cosas. No por una cuestión profesional sino por cuestión de coyuntura. Me gustaría seguir con “Basta de todo” muchos años más y en la televisión me gustaría seguir haciendo un TVR que vuelva a ser humorístico y que vuelva a tener objetividad.
¿No estas conforme con el TVR actual?
En algún punto no porque ha perdido objetividad y sinceramente a mí me gustaría que fuera más equilibrado.
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martes, 22 de septiembre de 2009
Fernando "Coco" Sily: "Voy a seguir en el Multiteatro durante el verano"

Su trayectoria incluye trabajos junto a Tato Bores y Antonio Gasalla, fue la voz del primer juez del juego “El imbatible” de Susana Giménez, manager de la Bersuit Vergarabar y numerosos trabajos en teatro, radio y televisión. Fernando “Coco” Sily sigue llenando el Multiteatro con su unipersonal “La cátedra del macho” y durante la medianoche co-conduce el programa “Animales sueltos” junto a Alejandro Fantino.
¿Cómo fueron tus comienzos?
Yo empecé trabajando como payaso, de muy joven, en animaciones de fiestas y en shows. Esos fueron mis inicios, siempre trabajé de esto, no trabajé de otra cosa. Fue apenas terminé la secundaria que empecé a trabajar con un compañero mío que era mi preceptor en el colegio y con él arrancamos.
¿Qué recuerdos tenés de la obra “El señor Galíndez”?
Maravillosos porque fue el primer espectáculo que yo encaré como estudiante pero un gran recuerdo. Hacía un personaje que llama “Beto”, increíble. Todavía estábamos en la época de la dictadura, era una obra muy peligrosa para hacer porque estaba prohibido el autor y la obra, ya que hablaba sobre la vida de los torturadores. Tuve un encuentro con Héctor Alterio, casual. Mientras yo estaba haciendo la obra, él había terminado de filmar la película “El señor Galíndez” en España y me quedó ese recuerdo de haberme encontrado en el Bauen Hotel con ese maravilloso actor.
¿Tu padre no quería que actuaras no?
No quería que actuara pero tenía que ver con el tema de la dictadura y estaba preocupado por lo que me podría pasar pero después mi viejo se transformó en mi primer fan.
Después continuaste haciendo obras.
Sí, después hice muchísimo repertorio de teatro contemporáneo porque estaba en un teatro de San Telmo que era un teatro escuela en el que se montaban muy rápidamente muchas obras y eso me dio la posibilidad de hacer a Dragún, a Pavlovsky y un montón de autores más. De una manera muy acelerada pero con mucho público porque estaba de moda el lugar así que pude hacer mucho repertorio en ese momento.

¿Cómo se da tu llegada a la televisión?
Empecé trabajando en radio, me desarrollé ahí y un día conocimos a Sebastián Borensztein. Yo estaba haciendo con Pedro Saborido y Omar Quiroga unos micros de humor político, escribiéndolo con ellos y Borensztein nos convocó para escribir el programa de su padre, Tato Bores. Hice algunos programas y me desvinculé para tratar de conseguir trabajo como actor y le pedí a Sebastián que me deje trabajar en el programa de Tato haciendo unos bolos. Así arranqué y en seguida ya estaba conectado con algunas personas que había conocido en la experiencia de grabar con Tato y me llamaron para hacer una tira con Carlos Calvo, que se llamaba “Hola papi”. Ahí empecé a trabajar.
Hiciste varios programas de televisión, entre tiras y unitarios, ¿qué preferís?
La verdad que me da lo mismo. Me gusta toda la televisión.
¿Te ofrecieron algo actualmente?
No, hace bastante que no me ofrecen.
Volviendo al teatro, ¿qué podes contar de la obra que hiciste llamada “Aryentains 1” y “Aryentains 2”?
El espectáculo estaba basado en cuentos de Roberto Fontanarrosa. “Aryentains 1” era del libro “Usted no me lo va a creer” y en “Aryentains 2” era del libro “El rey de la milonga”. Con Roberto tenía un vínculo primero de admiración y después con el paso del tiempo de amistad. A través de Daniel Araoz que era el que lo conocía inicialmente, era amigo de él y como yo producía también con Daniel empecé a tener trato con Fontanarrosa hasta el final de sus días. Ya en ese momento estábamos haciendo en televisión los cuentos de él, que nos había dado los derechos para que lo produzcamos nosotros.
Respecto a “La cátedra del macho”, ¿cómo surgió la idea?
Nació en el programa de radio “Tarde negra”, que conduce Elizabeth “La Negra” Vernaci, donde empezamos como un chiste a joder que había muchos putos en el programa de ella, que hacía falta un macho. Fue tan gracioso lo que pasó porque yo fui como invitado a vender Aryentains, la llamé a “la negra” y le dije que tenía que publicitar la obra y la gente empezó a llamar. A partir de ahí empecé a ir una vez por semana y quedó eso del macho. Se fue instalando “La cátedra del macho”. Fue una gran casualidad y fueron apareciendo las cosas que serían de macho y las que no. Empezamos a armarlo, fue creciendo la bola y lo hicimos como dos años en el programa haciendo eso.

Luego aparece el libro.
Sí, ahí me llamó planeta para ver si queríamos editar el libro de “La cátedra del macho” y cuando juntamos el material para armar el libro nos dimos cuenta que había como para hacer un espectáculo. Nosotros escribíamos los guiones con Sergio Salasa, que es el productor. Así fuimos escribiendo el macho y los deportes, el macho y la mujer, el macho y la comida. Con todo eso rápidamente montamos la obra y se armó una gira. Hace dos años que estamos con el espectáculo. En Buenos Aires estuvimos en el teatro Chacarerean y ahora en el Multiteatro.
¿La idea del verano es seguir con “La cátedra del macho”?
Sí, voy a seguir en el Multiteatro durante el verano. Nos vamos a quedar en Buenos Aires y vamos a ir a Mar del Plata los lunes. Queremos ir a un teatro bastante grande en Mar del Plata ya que la idea es acumular la venta de toda la semana en un día. Acá vamos a seguir haciendo la obra de jueves a domingo.
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jueves, 17 de septiembre de 2009
Juan Carlos Mesa: "Estoy trabajando en un libro autoreferencial"

Fue guionista de los mejores cómicos del país, como Pepe Biondi, Carlos Balá, Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Tato Bores, entre otros. A su vez, formó parte de éxitos como “Los Campanelli” y mucho tiempo después protagonizó la recordada comedia “Mesa de noticias”. Juan Carlos Mesa siempre estuvo vinculado a los medios desde su Córdoba natal hasta su actualidad en la que forma parte del programa radial “Primera mañana” con la conducción de Ernesto Tenembaum.
¿Cómo fueron sus inicios en la provincia de Córdoba?
Me inicié como redactor en LW1, por entonces filial de la Red Splendid.
¿Qué recuerdos tiene del programa “Bocaditos de mesa”?
“Bocaditos de mesa” era un microprograma radial de emisión diario, duraba cinco minutos y era una miscelánea versificada sobre temas diversos.
¿Y del programa de radio “La troupe de la gran vía?
Fue mi ópera prima como programa de humor. El elenco se integraba con gente de la emisora (locutores, operadores, etc). Mi hermano Edgardo era el protagonista y yo guionaba y dirigía. Fue un gran suceso popular y lo llevamos a los teatros.
¿Cómo surge su llegada a Buenos Aires? ¿El primer trabajo en los medios?
Me contrataron por tres meses para integrarme a un equipo con Carlos Basurto y Jorge Garaycochea. Juntos libretamos una telecomedia para Teleonce llamada “Los sueños del Gordo Porcel”. A partir de allí comenzó mi trabajo en Buenos Aires haciendo programas sucesivos en el 9 y en el 13, que fueron “La Matraca” y “La Tuerca”.
Fue libretista de los mejores cómicos del país, ¿Algunas anécdotas que recuerde?
Muchas. Trabajé en el tiempo de los capocómicos y eso me permitió compartir muchos éxitos con figuras de aquel tiempo. Puedo contar una anécdota del programa “Humor Redondo”, cuando me hice cortar el pelo antes de un programa (en vivo) y Blackie en cámara me preguntó a propósito del nuevo peinado, “gordo, ¿donde tenés la raya?”.
¿Los Campanelli fue el primer gran éxito que realizó en Buenos Aires? ¿De quién fue la idea inicial?
La idea fue de Héctor “Toto” Maselli, que fue quién más hizo para que yo me quedara trabajando en Buenos Aires. Maselli intentó contar en aquella telecomedia cómo era una familia italiana como la suya, claro está, ficcionada desde el humor, y fue un sucesos de varias temporadas que compartimos en los libros con él, Oscar Viale y Jorge Basurto.
¿Tato Bores fue el que lo impulsó para que trabajara frente a cámara?
Así es. Tato me ofreció actuar un personaje en su programa y lo acompañé en dos temporadas.

¿Qué puede decir del programa “Mesa de noticias”?
Todo ese programa fue una suma de anécdotas. Imposible reseñarlas, pero placentero recordar que durante mil capítulos, en cinco años consecutivos, estuvimos en el aire.
En ese programa aparecieron varios latiguillos que quedaron marcados en la gente, ¿Cómo surgen?
Algunos fueron impuestos a través del libro y otros surgieron espontáneamente. Los actores no improvisaban, se ajustaban al texto, pero a veces lo recreaban con su impronta.
Después trabaja en el programa “El gordo y el flaco” nuevamente junto a Gianni Lunadei, ¿Qué recuerda de él?
Con Gianni estuvimos juntos en tres ciclos y eso nos permitió conocernos a través de un trato que excedió lo profesional y nos permitió fundar una cálida amistad.
Le escribió el guión de las últimas películas de Alberto Olmedo, ¿qué recuerdos tiene de él?
En total guioné 8 películas para Porcel y Olmedo. De Alberto recuerdo su enorme capacidad para trascender sus personajes con una capacidad asombrosa.
Olmedo generalmente se salía del libreto e improvisaba, ¿con sus guiones pasaba eso?
En cine se ajustaba al guión. En televisión, en los programas “El Chupete” y “Fresco y Batata”, era igualmente respetuoso de las ideas pero su impronta y sus hallazgos se generaban todo el tiempo.

¿Le gustaría escribirle a algún humorista de la actualidad?
Sí, claro, hay actores que me divierten por su veta cómica y su creatividad, por ejemplo Diego Capussoto, Fabián Posca y tantos otros.
¿Por qué no hay programas humorísticos en la televisión?
Porque se improvisa mucho. El autor, en gran parte, ha desaparecido. Además, por costos, el género ha sido relegado al del entretenimiento. Ahora hay más programas de juegos, preguntas, premios, etc.
¿Por qué el programa Hechizada no tuvo mucho éxito?
Es muy difícil encontrar los motivos por los cuales un ciclo no prospera. El programa “Hechizada” tuvo nada menos que a Florencia Peña, Georgina Barbarossa, Hugo Arana, buenos guiones y mejor dirección. Pero a veces, misteriosamente, las cosas no se dan.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar en los sketchs con Susana Giménez?
Trabajar junto a Susana Giménez es una fiesta, porque ella hace sentir cómodos a todos sus compañeros de elenco.
¿Qué anda haciendo actualmente?
Estoy locutando desde hace tres años las campañas en off del Banco Santander Río, que me auspicia además en mis diálogos de humor con Ernesto Tenembaum en Radio Mitre.
¿Tiene algún proyecto?
Estoy trabajando en un libro auto referencial que espero se edite el año que viene.
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domingo, 30 de agosto de 2009
Alejandro Apo: "Ahora se abrió el juego"

Hombre de radio como pocos, de voz grave y particular, Alejandro Apo ha forjado un estilo propio en cuanto a sus programas radiales intimistas como fueron los casos de “Donde quiera que estés” y “Todo con afecto". Además, durante años se desempeñó como comentarista en las transmisiones de fútbol relatadas por su amigo Víctor Hugo Morales en Radio Continental, lugar del que fue despedido en el mes de julio. Desde sus comienzos impulsados por su padre periodista, Alfredo Apo, hasta la actualidad con sus comentarios para la televisión abierta del nuevo torneo del fútbol argentino, Alejandro Apo, con 35 años en los medios, ha armado una rica trayectoria de la que se encuentra muy orgulloso.
¿Cómo fueron sus comienzos?
Mi viejo, el verdadero Apo, Alfredo Apo, creador del programa “Polémica en el fútbol”, era muy amigo de Horacio Irañeta que era una persona que hacía la campaña de Vélez en Radio del Pueblo en 1974, lo llamó y ahí empecé a trabajar con él. Yo iba a empezar a estudiar en el Círculo de Periodistas Deportivos en el año siguiente, entonces Irañeta le dice a mi papá que vaya a colaborar en la radio así iba sumando experiencia. Yo soy una persona que siempre que empecé enseguida generé opciones de más trabajo y enseguida fui mimado por los elogios.
¿Qué hacía en el programa?
Daba una información de básquet en la tira diaria y en la transmisión. Además, los días de partido colaboraba pasando los goles, escuchando Radio Rivadavia para que los estudios centrales dieran los goles en la transmisión. Relataba Ricardo Arias y comentaba Carlos Parnizari. Después hice poco vestuario porque enseguida me usaban por el tema de la voz en la conducción. El medio siempre me aceptó mucho por ese don que es mi voz. Siempre hago una broma que a mi vieja no le gusta nada que es que al reparto de caras llegué tarde pero al de voces llegué temprano. Siempre tuve opciones, me considero un hombre de buena suerte y a su vez a esa suerte la ayudo. Además tuve grandes maestros en la profesión, tipos que me enseñaron mucho, de mucha base cultural, que me impidieron creérmela, por ejemplo un gran maestro fue Mario Trucco, periodista de Mar del Plata. Y por supuesto mi viejo que me ayudó mucho con la formación.
Ya desde su casa tenía una importante formación cultural.
Mi casa era de mucha información y de mucha cultura popular, valoro tanto eso de mis viejos. De pibe nos tenían en contacto permanente con el cine, con la literatura, con el teatro. Cuando terminábamos de comer, papá nos pedía que alguno eligiera un cuento, lo leíamos en voz alta y después lo discutíamos entre todos y ahí de pibe conocí a Borges, Cortazar, Bradbury, Poe. Mi viejo tenía mucho vínculo con artistas porque el éxito impresionante que fue en la década del `60, “Polémica en el fútbol”. Mi viejo creo ese programa junto con Carlos Fontanarrosa yendo a ver una obra de teatro independiente que luego de terminado el espectáculo los actores se quitaban las máscaras, los trajes, se sentaban en las tablas y discutían con el público la obra. Ahí ellos idearon el programa de fútbol.
¿Recuerda algún consejo que le hayan dado?
Una vez mi segundo papá, que es Mario Trucco, cuando vio que me tironeaban un poco, que yo estaba medio de moda en Tele Once, a principios de los `80, vino Víctor Hugo, Sport 80 y me llamaban de la televisión y Trucco me agarró un día y me dijo “vos tenes una formación muy sólida pero igual te voy a decir algo, los genios no hablan por radio ni por televisión, los genios descubren vacunas contra enfermedades o hacen Rey Lear”. Y es así, si uno se la cree te velan de parado. Yo noto algunos comunicadores muy talentosos que escuchan el eco de sus palabras. No voy a nombrar a nadie, por respeto. Con la formación que recibí, es imposible llegar a creer que soy un genio por describir un partido de fútbol. Tengo 35 años de profesión, empecé el 4 de agosto de 1974.
Justo coincidió con el festejo por el Premio Martín Fierro que obtuvo.
Estuvo bueno, le doy poca importancia a los premios pero igualmente son mimos lindos. No fui a la entrega del Martín Fierro porque me iba a llevar a hacer un discurso con resentimiento y no es así, estoy bárbaro. No tiene una pizca de demagogia lo que voy a decir, ese acompañamiento de la gente en el interior cuando va a ver mi espectáculo que hago hace diez años con el gran músico marplatense Marcelo Sanjurjo, es un premio, es una caricia. Son tipos que disfrutan cuando llevamos el teatro a los pueblos y vamos contando historias que fueron generadas por el talento de Darío Grandinetti que fue el que tuvo la idea para el espectáculo. Darío me dijo que no tenía que interactuar sino que tenía que leer y contar anécdotas como cuento con mis amigos y me acercó con el músico Sanjurjo que sabe de música incidental, del acompañamiento y además es un tipo muy dúctil. Puede cantar una canción de Serrat, un tango de Goyeneche y acompaña con el marco de las cortinas del show. Así surgió el espectáculo que se llamaba “La pelota, un cuento y un abrazo” y ahora se llama “Y el fútbol contó un cuento” donde ya recorrimos 296 ciudades, 470 representaciones, 10 años pasando por todo el país.

¿Qué sensación tiene al pensar que muchos chicos se acercan a la lectura gracias a los cuentos de fútbol que usted suele leer?
Eso nos da una satisfacción plena, es como estar hechos porque si en un mundo que no invita a leer nosotros generamos que un pibe por el fútbol se acerque a la literatura es algo muy importante. En el 2000 con el programa de radio “Todo con afecto” recibí el Premio Cortazar y llamé por teléfono a los organizadores y les pregunté cual era la razón del premio y me leyeron el motivo que era “A Todo con Afecto por difundir el placer de la lectura” y les respondí que era extraordinario y que lo sentía como un reconocimiento absoluto.
¿Cómo surgió lo de empezar a leer cuentos en la radio?
Cuando Víctor Hugo Morales me propuso hacer el programa los sábados a la tarde y tuve el aval de un gran director que tuvo Radio Continental, Norberto Martinian, yo me dije, charlar con Bianchi, con Pastoriza, largo, no tengo problemas de publicidad. Empecé a leer historias y enseguida encontré la recepción de la gente. Me mandaba material.
¿Así llegaron los cuentos de Eduardo Sacheri?
Si, me mandó una carta diciendo que había escuchado que yo le pedía a la gente relatos y que él alguna vez había escrito cuentos de fútbol y había ganado algún premio municipal y me mandó el cuento “Me van a tener que disculpar”. Es un cuento que justifica a Diego Maradona. Es un tipo que le habla a un jurado, le dice que a todos hay que juzgar con la misma vara pero éste hombre nos vengó. A mi no es el cuento que más me gusta de Sacheri pero fue muy impactante. Describe el gol, no lo nombra nunca. Yo le sugerí que se lo dedicara a Diego pero nunca nombra la palabra Maradona. Lo que no me gusta tanto es mezclar la patria y la pelota. Me encantó la carta y sin chequear el cuento lo leí directamente al aire. La gente empezó a llamar preguntando en dónde podía conseguir el cuento de Sacheri. Después, me mandó “Esperándolo a Tito” que es un tipo que abandona el Milán para venir a jugar con sus amigos.
Cuénteme del espectáculo de teatro que está haciendo.
Es una delicia hacerlo, es un homenaje al fútbol pero también al barrio, a los pibes. Un mensaje lindo, un homenaje a Diego, el Turco Sanjurjo le canta una muy linda balada que se llama “Milagro de los potreros” y con eso termina el espectáculo. Y el mensaje final del espectáculo es que los futboleros no solo somos personas que hablamos de fútbol, nos involucramos en la cultura popular.

¿Qué puede contar de su desvinculación de Radio Continental?
Fue por la plata. Ellos decían que yo estaba en horarios marginales y que gana una plata que no podía ganar y ellos no podían bajarme el sueldo por ley. Entonces quisieron un acuerdo de partes y me dijeron que trabajara hasta fines de julio. Si vos decidís bajar el sueldo llamanos y si nosotros decidimos mantenerte el sueldo te llamamos. Al otro día, 14 de julio, me llega un mensaje que decía que vaya para la radio, hablemos, yo pensaba que íbamos a arreglar y cuando llego estaba un escribano y ya me hicieron un acta informando que me despedían. No sé nada legalmente así que llamé a mi abogada y me dijo que no firmara nada. Así que ahora estamos por vía judicial.
¿Cómo quedó su relación con Víctor Hugo Morales?
Víctor Hugo es un familiar elegido, es más que un amigo. El está muy mal con esto que yo me fui, está más triste que yo. Es un error que algunos oyentes se hayan enojado con él, es basarse en que fue político y los tipos ni sabían que yo comentaba fútbol. Es verdad que tengo una simpatía diferente por éste gobierno que todos los conductores de Radio Continental y la tengo, por la Ley de Radiodifusión que se le debe a la democracia el cambio de ésta ley que está en vigencia que es de la dictadura.
¿Qué opinión tiene respecto a la ruptura del contrato con TyC?
El fútbol se autoabastece, lo que pasa que antes tenían que abastecer a los jerarcas de la televisión, por eso se iba el dinero. Miles de millones de pesos que se generaban con el tipo que les cortó el chorro que fue el que les dio la llave de oro, es increíble lo de Grondona, va a quedar a la izquierda de Kirchner. Va a ser un revolucionario y fue el que les dio el contrato hasta el 2014. Ahora es ultrakichnerista. Grondona nunca se llevó bien con Clarín, el se lleva bien con Carlos Avila. El gobierno hizo bien porque lo que hizo fue cortar ésta locura de televisar caras en la tribuna. Si vos no tenes dinero ves la tribuna, es de terror. Secuestran los goles, si yo soy hincha de un equipo que juega el viernes y no pude ver el partido tengo que esperar hasta el domingo a la noche para ver los goles en el programa de ellos. Esto tenía que tener un fin. Ahora se abrió el juego.
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miércoles, 19 de agosto de 2009
Sebastián Basalo: "Siempre me gustó actuar"

Basta escucharlo unos minutos para vincularlo directamente con la voz de la casa más famosa de la televisión pero Sebastián Basalo no solo puede vincularse con el locutor de las primeras temporadas de Gran Hermano sino que a su corta edad tiene una vasta trayectoria como conductor de diferentes programas de radio. Su trabajo radial fue premiado con un Martín Fierro por su labor en el 2007 y hace nueve años que trabaja en Radio 10.
Tu papá es locutor, ¿tuvo que ver al momento de elegir tu profesión?
Eso obviamente que influyó, él no me dijo “tenés que dedicarte a esto” pero hay una gran probabilidad que si te gusta lo que hace tu papá te dediques a lo mismo. En mi caso me fui enamorando de la profesión en base a cuando yo lo acompañaba, las veces que yo lo acompañaba a la radio, veía el medio, la gente que trabaja y ya desde chico sabía que quería trabajar de eso. No había otra posibilidad, lo sentía, era un sentimiento.
¿Los primeros pasos en el medio fueron a través de tu papá?
Si, de alguna forma siempre los primeros pasos fueron de la mano de él. Primero en un programa de folklore que todavía tiene llamado “Fogón criollo” que se emite en Radio Nacional, hace ya mucho tiempo yo era chico y lo empecé a ayudar. Al principio como un juego y luego algo más serio, más profesional, lo combinaba con el colegio, con la secundaria. Fui notando que de a poco me gustaba más porque encontraba más diversión yendo a la radio que en una salida con compañeros de colegio, entonces algo me indicaba que mi camino era la radio. Arranqué como productor, atendiendo el teléfono, haciendo los mandados y después con un poco más de responsabilidades hasta llegar a conducir con él un año. Y bueno, al final de ese año levantaron el programa y debido a eso fue complicado seguir como locutor.
¿El programa “Hasta que salga el sol” fue muy importante en tu vida?
Si, fue un programa que me posibilitó mucho, fue la primera posibilidad importante a nivel conducción que me dieron en Radio 10. Acá llegué con 20 años y entré por un casting, entré en el servicio informativo, eso fue hace nueve años. Siento que hice acá toda la escuelita, las inferiores y todo el camino que se debe hacer, ganar horas de vuelo. A mi nadie me regaló nada. Entonces esa oportunidad cuando hubo una vacante para conducir en la madrugada la aproveché porque lo que yo quería y lo que amo es conducir, el contacto directo con la gente. Fue un programa importante porque yo me propuse que iba a ser un programa importante para mí. Yo lo tomé como si fuera un programa a las 10 de la mañana, con todo el ritmo, con la participación de la gente y eso fue una buena plataforma para ganar horas de vuelo y para que me escucharan acá de la radio y dijeran “hace algo diferente”. El programa iba de 2 a 6 de la mañana. Nos iba muy bien, rompimos un poco una forma de hacer la madrugada. La madrugada antes era poner música y leer los diarios y nosotros lo que hicimos fue algo diferente. Que la gente se puede divertir, se pueda informar, pueda opinar.
Después de la madrugada pasaste a trabajar de día…
Si, luego di otro paso importante para mi y empecé con la conducción de “Ahora si” que casualmente es el programa que dos años después estoy haciendo en la actualidad. Y en ese momento fue un desafío importante, estar en un horario competitivo, las 21 hs, teniendo como competencia más importante a la televisión. Y ahora también estoy con el programa.
¿Es un programa de recuerdos?
Si, es un programa más que nada retro, se escucha música de la década del 70, 80 y 90, se entrevista gente que recuerda sus comienzos, alguna película destacada, algún programa de radio que escuchaba. Pero es un programa la actualidad del mundo que vivimos.
¿Alguna anécdota que recuerdes de los entrevistados?
Si, tengo unas cuantas. Una anécdota negativa fue una entrevista que le hice a Hugo Guerrero Martinehiz, que yo lo quiero mucho, con quien he trabajado acá en su momento y tenías una relación bárbaro pero ese día me trató muy mal al aire. El tiene la particularidad de ser demasiado personaje para estar de entrevistado y lo padecí porque yo estaba muy nuevo en cuanto a las entrevistas, venía de conducir a la madrugada, no tenia un training importante en lo que son las entrevistas y entonces me paseó bastante. Me tomó el pelo, me hizo quedar bastante mal al aire pero bueno, es el personaje. Pero tampoco le tomé bronca, me asombró pero en cierto punto lo entendí. Cuando el tenía su programa exitoso generaba grandes amores por un lado y también gente que lo odiaba y decía que era un agrandado.
¿Cuál crees que es el motivo por el que el programa “Domingo extra” tiene tanta audiencia que hasta le ha ganado a las transmisiones de fútbol?
Nos va muy bien, ahora está más relajado porque todavía no volvió el fútbol. Este es el primer año que compito contra el fútbol porque “Domingo extra” siempre estuvo a la noche, de 21 a 24 hs los domingos. Ahí nos iba muy bien también pero era un horario donde la gente se está preparando para el comiendo de la semana y tiene otro ritmo. Este año decidieron pasarlo a la tarde, aprovechando ese empujón que venía de la noche y donde nos llevamos la sorpresa al ver que somos una gran competencia ante el fútbol. Al principio del campeonato nosotros le hemos ganado, no cómodos pero le hemos ganado. Luego, en los meses de definición del torneo estuvimos en un rating muy parejo, un empate técnico en el segundo puesto con otras dos emisoras y el programa que yo hago así que demuestra que somos una buena alternativa a lo que es el fútbol.
¿A qué le atribuís el éxito de “Domingo extra”?
Porque sabemos qué público nos está escuchando, no hay nada mejor que saber a qué público te dirigís y enfocar a ese público. Vas directamente a lo que te interesa. Es una muy buena mezcla de magazine, más tirado para la mujer, con temas de interés general y con premios.
En un momento tuviste que reemplazar por un tiempo a Chiche Gelblung, ¿cómo surgió esa propuesta?
El año pasado y el anterior fueron de mucho crecimiento en éstas cosas pequeñas. Yo a Chiche lo admiro mucho, lo respeto enormemente y que me hayan propuesto el reemplazo me llenó de mucha responsabilidad y creo que eso hizo que luego de otra suplencia vinieran las vacaciones de Chiche y también lo reemplacé. Es decir, le pude generar confianza a él para dejarme en el programa y no morir en el intento. Después vinieron otros reemplazos, hice el programa de Rolando Hanglin, Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann, hice muchos programas en donde tengo la posibilidad de poder adecuarme a cada programa y no caer en un vicio que tienen muchos conductores de adueñarse del programa y de adueñarse de lo que no corresponde. Entonces yo respeto mucho cada programa, quién lo conduce y el estilo.
¿Qué significó para vos que te hayan elegido como conductor del festejo por los 104 años de Argentinos Juniors, club del que sos hincha?
Se mezcló el trabajo con el placer. Para mi fue una emoción, yo con la dirigencia de Argentinos Juniors tengo una excelente relación y bueno eso fue como el punto máximo del cariño que me provoca conducir una fiesta aniversario de Argentinos y también voy a conducir un evento para el club que es el relanzamiento de la página web que se hace con los jugadores, con el técnico y a mi me encanta. Voy y estoy en contacto con la gente, lo del aniversario lo pude compartir con mi viejo, de quién tomé la pasión por Argentinos, cualquiera cosa hago y haré por la institución. En un momento faltó la voz del estadio y fui yo. Para mi es un placer.
De locutor a actor
En su haber se encuentra participaciones como locutor en programas de la talla de “Gran Hermano”, “Trato Hecho” con Julián Weich y “El último pasajero” con la conducción de Guido Kazca. A su vez tuvo pequeñas participaciones en las telenovelas “Máximo corazón”, “Franco Buenaventura” y la exitosa “Montecristo”. Más allá de su trabajo de locutor y conductor se encuentra su gusto por la actuación que actualmente pone en práctica con un protagónico en teatro.
Hiciste un programa por internet llamado “El buscador”, ¿qué posibilidades hay de verlo en televisión?
Ideas y ganas hay muchas, con el canal Gambling TV estuvimos hablando y hay una posibilidad, de hecho estamos trabajando juntos. Lo que pasa es que Gambling TV todavía está en desarrollo, una vez que logre una buena cantidad de abonados y que llegue a más hogares posiblemente “El buscador” pueda verse por esa señal, como también estamos abiertos a otras. Este es un año muy difícil para lo que es la producción y la televisión. Estamos tratando de venderlo.
Hablando de televisión, fuiste la voz de “Gran Hermano” en las tres primeras ediciones, ¿cómo se dio tu llegada al programa?
Llegué por casting, yo me había recibido en el ISER hacía muy poco tiempo y me llamaron, fui y había un montón de locutores, de voces, de estilos. Tuve mucha suerte porque los casting tienen mucho de ese factor, dar justo con lo que están buscando. Gracias a Dios pude afianzarme como la voz de Gran Hermano en lo que fue la primera etapa. Ya la última etapa mis proyectos y mis cosas van por otro lado, no van de la mano de las cosas en off entonces no los hice.
Igualmente continuaste en Telefé.
Si, seguí trabajando mucho tiempo en Telefé. Lo último que hice fue “El último pasajero en el 2005 y terminó ese programa y yo quería hacer algo más propio, con mi nombre, hacer algo en cámara. Me llamaron para la segunda temporada pero tenía la posibilidad de trabajar un tiempo en Canal 9, estuve trabajando en un proyecto que al final no salió al aire pero tenía el contrato entonces no pude volver a “El último pasajero”. Lo que hice fue no volver a lo que es la voz en off. Volvió “Gran Hermano”, les agradecí mucho pero no acepté ya que estoy focalizado a otros proyectos.
Tuviste algunas participaciones en varias telenovelas ¿cómo surge lo de la actuación?
Actuar siempre me gustó y creo que es un costado histriónico que si uno puede explotarlo mucho mejor. Estudio teatro hace cinco o seis años y éste es un momento en donde lo puedo desarrollar más. Las participaciones en las telenovelas fue una consecuencia.
Contame de la obra de teatro que estas protagonizando.
Ahora estoy estrenando una obra de teatro que se llama “El lesionado” con funciones los Sábados a las 22 hs y los Domingos a las 20 hs en el teatro “El túnel” que está en Bonpland y Soler, en Palermo Hollywood. La dirección es de Carlos Evaristo y junto con Miriam Lanzoni somos los protagonistas.
¿Podes adelantar algo del argumento?
Es la historia de un jugador de fútbol que no se resigna, que está todavía esperando jugar en la selección pero está lesionado, entonces esa lesión lo tiene a mal traer y es la causante de no poder levantar cabeza. Tiene una moraleja muy linda respecto a los sueños y a lo que uno quiere ser en la vida. Es una comedia muy divertida.
¿Algún proyecto que tengas?
Tenemos muchas ganas de seguir con ésta obra, por lo menos hacer alguna gira en el verano, está la posibilidad de Mar del Plata, tengo que acomodar horarios y todo el tema con la radio. Hay muchas ganas de llevar la obra a la costa. También quiero continuar en la radio que estoy muy cómodo.
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lunes, 27 de julio de 2009
Carlos Ulanovsky: “El periodismo es una manera de conocer gente que a uno le interesa”

En un bar cercano al shopping Alto Palermo, Ulanovsky habló de su rica trayectoria como periodista y, sobre todo, como entrevistador. Su carrera incluye una participación destacada en diversos medios y nos trae al presente, con La vuelta en las tardes de radio Continental. De lunes a viernes, María O’Donnell y Fernanda Iglesias comparten el micrófono con él en ese espacio radial.
¿Cómo fue su comienzo en los medios?
Mi comienzo fue en la escuela secundaria, yo iba al Nacional Moreno y era compañero de Rodolfo Terragno. A Terragno se le ocurrió hacer una revista estudiantil que se llamaba Orbe. Él era el director y alguna vez le pregunté por qué me había elegido, y me dijo que porque yo leía los diarios. Y es cierto. Mi casa era una casa diariera y revistera, no librera, y de hecho me fijaba cómo comenzaban las notas de los periodistas más importantes; por ejemplo, Bernardo Neustadt. La revista Orbe la hicimos en tercero, cuarto y quinto año del secundario. La experiencia de la revista fue buena porque nos permitió ponernos en contacto con gente que admirábamos, como Leopoldo Torre Nilsson o Jorge Luis Borges. Con la excusa de la revista conocimos mucha gente: Dante Panzeri, Dalmiro Sáenz, Neustadt, Pinky, Augusto Bonardo. Antes de hacer periodismo se me hizo cierto ese refrán medio irónico que dice que el periodismo es lindo porque se conoce gente. Pero es verdad, además de ser irónico es cierto, es una manera de conocer gente que a uno le interesa. Muchos años después, yo trabajaba en Clarín y pensé “nunca le hice un reportaje largo a Borges”. Un día lo propuse, le hablé a Borges y lo hice.
Además de la entrevista a Borges, ¿qué otras recuerda?
Recuerdo muchísimas. En especial gente por la que yo no daba mucho y terminaron siendo fantásticos entrevistados, por ejemplo Canela. No todos los entrevistados los elegía yo. Entonces me pidieron que vaya a entrevistar a Canela y yo tenía prejuicios, pero la conocí y descubrí que era una persona extraordinaria, con una vida maravillosa. Eso me enseñó que en periodismo no hay que manejarse con prejuicios. Cualquier persona puede encerrar un tesoro. Y Canela, en este caso, encerraba el tesoro de un pasado en Europa, era una persona que había vivido la guerra en Italia, que había sufrido el exilio, que se había adaptado a la nueva vida en la Argentina junto con su familia y que había aprendido español escuchando radio. Veinte cosas diferentes que yo no conocía. Y eso también me dio otra enseñanza y es que uno tampoco puede preparar tanto las entrevistas, debe dejar una parte de la entrevista librada a lo que salga, porque si uno la prepara demasiado, no sorprende.
¿Se encontró con protagonistas de los que esperaba más pero que terminaron siendo muy chatos?
No voy a dar nombres pero me pasó varias veces. Así como una de las mejores cosas del periodismo es conocer gente, también una de las peores cosas es conocer gente. Gente que yo admiraba pero finalmente el personaje no era tanto como imaginaba. De todos modos las entrevistas que hacía en Clarín siempre eran a favor, no en contra, y eran muy trabajadas, muy editadas. La idea era que brillara el entrevistado, no el entrevistador. Ése era un objetivo fuerte.
¿Recuerda alguna entrevista que terminó mal?
Mi único mal recuerdo de entrevista fue cuando yo trabajaba en Confirmado y Horacio Verbitsky me encargó una serie de reportajes que hice que se llamaban “Reportajes insolentes”. Eran para ir a molestar a los entrevistados, para provocarlos, hacerlos tropezar con alguna pregunta y ponerlos en aprietos. Los cuestionarios yo los armaba en base a chismes que me contaban. Y sobre esa misma base le fui a hacer un reportaje a un psicoanalista que en los años 60 estaba muy de moda en el ambiente artístico, se llamaba Alberto Fontana. Fui con el fotógrafo, el tipo me recibió y a la tercera pregunta se enojó, me insultó. Creo que le pregunté si era cierto que estaba gordo porque se comía las uñas. Me echó. Y eso también terminó siendo una gran enseñanza para mí, porque dije “no me parece que la misión del periodista deba ser ir a joder a alguien”. Era un momento de la vida argentina en la que se había puesto de moda la tendencia de agresividad de parte de los periodistas, debíamos ser agresivos, punzantes. La verdad es que con los años yo fui cambiando ese costado agresivo que tenía y me empezó a interesar otra cosa. En lugar de sacarle una frase que fuera un titulazo prefería sacarle una frase inteligente. Poco a poco fui cambiando eso y definitivamente lo cambié cuando estuve exiliado, eso me ayudó a encontrarme en otra faceta.
¿Qué recuerdos tiene del exilio en México?
Tuve dos estadías en México. Primero, en el ´74, me fui cuando clausuraron Satiricón. Ahí tenia un miedo terrible, las revistas de la ultraderecha peronista y de la Triple A nos atacaban a los que hacíamos Satiricón. Tenía un miedo espantoso, la verdad que no podía vivir y nos fuimos. En noviembre de ese año ya estábamos en México y ahí, rápidamente, conseguí trabajo gracias a un amigo argentino. La pasé bien pero mi mujer no se adaptaba y nos volvimos a pesar que todo el mundo nos decía que no nos convenía regresar porque iba a haber un golpe. Fue el golpe más anunciado de la historia, se sabía con varios meses de anticipación. Nosotros nos volvimos en diciembre del ´75, fuimos primero a Nueva York y de ahí vinimos para acá. Vino el golpe y la pasé pésimo, no trabajé en periodismo.
¿De qué trabajó en ese período?
En publicidad. Soy bueno en eso, tengo mucho oficio de redactor publicitario.
Usted es uno de los fundadores de la hoy prestigiosa escuela de periodismo TEA (Taller Escuela Agencia). ¿Cómo surgió ese emprendimiento?
Fue un invento de Carlos Ares, que citó a ocho o nueves personas y finalmente quedamos cuatro, los que persistimos en la idea. Fue un momento extraordinario, de reclusión, porque todos terminamos dejando los medios en los que estábamos trabajando para dedicarnos a TEA únicamente. También fue un momento de aprendizaje porque yo no soy recibido de nada, no tenía una formación universitaria, apenas había hecho unas materias de Sociología, y empecé a leer, a devorar libros sobre medios de comunicación. Pero cuando todos nos sentamos los cuatro y dijimos “bueno, ahora tenemos que empezar a enseñar”, fue como que reaprendimos el oficio. Primero que nada nos sorprendió la realidad, nosotros creíamos que era uno de esos tantos proyectos en los que uno se junta con amigos y a los seis meses todo fracasa. Pesábamos que con mucha furia iban a anotarse 50 alumnos y vinieron 120, superó absolutamente nuestros cálculos. El lugar que teníamos, en Salta 319, nos lo prestó Julio Bárbaro y las clases de los lunes las dábamos a la vuelta, en un sindicato. Fueron 10 años muy buenos en los que yo pude hacer todo lo que quería y plasmar todas mis ideas. Después tuve algunas diferencias con alguno de mis socios y me fui. Yo me voy de los lugares, en general tengo esa actitud y no me parece mal, creo que hay que irse cuando uno tiene ganas y lo siente así.

Radio y televisión van de la mano
Posiblemente se lo pueda definir como un historiador de los medios de comunicación y sin ninguna duda su experiencia en ellos influyó para que pudiera escribir la cantidad de libros que tiene en su haber. Por eso, Ulanovsky nunca abandona su mirada atenta hacia la actualidad de la televisión y la radio argentina, de cuyas historias también es parte.
¿Cuáles fueron sus primeras experiencias en radio?
Lo primero que hice fue con Silvia Rudni en una viejísima etapa de radio Municipal, cuando estaba en el subsuelo del Teatro Colón. Ahí, en el ’68, ’69, hicimos un programa que se llamaba Jarabe de pico, para darnos el gusto. Lo hicimos un par de años, mientras duró esa gestión de la radio, y después lo dejamos, nos aburrimos. Lo segundo fue un programa que hicimos con Alejandro Dolina y Mario Mactas que se llamaba Mañanitas nocturnas. Fue muy curiosa esa experiencia, primero porque fue la primera participación de Dolina en radio, pero además porque iba dentro de un programa grande que se llamaba Clin caja. Era una época maravillosa, a comienzos de los 70, en la que yo trabajaba además en La Opinión y Satiricón. La recuerdo como una de las épocas más felices de mi vida.
¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza de esa época?
En La Opinión me divertí mucho. Yo trabajaba en Cultura y Espectáculos y Jacobo Timmerman me dijo: “Quiero que hagas radio y televisión como si hicieras cine o teatro, te sentás a escuchar radio y te sentás a mirar televisión”. Y ésa fue una de las razones por las cuales pude hacer los libros que hice. Los sábados íbamos todos a reunirnos en el séptimo piso del diario, que era una peña; ahí el Gordo Osvaldo Soriano nos mostró los primeros capítulos de “Triste, solitario y final”. Había un plantel de gente extraordinaria, fue muy lindo ese lugar para trabajar.
Volviendo a Alejandro Dolina, ¿cómo fue trabajar con él en aquella época?
Ya en ese momento Dolina era un tipo de un talento extraordinario, de esas personas nacidas para la radio. Le dabas un hueso y con eso hacía un puchero. Él hacía un personaje que se llamaba Gómez porque era la época en que empezaron a ponerse de moda los móviles en las radios. Cacho Fontana tenía 1500 movileros con auto, equipados, recorriendo la ciudad; uno de ellos era Magdalena Ruiz Guiñazú. Y entonces para parodiar, para satirizar esa cosa de los movileros inventamos el personaje de Dolina, que era el movilero Gómez. Lo mandábamos a todos lados y el tipo hablaba desde café de la esquina. Un atorrante, pero era maravilloso lo que hacía. Hacíamos sketches de 10 o 15 minutos y era todo improvisado, lo nuestro y lo de él.
Hablemos acerca de la radio actual. ¿Por qué hay tantos columnistas en los programas?
Quizás porque el formato que se impuso es el magazine, que es como una revista, que lo admite todo. Entonces el magazine te permite tener un poco de política, un poco de deportes, un poco de espectáculos, un poco de economía, etcétera. Es una radio colmada de especialistas, en parte porque los especialistas cuestan menos. Un columnista que quizás tiene participación en varios programas de radio, no cobra tanto.
¿Le influyó a la radio la aparición de tantos canales de noticias?
Sí, los canales de noticias influyen decisivamente porque en todos los estudios de radio hay por lo menos uno o dos televisores encendidos sintonizados en canales de noticias, y eso marca la agenda de la radio. En mi último libro, “Siempre los escucho”, dedico un capítulo al tema que se titula “La radio ‘televisión-dependiente’”. Esa dependencia absoluta de la televisión es muy mala para la radio porque le quita identidad. La mayoría de los que trabajan en radio también lo hicieron en televisión y eso le quita posibilidad de magia al medio radiofónico. La gente antes escuchaba un radioteatro y se imaginaba a los protagonistas y recién podían verlos si salían en alguna revista o en algún teatro cuando hacían giras. Pero ahora no hay nada para imaginarse, casi todos aparecimos en televisión, la gente nos conoce.
¿La investigación periodística en radio está en extinción?
Sí, especialmente en radio porque cuesta mucho todo, implica más gente, más horas de estudio, más despliegue, es decir, más dinero. Está en extinción lamentablemente, es una deuda que la radio actual tiene con sus oyentes porque prácticamente se basa en lo que dicen los diarios. Lo que sí creo es que hay gente más inteligente y con estilo personal en la radio que en la televisión; eso en algunos aspectos la salva de ser superficial. Por otro lado, la radio es la primera en empezar a hablar como habla la gente, como se habla en un bar, en una esquina, en un trabajo. La radio no es superficial, lo que a veces tiene es cierta banalidad: es muy veloz, muy sintética, lamentablemente hay que decirlo todo en no más de dos minutos. Pero bueno, son exigencias del lenguaje. Así como en la gráfica vos te podés expandir, en la tele y en la radio hay que sintetizar.
¿Qué opina de la nueva camada de conductores de radio, como Andy Kusnetzoff o Matías Martin?
Todos tienen cantidad de valores. Algunos me gustan mucho, me parecen imaginativos, audaces y escucho con mucho agrado sus programas. Igualmente, el último gran fenómeno de la radio fue Fernando Peña, extraordinario.
Ahora vayamos a la televisión. ¿Por qué piensa que se recicla tanto material de los otros programas?
Por cuestiones económicas, tiene que ver con costos. Es mucho más fácil ir a revolver el avispero de los archivos que hacer cosas propias. Son programas muy baratos, después se verá con cuánto ingenio se resuelven. Y una cosa curiosa que no pasa en ningún otro país, sólo en Argentina, es que no se cobran derechos por la utilización de materiales que en realidad pertenecen a otras personas y que originalmente fueron creados para otro fin. Acá a nadie se le pasó por la cabeza establecer un canon, que no sea una barbaridad pero que se pague. Eso es lo que pasa en Estados Unidos o en Europa, si utilizás materiales de otras personas sin permiso te hacen juicio.
¿Cuál es motivo de la aparición de tantos mediáticos y personas desconocidas para los medios de comunicación?
No creo que sea un tema de costos en estos casos, sino que hoy la televisión es un escenario en el que se plantean muchas cosas que antes estaban vedadas. Diez o quince años atrás era impensable imaginarse que una prostituta, un alcohólico o alguna mujer golpeada se iban a presentar de frente a las cámaras, siempre se presentaban de espaldas a la cámara. Hoy todos dan la cara. Así como se ha desregulado el lenguaje, también se ha desregulado ese tipo de presencias. La televisión está muy entregada al impacto inmediato, a lo que se pueda conseguir en un minuto; luego se verá, y si eso rinde en términos de rating, mucho mejor.
Había escrito un capítulo para el libro “VideoMatch & ShowMatch. 20 años de Historia” pero al final su texto no fue incluido. ¿Cuál fue el motivo de la exclusión?
No sé el motivo, nunca tuve la menor idea. Lo que no me gustó fue que al principio me dijeron que escribiera lo quisiera, con absoluta libertad, y yo escribí una nota que no era sangrienta, era una columna en la que observaba cosas a favor y cosas en contra. Luego no me gusto la actitud de cómo me lo dijeron. Dejaron pasar un tiempo y me mandaron un mail en el que me informaban que por razones de espacio no iba a ser publicada. Yo se lo comenté a mi amigo Pablo Sirvén y a él le pareció que se podía publicar en La Nación, entonces lo publicó ahí. Me pareció perfecto. No le tengo ningún rencor a Tinelli, no me sentí censurado ni nada por el estilo. Me parece que está bien lo que ofrece aunque no es para mí. Yo soy de los programas de hasta 5 puntos de rating, no de los de 30.
viernes, 17 de julio de 2009
Pedro Saborido: "Trabajando con Capusotto me divierto como a los 15 años"

Él es Peter, aunque no lo grite a los cuatro vientos. Es Peter para sus conocidos por uso y costumbre del apodo. Pero también es el Peter que antecede a Capusotto en el título del programa de la televisión argentina con mayor rating en la imaginaria grilla de You Tube. Sin embargo, a Peter, que en realidad es Pedro Saborido, no le pesa la responsabilidad de ser uno de los cerebros creativos –junto al mencionado Diego Capusotto– de ese éxito humorístico que estalló de popularidad en 2007. Nada de eso. Como Peter es portador de apellido pero no de cara famosa, se mezcla entre la gente por la calle sin temor a que algún adolescente 2.0 lo persiga para tomarse una foto junto a él y subirla a su fotolog. Entonces, gracias a que Peter se maneja por fuera del canon del star system, él mismo se encarga de convertir la entrevista en una charla de café.
Es posible que en los últimos tiempos a vos y a Capusotto los halaguen por hacer reír. Nosotros creemos que van un paso más allá de la risa y hacen reflexionar por el tipo de humor que proponen. ¿Qué postura tienen ustedes frente a eso?
Por ahí nuestra propuesta no es “vamos a hacer reflexionar”, es lo que nos sale. Lo que presuponemos con Diego es que para hacer reír necesitamos cosas que primero nos diviertan a nosotros. También hay cuestiones de oficio, recursos que sabés que funcionan para hacer reír. La reflexión puede surgir de la gente que se sienta a escuchar algo de lo que hacemos, pero también hay chistes sobre los que no se puede reflexionar nada. Si debajo del chiste, de la estructura de un sketch, aparece algo que pueda sonar a crítica o a pensamiento sobre algún tema, tiene que ver con el lugar desde el que nosotros hacemos humor. Pero no nos proponemos decir algo para que genere reflexión y después le agregamos chistes, sino que partimos de temas que fuera del humor forman parte de nuestras preocupaciones y de nuestras charlas. Cada sketch tiene una carga que surge a partir de determinada mirada, pero ese punto de vista es el mismo que me sale en una conversación de café. Con Diego tenemos claro que el vínculo con la gente surge a partir de la risa, después viene lo otro. Algunos chistes tienen un trasfondo más interesante y otros son una pedorrada. Si nos divierten las pedorradas, las hacemos. Ojete es una palabra graciosa que podemos usar, ahora si decimos todo el tiempo ojete ya deja de ser gracioso. Nuestro humor va del absurdo al humor de vestuario, por llamarlo de alguna manera. Nos gusta hacer las dos cosas.
¿Cómo es la cocina creativa de los personajes?
Las ideas surgen de la observación, de algo que se nos ocurre, pero hay veces que tenés que sacarlas de oficio porque estás apretado de tiempo. El segmento sobre la educación, por ejemplo, surgió porque un chico de la producción dijo “voy a la esquina a pegar una cerveza”. Con Diego nos pusimos a boludear con eso y salió en dos segundos. Otras veces tenés una idea y necesitás darle mil vueltas para que salga, porque está la intuición de que eso tiene algo adentro pero no sabés bien qué… (Reflexiona un instante.) ¡Tampoco hacemos Shakespeare, vamos! Sí reconozco que hay una ansiedad permanente de sacar cosas nuevas, ése es nuestro motor. Tal vez tiene que ver con cierto inconformismo, pero es una satisfacción que surjan ideas nuevas y desde ahí defendemos nuestro producto. También puede haber una limitación de nuestra parte para sacarle bien el jugo a un personaje que pegó. Minguito hizo lo mismo durante treinta años sin aburrir y nosotros tenemos que dosificarnos porque si no, en ocho minutos aburrimos. Nos cuidamos de no hacer pomada a los personajes y al mismo tiempo tratamos de divertirnos.
Una de las características del programa, justamente, es la variedad de personajes que tiene. Para llegar a eso es necesaria la autoexigencia de renovarse.
Siempre tratamos de no cansar, de meter cosas nuevas. El problema es que somos dos y las estructuras cómicas se repiten, pero aunque los personajes no sean del todo efectivos buscamos renovarnos. No es que nos guste experimentar, de la experimentación surgen ideas. Es casi estadístico: de cinco o seis propuestas novedosas, una va a pegar un poco más que el resto. Muchos personajes nacen como algo chiquitito y después empiezan a tener vida propia. Otros, en cambio, surgen y mueren al instante, por más graciosos que sean. El inconformismo, en un punto, te puede generar inseguridad, la necesidad de hacer cosas nuevas para no sentir que te agotaste. También está lo opuesto, el riesgo de descansar sobre los contenidos exitosos. Porque si cargás todas las tintas sobre un personaje, lo pulverizás y no tenés más nada para decir. Es preferible el ejercicio de generar cosas nuevas, que sobren, para que a la larga los personajes perduren. Cuando explotó Pomelo, salía muy seguido al aire. Después decidimos darle un respiro, no lo poníamos todos los programas. Nosotros también nos pudrimos… si no le encontrás el costado divertido a un personaje y lo estirás, lo estirás, ya fue. Además, algunos tienen mayor riqueza que otros. Por ejemplo, Micky Vainilla es un personaje con carne, se trata de un nazi hijo de puta que dice cosas que últimamente están dando vuelta en la calle. Después, con el emo no creo que volvamos (la próxima temporada, planeada para agosto), ya está saturado. Quizás encontramos otra creación que nos permita hacer las mismas pelotucedes que hacíamos con él.
Este año se largaron también a la radio con Lucy en el cielo con Capusottos. Vos te iniciaste en ese medio, pero Diego viene de la televisión. ¿Cómo surgió esa posibilidad?
El éxito televisivo ayudó a que llegáramos a la Rock & Pop. Lo que hacemos ahí surgió como un experimento donde la idea inicial era pasar música y después nos fuimos un poco al carajo, empezamos a hacer sketches y bla bla bla. Por un lado se emparenta a la forma en que venimos trabajando: pregrabados, editados, producidos. No es un programa en vivo, no hay mensajes de los oyentes, no es la más habitual en la radio hoy. De entrada nos preguntamos de qué manera podíamos hacer radio nosotros. Muchas veces las cosas surgen de las limitaciones. No sé si Diego se veía bien conduciendo un programa en vivo, no sé si yo tenía ganas de hacer aire como antes. Más allá de una postura frente a la radio, teníamos ganas de hacer algo distinto, sabíamos que no podíamos hacer lo otro y nos salió para este lado, con todo el quilombo que lleva. Tal vez nuestro formatito, que no está colgado de la realidad, que es como un pedo al aire que podés escuchar hoy, mañana o pasado, se distingue porque no es lo habitual. Tampoco sé cuánto se puede sostener, porque es un programa que no rinde. Nos jugamos a hacerlo y lo estamos haciendo.
Hay un segmento, “Hasta cuándo”, donde se percibe una crítica hacia la tradicional radio AM, excesivamente informativa y cargada de la opinión de los oyentes.
No surgió como una crítica sino como una sensación. A la mañana, cuando llevo a los chicos al colegio, solemos escuchar a Roberto Pettinato porque nos divierte él y pasa música que nos gusta. De pronto un día me subí a un taxi y el chofer estaba escuchando otra cosa. En veinte minutos, media hora noté una carga de mierda… que más allá de que fuera verdad o no la mierda, a las ocho de la mañana los oyentes ya estaban a las puteadas por ese feedback negativo que recibían. En algunas cosas tendrían razón, en otras no, pero lo que más me pegaba era esa carga. La idea nació de ahí.

Radio y militancia, un solo corazón
Hay un personaje importante en la vida de Pedro Saborido: se trata de Omar Quiroga. Antes de que ambos llegaran a radio Mitre, a fines de los 80, la dupla de Avellaneda había compartido barrio, gustos musicales y militancia política en el Partido Intransigente. Todo eso, sumado a la influencia literaria de Raúl González Tuñón, confluyó en un programa de radio que salía por una FM zonal: La luna con gatillo. Dice Saborido sobre esa experiencia: “Cuando hacíamos el programa en Avellaneda, donde también participaba Javier Saubiette, se daba una mezcla interesante de eso que éramos como adolescentes: la militancia, las ganas de cagarnos de risa, el rock, los libros. Volcamos ahí varias cosas que nos rodeaban, era lo que queríamos mostrar de nosotros y lo que queríamos que los otros vieran y compartieran.” Luego llegó el concurso de guionistas organizado por Mitre y la posibilidad de darse a conocer en los grandes medios.
¿Cómo fue el salto a una emisora importante?
Cuando empezamos en Mitre con Omar, hacíamos editados. Se debía a nuestras limitaciones como cómicos o como tipos graciosos al aire, éramos más presentadores de eso que lográbamos armar. Hicimos equipo con un editor monstruoso en todo sentido, Ricky González. Lo que creábamos con él surgía de la poca ductilidad que teníamos con Omar al aire. No sabíamos imitar, no hacíamos personajes, pero adentro de ese formato grabado, apoyado en la edición, sentíamos un respaldo mayor. Esa seguridad nos daba más confianza al aire, cuando teníamos que presentarlo y nos soltábamos más.
¿Te considerás un hombre de radio? ¿Afectivamente estás más vinculado a la radio que a la televisión?
(Duda.) No sé, lo que me pasa con la radio es raro. Desde que trabajo en radio dejé de escucharla, aunque en mis comienzos valoraba mucho la palabra hablada y me molestaban los hilos musicales. Pero no soy un oyente habitual, y eso que me crié escuchando radio, hacía reparto con mi tío en un camión con el aparato prendido, empecé en una emisora trucha, me quedaba con amigos a la noche escuchando a Dolina… pero después de trabajar durante muchos tiempo en el medio, se me fue el interés. Hace muchos años que no hago un programa de radio al que tengo que ir todos los días. Por ahí lo disfrutaría. Me han hecho ofertas recientes pero no agarré, estoy bien así. No sé si me bancaría ir todos los días, es un sacrificio. Supongo que cuando hago radio soy un hombre de radio, después no.
¿Tenés algún referente, alguna voz que te haya marcado?
He admirado y admiro a muchos tipos como Lalo (Mir), Dolina o Bobby Flores. Recuerdo El tren fantasma, un programa que hacía Daniel Morano, quien ahora nos produce en televisión. A mí me marcó mucho, era una emisión sin espacio ni tiempo, retomaba cierta tradición de la radio que yo escuchaba de chico, sobre todo la nocturna, donde se apelaba a cierta magia. Betty Elizalde, Modart en la noche, esos programas parecían suspendidos en el aire, flotando en la noche, generaban un clima. Después los formatos de radio se hicieron muy… estaba el magazine por un lado, los programas del estilo Rock & Pop por el otro, que tuvieron la marca de Lalo y de Pergolini, o las radios de hits con una locutora que dice (En tono burlón.) “¿te cuento, te cuento?” y saca llamados al aire. Hay también una galaxia Aspen u Horizonte, más discreta, como para volver en tu Audi a las siete de la tarde. Pero hubo programas que a mí me marcaron de pendejo y me dieron elementos, ganas de hacer cosas en el terreno que fuera.
Volviendo a tu juventud, ¿no te parece que tu experiencia personal de militancia política le da un trasfondo más profundo al humor?
Eso se puede mirar de dos maneras. Por un lado, utilizar lo que sabés y lo que viviste para hacer humor. Pero también está la cuestión de la frustración, haber dejado algo y no poderlo continuar. Yo no me planteo “voy a bajar línea y hacer humor para esclarecer”, aunque en el fondo debe haber un vocecita que me dice “ehhhhhh” (Hace un gesto con la mano en señal de rebelión.). En todo caso, yo empecé junto a Omar en esto con la intención de ser periodista. Y no lo logré (Se ríe.), no me salió.
Pero si hubiera más humor del estilo del que proponen ustedes en vez de la parodia política, por ejemplo, ¿la gente no estaría mejor posicionada frente a la despolitización que existe actualmente?
Se puede despolitizar desde varios lugares y también la gente se deja despolitizar, la responsabilidad está en cada uno. Cuando te asomás a las tramas de la política te das cuenta que hay diferentes variantes de poder que entran en juego y hacen que entre lo que nosotros fantaseamos y la realidad, haya una distancia grande. Aún tenemos la idea que viene del fútbol: “yo quiero que los once jugadores que salen a la cancha amen la camiseta del club”. Si un jugador es hincha de Nueva Chicago, se va a probar a Chicago y no queda, entonces se va a probar a All Boys o a Argentinos Juniors. Claramente, está anteponiendo su carrera de futbolista a su amor por la camiseta. Lo mismo pasa con el poder, hay que sentarse a negociar con gente que no quiere resignar intereses… Desde una perspectiva idealista, ¡seamos anarquistas y tiremos todo a la mierda! Yo no sé si hablar de política –cosa que yo hago poco– involucraría más a la gente. Está claro que la gente se interesó, por ejemplo, en Gran Cuñado, que se convirtió en una tribuna desde la que se puede sumar más o menos votos. Por otro lado, los programas de política casi no existen en la televisión abierta, no tienen rating. Estamos ante el triunfo del entretenimiento. La política no es entretenida, hablar de ciertos temas no es entretenido y quizás los televidentes buscan el entretenimiento.
¿Quién creés que se beneficia con una sociedad despolitizada?
Con la despolitización se genera cierta comodidad, dado que la corporación política crea un parnaso en torno al ejercicio de la política y ante eso la gente tiene la comodidad de no participar, de elegir solamente qué le gusta y qué no. En otros aspectos la política se hace necesaria, como cuando hay que hacer trabajos en los barrios o poner comedores escolares. Ahí aparecen las necesidades concretas. Y quizás muchas veces la gente se mueve a partir de reivindicaciones puntuales… instalar un semáforo, conseguir trabajo. Supongo que ahora en los barrios no hay tantos comités o unidades básicas como antes, así que los espacios que no ocupa la gente los ocupan otros y ahí se genera la comodidad. Cuando las cosas van bien, a nadie le importa la política, pero cuando algo molesta o cuando hay elecciones el ambiente se politiza. De todos modos, lo que se vive ahora es brillante. (Hace una pausa profunda.) ¡Se tiraba gente viva desde los aviones! Estamos en condiciones de mejorar todavía muchas cosas más, pero también se han afianzado algunas cuestiones muy importantes.
Antes decías que no te proponés hablar de política de manera consciente, pero al hacer un personaje como Bombita Rodríguez, con esa carga de nostalgia militante, hay una postura política fuerte.
Quizás sea la nostalgia de Diego y la mía por nuestra infancia, cuando veíamos en la calle afiches que decían “Liberación nacional”. Ahora dicen “Eficiencia”. Era otra época, que puede volver. Esperemos que en otros términos, sin un genocidio detrás como ocurrió acá, pero sí con las ganas de cambiar las cosas. En eso, la dictadura anestesió mucho a la política de los años posteriores, con los límites, los miedos. El mensaje no es sólo “algo habrán hecho” sino también “mirá lo que te puede pasar”. Cuando cayó Hipólito Yrigoyen en los años ‘30, Jauretche, Scalabrini Ortiz y compañía crearon Forja como una especie de semilla, porque sabían que con el tiempo se iba a necesitar eso. Era como la guarida donde mantener cierto espíritu.
¿Eso se perdió?
No, al contrario. Eso lo veo hoy no tanto en lo que hacemos nosotros. Lo veo en los chicos jóvenes, la gente que estudia y que barre con la idea instalada de que todo es frívolo. Además, las realidades sociales están muy fragmentadas. No vive igual una persona en Barracas o en La Matanza que una persona en Belgrano o en el Chaco. Confundimos lo que vivimos en la vida cotidiana, más el aporte de los medios de comunicación, y creemos que ésa es la realidad. Lo que pasa en el Chaco te puede conmover como noticia durante una, dos, cuatro horas… De veinte tipos, a uno le puede cambiar el modo de pensar y al resto no, porque consumimos noticias como si fueran ficción. La gente busca entretenerse y hasta los políticos se han aggiornado, tratan de ser más rápidos, de no aburrir. Esto lleva a que después elijamos al que en un debate se mueve mejor delante de cámara. No me parece justo, ¿o acaso se puede dejar de votar a alguien porque no sabe moverse en televisión?

Antes, mucho antes de formar pareja con la directora de arte Marlene Lievendag y de ser papá de Dante y de Sofía, Saborido soñaba con un destino profesional distinto al actual. Jamás imaginó trabajar junto a Tato Bores o ser artífice de un delirio televisivo inolvidable como Todo x $2; en una sintonía muy diferente, sus sueños transcurrían entre vinilos, celuloide y grabadores.
¿Qué personas sentís que te marcaron más profundamente?
Siento que cada vez me parezco más a mi viejo, que murió hace cuatro años, en actitudes que siempre le admiré. Por ejemplo, trato de llevar las cosas con calma y no darle tanta importancia personal a lo que hago. Después fui teniendo deslumbramientos con cierta gente: Los Beatles, Dolina, Lalo Mir en Radio Bangkok, Jauretche, Tuñón, Borges, los uruguayos de Hupumorpo. No creo que haya llegado a ser ninguno de ellos, pero de cada uno tomé un pedacito y en ciertos momentos pongo en juego aquello que les admiraba. También hay que cuidarse de no copiar. Eso pasa cuando sos chico, te gusta Paul McCartney, agarrás un secador y hacés que tocás el bajo frente al espejo. Es una pulsión que surge en respuesta a eso que te llegó y te gustó, después te dedicarás a la música… o no. Yo me sorprendo porque en los medios y en la música hay gente con gustos que no tienen nada que ver con lo que hacen.
¿En algún momento pensaste que tu carrera iba a tomar el rumbo que tomó?
Primero quería hacer cine, llegué a trabajar como sonidista. Admiro mucho a la gente del cine por el esfuerzo prolongado en el tiempo que hace. El hecho de haber vivido el proceso de algunas películas desde adentro me hizo pensar que no sería capaz de hacer algo así. El guión, la plata, la filmación, la preproducción… son procesos muy largos y extendidos en el tiempo. Hacer una película exige tener una enorme convicción de hacerla. No digo que yo no la tenga, pero quizás me aburriría antes o no tendría la constancia necesaria. La televisión, la radio, el periodismo me brindaban un canal de expresión más inmediato, más urgente. Bueno, en el periodismo no pude avanzar, por ahí si lo hacía era un soquete. Cuando nos surgió con Omar la posibilidad de escribir y hacer humor, empujamos eso y nos fue mejor. Pero incluso después de haber ganado el Martín Fierro por nuestro trabajo humorístico, nos hacíamos unas escapadas periodísticas. Escribíamos para algún lado o en la radio misma hacíamos informes con reportajes, armábamos pequeñas investigaciones. Experimentábamos por el lado del sonido y la edición, y esas cosas no las presentábamos con nuestros nombres, las hacíamos por gusto.
¿Tenés una cuenta pendiente con el periodismo?
No sé si me la creería a esta altura. Es que si lo pudiera hacer, no sabría cómo hacerlo. Creo que me perdí un montón de cosas, entraría por la ventana, o sea, partiría desde lo que sé hacer hacia el periodismo: agarraría un tema, como hago ahora, y lo daría vuelta para abordarlo desde ahí. Me gustaría mucho hacer investigaciones y reportajes, ya que el periodismo siempre me fascinó por las crónicas, los viajes, la posibilidad de andar por mundos que si no sos periodista, no transitás. El periodismo te da un permiso especial para hacer ciertas cosas que de otra manera serían imposibles. Pero también me podría pasar que a los seis meses me canse de hacer crónicas… Eso es lo que pasa con la repetición del oficio, se pierde el valor que uno le da a lo que hace.
¿Con el humor tenés menos posibilidades de repetirte?
Puede ser, pero la situación es diferente porque es mi profesión, mi trabajo. Muchas veces me río de lo que escribo, generalmente me pasa con las cosas más pelotudas. Con Diego me divierto mucho, armando los personajes, grabando, editando… Es lo más parecido a cuando tenés 15 años y te reís con tus amigos por el solo hecho de estar boludeando. La pasás bien porque te reís, y nosotros tratamos de que esos momentos aparezcan.