lunes, 27 de noviembre de 2017

Verónica Boletta: “El título es mi expresión de deseos”





La escritora Verónica Boletta publica su libro Vendehúmo a través del sello Halley Ediciones, flamante emprendimiento de la poeta Mariana Kruk. Boletta estuvo hablando del proceso de selección de las poesías que aparecen en el libro, adelantó que la presentación será una fiesta en la que leerán Martín Tobaldo Pastore, Eve Ezquieta, entre otros escritores y el encuentro se llevará a cabo el 2 de diciembre a las 18 horas en Espiche.

¿Con qué frecuencia escribís?
Intento escribir a diario. Como es, para mí, un acto de liberación intento que no sea algo pautado, sujeto a normas.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Puedo identificarlo aunque no sé su nombre. La anécdota se remonta a mi adolescencia. No era, por entonces, «consumidora» de poesía. Un verano fui a proveerme de material de lectura en una librería que frecuentaba. Había una promoción y, el vendedor, notando mis dudas al momento de elegir títulos, me sugirió una recopilación de los poetas malditos. En ese momento cambió mi historia.

¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Vendehúmo?
Vendehúmo no es un título atado a esta colección de poesías. Es aquello que la poesía representa, el lugar donde las interpretaciones son válidas y no median los engaños. Es la suma de todas las versiones posibles. En este caso, el título es mi expresión de deseos.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Fue un proceso intenso. No hubiese podido llevar a cabo la selección  sin la colaboración, el intercambio y las opiniones de Mariana Kruk, mi editora.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Es difícil establecer un ranking de poemas, en especial porque mi preferencia varía según los estados de ánimo. Si tuviese que elegir alguno de ellos optaría por los más breves, aquellos que encierran algún juego que desarma frases hechas:
Escrituras
«Dadle de beber al sediento»
me ordenaron litros de tradición.
Y bebí
para saciarte

Aún no sé cuáles destacan los lectores pues Vendehúmo no se presentó en sociedad. Verá la luz el próximo 2 de diciembre. A partir de ese momento, aguardo las reacciones. Supongo -puedo equivocarme, claro- que los más cortos serán los preferidos.


¿De qué temas se nutre tu escritura?
El amor es el tema. Lo remarco. Puede esconderse tras muchas formas, puedo escribir de la actualidad pero el amor en el centro del texto o, en los bordes, en el contexto, es y será mi gran tema.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Aunque prefiero recomendar en función de los intereses del lector puedo listar mis autores favoritos: Candy Grehan, Pipu Simeoni, Caro García Stagno, Jimena Busefi, Reynaldo Sietecase, Mariana Kruk y muchos más. Afortunadamente la poesía está muy viva y cada día descubro autores maravillosos. Finalmente, menciono un amor, una debilidad: Alejandra Pizarnik

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello Halley Ediciones?
La posibilidad de publicar surgió de una charla de amigas. Una vez que Mariana me comentó acerca de su nuevo proyecto editorial -Halley Ediciones- no tuve dudas.

¿Qué podés adelantar de la presentación del libro que será el 2 de diciembre?
La presentación de Vendehúmo será una fiesta; una fiesta doble porque “Halley Ediciones” hace su aparición en el mundo editorial. Estamos preparando detalles léase regalos para que todos vivamos una celebración. Va a haber lecturas a cargo de Martín Tobaldo Pastore, Eve Ezquieta. Mi amiga, escritora y bloguera Nilda Allegri reseñará el poemario. Mariana Kruk será maestra de ceremonias. Es todo cuanto puedo decir. Además, intuyo que habrá sorpresas para mí.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Desde hace un tiempo escribo narrativa de manera frecuente; continúo escribiendo poesía aunque no sé si denominarlos proyectos. Ahora estoy en plena etapa de enamoramiento y disfrute de Vendehúmo.


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miércoles, 22 de noviembre de 2017

María Laura Prelooker: “Escribir es sólo la parte final de un proceso terrible y permanente”





La escritora María Laura Prelooker publicó el libro doble de poesía llamado Las viudas de la shegua / She was a través de la editorial Textos Intrusos y le contó a Entre Vidas acerca del proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro. Además, adelantó que está escribiendo una novela sobre Lilith, un personaje de la mitología judía y dos cuentos infantiles.




¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Cuando me lo propongo, esto es cuando me levanto a la mañana y digo “hoy voy a escribir”, me aparecen toda una serie de complicaciones torturadoras. Preparo mi escritorio, hago mate, pienso en qué música me gustaría escuchar mientras escribo. Generalmente todo eso falla o sufre demoras y complicaciones. Me distraigo: miro internet, me olvido lo que iba a escribir. Se vuelca el mate en el teclado, me interrumpen. Así hasta que es tarde y se perdió el día. Entonces surge, como un trueno, la idea y sale todo bien, como por un tubo.
Distinto es cuando escribo espontáneamente en mi teléfono, o en espacios que le robo al trabajo, o de viaje. Ahí todo fluye mejor.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribir es sólo la parte final de un proceso terrible y permanente. Yo tengo una especie de voz en off todo el tiempo. Tengo varias líneas de monólogos interiores. Pienso en la política y en mis hijos, por ejemplo. Pienso en la música y sostengo diálogos con el amor o con la ciudadanía, todo el tiempo y al mismo tiempo. Después, hay momentos en los que puedo teclear eso que me pasa por dentro de una manera febril y permanente. Estoy muy agradecida a todo lo que critica la gente: vivo mirando mi teléfono y mi notebook todo el tiempo, escribo en el baño, caminando por la calle. Si hubiera nacido en una época menos tecnológica imagino que escribiría igualmente, pero con una libretita, y todo el mundo pensaría que estoy loca.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
La literatura forma parte de mi vida. Es algo anterior al amor. Soy hija de un escritor-editor y una profesora de castellano. La poesía es algo habitual en el paisaje de mis anécdotas, como la comida o los juegos de la niñez. También la prosa eh. De hecho empecé escribiendo cuentos y la primer obra a la que pude dar forma, ninguna tierra es firme, fue la novela corta que ganó el segundo premio Cortázar, allá por el 2003. Luego vinieron estos textos intermedios, como los que se reúnen en Buk33 y en Las viudas, que se entrecruzan entre microrrelatos y poemas.

¿Por qué decidiste que tu libro doble se llamara Las viudas de la shegua / She was?
Fue una decisión compartida con Hernán Casabella, mi editor. Había pensado en llamarlo LAS VIUDAS DE LA SHEGUA, que es un título con una clara connotación  política, e histórica. De hecho, es como me llaman a mí y a un par de compañeras, en el trabajo, porque dicen que nos la pasamos llorando por la expresidenta. Pero en una corrección más fina descubrí que había muchos más textos que tenían que ver con lo femenino, no tanto con lo político. Es una característica que tengo: me doy cuenta de las cosas después que suceden, no antes. Releía y me decía a mí misma que el título no coincidía con el espíritu general de los textos, que eran profundamente femeninos, pero no todos estaban atravesados por la impronta política. Jugando con las palabras, fue a Hernán a quien se le ocurrió pasar de la Yegua a las She Was, lo que ella fue, que abarca mucho más, en lo significativo, que lo que se evoca desde la palabra Yegua, que es tan potente y clara en lo que pretende enunciar…me lo propuso y me encantó.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Es intenso, y divertido. En general llevo un diario. Todos los años, el primero de enero, abro un documento que es mi diario anual. Ahí voy poniendo todo lo que se me ocurre escribir. Hay una mezcla de cosas personales, bocetos, discursos escolares, borradores de posteos políticos y poemas o textos más literarios. De a poco, a lo largo del año, voy copiando y pegando los literarios en un documento aparte. Así, como cosechando, se arma el documento de mi compu en donde reside la literatura. Después es cuestión de buscar los mejores, o los que me parece que están hilvanados de alguna manera.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es la que eligen los lectores?
Varias personas me escribieron ponderando BEYA, que es el monólogo de una chica que es víctima de trata, que le enseña a otra que recién acaba de llegar cómo tiene que sobrevivir. Me gusta, pero es muy duro. Lo escribí, lo corregí y casi como que no lo vuelvo a leer porque me hace mal. A mí me gustan muchos poemas de SHE WAS porque retratan procesos muy íntimos, espacios de meditación, sensaciones que tuve en relación a mi trabajo con algunos mitos griegos. Son espirituales o filosóficos, aunque siempre ronden la temática de la mujer ( en ese caso el de las mujeres enamoradas). Y el que sale al público siempre, por militancia y convicción, es el que le dedico a Milagro Sala: será también publicado en una antología en Madrid, el año que viene.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Eso tiene sus épocas. Ninguna tierra es firme es una metáfora de algo que pasó, de manera muy diluida, en mi vida personal. Es una novela de corte policial, hay un narco, una mujer a la que le matan la hija, unas amigas. Esas cosas estuvieron en mi vida, en una época. Y sirvieron de abono. También el lugar, Itaparica, en donde estuve viviendo en un barco: es una mejor manera de guardar para siempre en mi memoria esos momentos increíbles, excepcionales.
El Buk fue un diálogo con la poesía de Bukowski. Estuve un año leyéndolo, casi con exclusividad. Muchas poesías mías tienen el mismo nombre que poemas suyos, pero vistos desde mi punto de vista. Ahora que lo digo, me da un poco de vergüenza, suena mersa y pretencioso. Pero estuvo bueno el momento y fue lo que me pasó.
Diario C fue un diario en tiempo real, escrito en un grupo cerrado de Facebook, durante la época previa a operarme de un tumor en el intestino. Posteaba todos los días para un grupo cerrado de amigos. El grupo fue creciendo y se fue convirtiendo en una experiencia de lectura y escritura colectivas. Fue una experiencia sanadora, y en tanto hecho literario, fue alucinante, lleno de vértigo y con devolución inmediata. En Diario C experimenté lo que le debe haber pasado a muchos bloggeros, palpar en tiempo real el efecto que provocan tus palabras, apenas son puestas a rodar. Con el ingrediente de que, además, hablaban de mi salud y de mi angustia, por lo que el diálogo estuvo cargado de emotividad.
En definitiva, todos los libros que escribí tienen una marca autobiográfica, resignificada, vuelta otra cosa.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
La semana pasada vi una obra de teatro que mezcla voces de Idea Vilariño, Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik. Las recomiendo con intensidad, a las tres. Es una zona plagada de buenos autores. De escritoras actuales, me encantó el último libro de Claudia Massin y el de mi maestra Susana Szwarc, la muertita o la novela que, que es absolutamente transgresor en las formas y bello en contenido. Emily Dickinson. Y haikus, siempre: ordenan y clarifican el alma y el pensamiento. Cada día me gustan y me importan más. En narrativa, estoy impactada con Samantha Schweblin. Y después recomiendo a los amigos queridos, cuyos libros son como hermanos o hijos a los que vi nacer y crecer con orgullo y amor: la poética de Hernán Casabella está cada vez mejor. Y Merluza Juarez no para de escribir y publicar una literatura que me deja sin aire. Hay tanto en la escena local que no tengo tiempo de leer extranjeros…

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
No sé bien qué es el ambiente literario. No participo de vernisages. Tampoco de lecturas ni ciclos.  A veces me siento culpable: pero después se me pasa. Me gusta escribir, me provoca una emoción casi infantil cuando alguien me lee o me hace algún comentario. Y me gusta leer, por supuesto, con el mismo candor e intensidad. Ahora me parece que hay un grupo de intelectuales que está preocupado por la libertad de expresión en América Latina. Creo que me voy a tratar de unir a ese tipo de actividades: no a alimentos de egos propios y ajenos. Creo que los escritores debemos leer y escribir. Y ser buena leche entre nosotros, si es que existe ese nosotros. Ayudarnos a escribir, a publicar, a ser leídos, a que el pueblo lea. Y estar atenta a cualquier amenaza en contra de la libertad de expresión, que parece avanzar peligrosamente, como una peste de época.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Textos Intrusos?
Ui, es una historia muy linda y muy querida por mí. Yo gané ese segundo premio municipal en el 2004. El primer premio (Kataka, un librazo de Juan Bautista Duzeide) publicaba en Alfaguara. Yo quedé afuera. Así que gané el premio, a los seis meses me dieron un pequeño cheque y con eso pagué deudas y chau, no alcanzaba para costearme una publicación. Un poco por eso, y otro poco por convicción, mi novela durmió en mi compu durante varios años. No quería ir a una editorial y pagar para que me publicaran, me parecía algo relativamente absurdo y egocéntrico. Pensaba: si no le intereso a un editor… ¿para qué hacer un libro?
 Mucho tiempo después, encontré la página de Facebook de textos intrusos. En esa época Hernán hacía unos juegos de palabras. Y yo me enganché. A mí internet me sirvió siempre para eso, para leer, para escribir, para conocer a otros/as que escriben y charlar sobre literatura. Un tiempo después de participar en su página me atreví a mandarle mi archivo con la novela y me ofreció publicarlo. Casi me desmayo: estaba tan acostumbrada al ninguneo y a la indiferencia. Creo que tuve algunas vacilaciones y entonces Hernán decidió no publicarme ese año: ahí casi me desmayo de nuevo, pero esta vez de pena. Finalmente me publicó en el 2013 y anduvo muy bien. Desde entonces, saco un libro por año, en textos intrusos. Siento que tenemos una verdadera relación escritor-editor, trabajamos en equipo. Y eso da para mucho, para explayarse en extenso y también para seguir teniendo planes.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo un proyecto y dos sueños. 
El proyecto: estoy escribiendo una novela sobre Lilith, un personaje de la mitología judía, la mujer anterior a Eva, la que se fue sola del Paraíso. Estuve investigando bastante y ahora estoy escribiendo una ficción en base a lo que leí y averigüé de ese personaje censurado de la Biblia, ícono del feminismo en varias partes del mundo, y símbolo del satanismo en otros. Trato de ver qué pasó, y qué me pasa con esa mujer que se manda a mudar sola, antes que empiece la Historia. Estoy muy movilizada con eso.
El sueño: también tengo en compás de espera dos cuentos infantiles. Uno está terminado, y otro a medias. No sé si voy a hacer un libro con varios cuentos o intentar sacarlos de a uno. Es un mundo nuevo para mí, y debe incluir ilustrador y una movida que todavía me resulta extraña. Pero Eric Blood, mi pequeño vampiro, tiene ganas de salir a la luz lo antes posible.
También volví a acercarme a la música. En la prehistoria de mi vida fui guitarrista y estoy retomando la costumbre de tocar. Si pudiera componer canciones sería muy feliz. Y si pudiera sacar un disco libro, mucho más.



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Pablo Mereb: “Las que no podían faltar eran aquellas historias que tanto éxito habían tenido en sobremesas de familiares y amigos”




El escritor Pablo Mereb publicó el libro de cuentos La sexualidad de los Playmobil a través de la editorial Textos Intrusos y estuvo hablando con Entre Vidas del proceso de escritura y selección de los relatos que aparecen en el libro. Además, adelantó que tiene una novela policial con toques de absurdo que espera editorial para ser publicada.

¿Qué fue lo primero que escribiste que sentiste que era publicable?
A los doce años escribí varios cuentos en una máquina de escribir. Había uno que era buenísimo:  una abuela malvada que quería eliminar a sus cinco nietecitos. Era zarpada en cruel esa abu, pero el mayor de los niños no se quedaba atrás. Supongo que me habré inspirado en algún cuento de Socorro! de Elsa Bornemann.
Durante años pensaba que ese había sido mi mejor cuento, que no saldría de ahí, y que nunca podría publicar nada. Hasta que en 1999 apareció “El monstruo”.  Ese fue el primero que sentí publicable. Fue para el trabajo práctico final de Taller de Expresión I, en la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA). Como en ese momento me daba vergüenza leer en público la profe Claudia Vespa lo leyó por mí. De los cincuenta y pico de la comisión había resultado su favorito. De hecho iba a integrar una antología de Eudeba ese año, pero me pedían que le sacara casi dos páginas de las siete que tenía, porque en esa antología solo entraban cuentos de cinco páginas. Ya en ese momento empezaban mis aires de divo y me rehusé, pues el cuento, argumenté, perdería sentido.
Años después, “El monstruo” siguió teniendo éxito en distintos ámbitos y en 2015 integró El mundo amaba a otras personas, mi primer libro. Es al día de hoy el texto que más satisfacciones me dio. Por alguna razón, una bomba, una sombrilla y un pie descalzo se convirtieron en la fórmula del éxito.

¿Por qué decidiste que tu libro de cuentos se llamara La sexualidad de los playmobil?
Nombro a mis viejos y queridos playmobil en muchísimos textos, no solo de este libro. Fueron los juguetes de mi infancia. Bah, no solo de mi infancia…
A la hora de buscar un título que pudiera representar al conjunto, tiré varias opciones sobre la mesa. De los veintiún textos, veinte transcurren en Buenos Aires y el restante es sobre un porteño que le hace preguntas demasiado porteñas a su nono de Punta Alta (provincia de Buenos Aires), por eso la mayoría de los títulos iban enfocados a eso, a Buenos Aires, a la porteñidad.
Ganó La sexualidad de los playmobil porque sentí que era el título que mejor le calzaba al espíritu del grupete de relatos. Lo de la porteñidad era más obvio, los playmo merecían estar en la marquesina y lucharon duro por ello.

En la contratapa el autor Raúl Haurat te define como un escritor cabal que lucha internamente para no perder la libertad de la infancia, ¿qué opinás de esa definición?
Y… Viste cómo es Raúl Haurat… Opino que tiene toda la razón del mundo y es un genio, de lo contrario hubiese borrado esa parte por la autoridad que me confiere ser el autor del broli…
En serio… De niño inventaba universos con mi hermano, primos, amigos y… no está bueno perder esa costumbre. En el camino uno se cruza con algunos docentes, jefes y gente poco amiga de la imaginación, gente que dice «madurá, madurá», y bueno, cuando entiendo que su definición de “madurar” se emparenta con lo conservador, lo solemne, el “deber ser” no sé qué, el cinismo, no puedo más que estar en un profundo desacuerdo. Jugar por jugar, loco, si no, ¿para qué vinimos a este mundo?
A los playmo les puedo cambiar cuellitos, muñequeras, sombreros. Con ellos invento personajes nuevos, son juguetes que dan más espacio a la creatividad. Después están los otros, los muñes de acción, los acotaditos, los He-Man, Thundercats, G.I. Joe, Dragon Ball, Power Ranger, Liga de la Justicia, o lo que sea; los caretas. Con los lego está todo bien, comparten ciertos códigos con los playmo, sus hinchadas son amigas.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Como siempre, organizo una especie de Eliminatorias. Como son relatos autobiográficos, textos de no ficción, anécdotas escritas con elementos de la literatura y el periodismo, el primer criterio fue ordenarlos de manera cronológica. Después eliminé a los que no estaban tan bien armados, a los que no les encontraba la vuelta; me tiene que copar el final de la historia, si no me copa, si no me produce algo, entonces chau,  saludos, en unos años capaz nos vemos de nuevo.
Me quedaban cuarenta y cinco textos, si ponía todos el libro lo tenía que cobrar como $500, así que ahí surgieron nuevas reglas internas. Me di cuenta que tenía muchas historias de gente que moría; decidí que eran demasiadas. También saqué las pocas crónicas formales que tengo, nunca se acostumbraron a la informalidad de sus compañeras.
Las que no podían faltar eran aquellas historias que tanto éxito habían tenido en sobremesas de familiares y amigos. Si no agregaba la del muso, o la de la maldición gitana, iba a decepcionar fans.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
 «Me cagué de risa con “En las entrañas del rey de los cabellos”», dijeron varios lectores. Ahí cuento algo que pasó en 1997. Fui con mi amigo Dany al Centro Schwanek, por el temita de la caída de nuestros cabellos. Nos echaron a patadas. Supongo que gusta porque describo toda la situación, que para mí fue bastante ridícula; creo que algunos lectores se han sentido identificados. La tensión en la sala de espera, que digan mal tu apellido, que tires un chiste y no se rían, que sientas que el martes te vas a quedar pelado, que te atienda un pariente del  hombre lobo.
“El visitante diecisiete”, otro favorito de la multitud. Pablito frente a frente con un murciélago. ¿Qué hacer? Bueno, no debo ser el primero al que le pasó esto y tampoco debo ser el primero que le tiene terror a los murciélagos. Creo que el relato atrae porque no resolví aquella situación de la manera más convencional y práctica posible.
“La culpa fue del tío Kurt” está entre mis elegidos.  Ahí me despacho con aventuras de la infancia, los primeros y los últimos asaltos, las peripecias en el Spinetto Shopping, las diferencias entre los ochenta y los noventa. En fin, fue muy divertido escribir ese capítulo. Otra que los Goonies, Cuenta conmigo, El club de los cinco o Stranger things…
Otro ubicado en mi top:  “a mi gata nada y a mi amor”; no hay error de tipeo, se escribe así, todo en minúscula. Es una historia triste en un libro plagado de situaciones y personajes más vinculados a la risa y al disparate.

¿Qué libros o autores recomendarías? 
Este año descubrí a David Safier, Sara Gallardo, Richard Brautigan, Sharon Olds. Hace poco terminé El arte de tirarse pedos de Pierre-Thomas-Nicholas Hurtaut.
Estoy leyendo, y me está encantando, Instrucciones para robar supermercados, de Haidu Kowski.
Otros argentos que leí este año y recomiendo: Nueces y refugios de Diego Tedeschi Loisa, Estrógenos de Leticia Martin, Al blues no se llega por felicidad de Raúl Haurat, La Strada de Marcelo Rubio, Este es el mar de Mariana Enriquez.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar nuevamente con la editorial Textos Intrusos
Luego del rotundo éxito de mi primer libro, Hernán Casabella, el coronel general almirante de Textos Intrusos, me preguntó si tenía material para otra aventura. «¡Pus, claro, capitán!», contesté.
Busqué editoriales durante quince años, en 2015 Hernán me dio la posibilidad de publicar y yo a esa altura había acumulado un toco de textos. Algunos de ese toco calculo que valen la pena. Ahora quise probar con estos relatos autobiográficos y por suerte Hernán entró en el juego.

¿Qué sugerencia del editor Hernán Casabella considerás que fue fundamental para la publicación del libro? 
Una sugerencia que está siempre en él es «publicá, mono». Que no dé más vueltas, que me deje de joder, que hay que escribir, publicar y hacer circular la cosa.
Después, otros detalles no menores, tipografía, cómo ubicar esas frases que encabezan cada historia, y hasta una pregunta acerca del que hubiese sido el último texto: «¿Qué es ese capítulo? ¿Qué quisiste contar? No entiendo nada». Lo saqué, obvio, no valía la pena, arruinaba el broli. El que quedó finalmente como último es el que habla sobre la sexualidad de los playmobil; hermoso cierre, divino, revelador, una pinturita.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Una novela que espera ansiosa su publicación hace siete años; en ella hay dos playmobil que son clave. Es un policial con toques absurdos que escribí mientras laburaba en un local de Once. No hay mejor consejo: para buscar inspiración nada como un laburito en Once; eso sí, olvidate de ganar buena guita…
También ando con otro libro de cuentos. Esta vez, de ficción. Me propuse un desafío muy complejo para este nuevo bello engendro: tratar de que no aparezca, ni se insinúe, playmobil alguno. Desafío jodido si los hay. Espero estar a la altura del acontecimiento.

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sábado, 18 de noviembre de 2017

Solange Verina: “El año pasado fue para reconfirmar que amo actuar”




La actriz Solange Verina estuvo hablando con Entre Vidas acerca de su exitosa carrera como actriz que comenzó en Chiquititas y luego continuó en Cebollitas, dos recordados programas infantiles de la década del noventa. Después de un tiempo de ausencia, el año pasado volvió a la actuación con la obra La vida resuelta y la serie web Selfie. Este año estuvo en Ecuador haciendo una revista junto a Pablo Granados y Valeria Britos, actualmente ensaya una obra y en el verano empieza a ensayar otra obra. Además, de estar con dos series web.




¿Cómo se dio tu llegada al programa Chiquititas?
Venía hace tiempo haciendo castings para otros programas y ya me tenían vista, por lo cual me llamaron para decirme q estaba preseleccionada.

¿Qué repercusiones tuviste luego de aparecer en el programa?
Nadie lo podía creer, mis amigos del colegio no entendían nada, era una sensación rarísima, porque además yo venia grabando desde unos meses antes y el boom se dio de repente, no sabíamos que iba a ser tanto.

¿Qué fue lo más loco que te tocó vivir?
Lo más loco es todo lo q se fue generando, las masas de gente que se acumulaban para vernos, saludarnos, cuando uno en realidad no sabía bien que estaba pasando ,primero porque éramos chicas, segundo, porque arrancamos el proyecto sin saber qué podía suceder.

¿Cuál fue tu vínculo con Romina Yan?
Muy lindo, tengo hermosos recuerdos de ella, muy buena, con paz siempre, humilde...una hermosa persona que me pone bastante triste recordar.

¿Por qué pensás que después de tantos años todavía la gente se acuerde de Chiquititas y en tu caso, del personaje de Vero?
Porque Chiquititas fue un suceso, es atemporal....lo siguen viendo niños de 12 años y chiquitos de 4 que aún escuchan sus canciones porque sus mamás o tías se las ponen y les encanta. Me pasa a mí con mi sobri...es algo increíble y emocionante. Vero era muy buena y dulce y creo que eso hacía que la quisieran mucho.

¿Qué anécdotas recordás del programa?
Muchas cosas de los recreos jugando con las chicas, sobre todo con Jime, Georgi y Agus que éramos un cuarteto divino....armábamos canciones, historias, cosas de chicas...muy unidas muy lindo.

¿Cómo fue pasar a otro programa exitoso como Cebollitas?
Fue raro, yo no me quería ir de Chiquititas, es como cuando te cambian de colegio y vos no querés, pero bueno caí en un cambio de elenco y esa fue la propuesta que igual estuvo genial porque Cebollitas fue otro hermoso programa y además grabábamos al lado de Chiquititas.

El año pasado volviste al teatro con la obra La vida resuelta y este año estuviste con la serie web Selfie, ¿cómo fueron esas experiencias?
El año pasado a full con La vida resuelta, obra que amé e hice todo el 2016 y después hice otra más, Regalos de navidad con un personaje muy lindo también. Dos lindos desafíos donde me di cuenta que me encanta el teatro y esta bueno disfrutar de eso y no solo de la tele (aunque la extraño) y la serie fue algo nuevo, muy divertido en dónde además hicimos un muy lindo grupo. El año pasado fue para reconfirmar que amo actuar.

Hace poco estuviste en Ecuador formando parte de una revista en la que también estaban Pablo Granados y Valeria Britos. ¿Qué podés contar de la obra y del recibimiento que tuviste en Ecuador?
Ecuador fue mágico, me pasaron cosas hermosas en menos de 2 meses, me trataron tan bien que estoy planeando la vuelta. Cebollitas allá fue y es algo impresionante que se repitió además varias veces, entonces te conocen todos. La obra era una revista. Muy linda con muy lindo elenco mitad ecuatoriano y mitad argentino. Todo armado por Juan Yacuzzi, y yo participaba del skech humorístico junto con otros actores como Pablo Granados y Valeria Britos, con los que hice una hermosa relación.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente artístico?
Quiero seguir generando cosas, que no se corte esto de la actuación, sea en teatro, tele o web, y que sigan apareciendo proyectos!

¿Qué proyectos tenés actualmente?
Hace unos días grabe un video clip con un chico que se la lanza como cantante, estoy ensayando una obra divina que es una adaptación de Moliere, y muy posiblemente en el verano empiece a ensayar otra! Y tenemos en vista la filmación de una serie web nueva, así como la parte 2 de Selfie. Además, de mis clases de teatro a niños que sigo dando y tratando de regresar con mi marca de ropa para bebes, Pqñas criaturas.



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domingo, 5 de noviembre de 2017

Luciana Prodan: “La fuerza de la sangre y de la vida son tan fundamentales como indescriptibles, pero nos constituyen”





La escritora Luciana Prodan publicó el libro de cuentos En sangre viva a través del sello Moglia Ediciones y habló con Entre Vidas acerca de su proceso de escritura y de los próximos proyectos entre los que se encuentran la escritura de la obra de teatro Amarrados y su primera novela llamada La fábrica de las almas rotas.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Mi ritual es la noche. No puedo escribir de día, nunca pude. Me gusta el silencio, la tranquilidad, la calma y la soledad que sólo saben regalarme las madrugadas. Quizás no sea lo más saludable, pero es así. La noche, para mí, es el mejor momento del día.
Pasando a los detalles…Antes de escribir, en general, siempre me preparó un café, me siento (o me acuesto, también escribo mucho en mi cama) y leo. Leer antes de escribir me sirve para “entrar en calor”.

¿Con qué frecuencia escribís?
Todos los días. No puedo vivir sin escribir. Es una necesidad, más que una decisión. A veces son ideas, fragmentos sueltos, reflexiones… Algún cuento, una obra de teatro, trabajos, crónicas, columnas…Y otras veces, cuando me decido y tomo coraje, me siento, decidida, e intento continuar mi novela. Eso me cuesta un poco más.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Siempre me gustó leer…Pero si tengo que decirte una persona, creo que uno de los responsables fue mi papá. Era él, quien todos los viernes, llegaba a mi casa con una bolsa llena de libros de cuentos y me los leía.
A los 14 años, aproximadamente, comencé a sentir la necesidad de escribir…Y fue en ese momento en el que empecé a buscar otras cosas. A descubrir otros textos, otros autores…

¿Por qué decidiste que tu libro se llamara En sangre viva?
Porque me parecía interesante ese juego de palabras…La fuerza de la sangre y de la vida son tan fundamentales como indescriptibles, pero nos constituyen. A veces, desangrarnos para sobrevivir, aunque suene contradictorio, es la mejor opción. O la única.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Tenía diez cuentos escritos, pero decidí dejar tres historias afuera. Al tiempo, y cuando creí que tenía el libro terminado (porque eran cuentos extensos, y después de una devolución) sentí la necesidad de volver a escribirlos. Seleccioné siete cuentos y los reescribí, completos.

¿De qué temas te nutriste para escribir las historias?
El proceso creativo de los cuentos fue muy interesante. Porque eran historias que me pedían a gritos ser contadas. Aparecían solas, una atrás de la otra, pero unidas por un único hilo conductor: el dolor y la resiliencia de cada uno de los protagonistas. Y me interesaba hablar de eso…De qué nos pasa con el dolor, y cómo y de qué manera estos personajes transitan ese camino, cuando se ven obligados a hacerle frente en diferentes circunstancias de la vida. El dolor tiene una característica fundamental: nos lastima y nos interpela; y por eso mismo nunca sabemos cómo podemos llegar a reaccionar.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Uno de mis cuentos preferidos es Dolores Muertos…Y creo que el de muchos lectores, también.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Amo y admiro profundamente a Clarice Lispector. Sinceramente, no puedo ser muy objetiva con ella, pero al margen de sus novelas (La pasión según GH y Agua viva, son algunas de mis preferidas), para comenzar a conocerla, recomendaría empezar por sus cuentos. Su narrativa, su cadencia, su alma, y ese monólogo interior eterno, me conmovieron desde la primera vez que la leí.
Algo parecido me pasa con Abelardo Castillo; los cuentos de Abelardo son quirúrgicos, perfectos, fascinantes. Katherine Mansfield, es otra; yo creo que es una de las mejores cuentistas, por no decir la mejor. Y si tengo que decirte más títulos…Bestiario, de Cortázar; El libro de Arena, de Borges, y los cuentos de Bioy, en lo personal, me parecen textos esenciales. Me gustan los cuentos de Salinger, de Iparraguirre, de Heker. Los cuentos reunidos de Silvina Ocampo, también son muy interesantes. La inocencia, la crueldad, la fantasía y la genialidad de Silvina pueden verse reflejados en cada uno de sus textos. Y Pizarnik…La prosa y la poesía de Alejandra son tan mágicas como su sensibilidad y su alma. De Pizarnik, todo.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello Moglia Ediciones?
Los tenía como contacto en facebook, y algunos colegas me habían hablado muy bien de ellos. Sinceramente, y teniendo en cuenta la mala predisposición y los prejuicios que “las grandes editoriales” tienen con el género, publicarlo con ellos me pareció lo mejor. Les envié el material, les gustó mucho, y me dijeron que les interesaba publicarlo. Después de algunas reuniones, decidí hacerlo con ellos. Y no me equivoqué. La calidad humana (al margen de todas las cuestiones y la lucha que significa publicar en una editorial “chica” o independiente”), no se encuentra tan fácilmente, pero es una de las cosas que más valoro.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Hace unas semanas, termine de escribir y adaptar Amarrados. Amarrados es mi primera obra de teatro como autora, y se estrenó el año pasado, en el teatro La Casona (y que parece que se reestrena a mediados de octubre). Pero hace unas semanas, como te contaba, terminé de escribirla completa ( la obra que se estrenó es una versión “breve” o “flash drama”). También estoy terminando de escribir La fábrica de las almas rotas, mi primera novela. Me gustaría, en algún momento, escribir un libro de cuentos infantiles/juveniles, pero de eso, por ahora, tengo sólo algunos fragmentos sueltos. Veremos qué sucede…

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