sábado, 29 de octubre de 2011

Alejandra Laurencich: “El escritor se hace, sin dudas”




Alejandra Laurencich, destacada escritora y guionista, autora de los libros de cuentos “Coronados de gloria” e “Historias de mujeres oscuras” y de la novela “Vete de mí”, actualmente es la fundadora y directora de la revista de narrativa “La Balandra”.  Si bien la publicación ya se puede conseguir en kiosco y revistas, el lanzamiento oficial será el 1 de noviembre a las 19 hs en la Fundación de Tomás Eloy Martínez, y en la presentación estará el staff complemento y destacados escritores argentinos. Alejandra estuvo hablando con “Entre Vidas” de sus comienzos, sus proyectos y de la revista trimestral “La Balandra”, imprescindible y muy recomendable para la gente del mundo literario.


¿En qué momento de tu vida sentiste que ibas a dedicarte a la literatura?
En el 89, cuando comencé a escribir mi primera novela, que fue un mamotreto de 800 páginas, si no más. Pero apenas empecé, dije: esto es lo que siempre anduve buscando, esto es ser feliz. Había atisbado el oficio de narrar, el placer de sentarme a transcribir en escenas, en diálogos, los personajes con los que soñaba.

En tu libro “Coronadas de gloria” hay dos cuentos “Felicidad” y “De rodillas” que se destacan ampliamente, ¿en qué momento de tu vida los escribiste?

Todos los cuentos de ese libro fueron escritos a lo largo de la década del 90 aproximadamente. Esos que mencionás pueden haber sido escritos a fines de esa década. Pero Felicidad lo tuve en la cabeza durante un par de años, dándole vueltas completamente a la idea, para ver cómo estructurarlo, por dónde comenzar a contarla, qué soporte contendría el conflicto.

Tu última novela “Vete de mí” la escribiste y corregiste durante 18 años, ¿por qué ocurrió esa demora?
Esa novela la comencé a escribir en el 91, en el 93 tenía una versión terminada y la presenté a concurso, salió finalista en Emecé en el 94, pero yo atravesaba un momento difícil, cuando me enteré de esta condición, casi por causalidad, en el 95 (porque por decisión del jurado, creo, no se habían dado a conocer los finalistas), así que ni siquiera pensé en sacarle rédito a ese reconocimiento, como se estila con las novelas que salen finalistas. Luego fui tocándole cosas al original, cambiando partes, porque a medida que evolucionaba literariamente veía cosas que no me gustaban, hasta que en algún momento pensé que tenía que cambiarle el narrador, y así la reescribí íntegra, y como cada vez que la presentaba a concurso no salía premiada, tenía tiempo para seguir metiéndole mano, y así pasaron los años, salió mi libro de cuentos, luego el otro, y la novela seguía recibiendo correcciones y nuevas ideas que s eme ocurrían, hasta que al fin, firmé contrato para publicarla.


¿El nombre de la novela se debe a un disco de la banda “Almendra”?
Sí, fue sugerencia de la editora, por el tango, o el bolero no sé,  pero yo pensé en ese tema de Spinetta, que me fascinaba, y me encantó.

¿Existe alguna posibilidad de escribir una continuación de la historia protagonizada por el personaje de Luis?
¡Ya la tengo empezada! Todo el año pasado me dediqué a escribir esa novela, tengo más o menos 160 páginas de la continuación, la novela calculo que podría estar lista en 300 o 400. Es lo que me falta pero La balandra me lleva mucho tiempo. Si tuviera más tiempo, incluso podría re-escribir el mamotreto ese del que te hablé, que es la continuación hacia atrás, o sea, lo anterior a esa parte de la historia que conté en Vete de mí.

Además de escribir cuentos y novelas, sos guionista. ¿Cómo fue la experiencia de colaborar en la escritura del guión de la película “El salto de Christian”?
Fue una experiencia interesante, el guión era de Eduardo Calcagno, el director: él me propuso colaborar, cuando el guión ya estaba listo, había que mirar el guión, escribirle algunas escenas que quería cambiar, y escribir partes para el personaje que interpretaba Gastón Pauls y algún otro. Lo más lindo fue que inmediatamente se filmó, así que yo pude escuchar cómo se reía la gente el cine con los chistes que yo le había puesto al personaje unas semanas atrás, en la intimidad de mi estudio, riéndome sola, y en pantuflas.

¿Cómo surge la idea de la revista de narrativa “La Balandra”?
Hace años que doy taller y hago supervisión de obra para autores, y en los novatos, y en algún momento, siempre aparecían las mismas preguntas ante el oficio, ante el mundo editorial, los concursos, de pronto me encontraba contando lo mismo, o desmitificando la tarea del escritor, una y otra vez, porque además cada pregunta de los autores que empiezan me remite siempre, a pensar en mi propia experiencia de cuando fui novata, o de mis compañeros en aquél entonces: el deslumbramiento o la perplejidad que muchos teníamos frente a cuestiones que hoy, con años en el oficio y en el mercado, me parecen cotidianas, absolutamente distintas de cómo las imaginaba. Muchas veces me decía a mí misma: qué bueno sería que los autores ya consolidados pudieran mostrar a los que empiezan, o a los lectores, lo que es este oficio por dentro.  Y en cuanto tuve oportunidad de pensar la revista que yo quería, me dije: eso es lo que voy a mostrar, voy a poner a hablar a los autores consagrados de estos temas que ocupan la imaginación de muchos de los que empiezan, o que les inquietan. Para no sólo acompañarlos, sino, de algún modo, advertirles: ojo, ¡miren dónde se están metiendo!

En principio la publicación va a ser trimestral, ¿está en los planes que salga mensualmente?
No, de ninguna manera. Es muy difícil hacer una revista de esta calidad de información y contenido en un tiempo tan corto, hay mucha gestión de textos, conseguir los permisos de publicación, y antes de eso, la búsqueda que implican ciertas secciones. Por lo menos yo no me siento capacitada a hacer un número de estos en menos tiempo.

En el primer número la nota de tapa plantea la pregunta de si un escritor nace o se hace, ¿cuál es tu opinión al respecto?
Creo que todo el que se dedica a escribir ha sentido en algún momento de su vida (probablemente la infancia o la adolescencia) la atracción por la palabra, por la letra escrita o pronunciada; se ha visto expresando o fantaseando en oraciones, una escena o un sentimiento. Eso es lo que a mí me sucedió. Entonces, por ese lado creo que hay algo con lo que se nace, esa inclinación a la palabra, así como otros nacen con una inclinación a los sonidos, o los motores, o las matemáticas. Pero estoy convencida de que con eso solo no se es escritor, que incluso muchas personas pueden ir perdiendo esa inclinación natural por la palabra si no practican la escritura, si no se sientan una y otra vez, durante años, a escribir, a corregir, a enmendar o pulir lo escrito. Entonces, el escritor se hace, sin dudas.

¿Con qué dificultades te encontraste al momento de llevar a cabo la revista?
Lo más difícil fue armar el equipo que sintonizara genuinamente con la idea motora, con los objetivos. Y explicar a todos los que colaboraban, que lo que se decía había que contarlo de un modo bien simple, sin dar ningún “dato” por sentado, digamos, porque lo que para nuestro ambiente puede ser cosa de todos los días, algo sabido y recontrasabido, para el que empieza puede ser una incógnita mayúscula. Y el tema del diseño, por el que tuvimos que atrasar la salida de la revista casi un mes y medio, después de cambiar varias veces de diseñador. Pero Willy Weiss, es una maravilla, se compenetró inmediatamente con la propuesta.


Leyendo “La Balandra” lo que se aprecia es la calidad del papel, del material de lectura pero también del nivel de firmas importantes que opinan y colaboran. ¿Cómo fue el proceso de armado del staff y el aporte de escritores de la talla de Guillermo Martínez o Romina Doval?
Apelé a amigos o conocidos, gente que me parece muy trabajadora y comprometida, sea escritor, periodista, fotógrafo o corrector, les planteaba la idea, les proponía colaborar o integrar el staff. La mayoría de las veces fue una cuestión de intuición, que no siempre fue acertada, pero es la única forma de manejarme que conozco. Guillermo Martínez y Romina Doval se entusiasmaron enseguida, apostaron por mí de una forma incondicional, como tantos otros, Claudia Piñeiro, Sylvia Iparraguirre, Ronsino, Muslip, Gamerro, Saccomano, Meradi, la traductora Patricia Wilson, Andrés Neuman, que nos envió un cuento inédito, tan generoso él, y todos los editorazos, que en medio de sus ocupaciones se hicieron un tiempo para mandar sus colaboraciones. Los tremendos periodistas que nos acompañan. Hubo deserciones, también, por falta de tiempo, o por otros motivos, pero también ascensos: Azucena Galettini, por ejemplo, fue convocada como correctora, y terminó siendo asesora, y como le decimos en broma, multiuso, porque sabe hacer cualquier tarea, y hubo y hay una sintonía completa con ella; y en general, hay sintonía en el equipo, con Willy, el diseñador, y con la fotógrafa, Rocío Pedroza, que es de familia (conozco su sensibilidad desde pequeñita), y hasta con la gente de difusión, Maumy González (una escritora inédita fenomenal), y Licia de Casenave que nos ayuda en el lanzamiento, todos son, de alguna manera, entrañables. Estoy muy contenta con el equipo que quedó.

¿Qué repercusiones vienen teniendo de los lectores?
Una repercusión extraordinaria, nunca imaginé que la revista podría llegar a despertar, en tan poco tiempo, tanto reconocimiento. Se agotó en algunos kioscos, cada día son más los libreros que la piden, los lectores que escriben pidiéndola desde distintos puntos del país, los escritores o periodistas que me hacen llegar elogios descomunales. Algún día pediré permiso para publicarlos y los pondré en el correo de la revista. Para que vean que no exagero ni un poco.

Más allá que ya está en venta, el martes 1 de noviembre es la presentación, ¿quiénes formarán parte y en dónde se llevará a cabo?
Estaremos los del staff completo (es mi intención), y dos de los talentosos nuevos autores que hemos publicado, Fernando Zúñiga y Carlos Costa, porque Julia Rendón está en Ecuador. Y Elsa Drucaroff, y Ángel Berlanga, creo que Mariana Enríquez es la única que no podrá asistir, una lástima. También muchos de los escritores que colaboraron y periodistas que ya confirmaron asistencia. Una fiesta, una celebración. Gracias a la generosidad de la Fundación Tomás Eloy Martínez, que nos ofreció su espacio: Carlos Calvo 4319, primer piso, a las siete de la tarde. Margarita García Robayo, que es la directora de la Fundación, coordinará la presentación.

Para el que todavía no compró el primer ejemplar, ¿con qué se va a encontrar?
Con el oficio de escribir, visto desde adentro, con la palabra y las reflexiones de muchos de los más talentosos personajes relacionados con la narrativa, de esta época y de otros tiempos también, todo dispuesto de una forma tan cuidada y con tanto cariño, que no va poder dejar de leer.

Por último, además de “La Balandra”, ¿en qué otros proyectos estás trabajando actualmente?
¡¡En armarme una agenda posible para escribir las dos novelas que tengo empezadas y el libro de cuentos que quiero terminar!!
Leer más...

lunes, 24 de octubre de 2011

Marcelo di Marco: “Estaba un poco cansado de todas las imposiciones que el cuento exige en aras de la unidad de efecto”




El escritor Marcelo di Marco, autor de un best seller fundamental sobre la creación literaria como lo es "Taller de corte & corrección", publicó su novela "Victoria entre las sombras" bajo la editorial Random House Mondadori para su colección Sudamericana Joven. La historia se basa en dos chicos que escapan de su hogar y a partir de allí empiezan a vivir diferentes vicisitudes que desembocan en un final apasionante. En la publicación nos vamos a encontrar con una mezcla de géneros entre el suspenso, el terror, lo fantástico, hasta pasar por toques de humor con un lenguaje claro en una novela costumbrista y para personas de cualquier edad. La presentación de VELS se llevó a cabo el 26 de septiembre en el Centro Cultural General San Martín ante una sala repleta por doscientas cincuenta personas, algo inusitado para este tipo de eventos. Di Marco habló con "Entre vidas" para analizar su nueva novela. Agradecemos a Daniel Grad por la fotografía original.



Muchos escritores afirman que varias de sus novelas nacen a partir de un cuento, ¿cómo fue en tu caso con Victoria entre las sombras?
En mi caso, hacía rato que me rondaba la necesidad de contar una narración de largo aliento. Jamás se me ocurriría la posibilidad de “estirar” un cuento mío, pues siempre procuro escribir historias que imploten, que estallen hacia adentro. Nada más centrípeto que el relato, en oposición a la novela, absolutamente centrífuga. Mis historias breves empiezan y terminan, aunque algunas tengan lo que se conoce por “final abierto”. Vels fue posible por mis ganas de ver qué se sentía navegando en las aguas fluyentes de la novela. Estaba un poco cansado de todas las imposiciones que el cuento exige en aras de la unidad de efecto.

¿Cómo nació la historia?
La historia nació muy distinta de como se la conoce ahora. El título original era El Club de los Sin-Cara. Contaba las aventuras de un par de amigos adolescentes, uno de los cuales estaba de vacaciones en Mar del Plata, y el otro era oriundo de esa ciudad. Procuran fundar un club de chicos que les hagan imposible la vida a “los grandes”. Tratan de reclutar socios, pero fracasan: los otros chicos de la playa han perdido el sentido de la rebeldía y la aventura. Como verás, algo ha quedado de esa cosmovisión. Mejor dicho, esa cosmovisión, con otro argumento, hoy se ve potenciada en esta nueva versión. En su momento, dicha versión fue rechazada por mi editorial. Y, por cierto, Sudamericana hizo muy bien en rechazarla: era un mero intento por “parecerse” a una novela. La de ahora, a decir verdad, me satisface mucho; a los lectores, a juzgar por las entusiastas críticas que vengo recibiendo, también les sucede lo mismo. Es notable comprobar cómo se puede volver a trabajar con esa materia elástica que es la novela. Con el cuento, un orden cerrado por excelencia, eso es imposible.

¿Qué trabajo previo hiciste para poder construir a los personajes?
Los personajes se fueron construyendo solos. Puede parecerte un lugar común o un rasgo de esnobismo, pero es la verdad. El día en que trabajaba metido en la novela, me sentaba ante la pantalla de mi Mac sin saber qué era lo que iba a pasar. Como quien se sienta frente a una película de otro, una historia que se va desarrollando, sin su voluntad, plano a plano. Pues bien, eso fue lo que me sucedió a mí como autor. Lo del “agujero en el papel”, proceso psicológico que describe Stephen King en Misery. Los personajes se iban haciendo como nos vamos haciendo nosotros: enfrentándonos con los sucesos caóticos que nos salen al cruce. Y su modo de reacción frente a ese caos perfecto, los —y nos— obliga a responder. Frente a la agresión externa, hay solo tres caminos: 1. Rajar; 2. Adaptarse; 3. Combatir. Mis personajes optan por el tercero.



¿Qué podemos encontrar de autobiográfico?
Una noche clave, vivida en “mi infancia de porquería” —Salinger dixit— me tocó sufrir uno de los episodios más espantosos que puedas imaginarte. Fue la primera y única vez en que me subí al Tren Fantasma, del Ital Park. Tenía cinco o seis años, y viajaba con mi padre a bordo de un carrito estrepitoso, adentro de las entrañas de ese siniestro laberinto. No puedo narrar con suficientes palabras el terror que me produjo entrar en el secreto de esos túneles, que mi imaginación infantil magnificaba. Fue un viaje eterno, realmente inolvidable. Si me aparto un poco de las más recientes elucubraciones teológicas, puedo asegurar que el infierno es eso. Y esa prefiguración del infierno, que gracias a Dios duró tres minutos, fue a parar a mi novela. Como así también el día en que un hijo de puta, en la secundaria, me quemó la mano con un cigarrillo, tal como le sucede a mi protagonista. La candidez se paga caro en el mundo de hoy. Todavía me duele esa herida.

La Yaya, la abuela del protagonista… ¿viene a ser la persona que tiene los pies sobre la tierra?
La Yaya tiene los pies en la tierra, sí, pero también tiene los ojos en el cielo. Dentro del universo corrupto de los adultos que se pavonean en mi novela, ella es nada menos que la voz de la razón. Justamente, desde su heroica visión cristiana, alaba la capacidad de resistencia de Tomás y la entrega noble que él hace al defender a su amiga. En ese sentido, creo que el capítulo 18 de VELS funciona como una especie de bisagra. A partir de allí, las peripecias que les esperan a Tomás y a los gemelos que lo secundan, serán mucho más terribles. No puedo revelar en esta entrevista a qué deberán enfrentarse, pero te lo aseguro: lo que les sucederá le ha puesto la piel de gallina al más pintado. Incluso hoy recibí un e-mail de un alumno mío del Chaco, profesor de Lengua y Literatura: “La parte del Matrero me hizo asustar en serio. ¡Y a la noche soñé con eso! Increíble”. Bueno, espero que esa magia se siga desplegando desde las páginas de esta oscura fábula que me tocó inventar.
Leer más...

lunes, 10 de octubre de 2011

Pablo Ramos: “María es el amor, y quería compensar la ecuación mirando a Gabriel desde el amor”




Con la trilogía protagonizada por Gabriel Reyes, el escritor  Pablo Ramos alcanzó la popularidad y el reconocimiento de sus colegas y de los críticos literarios. La novela que completa parte de su historia autobiográfica es “En cinco minutos levántate María” en la que el autor cuenta la historia a partir de la voz de María, mamá de Gabriel. Los relatos de Ramos suelen ser muy crudos, muy fuertes y con un nivel de dramatismo impensado. Pablo habló con “Entre vidas” para analizar su última novela y hablar acerca de la numerosa cantidad de proyectos en los que está trabajando actualmente.


¿Cuándo arrancaste a escribir “El orígen de la tristeza” ya tenías la idea de armar una trilogía con “La ley de la ferocidad” y tu última novela “En cinco minutos levántate María”?
No, nunca pensé en una trilogía. Pero sí sabía que este personaje iba a necesitar mucha más tela para forrar su vestido. Y también sabía que iba a necesitar otro punto de vista. De hecho la novela “de la madre” es la que siempre supe que iba a escribir. Pero el orden de escritura y publicación, en mí, es de suma importancia. Tengo un claro proyecto a seguir, a eso me refiero.

¿Cuánto de autobiográfico hay en tus novelas?
Lo justo y necesario, lo plenamente espiritual y en lo formal, o si se quiere, en lo que son hechos tal y cual... lo mínimo, porque nunca estos significaron mucho para mí. Yo, frente a mi vida, soy un personaje frente al “intento de entendimiento” de esa vida.

¿Qué trabajo previo tuviste que realizar para crear a Gabriel Reyes?
Básicamente vivir. Pero profundamente, fracasar en el amor, en todo tipo de amor.

¿Por qué decidiste terminar la trilogía utilizando la voz de María?
Por que de ella viene-vengo y es justo que vayamos (los dos) hacía ella. María es La Eva de adán, además de la madre, Gabriel es un neo Adán urbano. María es el amor, y quería compensar la ecuación mirando a Gabriel desde el amor.

¿Qué relación tenés con tu madre? ¿Qué opinión tuvo acerca de la novela?

La relación con mi madre es siempre la medida de lo que soy capaz de dar. Siento que le debo todo, fue y es la persona más influyente e importante en mi vida. No soy nada sin ella. Y ella siente que escribí su retrato, está vanidosa y siente orgullo, para ella un escritor es una persona superior, una persona de luz. Y creo que la estoy haciendo feliz más allá de lo dura de mi literatura

¿Por qué la historia transcurre en tan solo cinco minutos?
No son sólo cinco minutos. La historia, fijate, transcurre de cinco en cinco minutos, de hecho empieza de madrugada y termina con el amanecer. Lo que pasa es que ello pierde la noción del tiempo. Es simple, siempre a mí me gusta tener bien marcado el tiempo. El origen... son tres momentos claros La ley... tres días... y ahora son pequeñas concesiones que el personaje se da. Un personaje como María, ella misma lo dice, sólo se quedaría en la cama si estuviera dormida o enferma. De lo contrario sería pereza y ella odia profundamente la pereza, la combare. Pero esta vez siente algo, y ese “algo” se hace fuerte y se va permitiendo cinco minutos y cinco más... una manera de decir en realidad, pero se “obliga a pensar” y se va armando la novela...

¿De los tres libros cuál fue el que te costó más para escribir?
Me costaron distinto. “El origen...” me costó porque estaba haciendo mis primeros pasos “serios”, y no tenía claro cómo hacer y estaba inseguro y definía y pensaba mucho todo. “La ley...” me costó sangre … mucha,.. dolor... y dinero y salud.. quedé fundido y destruido, hay una foto de ese momento... terrible. Y María es un libro donde asumí una primera que muchos pensaban imposible para mí. Y es el libro dónde llegue a obsesionarme tanto con el lenguaje que me la pasé año y medio en Alemania, aislado, corrigiendo.



¿Por qué las tres publicaciones llevan cinco palabras en sus títulos? ¿Fue una cábala?
Las cinco publicaciones. Hay que sumar “Cuando lo peor haya pasado” y “El sueño de los murciélagos”, de ahora en más será así. El año que viene saco otro libro de cuentos “El camino de la luna”, jeje, un poco por cábala y otro poco por un contrato privado con mi querida Julia Salzman. Ella me lo pidió y yo la amo.

¿Qué escritores de los que no son tan populares recomendarías?
Recomendaría a J. P. Donlevy, Robert Walser, Juan José Manauta, José Campus, Sergio Gaiteri – un genio del cuento-, Horacio Convertini – otro cuentista notable -, Miguel Semás – inédito y con una novela formidable que ya dará que hablar -, y Samanta Sweblin.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Terminé un guión de cine junto a Alejandro Lingenti: “Eterno como el propio mal” (5palabras, jeje), filmaremos la próxima primavera y estoy adaptando junto al director de teatro y actor Alberto Ajaka, “La ley de la ferocidad” para un unipersonal. Aparte de eso corrijo un libro de cuentos, corrijo un libro de poemas y escribo dos novelas “Los ángeles también deben morir” y “Mientras mi mujer no está”, un toco, ¿no?
Leer más...

domingo, 9 de octubre de 2011

Oscar Fariña: “Me gustan los títulos que se puedan hacer remera”



¿Quién iba a pensar que alguien podía reescribir un clásico como “El Martín Fierro” pero con un lenguaje tumbero? Ese alguien existe y es el escritor paraguayo Oscar Fariña que publicó el libro “El Guacho Martín Fierro”, en dónde a través de la poesía adapta el libro de Hernández pero desde la mirada de un pibe chorro. El poeta analizó con “Entre vidas” su novedosa publicación en la que respeta la métrica pero que a su vez emplea un vocabulario marginal que conoce de su infancia. Se agradece la excelente predisposición de Andrea Stefanoni y las fotografías de Ezequiel F. Muñoz.
  

¿Cómo fue que se te ocurrió escribir “El guacho Martín Fierro”, que es el clásico de José Hernández pero desde una óptica de un pibe chorro?
Yo antes en un poemario anterior había trabajo mucho con ese registro marginal. El libro se llama “Pintó el arrebato” y viendo lo que se hacía acá en el país en la poesía, a mí llegaba menos. Todo lo que se lee es más de clase media. Vicisitudes urbanas de pibes de esa clase social. Yo estaba un poco aburrido de todo eso y también de lo que yo mismo estaba produciendo y ahí se me ocurrió ver la posibilidad de escribir más poemas con un registro marginal, suburbano. Pensando en esto, preste atención a una serie de bibliografía y de cierto grupo de mi familia que vive en la provincia. Por ejemplo, “Pintó el arrebato” en el imaginario de mi cabeza transcurre en el barrio Nueve de abril, que es en dónde el otro día explotó la garrafa. Y ese primer libro empezó a circular y tuvo una buena repercusión. Empecé editando un fotolog, me gustaba esa idea de editar poesía en un lugar que no tenía nada que ver y después hice unas fotocopias que repartía. Y muchas devoluciones que tenía de la gente eran relacionadas a la gauchesca. En un principio mientras lo escribía no estaba en mi cabeza esto pero me interesa mucho la gauchesca. Y lo de la gauchesca se cruzó con otra cosa. En el año 2010 apareció un libro que se llama “Orgullo y prejuicio y zombies”, básicamente metían zombies en la novela de Jane Austen. Me pareció una idea buenísima, igual en ese caso la idea es mejor que el libro. Entonces se me ocurrió hacer algo así pero local y llegué a “Don segundo zombie”, traté de desarrollar en ese proyecto pero no me gustó, hice un par de capítulos. En ese momento tenía en la cabeza también el Martín Fierro y salió de lo de mezclar ese libro con éste registro marginal, cabeza, cumbianchero, con el que el yo había trabajo en “Pintó el arrebato”. Yo trabajo mucho por títulos, el título es mi faro. Si me entusiasmo con un título trato de justificarlo y escribir algo. Me gustan los títulos que se puedan hacer remera. Una vuelta estaba con la tapa de un Martín Fierro, que tenía el típico gaucho con el caballo y la cincha, con el brazo al aire y empecé a dibujarlo pero hice una moto y una cartera, un motochorro y pensé que era por ese lado que tenía que escribir. Esa es la génesis. Tenía el título y tenía ese dibujo que me entusiasmo, ahí fue que arranqué. Imprimí los versos de Internet y escribí los versos al lado.



Respetás mucho la métrica.
Absolutamente la respeto, es algo buscado. Mi hipótesis de trabajo fue la siguiente. A mí me gusta mucho el Martín Fierro pero no me gustan las lecturas que se le dieron. Veo a la gente que generalmente busca el Martín Fierro y entiendo que está mal leído. Está la imagen ingenua, el gaucho manso con la vaquita al lado, tomando mate. El verdadero texto está cargado de violencia, contradicciones e incluso verbalmente es problemático, todo eso se deja al lado, no se presta atención. Hacen una lectura muy superficial e ingenua y los pibes la padecen. Te hacen leer en cuarto o quinto año ese libro y es un bajón. Yo creo en la actualidad de ese texto, la gente joven podría leerlo con más entusiasmo. Entonces fui cambiando algunas cosas, actualicé el personaje, a la vez tratando de cambiar lo menos posible para ver cuánto de actual tiene el texto original y mostrémoslo para ver que pasa. La métrica es absoluta, seguí el texto verso por verso, muchos de los versos ni siquiera se tocaron pero tocando alguna cosa ya se resignifica todo.

En un momento contás como “El guacho” mata a una persona al igual que en el libro original.
Exacto, funciona todo igual. Eso es algo que se perdía del personaje original. Ahí mata a alguien porque sí y porque está borracho, culpa de su borrachera y de sus prejuicios. Me parece que es loco que un Premio tan careta como el Martín Fierro premie a los mejores de la televisión y lleve el nombre de un cocoliche, de un bardero. Discursivamente o verbalmente a mí parecía muy rico tratarlo desde el habla típica coloquial de las lenguas marginales que a nivel social es el grupo más productivo. Los que estamos más escolarizados respondemos más al modelo y estamos más atentos a eso. Nos enseñaron a hacer “las cosas bien” y los pibes que no están integrados son más libres, más creativos y el idioma se vuelve más plástico.

¿Qué es lo que tanto te apasiona del mundo marginal?
Hay algo del culto del valor, del que caía también Borges. Yo escribo aventuras, cosas entretenidas. No sabría como escribir acerca de la vida de un contador. Por su puesto que a los pibes que están en el agite le pasan más cosas que al tipo de clase media estándar.

¿Qué tiene de autobiográfico?
No sé si tiene algo estrictamente autobiográfico. Lo que si me parece es que tengo un manejo del discurso y del código callejero suburbano. Mis tíos viven en el barrio 9 de abril todavía y es un barrio de calle de tierra, en dónde hay rock and roll. Hay agite, hay unos códigos que se manejan de estar ahí y hay como un espíritu de barrio que lo manejo por haber participado, sobre todo en esos años acaso fundamentales, formadores de la adolescencia. Ahora hace mucho que no voy. Las vivencias y las cosas que te marcan te dan ganas de contarlas después. La literatura es eso, contar lo que te marca absolutamente tergiversado. Yo no hago crónica, tampoco denuncia social, entiendo que son lecturas que se desprenden, sobre todo de “El Martín Fierro”. En un primer momento estoy haciendo un trabajo verbal, una intervención de discurso.

En un momento hay una especie de denuncia social…
Yo no quiero anular esas posibles líneas de lectura porque no quiero anular ninguna, que cada uno lea lo que quiera. Claramente el contenido de denuncia está porque lo ha dicho Borges, el libro original era un folletín de denuncia contra el Ministerio de Guerra y como los gauchos terminaban en la frontera haciéndola le guerra al indio, arbitrariamente. En mi traspolación al mundo carcelario, al servicio penitenciario, eso necesariamente está.

¿Cómo surgió la posibilidad de editar el libro?
Me lo propone la editora. Factotum trabaja narrativa y a mí no se me había ocurrido a través de ellos. En un principio había pensado en ver qué onda con los pibes de “Barcelona” que editan libros, la ví más o menos en la onda de ellos. Tuve un intercambio de mails con el director y él me dio a entender que ellos son un grupo cerrado, que son diez chabones que trabajan siempre del mismo modo ellos solos. Eso no salió pero Andrea Stefanoni que estuvo muy atenta, se enteró, se ve que le interesó y me lo propuso ella.

¿Cuál es el papel de los dibujos tumberos dentro de la publicación?
Los dibujos son fundamentales en éste libro. Un dibujo inicial me disparó a escribir. Yo dibujo mal pero había cosas del libro original que tenían que estar, las ilustraciones y el glosario. No tenía muy claro al principio que iba a hacer los dibujos. Los hice incluso para mostrárselos a mi editora porque hasta ese momento no tenía el texto completo. Es un texto que el contenido visual hace mucho al sentido del libro. Entonces no me servía mostrar solo el texto, necesitaba mostrar también los dibujos. Básicamente la que decide que salga con éstos dibujos es mi editora Andrea, ella vio eso y me parece que acertó. Me doy cuenta que justamente lo que necesitaba el texto eran ese tipo de dibujos. Representa y va en concordancia con el estilo del libro. Yo juego mucho con las alteraciones ortográficas, todo respondía al mismo modelo, medio amateur, más coloquial.

¿Querés que te lea algún público en particular?
Me gustaría que lo lea la gente que vive esa realidad, que lo lean los pibes. Hay muchos que lo leyeron y se cagaron de la risa. Quisiera que en medio de la risa se cuele otra cosa también pero por supuesto la risa es a lo que apunto y a lo que quiero que se enganchen.






¿Por qué decidiste escribir acerca de la primera parte del Martín Fierro y no de la segunda?

Porque la segunda parte cambia absolutamente de registro, es la parte careta del Martín Fierro y la menos rica. Estoy hablando del original. En la primera parte Hernández habla de la denuncia, de las condiciones en las que vivía el gaucho perseguido. Era el paria, el que no le llegaba al Estado y que el Estado usaba como carne de cañón  para ir expandiendo las fronteras, sus límites. Lo que pasa que en esos años el texto circuló terriblemente, lo leía el pulpero a los analfabetos y el éxito y la popularidad lo cambió tanto a Hernández que hasta llegó a Senador. Era como el “Bati” jugó en River y pasó a jugar en Boca, de repente de estar en contra del Estado pasó a estar a favor del Estado y en esa segunda parte hay una clara  intención doctrinaria de amansamiento pedagógica del gaucho. La segunda parte es la que no me sirve a mí. Políticamente es reaccionaria.

¿Tu libro es mejor que el de José Hernández?
Yo no voy a decir eso pero lo que sí, a mí me gusta mucho la ciencia ficción y hay un tópico que está siempre que es el clon que termina reemplazando al original. Quiero eso, contaminar, que pase algo. Es una fantasía pero me gustaría que muestren en las escuelas mi libro.

¿Tenés pensando escribir alguna novela?
Me encantaría escribir narrativa, yo consumo mucha narrativa. Tengo amigos poetas que no leen nada de narrativa, que la vida de ellos pasa por la poesía.

De los últimos libros que leíste, ¿cuáles recomendarías?
De los últimos libros que leí recomiendo “Bellas artes” de Luis Sagasti y “Las primas” de Autora Venturini.

¿En qué estás trabajando actualmente?
Estoy con varios poemas, hay un par de editoriales independientes en las que a lo mejor sale alguna cosa entonces estoy separando material y pensando mucho en la posibilidad, que no abandoné del todo, en lo de “Don Segundo Zombie”. En cómo trabajar eso. También tengo una idea para escribir alguna novela exagerada histórica acerca de la Guerra de la Triple Alianza pero con zombies. Igualmente me parece que lo que importa es ponerse, sentarse. Cuando en mi cabeza algo haga el clic, a lo mejor cuando encuentre el título de otra cosa voy a empezar a escribir.
Leer más...