martes, 20 de octubre de 2009

Cristian Palacios: "La radio tiene que ser un espacio creativo continuamente"




Es uno de los conductores de radio más destacados, tras más de diez años en el aire, Cristian Palacios está desempeñando su trabajo en la FM en simultáneo con su otra pasión que es la música. Actualmente acaba de lanzar su segundo disco como solista al que denominó “Nunca es tarde” y co-conduce en radio junto a Alejandra Salas en las tardes de “La 100”.

¿Comenzaste a cantar tangos desde muy chico?
Desde los 7 años hice como un debut, por decirlo de alguna manera, cantando tangos. Mi viejo coleccionaba vitrolas y discos de pasta y era fanático de Carlos Gardel. Entonces canté a esa edad en el Jockey Club de Córdoba. Me llamó una prima y desde ahí que empiezo a escuchar mucho tango así que era como un fantasma porque en el colegio cantaba en los actos tango cuando a esa edad lo común era cantar algo infantil. Después apareció Feliz domingo en los `80, también quedé en ese programa pero elegimos irnos de vacaciones. A los 8 años llegué a Buenos Aires y a los 13 años gané un concurso para aficionados con Leonel Godoy en “La Noche con amigos”. Empezamos a viajar mucho con mi papá porque formamos parte de la Embajada Argentina Leonel pero eran muy pocos los dividendos que generaba eso y yo estudiaba en el secundario. Era dificultoso porque me acostaba muy tarde por cantar en la trasnoche en Buenos Aires. Fue una etapa muy linda la de chico, todavía sigo escuchando mucho tango.

Después llegaste a cantar en el mítico Café Tortoni.
Si, ahí fui a cantar por un mes. Estaba Virginia Luque, Loborde, Oscar Ferrari, que son referentes. Invité a mi colegio para que fuera a verme, la verdad que muy linda experiencia. Yo siempre lo tomaba como un juego, no como un laburo. Era muy gracioso en el curso, mis compañeros me felicitaban porque cantaba tangos. En esa época compuse una de mis primeras canciones que se llama “El príncipe pobre” pero era como un deseo de los chicos de la calle. Con el tiempo fui mejorando, me falta mucho todavía para tener una relevancia en la poesía pero leo mucha poesía. Me gusta seguir aprendiendo, seguir estudiando, que es la manera de seguir creciendo artísticamente. La primera canción que escribí fue a los 13 años.

¿En qué momento decidiste estudiar locución?
A los 17 años terminaba el secundario e iba a estudiar una carrera segura como medicina, que era lo que a mí me gustaba. O sino profesorado de educación física. Siempre era medio payaso, seguía cantando y justo se me abre la posibilidad de comprar el espacio en FM Moreno, soy del oeste y ahí conduje mi primer programa que se llamaba “Comics Musics” y ahí mi viejo me hacía los guiones y tenía dos amigos más con los que hacíamos el programa. Después ya fui animando un boliche y empecé el CBC para Medicina, no entré en Medicina y me puse a estudiar hemoterapia. Luego me di cuenta que me gustaba la radio, me gustaba comunicar. Empecé a conducir boliches, cantobares y de un tiempo a ésta parte no he parado de trabajar en ésta profesión, que es la locución y la canción. Entendí que naturalmente me salen las cosas. Para el canto me preparé vocalmente con muy buenos profesores, sigo haciéndolo, sigo entrenando.

¿También estudiaste actuación?
Si, tuve una preparación muy linda con profesores de la vida, como por ejemplo, el que me marcó mucho en vida fue Norman Briski. Con Norman estuve como dos años y medio, antes había estudiado en la escuela de Agustín Arezzo pero hice un año, desde el año 96. Antes, a los 17 años integraba el elenco para hacer dos obras en el teatro Marechal de Moreno, donde ahí conocí la que fue mi primera novia. Hice dos obras de Moliere. Eran los primeros intentos sin conocer y como la radio tenía algo de teatro porque yo hacía personajes me empezó a picar el bichito de estudiar locución así que me recibo en el 96. Después de estar con Alezzo, luego me fui a estudiar con María Vaner, hacíamos teatro leído, una muy buena actriz. Después estuve con Norman Briski y luego con el “Indio” Romero que es el que entrena a todos los actores de Pol-ka.

¿Cómo llegás a Radio Top?
Me estaba por recibir, hice un casting y entré a la Top. Yo me presenté para informativista de Radio Mitre. Había hecho casting de todo, salía un aviso en el diario y me presentaba. En ese casting habíamos ido con unos amigos, todos estábamos por recibirnos en el Cosal y un profesor nos dijo que nos presentáramos que estaban buscando también para una FM. Hice el casting y quedé.


¿El programa que más te marco fue “Circo Top”?
Si, en ese momento siento que tenía ese espíritu adolescente y con el hambre del gusto por el amor a la profesión y la adrenalina que el medio va contaminando. La adrenalina es algo maravilloso que te genera un compromiso y mucha creación. Me empezó a gusta lo que hacía, vi que empecé a adquirir cierto nombre propio y a la radio le sirvió. Tenía hasta club de fans, era una etapa muy prolífica y de mucha felicidad porque podíamos hacer cosas para la gente. Yo siento que la radio debe ser un servicio, no solo de divertimento sino que también tiene una función de mirada conceptual. Permitir ponernos en duda y reírnos de nosotros mismos sin faltarnos el respeto. La radio tiene que ser un espacio creativo continuamente. Ese programa era como un gran club, yo lo veía así y lo comunicaba así. Entonces cuando vos adquirís empatía con el oyente y lo haces partícipe del programa, se suman otros. Distinto es hablarle fríamente y ponerle una canción. No es lo mismo que invitarlo a que se siente, que reflexione, que pueda disfrutar de la música. Por lo general, una manera que yo encontré para hablar de la realidad es la ironía, que es una de las bases del humor. Entonces con el humor podía decir muchas cosas, armaba distintos escenarios. Eso es lo que me gusta de la radio, armar distinto escenarios, trabajar para el oyente. Porque si vas a cumplir un horario es ser un mediocre. Lamentablemente muchas fórmulas radiales tienden a subestimar la capacidad del oyente. Creo que ahora me pasa pero en ese momento los escenarios me permitían reflexionar sobre la vida, sobre el amor, sobre mis propias historias de frustraciones. Contaba mi vida, lo que me costaba vivir en Buenos Aires, lo que me costaba encontrar una calle, engancharme una mina, las peleas que tenía con mi novia. También hacía las bromas telefónicas, tenía un cómplice y cargábamos a alguna persona conocida del cómplice. Lo que siempre digo de los conductores, cuando vos te querés hacer el que tenés onda y el canchero, la patinas y se te ven los hilos. La manera en la que tienen que hacerse las cosas es ser natural con las virtudes y con los defectos porque eso la gente lo lee, sobre todo en el aire. Las radios FM tienden a perder la conexión con el oyente, está bueno hablar. Creo que la AM tiene más palabra.

Luego pasás a “La 100”.
Estuvo muy linda esa experiencia, era un programa diferente. Estaba con Maitena Aboitiz, una muy buena profesional, que no estaba recibida y que pude amoldarla. Le transmití lo que quería del programa, lo entendió a la perfección y después ella puso su profesionalismo, aprendimos juntos a trabajar en una dupla de personas totalmente distintas y funcionamos muy bien. Hablábamos claro, sin ser ordinarios. Fue la medición más alta que tuvo la radio en su historia. Estábamos a medio punto del programa de Mario Pergolini. La mayoría de las noticias las escribía a la mañana e inventaba noticias, como por ejemplo cuando dije que en Capital Federal planificaban techar una parte de la 9 de Julio, la gente opinaba y se armaba un debate interesante. La gente es cholula, a la gente le gusta mucho opinar, le gusta participar.

¿Está acostumbrada a consumir siempre lo mismo?
Si, en televisión siempre lo mismo. Bailando, patinando, cantando por un sueño. Hay una pobreza intelectual muy grande, hay poca creatividad. Hoy no hay ideas. Instalar una idea también es difícil. Yo quiero generar un espacio propio con distintos menúes. En éstas radios se genera un mismo menú. Quiero tener un programa con amigos. Mi proyecto es de acá a fin de año armar la estructura necesaria para arrancar en febrero.
Yo creo en la amistad. Me gusta armar grupos humanos. Acá ahora estoy con Alejandra Salas que somos muy amigos. Me gustan los equipos unidos. Con mi banda pasa eso, somos todos amigos.



Pasando a la música, ¿cómo surge la salida de tu primer disco solista?
El primero fue porque estaba cantando un tango en América, vinieron y me propusieron hacer un disco, yo tenía un éxito en la radio. Grabé en el `99, me dijeron como me tenía que vestir, me dieron las canciones, hicimos una selección de canciones. No fui muy participé de las canciones, me dijeron las que tenía que cantar, me gustaron. El primer corte fue “Amor multiplicado por dos”, es una canción española. Estuvo buenísimo como experiencia. Después me dediqué mucho a la radio en estos años, hasta ahora que saqué mi segundo disco.

¿Qué podés contar de tu nuevo disco “Nunca es tarde”?
Se llama “Nunca es tarde” porque vivimos en tiempos muy urgentes, donde hay una sociedad muy líquida. Trato de instalar algunas canciones de amor, otras no. Y creo que hay un camino que no he podido transitar, por dedicarme enteramente a la radio. Quiero componer, quiero tener la tranquilidad económica, tener bien a mi gente y éste es un país de mucha incertidumbre. Quiero imprimir esa esperanza que yo la tengo, que forma parte de mi vida, que nunca es tarde para enamorarse, como digo en la canción. Me permito disfrutar y hacer disfrutar a los que están conmigo.
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martes, 13 de octubre de 2009

Concepción "China" Zorrilla: "Me enamoré de Buenos Aires"




A lo largo de su carrera ha participado en numerosas obras de teatro, películas y programas de televisión, y en todos los ámbitos, Concepción “China” Zorrilla se ha destacado ampliamente. Nacida en Uruguay, hace más de treinta años que vive en la Argentina, país del que dice que se enamoró y nunca más pudo abandonar. Desde sus inicios en el teatro independiente en su querido Uruguay hasta el presente junto a Carlos Perciavalle con la obra “El diario privado de Adán y Eva” ha tenido trabajos muy recordados.

¿Cuándo comenzó su vínculo con la actuación?
Mi comienzo se da desde que tengo uso de razón. Yo desde chica me aprendía de memoria los versos más cortos. Recuerdo que a mí me asombraba que mi abuelo, que era el poeta Juan Zorrilla de San Martín, decía mientras yo recitaba que le iba a dar el gusto que no le habían dado ninguno de sus catorce hijos. Mi abuelo siempre me decía “vos vas a ser actriz” y para la época era como si me dijera que iba a ser prostituta. Mi padre le decía que no me dijera eso. Cualquier cosa que se festejaba en mi casa y mi mamá ponía un cartel que decía “Show de China: Esta noche”. Hacíamos sketchs familiares. Yo tengo 87 años, es decir, lo que te digo pasaba hace 80 años.

¿Cómo fue la experiencia de vivir en París?
Mi padre era escultor y por su trabajo fuimos a vivir a París. Yo tengo una foto en la que estoy en la cuna y en el fondo se ve “El Arco del Triunfo”. Mi mamá sacó la foto sin darse cuenta. Le debo a París, entre otras cosas, el idioma. Fue el primer idioma que hablé.

También vivió en Londres.
Si, fui en barco, en avión no, todavía tengo miedo de volar. Iba a ir con una parienta lejana pero al final ella no quiso ir. Yo tenía 24 años y mi mamá no podía creer que fuera sola. Llegué a Londres por una beca para estudiar inglés. Recuerdo que una vez nos echaron de un cine, a mí y a cuatro estudiantes. Estábamos en un cine y de repente pasan una imagen de Hitler y nos pusimos a silbar. Nos sacaron del cine por eso y la persona que nos sacó nos preguntó qué nos había hecho Hitler a nosotros y le respondimos, a ustedes les hizo. Imagínate. En Inglaterra tienen un fair play que me ayudó a amarlos hasta hoy. En esa época ahorraban hasta la luz, había mucha pobreza posguerra, apagaban las luces en la calle pero nunca tuve miedo. Me sentía protegida.

¿Luego regresó a Uruguay?
Si, volví a Montevideo en dónde hacía teatro independiente, no ganábamos un mango. Teníamos otros trabajos con los que pagábamos los decorados y los vestuarios. Mientras estaba en Europa, habían armado en Uruguay una compañía de treinta actores. Entonces cuando volví, me llamaron. A partir de ahí tuve una rutina de hacer teatro de martes a domingo.

Hizo muchas obras importantes.
Si, hice muchas cosas de García Lorca, también de Shakespeare, mucho repertorio clásico.

En su país también se desempeñó como periodista, ¿qué recuerdos tiene de eso?
Yo estaba viviendo en España y mandaba cartas. Todo empezó cuando un día mi mamá, que era papelonera como toda madre, en una reunión dijo que mi última carta había sido muy graciosa. En esa reunión estaba el director del diario “El país” de Uruguay y mi mamá le leyó la carta. El director me llamó y me dijo que si le mandaba una carta así por semana, me iba a pagar y la iba a publicar. Así me transformé en corresponsal del diario. Y así fue, “Concepción Zorrilla escribe para el país”. Después, cuando regresé a Uruguay hice periodismo y fui la conductora de un programa de televisión. En un programa estaba junto a mi papá, se llamaba “De padre a hija”. Mi papá era estupendo, mis amigas iban a casa para que papá les contara alguna historia.

¿Cómo se dio su llegada a Buenos Aires?
En el `71 me vine a la Argentina a filmar la película “Un guapo del 900” dirigida por Lautaro Murúa y me enamoré de Buenos Aires. Los argentinos están acostumbrados a Buenos Aires pero la gente que viene de París o de Londres queda deslumbrada con la ciudad, es divina. Me gustó salir de Montevideo, donde todos nos conocíamos, y ver si podía estar en un lugar más masivo. Cuando llegué a la Argentina empezaron las propuestas de la televisión, películas y me fuí quedando.


¿Cómo conoció a Carlos Perciavalle?
Nos conocimos en Estados Unidos, yo ya estaba instalada allá. En Brodway hicimos la obra “Canciones para mirar”, con canciones de María Elena Walsh. En ese momento había salido una nota en la revista Life porque había sido un gran éxito. Fueron a ver el espectáculo y nos sacaron fotos, cuatro páginas de la revista con las fotos más divinas de Carlitos y yo. La obra la hicimos primero en Nueva York y después la trajimos a Buenos Aires. En el teatro había un cartel que decía The Beatles a las 18 hs y luego Zorrilla-Perciavalle, ¡yo quería ese cartel! Hasta el día de hoy, cuando llega mi cumpleaños me regalan muchos discos de Los Beatles.

Cuénteme de su primer trabajo teatral en Buenos Aires.
Fue en la obra “Las mariposas son libres” junto a Susana Giménez y Rodolfo Bebán. Ana María Campoy se iba y yo la reemplacé. Desde ese momento quedé muy amiga de Susana Giménez que es una mujer muy simpática. Le escribí para muchas comedias que hizo. Tenemos una amistad divina.

¿Qué puede decir de la película “Esperando la carroza”?
“Esperando la carroza” es una genialidad y se le debe a Jacobo (Langsner) un homenaje porque la película se convirtió en un clásico sin decir ni una sola mala palabra, sin ningún chiste con doble sentido. Jacobo es uno de los autores más indiscutidos. Voy por la calle y la gente me cita frases de la obra. Era una producción humilde y fijate después el elenco que se formó.

¿Por qué no estuvo en la segunda parte de la película?
Porque no me gustó. No tenía nada que ver el libro con la primera parte y yo le tengo mucho miedo cuando viene la segunda parte de un éxito. En el mundo del espectáculo, muchas veces, los éxitos no tienen explicación.

Otra película importante fue “Elsa & Fred”.
Esa película es muy linda y lo lindo era lo arriesgado que era porque contaba la historia de amor de dos viejos de ochenta años. Era muy tierna, tenía mucho humor. Ese viejo vive, a veces me llama por teléfono o lo llamo yo a él. Debe tener más de noventa años, vive en Madrid. Fue un gran éxito en España.



Usted es una persona que siempre tiene muchas anécdotas, ¿podría contar alguna?
Yo un día iba en un taxi, me llevaba un tachero joven, buen mozo pero que estaba de malhumor, entonces le pedí que me contara lo que le estaba pasando. Me contó que había pedido un dinero prestado y que no podía devolverlo porque se lo había gastado. Le respondí que yo se la prestaba, justo tenía ese dinero en la cartera, me respondió que no tenía porque prestarle la plata. Entonces le contesté que era grande y que yo con mi plata podía hacer lo que quisiera. Le terminé dando la plata y pensé que ese dinero lo tenía que dar por perdido. Ni siquiera me había preguntado si yo era China Zorrilla, calculo que habrá ido a ver alguna de mis películas. Pasa mucho tiempo y recibo una carta que decía “Estimada China, querría invitarla a almorzar” y yo me preguntaba quién podía ser ese admirador y aparece el tachero. Me toca el timbre y me lleva a almorzar a su casa, un conventillo divino, muy prolijo, un corredor largo y al fondo un comedor muy lindo. Comimos una carne muy rica y un postre de dulce de leche. Me despide diciéndome muchas gracias China y me devolvió la plata. Increíble. Este cuento es importante porque en principio la gente es desconfiada. Cuando alguien pide porque tiene un chico enfermo en el hospital, la gente desconfía, ¿y si es verdad?

¿Qué está haciendo actualmente?
Estamos haciendo por enésima vez la obra “El diario privado de Adán y Eva” con Carlitos Perciavalle. Vamos a continuar con la obra haciendo gira por el interior y la idea es ir a la costa en el verano.

¿Qué opina de la televisión actual?
No me gusta mucho, no es que sea malo lo que hacen pero pongo la televisión y no sé si me da vergüenza o me da lástima. Creo que se hacen pocas cosas buenas. Yo soy televisiva. A veces hay cosas realmente buenas como por ejemplo el programa “Tratame bien” en el que está Julio Chávez. Es buenísimo ese programa. Está tarde, una vez por semana y sin embargo la gente lo sigue. Soy público incondicional de la televisión.
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