La poeta Luciana Reif publicó el libro Entrada en calor con la editorial El ojo del mármol y habló con Entre Vidas acerca de los temas que la movilizan a escribir. Además, analizó algunos poemas del libro y señaló que por el momento no encontró una respuesta a la frase “¿de qué nos salva el amor?" Actualmente está trabajando en unas poesías que aparecen en una próxima publicación.
¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
No suelo tener rituales, ni decidir conscientemente el momento previo a escribir, no preparo la escena como si se tratara de poner el mantel a la hora de cenar. Por lo general la búsqueda poética en mi caso coincide con una búsqueda al mismo tiempo existencial. Los temas que problematizo en mi día a día, las preguntas que me mueven, que me construyen y destruyen como persona, son las que terminan -a veces más directa o a veces más indirectamente - formando parte de mi escritura. Por eso para mí escribir es una forma más de vivir, un momento hermoso pero no un ritual apartado de otros actos igualmente cotidianos. Por lo general leo, charlo con amigos, vuelvo sobre la historia, trato de leer cosas que me convoquen, que despierten al pez oculto que después tarde o temprano saltará a la superficie y se convertirá en poema.
¿Con qué frecuencia escribís?
No tengo tampoco una frecuencia específica, creo que tiene más que ver con lo que late, o como bombea el corazón, a veces más deprisa, a veces más pausado. De todos modos siempre estoy escribiendo incluso cuando no escribo, siempre hay un animal dormido interrogándose, creo que el momento de la escritura es solo la punta del iceberg, lo visible para el lector. Tengo períodos donde hay una mayor canalización en la escritura, y momentos más introspectivos donde la cabeza se ejercita de formas inexplicables. No es algo que esté al alcance de mi control, por suerte.
¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
En mi casa siempre se respiró un aire de reflexividad importante, una tensión constante por no mantenernos solo en la superficie. La familia siempre estuvo y está presente como un núcleo de amor y de terror. Eso de algún modo genera un ambiente propicio. La familia es una hermosa caja de cristal con una bailarina danzando en el centro, podemos observar ese baile y esa música durante horas, pero esa cajita es muy frágil y tarde o temprano va a romperse. Ese es el momento en que empiezo a escribir. Agradeciendo ese amor pero al mismo tiempo caminando sobre los cristales rotos. De todas formas en lo concreto, los primeros versos salieron un día, una tarde precisa volviendo en colectivo de la escuela primaria cuando tenía diez años. Mientras miraba por la ventana, las imágenes e ideas se empezaron a transformar en versos. ¿Porqué esa tarde, porqué esos versos, justo en ese momento? No lo sé, es algo misterioso y del orden de lo desconocido, y prefiero seguir guardando para mí ese suspenso.
¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Entrada en calor, poema del libro en el que hablas del chico que te gustaba del gimnasio?
Si bien es el título que le da el nombre al primer poema, me parece un título que abre sentido, que no cierra. Me parece un título disparador que habla de un comienzo, pero también de un porvenir. Ancla en este libro, como objeto material y hecho lingüístico concreto, pero al mismo tiempo me permite pensar en el horizonte. Además claro me pareció un título sugerente y sugestivo; hasta puedo decir: sexy. Me gusta que el título genere esa pequeña electricidad corporal propia de la erótica.
Uno de los mejores poemas del libro es Ausencia. ¿En qué momento lo escribiste? ¿Cuál fue la imagen disparadora?
Ese poema, si mi memoria no me falla, lo escribí en el 2011, y para ser aún más sincera no recuerdo la imagen disparadora. Pero por ese entonces, e incluso mucho más ahora, sigo insistiendo con los vínculos, y con esa pregunta por nuestra propia identidad que se pone en juego en la relación con los otros, y sobre todo la relación tan íntima que se teje entre dos personas en una cama. Me interesa el cuerpo como lugar material, sensorial, donde se van depositando y sedimentando esas vivencias. Y al mismo tiempo el poder mágico de la mente, ese poder de levitar y sobrevolar lo que nos rodea. ¿Será la carne la que nos termina empujando hacia la tierra?
Una de las frases de uno de los poemas dice ¿de qué nos salva el amor?. ¿Llegaste a alguna respuesta?
Por suerte no llegue a ninguna respuesta, la sigo buscando, siempre busco. Lo que sí creo es en el amor como algo que va mucho más allá de una pareja monogámica heterosexual, más allá del amor burgués. Es una forma cuando se corre el riesgo de ello, de desnudarnos por completo y bucear en nuestras profundidades de la mano de los otros, y los otros harán lo propio y buscarán también que los ayudemos a bucear. Entonces el amor implica siempre movimiento. Creo que si tuviera que aventurar una hipótesis diría que el amor es un arrecife de coral en el fondo del océano donde estamos juntos, rodeados por nuestros fantasmas, pero al mismo tiempo la luz entra leve como un suspiro y se refracta transfigurando los fantasmas en hadas o en seres voladores, creo que el amor logra esa comunión entre el miedo y el deseo.
En tus poemas hablas de tu infancia, de tu mamá, de tu abuela, de sexo. ¿De qué tema que te interese todavía no escribiste en ningún poema?
Me gustaría poder escribir sobre muchas cosas, pero como dice Marosa Di Giorgio un ángel pone los temas en mis manos y yo escribo. No soy muy exigente en ese sentido, escribo sobre lo cercano, sobre lo que abre el tajo en la piel. Pero eso no significa escribir solamente desde el dolor; o mejor dicho, no entiendo el tajo en la piel solo como lo que lastima, creo que las experiencias más vitalistas también logran desarmarnos. No me interesa escribir sobre lo cristalino, sobre lo dado, sino rastrear esa constante marea que impide que me quede quieta o que vea las cosas solo desde una única cara.
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
El libro lo corregí con Osvaldo Bossi, y con él elegimos qué poemas quedaban adentro y cuales afuera. Lo que se busco en este caso fue no ser reiterativa, tratar de que cada poema tuviera su singularidad y su porqué en el libro. Como unas pinceladas en una pintura, nada que quitar, nada que agregar.
¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Esta es una pregunta difícil y seguro cada tanto tiempo cambiaría la respuesta. Hay poemas respecto a los cuales estoy segura, y siento un terreno de tranquilidad cuando me poso encima de ellos. Sé que están ahí y podrían acompañarme años. Con La Zafra me pasa muchísimo, es un poema que un poco sale del registro intimista que tiene el libro. Habla del proceso de producción de caña de azúcar en el norte argentino y las contradicciones que viven los trabajadores. Después los poemas más intimistas creo que son mucho más permeables a mis propios momentos existenciales, aquel poema donde me pregunto ¿de qué nos salva el amor? también me gusta mucho. Hay un verso que dice “revuelvo como si buscara alguna prenda hecha a mi medida en un canasto de liquidación”; cada vez que lo leo me significa algo diferente según mi momento personal, de una u otra forma todos en algún momento de la vida experimentamos esa fragilidad, o el deseo de encontrar algo a nuestra medida y que ese algo no exista. Me parece que eso se vincula mucho también a aquel otro poema donde quiero volver a la panza de mi mamá, uno de los lugares más seguros y al mismo tiempo más ligados a la muerte o a la no existencia como diría Freud. Mis lectores también por suerte tiene gustos variados, en su momento gustaba mucho “Cuando mi hija con su cepillo de pelo nuevo” que es un poema que reivindica por así decirlo la filiación materno familiar, en donde pienso a las mujeres de mi familia como amazonas enormes, o como caballos. También el que gusta mucho es el que le da nombre al libro “Entrada en Calor” que es un poema erótico desde el lugar de una chica que desea a un chico en el gimnasio y fantasea con eso. De hecho una amiga después de leer ese poema me dijo que tuvo muy buen sexo con su chico, si “Entrada en calor” genera eso algo debo estar haciendo bien.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
De lo cercano, ahora mientras escribo estas palabras, estoy en el jardín de la casa de mis viejos, mi vieja corta el césped, y siento que hay algo que se esconde en torno a esta escena. No quiero irme lejos por ahora con la escritura, no sueño con otras galaxias, o con países lejanos. Lo que existe, lo que me rodea, el vínculo cotidiano, el amor ¿Cuántas caras esconde? ¿Cuántas capas profundas atrapa? ¿Cómo respira esta tierra al calor de nuestros pasos? Lo cercano me parece que tiene una profundidad arrolladora.
¿Manejas la idea de escribir próximamente una novela o un libro de cuentos?
Me encantaría pero la vida me hizo inquieta, intempestiva, entonces los poemas los escribo en un rapto, la luz baja hacia mí, o una imagen llega de lo profundo y la escribo. Por ahora no logré el tiempo necesario que intuyo requiere la narrativa, una mayor consistencia, o el culo quieto en la silla con una idea que persista y que no se evapore rápidamente de las manos como pasa con mis poemas.
¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
El último libro que leí es “No develarás el misterio” de Marosa Di Giorgio, y me voló mucho la cabeza. Creo que me permitió expandir las fronteras de lo que considero realismo, y esa necesidad tan imperiosa a veces de volver al terreno de la fantasía, de lo onírico. Creo que en el día a día siempre pisamos tierra firme, y para sobrevivir es necesario hacer algo tan básico como trabajar, conseguir un techo y comida para alimentarse. Ahora bien esta lucha que es el día a día también está formada de lianas invisibles que nos permiten viajar entre las copas de los árboles. Marosa está ahí acompañando ese instante. También recomiendo mucho la obra poética de Sharon Olds. Este año Gog y Magog editó una antología suya “La materia de este mundo” que reúne poemas de sus distintos libros. Tuve la oportunidad de escribir una reseña sobre esta antología que fue publicada en la Revista de Espacio Enjambre. Sharon Olds fue una de las primeras poetas mujeres que me abrió un mundo totalmente nuevo cuando comencé a escribir. Sobre todo por romper con determinados preconceptos que ubican a la mujer en el mundo privado, ligada a valores como la maternidad, la fidelidad, la ternura. Y en el mismo sentido de lo que digo en respuestas anteriores, creo que vivo intentando romper con esos estereotipos en el día a día, a través de lo mágico, de lo poético y de luchar contra el machismo en los actos cotidianos de la vida como no dejar que un hombre crea que es su obligación invitarme la cena. Parecen trivialidades, pero me parece importante que se evidencie que estos vínculos íntimos están atravesados por relaciones de poder. Cuando una poeta escribe sobre esto, visibiliza y permite que estos temas entren en la arena política. Como ya dijo Voloshinov todo signo es ideológico; refleja y refracta la lucha de clases y también le agregaría yo la lucha contra el patriarcado. No puedo dejar de admirar a las poetas mujeres que con una calidad estética increíble se meten de lleno en esta lucha.
¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con el sello editorial El ojo del mármol?
La conocí personalmente a Valeria De Vito (artífice de “El ojo del mármol”) en el 2015 en la feria del libro. A mí la editorial ya me atraía mucho por tener conocidos que habían editado ahí. Paralelo a conocer a Valeria, fui queriendo cerrar mi primer libro. Le comenté a ella que estaba en este proceso si le interesaba publicarlo, le mandé algunos poemas, y el resto bueno, ya saben la historia.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Ahora estoy corrigiendo algunos poemas para un segundo libro que saldría a fines del año próximo. Va a ser un libro con una densidad diferente, menos ligera y más espesa. Seguramente no sea un libro para hacer la digestión. Estoy trabajando con una amiga, Luisina Varona, en un blog que vamos a lanzar a fin de este año que se va a llamar “Un hogar fuera de mí” y va a trabajar sobre la temática del amor en los tiempos posmodernos, a través de registros literarios, notas periodísticas y crónicas. Y también trabajando en la traducción de un libro de una poeta malaya, Bernice Chauly. Tuve la suerte de toparme con su libro “Onkalo” en Malasia, cuando el año pasado viaje unos meses por el sudeste asiático. No quiero adelantar tanto, pero es increíble el universalismo de determinadas temáticas, incluso en países con una cultura oriental muy diferente a la nuestra.
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