El escritor Martín Almada habló con Entre Vidas acerca de su libro de poesía La gran meseta publicado por Caleta Olivia Ediciones y contó que estuvo dos años corrigiendo el libro hasta que sintió que no había que ajustar nada más.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Ninguno en particular, o ninguno al menos que pueda reconocer como tal. Trabajo de manera bastante irregular, bastante más de lo que me gustaría.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo todos los días por trabajo. Respecto a la poesía, hay veces que lo hago más regularmente que otras. Pensar en palabras, eso sí es diario.
¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
El lenguaje poético está en muchas cosas, tiene que ver más que nada con una pulsión de registro y una práctica con la lengua. En mi familia hay grandes contadores de historias y siempre hubo una biblioteca, irregular, despareja y variada. Creo que la poesía en algún punto tiene que ver con darse el permiso de atravesar todos los registros sin miedo a equivocarse, algo que descubrí después de mucho tiempo. Lo mejor que me pasó a mi fue aceptar que un poema puede llegar a donde uno quiere o no, pero no hay posibilidad de error en el ejercicio libre de la imaginación. Es una posibilidad de juego. Y cuando comprendés el poder infinito de esa licencia, te enamorás.
¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara La gran meseta?
Tiene un poco que ver con que el libro es, de alguna manera, un recorrido en el que los elementos que se atraviesan son casi siempre los mismos. Lo que va variando es la forma de pasar a través de ellos o la forma en la que esos elementos transforman la mirada. A cada transformación, por mínima que sea, se la puede volver poema. Lo que el ejercicio de la poesía activa en el lenguaje es una especie de alarma que para mí señala que la monotonía es una forma tramposa de armonía. En el caso del libro, cada poema fue un intento de acompañar con palabras una mutación que, pese a ser mínima, al menos para mí fue reveladora.
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Arduo, obsesivo. Trabajo como editor y editar mis propios textos me enfrenta a todos mis vicios y manías. En principio, dejé lo mínimo indispensable. Mi intención no tenía que ver con la abundancia.
¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
Tengo un vínculo particular con todos, es una relación secreta me parece, no la termino de entender. En todos dejé que pasara todo lo que podía pasar. Cada poema costó algo, me demandó algo y por eso no hay ninguno que sea mi preferido. Respecto a los lectores, no lo sé. Lucas Finocchi, un amigo músico, hizo con dos de ellos unas canciones que me gustan mucho: eligió el último poema del libro y uno en el que aparecen cables arrancados. Con música los quise un poco más.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
El pasado, el presente, el futuro, la naturaleza, el amor y mi casa. Cosas muy generales y variaciones sobre esas cosas.
¿Qué temas de los que todavía no escribiste te gustaría hacerlo en un futuro?
Me gustaría seguir buscando y recién ahí ver qué pasa. Es posible que siempre escriba de lo mismo. O no. La idea de no conformarme ya me hace sentir satisfecho, cuando la inconformidad no provoca angustia genera una inquietud muy vital.
¿Qué libros o autores recomendarías leer?
Todo lo que no tenga que ver con tu mundo como lector me parece un buen plan. En apariencia nuestra vida es bastante sedentaria, por eso cuando leo me gusta que siempre haya una sensación de riesgo y aventura. Cuando leo me quiero ir a otro lugar, ni mejor ni peor, diferente al que puedo imaginar.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Caleta Olivia Ediciones?
Me convocó Gabo Moreno, fue muy paciente. Esperó dos años hasta sentí que ya no podía hacer nada más por ajustar el libro.
¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy muy dispuesto a aprender más de lo que la poesía me permite conocer como lector y a la hora de escribir. A que mirar con un poco más de libertad. Quiero saber un poco más de mí y aprender a estar a gusto con eso. Es una verdadera ambición.
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