sábado, 29 de octubre de 2016
Andrei Bourbaki: “En nuestro país la burocracia se nos viene encima a todos”
El escritor Andrei Bourbaki publicó el libro Agujero Negro a través de la Editorial Dunken. El libro está focalizado en lo tedioso que es realizar cada trámite con el que tiene que lidiar cada ciudadano. El autor despliega un abanico de ideas repletas de humor e ironía. Los lectores se van a sentir muy identificados con los temas y las situaciones que aparecen en dicha publicaciones. Entre Vidas estuvo hablando con Bourbaki acerca de su flamante libro.
¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
Seguramente tengo rituales, pero realmente no tengo conciencia de ellos.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo muy espaciadamente, y de manera que no sigo ningún patrón. Cada tanto escribo una o varias ideas a mano, o directamente en mi I Pad. Si me gustan las dejo así, otras veces las retoco, porque tengo la tendencia a repetir palabras.
¿Por qué decidiste decidiste ponerlo a tu libro el nombre Agujero Negro?
El título original era " El trámite de mierda", pero alguien me dijo que era redundante, y tenía razón, ya que todo trámite es una mierda. Entonces pensé que toda nuestra organización administrativa nacional no es otra cosa que un "agujero negro", todo lo atrae y devora, y nada puede salir de él, especialmente la luz, por eso es negro.
¿Cómo surge la idea de escribir un libro cuyo tema central sea la burocracia?
En nuestro país la burocracia se nos viene encima a todos, esta tan presente y nos molesta tanto, que es una forma de vida. He aguantado tanto, que describirla es una manera de resistir y protestar.
¿Qué estudio previo realizaste para desarrollar cada reflexión?
No estudié nada, simplemente, mire para donde mire, veo trabas y demoras, puedo dar una conferencia TED indefinida, y puedo relatar micro capítulos Ad Infinitum. Hay material para un libro tan extenso como quiera.
¿Por qué abordaste cada tema a través del humor y la ironía?
El humor es por pura necesidad. El humor es siempre la manera más humana de ser, de relacionarnos, de llamar la atención, de manifestar la alegría de vivir. Entre nosotros es mucho más que eso, es la alternativa al suicidio.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la Editorial Dunken?
Publicar en la Editorial Dunken, fue, precisamente publicar sin tener que dar muchas explicaciones. El precio es quizás carecer de una gran distribución.
¿Con qué se va a encontrar el que lea Agujero Negro?
El que lea el libro se va a encontrar con una forma de pensar, con un sistema de ideas que permite identificar y visualizar a los que nos impiden llevar adelante nuestros asuntos creando problemas con artificios ridículos.
¿En qué proyecto estas trabajando actualmente?
Estoy elaborando una teoría que vincula una serie de números, un cactus (que ilustra y representa las ideas de Fibonacci con gran precisión); una tía anumeral (esto es, una persona incapaz de establecer relaciones numéricas y la realidad, dando lugar a situaciones cómicas y otras no tanto) y lo que la AFIP denomina BIENES REGISTRABLES. Si logro concretar esta teoría será uno de los inventos más sorprendentes de la última década.
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miércoles, 19 de octubre de 2016
Esteban Castromán: “Para mí escribir es especular”
El escritor Esteban Castromán publicó su libro La cuarta dimensión del signo con la Editorial Alto Pogo y analizó para Entre vidas su flamante novela en la que un hombre común se convierte en un asesino serial. Además, adelanto un pequeño fragmento de su novela corta llamada CASATANQUE.
PH Mailen Albamonte
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Siempre varían. Por lo tanto, tal vez no sean rituales.
¿Con qué frecuencia escribís?
Intento ponerme dos o tres noches por semana.
¿Cuál fue la imagen disparadora de tu novela La cuarta dimensión del signo?
Algunos años atrás, durante cierta tarde chiflada en una terraza de Villa Crespo, con un gran amigo fabulábamos la posibilidad de escribir una historia de venganza urbana motivada por la promesa publicitaria no cumplida de una fábrica de puertas blindadas. Así empezó todo.
En un fragmento del libro el protagonista dice que tras la muerte de su familia descubrió que su única misión en este mundo era la de asesinar a todos aquellos que tuvieron algún grado de responsabilidad. ¿Por qué decidiste convertir a un hombre común en un asesino serial?
Para mí escribir es especular. Por lo tanto, cada vez que escribo me interesa especular con las infinitas posibilidades en que lo extraordinario podría irrumpir y transformar el supuesto orden de estabilidad cotidiana. La potencia de la ficción está ahí: en su capacidad para alterar la velocidad crucero de todos los días, destrabar el piloto automático, abrir boquetes hacia nuevos mundos.
Es inevitable comparar al protagonista de la novela con Walter White de la serie Breaking Bad. ¿Ese personaje te sirvió para construir al de tu historia?
El personaje de Walter White no, porque aún no ví la serie Breaking Bad, pero sin dudas el modelo conceptual que encarna: padre de familia, clase media, cierta infelicidad latente, pulsión de muerte contenida, irrupción novedosa que eyecta su lado B. En ese sentido, tal vez haya operado un recuerdo difuso de la saga de películas El Vengador Anónimo (con el actor Charles Bronson a la cabeza) que veían en mi casa cuando era chico.
Para las personas que todavía no leyeron el libro, ¿por qué se llama La cuarta dimensión del signo?
Porque se trata de un relato que mezcla universos paralelos que rara vez se juntan: la médula rancia de la academia con el espamento alienante de los cursos de inducción empresariales, cierto tipo de melancolía violenta con el sistema piramidal de ventas. O cómo sería ir en busca del sentido mediante una experiencia en alta definición. O hacia una gramática de la carne. O detener la mirada en el segundo plano de la pornografía. En cierto modo, “La cuarta dimensión del signo” es también un homenaje al cine giallo: aquel subgénero de origen italiano, derivado del thriller y el horror, que estalló en la década del 70.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con la Editorial Alto Pogo?
Ya había participado en proyectos anteriores de la editorial. A principios de este año me propusieron publicar una novela. Y al toque empezamos a trabajar el texto con rigor quirúrgico y placer musical.
¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
Dos fantasías espaciales, de Sergio Bizzio, publicado por Mansalva.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En una novela corta o cuento largo titulado CASATANQUE que empieza más o menos así:
NOCHE.
Tras una cortina de agua sobre fondo negro la casa de enfrente persistía en el lugar habitual. Aunque su aspecto era difuso, como una versión de sí misma desordenada, fragmentaria y oscilante, con cierto tipo de sustancia óptica que tendía al error.
Horas más tarde, cuando dejó de llover y el cielo estaba despejado, pude ver la casatanque con bastante claridad, iluminada por la luna llena.
En su ventana lateral distinguí una anomalía que me llamó la atención.
Agudicé la precisión de mi plano: cortina naranja desplazada, alguien detrás, parecía un nene, un nene rubio con camisa.
Sí, era un nene rubio que vestía una camisa abotonada hasta arriba.
Desvié la mirada para examinar el resto de la casa y percibí un desfasaje entre lo que observaba y mi memoria: algo raro, una disparidad sutil, pero imposible de reconocer.
Pocos segundos después volví a enfocar la ventana y el nene ya no estaba.
La cortina naranja había recuperado su posición rígida habitual.
***
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Janice Winkler: “Hay muchos poemas que parecen reflejos exactos de mi vida, pero que no lo son”
La poeta Janice Winkler publicó el libro de poemas “Burbuja negra” con la Editorial Modesto Rimba y estuvo hablando con Entre Vidas de sus comienzos en la escritura gracias a una maestra de sexto y séptimo grado. Además, analizó algunas poesías, recomendó autores y anticipó que está amasando un nuevo poemario.
¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
Lo primero es lo primero: una buena taza de café con leche. Así sean las 4 am, antes de sentarme frente a la excitante página en blanco necesito, como escribí en un poema hace poco, a “la reina cafeína”. A veces pongo música. Otras, prefiero escuchar el silencio. Releo poemas que amo. Camino por el departamento o saco a pasear a mi perro y empiezo a escribir en mi cabeza lo que después voy a tipear.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo todo el tiempo. Tal vez en mi mente. Alguna idea, algún verso suelto. Ahora, con qué frecuencia escribo un poema completo…bueno, digamos que un promedio de uno por semana. Lo empiezo el sábado y lo termino en algún momento de la semana siguiente. Saco una palabra, meto otra, corto un verso en otro lado, le cambio el ritmo. Los fines de semana son ideales para largar el grueso del poema porque estoy más relajada, mi beba no depende sólo de mí.
¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
Mi maestra de sexto y séptimo grado, conocida como “Marisabel”, ya muerta hace años. Era mala mala, estilo Tronchatoro, pero a mí me quería. Entiendo que porque yo no le demostraba miedo. No le tenía miedo. Y ella debía saber (ahora como docente no tengo duda, porque uno conoce a sus alumnos) que yo no hacía las tareas por obligación, sino porque las disfrutaba. Todos los lunes, nos asignaba un poema que para el miércoles teníamos que memorizar e ilustrar. Para mí eso era una fiesta y esperaba que el miércoles me tocara pararme y recitarlo frente a mis amigos. Después vino la adolescencia y, aunque fui una joven bastante lectora, primaron la música y el cine. Muy actual lo que voy a decir: la música me llenó de poesía (guiño). Radiohead, Elliott Smith, Soda, Bowie, Sean Lennon y su padre también, por supuesto, me dijeron por dónde, me marcaron los gustos. Y más tarde llegó el Traductorado, donde volví a esa fascinación por la literatura que se había gestado en la primaria. En la facultad me convertí en una lectora devoradora.
¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Burbuja negra?
Hice una lista de títulos y se la mandé a Mauro Lo Coco, el editor. Había incluido “No hay madre”, pero yo estaba por parir…; “Desde este campo amigo”, del poema Nutrias rusas, demasiado naif, poco punch y no reflejaba el espíritu global del libro. “El ego del amor” me gustaba mucho, pero ya tengo otro libro que se llama “Un sánguche de amor”, no daba ni ahí. “Burbuja negra” sale del poema “El saco gestacional” y fue el que más nos convenció a los dos, por original, porque intriga, porque habla del nacimiento —muy presente en el libro — pero le aporta el toque de oscuridad que también recorre los poemas.
Uno de los mejores poemas del libro es “Ayer visité a mi tía” en el que el final dice lo siguiente: Ella me dijo te quiero mucho y yo le perdoné una vida de ausencia. ¿En qué momento lo escribiste? ¿Cuál fue la imagen disparadora?
La verdad, me sorprendí mucho con la llegada de ese poema. Creía que iba a pasar desapercibido porque no fue otra cosa que una pequeña catarsis. Hay muchos poemas que parecen reflejos exactos de mi vida, pero que no lo son. Este sí, aunque no haya vivido esa situación, sus versos salen de mi no relación con mi tía, de su enfermedad, de su muerte y del perdón que vino con eso. De hecho, incluí en el libro el relato de su entierro.
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Ítalo Calvino decía algo así como que él guardaba todo lo que escribía bajo etiquetas temáticas. Por ejemplo, tenía una caja (hoy sería una carpeta en el drive) con textos sobre animales; otra en la que agrupaba los referidos a personas, y así. Y que después iba eligiendo las piezas que combinaban entre sí para armar un libro que funcionara de igual manera que funciona una novela, con esa unidad imperceptible. Algo así traté de hacer. Los poemas de Burbuja negra son de distintas épocas y pertenecen a carpetas diferentes: 2012, 2013, 2014, 2015. Al principio ubiqué los poemas más disímiles, que están en su mundo y que, a su vez, son los más orales, los que suelo elegir para leer en público. Sin embargo, ahí aparece “Osito de hollín”, que tiene que ver con la supervivencia y, por lo tanto, con escapar a la muerte, tema que se repite. Y también está “No hay madre” en contraposición a la madre que tiene la gran responsabilidad de que su bebé “se prenda / y se me quede adentro”. Están, por otro lado, los poemas oníricos que también hablan de la muerte y el nacimiento, como “Bolas de pelo beige” y “Horrible”, y metidos por ahí, los versos fisgones que forman una sección dedicada a la curiosidad y a la figura de los vecinos.
¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Como te decía antes, tengo favoritos para distintas cosas. Están los que prefiero leer en voz alta y los que me gusta leer en soledad. Un ejemplo de cada: Sobre la ley de gravedad y Entrega. También tengo versos predilectos. Por ejemplo, de Literatura japonesa: “el tic tac del reloj del living es un corazón fuera del cuerpo”; de El kinesiólogo: “lo miró y le sonrió / ampliamente y en paz / como todas las calaveras”. Los lectores coinciden con vos: Ayer visité a mi tía.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
Me interesan los grandes temas (muerte, familia, naturaleza), pero también los minúsculos (una vecina que sale a fumar al balcón, una araña que estuvo todo el día meditando sobre el mismo punto en la pared). El gran tema que no suele ser mi tema es el amor de pareja. Sin embargo, es importante aclarar y que después no se diga que no resisto un archivo, en el poemario que estoy escribiendo ahora, aparece.
¿Manejas la idea de escribir próximamente una novela o un libro de cuentos?
No escribo cuentos. Tengo un par nada más. Hay uno, de hecho, que también surge de mi tía y su enfermedad (increíble, pienso ahora, como una no presencia disparó tanto material). Sí, tengo listo un libro de relatos. El cuento tiene una tensión creciente que en algún momento se resuelve; siempre hay cierta intriga de lo que pasará. Creo que los relatos son como la poesía, más allá del tiempo verbal que se elija para contar, la experiencia de lectura es puro presente, no se está a la espera del desenlace. ¿Novela? Este año escribí una a dúo con la escritora Flor Canosa, y lo disfruté muchísimo. Me encanta lo que hicimos y posiblemente repitamos la experiencia. También barajo la posibilidad de retomar una novela corta que escribí hace unos años. Quizá la alargue para poder enviarla a concursos, porque me parece que está buena y recibió críticas positivas de lectores que admiro y respeto muchísimo, como —dejame que me agrande un poquito— Josefina Ludmer. Sin embargo, la mandé a una editorial y no interesó. Muy amable el editor, me comentó que no tenía que ver con su catálogo. Ah, mirá, es sobre el amor de pareja.
¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Siempre releo a Emily Dickinson, me conecta con la lírica que a veces se me escapa. También a Wisława Szymborska, favorita de muchos, irónica, incisiva, mordaz. Marosa Di Giorgio, con su género inventado, flotando entre la poesía y la narrativa, sensual, siempre al límite entre lo inocente y lo prohibido; rebosante de naturaleza. Clarice Lispector, Mario Levrero, te leés un cuento o un relato, y salís corriendo a escribir un poema. Poetas de aquí y ahora: Julia Enriquez, Daiana Henderson, Aixa Rava, Roberta Iannamico, Mariana Suozzo, Mariela Gouric, Ana Claudia Díaz, Paula Peyseré…
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la Editorial Modesto Rimba?
Conocí la editorial a través de facebook y me enamoré de sus tapas. Amo los libros en tanto objeto, así que su diseño y cuidado editorial, como la fuente y la calidad del papel, son clave al momento de elegir qué voy a comprar cuando entro a una librería. Envié un inbox y enseguida me respondió Lo Coco, y todo fluyó hermosamente.
¿En qué proyecto estas trabajando actualmente?
Estoy amasando un poemario que, a diferencia de Burbuja negra, tiene unidad de origen. Lo vengo escribiendo desde julio y vuelco sus poemas, directamente, como cuando se escriben los capítulos de una novela. Otra diferencia es que son mucho más largos y más líricos. Aunque se note que los escribí yo, marcan una nueva etapa que me tiene entretenida y feliz.
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lunes, 10 de octubre de 2016
Marcelo Rubio: “Las historias surgieron desde la necesidad de mostrar personajes perdedores pero con cierto orgullo por esa derrota”
El escritor Marcelo Rubio acaba de publicar su libro de cuentos La Strada con la Editorial Textos Intrusos en la que todas las historias ocurren en un bar rasposo en dónde una gran cantidad de perdedores deambulan por el lugar. El autor habló con Entre Vidas, contó su procedimiento de escritura y analizó la flamante publicación que por momento hace recordar a los cuentos de Roberto Fontanarrosa.
¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
Tengo varios. Para comenzar no escribo en la computadora, por lo tanto busco una lapicera que me guste (soy fanático de las lapicera), luego necesito un cuaderno que me parezca estéticamente compatible con lo que voy a escribir. Cuando pasó el texto a la computadora, aprovecho para correcciones y mejorar algunas ideas, lo hago escuchando música que pueda marcarme el ritmo de lo que escribo.
¿Con qué frecuencia escribís?
No tengo un ritmo fijo, hay veces que transcurren semanas si agarrar una lapicera, y ese tiempo lo aprovecho para leer. Es el momento en que la literatura respira y dice “bueno, al menos está distraído con otra cosa, no va a realizar otro atropello”.
¿Qué temas te sirvieron de disparadores para escribir las historias que aparecen en tu libro de cuentos La Strada?
La Strada fue escrito hace 20 años. Las historias surgieron desde la necesidad de mostrar personajes perdedores pero con cierto orgullo por esa derrota.
¿Por qué decidiste que todas las historias ocurrieran en el mismo bar?
Hace mucho años, yo tenía 22 creo, fumigaba la Fundación Antorchas , en la calle Chile. Frente a la fundación había un bar rasposo, mezcla de tanguería y tugurio. Yo salía de fumigar y veía ese bar y los hombres y mujeres que lo frecuentaban. Desde ahí creí que el lugar merecía ser el centro de una narración.
En la contratapa del libro el escritor Martín Sancia Kawamichi señala que en cada historia del libro hay una felicidad triste. ¿Coincidís con esa apreciación?
Primero: Sancia es un tremendo escritor y gran persona, de una generosidad enorme. Coincido con su apreciación, creo que los personajes que pasan por La Strada un poco representan mi forma de sentir el mundo. No se puede ser feliz del todo ante los horrores que conocemos. Quiero decir, uno nunca puede ser feliz por completo, sería una falta de respeto para el resto.
Varios de los cuentos que aparecen en el libro tienen un estilo similar al de Roberto Fontanarrosa. ¿Lo tenes como referente?
Fontanarrosa fue un grande, y ojalá que dónde esté, no es enoje por esta comparación. En verdad fue uno de mis referentes junto a otros varios como Osvaldo Soriano, Dolina, Mempo y Bukowsky, por nombrar algunos.
¿Cómo nació la historia del cuento Sobre un héroe sin tumba en la que hablas del triste final de un futbolista?
Durante mucho tiempo yo quise hacer un cuento sobre Maradona, el Diego, hice varios bosquejos, Sobre un héroe sin tumba fue uno de esos bosquejos. Es un homenaje al Diego y a todos los que se cargan un equipo al hombro. A esos tipos que se retiraron no por incapaces, sino porque el cuerpo dijo basta, pero la cabeza estaba entera.
¿Cómo fue el proceso de construcción del dueño del bar, el Ruso Petrech? ¿Te basaste en alguien?
El dueño del bar es un cascarrabias, un viejo carcaman, no le viene nada bien. No creo haberme inspirado en nadie, solo que en esos bares de malas horas por lo general los dueños no son tipos simpáticos.
¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Los que han leído no tienen un cuento fijo que les guste. A mí, hoy (mañana puedo decir otra cosa) me gusta El Circo, porque es absurdo, y tiene cierto aire de diversión y tristeza que me gusta.
¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la Editorial Textos Intrusos?
Con Hernán hemos trabajado en mis últimos libros editados: Nueve relatos atravesados en la garganta, Fútbol sin tiempo, Bajo el Signo de Eva. Era natural poder editar con él. La Strada, hace unos años, ganó un premio en Panamá y fue editado para Centro América, cuando me llegaron unos ejemplares, vi que había errores de diagramación que me molestaban. Obviamente una vez que venció el contrato lo publiqué aquí en Buenos Aires y le pedí ilustraciones a Alesia Gervasi.
¿En qué proyecto estas trabajando actualmente?
Estoy terminando un tríptico (suena algo pretencioso) de tres novelas cortas que tienen en común pueblos casi olvidados. Dos de ellas están listas (El Cristo Roto y Nunca se sabe que trae la niebla) la tercera está casi terminada y por ahora se llama Cuatro versos. Y al mismo tiempo estoy armando un libro de cuentos que tienen como tema profesiones desparecidas o que nunca existieron.
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domingo, 9 de octubre de 2016
Marcelo di Marco: “El escritor debe tener su caja de herramientas apta para aplicar la técnica que el relato en progreso necesite”
El escritor Marcelo di Marco recientemente publicó el libro de cuentos La mayor astucia del demonio con la Editorial Zona Borde y el libro de poemas Cármina Marina con Elaleph.com. El destacado tallerista estuvo hablando con Entre Vidas acerca de ambas publicaciones y además, adelantó que está trabajando en el guión cinematográfico de su libro Victoria entre las sombras.
¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Debo contestar a esta pregunta marcando NO en el casillero. Y no lo lamento: si me llego a demorar en alguna práctica propiciatoria de la escritura, posiblemente ese día termine sin que yo haya escrito ni una sola línea. Una cosa lleva a la otra, y hoy el mundo está lleno de cosas maravillosas que pueden di-vertirte. “Divertir” significa, etimológicamente, dar un giro opuesto. En criollo: darle la espalda al cuento, al poema o a la novela que uno tiene entre manos. Para rituales energizantes, ahí tenemos el santo sacrificio de la misa.
¿Con qué frecuencia escribís?
Entre 1983, año de la publicación de mi primer libro, y 2016, saqué catorce títulos. Catorce libros en treinta y tres años dan como promedio un libro parido cada dos años y pico. Es un buen ritmo, que a quien me conoce de lejos puede darle idea de cierta regularidad en la escritura. Pero es una ilusión, porque en realidad yo escribo solamente cuando lo necesito. Y hay momentos en mi vida en que tengo poca necesidad de hacerlo, y otros en que no puedo parar de escribir. Como ahora, por ejemplo: desde la última semana de julio a hoy, fines de septiembre, escribí, reformulé y bosquejé más de quince cuentos —que incluso a gente de mi entorno les gustan más que los de La mayor astucia del demonio—. Y pensar que tardé catorce años en terminar las cuarenta mil palabras de Victoria entre las sombras. Ni yo mismo lo puedo creer. ¿Razones de tanta productividad? Creo que es muy estimulante contar con una editora como Laura Massolo, quien realmente se preocupa por mi literatura como si no tuviese que encargarse también de mis compañeros de catálogo en Zona Borde. No sé mañana, pero hoy estoy disfrutando un momento en que no puedo parar de escribir.
¿Por qué tu nuevo libro se llama La mayor astucia del demonio?
Hay razones teológicas y estéticas. Es el sujeto de la famosa frase de Charles Baudelaire. Incluso aparece en la película Los sospechosos de siempre (Bryan Singer, 1995): “La mayor astucia del demonio es hacernos creer que no existe”. Y convengamos en que Baudelaire, más de un siglo atrás, se la veía venir: posiblemente, si le preguntás hoy a cualquier cura modernista si cree verdaderamente en el demonio, te advertirá que ya no estamos en la Edad Media; o bien te disparará alguna imprudencia al estilo del angustiado padre Karras de El exorcista. Pero el demonio existe, y vaya si existe: comprobamos su existencia cada vez que hojeamos el diario, o prendemos la tele, o asomamos la nariz en alguna red social. Desde el vamos, con ese título quise sugerirle al lector qué clase de historias encontrará al abrir mi libro. Porque muchas veces también podemos comprobar la existencia del demonio y sus astucias al mirarnos detenidamente en el espejo, y es por eso que los curas sabios te recomiendan confesarte a menudo. En cuanto a lo estético, entiendo que un título como La mayor astucia del demonio es bien contundente y vendedor: curiosamente, aunque el lector medio no crea en el demonio, no puede olvidar esa frase, después de todo el tiempo que lleva escrita —y verificada, podría agregar.
¿Cómo fue el proceso de selección de los dieciséis cuentos que forman parte del libro?
Estos cuentos fueron escritos y actualizados a lo largo de más de unos veinte años. Algunos de ellos, por diferencias de tono con el conjunto general, no pudieron integrar LMADD. Pero sí logré recientemente que entraran con toda comodidad en Nunca la soledad fue tan oscura, el libro de relatos en el que ahora estoy trabajando. Es distinto a LMADD: lo recorre un oscuro flujo de humor negro no apto para todos los estómagos.
¿Cuál fue la imagen disparadora del relato En la alegría de la liberación en la que un hombre prefiere que se lo lleven preso antes que seguir viviendo con su mujer?
¿Cómo supiste que hubo una imagen que disparó semejante cuento? La hubo, sí, y fue muy nítida: una vez me imaginé abriendo la heladera y tirando por el balcón una botella de cerveza. Bien helada, eso sí.
En el relato La presa la protagonista es una mujer vampiro, ¿cómo nace la historia?
No lo recuerdo, porque ese cuento lo escribí hace muchísimos años. Lo que sí puedo asegurar es que me rondaba la imagen de una pareja circunstancial en la que el hombre, junto a la mujer, se sentía cada vez más y más lánguido. Lindo hueso para que un psicoanalista se lleve a la cucha, ¿no? Y, si es mujer y feminista…, ¡néctar y ambrosía para la mesa 5! Los lacanianos se desviven por estas pelotudeces, a las que no les presta atención un latino con sus necesidades sexuales satisfechas.
En el libro pasás por diferentes géneros como el terror, la ciencia ficción, el horror, el suspenso. ¿Con cuál te sentís más cómodo?
En todos menos en la ficción científica, pues la leo poco, y a todos los demás los leo y releo constantemente. Igual cualquier cuento, al escribirlo, va proponiéndote una identificación, una filiación. Quiero decir que el escritor debe tener su caja de herramientas apta para aplicar la técnica que el relato en progreso necesite. Por lo que dice la gente, en el cuento Una misión hay un suspenso impresionante. Pero, si recordamos la definición que del cuento da Anderson Imbert, sobre todo aquello de que las tensiones y distensiones de la trama están graduadas para mantener en suspenso el ánimo del lector, podemos concluir que todo cuento es “de suspenso”. Dicho de paso, convendría enterar a la gente de que el suspenso no es tanto un género sino un recurso narrativo.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con la Editorial Zona Borde?
¿Viste que hay un montón de autores consagrados que se están mudando de editoriales multinacionales a sellos independientes? LMADD viene cosechando todos los elogios y ganando buena platita, y sin embargo en su momento fue rechazado por el actual Ministro de Cultura. Una pena para ellos, porque podrían haber hecho una monedita con un libro enrolado en un género que hoy está en boga como nunca. Hay cosas que uno no se explica, sobre todo teniendo en cuenta las ventas de las varias ediciones de Taller de corte & corrección y mis otros libros sobre escritura. Después de nuevos rechazos (dos novelas y un quinto libro sobre escritura), me consideré en libertad de acción, y más rápido que ligero me contacté con Laura Massolo y Juan José Burzi, de Zona Borde, quienes me trataron maravillosamente. Laura estaba —y está— encantada de contar con un libro mío en su catálogo. Porque ama la literatura. Y, aunque el sello va creciendo más y más, ella jamás se convertirá en una mera y gris auxiliar de contaduría: es una artista excepcional, ajena al concepto de “sueldo” que rige en el mundo editorial. No debemos olvidar que el editor que trabaja al servicio de una multinacional es ante todo un empleado que rota constantemente, como el gerentito que en el fondo siempre quiso ser. Si tu libro es bueno o no, le importa un carajo a la vela, y debemos reconocerle su sinceridad: no tiene ningún empacho en comportarse coherentemente con su displicencia.
¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál es el que más destacan tus lectores?
En cuanto a mí, realmente no sabría decirte; a veces pienso que el mejor es Fin de curso, y en otros momentos me inclino por Una misión, o bien Élida volvió para quedarse, o bien Amante esposo. Y casualmente hoy mismo propuse un ranking en el Facebook del Taller de Corte & Corrección. Resultado: muy pocos acordaron con su yo lector para afirmar cuál es el mejor cuento del libro. La mayoría tiró dos o tres títulos. Creo que es una buena señal.
Junto con la aparición de La mayor astucia del demonio publicaste el poemario Cármina marina, ¿con qué se va a encontrar el que lea las poesías que aparecen en el libro?
Con un ferviente y amoroso homenaje a la mujer de mi vida: Nomi Pendzik, esposa, amiga y camarada. Hablar de ese libro y su génesis llevaría una nueva entrevista.
¿Cómo fue la experiencia de participar en la Feria del Libro en Villa Mercedes?
Al igual que en las tres ediciones anteriores de la Feria, me sentí como en casa, rodeado de afectuosos lectores y amigos. Nombro a escritores locales, como Nacho Pizzariello, Gerardo Van Junker, Darío Oliva y Sebastián De Zaldúa Leveque. Y tanta familiaridad se la debo a la creadora de esta Feria de calidad internacional: Silvana Merlo, asimismo gran poeta y gran persona. San Luis es un país aparte. Tan aparte que el propio Intendente, mi admirado Raúl Merlo, puede caminar por las calles de la Villa sin que nadie tenga que custodiarlo o protegerlo de algún cascotazo o manifestación hostil. Esto se parece a mi ideal joseantoniano de una democracia orgánica, alejada de este engendro partidocrático que padecemos en el resto del país de La Cámpora y de la Pobreza Cero. A diferencia de lo que tuve que sufrir en provincias como Neuquén o Tucumán, en San Luis no he visto ni por asomo a alguien que se parezca a esos parásitos nenes de mamá que se hacen llamar “militantes de izquierda”. Qué lindo.
¿Qué posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
Muchas en cine, pero por ahora me reservo la información.
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
¿Te gustaría ver en la pantalla grande mi novela Victoria entre las sombras? Pues estoy trabajando en el guión con Nicolás Amelio-Ortiz. En lo literario, ya conté que desde hace dos meses —que pasaron como un ventarrón— vengo sacando cuentos de la galera, al cual más perturbador y siniestro.
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jueves, 6 de octubre de 2016
Juan Guinot: “Cuando visito a las escuelas, los chicos preguntan por La Guerra del Gallo”
El escritor Juan Guinot forma parte del proyecto AcercArte con el recorre distintas ciudades de la provincia de Buenos Aires fomentando la lectura en los chicos y haciendo llegar una gran cantidad de actividades culturales. Además, el autor habló con Entre Vidas acerca de sus ganas de reeditar su flamante novela 2022 La Guerra del Gallo pero ésta vez con una editorial de Argentina.
¿De qué trata el proyecto AcercArte?
Es una mega actividad cultural que abarca la música, la plástica, la literatura, el cine, la danza. AcercArte recorre la provincia de Buenos Aires, cada fin de semana, en tres ciudades en simultáneo y ya participaron más de un millón de personas.
¿Cómo surgió tu llegada a AcercArte?
Me contactaron para participar en el espacio que tiene la Dirección de Bibliotecas para hacer lecturas.
¿Qué actividades realizas en cada presentación?
Lecturas de Literatura Infantil, cartas de Manuel Puig y Cartas de Amor.
¿Cómo fueron las experiencias en Vicente López y en General Villegas?
Muy fuertes. Los chicos se enganchan con las lecturas y generan un ida y vuelta muy interesante. Con ellos podés tener un plan, pero lo espontáneo es lo que manda. Te doy un ejemplo: a mí gusta mostrar las ilustraciones y, muchas veces, se copan tanto que quieren ponerse a dibujar mientras leo.
La lectura de cartas de Manuel Puig, en la ciudad en la que nació, fue muy fuerte. Estaban presente parientes, amigos y un grupo de Villegas que cuida los fantasmas de Puig. Gente querible y apasionada que potencia al escritor con un ciclo bianual que se desarrolla en el mes de Octubre.
¿Qué repercusiones tuviste?
De momento, muy buenas. Ver con las ganas que se lanzan a la lectura los asistentes a las actividades del la Biblioteca de ArcercArte es el mejor de los resultados que se pueden esperar de la actividad.
¿Cuáles son los próximos lugares que vas a visitar?
Este fin de semana leeré Cartas de Amor en Pigüé. Y la cosa en Florencio Varela y San Vicente.
En General Villegas leíste tu libro infantil Chacharramendi y el libro de las cartas de Manuel Puig, oriundo de esa ciudad. ¿Qué vas a leer en las próximas localidades?
Sigo con las lecturas de Literatura Infantil. No solo mi novela Chacharramendi (Ed. Sigmar) y Dos al vuelo (que se puede descargar gratis de Leer es Futuro Ministerio de Cultura de la Nación). Leeré a los escritores José María Marcos, Juan Dimilta, Sandra Comino, Ángeles Durini, Horacio Convertini, Fanco Vaccarini, Patricia Suarez, Martín Sancia, Paulo Valente y Ferrez+ Puoez
¿Qué posibilidades hay de reeditar con una editorial Argentina tu novela 2022 La Guerra del Gallo?
En 2012, de la versión española de La Guerra del Gallo, habían llegado a nuestro país doscientos ejemplares. En la actualidad, con los derechos disponibles para Argentina, espero que salga pronto la editorial que lo distribuya en Argentina. Estaría buenísimo, cuando visito a las escuelas, los chicos preguntan por La Guerra del Gallo (se copan con una ficción que toque el tema de Malvinas desde un lugar delirante) y es una pena que el libro todavía no esté publicado acá.
¿Qué estas escribiendo actualmente?
Terminé de escribir una nueva obra de teatro y estoy trabajando en una novela infantil que, espero, esté terminada a fin de año.
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