lunes, 10 de octubre de 2016

Marcelo Rubio: “Las historias surgieron desde la necesidad de mostrar personajes perdedores pero con cierto orgullo por esa derrota”




El escritor Marcelo Rubio acaba de publicar su libro de cuentos La Strada con la Editorial Textos Intrusos en la que todas las historias ocurren en un bar rasposo en dónde una gran cantidad de perdedores deambulan por el lugar. El autor habló con Entre Vidas, contó su procedimiento de escritura y analizó la flamante publicación que por momento hace recordar a los cuentos de Roberto Fontanarrosa.



¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
Tengo varios. Para comenzar no escribo en la computadora, por lo tanto busco una lapicera que me guste (soy fanático de las lapicera), luego necesito un cuaderno que me parezca estéticamente compatible con lo que voy a escribir. Cuando pasó el texto a la computadora, aprovecho para correcciones y mejorar algunas ideas, lo hago escuchando música que pueda marcarme el ritmo de lo que escribo.

¿Con qué frecuencia escribís?
No tengo un ritmo fijo, hay veces que transcurren semanas si agarrar una lapicera, y ese tiempo lo aprovecho para leer. Es el momento en que la literatura respira y dice “bueno, al menos está distraído con otra cosa, no va a realizar otro atropello”.

¿Qué temas te sirvieron de disparadores para escribir las historias que aparecen en tu libro de cuentos La Strada?
La Strada fue escrito hace 20 años. Las historias surgieron desde la necesidad de mostrar personajes perdedores pero con cierto orgullo por esa derrota.

¿Por qué decidiste que todas las historias ocurrieran en el mismo bar?
Hace mucho años, yo tenía 22 creo, fumigaba la Fundación Antorchas , en la calle Chile. Frente a la fundación había un bar rasposo, mezcla de tanguería y tugurio. Yo salía de fumigar y veía ese bar y los hombres y mujeres que lo frecuentaban. Desde ahí creí que el lugar merecía ser el centro de una narración.

En la contratapa del libro el escritor Martín Sancia Kawamichi señala que en cada historia del libro hay una felicidad triste. ¿Coincidís con esa apreciación?
Primero: Sancia es un tremendo escritor y gran persona, de una generosidad enorme. Coincido con su apreciación, creo que los personajes que pasan por La Strada un poco representan mi forma de sentir el mundo. No se puede ser feliz del todo ante los horrores que conocemos. Quiero decir, uno nunca puede ser feliz por completo, sería una falta de respeto para el resto.

Varios de los cuentos que aparecen en el libro tienen un estilo similar al de Roberto Fontanarrosa. ¿Lo tenes como referente?
Fontanarrosa fue un grande, y ojalá que dónde esté, no es enoje por esta comparación. En verdad fue uno de mis referentes junto a otros varios como Osvaldo Soriano, Dolina, Mempo y Bukowsky, por nombrar algunos.

¿Cómo nació la historia del cuento Sobre un héroe sin tumba en la que hablas del triste final de un futbolista?
Durante mucho tiempo yo quise hacer un cuento sobre Maradona, el Diego, hice varios bosquejos, Sobre un héroe sin tumba fue uno de esos bosquejos. Es un homenaje al Diego y a todos los que se cargan un equipo al hombro. A esos tipos que se retiraron no por incapaces, sino porque el cuerpo dijo basta, pero la cabeza estaba entera.

¿Cómo fue el proceso de construcción del dueño del bar, el Ruso Petrech? ¿Te basaste en alguien?
El dueño del bar es un cascarrabias, un viejo carcaman, no le viene nada bien. No creo haberme inspirado en nadie, solo que en esos bares de malas horas por lo general los dueños no son tipos simpáticos.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Los que han leído no tienen un cuento fijo que les guste. A mí, hoy (mañana puedo decir otra cosa) me gusta El Circo, porque es absurdo, y tiene cierto aire de diversión y tristeza que me gusta.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la Editorial Textos Intrusos?
Con Hernán hemos trabajado en mis últimos libros editados: Nueve relatos atravesados en la garganta, Fútbol sin tiempo, Bajo el Signo de Eva. Era natural poder editar con él. La Strada, hace unos años, ganó un premio en Panamá y fue editado para Centro América, cuando me llegaron unos ejemplares, vi que había errores de diagramación que me molestaban. Obviamente una vez que venció el contrato lo publiqué aquí en Buenos Aires y le pedí ilustraciones a Alesia Gervasi.

¿En qué proyecto estas trabajando actualmente?
Estoy terminando un tríptico (suena algo pretencioso) de tres novelas cortas que tienen en común pueblos casi olvidados. Dos de ellas están listas (El Cristo Roto y Nunca se sabe que trae la niebla) la tercera está casi terminada y por ahora se llama Cuatro versos. Y al mismo tiempo estoy armando un libro de cuentos que tienen como tema profesiones desparecidas o que nunca existieron.

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