domingo, 9 de octubre de 2016

Marcelo di Marco: “El escritor debe tener su caja de herramientas apta para aplicar la técnica que el relato en progreso necesite”





El escritor Marcelo di Marco recientemente publicó el libro de cuentos La mayor astucia del demonio con la Editorial Zona Borde y el libro de poemas Cármina Marina con Elaleph.com. El destacado tallerista estuvo hablando con Entre Vidas acerca de ambas publicaciones y además, adelantó que está trabajando en el guión cinematográfico de su libro Victoria entre las sombras.





¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
Debo contestar a esta pregunta marcando NO en el casillero. Y no lo lamento: si me llego a demorar en alguna práctica propiciatoria de la escritura, posiblemente ese día termine sin que yo haya escrito ni una sola línea. Una cosa lleva a la otra, y hoy el mundo está lleno de cosas maravillosas que pueden di-vertirte. “Divertir” significa, etimológicamente, dar un giro opuesto. En criollo: darle la espalda al cuento, al poema o a la novela que uno tiene entre manos. Para rituales energizantes, ahí tenemos el santo sacrificio de la misa.

¿Con qué frecuencia escribís?
Entre 1983, año de la publicación de mi primer libro, y 2016, saqué catorce títulos. Catorce libros en treinta y tres años dan como promedio un libro parido cada dos años y pico. Es un buen ritmo, que a quien me conoce de lejos puede darle idea de cierta regularidad en la escritura. Pero es una ilusión, porque en realidad yo escribo solamente cuando lo necesito. Y hay momentos en mi vida en que tengo poca necesidad de hacerlo, y otros en que no puedo parar de escribir. Como ahora, por ejemplo: desde la última semana de julio a hoy, fines de septiembre, escribí, reformulé y bosquejé más de quince cuentos —que incluso a gente de mi entorno les gustan más que los de La mayor astucia del demonio—. Y pensar que tardé catorce años en terminar las cuarenta mil palabras de Victoria entre las sombras. Ni yo mismo lo puedo creer. ¿Razones de tanta productividad? Creo que es muy estimulante contar con una editora como Laura Massolo, quien realmente se preocupa por mi literatura como si no tuviese que encargarse también de mis compañeros de catálogo en Zona Borde. No sé mañana, pero hoy estoy disfrutando un momento en que no puedo parar de escribir.

¿Por qué tu nuevo libro se llama La mayor astucia del demonio?
Hay razones teológicas y estéticas. Es el sujeto de la famosa frase de Charles Baudelaire. Incluso aparece en la película Los sospechosos de siempre (Bryan Singer, 1995): “La mayor astucia del demonio es hacernos creer que no existe”. Y convengamos en que Baudelaire, más de un siglo atrás, se la veía venir: posiblemente, si le preguntás hoy a cualquier cura modernista si cree verdaderamente en el demonio, te advertirá que ya no estamos en la Edad Media; o bien te disparará alguna imprudencia al estilo del angustiado padre Karras de El exorcista. Pero el demonio existe, y vaya si existe: comprobamos su existencia cada vez que hojeamos el diario, o prendemos la tele, o asomamos la nariz en alguna red social. Desde el vamos, con ese título quise sugerirle al lector qué clase de historias encontrará al abrir mi libro. Porque muchas veces también podemos comprobar la existencia del demonio y sus astucias al mirarnos detenidamente en el espejo, y es por eso que los curas sabios te recomiendan confesarte a menudo. En cuanto a lo estético, entiendo que un título como La mayor astucia del demonio es bien contundente y vendedor: curiosamente, aunque el lector medio no crea en el demonio, no puede olvidar esa frase, después de todo el tiempo que lleva escrita —y verificada, podría agregar.

¿Cómo fue el proceso de selección de los dieciséis cuentos que forman parte del libro?
Estos cuentos fueron escritos y actualizados a lo largo de más de unos veinte años. Algunos de ellos, por diferencias de tono con el conjunto general, no pudieron integrar LMADD. Pero sí logré recientemente que entraran con toda comodidad en Nunca la soledad fue tan oscura, el libro de relatos en el que ahora estoy trabajando. Es distinto a LMADD: lo recorre un oscuro flujo de humor negro no apto para todos los estómagos.

¿Cuál fue la imagen disparadora del relato En la alegría de la liberación en la que un hombre prefiere que se lo lleven preso antes que seguir viviendo con su mujer?
¿Cómo supiste que hubo una imagen que disparó semejante cuento? La hubo, sí, y fue muy nítida: una vez me imaginé abriendo la heladera y tirando por el balcón una botella de cerveza. Bien helada, eso sí.

En el relato La presa la protagonista es una mujer vampiro, ¿cómo nace la historia?
No lo recuerdo, porque ese cuento lo escribí hace muchísimos años. Lo que sí puedo asegurar es que me rondaba la imagen de una pareja circunstancial en la que el hombre, junto a la mujer, se sentía cada vez más y más lánguido. Lindo hueso para que un psicoanalista se lleve a la cucha, ¿no? Y, si es mujer y feminista…, ¡néctar y ambrosía para la mesa 5! Los lacanianos se desviven por estas pelotudeces, a las que no les presta atención un latino con sus necesidades sexuales satisfechas.

En el libro pasás por diferentes géneros como el terror, la ciencia ficción, el horror, el suspenso. ¿Con cuál te sentís más cómodo?
En todos menos en la ficción científica, pues la leo poco, y a todos los demás los leo y releo constantemente. Igual cualquier cuento, al escribirlo, va proponiéndote una identificación, una filiación. Quiero decir que el escritor debe tener su caja de herramientas apta para aplicar la técnica que el relato en progreso necesite. Por lo que dice la gente, en el cuento Una misión hay un suspenso impresionante. Pero, si recordamos la definición que del cuento da Anderson Imbert, sobre todo aquello de que las tensiones y distensiones de la trama están graduadas para mantener en suspenso el ánimo del lector, podemos concluir que todo cuento es “de suspenso”. Dicho de paso, convendría enterar a la gente de que el suspenso no es tanto un género sino un recurso narrativo.

¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con la Editorial Zona Borde?
¿Viste que hay un montón de autores consagrados que se están mudando de editoriales multinacionales a sellos independientes? LMADD viene cosechando todos los elogios y ganando buena platita, y sin embargo en su momento fue rechazado por el actual Ministro de Cultura. Una pena para ellos, porque podrían haber hecho una monedita con un libro enrolado en un género que hoy está en boga como nunca. Hay cosas que uno no se explica, sobre todo teniendo en cuenta las ventas de las varias ediciones de Taller de corte & corrección y mis otros libros sobre escritura. Después de nuevos rechazos (dos novelas y un quinto libro sobre escritura), me consideré en libertad de acción, y más rápido que ligero me contacté con Laura Massolo y Juan José Burzi, de Zona Borde, quienes me trataron maravillosamente. Laura estaba —y está— encantada de contar con un libro mío en su catálogo. Porque ama la literatura. Y, aunque el sello va creciendo más y más, ella jamás se convertirá en una mera y gris auxiliar de contaduría: es una artista excepcional, ajena al concepto de “sueldo” que rige en el mundo editorial. No debemos olvidar que el editor que trabaja al servicio de una multinacional es ante todo un empleado que rota constantemente, como el gerentito que en el fondo siempre quiso ser. Si tu libro es bueno o no, le importa un carajo a la vela, y debemos reconocerle su sinceridad: no tiene ningún empacho en comportarse coherentemente con su displicencia.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál es el que más destacan tus lectores?
En cuanto a mí, realmente no sabría decirte; a veces pienso que el mejor es Fin de curso, y en otros momentos me inclino por Una misión, o bien Élida volvió para quedarse, o bien Amante esposo. Y casualmente hoy mismo propuse un ranking en el Facebook del Taller de Corte & Corrección. Resultado: muy pocos acordaron con su yo lector para afirmar cuál es el mejor cuento del libro. La mayoría tiró dos o tres títulos. Creo que es una buena señal.

Junto con la aparición de La mayor astucia del demonio publicaste el poemario Cármina marina, ¿con qué se va a encontrar el que lea las poesías que aparecen en el libro?
Con un ferviente y amoroso homenaje a la mujer de mi vida: Nomi Pendzik, esposa, amiga y camarada. Hablar de ese libro y su génesis llevaría una nueva entrevista.

¿Cómo fue la experiencia de participar en la Feria del Libro en Villa Mercedes?
Al igual que en las tres ediciones anteriores de la Feria, me sentí como en casa, rodeado de afectuosos lectores y amigos. Nombro a escritores locales, como Nacho Pizzariello, Gerardo Van Junker, Darío Oliva y Sebastián De Zaldúa Leveque. Y tanta familiaridad se la debo a la creadora de esta Feria de calidad internacional: Silvana Merlo, asimismo gran poeta y gran persona. San Luis es un país aparte. Tan aparte que el propio Intendente, mi admirado Raúl Merlo, puede caminar por las calles de la Villa sin que nadie tenga que custodiarlo o protegerlo de algún cascotazo o manifestación hostil. Esto se parece a mi ideal joseantoniano de una democracia orgánica, alejada de este engendro partidocrático que padecemos en el resto del país de La Cámpora y de la Pobreza Cero. A diferencia de lo que tuve que sufrir en provincias como Neuquén o Tucumán, en San Luis no he visto ni por asomo a alguien que se parezca a esos parásitos nenes de mamá que se hacen llamar “militantes de izquierda”. Qué lindo.

¿Qué posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
Muchas en cine, pero por ahora me reservo la información.

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
¿Te gustaría ver en la pantalla grande mi novela Victoria entre las sombras? Pues estoy trabajando en el guión con Nicolás Amelio-Ortiz. En lo literario, ya conté que desde hace dos meses —que pasaron como un ventarrón— vengo sacando cuentos de la galera, al cual más perturbador y siniestro.

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