sábado, 12 de noviembre de 2016
Mirta Ovsejevich: “Quería transmitir que el amor no se busca en un lugar virtual, sino que se encuentra en la vida real”
La escritora Mirta Ovsejevich publicó su primera novela llamada Solo pido que sea presentable a través de la Editorial Ediciones Deldragón. El libro cuenta la historia de Mónica que al estar cerca de cumplir los 50 años empieza a buscar pareja por internet y a medida que va teniendo citas con diferentes y disparatados candidatos se va dando cuenta que el amor no se encuentra en un lugar virtual, tal cuál señala también la autora en la entrevista que le dio a Entre Vidas.
¿Qué rituales tenes al momento previo a escribir?
¿Rituales? Ninguno. Solo trato de tener una idea, antes de empezar, de algún personaje o de alguna situación. Algún disparador. Algo sobre lo que ir tejiendo una trama. No creo en la escritura automática, eso de ponerme a escribir cualquier cosa y pensar que de ahí va a salir algo interesante. Si te parece llamarlo ritual, llevo siempre la famosa libretita y la birome para anotar lo que escucho y me interesa. No uso las notas de voz del celular. Me gusta escribirlo.
¿Con qué frecuencia escribís?
Soy bastante inconstante. Cuando trabajo en algún texto, estoy tan entusiasmada que necesito escribir todos los días. Si no encuentro el tiempo lo hago a la noche, tarde. Pero para empezar algo nuevo, pueden pasar días o años, depende.
¿Cómo nace la historia de tu novela Solo pido que sea presentable?
Todos los que estuvimos alguna vez en un sitio para encontrar pareja sabemos cómo son esos lugares. No sé si alguna vez alguien realmente encontró pareja. Lo que sí se encuentran a granel son personajes Fui llevando un registro, que después llevé al límite de la caricatura. Entre los míos, los de amigas y los de amigos, y algunos que inventé, tuve material de sobra para escribir la novela. Además, tenía en mente los personajes cercanos a la protagonista: hijos, padres, amigos. También tuve que trabajar su crecimiento. No podía dejarla haciendo citas hasta el final de la novela.
Al leer la novela uno no puede dejar de pensar que muchas personas deben estar en la misma situación de Mónica buscando pareja y conociendo gente todo el tiempo. ¿Tuviste alguna historia de referencia?
A esto me refería en la pregunta anterior. Conozco gente que no se desanima. Pasan los años y siguen buscando en los mismos lugares. La verdad es que lo mío fue una pequeña pasada, ya que me di cuenta de que no es mi manera de conocer gente. Pero reconozco que de vez en cuando volví a entrar para buscar nuevos personajes.
A lo largo de los treces capítulos Mónica pasa de ilusionarse con cada nueva salida hasta frustrarse por los hombres que conoce. ¿Fue algo que buscabas? ¿Realizaste previamente un análisis de cada candidato? ¿Dejaste alguno fuera de la novela?
Dejé un 95% fuera de la novela. Era tanta la cantidad de personajes, que tuve que elegir con cuidado. Había categorías: raros, aburridos, gays, etc. Y dentro de cada categoría elegí los que me parecieron más representativos. Igual quiero aclarar que si alguno de ellos leyera la novela, no se reconocería. Fui cuidadosa en modificar nombres y situaciones. La idea era no lastimar a nadie. También inventé algunos personajes que quería que aparecieran aunque no fueran reales.
Sí, lo de la ilusión y posterior frustración fue algo que buscaba. Quería transmitir que el amor no se busca en un lugar virtual, sino que se encuentra (o no) en la vida real.
¿La historia tiene algo de autobiográfico? ¿Qué tiene Mirta de Mónica?
Además de la búsqueda de pareja por Internet, hay algunas cosas autobiográficas. Creo que al ser una primera novela, se usan más los elementos que uno conoce por su experiencia de vida. Al principio es difícil escribir sobre lo que una no conoce. Escuché decir, no me acuerdo por qué escritor, que cuando uno ha exprimido su memoria hasta agotar todas las anécdotas de su vida, incluso la más pequeña, recién entonces se ve obligado a crear otros universos. Comparto con Mónica la afición por la lectura, algunas (pocas) preocupaciones por el paso del tiempo, la crianza de los hijos, aunque los míos tienen otras edades, y el estereotipo de los padres judíos, que en general en la tercera edad tienen esos caracteres que aparecen en la novela.
¿Se acercaron lectoras diciéndote que se sentían identificadas con el personaje de Mónica?
Sí, unas cuantas, especialmente se sentían identificadas las que buscaban pareja en sitios de Internet. También algunos lectores que, a pesar de que la protagonista es mujer, se tentaron y la leyeron. La frutillita del postre fue en un encuentro con Carlos Ulanovsky, quien recibió un ejemplar a través de la prensa, y me preguntó si me había escrito algún lector para confesarme su enamoramiento de Mónica, o sea de la creadora del personaje, que soy yo. Fue muy gracioso.
¿Cómo es tu experiencia en el taller de Ariel Bermani?
La verdad, maravillosa. En realidad yo hago taller individual. Corregimos todo el tiempo. Tenía la mente en blanco y me fue tirando de a una, cinco consignas, y ya tengo como 120 páginas de una novela. No boludea para nada. Además es muy buena persona, que no es poco.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con la Editorial Ediciones Deldragón?
Tengo una amiga que publicó tres obras en esta Editorial y me la recomendó. Está manejada por gente muy correcta, colaboradora y cumplidora. Además está la calidad del libro como objeto, que para mí no es un detalle menor. Estoy muy satisfecha con el trabajo que hicieron.
¿Qué objetivos tenes dentro del ambiente literario?
No tengo objetivos más que crecer como lectora y como escritora. Disfruto mucho escribiendo y me hace bien anímicamente. Hay momentos difíciles, como cuando estoy empantanada y no sé para donde llevar la historia, o nada me parece interesante, pero en general es mayor el placer que el sufrimiento. No sé qué más se puede pedir.
¿En qué proyecto estas trabajando actualmente?
Acabo de terminar un libro de doce cuentos, que todavía necesita corrección, y estoy terminando la primera versión de una novela. Siento que estoy en un momento muy creativo, y eso me hace bien.
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