El escritor Franco Vaccarini publicó la novela La editora con Galerna y habló con Entre Vidas acerca de la historia que habla de un autor inédito que está desesperado por publicar y una editora que pretende usarlo para cobrarse una venganza. Además, adelantó que trabaja en la edición de una novela policial semi gráfica para jóvenes.
PH María Eugenia Cerutti
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Preparar café o mate, ordenar un poco el estudio, vagabundear unos minutos por Internet, buscar una música tranquila, abrir las cortinas, mirar el cielo.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo a diario, por las mañanas. Más allá de que la vida cotidiana siempre tiene trámites, reuniones, idas al centro, viajes cortos y largos, la mayoría de las mañanas puedo sentarme en mi escritorio.
¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia de tu novela La editora?
Pensar en un escritor inédito o casi, desesperado por publicar un libro en una editorial importante; y en una editora que pretende utilizarlo como ángel vengador para cobrarse una vieja ofensa.
¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Porque la editora o el editor es un personaje idealizado para un escritor inédito. Es el que tiene el poder de publicarte o no. Por eso, al menos al principio, es una relación asimétrica y el poder de mi editora es hiperbólico.
¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro con la editorial Galerna?
En el año 2013 me propusieron dirigir una colección para chicos, debido a que la mayoría de mis libros están orientados a un público infantil y juvenil. En una charla, conté el argumento de esta historia, que apenas empezaba a escribir. En ese momento estaba Hugo Levín no ya como dueño, sino como director editorial, se entusiasmó y un par de meses después firmamos un contrato. A fines del 2014 Levín se fue y pensé que el contrato quedaría trunco, pero Gonzalo Garcés me impulsó a seguir adelante. A la vez, yo no estaba conforme con lo hecho y reescribí todo. Y aquí estamos.
Para el que todavía no leyó la novela, ¿con qué se va a encontrar?
Sé que mucha gente puede identificarse con Lucas, porque todos conocemos la experiencia de la derrota y él es un derrotado que de pronto se enfrenta a la posibilidad de triunfar, pero tentado para hacer algo que choca de frente contra ciertos principios fundamentales. La historia trasciende la endogamia con el mundillo literario para convertirse en una novela de crimen.
¿Cómo fue la experiencia de presentar la novela en la Feria del libro?
Con algo de nervios en los días previos, pero aliviado porque todo salió bien, hubo mucha gente, amigos, colegas que admiro, parientes, seis editoras y un editor de libros míos anteriores, la verdad que tuvo todos los condimentos para que lo recuerde por mucho tiempo.
¿Qué repercusiones tuviste respecto de los lectores de la novela?
Van llegando y son muy buenas, justifican de algún modo tantas horas de trabajo. Me gusta que se noten mis intenciones, el humor negro que campea en casi todas las páginas, la metamorfosis paulatina de Lucas, la corriente que lo arrastra hacia una opción siniestra.
¿Cómo fue el paso de las novelas juveniles a escribir para adultos primero con Maldito vacío y ahora con La editora?
Soy un escritor para un público joven que, marginalmente, escribe para adultos y es como un empezar de cero, me intriga y me gusta, me entusiasman las ideas que tengo para una tercera novela. Voy tomando notas, nadie me apura. Es como un mundo nuevo dentro de un mundo que ya conozco.
¿Con qué género te sentís más cómodo?
Con la novela. Son raros los días entre novela y novela, en que terminé una y todavía no empecé otra. Una cierta orfandad, como estar en una casa sin techo. La escritura es amparadora.
¿De qué tema que todavía no escribiste tenés pensado hacerlo próximamente?
El devenir de la inteligencia artificial en la vida cotidiana, la convivencia próxima con robots, ya lejos de las fantasías de la ciencia ficción. Cómo aprenderemos a sobrevivir ante el abrumador placebo de las pantallas y las redes sociales.
¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Un objetivo es también un límite; veo este oficio como un camino y voy, nomás, por el camino. Escribir lo mejor posible, concentrarme en la lectura, tener una vida corriente, y, sobre todo, agradecer que hago lo que me gustó siempre.
¿Qué libros de los que hayas leído últimamente recomendarías?
“Las cosas que perdimos en el fuego”, de Mariana Enriquez; “El íntimo traidor”, de Silvia Renée Arias; “Aguante”, cuentos buenísimos, de Horacio Convertini; los ensayos de “La razón literaria”, de Guillermo Martínez y la relectura de los cuentos de “Una felicidad repulsiva”, también de Martínez; “La respiración cavernaria”, de Samanta Schweblin; “Nos vemos allá arriba”, de Pierre Lemaitre; “Teoría general del olvido”, de José Eduardo Agualusa. Ahora tendré para un tiempo, porque estoy leyendo “4 3 2 1”, de Paul Auster. 957 páginas.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En estos días, en la edición de una novela semi gráfica, policial, para jóvenes; y escribiendo de a ratos algo nuevo, pero eso, por ahora, es secreto.
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