lunes, 14 de mayo de 2018

Juan José Burzi: “Es, tal vez, el libro más variado de los que publiqué”






El escritor Juan José Burzi publicó el libro de cuentos Shibari a través de Evaristo Editorial y habló con Entre Vidas acerca de su atracción por la literatura japonesa que lo llevó a escribir una serie de relatos que ocurren en dicha cultura. Además, contó que está empezando a investigar para su próximo libro que será sobre pintores y algunos escultores que le gustan mucho.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Creo que no tengo rituales permanentes, quizá manías que voy variando. Para escribir los últimos cuentos de este libro, por ejemplo, usé una luz concentrada, una lámpara de mesa (apagaba la luz de la habitación), escribí todo a mano (como siempre) e invariablemente sonó de fondo la música de Joy Division.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo menos de lo que quisiera. Quizá por eso soy un tanto lento para terminar un libro. Digamos que cuando estoy escribiendo un cuento, trato de no alargar el tiempo, de que no se “enfríe”. Aunque luego, una vez escrito, para considerar si se publica o no puedo dejarlo “descansar” meses, o hasta años.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Quien me leía cuando yo no sabía leer era mi padre. Si bien nunca me dijo: tenés que amar la literatura. Él tampoco era un intelectual ni nada de eso, era marroquinero, y su discurso era que estudiara y que aprendiera algún oficio además, que no fuera un inútil (en eso le fallé). Pero le gustaba leer, y tanto de su parte como de mi madre, jamás me dijeron que no cuando quería una revista o cuando más adelante quería comprar libros. Y con los dos compartía lo que leía luego. Entonces, me parece que los dos, a su manera, aportaron a esto.

¿Por qué decidiste que tu libro de cuentos se llamara Shibari?
Me gusta la palabra, como suena. Me gusta el cuento que se llama Shibari, y me parecía una forma de rendirle un homenaje más bien abierto a mi amor por la literatura japonesa.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Es, tal vez, el libro más variado de los que publiqué: hay tres cuentos que fueron publicados en antologías anteriormente, y no quería que quedaran perdidos por ahí. A veces hasta yo me olvido de lo que publico en antologías. Después hay un cuento que escribí hace más de diez años (Severo), y nunca me convenció el final… releyéndolo, me di cuenta de que no era el final lo que fallaba, sino el núcleo del relato. Retoqué eso y me pareció que estaba para ser publicado ya. Mientras escribía el cuento Shibari, me di cuenta de que estaba contando el antecedente de un personaje que aparecía en un cuento publicado en 2012, en el libro “Sueños del hombre elefante”. Entonces decidí sumar a este libro ese cuento (El trabajo del fuego), para que el lector pudiera tener a mano el antes y el después de Misako, la joven japonesa que es parte de ellos. Hay un cuento (El bosque) que supuestamente trata de dos brujas y del amante de una de ellas, pero en realidad lo escribí pensando en la literatura gótica y en la técnica de los pintores impresionistas, que me parecen muy interesantes. Salió eso.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Mi cuento preferido del libro, Nuevo tratado de maniquíes, me lo inspiró la relectura de la obra de Bruno Schulz y descubrir en un museo la obra “La poupée” de Hans Bellmer. Y ahí empezaron a aparecer otros elementos y artistas: los surrealistas, Tadeuz Kantor, los autómatas del siglo XV, el jugador de ajedrez del que escribió Poe, el andrógino que protagoniza el cuento y su obra artística, inventados por mí. No sé en qué medida es un cuento Nuevo tratado de maniquíes, sé que me gusta y espero que al que lo lea le guste también. Quizá más que un cuento sea un cúmulo de fragmentos de historias y de impresiones. Como suele ocurrir, no es el relato que más me han destacado quienes leyeron el libro. Pocas veces coincide mi propio gusto con el de los que me leen. Algunos destacan Shibari, que trata de un grupo de gente que se reúne a practicar y a aprender esta técnica de sogas japonesa. Otros destacaron El bosque, o Alpiel, que trata, en uno de sus argumentos, de un demonio sexual que visita a una joven por las noches.

¿Qué te atrae tanto de la cultura japonesa?
Más que la “cultura japonesa”, digamos que me atraen los escritores del siglo XX japoneses, y en todo caso, lo que hace a su cultura en sus escritos. Pero no ando usando kimonos, ni me disfrazo de Geisha, ni parodio la ceremonia del té y esas cosas que a los occidentales los deja un poco en ridículo cuando hacen. Me atrae Junichiro Tanizaki, Yukio Mishima, Akiyuki Nosaka, Kenzaburo Oé, Ryunosuke Akutagawa, Ryu Murakami, Edogawa Rampo, y la lista se puede extender mucho más. ¿Por qué me gustan? Por las temáticas, por la forma de abordar la muerte, el sexo, el amor. De Tanizaki aprendí más que de Cortázar, por suerte.

¿Cuál fue el proceso de investigación que realizaste para describir con tanta precisión temas tan complejos o poco comunes en nuestro país?
No creo en Dios pero creo en Google. Me pasé horas buscando información por la web, y también fui a bibliotecas.

¿Cómo surgieron nombres tan particulares como los de Nigel, Fukai Kane o Misako, personajes de del cuento que le da el nombre al libro?
Nigel no tengo idea de por qué se me ocurrió, pero me pareció buen seudónimo para ese personaje (En el cuento Shibari todos utilizan un seudónimo). Fukai Kane existió, como lo relato en el cuento: era una delincuente japonesa que fue torturada por medio de la técnica de las sogas, y en vez de sufrir dolor, gozaba. Me pareció que era un buen nombre para que lo adoptara como sinónimo un personaje. Y Misako es un nombre japonés bastante común, que me gusta.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
Probablemente de lo que se nutren todos: la vida, la muerte, el sexo, el deseo… y para no aburrir siempre con lo mismo, le agregamos argumentos y tramas.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Los japoneses que nombré en una respuesta anterior. Siempre William Faulkner, Onetti, Pierre Michon, Céline, Poe, Baudelaire, Petrus Borel, Pavese, Dostoievski, Cormac McCarthy, Joseph Roth, William Goyen, Ismaíl Kadaré, Bohumil Hrabal, Kafka y muchos más. Se consiguen en librerías de usados y saldos. No hay excusas para no leerlos.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Evaristo Editorial?
Uno de los editores me consultó si tenía material para enviarles, así lo evaluaban. Y dio la casualidad de que sí, tenía el libro casi terminado. Me alegra estar en el catálogo de Evaristo, cuenta con autores y títulos muy buenos, es importante estar bien rodeado, te enaltece como autor.

¿Cuál fue tu experiencia con la feria del libro de este año?
Shibari estuvo listo justo para la Feria. Tengo entendido que se vendió muy bien, estuve concurriendo varios días a la Feria, más de lo que lo hubiera hecho sin libro editado. Hice más sociales de lo que haría sin libro nuevo. Cuando se edita un libro, tengo que salir del ostracismo y decir: “Hola, acá estoy”.  Tampoco es tan terrible.

¿Qué cambios notás en vos entre el escritor que publicó los libros anteriores y el que acaba de publicar Shibari?
Noto que me interesan cada vez menos las formas, las estructuras, los finales, y esas cuestiones un tanto técnicas que se dice por ahí que debe contemplar el género cuento. Digo que escribo cuentos, pero hay algunas cosas, como el Nuevo tratado de maniquíes o El bosque, que no sé si es cuento, que me parece es un híbrido. También me parece que tiendo a escribir menos y más corto, que en cuanto menos palabras puedo decir algo, mejor. Si lo puedo decir en un fragmento de 5 líneas, ¿para qué rellenar una carilla?

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy preparando (leyendo y tomando notas), pero no escribiendo, un libro sobre pintores y algunos escultores que me gustan y admiro. Apunto a que sea un libro de ensayos/crónicas breves. No sé cuándo lo empezaré a escribir, no sé cuándo lo voy a terminar, y mucho menos sé quién lo va a querer publicar. Pero así es esto, más que el “día a día”, vivimos el “nunca a nunca”.



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