lunes, 14 de mayo de 2018

Gustavo Yuste: “Lo cotidiano es lo que más me llama la atención”




PH Tamara Grosso

El escritor Gustavo Yuste acaba de publicar su libro de poesía Lo que uso y no recomiendo con la editorial Modesto Rimba y en diálogo con Entre Vidas analizó algunos de sus poemas y adelantó que se reeditarán dos libros suyos de poesía pero reunidos en uno solo y con la edición de El ojo del mármol. Además, contó que está puliendo el libro Personas que lloran en sus cumpleaños para su posible publicación el año que viene.

¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo ningún ritual. Sí soy de trabajar mucho el poema en mi cabeza antes de escribirlo, por lo que retengo ideas o frases escuchadas por ahí hasta que el texto termina de tener forma. Eso puede durar varios días. Incluso, puede que semanas o meses después aproveche frases anotadas en un cuaderno o en cualquier lado para un nuevo poema.

¿Con qué frecuencia escribís?
Siempre que puedo, pero en poesía es difícil hablar de frecuencia, porque no creo que funcione una autoexigencia o una rutina para eso. Sí es importante leer todos los días, ya sea poesía o cualquier género literario. Eso te mantiene siempre lúcido para cuando el momento de la escritura llegue. En cambio, cuando escribí Personas que lloran en sus cumpleaños, novela breve inédita por ahora, la frecuencia diaria a la hora de la escritura sí fue una obligación que me puse.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
No hubo una persona en particular, fue algo que se dio espontáneamente. Reconozco que no fui un gran lector de chico, recién empecé a cultivar el hábito de la lectura a los 16 años gracias a una profesora de Literatura que tuve en el secundario, que se llama Silvia Aradas. De esa época me acuerdo haber leído dos libros con bastante intensidad: Rayuela, de Julio Cortázar y La hija de Kheops, de Alberto Laiseca. Gracias al colegio descubrí a Gustavo Adolfo Becquer y algunos poemas de Cortázar que despertaron mi interés en la poesía, ya sea tanto para leerla como para escribirla.  Años después, leer a autores argentinos contemporáneos como Fabián Casas, Cecilia Pavón o Joaquín Giannuzzi, me permitió encontrar mi propia voz.

¿Por qué decidiste que libro de poesía se llamara Lo que uso y no recomiendo?
Cuando el libro empezó a tomar forma en mi cabeza, surgió el poema que tiene el mismo nombre y sentí que englobaba bastante bien al conjunto de textos. Me gusta, en general, jugar con las frases hechas que usamos a diario y en esos días escuché y leí a muchas personas decir “uso y recomiendo” tal cosa. Me pareció interesante retomar ese dicho típico del mundo publicitario para pensar en la contradicción constante de no recomendar  a otras personas lo que nosotros mismos utilizamos o hacemos.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
No sé si tengo un poema preferido, aunque creo que “Olor a sol” puede llegar a serlo, tanto por el resultado final, la temática que tiene y porque me permitió formar parte de la Bienal Arte Joven Buenos Aires 2017. Por otro lado, recibí buenos comentarios y devoluciones de varios poemas, es bastante variado eso, pero puedo nombrar a “El turno vence en quince minutos” o “Verte hacer tus cosas” como algunos de los que más reacciones positivas generaron.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Lo cotidiano es lo que más me llama la atención, porque ahí adentro hay mucho para rescatar si se afina la mirada: desde la imparcialidad de los objetos a lo confuso de los sentimientos. Ver a la rutina desde otro ángulo siempre me parece interesante, da lugar a la epifanía. No me parece que cotidianeidad e intensidad sean opuestos.

¿De qué tema todavía no escribiste ninguna poesía pero te gustaría hacerlo?
No creo que sea una buena idea tener un plan demasiado armado sobre lo que a uno le gustaría escribir, porque puede llevar a la frustración o a poemas forzados. En una entrevista, Carlos Chernov me dijo que uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede. Eso no quiere decir que no haya que trabajar, editar y pulir la escritura, pero si se tiene una idea demasiado preconcebida desde el principio, el resultado puede ser una mala copia del ideal.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
Es difícil hacer listas sin dejar gente valiosa afuera. Además de los que nombré (Casas, Pavón y Giannuzzi), se me vienen a la cabeza Circe Maia, Ben Lerner, Mary Oliver, Juana Bignozzi, Juan Manuel Inchauspe, Vicente Luy, Mario Arteca, Gabriela Luzzi, los primeros poemas de Jacobo Fijman. De mis más o menos contemporáneos: Gabriela Clara Pignataro, Mariela Gouiric, Fernando Bogado, Malén Denis y Natalia Leiderman, entre otros, me parecen muy interesantes, cada uno con sus particularidades.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
Del ambiente literario no habría que esperar nada más que profesionalismo por parte de las editoriales, distribuidoras, periodistas culturales, etc.  Escribir con el ambiente literario como objetivo no me parece una buena idea, porque vas a ser escrito por los demás en realidad. Ahí vuelvo a lo mismo: uno no escribe realmente lo que quiere, sino lo que puede. Sí tengo objetivos personales: seguir leyendo todo lo que pueda y que eso, de alguna manera u otra, repercuta en mi propia escritura y la enriquezca. Ya lo decía Charly García: alguien que le roba a una persona es un ladrón, pero el que le roba a todos es un genio.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Modesto Rimba
Se dio un poco de manera casual, en una charla durante una presentación de un libro de la editorial. Mauro Lo Coco me preguntó si estaba escribiendo algo nuevo y poco a poco se fue armando el proyecto. Por suerte él ya había leído libros míos anteriores y siempre recibí comentarios positivos de su parte.

¿Cómo nace tu trabajo de director de la sección de Letras de la revista digital La Primera Piedra?
La Primera Piedra nace como un proyecto de estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación: a falta de espacios donde escribir y ejercer nuestra profesión, decidimos crear el propio. Hoy, con la mayoría ya graduados, tenemos como objetivo fortalecer un medio profesional que nazca de la independencia y la autogestión, que son dos términos que se suelen usar de manera liviana muchas veces. Ser un medio sin recursos no te hace ni independiente ni autogestivo, simplemente te convierte en un medio pobre, como lo somos todos. Tu forma de trabajar es lo que define realmente la independencia y la autogestión. Mi rol en la sección de Letras nació un poco con la misma mirada: ver la falta de espacios dedicados a la literatura de manera profesional, más allá del voluntarismo o de las buenas intenciones. Además, en La Primera Piedra consideramos a la literatura u otras disciplinas vinculadas a la cultura con la misma relevancia que otros temas de actualidad e interés general.

¿En qué otro proyecto estás trabajando actualmente?
Dentro de poco van a salir reeditados mis dos primeros libros –Obsolescencia programada (Eloísa cartonera, 2015) y Tendido eléctrico (Objeto editorial, 2016)– reunidos en uno solo por la editorial El ojo del mármol. Es algo que me pone muy contento, porque ambos fueron libros de producción artesanal y difíciles de conseguir pasado el tiempo, por lo que ahora van a poder llegar a más personas. Además, estoy puliendo Personas que lloran en sus cumpleaños para su posible publicación en 2019  en una editorial que admiro mucho. También estoy trabajando en un libro de entrevistas a poetas mujeres.




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