domingo, 30 de septiembre de 2018

Celina Abud: “Tengo ganas de escribir una novela que hable del lado B de la sexualidad, de lo que no se dice, de lo que hace sufrir”





La escritora Celina Abud publicó el libro de cuentos Alguien con quien hablar con la editorial Crack-Up y habló con Entre Vidas acerca de dicha publicación. Además, la autora contó que actualmente está trabajando en tres cuentos cortos que tocan el tema de la crisis de manera lateral.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Me encantaría decir que los tengo, pero no. Soy muy caótica. Ayudó mucho asistir al taller de Hernán Vanoli, quien siempre se portó más como un editor que como un profesor. También me sirvió el intercambio con mis compañeros, cuyas opiniones fueron disparadoras. A falta de rituales, hubo mucha gente que colaboró con alguna idea o contestó dudas, porque en mi caso, un libro no se escribe en soledad. O al menos no me pasó con Alguien con quien hablar. Aunque ahora estoy muy contenta porque voy a sumar algo que cuenta como ritual: por primera vez tendré “un cuarto propio” con buena luz natural, dedicado en forma exclusiva a la escritura y al trabajo. A Virginia Woolf le gusta esto.

¿Con qué frecuencia escribís?
Soy periodista y para que en estos tiempos te cierren las cuentas, tenés que tener más de un trabajo. Por eso, los instantes para la narrativa son cortos, casi nulos. Hay que sumarle además que cuesta poner la cabeza al servicio de la creatividad cuando tu trabajo también es “de escribir”. Me imagino que aprovecho los momentos libres como las parejas con muchos hijos que tienen relaciones cuando todos los nenes se van a dormir.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Soy víctima de una “maldición autogestiva” y los libros no fueron la excepción: al amor por la literatura también me lo inculqué yo sola. Mi casa siempre fue más de la música y mis maestras nunca me recomendaron algo que adorara. Que llegaran los libros a mi vida fue una salvación para mí, que era una nena tímida que pasaba sus recreos leyendo Mujercitas. A la vez, escribir composiciones y poemas me llevó a vivir una vida más luminosa de la que en ese entonces tenía, porque no era la típica “niñita feliz”, sino más bien lo contrario. De hecho, la primera palabra que escribí en mi vida y a los cinco años, fue “harta”, aunque sin h, tras consultar a mis padres qué letra se asociaba con cada sonido. Leer, entonces, era trasladarse a otro lugar y escribir ya era, a partir de mis siete años, una hermosa manera de pasar el tiempo.

¿Por qué decidiste que tu libro de cuentos se llamara Alguien con quien hablar, nombre de uno de los textos?
Fue una suerte de plebiscito. Me costó encontrar un título tanto para el libro como para cada uno de los relatos que lo componen. El primer acercamiento fue gracias a un colega periodista, Lucas Parera, a quien le había dado ese texto para leer y le tiré opciones para titularlo. Fue él quien primero sugirió “Alguien con quien hablar”. Más tarde, en el taller de Vanoli, mi amigo y escritor Matías Amoedo dijo que ese título resumía la esencia de los tres cuentos. Por eso el libro se llama así.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
Fue atípico. En primer lugar, había escrito el relato “¿Hace cuánto que nos vemos?”, que quedó de 60 páginas en word y así como estaba, no le faltaba ni le sobraba ni una sola palabra.  Era lo mejor que había escrito y sin embargo, era largo para cuento y corto para nouvelle. Entonces pensé en la estructura de tríptico del libro La mujer rota, de Simone de Beavoir y así, de golpe, me vi en la necesidad de escribir dos relatos más que debían ser similares en extensión y en calidad (tenía muchos otros, pero más cortos y de tono distinto). Mi consigna me dio pánico, temía no ser capaz de superarme. Pero después, un hecho casual me impulsó a empezar el texto “Alguien con quien hablar” y lo terminé sin ningún tipo de plan establecido de antemano. “Las agujas” fue el relato que más me costó. De hecho, me tomé una semana de vacaciones en el trabajo para reescribirlo y cerrarlo.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores?
No tengo un preferido. Podría decir “¿Hace cuánto que nos vemos?”, que fue el que me dio un norte. Aunque también “Alguien con quien hablar”, que  me sirvió para cerrar un duelo personal. Entre los lectores hay una suerte de mano a mano entre esos dos textos, con un ligero favoritismo hacia el último de ellos. “Las agujas” es el menos taquillero, aunque tres personas lo consideraron un favorito, así que tiene su público. Gustó mucho entre quienes hicieron carreras universitarias porque trata de eso.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Crack-Up
Conozco a Ariel Diaz y Paola Adler desde hace muchos años y vi la editorial nacer. Fui testigo de los primeros lanzamientos. Durante una presentación, le dije a Ariel: “A ver si algún día, cuando termine un libro, me publicás a mí”. Y él me miró con cara de: “Sí, mañana”. Muchos años más tarde le di para leer uno de los cuentos a Paola. Ella es una excelente editora porque es muy meticulosa y tiene una gran mirada. Se lo dí sin especular, lo único que buscaba era un consejo. Faltaba poco para terminar el libro, pero faltaba. Cuando ella terminó de leer uno de los relatos, a mis espaldas hablo de mi proyecto con Ariel y también a mis espaldas, ambos decidieron que iban a publicarme. Antes de terminar de escribirlo, ya tenía una oferta para publicar mi primer libro. Más que una oferta, era una certeza: “Te vamos a publicar”. Imposible decir que no ante tal voto de confianza.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
De lo que incomoda y molesta, de los errores, de la miseria humana, de la hipocresía, de la caída de estructuras, del sufrimiento, de los golpes que te ayudan a aprender, de la humanidad cambiante que hace que una misma persona sea la más buena o la peor. Y también del humor para no dejarse amedrentar por los baldazos de agua fría, de las estrategias que se encuentran para soportar esos momentos.

¿Qué temas de los que todavía no escribiste te gustaría hacerlo en un futuro?
Tengo ganas de escribir una novela que hable del lado B de la sexualidad, de lo que no se dice, de lo que hace sufrir. Y quiero hacerla jodida, pero también con mucho humor, con un humor explícito. Es un proyecto que tengo a mediano plazo.

¿Qué libros o autores recomendarías leer? 
Voy a recomendar algunos internacionales. Intimidad de Hanif Kureishi; Una novela rusa, de Emmanuel Carrère; Las partículas elementales, de Michel Houellebecq, La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz y El primer hombre malo, de Miranda July.
Y de argentinos contemporáneos, voy a recomendar tres, el de un hombre, el de una mujer y el de un gran amigo. El primero es Shunga, de Martín Sancia Kawamichi, por considerar que es un libro único del mejor escritor local de esta última y castigada camada de la generación X. El segundo es Una vida en presente, de Paula Puebla, porque su escritura sube la vara, la novela es jugada y su autora, hoy reconocida, siempre se mantuvo en su ley, sin tomar atajos ni caminos fáciles. Y en tercer lugar Efecto tequila, de Matías Amoedo, quien fue el primero en demostrarme mientras escribía esa novela que el humor también puede hacerte llorar, y no de la risa.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Como tengo poco tiempo, estoy trabajando en tres cuentos cortos que tocan el tema de la crisis de manera lateral, porque creo que en estos momentos difíciles sale a relucir lo mejor y lo peor de cada persona. Quiero ahondar en el impacto emocional que produce esta coyuntura en personajes de distintas edades. Por los tiempos que vivimos, tengo muchas ganas de que este proyecto salga bien. Ojalá. 



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