Marcelo Tinelli es el gran responsable de muchos cambios que experimentó la televisión argentina en los últimos veinte años. Y en la columna de los ítems favorables aparece una lista extensa de humoristas talentosos que se fueron instalando de a poco en el espacio mediático local. Uno de ellos es Pichu, más conocido como Agapito (el niño que idolatraba al elefante Trompis) o como uno de los cantantes de Topus 4. Pero detrás de todos esos nombres está Fernando Straneo, un uruguayo con raíces en el carnaval montevideano que desembarcó en Buenos Aires a fines de los noventa para trabajar en el programa de Tinelli junto a sus compatriotas Sebastián Almada y Álvaro Waldo Navia.
Una década después de su llegada, Pichu construyó su propio camino y este año se encuentra de gira teatral con "Gonalmente divertido", junto a Sergio Gonal, y en las tardes de AM, acompañando a Paulo Vilouta en Tardes de radio, por La Red.
¿Vos les propusiste a tus compañeros uruguayos presentar un video para llegar a Videomatch?
Sí, yo fui el que les hinchaba a ellos para presentar un video. Estábamos por hacer un café concert con Waldo, Sebastián Almada y otros amigos. Y entonces vino la gente de la producción de Videomatch a Canal 4, donde nosotros trabajábamos, para hacer las cámaras de Andrea Frigerio, y yo les dije a los chicos "por qué no hacemos un video para presentarlo y poder trabajar en Videomatch". Waldo decía “no, no nos van a dar bola, yo quiero triunfar en mi país” y él fue el primero que triunfó y al que le fue bien en Argentina.
Y vos fuiste el último en llegar…
Yo vine tercero porque tenía un contrato con el Canal 4, no me podía ir, ya había firmado, estaba conduciendo un programa infantil, me estaba por casar, tenia un montón de cosas. Entonces primero vino Waldo y después enganchó Almada, que empezó ayudándole en los guiones a los Raporteros y de a poco entró a hacer cámaras ocultas. Después, cuando precisaban gente nueva para las cámaras me llamaron y me decidí a venir a radicarme en Buenos Aires.
¿Cuándo vas por la calle la gente te tiene sumamente identificado como “el de Videomatch”?
Sí, siempre, soy Agapito, Tinelli, Videomatch. Igualmente ahora también me mandan algún nombre de los personajes que estoy haciendo en el programa Club Paraíso Terrenal. Estoy haciendo Guillermo Rimo, El Turu Flogger… Creamos un personaje hincha de Vélez y le trajo suerte al equipo.
Con Videomatch tuviste la oportunidad de viajar por todo el mundo. ¿Recordás alguna historia graciosa?
Tengo muchas anécdotas. Una vez fuimos a Segovia, España, a grabar y en un momento Marcelo nos invitó a almorzar a un restaurante. Para acompañar la comida compró un vino carísimo y yo, por costumbre, lo corté con Pepsi. ¡Marcelo me quería deportar a Uruguay! No podía creerlo.
De la mano de Tinelli aparecieron un montón de humoristas que luego encararon sus propios proyectos. ¿Cómo te llevás vos con eso? ¿Tinelli es una persona que les permite crecer a los que trabajan con él?
Hacia Marcelo es todo agradecimiento, aunque también hay mucho laburo nuestro. Es mitad y mitad. Sergio Gonal me contó que en una reunión con Tinelli le había agradecido y Tinelli le respondió “yo también te agradezco, porque te di la oportunidad y vos me respondiste”. Lo que ocurre es que en cierto momento uno quiere hacer su camino. Yo siento que se cumplió una etapa.
¿Cómo fue para vos ese salto de empezar a hacer otras cosas, ya no junto a Tinelli?
Fue raro porque todos estábamos acostumbrados a estar ahí. Pero vimos que también hay otra vida. Que es dura, porque no tenés el respaldo del número uno, perdés la pantalla que tenías y hay que remar… Yo siempre me consideré un trabajador de esto, un remador, así que seguiré por esa senda. Pero hay etapas para todo. Me parece que a Showmatch le toca una renovación, incluso de gente, y nosotros seguiremos por nuestro camino ya que tenemos oportunidades de seguir trabajando.
¿Por qué creés que ahora no hay programas humorísticos de sketches?
La televisión ha cambiado mucho, está muy picadora de carne. Además, ahora es muy difícil entretener: la gente tiene más problemas que antes, hay más canales, está internet, el minuto a minuto. Son factores que juegan en contra. Después está el tema económico, y la cuestión del tiempo. Hoy no se pueden manejar los tiempos de los sketches de antes; en cuanto te pusiste denso, cambian de canal. Por eso Marcelo inventó un timming diferente, las notas de Videomatch eran pa pa pa, con mucha edición. La gente quiere cosas dinámicas, cortas, que no aburran y eso es difícil de encontrar. En cuanto vos repetís varias veces las mismas fórmulas, la audiencia se cansa. A la gente, con los problemas que arrastra, hay que darle un salpicón rápido de cosas variadas.
La radio es un medio que te gusta mucho también.
Me encanta. Porque representa la fantasía, la imaginación, y eso no pasa ni en la televisión ni en el teatro. Para mí, que me gusta hacer voces y componer personajes, la radio es maravillosa. ¡Qué loco!, en Uruguay no trabajé tanto en radio… pero recuerdo que con Luis Alberto Carballo, un muy buen actor de allá, y los uruguayos de Showmatch hicimos un programa excelente. La radio siempre me fascinó, así que este año estoy re contento de haber vuelto gracias a Paulo Vilouta que se acordó de mí, porque con él fuimos compañeros en Hola América, un magazine que salía por Fox Sports y en el que estaban Andrea Frigerio e Iván de Pineda.
Con vos se da una paradoja: hacés muchísimos personajes pero, sin embargo, no te considerás imitador.
No, porque ahora está lleno de imitaciones. Yo prefiero que me consideren cómico antes que imitador, no quiero que me encasillen en ese rol. Por ejemplo, Roberto Peña, que la está rompiendo en Gran Cuñado, tampoco es imitador sino un gran humorista. Así pasa con muchos. Martín Bossi sí es un gran imitador, y lo está demostrando, o Freddy Villarreal, que además es un muy buen cómico. A mí me gusta imitar, pero no quiero que me etiqueten. En el teatro hago un set de imitaciones de cantantes y la gente se va re contenta, pero me agrada más que me digan “qué buen cómico que sos”. Disfruto más creando yo los personajes, como El Turu Flogger o el que hago en la radio, Juan Román Fabbiani, el payador del gol. También están Agapito, El Capitán Amianto o Juan Carlos, el locutor.
Carlitos Balá ha dicho que le gustaría que alguna vez le ofrezcan un papel dramático. ¿A vos te gustaría incursionar en un género distinto al humor?
En carnaval hice papeles serios y me fue bien. Pero había un problema: en algunos tramos la gente se reía. La gente me dice “te miro la cara y me río”, y no lo digo por pedantería. Por ahí yo le pongo toda mi dedicación a un trabajo dramático y causa gracia igual. Es difícil que me tomen en serio, por eso me dedico al humor.
¿A quién admirás en tu rubro?
Para mí Los tres chiflados fueron los más grandes y siempre digo que me habría gustado ser un Les Luthier. Después admiré a Minguito, Olmedo, Porcel, los uruguayos de Hiperhumor, unos verdaderos genios… Me apasiona lo que hace Capusotto y también me moría de risa con Alfredo Casero en Cha cha cha. Hay muchas cosas que me gustan. Por ejemplo, el humor gestual, payasesco de Jerry Lewis o Jim Carrey.
¿Tuviste oportunidad de conocer a alguno de esos ídolos?
Sí, conocí a Ricardo Espalter; a Enrique Almada, el papá de Sebastián; a Mario Sapag; a Calabró; tuve la suerte de cruzarme con Olmedo y con Porcel. En teatro trabajé con Berugo Carámbula, en “Inodoro Pereyra”. Y de Minguito supe un montón de cosas gracias a Miguel Ángel Rodríguez (está casado con la hija de Juan Carlos Altavista); hasta tengo como reliquia una estampita que me regaló Miguel con el Padrenuestro según Minguito.
Una década después de su llegada, Pichu construyó su propio camino y este año se encuentra de gira teatral con "Gonalmente divertido", junto a Sergio Gonal, y en las tardes de AM, acompañando a Paulo Vilouta en Tardes de radio, por La Red.
¿Vos les propusiste a tus compañeros uruguayos presentar un video para llegar a Videomatch?
Sí, yo fui el que les hinchaba a ellos para presentar un video. Estábamos por hacer un café concert con Waldo, Sebastián Almada y otros amigos. Y entonces vino la gente de la producción de Videomatch a Canal 4, donde nosotros trabajábamos, para hacer las cámaras de Andrea Frigerio, y yo les dije a los chicos "por qué no hacemos un video para presentarlo y poder trabajar en Videomatch". Waldo decía “no, no nos van a dar bola, yo quiero triunfar en mi país” y él fue el primero que triunfó y al que le fue bien en Argentina.
Y vos fuiste el último en llegar…
Yo vine tercero porque tenía un contrato con el Canal 4, no me podía ir, ya había firmado, estaba conduciendo un programa infantil, me estaba por casar, tenia un montón de cosas. Entonces primero vino Waldo y después enganchó Almada, que empezó ayudándole en los guiones a los Raporteros y de a poco entró a hacer cámaras ocultas. Después, cuando precisaban gente nueva para las cámaras me llamaron y me decidí a venir a radicarme en Buenos Aires.
¿Cuándo vas por la calle la gente te tiene sumamente identificado como “el de Videomatch”?
Sí, siempre, soy Agapito, Tinelli, Videomatch. Igualmente ahora también me mandan algún nombre de los personajes que estoy haciendo en el programa Club Paraíso Terrenal. Estoy haciendo Guillermo Rimo, El Turu Flogger… Creamos un personaje hincha de Vélez y le trajo suerte al equipo.
Con Videomatch tuviste la oportunidad de viajar por todo el mundo. ¿Recordás alguna historia graciosa?
Tengo muchas anécdotas. Una vez fuimos a Segovia, España, a grabar y en un momento Marcelo nos invitó a almorzar a un restaurante. Para acompañar la comida compró un vino carísimo y yo, por costumbre, lo corté con Pepsi. ¡Marcelo me quería deportar a Uruguay! No podía creerlo.
De la mano de Tinelli aparecieron un montón de humoristas que luego encararon sus propios proyectos. ¿Cómo te llevás vos con eso? ¿Tinelli es una persona que les permite crecer a los que trabajan con él?
Hacia Marcelo es todo agradecimiento, aunque también hay mucho laburo nuestro. Es mitad y mitad. Sergio Gonal me contó que en una reunión con Tinelli le había agradecido y Tinelli le respondió “yo también te agradezco, porque te di la oportunidad y vos me respondiste”. Lo que ocurre es que en cierto momento uno quiere hacer su camino. Yo siento que se cumplió una etapa.
¿Cómo fue para vos ese salto de empezar a hacer otras cosas, ya no junto a Tinelli?
Fue raro porque todos estábamos acostumbrados a estar ahí. Pero vimos que también hay otra vida. Que es dura, porque no tenés el respaldo del número uno, perdés la pantalla que tenías y hay que remar… Yo siempre me consideré un trabajador de esto, un remador, así que seguiré por esa senda. Pero hay etapas para todo. Me parece que a Showmatch le toca una renovación, incluso de gente, y nosotros seguiremos por nuestro camino ya que tenemos oportunidades de seguir trabajando.
¿Por qué creés que ahora no hay programas humorísticos de sketches?
La televisión ha cambiado mucho, está muy picadora de carne. Además, ahora es muy difícil entretener: la gente tiene más problemas que antes, hay más canales, está internet, el minuto a minuto. Son factores que juegan en contra. Después está el tema económico, y la cuestión del tiempo. Hoy no se pueden manejar los tiempos de los sketches de antes; en cuanto te pusiste denso, cambian de canal. Por eso Marcelo inventó un timming diferente, las notas de Videomatch eran pa pa pa, con mucha edición. La gente quiere cosas dinámicas, cortas, que no aburran y eso es difícil de encontrar. En cuanto vos repetís varias veces las mismas fórmulas, la audiencia se cansa. A la gente, con los problemas que arrastra, hay que darle un salpicón rápido de cosas variadas.
La radio es un medio que te gusta mucho también.
Me encanta. Porque representa la fantasía, la imaginación, y eso no pasa ni en la televisión ni en el teatro. Para mí, que me gusta hacer voces y componer personajes, la radio es maravillosa. ¡Qué loco!, en Uruguay no trabajé tanto en radio… pero recuerdo que con Luis Alberto Carballo, un muy buen actor de allá, y los uruguayos de Showmatch hicimos un programa excelente. La radio siempre me fascinó, así que este año estoy re contento de haber vuelto gracias a Paulo Vilouta que se acordó de mí, porque con él fuimos compañeros en Hola América, un magazine que salía por Fox Sports y en el que estaban Andrea Frigerio e Iván de Pineda.
Con vos se da una paradoja: hacés muchísimos personajes pero, sin embargo, no te considerás imitador.
No, porque ahora está lleno de imitaciones. Yo prefiero que me consideren cómico antes que imitador, no quiero que me encasillen en ese rol. Por ejemplo, Roberto Peña, que la está rompiendo en Gran Cuñado, tampoco es imitador sino un gran humorista. Así pasa con muchos. Martín Bossi sí es un gran imitador, y lo está demostrando, o Freddy Villarreal, que además es un muy buen cómico. A mí me gusta imitar, pero no quiero que me etiqueten. En el teatro hago un set de imitaciones de cantantes y la gente se va re contenta, pero me agrada más que me digan “qué buen cómico que sos”. Disfruto más creando yo los personajes, como El Turu Flogger o el que hago en la radio, Juan Román Fabbiani, el payador del gol. También están Agapito, El Capitán Amianto o Juan Carlos, el locutor.
Carlitos Balá ha dicho que le gustaría que alguna vez le ofrezcan un papel dramático. ¿A vos te gustaría incursionar en un género distinto al humor?
En carnaval hice papeles serios y me fue bien. Pero había un problema: en algunos tramos la gente se reía. La gente me dice “te miro la cara y me río”, y no lo digo por pedantería. Por ahí yo le pongo toda mi dedicación a un trabajo dramático y causa gracia igual. Es difícil que me tomen en serio, por eso me dedico al humor.
¿A quién admirás en tu rubro?
Para mí Los tres chiflados fueron los más grandes y siempre digo que me habría gustado ser un Les Luthier. Después admiré a Minguito, Olmedo, Porcel, los uruguayos de Hiperhumor, unos verdaderos genios… Me apasiona lo que hace Capusotto y también me moría de risa con Alfredo Casero en Cha cha cha. Hay muchas cosas que me gustan. Por ejemplo, el humor gestual, payasesco de Jerry Lewis o Jim Carrey.
¿Tuviste oportunidad de conocer a alguno de esos ídolos?
Sí, conocí a Ricardo Espalter; a Enrique Almada, el papá de Sebastián; a Mario Sapag; a Calabró; tuve la suerte de cruzarme con Olmedo y con Porcel. En teatro trabajé con Berugo Carámbula, en “Inodoro Pereyra”. Y de Minguito supe un montón de cosas gracias a Miguel Ángel Rodríguez (está casado con la hija de Juan Carlos Altavista); hasta tengo como reliquia una estampita que me regaló Miguel con el Padrenuestro según Minguito.
Marcelo Tinelli y Diego Maradona en Showmatch.
Pasión sobre el tablado
Del otro lado del Río de La Plata, la gran escuela formadora de artistas es el carnaval. Cada una de las agrupaciones se prepara durante todo el año para desplegar en las presentaciones veraniegas todo el talento de sus integrantes sobre el escenario. Straneo mamó de joven esa tradición y por eso conoce de sobra la magia de las noches carnavalescas a la luz de las estrellas.
¿Qué significa para los uruguayos el carnaval?
Es la fuente más popular de la parte artística. Hay gente que tiene mucho talento, hay gente que canta como los dioses, que baila, pero es muy humilde y no tuvo la posibilidad de ir a una academia de teatro, aunque tiene un don natural. Entonces hay valores impresionantes que no los podés creer, hay excelentes artistas que solamente salen ese mes y medio de carnaval, previo ensayo de dos meses y medio, es decir, en total son tres meses y medio. Generalmente el carnaval empieza a fines de enero y termina a principios de marzo, donde hay una competencia en el teatro de verano, donde todas las noches hay 7 mil personas. Ahí se ven espectáculos increíbles y no se puede creer cómo hay gente que canta como los dioses y actúa hasta mejor que Alfredo Alcón pero al otro día las ves trabajando en un maxikiosko, laburando en un taxi, en una peluquería o cantando en los colectivos. Es muy loco, muy bohemio. Porque el carnaval no da, es un mes y medio y nada más, pero es la fuente más popular que tiene el Uruguay, artísticamente hablando.
Vos formaste parte de un grupo de parodistas llamado Momosapiens.
Sí, yo estuve quince años. Mi fuente es el carnaval y aprendí todo ahí, más allá que yo de chico aprendí guitarra, canto y piano. Pero bueno, el carnaval es lo que me catapultó a ser muy conocido y como es muy popular el carnaval primero me hice conocido por eso. Después vino la televisión en el año ‘94, me llamaron para hacer un personaje en un programa infantil, pero todo a raíz del carnaval. Ahí aprendí a pararme arriba de un escenario, aprendí a hablar, a actuar, a bailar, a estar frente al público.
¿Cómo se llamaba el personaje con el que debutaste en el programa infantil?
El Capitán Amianto. Era como un astronauta que decía que luchaba contra el hombre invisible, era para nenes pero estaba bueno. Fue la oportunidad que se me brindó para empezar a hacer televisión en serio. Ya había tenido una participación en el año ‘90 en un programa que era muy visto en Uruguay que se llamaba El Show del mediodía, con Cacho De La Cruz que es uno de los grandes de la televisión de Uruguay. Como yo trabajaba no tenía mucho tiempo y no podía continuar con el programa y luego empecé en el otro programa con el personaje del Capitán hasta que al otro año me ponen como conductor del programa infantil con Ana Laura Barreto, una chica. Ella tenía 16 años, hacíamos dupla y estuvimos cinco años en el Canal 4 haciendo el programa infantil. Hacíamos canciones, yo hacía títeres, hacía personajes, etcétera. Me gustaría volver a hacer un programa infantil.
¿No te lo ofrecieron?
No, no me lo ofrecieron porque no me tienen a mí haciendo eso. Una vez me habían ofrecido hacer algo como el show de Agapito pero soy yo que tengo que recibir una propuesta y decidirme a hacer un programa. Después se verá si cuadro o no. Pero el tema es que el humor me tira más, la comedia, lo que estamos haciendo ahora con Sergio Gonal, giras, todo un espectáculo de humor. Me tira más el humor que de repente la parte infantil, pero también me encanta la parte infantil.
¿Qué representa Buenos Aires para los uruguayos, sobre todo para el mundo artístico? ¿Lo miran como la plataforma para dar el salto?
Sí, para nosotros los uruguayos Buenos Aires es como llegar a Hollywood. Estamos cerca pero tan lejos de lo que hay acá. Uruguay es un país muy chico y al ser muy chico también es muy chica la plaza. Entonces hay muchos artistas que son muy buenos pero no tienen cabida, a veces los círculos son muy cerrados, es muy difícil entrar en la radio y es muy difícil entrar en la televisión. Siempre son los mismos los que trabajan en los medios. No hay una gran variedad.
¿Qué vínculo tienen los uruguayos con vos cada vez que regresás?
La mejor onda, siempre. Es que yo guardo mucho respeto hacia mi país y mi gente. Me quieren mucho por el carnaval, sobre todo. Últimamente no viajo mucho por cuestiones de trabajo, pero mi país es mi país. Y los que me conocen saben que nunca cambié.
¿Qué recuerdos tenés de tu personaje del Doctor Zabaleta?
El Doctor Zabaleta fue el personaje que me dio la oportunidad de ganar el primer premio que me dieron acá en Argentina. Recibí el premio Carlos como mejor actor de reparto en Carlos Paz. Era haciendo una comedia que se llamaba “Mi mujer se llama Mauricio”, con Emilio Disi, Diego Pérez, Sabrina Rojas, Celina Rucci, Federico Lupiz, Sandra Smith, un plantel bárbaro, una comedia divina. Y yo entraba 15 minutos nada más, hacía de un odontólogo cornudazo, imaginate la gente se moría de risa porque era la pareja despareja, ya que mi mujer era Celina Rucci. ¡Viste el lomo que tiene Celina, y yo era un pelotudazo! Además, mi personaje hablaba mal y causaba mucha gracia, era un nerd el tipo. Estaba dirigida por Carlos Moreno y producida por Javier Faroni. Ese personaje me dio la oportunidad de hacer comedia por primera vez en Argentina.
Pichu, como el Doctor Zabaleta, junto a Celina Rucci
en una función de "Mi mujer se llama Mauricio".
Después de eso participaste en varias obras más.
Primero me llamó Carlos Evaristo para hacer “El último argentino virgen”, ahí estuve con Gustavo Conti, Fátima Florez, Marixa Balli, Beatriz Salomón, Charly Nieto. Y al otro año me llamó Sergio Gonal, me convocó para hacer un papel de mozo, un mozo muy particular, muy parecido al personaje del Doctor Zabaleta. Me hizo la propuesta, me gustó y ese año con la obra “Trampas” fui nominado como mejor actor de reparto, me puse muy contento. No lo gané pero lo ganó Guillermo Gramuglia que estaba en “La jaula de las locas” haciendo un trabajo increíble. Y este año hacemos “Gonalmente divertido” con Sergio Gonal, Paula Volpe y María De Luján Telpuk, y ganamos la Estrella de mar al mejor espectáculo de humor, así que venimos bien.
Siempre con perfil bajo, ¿no?
A mí siempre me vas a ver con perfil bajo. Yo una vez le consulté a un grande del humor como Berugo Carámbula y le dije “soy medio perfil bajo, ¿no tendría que hacer un poco de ruido?” Y él me dijo que no, que no vale la pena, que si tenés talento no es necesario salir tanto en las revistas. Y me dijo “vos salí en las revistas cuando hacés un estreno o cuando van a ver tu obra, después nada más”.
Primero me llamó Carlos Evaristo para hacer “El último argentino virgen”, ahí estuve con Gustavo Conti, Fátima Florez, Marixa Balli, Beatriz Salomón, Charly Nieto. Y al otro año me llamó Sergio Gonal, me convocó para hacer un papel de mozo, un mozo muy particular, muy parecido al personaje del Doctor Zabaleta. Me hizo la propuesta, me gustó y ese año con la obra “Trampas” fui nominado como mejor actor de reparto, me puse muy contento. No lo gané pero lo ganó Guillermo Gramuglia que estaba en “La jaula de las locas” haciendo un trabajo increíble. Y este año hacemos “Gonalmente divertido” con Sergio Gonal, Paula Volpe y María De Luján Telpuk, y ganamos la Estrella de mar al mejor espectáculo de humor, así que venimos bien.
Siempre con perfil bajo, ¿no?
Felicitaciones por el blog. Hay que reivindicar a la entrevista sin la presión de un medio atrás, te da la libertad de preguntar lo que se debe.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar en el blog, coincido totalmente con vos.
ResponderEliminarSaludos.
Mauro