Ha publicado más de cuarenta libros, el primero con tan solo 16 años fue una recopilación de sus poemas, luego ha escrito diversos géneros literarios como cuentos, novelas y microrrelatos y en todos los casos la escritora Ana María Shua ha conseguido un gran reconocimiento nacional e internacional. Recibió varios premios y muchos de sus cuentos forman parte de antologías editadas por el mundo. Actualmente se editaron dos antologías propias, una en España llamada “Cazadores de letras” y otra en la Argentina que se denominó “Que tengas una vida interesante” en la que reúne una selección de sus mejores cuentos.
¿En qué momento de su vida empezó a escribir?
Empecé a escribir desde muy chica, tenía 8 años, escribía en la escuela primaria. En esa época escribía poesía, rápidamente me convertí en la poetisa más famosa de toda la Escuela Número 15 del Consejo Escolar Séptimo y por si eso fuera poco, gané un concurso de composición para el Sesquicentenario de la Revolución de Mayo y otro concurso de composición de la Asociación Sanmartiniana de Caballito.
¿Su comienzo en la escritura fue por algo en particular?
No, escribir era algo que me salía muy bien y por eso empecé a hacerlo. Yo tenía una tía muy joven que estudiaba abogacía y a su vez estaba aprendiendo arte escénico y declamación y me tenía a mí, cuando tendría unos 3 o 4 años, como su espectadora privilegiada, yo era su público. Y bueno, se ve que se dio lo de “dime lo que lees y te diré lo que escribes”, quizás eso tuvo influencia. Cuando empecé a escribir fueron poesías, además es más fácil para un chico escribir poesías que escribir narrativa. Aprender a contar es algo que exige más madures. El primer verso que escribí en la escuela estaba dedicado al día de la madre y provocó hasta escándalo y asombro, me felicitó la maestra, la directora.
¿A los 16 años publicó su primer libro de poemas?
Tuve toda una época de escribir versos en la escuela hasta que pasé a sexto grado a la maestra le interesaban más las chicas que tocaban la guitarra y no me dio tanta importancia y por falta de estímulo externo se agotó la inspiración. Unos años después retomé la escritura gracias a una profesora de teatro que se llamaba María Ester Fernández. Cuando yo tenía 14 años quería estudiar teatro, mi mamá me la presentó y rápidamente la profesora se dio cuenta que yo no tenía pasta de actriz y que en cambio podía escribir y entonces me empezó a pedir que escriba de deber un poema por semana. Así fue como salió mi primer libro de poesía. A los 15 años me presenté al Fondo de las Artes y gané un premio muy chiquito que consistía en un préstamo para publicar el libro. Y el libro se publicó cuando tenía 16 años y mi primer libro se llamó “El sol y yo”. Después estudié en el Colegio Nacional de Buenos Aires y luego hice la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Me recibí de profesora.
¿Cómo fue la experiencia de vivir un año en Francia?
El clima en la Argentina estaba complicado, yo para ese entonces ya me había casado y en el `76 estaba la dictadura militar y mi hermana se había tenido que escapar. Poco después se fueron mis dos primas. Pero la verdad que mi marido y yo no éramos militantes, no estábamos buscados, por eso siempre insisto en que no fue un exilio. Igualmente volvimos en el `77. Nosotros queríamos experimentar lo de vivir en otro país y es muy feo ser extranjero, muy triste y muy doloroso. Uno cuando no tiene la experiencia ve todos los beneficios y las ventajas de irse de su país y no se imagina todos los problemas y dificultades con los que se va a encontrar. No la pasamos muy bien. Los parisinos son muy malhumorados en general, una vez que uno conoce los mismos códigos y aprende a contestar en el mismo tono, se adapta. París es una ciudad maravillosa pero no sabíamos que a París le dicen “la ciudad gris” porque nunca sale el sol. El invierno es muy largo. Si vas una semana y cae una llovizna podes pensar que es muy romántico pero si estas varios meses y nunca sale el sol ya deja de ser tan agradable. En Europa trabajé en una revista española haciendo notas de destape y el que me permitió publicar las colaboraciones fue un muchacho muy amigo nuestro que se llama Marcelo Aparicio, es un periodista argentino que vive en Barcelona. En ese momento era corresponsal de la revista “Cambio 16” en París, entonces me encargaba notas de cine pornográfico, de las prostitutas y todos temas referidos al destape que se estaba dando tras la muerte de Franco. Todo de alto voltaje erótico.
¿Cuándo regresó a la Argentina escribió la novela “Soy paciente”?
Si, ya venía escribiendo cuentos y me había dado cuenta que los libros de cuentos son muy difíciles de publicar y entonces escribí mi primera novela llamada “Soy paciente” y me presenté a un concurso de la Editorial Losada y gané el primer premio compartido y gracias a eso la novela se publicó.
¿Por qué en varias de sus historias está presente el tema de la enfermedad?
En muchas pasa eso, no sé el motivo. Cuando escribí “Soy paciente” pensé que era pura casualidad y que se trataba de una historia que yo conocía porque era un amigo nuestro que se había tenido que internar por un problema y le habían pasado una serie de desventuras tan disparatadas que pensé que era para escribir una novela. Pero después cuando seguí escribiendo otras historias ahí me di cuenta que el tema de la enfermedad, de los médicos, de la relación médico-paciente aparece una y otra vez en todo lo escribo y no sé porque, me interesa literariamente.
¿Cómo surgió la idea del libro “Los amores de Laurita”?
En ese caso lo que yo quería era exorcizar ciertas experiencias personales que para mí fueron muy duras en mí adolescencia sobre todo. Yo tenía muchas dificultades a pesar que ya había escrito “Soy paciente”, aunque esa novela es como un cuento estirado, es muy corto. Y con “Los amores de Laurita”, en esa época estaba leyendo un libro de Scott Fitzgerald que se llama “Las desventuras de Pat Hobby”, los libros salen de otros libros. Cuando leí ese libro pensé que el mío tenía que ser de ese estilo, una especie de novela picaresca en el que cada capítulo esté tratado como si fuera un cuento y pueda sostenerse en forma independiente del resto. Eso me permitía sortear mis dificultades con la estructura de la novela. Cada capítulo cuenta la historia de Laurita con cada uno de sus amores. La estructura de la novela eran capítulos cerrados.
Y después esa novela se transformó en película.
El libro salió en el año ’84 y en el año ’85 apareció Antonio Ottone, que había filmado ya “Flores robadas en los jardines de Quilmes” con mucho éxito y me dijo que tenía muchas ganas de hacer una película con la novela. A mí me pareció un poco disparatado porque esa novela tenía mucho mundo interior y pocas imágenes. Yo no la veía para una película pero él estaba muy entusiasmado, trabajamos juntos en el guión y se hizo la película.
También trabajó en el guión de la película “¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?”
Muchos años después, en el `92, trabajé con Juan José Jusid en el guión de esa película. Igualmente en éste caso la historia era de Jusid, que tenía una historia muy avanzada y yo lo ayudé a terminar el guión.
¿Qué puede decir de su libro “La sueñera”?
Me encanta. Yo quiero mucho a ese libro. En realidad es mi primer libro de narrativa porque lo escribí antes de terminar “Los días de pesca” que es mi primer libro de cuentos o “Soy paciente” que es mi primera novela. Lo que pasa que es una cosa muy difícil de publicar. “La sueñera se publicó en el `84 pero lo había empezado a escribir en el `75.
Así como en sus relatos está presente el tema de la enfermedad, también en muchos casos aparece el insomnio, el sueño y las pesadillas.
Si, eso es totalmente autobiográfico. El insomnio es algo que todavía me persigue y las pesadillas también pero cuando era joven, las pesadillas eran mucho más graves. Eran más intensas, a veces hasta me tiraba de la cama.
Lo que llama la atención en el libro de minificciones “La sueñera” es que cada historia no tiene título sino que está numerada, ¿por qué ocurre eso?
“La sueñera” yo lo escribí con la más absoluta libertad, con la libertad de alguien que no sabe si se va a publicar y entonces lo único que interesa es el texto. A mí me gustó ordenarlo así y que los textos estuviesen en el orden que fueron apareciendo. Después aprendí que cuando uno de los cuentos sale en una antología es mucho más cómodo que tenga título, sino generalmente le ponen algún título. Los otros libros de minicuentos como son “Casa de Geishas”, “Botánica del Caos”, “Temporada de fantasmas”, ya todos tuvieron los cuentos con títulos. En “La sueñera” tengo muchos cuentos que trabajan con juego de palabras, cosa que ahora prácticamente no hago porque estoy pensando en las traducciones. “La sueñera” fue un libro muy libre porque hice lo que tenía ganas de hacer sin pensar en ninguna cuestión extraliteraria como sí necesariamente pienso ahora porque ya estoy contaminada por cuestiones editoriales. Ya tengo muchos textos con juegos de palabras, me parece que eso ya lo agoté y ahora tengo que salir para otro lado porque a medida que uno escribe y va envejeciendo y va cargando más libros sobre el lomo cada vez se hace más difícil ser original. Uno escribe en contra de los libros que ya escribió, tratando de evitar el autoplagio, que en realidad es inevitable para los escritores. Dentro de lo posible quisiera ser siempre original.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Ana María Shua: "El autoplagio es inevitable para los escritores"
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Muy buena la entrevista Mauro! ME gusta mucho lo que escribe Ana María.
ResponderEliminarSeguí así pibe!
Santiago.