domingo, 4 de septiembre de 2011
Guillermo Martínez: “Orgullosamente ahí abajo también hubiese sido un gran título”
El escritor Guillermo Martínez sale del estilo convencional de sus libros anteriores para volcarse en una novela con un tono erótico en que lo sexual está presente durante gran parte de la historia. “Yo también tuve una novia bisexual” es el nombre de la nueva publicación en la que un profesor viaja a una universidad de los Estados Unidos a dar clases de literatura en español pero más allá de las prohibiciones del establecimiento, él se termina enamorando de una alumna. Desde sus comienzos con la publicación del libro de cuentos “Infierno Grande”, pasando por “Crímenes imperceptibles” hasta su presente con “Yo también…” ha obtenido numerosos premios y elogios que lo señalan como unos de los mejores escritores argentinos de la actualidad.
¿En qué momento decidiste que te ibas a dedicar a la escritura?
Yo creo que son dos momentos. Un momento es cuando me propuse escribir de una manera un poco más regular y más seria, tratando de encarar proyectos que en la adolescencia había dejado por sentir la falta de fuerzas o la falta de oficio esencialmente. Es decir, hay algo de la creatividad que avanza y uno se va proponiendo temas y desarrollos que en principio exceden las capacidades del oficio. Hay algo del orden de la musculación o de la técnica que uno necesita desarrollar para abordar esos proyectos. Entonces es como que los proyectos van por delante y el oficio un poco por detrás. Cuando percibí esa fuga hacia delante traté de proponerme a escribir más en serio en cuanto a la lectura, al tiempo, a tratar de separarme un tiempo libre de la forma más regular posible. Ese fue un primer momento que tuvo que ver con mi llegada a Buenos Aires. Y el segundo momento fundamental es después de la publicación de mi primer libro. Ahí es cuando se dividen las aguas. Mi primer libro fue “Infierno Grande”. El primer libro cierra el proyecto de muchos aspirantes a escritores porque en general, en la mayoría de los casos hay algo como de desánimo. En el primer libro siempre uno pone mucho personal, muchas veces del orden autobiográfico, muchas veces se confunden los cuentos propios con una especie de imagen de uno que uno proyecta sobre el libro. Entonces el silencio del mundo que suele ser la respuesta de casi todos los primeros libros, la indiferencia, el hecho de que el primer libro no es ni siquiera reseñado, no está en las vidrieras, y está en las mesas unos pocos días. Todo eso hace que muchos escritores se desanimen porque hay una gran diferencia entre las ideas previas, las aspiraciones quizá y lo que luego es el resultado en la vida real. Yo creo que ahí se define quiénes realmente querían escribir y quiénes solo querían ser escritores.
¿Cómo aparece la posibilidad de publicar tu primer libro “Infierno grande”?
Yo gané el Premio del Fondo Nacional de las Artes, por eso soy un ferviente defensor de los premios, que aún con todos sus defectos, manejos en algunos casos, me parece que siguen siendo una puerta de entrada para mucha gente que no tiene contactos en los medios editoriales o en los medios culturales y que son escritores a secas. Gente del interior muchas veces, que no tienen redes de contactos para acceder a un editor. En ese panorama, sobre todo en la época en que publiqué era muy difícil publicar, había muy pocas editoriales. Entonces mi modo fue gracias a ese premio, que además tenía un jurado muy bueno.
¿Qué método de escritura tenés?
Hay novelas que están construidas claramente a partir de una primera imagen. Hay una que se llama “El afinador de pianos” que ésta escrita así. En mi caso trato de percibir el momento de quiebre, de torsión en que una idea que parece acumular su potencial en cierta dirección, uno percibe que puede haber un quiebre de lógica hacia lo ficcional, hacia un plano más aguado, más interesante, más filoso. En todas mis novelas y mis relatos siempre hay algo de suspenso. Tiene que ver en cómo una situación crece en tensión que puede ser erótica, puede ser amorosa como en “La mujer del maestro”, puede ser del estilo de lo real versus la locura como en “La muerte lenta de Luciana B”. Me interesa la carga de suspenso que tiene que ver con cierta carga dramática de la historia.
¿Cuándo empezás a escribir una historia ya tenés que saber de antemano el final?
Sí, igual después no necesariamente ese es el final que va. Me pasó así en el caso de “La muerte lenta de Luciana B”. Yo tenía un final y cuando me acerqué a ese final, vi la posibilidad de un segundo final que me parecía más cercano a lo que tenía que ser el final de una novela, sino el final era como el de un cuento. Entonces de algún modo es como que están los dos finales en la novela. Hice un último capítulo que cierra con el que para mí es el final de la historia pensada como cuento y luego una especie de epílogo que termina de cerrar dentro de lo que es el mundo de la novela.
Tu nueva novela “Yo también tuve una novia bisexual” si bien tiene suspenso es una novela muy diferente a las anteriores, predomina lo sexual y lo erótico. ¿No dudaste en realizar éste tipo de novela por miedo a perder lectores?
En realidad nunca tuve miedo de perder lectores pero sí percibo que con cada nuevo intento que hago, cada libro con un tono diferente o algo que no haya tocado antes es posible que los lectores que prefirieron algún libro anterior se sientan como decepcionados con aquello nuevo que trato de hacer en mi nuevo libro. Prefiero igualmente eso como riesgo a la otra posibilidad que es repetir aquello que a uno le ha dado éxito, reconocimiento, me parece que es interesante afrontar o intentar nuevos desafíos sobre todo si aparecen de una forma natural como fue en este caso. Yo estaba escribiendo un libro de cuentos que se llama “Los reinos de posición horizontal” y éste era el último cuento, un relato largo que pensaba que iba a ocupar unas cuarenta páginas y que naturalmente se convirtió en una novela. Sí me preocupó mientras lo escribía, no sentir dentro del relato una segunda dimensión teórica de lo intelectual, de alguna teoría que se fuera desarrollando a lo largo de la historia. En “Acerca de Roderer” está la cuestión de la búsqueda del conocimiento, en “La mujer del maestro” está la idea de las variantes o las versiones de Prometeo como metáforas, en “Crímenes imperceptibles” está toda la parte epistemológica, en “La muerte lenta de Luciana B” está la discusión acerca del azar. Y finalmente en la nueva novela creo haber encontrado esa dimensión con la argumentación sobre la necesidad del diario íntimo. En el momento en que el profesor decide escribir el diario íntimo hay una reflexión sobre las diferentes estrategias para recobrar los recuerdos. Decide escribir un diario como una tabla de naufragio a futuro. O sea, sabe que todo se va a disolver y en ese diario él va a poder encontrar algo del orden de lo sensorial en esos días con lo que supone que va a poder recobrar los recuerdos corporizados.
¿Cómo se te ocurrió lo del diario íntimo que termina funcionando como si fueran cuentos?
El diario íntimo se me ocurrió porque yo contaba con mucho detenimiento algunas de las acciones iniciales, la llegada a ese mundo, las primeras impresiones. Tenía que contar varias cosas, en particular por lo menos tenía que contar una semana de clases y no creía que eso pudiera sostenerse una vez que ellos ya estuvieran durante la relación sexual. Necesitaba comprimir los sucesos siguientes dado que la primera cuestión importante a resolver, que era el primer encuentro sexual entre ellos ya estaba puesto en escena en el capítulo ocho. Es decir, yo tenía que seguir avanzando, una parte iba a ser el escalamiento de lo sexual pero quería sostenerlo también con otros detalles que fueran ocurriendo y que armaran también todo lo demás. El diario íntimo tenía también otra cuestión muy importante, que era como una especie de instrumento óptico que acercaba la narración a la piel, quería contar más de cerca la cuestión sexual. El diario tiene un tono confesional que permite esa clase de tensión en detalles sexuales.
La parte sexual está muy bien llevada y muy cuidada, ¿trabajaste mucho en ese aspecto?
Si, fue lo que más trabajé. Para mí la materia narrativa de la novela tiene que ver con el in crescendo sexual. Incluso me hubiese gustado poder hacer más, lo que ocurre es que no hay lector preparado para poder diferenciar ese escalamiento. Dentro del mundo de lo no escrito hay algunas cosas que yo intenté escribir, porque escenas sexuales hay muchísimas en literatura pero no esa especie de tensión en una sola pareja y la progresión de una relación sexual. Una referencia para mí muy importante en todo esto fue el escritor italiano Alberto Moravia, me gusta mucho el modo desapegado pero sin llegar a lo despectivo, con respecto a lo sexual.
¿”Yo también tuve una novia bisexual” fue el primer nombre que pensaste como título?
Fue el único. Sabés que es curioso, hubo una reseña en donde se menciona una de las frases que aparece en la novela, que es como el lema que tiene la Universidad que a él se lo pasan en una filmación cuando llega y el lema es “Orgullosamente ahí abajo” y hacen la conexión que yo no había pensado de esa frase, que se refiere claramente a los sureños aunque está la conexión con la posición que ocupa la universidad en juicios por acosos sexuales, cuestiones de moralidad, que siempre está abajo como algo positivo. Y en la reseña el crítico hace la conexión con lo sexual y ese momento dije: “Orgullosamente ahí abajo” también hubiese sido un gran título. Pero es la primera vez que se me ocurrió. Cuando empecé a escribir la novela imaginaba que iba a ser más en tono de comedia sexual, hay algo de eso al principio y finalmente creo deriva un poco hacia algo trágico, mirado desde el punto de ella por lo menos. Entonces quizás el título queda demasiado liviano para lo que finalmente fue la novela.
¿Podrías recomendar los libros que más te gustaron dentro de los últimos que hayas leído?
Yo llevo leídos unos veinticinco libros este año y de esa cantidad de libros hay unos once muy recomendables. Acabo de leer uno que me gustó mucho, “Origen de la dialéctica negativa” de Susan Buck-Morss. También recomiendo: Bellas artes de Luis Sagasti, “El protector” de Henry James, “El diario de la arena” de Hugo Burel, “Historia de mi vida” de Giacomo Casanova, “Los amores difíciles” de Italo Calvino, entre otros.
¿Actualmente en que libro estás trabajando?
Estoy escribiendo un cuento con un tema psiquiátrico que es un cuento largo pero no tan largo, ya sé que no va a terminar en novela y ya quiero ir terminando ese cuento. Mi próximo libro se va a llamar “Los reinos de la posición horizontal” y si todo va bien espero publicarlo el año próximo o quizá el siguiente, de acuerdo a como siga la trayectoria de esta novela.
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