lunes, 24 de octubre de 2011
Marcelo di Marco: “Estaba un poco cansado de todas las imposiciones que el cuento exige en aras de la unidad de efecto”
El escritor Marcelo di Marco, autor de un best seller fundamental sobre la creación literaria como lo es "Taller de corte & corrección", publicó su novela "Victoria entre las sombras" bajo la editorial Random House Mondadori para su colección Sudamericana Joven. La historia se basa en dos chicos que escapan de su hogar y a partir de allí empiezan a vivir diferentes vicisitudes que desembocan en un final apasionante. En la publicación nos vamos a encontrar con una mezcla de géneros entre el suspenso, el terror, lo fantástico, hasta pasar por toques de humor con un lenguaje claro en una novela costumbrista y para personas de cualquier edad. La presentación de VELS se llevó a cabo el 26 de septiembre en el Centro Cultural General San Martín ante una sala repleta por doscientas cincuenta personas, algo inusitado para este tipo de eventos. Di Marco habló con "Entre vidas" para analizar su nueva novela. Agradecemos a Daniel Grad por la fotografía original.
Muchos escritores afirman que varias de sus novelas nacen a partir de un cuento, ¿cómo fue en tu caso con Victoria entre las sombras?
En mi caso, hacía rato que me rondaba la necesidad de contar una narración de largo aliento. Jamás se me ocurriría la posibilidad de “estirar” un cuento mío, pues siempre procuro escribir historias que imploten, que estallen hacia adentro. Nada más centrípeto que el relato, en oposición a la novela, absolutamente centrífuga. Mis historias breves empiezan y terminan, aunque algunas tengan lo que se conoce por “final abierto”. Vels fue posible por mis ganas de ver qué se sentía navegando en las aguas fluyentes de la novela. Estaba un poco cansado de todas las imposiciones que el cuento exige en aras de la unidad de efecto.
¿Cómo nació la historia?
La historia nació muy distinta de como se la conoce ahora. El título original era El Club de los Sin-Cara. Contaba las aventuras de un par de amigos adolescentes, uno de los cuales estaba de vacaciones en Mar del Plata, y el otro era oriundo de esa ciudad. Procuran fundar un club de chicos que les hagan imposible la vida a “los grandes”. Tratan de reclutar socios, pero fracasan: los otros chicos de la playa han perdido el sentido de la rebeldía y la aventura. Como verás, algo ha quedado de esa cosmovisión. Mejor dicho, esa cosmovisión, con otro argumento, hoy se ve potenciada en esta nueva versión. En su momento, dicha versión fue rechazada por mi editorial. Y, por cierto, Sudamericana hizo muy bien en rechazarla: era un mero intento por “parecerse” a una novela. La de ahora, a decir verdad, me satisface mucho; a los lectores, a juzgar por las entusiastas críticas que vengo recibiendo, también les sucede lo mismo. Es notable comprobar cómo se puede volver a trabajar con esa materia elástica que es la novela. Con el cuento, un orden cerrado por excelencia, eso es imposible.
¿Qué trabajo previo hiciste para poder construir a los personajes?
Los personajes se fueron construyendo solos. Puede parecerte un lugar común o un rasgo de esnobismo, pero es la verdad. El día en que trabajaba metido en la novela, me sentaba ante la pantalla de mi Mac sin saber qué era lo que iba a pasar. Como quien se sienta frente a una película de otro, una historia que se va desarrollando, sin su voluntad, plano a plano. Pues bien, eso fue lo que me sucedió a mí como autor. Lo del “agujero en el papel”, proceso psicológico que describe Stephen King en Misery. Los personajes se iban haciendo como nos vamos haciendo nosotros: enfrentándonos con los sucesos caóticos que nos salen al cruce. Y su modo de reacción frente a ese caos perfecto, los —y nos— obliga a responder. Frente a la agresión externa, hay solo tres caminos: 1. Rajar; 2. Adaptarse; 3. Combatir. Mis personajes optan por el tercero.
¿Qué podemos encontrar de autobiográfico?
Una noche clave, vivida en “mi infancia de porquería” —Salinger dixit— me tocó sufrir uno de los episodios más espantosos que puedas imaginarte. Fue la primera y única vez en que me subí al Tren Fantasma, del Ital Park. Tenía cinco o seis años, y viajaba con mi padre a bordo de un carrito estrepitoso, adentro de las entrañas de ese siniestro laberinto. No puedo narrar con suficientes palabras el terror que me produjo entrar en el secreto de esos túneles, que mi imaginación infantil magnificaba. Fue un viaje eterno, realmente inolvidable. Si me aparto un poco de las más recientes elucubraciones teológicas, puedo asegurar que el infierno es eso. Y esa prefiguración del infierno, que gracias a Dios duró tres minutos, fue a parar a mi novela. Como así también el día en que un hijo de puta, en la secundaria, me quemó la mano con un cigarrillo, tal como le sucede a mi protagonista. La candidez se paga caro en el mundo de hoy. Todavía me duele esa herida.
La Yaya, la abuela del protagonista… ¿viene a ser la persona que tiene los pies sobre la tierra?
La Yaya tiene los pies en la tierra, sí, pero también tiene los ojos en el cielo. Dentro del universo corrupto de los adultos que se pavonean en mi novela, ella es nada menos que la voz de la razón. Justamente, desde su heroica visión cristiana, alaba la capacidad de resistencia de Tomás y la entrega noble que él hace al defender a su amiga. En ese sentido, creo que el capítulo 18 de VELS funciona como una especie de bisagra. A partir de allí, las peripecias que les esperan a Tomás y a los gemelos que lo secundan, serán mucho más terribles. No puedo revelar en esta entrevista a qué deberán enfrentarse, pero te lo aseguro: lo que les sucederá le ha puesto la piel de gallina al más pintado. Incluso hoy recibí un e-mail de un alumno mío del Chaco, profesor de Lengua y Literatura: “La parte del Matrero me hizo asustar en serio. ¡Y a la noche soñé con eso! Increíble”. Bueno, espero que esa magia se siga desplegando desde las páginas de esta oscura fábula que me tocó inventar.
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Excelente entrevista, digna de tan maravillosa novela.
ResponderEliminarSaludos
Mariláu
http://laabadiadecarfax.blogspot.com/
"Victoria entre las sombras" es una gran historia contada por un maestro. Atrapa desde la primera línea, y no suelta al lector hasta el final.
ResponderEliminarLa novela es fabulosa!!!me atrapó desde el principio hasta el final.la historia de Tomás
ResponderEliminares conmovedora...y Di Marco,es un Maestro!!!
Una novela que no te suelta y te deja con ganas de más.
ResponderEliminarAtrapante desde el comienzo. A esta hora sigo leyendo esta novela, digna de este finde "Halloween"
ResponderEliminarTormenta y truenos anoche acá en Rosario, ideal para empezar a leer, pensé y eso hice. Con ganas. Llegué a la mitad. Maravillosa novela: tierna, cautivante, inquietante, inocente, dulce, desesperante... Todo visto desde la perspectiva de un chico, el protagonista, excelentemente logrado, y el hecho de estar en primera persona lo potencia, le da más realismo. Uno piensa, qué bárbaro, la diferencia de perspectiva sobre las cosas para un chico y un adulto. Uno piensa, ellos son chicos y quieren escaparse, no saben lo que les espera allá afuera, y uno se asusta, se inquieta como lector, uno piensa, ellos no miden los peligros, pero a su vez sabe del monstruo Gorda o el marinero monstruo y se intriga, porque ellos, esos grandes hacen de su casa y sus vidas una tortura.
ResponderEliminarTodavía siento el peso de las mochilas que cargaba Tomás, el calor en la playa, el sol pegando de lleno, la desesperación por encontrar a Victoria, la sed! paré la lectura para tomar un par de vasos de agua bien fría, sinceramente... sentí el olor de la cocina de Victoria, pude ver con lujo de detalles el barrio de pescadores. Es hermoso leer este libro.
Tomás es un chico que ve películas, lee libros, Victoria también; son fans del Señor de los Anillos y las Crónicas de Narnia; ella escribe inclusive; son muy buenos, da ternura, tienen miedo de cruzar la avenida de la costa, se ponen colorados si ven una parejita besándose, no cuentan plata en cualquier lado, hasta leen un libro de supervivencia antes de escapar y llevan libros en sus mochilas, dan una ternura esos chicos!! son niños, son niños buenos y uno no quiere que se escapen, no son como los gemelos demonios, porque esos sí son demonios, uno lee y piensa: ¡ chicos que están haciendo!! uno llega a pensar un poco como la Yaya que le preguntaba a Tomás: ¿Dónde vas vos?!... pero siempre está la amenaza del monstruo Gorda por un lado, y el marinero monstruo por otro, y se los entiende, se comprende su situación... Tomás sabe que en el fondo su padre va a encontrarlo, creo yo, porque él no es la Gorda, que uno llega a aborrecer realmente, es que son tan vívidos los personajes, que es así.
Todo el libro, hasta acá, y seguramente también la segunda mitad, está milimétricamente diseñado, si es que en literatura se puede hablar de algo matemático. Son justos, exactos los momentos donde llega un raconto, un recuerdo, un diálogo, la idea que le da pie a eso y después volver digamos a la novela lineal, está grandiosamente ensamblado, como un todo tan compacto, que uno no se distrae nunca y nunca se olvida de nada.
Incluso a nivel capítulos el libro es así. Después del capítulo 1 donde nos enteramos del monstruo que es Gorda, viene el 2 en el que nos enteramos el amor que es Yaya. Si el 1 presenta a un monstruo y la desesperación, la urgencia de Tomás por darse a la fuga de casa, en el 2 vemos que una parte grande de él no quiere irse.
El capítulo 3 y 4 son fabulosos. Son mis favoritos, lejos. Si tengo que elegir dos capítulos, esos son el 3 y 4: ya desde el comienzo, inquietante: "caminando para el otro lado...." (ya Tomás se está fugando) Los momentos de racontos, recuerdos pensamientos, descripciones, imágenes sensoriales, la perspectiva precisa de Tomás, de un niño, está todo acá, construido milimétricamente.
Voy a continuar disfrutando de la lectura.
Mis afectuosos saludos y mis recomendaciones para leer este atrapante y envolvente libro!