El escritor argentino Guillermo Roz, radicado en España hace muchos años y con varios libros publicados en Europa, habló con Entre Vidas de su más reciente libro “Malemort, el impotente” y de sus ganas de publicar en la Argentina.
Con vos se da el caso de “uno no es profeta en su tierra”, ¿Por qué pensás que ocurre eso de editar los libros en el exterior y no en tu país?
No hay misterio en mi caso, porque yo empecé a tomarme a la literatura en serio cuando llegué a España y es lógico que haya empezado a editar aquí. Ahora llega una etapa en la que mis libros tienen cierta recepción positiva en España y sería deseable que lleguen a Argentina. Pero aprendí que los tiempos de la literatura de los escritores que no escribimos best sellers son penosamente largos.
¿Con qué género te sentís más cómodo?
No me siento un escritor de géneros y es por eso que en realidad me siento cómodo escribiendo todo lo que escribo, porque nacen de una absoluta libertad creativa. Es cierto que algunas novelas fueron catalogadas de negras y otras de históricas, pero a mí no me condiciona ni me invita a nada en particular, el mero estante de la librería donde coloquen a mis criaturas.
¿Cómo surge tu novela “Tendríamos que haber venido solos”?
Me puse a escribir un cuento relatando la llegada ficcionalizada de mis viejos, a principios de los años 70, a la construcción de su primera casa otorgada por el Banco Hipotecario en Hudson, Berazategui. Era una deuda con una anécdota familiar que caía siempre en la sobremesa, en la que venía contenida la frase que da título a la novela y que en mi casa se siguió usando para diferentes situaciones, siempre con un matiz humorístico. Cuando llegué a la página 10 del cuento me dí cuenta que para contar bien lo que yo quería, necesitaba la escritura de treinta páginas previas. Así fue que la página 10 se convirtió en la 40, y después me llevó por delante una novela. Fue un gran placer escribirla.
La novela parte de una situación verídica, ¿qué comentario recibiste de alguna de las personas implicadas?
Mi viejo, en el que está basado uno de los dos personajes principales, me preguntó entre risitas nerviosas: “¿Pero yo ya no soy ése cuando… hace eso, no?” Y varias precisiones, geográficas, de fechas, etcétera, que me gustó volver a conversar con los protagonistas vivos. Yo no existía en esa anécdota, ellos apenas eran novios… Fue como meterme en la máquina del tiempo.
¿Qué trabajo previo tuviste que hacer para escribir tu libro Malemort, el impotente?
Malemort, el Impotente fue mi primer desafío con la Historiografía lejana. Estudié en varias bibliotecas el siglo XIX francés y argentino, y conseguí los diarios del los colonos de Pigüé, que es acerca de esa colonización sobre lo que gira la novela. Hubo que hacer traducciones de documentos, muchos ajustes para que no fuera una crónica histórica sino una invención “inspirada en” y un trabajo de elección de qué material real podía prevalecer en mi construcción ficcional. Todo eso y un poco más, resumiendo, fue lo que me insumió mi Malemort.
¿Cuál fue la imagen disparadora para la novela?
Fueron dos: la de un vasco impotente o llamado El Impotente, un tipo real, que en un momento de su vida va a tener la posibilidad de tener revancha contra su apodo; y la historia de las familias francesas que a final de fin del siglo XIX se metieron en una cáscara de nuez para cruzar el mundo y llegar a Pigüé o lo que iba a ser Pigüé, en medio de la provincia de Buenos Aires. Una mañana, después de quién sabe qué pesadillas o sueños, las dos imágenes se hicieron sólo una y el vasco se había convertido en Malemort, un francés que se subiría a la cáscara de nuez para olvidarse del sobrenombre maldito. Delicias de la profesión.
¿Qué podes contar acerca del personaje principal Malemort?
Malemort es un héroe cercano, uno de esos que pelean contra viento y marea para ser felices y vos, como lector, querés que lo sea. Es también una posibilidad que encontré de hablar de la inmigración, que es un tema que llevo muy adentro.
Para los argentinos que todavía no leyeron ningún libro tuyo, ¿con qué escritor se van a encontrar?
Me parece que todo autor con cierta experiencia en hacerse preguntas, ignora alegremente qué escribe ni porqué lo escribe ni cómo lo escribe. Si lo supiera se transformaría en un crítico y se le acabaría la épica. El otro día leí que un autor decía algo así como “tengo demasiados pocos elementos para hacerme una idea de mí mismo”. Ahora, para quien de verdad sienta cierta curiosidad por mí y/o por mis libros, lo mejor que puedo aconsejarle es lo que yo hago cuando alguien me interesa, rastrearlo en google y si me interesa, comprar sus libros por internet. La curiosidad en la actualidad se mata con unos pocos clics.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy empezando una novela que vengo maquinando hace muchos años. Es el proyecto que más me ha ilusionado en toda mi vida y el que más miedo me da. Venecia está en el medio del lío y como dijo alguien: “Es tan fácil escribir sobre Venecia que resulta imposible”. Tengo la sensación que será, de algún modo, el resumen de todas mis variantes literarias hasta el presente y un trabajo de gran aprendizaje. Estoy sufriendo y gozando a partes iguales, que de eso se trata esto de escribir, ¿no?
PH Edu León
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